(auto-refundición)
Personas que hablan en él:
Salen los MÚSICOS, arrímanse al lienzo del vestuario y van saliendo la GRACIA con un espejo, la INOCIENCIA con un manto imperial en una fuente y la CIENCIA con un sombrero de plumas en un azafate y el ALBEDRÍO de loco, y detrás de todos ANDRÓMEDA vistiéndose
MÚSICA: "Los años floridos de Andrómeda hermosa, deidad de este monte, beldad de esta selva, ufano los cuente el mayo con flores, feliz los señale el sol con estrellas." ANDRÓMEDA: ¡El espejo! Mirándose Peregrina es en todo mi belleza. ¿Qué, Humana Naturaleza, te falta para divina? Los cielos no hicieron, no, cosa, en todos sus modelos, más hermosa, Ni aun los cielos son tan bellos como yo; pues sus orbes de cristal obra inanimada han sido y yo, con alma y sentido, soy fábrica racional. Mi madre la Tierra es; mi padre el Mundo se llama; inmortal soy y mi fama iguala a los cielos, pues borrar no podrá aunque revuelva el sol su edad presurosa. MÚSICA: "Los años floridos de Andrómeda hermosa, deidad de este monte, beldad de esta selva." ALBEDRÍO: Infanta, idos poco a poco; que, si altiva a veros llego, vos tendréis la culpa, y luego dirán que yo soy el loco; pues, siendo vuestro Albedrío, según dicen por ahí, vos usaréis mal de mí y vendrá el error a ser mío. GRACIA: Bien en el limpio cristal que mi voluntad ofrece tu beldad se desvanece; pues siendo la original Gracia yo, en que te has contemplado, cuando en mí viéndote estás, ningún defecto hallarás. ALBEDRÍO: Sí; mas temed que, manchado, su espejo eclipse esa pura luna y, algún día, veáis un cadáver cuando vais a mirar una hermosura. Temed del tiempo las huellas, para que vuestros verdores... MÚSICA: "...ufano los cuente el mayo con flores; feliz los señale el sol con estrellas." ANDRÓMEDA: ¡El manto! ¿Quién competencia puede hacerme? Pónela el manto la INOCIENCIA INOCIENCIA: Al sol te igualas y más cuando con las galas te adornas de la Inociencia. Yo lo soy y así codicia mi amor tan suma excelencia. ALBEDRÍO: Talle tiene ésta y no ha [ciencia] de ser muy presto malicia. Llega a la CIENCIA ANDRÓMEDA: ¡Las plumas! ¿Tú las traías? Sí. CIENCIA: [La] Natural Ciencia soy y, así, las plumas te doy, para volar desde aquí, con las alas de mis plumas, a la superior esfera. ALBEDRÍO: Volad, pero de manera que no deis con las espumas. Sale el MUNDO MUNDO: Sabiendo que te vestías hoy de gala, te he traído aquestas joyas, que han sido Trae joyas en un azafate parto a las venas mías; que en sólo adorarte fundo mis días. ALBEDRÍO: ¡Albricias! Abrázale CIENCIA: ¿De qué? ALBEDRÍO: De que yo hoy al Mundo hallé, estando perdido el mundo. Tomad de él, pero sea poco: tendréis menos que tornar. ANDRÓMEDA: Volved, volved a cantar, que está muy necio este loco. ALBEDRÍO: Siempre que así hablar resuelva lo tendrán por triste cosa. MÚSICA: "Los años floridos de Andrómeda hermosa, deidad de este monte, beldad de este selva." ANDRÓMEDA: ¿Cúya aquesa letra es? CIENCIA: Letra y tono es mío. ANDRÓMEDA: No dudo que uno y otro sólo pudo ser desvelo tuyo; pues siendo, en el felice estado de tanto aplauso inmortal, tú la Ciencia Natural, de que el cielo me ha ilustrado, sólo tuyo ser podía afecto que tanto mueve, porque a la Ciencia se debe la música y la poesía. Y, aunque es verdad que jamás nada tanto me [ha] agradado, solamente he reparado en el nombre que me das. ¿Por qué Andrómeda; y por qué, ya que el Mundo disfrazaste, de esa suerte me llamaste? CIENCIA: Escucha y te lo diré. La Natural Ciencia soy, de que, como has dicho aquí, el cielo te ilustró. ANDRÓMEDA: Sí. CIENCIA: Como investigando voy altas cosas cada día, entre imágenes no vanas, letras divinas y humanas revolvió [la] fantasí[a]. En unas y otras hallé, testigo San Isidoro, que el bello resplandor del oro, que en tu hermosura se ve, Andro damas en el griego idioma el sentido iguala; y Andrómaca es quien señala. Enrico Estephano luego dice que