La semilla del Cardo simbolizando la siembra de cultura

Bibliotecas Rurales Argentinas

 

 


Sobre "De-generación"
Diego Gonzalez Castañon

La primera parte del artículo versa sobre la clínica del
ascensor, con varias viñetas clínicas, van ilustrando situaciones
que se generaron a partir de la proliferación de los delitos
cometidos en departamentos en la ciudad de Buenos Aires. Antes,
eso no ocurría, porque no había letreros admonitorios "deje la
puerta cerrada con llave las 24 hs. del día". Buenos Aires ha
dejado de ser la gran aldea que Lucio López retratara.

Es otra de las modificaciones que la situación social impuso a
los psicoanalistas (por no decir a los pacientes, que suelen ser
interrogados por los porteros y el personal de vigilancia.

Portero:"¿a dónde va?"

Paciente: "al 11 A" (sintiéndose expuesto como enfermo mental)

Portero: "ah, sí. A lo del psicólogo que tiene una nenita. Pase."

Paciente: (bueno, exposición por exposición. Estamos a mano)

La opción primera es si incluir o no el viaje en ascensor dentro
del encuadre; que forme parte de la sesión o reconocerlo y
tratarlo como un espacio regulado por otra legalidad, la de los
encuentros sociales en el ascensor.

La opción siguiente es meter o no al encuadre dentro del proceso
psicoanalítico (ver el famoso artículo de Bleger al respecto).
Tomar conciencia de que un espacio de un metro cuadrado es el
depositario de las ansiedades psicóticas del paciente (y del
terapeuta) puede no ser muy reconfortante, prefiero perseguirme
en los espacios abiertos, pero, por otra parte, permitiría no
padecerlo y transformarlo en algo útil.

Supongo que, como siempre, habrá pacientes con los cuales el
espacio del ascensor está claramente diferenciado de su análisis,
y en otros, la escucha debe seguir hasta el umbral de la puerta
de calle.

Marc Augé desarrollo el concepto de "no lugar", pensando en los
aeropuertos, las autopistas, los shoppings. Cito a una
comentarista de su trabajo, quien dice que, más que la existencia
en sí de los "no lugares", lo importante es registrar el deseo de
que existan (esos lugares donde uno se desliga del contacto con
los otros, no porta identidad ni historia ni género ni clase) y
cómo ese deseo es frustrado sistemáticamente por la irrupción, en
esos "no lugares" de la historia, la subjetividad, el género y la
clase

" Lugar antropológico " describe la imaginaria
interpolación de la persona en la cultura y de la
cultura en la geografía. "Imaginaria" en el sentido de
una ficción conveniente abrazada tanto por el
antropólogo como por aquellos a quienes él estudia.

El "lugar antropológico " es la transparencia entre
cultura, sociedad y persona " ; es la esencia de
pertenecer, el objeto etnológico concebido como una
serie de homologias entre pueblos, lugares, y
practicas.

Es este ajuste entre identidad y identificación el que
está abrumado por la supermodernidad. Podemos decir que
la supermodernidad es la cara de una moneda cuyo
anverso representa la postmodernidad

La supermodernidad se refiere a la abundancia de
significaciones. No señala la negación de la identidad
y la narración, sino su multiplicación histriónica en
un diluvio de espacio, tiempo, eventos.

Bajo una condición caracterizada por el exceso general,
el "lugar antropológico" se enfrenta a las líneas
frías, limpias del no- lugar. Si " lugar antropológico
" es una serie de isomorfismos dibujados entre ser una
persona, actuar como una persona, y habitar un lugar,
entonces "no-lugar" describe una situación donde estos
se han dispersado y se actúa fundamentalmente sólo sin
ninguna referencia particular a su

historia común o experiencia similar, cada uno ocupa un
asiento discreto en el avión o en la autopista:

Si un "lugar" puede ser identificado como relacional,
histórico y concerniente a la identidad, entonces un
espacio que no puede estar definido como relacional, o
histórico, o concerniente a la identidad será un
no-lugar ".

Somos, por un momento, " en ninguna parte, "
reclinándonos en un "no-uno mismo" con nada-que-hacer.
En un "no- lugar", todos los eventos y las relaciones,
las experiencias de estructura y de historia implícitas
desaparecen sobre el horizonte. El viajero Victoriano
se definía contra una sucesión de Otros:

el Otro urbano, el Otro racial, el Otro sexual, el Otro
cultural y el Otro histórico.

En el mundo limpio de los no-lugares, sin embargo,
estos caracteres distintivos son reconocidos, si es que
ello sucede, en una revista de vuelo o un folleto para
un viaje.

