La semilla del Cardo simbolizando la siembra de cultura

Bibliotecas Rurales Argentinas

 

 


Fin de siglo, Viena:
Alumbramiento e iluminismo
Karina Glauberman

"1) Era, empero, la serpiente el animal más astuto de todos
cuantos animales había hecho el Señor Dios sobre la tierra. Y
dijo a la mujer: ¿Por qué motivo os ha mandado Dios que no
comiereis de todos los árboles del paraíso? (...)
5) Sabe, empero, Dios que en cualquier tiempo que comiereis de él
se abrirán vuestros ojos y seréis como dioses, conocedores de
todo, del bien y del mal.
6) Vio, pues, la mujer que aquel fruto de aquel árbol era bueno
para comer y bello a los ojos, y de aspecto deleitable: y cogió
del fruto y lo comió: dio también de él a su marido, el cual
comió.
7) Luego se les abrieron a entrambos los ojos (...).
9) Entonces el Señor Dios llamó a Adán (...) y replicole: Pues
quién te ha hecho advertir que estás desnudo, sino el haber
comido del fruto del que yo te había vedado que comieseis? (...)
16) Dijo asimismo a la mujer: Multiplicaré tus trabajos y
miserias en tus preñeces: con dolor parirás los hijos (...)
22) Ved ahí a Adán que se ha hecho como uno de nosotros,
conocedor del bien y del mal; ahora pues, echémoslo de aquí (...)

23) Y lo echó el Señor Dios del paraíso de los deleites para que
labrase la tierra de la que fue formado."

Génesis

La leyenda

Interesada en la historia de Anna O, y entre diferentes escritos
sobre el tema que reproducían hechos bien conocidos o avanzaban
sobre ellos con aportes más o menos curiosos, di con el artículo
de H.F. Ellenberger: La historia de "Anna O." Estudio crítico con
documentos nuevos1, donde el autor se propone contribuir
investigando "las fuentes primarias, reubicando los hechos en su
contexto general" y "cesar de reproducir indefinidamente
versiones sacadas de la leyenda oficial". Su deseo es tan
animado, que los documentos nuevos que promete el título, son
fruto de lo que merece llamarse su expedición personal. Durante
la preparación de su libro "El descubrimiento del inconsciente",
emprende en Viena una encuesta sobre Bertha Pappenheim -
perpetuada Anna O.- de la que obtiene numerosos datos y en una
biografía suya encuentra una fotografía "mostrando una joven
mujer de buena apariencia con ropas de amazona", fechada en 1882.
Gracias a la autora, recibe del actual detentor de la fotografía
original la autorización de examinarla y bajo una luz especial de
la policía de Montreal, registra una parte de la dirección del
fotógrafo. "Este descubrimiento destacaba la siguiente cuestión:
¿qué hacía Bertha en traje de amazona en Constanz, Alemania, en
la época en la que se la suponía gravemente enferma en una casa
de salud cerca de Viena?" Con la biógrafa concluye que podría
estar en tratamiento en una de las casas de salud que existían en
esta parte de Europa.

"Efectivamente, muy cerca de Constanz había una casa de salud muy
conocida en la pequeña ciudad suiza de Kreuzlingen: el sanatorio
de Bellevue". A través de su director logra reunirse con dos
documentos nuevos: una copia del escrito por Breuer mismo y una
observación de uno de los médicos del sanatorio.

Es notable que la versión que ha trascendido de la historia de
esta cura que dio a luz el psicoanálisis de un modo tan vigoroso
y hondamente estético -la de Jones-, se haya articulado a partir
de su momento conclusivo -el embarazo, el anuncio por parte de
Bertha: "Ahora viene el niño del Dr. Breuer", la posterior huida
de Breuer- y por las consecuencias que de él se han extraído: el
nacimiento nueve meses más tarde de Dora, la hija menor de
Breuer, quien signada por estas vicisitudes se suicidaría en su
vida adulta.

Ellenberger constata, en los archivos del registro civil de
Viena, que la concepción de Dora precede varios meses al incierto
incidente final que dio lugar a la interrupción del tratamiento
-período en que Breuer la visitaba y "sus síntomas tomaban la
forma de un ciclo regular"-, y su suicidio, tiene ocasión cuando
la Gestapo llega para conducirla a un campo de concentración2,
con lo cual, nombrar este desenlace como suicidio es, cuanto
menos, menospreciar el contexto en que se produjeron los hechos.

