La semilla del Cardo simbolizando la siembra de cultura

Bibliotecas Rurales Argentinas

 

 

De 48 años
Ochoaguilar
(México)

- “No pues yo creo que estas muy mal, la cara la tienes toda
larga, como chupada, yo creo que es por la dieta esa que haces,
no es normal que estés tan amarillo, segurito estas enfermo, yo
digo que fue la dieta, ni tan gordo que estuvieras, yo creo que
te hizo mal, imagínate nomás, no comer nada de azúcar, ni
siquiera fruta, yo creo que te hizo daño...”
La tarde siguió transcurriendo y la tía Lolita seguía
pensando que Horacio estaba muy enfermo, pero él no parecía
sentirse mal, de hecho se sentía mucho mejor que antes, no tanto
por el peso, más bien porque la ropa le quedaba mejor, bueno, en
realidad le quedaba grande, iba a tener que arreglar casi todos
los trajes, pero después, al fin que ahorita estaba usándolos muy
poco.

- “Ándale Horacio comete el postre, no siempre se cumplen 48
años y es mi cumpleaños así que manda al diablo tu mendiga dieta
y comete aunque sea un pedacito, ¿cómo que no?, ándale, yo lo que
digo es que esa dieta te está enfermando, mira nomás que
amarillote estás, yo creo que no está bien...”
Lo seguía absorbiendo, desde siempre fue igual, desde que los
papás salieron de viaje y ya no regresaron y se tuvo que quedar a
vivir con ella -la hermana mayor de su mamá- ¿Por qué nunca lo
dejaría visitar a la familia de su padre?, según ella no lo
querían, le habían hecho el feo por no ser guerito, quien sabe,
nunca supo, nunca sabría. Lo que sí era un hecho es que la tía
Lolita lo estaba volviendo loco, no había cosa que no le
revisara, todo el tiempo al pendiente, adonde iba, con quien iba,
que si se enfermo, que si se sentía mal, que si la dieta, la
calentura, y cuando estaba borracha, que cada vez era mas
seguido, le echaba en cara que por cuidarlo nunca pudo hacerse de
un marido, que todos le volteaban la espalda porque la hacían
madre soltera y resulto ser no más la tía, soltera, quedada y
nunca tocada, estaba bien fregada, y para acabarla no pobre, pero
por supuesto sin dinero que heredar.
Yo no entendía como podía tener 24 años y seguir viviendo con
ella, de primera instancia parecería increíble que soportara a su
tía, mama, abuelita en la misma persona, y cuidadito le llegara
con amigas o le hablara siquiera de ellas, se ponía como loca,
peor que inquisición, queriendo conocerlas, saber de ellas, de
sus familias, de sus formas, sus deseos y terminaba siempre
diciendo

-“pero seguro no es decente, porque una señorita decente no
sale así o dice eso, bla, bla, bla...”

¿Qué iba a saber de decencia una señorita antigua en plena
década de los noventa?, según ella la virginidad seguía siendo
muy importante ¡Qué ridiculez! Uno no se casa con el sexo de una
chava, se casa con ella, con su personalidad, su inteligencia y
claro, el sexo viene incluido pero ya no es lo mas importante,
pero haber hacelo entender, ¿a verdad?, la cosa cambia.

- “Ya ves como si esta rico, que bueno que finalmente
accediste, hice el pastelito para nosotros dos y tu que no
querías comer, esa dieta, digo yo, no esta nada bien.”

La tarde seguía y seguía y pareciera que no iba a terminar
jamás, Horacio finalmente accedió y se comió el postre, total
dejaba de cenar y así respetaba el régimen, volvió a ver el
reloj, hace como cuatro horas eran las 5:30 y ahora eran las
5:37, que infierno, imagínate, sábado en la tarde, la casa medio
oscura porque las cortinas se cerraban a las cuatro, en la radio
una musiquita que le gustaba a veces pero mas bien con unas cubas
y hablando entre bohemios, de un lado del comedor la tía Lolita
con su traje sastre recién planchado, en medio la cafetera y el
pastel, del otro lado él con sus 24 años, oyendo radio recuerdos,
y festejando los cuarentayocho abriles, que en realidad eran
septiembres, de esta dama que no era mala, nomás que estaba
obsesionada con el hijo que ya nunca tuvo y que él había venido a
convertirse en.
Pasaron otras catorce, dieciséis horas y el reloj apenas
marcaba las 6:28, ya no aguantaba más quería despedirse, subir a
su recamara, prender la maquina y conectarse a internet, tenia
varios cuentos pendientes de revisar y prefería navegar un rato a
quedarse en el comedor a ver como se embriagaba otra vez, la
siguiente imagen fue ahí en su recamara y, empezó todo, primero
oyó la botella que se estrellaba, después los pasos en la
escalera y ese ruido, un ruido terrible y esa risa, lo dejo como
atornillado a su silla, estaba aterrado, cuando se dio cuenta
Lolita ya no era ella, era Dolores, creció, embarneció, lo tomo
por el cuello y lo estrello contra la pared donde estaba el
poster de Prodigy, la voz de la que alguna vez fue su tía era tan
ronca que le costaba entender las maldiciones que le profería,
“Maldito, mal nacido, culpable has de ser de mi desdicha, puto,
pero me las vas a pagar”, gritos y mas gritos, la noche
oscureciendo a una velocidad indescriptible y la cara cada vez
mas deforme, babeando, siguió golpeando, lo recogió del suelo y
lo volvió a estrellar, estaba hecho un guiñapo, no tenia ningún
control, estaba empapado, en parte por el sudor, en parte por una
serie de secreciones que no podía controlar.
Perdió la noción del tiempo, ya no eran horas las que
antecedían los minutos, simplemente pasaba, el tiempo se
convirtió en aliado de la tía y parecía correr y detenerse a su
antojo, lo estaba matando...

- “...Y te lo digo nuevamente sobrino, esa muchachita no me
gustó nada, mira que venir con esa faldita no esta bien, y dices
que es la primera vez que salen, además yo te veo muy mal, como
cansado, yo creo que es la dieta esa...”

Horacio reaccionó, abrió los ojos, la tía Lolita estaba
sentada frente a él, ya medio borracha, no supo como pero estaba
de nuevo en el comedor, ¿había soñado?, ¿se quedaría dormido
mientras la cumpleañera le estaba recriminando nuevamente a sus
amigas?, pero se sintió el rostro y el cabello empapados, el
sudor fue real, los pantalones también estaban mojados, sería
posible que aquella mujer no fuera mas que una encarnación tipo
Mr. Hyde?, no iba a darse la oportunidad de comprobarlo, se
levanto de un salto, tomo la cafetera y de un solo golpe se la
ensarto en la cabeza , el chillido se confundió con el ruido, con
las sombras, con esa risa y la masa sanguinolenta cayo de la
mesa, la pateó, la golpeó una y otra vez, y la risa continuaba y
el como loco golpeando, gritando, llorando, volteó hacia la mesa
y descubrió la palabra “Felicidades” en el resto del pastel, el
cuchillo estaba ahí, como coqueteándole, lo tomó, respiró
profundo y asesto el golpe final.

Apagó el aparato, tomó el teléfono y llamó a la policía,
cerró la puerta y dejó una nota:

Horacio Villanueva ha sido secuestrado y su tía Dolores
Villaseñor asesinada la misma tarde en que cumpliría 48 años.

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¿Ángeles... o demonios?

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