Aun cuando el avión despega y nuestro pasado se esfuma,
sabemos que nuestra identidad sumada a la abundancia a
veces insoportable de pertenecer, está tan solo
temporalmente suspendida; la recogeremos posteriormente
junto con nuestros equipaje y nuestras familiares
esperando en la puerta. Este cualidad transitoria es el
más fascinante aspecto de los no- lugares. Lugar y no-
lugar son más bien polaridades opuestas: El primero no
está nunca borrado completamente, el segundo nunca
totalmente completado; son como palimpsestos en los
cuales el juego arrebatado de identidad y relaciones
está reescrito incesantemente. Sin duda, lo más
interesante acerca del no- lugar es este fallo para
borrar los rastros de " lugar antropológico.

Como el " retorno de lo reprimido, " todo la iniquidad
de lo puramente moderno identidad, raza, clase, género,
y reaparece en raros momentos en el no- lugar,
quebrando este reflejo perfecto de la persona sobre el
Otro del uno mismo. La gente parece bastante capaz de
re- inscribir todos sus estereotipos en el no- lugar,
manteniendo su equipaje cultural. Auge ha provisto con
su descripción de lugar y no-lugar, un juego dialéctico
más bien que una oposición estricta de términos.Lo más
interesante acerca de trabajo de Auge no es tanto que
el no- lugar exista, sino que queramos, en algunas
niveles, que exista. y que, nuestras esperanzas de no-
identidad y de relaciones atomizadas fracasen.

(Samuel Collins, revisión de: Auge, Marc : "No-
Lugares: Introducción a una Antropología de
Supermodernidad)

Yo supongo que los autores de degeneración desean que el ascensor
sea un "no-lugar", y descubren que esto no es posible, que los
pacientes repiten en ese "no lugar" sus lugares comunes, quiebran
la ilusión de viajar a solas y encontrarse en un lugar (el
consultorio), y los obligan a encontrarse con su ser (de
analistas o de personas) más allá de la imagen en el espejo (del
ascensor)

Pero a mí no me gusta estar entre locos- observó Alicia

Eso sí que no lo puedes evitar- repuso el Gato- todos
estamos locos por aquí.

Y cómo sabes si yo estoy loca- le preguntó Alicia

Has de estarlo a la fuerza -le contestó el Gato- de lo
contrario no habrías venido por aquí.

Siete pesos la prestación. Asunto de locos, Me da la
cara para reconocer que laburo por chauchas y palitos?
En una ocasión me pagaron en monedas. Seis monedas de
un peso y dos de cincuenta centavos. Me sentí
humillado. Más tarde soñé que me pagaban con un
sombrero, un sombrero desbordante de monedas.

En esta sección, y las que siguen, se producen sutiles
deslizamientos, desde ser Alicia a ser un habitante del "otro
lado del espejo" (como se llamaba el segundo libro de la serie).
El analista es un loco más, porque está entre locos.
Deslizamientos porteños entre loco, loca, puta, gato, puta
barata, humillada. Pero ¿cómo se produce el cambio desde estar
mal remunerado a prostituirse?

¿no se confunde la diferencia entre "valor" y "precio"? El
paciente paga 7 pesos, implica esto que tenga un analista que
vale 7 pesos? Por qué, si lo que sucede es que al aumentar la
oferta disminuyen los precios (y con 7 facultades de psicología y
otras 7 de Medicina dentro de la Capital Federal, la abundancia
de la oferta es enorme), o bien, al atravesar el ajuste económico
bajan los precios, por qué, repito, la depreciación se transforma
es desprecio?

Un Psicoanalista que se de-genera. De Generación
estamos hablando: función por medio del cual se
reproducen los seres des-organizados. Cambiar de
naturaleza. Desdecir, declinar, no responder al origen.

La degeneración es un proceso de destrucción de la propia
identidad para aliviar el conflicto con una instancia a la que se
le supone un poder al que no hay más remedio que someterse. El
resultado es el mismo que en la alienación, pero yo considero a
la alienación como un proceso de constitución de la identidad
(frustro por cierto) y a la degeneración como un proceso de
desligadura de una identidad ya constituida. Y digo que se le
supone un poder que somete, no porque pueda ingenuamente
desconocer las pirámides de poder, sino porque eso desmiente la
existencia de otras estructuras de poder, horizontales y no
localizadas, que nunca pueden alienarse. Aún en el mayor
sometimiento, resta un poder de transformación que nunca se
anula. Hasta se puede elegir morir antes que vivir en forma
indigna.