La expedición

Ellenberger nos habla de muchos detalles que aparecen en el
informe, luego omitidos en la versión ulterior de 1895:
dificultades de Bertha con su madre, disputas con su hermano
jamás mencionado en los Estudios sobre la Histeria y varias
menciones al "apasionado amor por su padre que la mimaba".
Consigna también su actitud negativa hacia la religión: "Ella es
completamente irreligiosa... la religión sólo juega un rol en su
vida como un objeto de luchas y de oposición silenciosa, aunque
por amor a su padre se adaptara exteriormente a todos los ritos
religiosos de su familia, estrictamente judía ortodoxa".

Consta que desde la primavera de 1880 Bertha comenzó a sufrir
neuralgias faciales y agitaciones musculares. El informe confirma
que Breuer no la vio durante ese tiempo. Es en este período - en
que su padre estaba ya enfermo- que Bertha alucina una serpiente
negra que sale de la pared reptando para matar a su padre. "Quiso
atraparla pero no pudo mover su brazo derecho; le parecía ver sus
dedos transformados en otras tantas serpientes con minúsculas
cabezas en lugar de sus uñas. Llena de angustia trató de orar
pero no pudo hablar hasta el momento en que recordó un versículo
inglés. (...) Otros síntomas son descriptos; muchos de ellos
sobrevenían en un momento particular de distracción que ella
llamaba en inglés ‘time missing’. Durante este período Bertha se
consagraba enteramente a cuidar de su padre enfermo con el
consiguiente agravamiento de sus síntomas. Breuer la ve aquí por
primera vez, diagnostica una tos histérica y reconoce que está
‘mentalmente enferma’, cosa que había escapado a la atención de
su familia." Respecto del segundo período de su enfermedad, que
llama ‘la enfermedad manifiesta’, no aparecen nuevos datos pero
Ellenberger retoma una secuencia: ella queda muda, Breuer llama a
esto "afasia" y menciona que comenzó después de sentirse
moralmente herida por su padre. Acto seguido, agrega que un
sentimiento nostálgico le sobreviene al serle prohibido verlo. En
este período, Breuer registra el efecto tranquilizante que
resulta del hecho de escucharla hablar por la noche.

Respecto del tercer período, Ellenberger nos dice que este
informe aporta numerosos detalles. "Para comenzar supimos por qué
la muerte de su padre fue un shock tan grande para ella. Durante
los dos meses precedentes le habían rehusado el permiso de verlo
y le habían contado permanentemente mentiras respecto de su
estado." "El 5 de abril, en el momento en que su padre se estaba
muriendo, llamó a su madre y le pidió que le diga la verdad. Pero
la reaseguraron y la mentira continuó algún tiempo. Cuando Bertha
supo que su padre estaba muerto se indignó: le habían ‘robado’ su
última mirada y sus últimas palabras. A partir de ese momento,
una transformación marcada apareció en su estado. La ansiedad
dejó paso a una triste insensibilidad, con deformaciones de sus
percepciones visuales. (…) Para poder reconocer a alguien estaba
obligada a cumplir con lo que ella llamaba en inglés un
‘recognizing work’." La única persona a quien ella reconocía
inmediatamente era Breuer. Manifestaba una actitud
"extremadamente negativa hacia su madre y en menor grado hacia su
hermano".

En este tiempo, Breuer recomienda el traslado a una casa de campo
cercana al sanatorio luego de varias tentativas de suicidio y
aclara que fue efectuado "sin engaños pero por la fuerza". "La
enfermedad de Bertha había alcanzado su punto más álgido", y
Breuer trataba de tranquilizarla dejándola contar sus historias.
"Pero esto no siempre era fácil; debía hacer grandes esfuerzos
para estimularla e introducía cada historia con una fórmula en
inglés: And there was a boy..."