andromas, en sacro estilo, es florida edad; y androdea, la deidad, la estatua o el simulacro. Yo --viendo que señas tantas convienen en mi favor, pues al más puro esplandor tu perfección adelantas, siendo quien con más virtud señala el sumo poder de su Autor al florecer la edad de su juventud, y siendo quien ser alcanza, simulacro soberano, viva estatua de su mano, labrada a su semejanza-- de todos estos sentidos que en sí el Andro damas trae, androeas y androae y andromacas reducido El ALBEDRÍO está atento un nombre propio saqué, viendo convenir en ti todas sus señas, y ansí Andrómeda te llamé, para que mayor grandeza esté atenta a este acto, viendo quién es Andrómeda, siendo la Humana Naturaleza. ALBEDRÍO: Yo creí que era jarabe cuando tanta dragma vi. Vete, no esté junto a mí hombre que hablar griego sabe. ANDRÓMEDA: La respuesta me ha agradado y, por lograrte el concepto en lo alegórico, acepto ese nombre que me has dado. Ninguno me llame ya de otra suerte; y, pues el prado, de colores esmaltado, hermoso albergue nos da --siendo, en gloria del pincel que nos admira y asombra, cada matiz una alfombra, y cada copa un dosel, pues en tonos diferentes divierten nuestras congojas los compases de las hojas, las cláusulas de las fuentes, cuyos conceptos suaves, por toda aquesta campaña, sonoramente acompaña la música de las aves--, venid vosotros cantando por esa orilla del mar. Hoy pretendo desvelar mi tristeza admirando esa playa, que con suma soberbia al cielo retrata, Paseándose inquieta selva de plata de quien es hierba la espuma. MUNDO: Razón tiene tu atención de admirar su maravilla. ALBEDRÍO: Sí; y en ser desde la orilla tiene mucha más razón, que yo, por cuanto ha engendrado el sol, no entrara a nadar en él. INOCIENCIA: ¿Por qué? ALBEDRÍO: Porque el mar no es gracioso, aunque es salado. MÚSICA: "Los años floridos de Andrómeda hermosa, deidad de este monte, beldad de esta selva..." [El DEMONIO, dentro] DEMONIO: "...ni ufano los cante el mayo con flores, ni el sol los señale feliz con estrellas." ANDRÓMEDA: ¡Esperad! ¿Qué confusión tan triste y tan singular se escucha dentro del mar? Dentro trueno MUNDO: Prodigios no vistos son los que en sus senos encierra. Otra vez y salen llamas del lado del tablado donde ha de estar la apariencia CIENCIA: Es verdad, pues en sus senos con relámpagos y truenos, amenaza cielo y tierra. GRACIA: Colérico, altivo y ciego, rayos a escupir se atreve. INOCIENCIA: ¿Quién vio volcanes de nieve, siendo los mares de fuego? GRACIA: No hay orbe a quien no se atreva su verdinegro arrebol. INOCIENCIA: A ser cíclope del sol sobre sí mismo se eleva. Ábrese un escotillón y sale un monstruo marino, tan grande que por la boca pueda caber un hombre ANDRÓMEDA: Ya en partidos horizontes sorberse sus luces fragua, poniendo montes de agua sobre piélagos de montes. ALBEDRÍO: Y aún no es eso lo peor, sino que arrojando llamas, monstruo de conchas y escamas, nace un prodigio. TODOS: ¡Qué horror! ANDRÓMEDA: Cortando la bruma helada, INOCIENCIA: Ya no nada, sino vuela. Mueve las alas y anda un poco ALBEDRÍO: ¿Vuela? CIENCIA: Sí. ALBEDRÍO: ¿Y eso es nonada? Es muchísimo. CIENCIA: Tal vez empaña el sol con su aliento. Arroja fuego por la boca ANDRÓMEDA: Ya es pájaro sobre el viento quien fue sobre el agua pez. Huid todos, huid de aquí, que sobre nosotros viene. ALBEDRÍO: ¡Ay, qué boca! ¡Ay, qué alas tiene y cola! ¡Triste de mí! CIENCIA: ¡Qué ansia! INOCIENCIA: ¡Qué asombro! Vase [la INOCIENCIA] GRACIA: ¡Qué espanto! Vase [la GRACIA] ANDRÓMEDA: ¡Qué admiración! .................................... Vase [ANDRÓMEDA]. Vanse cada uno por su puerta huyendo MUNDO: ¿Contra el Mundo, cielo santo? Dime: ¿con qué aplacaré el ceño con que me miras? ¿Cómo tus sagradas iras mover y templar podré? ¿Cómo de tanta fiereza podré esconderme y librarme? [Habla el DEMONIO dentro] DEMONIO: Sólo con sacrificarme de Andrómeda la belleza. MUNDO: Si