Por otro lado, hablar de degeneración implica una hipótesis sobre
el propio origen. ¿como advinimos psicoanalistas? Por obra de mis
propios deseos (versión narcisista), por un recorrido
absolutamente personal inefable, irrepetible, no compartible
(hipótesis perversa), por mi análisis y mi supervisión (hipótesis
de clonación)...

Como siempre, la felicidad es algo que se nos escapa.
Con estos pacientes no atendemos, con estos pacientes
"canvaleamos". Canvalear, otra degeneración de nuestros
originales ideales psicoanalíticos. Nos cuentan quienes
están en prepagas que deben ocultar ante la institución
su formación para convertirse en terapistas breves y
focalistas. ¿Será ésta una variante del travestismo?
Víctor Victoria, Tootsie, hacemos y haremos todo lo
necesario para trabajar como psicoanalistas.

Y sí, la felicidad está en otro lado.

ni estamos en el marco del esplendor del consultorio
privado de épocas pasadas. No accedemos a supervisiones
gratuitas de hospital, y en las supervisiones privadas,
habitualmente, nos cobran honorarios correspondientes a
"aquellos buenos viejos tiempos". Los trenes están
rigurosamente vigilados y a duras penas alcanzamos a
aferrarnos al pasamanos del último vagón. Y eso que
corremos (¿la coneja?).

La felicidad se nos escapa, la felicidad está en otro lado
(sutilmente superpuesto con un "la guita la tienen otros"). Están
mostrando una hipótesis melancólica de su origen: somos la mierda
que quedó, somos los que comen las sobras de la gran fiesta
edénica del psicoanálisis de otros tiempos.

¿por qué no puede hacerse otra cosa más que mirar envidiosamente
lo que hicieron los predecesores? Si uno se transviste y se
emputece para degenerarse y trabajar a cualquier precio, está
bombardeando la propia potencia de inventar inteligentemente la
propia vida. Si cuantifico los valores, sin duda los degenero. Lo
que, sin duda, lleva a reproducir modos de vida previos,
idealizándolos y envidiándolos. como si ese modo de vivir como
psicoanalistas (el de los analistas experimentados o el de los
residentes) no fueran ya un producto de compromiso entre lo
deseado y lo legado. Pretendiendo sortear el trabajo de amasar el
presente. Pero si asesino la propia potencia, dejo de responder a
la pregunta que la condición humana nos plantea: de donde
venimos, a donde vamos, quienes somos ( o como articular lo
preexistente, lo deseado, lo posible y lo permitido).

Pedro se siente poderoso. Hombre devenido en Padre
Omnipresente, en Dios, de-generado en Psicoanalista. No
hay Otro del Otro, se dice. Sabe exactamente lo que
debe decir pero se demora disfrutando anticipadamente
el placer que le genera el momento de la intervención.

¿A quien mata Pedro?

Era un país curioso, la mayoría de la gente inteligente
dependía de un grupo de idiotas, era asombroso observar
cómo este grupo de idiotas supervisaba la suerte de los
talentosos.

Al idiota que lo supervisa pero al que envidia. Y lo mata
recriminándole que no le legó lo suficiente, que no lo hizo ser
como el analista experimentado. Y Pedro lo hace sin ver que, así,
asesina su propia experiencia y la posibilidad de ser como el
otro. Asesinar la potencia propia es precipitarse en un agujero
negro, donde el tiempo degenera en eternidad. Pedro no puede
matar nombrándose por el Apellido Paterno, lo hace en nombre
propio. No mata al padre/analista experimentado como parte de una
fratria, reconociendo que, pese a todo, al que mata es parte de
su origen. Lo mata degenerando porque no puede diferenciarse. La
opción es... una, o nula: idiotizarse.

Me resisto a creerlo. Psiquiatras y psicólogos, todos
psicoanalistas, no pueden inventar, aún, una alternativa
inteligente al consultorio privado o a la perversión y el
maltrato de los establecimientos públicos. Me hacen acordar a los
lemmings de la estepa rusa: unos roedores parecidos a cuises que
crecen indiscriminadamente. Y de repente, cada 7 años, todos
salen corriendo desesperados en la misma dirección. Hacen
cualquier cosa con tal de ser lemmings y correr en la misma
dirección. Y así, corriendo, llegan a un acantilado y se suicidan
en masa, orgullosos de ser psicoanalistas (lemmings) y de su
falta en ser. Los que se salvan son los últimos, los cobardes,
los desconfiados, los que no eran verdaderos lemmings. Ellos
preservan la especie y transmiten la identidad.

Diego González Castañón

Psiquiatra y Psicoanalista


http://www.acheronta.org

[Revista Acheronta]
Número 5 - Junio 1997

 

 

 

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