huyendo de ti la veo, con su Albedrío y su Ciencia, con su Gracia y su Inociencia, tus oráculos no creo, que mientras proceda cuerda no teme tus iras. Vase. Sale por la boca del dragón el DEMONIO y se vuelve a esconder DEMONIO: ¿No? Pues ya voy a tiempo yo para que todo lo pierda. El profeta Isaías, viendo morir en las espumas frías de mi explandor la llama, bestia del mar en alta voz me clama; y el lucero sagrado de la Iglesia, Basilio, que ilustrado con rayos del sol mismo es de las ciencias piélago y abismo, viendo a las ondas mi ira reducida, feroz marino monstruo me apellida, por mirar a mi cuenta la borrasca del mundo y la tormenta. Con estas opiniones, y con que siempre son tribulaciones las aguas en la pura, misteriosa lección de la Escritura, ¿quién dudará que puedo nacer --a dar tribulación y miedo, el centro confundiendo cristalino-- de esa bestia feroz, de ese marino monstruo, que, siendo en los escollos foca, víbora aquí me pare por la boca? Alto empeño me guía, pues a turbar el rosicler del día se atreve mi veneno. ¡Oh tú, que el pavoroso obscuro seno del centro solicitas escondida, tributo inacesible de la vida, reparación penosa de la más dulce unión amorosa, madre horrible del sueño, alimentada furia del beleño, susto de los mortales línea a los bienes, término a los males, mesonera del llanto, huéspeda de los reinos del espanto, reloj de los momentos, precisa acotación de los alientos, sima del tiempo y tumba de la fama, triste y pálida muerte...! Va subiendo un escollo; ábrese arriba y sale de él la MUERTE MUERTE: ¿Quién me llama ? DEMONIO: Quien hoy valerse de tu ser intenta. MUERTE: Ya te conozco. DEMONIO: Pues escucha atenta. De rebeldes espíritus caudillo... MUERTE: La Apocalipse sé, no hay que decillo. DEMONIO: ...al mismo Dios le presenté batalla. MUERTE: Ezequiel lo dirá; no hay que contalla. DEMONIO: Diome a ver en bosquejo una belleza,... MUERTE: Ya sé que fue la gran naturaleza. DEMONIO: ...ocasión al despecho, que hasta hoy lloro. MUERTE: Lo rencoroso de tu ser no ignoro. DEMONIO: Y lleno de temores y recelos... MUERTE: También sé lo rabioso de tus celos. DEMONIO: ...sentí al instante el fuego que en mí lidia. MUERTE: Ya conozco el veneno de tu envidia. DEMONIO: En fin, perdí la acción en lid tan dura..., MUERTE: El bien, la luz, la gracia y la ventura. DEMONIO: ...quedando de mi patria desterrado... MUERTE: ...a perpetuas tinieblas condenado. Hasta aquí sé de tus fortunas graves. DEMONIO: Pues oye desde aquí lo que no sabes. Ese dulcísimo encanto, ese bellísimo asombro de la hermosura --a quien yo hoy por no adorar adoro, usando en mí de los dos afectos más poderosos, más encontrados y opuestos, que son el amor y el odio--, tan postrado, tan rendido, tan sujeto y tan absorto me tiene que, hasta que pueda llamarla mía, dispongo no perdonar al deseo medio ninguno de todos cuantos discurre un amante y cuantos piensa un celoso. Andrómeda la ha llamado la voz de no sé qué tono que hoy, en la tranquilidad de su paz, compuso el ocio. En esta causa, porque, viéndome marino monstruo, su disfraz y mi disfraz convengan el uno al otro, embrión de las escamas y de las ondas aborto salí [a] aqueste sitio, envuelto en agua, fuego, humo y polvo, donde, siguiendo la impresa que tan a mi cargo tomo, por ladrón he de llevar en el escudo del rostro esculpido "Finis-Ero," pues de sus dichas y gozos he de ser fin; cuya letra nombre me ha de dar famoso de Fineo, pues Fineo o "Finis-Ero" es lo propio. Este nombre y otro traje han de hacer que tenga en poco su felicidad, trazando mis engaños ingeniosos que su Ciencia Natural, creyendo que será como Dios, aspire a ser divina; haciendo después su loco Albedrío, a la Ignociencia, malicia al instante propio; y, a la original justicia, culpa original; de modo que, por aqueste delito, mande el verdadero Apolo que la entreguen a la bestia del mar, atada al escollo de la muerte, a cuyo grande fin, a cuyo empeño heroico, te he invocado, porque juntos muerte y pecado no ignoro que darán pavor al cielo, que darán al mundo asombro, confundiendo y alterando la máquina de esos polos, que parte la luna a giros y el sol ilumina a tornos. MUERTE: Capaz, ¡oh, Fineo valiente! --que ya como a tal te nombro, concurriendo a tus intentos del engaño generoso que te anime a tanta empresa--, a ayudarte me dispongo; que también me importa a mí introducirme; si noto que ha de ser por el pecado --como dirá el vaso docto de elección--, de tus victorias no la menor parte logro. Andrómeda, según dices, se ha llamado; pues sea en todo Andrómeda. DEMONIO: ¿De qué suerte? MUERTE: Haciendo ahora nosotros que sea cómplice su madre en su delito penoso. DEMONIO: ¿Qué conseguimos? MUERTE: Dos cosas. Una, cumplir con el docto; y otra, que conozca el mundo que el hijo, en su patrimonio, de la culpa de sus padres es heredero forzoso. DEMONIO: ¿No fue su madre la tierra? MUERTE: Sí. DEMONIO: Pues ella, ¿de qué modo ha de ser cómplice? MUERTE: Dando ella misma el riguroso veneno que a tu afición la atraiga; y puesto que somos áspides, la ficionemos sus aguas, frutos y troncos. DEMONIO: Dices bien; y así el nocivo veneno que dentro formo del pecho, con mis alientos en aqueste fuente pongo; mas ¡ay de mí! MUERTE: ¿Tiemblas? DEMONIO: Sí. Con mil suspiros me ahogo y con mi fuego me abraso. MUERTE: ¿Por qué? DEMONIO: Porque reconozco que antes ha de ser el agua el antídocto piadoso deste veneno. MUERTE: En las bellas flores le arroja. DEMONIO: Tampoco, que en todas ellas no hay flor que con feliz adorno otra flor no signifique, que esenta al cierzo y al noto no han de poder marchitarla de mis suspiros los soplos. MUERTE: Empozoña estas vides. DEMONIO: El mismo daño conozco. MUERTE: Tala estas mieses. DEMONIO: No puedo. MUERTE: Pues, ¿por qué? DEMONIO: Porque en el oro de ambos granos, encubierto, están divinos tesoros de pan y vino, a quien yo, aun visto en sombras, me postro. MUERTE: ¿Estas olivas? DEMONIO: También han de ser materia de otro sacramento, a quien sirva la piadosa unción de otro. MUERTE: De algún árbol inficiona la fruta. DEMONIO: Eso sí; éste escojo. Tócale con la mano MUERTE: Y yo el Árbol de la Muerte desde este instante le nombro. DEMONIO: ¿Qué haremos para [a]traer por aqueste sitio umbroso a Andrómeda? MUERTE: Su Albedrío, discurriendo como loco, viene hacia aquí. Si los dos le cogemos, cauteloso, ella se vendrá tras él y entonces dará en nosotros. DEMONIO: Escóndete entre las ramas. Sale el ALBEDRÍO ALBEDRÍO: ¿Si se habrá ya el señor monstruo za[m]bullido en las espumas; o si se habrá --estoy medroso--, por su galante capricho, salido a pasear un poco a tierra? Paso no doy que no pienso que le topo. ¡Ay, culebras por aquí andan! Mas no; ahora conozco que es corto de vista el miedo, pues que siempre trae antojos. MUNDO: ¿Llegas? DEMONIO: Ya llego. Cógele del brazo; él no vuelve a ver quién es ALBEDRÍO: ¡Ay de mí! Cogióme el señor demonio. DEMONIO: No des voces. ALBEDRÍO: ¿Cómo no? Si me come más, un poco de aquese brazo ha de ser; que éste en el cielo le pongo. MUNDO: ¡Calla! Cógele el otro brazo ALBEDRÍO: En tiple habla y en bajo; y aún no suena bien el tono con estar cabal el duo. Ya come un brazo, ya otro. ¡Ah, nadie tan liberal- mente saleado como yo! Ya no medraré en mi vida, por bien que sirva, si noto que nadie medra sin brazos. DEMONIO: ¡Calla, necio! MUNDO: ¡Calla, loco! ALBEDRÍO: Calle quien come; que yo no he de callar, pues no como. ¡Piedad, cielos! DEMONIO: No los llames. ALBEDRÍO: ¡Sí quiero! Cielos piadosos, ¿no hay quien me socorra? Dentro PERSEO, y sale luego con la espada desnuda y un escudo con un espejo y una banda en el rostro PERSEO: Sí, que por ellos yo respondo en favor del afligido. ALBEDRÍO: Pues yo lo estoy; y no poco. PERSEO: ¡Soltad la presa, villanos! DEMONIO: ¿Quién eres? Que no conozco las señas de tu semblante, con saber que lo sé todo. PERSEO: Soy quien no has de conocer hasta tiempo más forzoso. MUERTE: Yo tampoco sé quién eres, con el disfrazado embozo de aquesta banda que es tupida nube del rostro. PERSEO: Basta que sepas que soy quien puede vencerte solo. ALBEDRÍO: ¡Miren los que me agarraban! A no pensar que eran otros, a fe que los hubiera temido del mesmo modo. PERSEO: ¡Huid, cobardes! DEMONIO: A tu voz, mudo he quedado y rabioso. MUERTE: Yo, tan rendida a tu vista, que aliento y razón no formo. DEMONIO: Sepa yo, sepa quién es de quien mi valor heroico rendido va. MUERTE: Sepa yo quién le da asombro al asombro. PERSEO: Mi ser, hasta otra ocasión, no es penetrable a vosotros; y así basta que sepáis que soy quien puede animoso hacer libre al Albedrío, con que a los tres os informo Pásale a su lado de mi valor y poder; pues con un amago sólo, pongo a los dos en huida y a él en libertad pongo. DEMONIO: Ten el acero que esgrimes, que es rayo que me da enojos. Vase [el DEMONIO] MUERTE: Tapa el escudo que a visos me está ligando los ojos. Vase [la MUERTE] ALBEDRÍO: Rebozado caballero, sepa que yo soy un tonto; y los tontos no sabemos agradecer. Salen ANDRÓMEDA, y CIENCIA, INOCIENCIA y GRACIA ANDRÓMEDA: ¿Qué alboroto ha sido éste? ALBEDRÍO: A muy buen tiempo venís a darme socorro. Si antes no hubiera venido este joven valeroso, de dos culebras hubiera sido sangriento despojo. ANDRÓMEDA: El favor que a mi Albedrío habéis hecho, reconozco. PERSEO: (¡Qué peregrina belleza! Aparte ¡Qué sujeto tan hermoso!) ANDRÓMEDA: Y así, para agradeceros la ación, quitad el embozo. Sepa quién sois. PERSEO: Cuanto puedo de mí decir yo. ANDRÓMEDA: Ya os oigo. PERSEO: En alta patria nací, príncipe heredero solo del mayor de los imperios que contiene ese azul globo. Mi valor, siempre invencible; mi espíritu, siempre heroico, a grandes cosas me llaman; con tan noble, tan piadoso y tan desinteresado fin en mis hechos, que sólo el asumpto de mis obras es el hacer bien a todos; a cuyo efecto, encubierto, buscando venturas corro el mun[d]o, porque aún no es tiempo de andar de otro modo; y así, hasta hoy, si no en sombra, ninguno me ha visto el rostro, [salvo] de Moisés la zarza, y de Isaías el trono, de Gedeón el rocío y de Elías el favonio. Mi nombre es Perseo, no tanto porque en el griego no ignoro que significa la guerra, y yo en hebreo me nombro Sabanot, dios de batallas, y viene a ser uno propio, como porque en el latino idioma examino y noto que es el que obra per se quien no depende de otro; y así yo, que independiente y absoluto por mí obro, en griego, hebreo y latino Perseo por nombre tomo. De mis más altas empresas, de mis hechos más famosos, fue que el atlante, que quiso tener el cielo en sus hombros y aun levantarse con él, le venzo, derribo y postro. Luego a Medusa --que era su misma soberbia asombro del mundo, pues convertía hombres en fieras y troncos, porque la culpa los hace irracionales, bien como David lo siente--, sabiendo que su veneno dañoso en la vista le tenía --que el ver es daño de todos--, este escudo de cristal prevengo, con que dispongo que, viéndose en mis verdades, muriese a su ponzoñoso veneno, que es el pecado basilisco tan rabioso que, si a sí solo se mira, se dará muerte a sí propio, al tósigo de su vista inmóvil. Llego y la corto ******************************************************************* ANDRÓMEDA: ¡Oye, espera! ¿Dónde vas? Mira que no puedo, no, pasar adelante yo, quedándose el viento atrás. Mucho que dudar me das, viéndote en ación tan rara. La cara encubres. Repara en que el que hace mal es quien la esconde; que el que hace bien, siempre lo hace cara a cara. No con tanta ligereza huyas, que nunca fue indicio la fuga del beneficio, ni el temor de la fineza. Vuelve, y no a mi sutileza ocasiones a dudar; no me des qué sospechar, pues me das qué agradecer; que no es hacerme un placer dejarme con un pesar. Más veloz que el mismo viento vuela. En vano voces doy. ALBEDRÍO: Libre y sano y bueno estoy. Salto y brinco de contento. CIENCIA: Pues, ¿de qué es el sentimiento, señora, con que has quedado? ANDRÓMEDA: No sé qué pena me ha dado acá en la imaginación. Salen la MUERTE y el DEMONIO, vestido de jardinero MUERTE: Aquesta es buena ocasión, pues que vienes disfrazado, para entablar tu deseo. ALBEDRÍO: ¡Ay! ¿Quién anda por allí? GRACIA: ¿Qué es eso, Albedrío? ALBEDRÍO: Hacia aquí, no sé qué bultos me veo. ANDRÓMEDA: No temas. ¿Quién es? DEMONIO: Fineo, un jardinero, señora, que en estos cuadros ahora ocioso tiene el afán, porque sus flores están vanas con tan bella aurora; de suerte que será en vano labrarlas. ANDRÓMEDA: ¿Por qué? DEMONIO: Porque puliéndola vuestro pie, ¿qué tiene que hacer mi mano? ANDRÓMEDA: Jardinero, cortesano sois. DEMONIO: No os espante oír a un labrador discurrir tal vez, porque puede ser que sirva por merecer, si es merecer el servir. ANDRÓMEDA: ¿De dónde sois? DEMONIO: De otra esfera, más alta, rica y mejor. ANDRÓMEDA: ¿Qué erais allá? DEMONIO: Labrador soy aquí. Lo que allá era no lo sé, que no quisiera ponerme en obligación de deciros mi pasión, por no decir, ¡ay de mí!, que sois vos por quien perdí patria, estado y opinión. ANDRÓMEDA: Basta, que tampoco quiero ponerme yo --¡qué pesar!-- en ocasión de escuchar tan discreto jardinero. DEMONIO: Sólo serviros espero. ANDRÓMEDA: Pues hablemos de otra cosa. ¿Qué labráis? DEMONIO: Esta vistosa fruta. ANDRÓMEDA: Es en extremo bella. DEMONIO: Pues hay más misterio en ella que ser en extremo hermosa. ANDRÓMEDA: ¿Cómo? DEMONIO: La tierra que fue la que la fructificó lo sabe. ANDRÓMEDA: Ella el ser me dio; yo se lo preguntaré. MUNDO: Tierra soy; yo lo diré, pues tierra por mí serás. DEMONIO: Llega; de ella lo sabrás. ANDRÓMEDA: Madre tierra, ¿cuál ha sido este misterio escondido? MUNDO: Come y como Dios serás. ANDRÓMEDA: ¿Que como Dios seré? INOCIENCIA: Advierte que es ése el inficionado árbol que te han señalado; no sea esta voz de la muerte. Retíranse y pónense las tres como han de ir representando: la INOCIENCIA la detiene y el ALBEDRÍO tira de ella y pasa ALBEDRÍO: Llega y mejora tu suerte. ANDRÓMEDA: Quita, que es impertinencia negarme a tanta excelencia. DEMONIO: Ya de mi engaño confío, pues siguiendo al Albedrío atropella la Inociencia. CIENCIA: No llegues, pues del mortal veneno estás avisada. Lo mismo ALBEDRÍO: Llega, que es fruta extremada. ANDRÓMEDA: Si puedo hacerme inmortal, Ciencia, Ciencia natural, ¿por qué tu voz me aconseja que no llegue? CIENCIA: Por la queja que tendrás del saber mío. Pasa DEMONIO: Ya siguiendo al Albedrío, la natural Ciencia deja. GRACIA: Mira bien adónde vas. ANDRÓMEDA: ¿Qué he de mirar? Voy a ser inmortal; voy a saber si es que puedo saber más. GRACIA: ¿Pasos a mi pesar das? ANDRÓMEDA: Sí. GRACIA: Mira. ANDRÓMEDA: Nada acuerde tu temor. ALBEDRÍO: Su pompa ver he desnuda. ANDRÓMEDA: De ti me fío. DEMONIO: Ya siguiendo al Albedrío su natural Gracia pierde. ANDRÓMEDA: Árbol que fructificó la madre tierra, de ti he de gustar. Toma la fruta y cómela ¡Ay de mí! ¿Quién vista y luz me [quitó] vida, alma y sentido? DEMONIO: Yo. ANDRÓMEDA: Grave pena, dolor fuerte, ¿adónde iré por no verte? Huyendo de él tropieza y, al caer hacia donde está la MUERTE, ella le tiene en los brazos MUERTE: Quien ya ha podido pecar, ¿adónde ha de ir si no a dar en los brazos de la muerte? ANDRÓMEDA: ¡Ay, infelice de mí! Faltóme el día. DEMONIO: Mi triunfo empiece, pues su día acaba. CIENCIA: ¡Qué de cosas ignoro que sabía! INOCIENCIA: (¡Oh, qué de cosas sé que yo ignoraba!) Aparte ...............................[-ía] ..............................[-aba]. ALBEDRÍO: En todos hay mudanza; en el ser mío no, que siempre fue libre el Albedrío. DEMONIO: Corone de laureles mi arrogancia la altiva frente de su heroica ciencia. ...............................[-ancia] ...............................[-encia] ...............................[-ancia] ...............................[-encia] [Voces dentro] VOCES: ¡Muera Andrómeda! OTROS: ¡[Andrómeda] muera, siendo entregada a la marina fiera! MUERTE: Ven adonde tu voz el cristalino orbe penetre, para que entregada Andrómeda al feroz monstruo marino se vea al escollo de la muerte atada. DEMONIO: No dudes que el oráculo divino del verdadero Apolo, pronunciada su sentencia, en voz diga repetida: "quien la gracia perdió, perdió la vida." Vanse los dos ANDRÓMEDA: ¡Qué sentencia, ay de mí, tan rigurosa, ésta que contra mí pronuncia el viento! ¡Oh, madre tierra, cuánto temerosa la planta ya sobre tu esfera asiento! Tú, que me diste el ser; tú, que la hermosa fruta me diste para mi sustento, me das ya sólo espinas, sólo abrojos; sí, que heredera soy de tus enojos. Las aves que domésticas me estaban, las fieras que obedientes me asistían, los peces que en la orilla me esperaban, todos se me rebelan y desvían; todos son contra mí, ¡desdicha grave!: la flor, la fuente, el pez, la fiera, el ave. La luz me falta, el día se obscurece, el cielo titubea, el sol delira, el labio tiembla, el pecho se estremece, huye el aliento, el pecho se retira, palpita el corazón, la luz fallece, todo es mal, todo es pena, todo es ira, la tierra hiere y el aire me traspasa, el mar me anega, el resplandor me abrasa. Tú, Ciencia, tú, supuesto que informada de todo estás, ¿habrá dónde me ampare? Llorando [CIENCIA] CIENCIA: Yo nada sé; no me preguntes nada, pues ya sólo sabré lo que estudiare. ANDRÓMEDA: Inociencia, ¿qué haré? .......[-ada] ..............................[-are] .............................. .............................. Pues tú sólo, Albedrío -- ¡ay de mí!-- eres en quien mudanza no hay, en ti confío. ALBEDRÍO: Toma un consejo y haz lo que quisieres, que éste siempre será parecer mío, pues para el bien o el mal que tú eligieres dispuesto me hallarás, que el Albedrío no tiene acción. ANDRÓMEDA: Si todos huís, ¿qué mucho que diga aquella voz que triste escucho...? Dentro voces VOCES: "¡Muera Andrómeda, muera!" OTROS: "siendo entregada a la marina fiera." Sale el MUNDO alborotado MUNDO: ¿Qué voz, Andrómeda, es ésta que en tierra y mar se publica, y todo el mundo la tiembla? ANDRÓMEDA: Sólo sé que, por no oírla, quisiera volverme al centro de la tierra y que las mismas entrañas de quien nací me sepultaran en vida. MUNDO: Ciencia, ¿qué es esto? CIENCIA: No sé. MUNDO: ¿Tú ignoras? CIENCIA: ¿De qué te admiras? MUNDO: Gracia, ¿qué es esto? GRACIA: Una culpa. MUNDO: ¿Culpa? GRACIA: Sí. MUNDO: ¿Tú fiscalizas? ¿Inociencia? INOCIENCIA: Que no es nada. ¡Ay!, que fue cierta niñería sobre cosas de comer que no importan. MUNDO: ¿Tú, malicia? Trocados os hallo a todos. ALBEDRÍO: A mí no. MUNDO: ¿No hay quien me diga qué ha sido esto? Sale MERCURIO con alas y el caduceo en la mano, hecho en una espada MERCURIO: Sí. MUNDO: ¿Quién? MERCURIO: Yo, que soy la sabiduría del Júpiter soberano; y así, en mí la imagen miras de Mercurio, que es la ciencia. Talares y alas lo digan y ese caduceo que hoy es vara de su justicia. Andrómeda desdichada, y en triste punto nacida, pues naces para escarmiento de otros, ¿qué mayor desdicha? La Tierra, tu madre, viendo las flores que la matizan, los árboles que la adornan, plantas que la fructifican, frutos que la desvanecen y animales que la habitan, oponerse al cielo quiso, presumiendo que compita, no sin ventaja, su verde pompa aquella cristalina azul fábrica en que tiene el gran Júpiter su silla; a cuyo efecto, creyendo que ella eternizar podría sus hijos y, como el cielo, darles la gracia y la vida, engendró la venenosa planta que, fiera y nociva, tocaste, sin reparar en que del daño te avisa la segunda voz de quien el Albedrío te libra. El Júpiter verdadero, que es el que los rayos libra --de quien yo ministro soy--, por aquesto te castiga; siendo la de esta sentencia, que contra ti se publica, que atada a un escollo mueras Tiembla --porque con esto confirma que es la culpa de los padres la que nos ata y nos liga con la más fuerte cadena--, entregándote a las iras de aquesa marina foca que hoy el mundo atemoriza. Sal de los jardines; deja Extremécese el palacio donde habitas. Y pues aquesta sentencia, según presente justicia, a todos toca escucharla, a todos toca el cumplirla. Vase [MERCURIO] ANDRÓMEDA: ¡Yo, sí! Como hablar no puedo, y pues de aliento me privan mis penas, el corazón, ya que no pronuncie, gima. MUNDO: Andrómeda, yo no puedo oponerme a las divinas sentencias; el Mundo soy y estoy esperando un día que una llama me consuma o que un diluvio me rinda; y así, Andrómeda, heredero he de ser de tus desdichas. ANDRÓMEDA: ¡Padre, señor! MUNDO: Esto es fuerza. El oro, las joyas ricas de que te adorné, me vuelve. Cuantas fueron de mí unidas, vuelvan a mí. Quítaselas ANDRÓMEDA: Ved, mortales, que el mundo, cuanto da, quita; y son sus bienes prestados. ALBEDRÍO: ¿Que haya mujeres que pidan viendo que el mundo que corre es tan ruin que, a cualquier riña, hay lo de "vengan mis joyas?" MUNDO: Las tres, con esta acción misma, la id despojando de todas las galas que en ella brillan. GRACIA: La hermosura que te di, siendo original justicia, pues que soy Gracia, me vuelve. En este cristal te mira. Pónele un espejo, pintada la muerte ANDRÓMEDA: No me le pongas delante, que el mirar me atemoriza, trocados tantos claveles y tantas rosas marchitas. Cadáver es mi hermosura; ya la veo. ¡Quita, quita! Y pues falta el edificio, no me hagas llorar la ruina. ALBEDRÍO: Lo mismo ve aquella vieja cuando al espejo se mira, y no hace esos aspavientos por lo mejor que se pinta. CIENCIA: Deja esas plumas que fueron de tu vanidad altiva, supuesto que el aire ya las aja mas no las riza. Quítaselas ANDRÓMEDA: Toma, Ignorancia, y pues fuiste Ciencia, esas plumas aplica; que ellas quizá te darán lo que ellas quizá te quitan. ALBEDRÍO: Conforme las emplease, que si las da a la Poesía sólo tendrá bueno... CIENCIA: ¿Qué? ALBEDRÍO: ...que no morirá de ahita. INOCIENCIA: Las galas de la Ignociencia ya es justo que no te sirvan. Quítala el manto y, si pudiere, el vaquero, y queda en cotilla y enaguas negras ANDRÓMEDA: Al verme desnuda, tengo vergüenza yo de mí misma. ALBEDRÍO: Tened desvergüenza, pues con ella hay mil que se vistan. MUNDO: Desnuda naciste al mundo; y pues que desnuda espiras, así es razón [que] te entregue al ministro que me envía a ejecutar la sentencia. ANDRÓMEDA: ¿Quién es? Sale la MUERTE y, huyendo de ella, ANDRÓMEDA se va hacia el peñasco, que siempre ha de haber estado descubierto MUERTE: Yo. ANDRÓMEDA: ¡Terrible vista! Huyendo de ti, este monte me tengo de echar encima. MUERTE: Cuanto más huyas de mí, más te acercas; pues caminas al escollo que ha de ser sepulcro de tus cenizas; por que vean los mortales que en vano de mí se libran, pues pisan hacia la muerte cualquiera paso que pisan. Átala a una cadena que ha de tener el escollo y adviértase que no se ha de atar las manos atrás sino en unas argollas, la una levantada y la otra baja Aquí quedarás atada con las cadenas impías de tu culpa hasta que llegue la voraz bestia marina a quien en sangrientas aras la Muerte te sacrifica; que yo no acabo contigo, porque, en esta alegoría, no soy la muerte del cuerpo sino la del alma misma. MUNDO: ¡Qué pena! CIENCIA: ¡Qué compasión! GRACIA: ¡Qué lástima! INOCIENCIA: ¡Qué desdicha! ANDRÓMEDA: ¡Padre, señor, no me dejes! MUNDO: ¿No reconoces, no miras que todo el mundo no basta a quien ya llegó a su línea? Vase [MUNDO] ANDRÓMEDA: ¡Gracia! GRACIA: Si lo fuera yo, ¡qué cierta fuera tu dicha! Vase [GRACIA] ANDRÓMEDA: ¡Inociencia! INOCIENCIA: No lo soy. [Vase INOCIENCIA] ANDRÓMEDA: ¡Ciencia! CIENCIA: Aunque como solía lo fuera, verás que no hay ciencia que al morir resista. [Vase CIENCIA]