Breuer se va de vacaciones y al volver encuentra a Bertha en un
estado lamentable: "su imaginación parecía agotada, pero una
evolución inesperada comienza en ese momento". Ellenberger dice
que el relato de 1882 aporta una versión más completa del origen
de la "talking cure". "Breuer se dio cuenta que algunas de las
quimeras de su paciente (las designaba en francés con el nombre
de caprices) podían desaparecer al llevarlas hacia las
‘incitaciones psíquicas’ que habían sido su causa." "Pero la
enferma manifestaba toda otra serie de "caprices" tal como
acostarse con las medias puestas. Una noche contó a Breuer que en
la época en que su padre estaba enfermo y cuando le prohibían
verlo, ella acostumbraba levantarse de la cama durante la noche,
ponerse las medias, e ir a escuchar detrás de su puerta hasta que
una vez fue sorprendida por su hermano. Luego de haber contado
este incidente a Breuer, el ‘capricho’ de las medias
desapareció." (...) "Breuer se dio cuenta de que ciertos
"caprichos" podían ser tomados simplemente como un pensamiento
fantástico imaginado por la enferma (...) y luego se afirma el
descubrimiento de que los síntomas de apariencia neurológica
podían ser llevados a desaparecer por el mismo medio."

Para Ellenberger el fin del informe es decepcionante: sólo aclara
que en Viena la paciente empeora "por razones inexplicables".
Durante toda la semana de la fiesta judía de Hannuka contaba a
Breuer historias fantásticas que había imaginado en la misma
época del año precedente: "eran día por día, las mismas
historias" - probablemente en alusión a lo que se comenta recién
en 1895-, "un extraño desdoblamiento en que la personalidad
enferma vivía con una diferencia de exactamente 365 días en
relación a la personalidad sana."

El informe no contiene nada sobre el cuarto período de la
enfermedad, ni hay ninguna mención del embarazo.

La observación del sanatorio registra "rasgos histéricos" en la
paciente, una "desagradable irritación contra su familia, que
pasaba horas enteras bajo el retrato de su padre y hablaba de ir
a visitar su tumba a Pressburg, y que perdía habitualmente por
las noches el uso de la lengua alemana: "...llegaba a terminar en
inglés una frase que había comenzado en alemán y que comprendía y
hablaba francés por más difícil que le resultara ciertas noches."

El contexto: Viena fin de siglo

Los judíos, quienes desde el medioevo constituían una comunidad
religiosa y social cerrada, comienzan a ver limitados - con
diferentes matices- sus derechos civiles en los diferentes
Estados de Europa. En 1750, Federico II de Prusia, autoriza la
transmisión del derecho de residencia sólo a un hijo y les
prohibía dedicarse a profesiones y oficios que ejercieran los
ciudadanos. En el imperio de los Habsburgo hacia 1670 habían sido
expulsados de Viena, así como de todos los Estados gobernados por
la Corona.

Con el surgimiento del despotismo ilustrado comienza una política
de integración. Según la Toleranzpatent otorgada por José II a
los judíos de Viena a principio de 1782 se anulan las
restricciones en los traslados y residencia se dan concesiones
para el trabajo, se otorga el derecho de enviar a los hijos a las
escuelas comunes, abrir sus propias escuelas y quedan abolidas
muchas restricciones religiosas como la del uso forzoso de la
barba y la prohibición de salir en fiestas religiosas. Se
incluían también tendencias reformadoras como la concurrencia
obligatoria a escuelas públicas y la prohibición de redactar
documentos en lengua hebrea o yiddish. Las nuevas disposiciones
se juzgaron tan revolucionarias que provocaron la oposición de
judíos y no judíos, por lo que los herederos de José II volvieron
a poner en rigor algunas de las antiguas restricciones, aunque
manteniendo la política de integración de los judíos a la vida
del país. Comienza a gestarse paralelamente, en función de la
dilemática apertura de un espacio integracionista, un movimiento
judío ilustrado, la Haskalá, que se reúne bajo el lema: "ser
hombre en la calle y judío en el hogar", y que luchará hacia la
década de 1860 entre la tendencia asimilacionista, y la fidelidad
a sus milenarias tradiciones.

El pueblo judío encuentra una nueva oportunidad con la caída del
absolutismo barroco y la instalación del dominio constitucional
real (1860-1900), donde el liberalismo austríaco llega al poder
con una base social débil y limitada, transformando las
instituciones estatales de acuerdo con los valores de su cultura
legal, moralista y científico racionalista - opuesta a la de la
herencia monárquica estética y sensualista - ofreciendo
nuevamente emancipación total en 1867, oportunidades y
posibilidad de asimilación a la modernidad.

Rápidamente los grupos sociales más bajos reclamaron su derecho a
la participación política. En la década del ´80 estos grupos ya
estaban organizados en partidos de masas, desafiando a la
hegemonía liberal. "Los demagogos social-cristianos iniciaron en
Viena una década de dominio que combinó todo lo que era anatema
para el liberalismo clásico: antisemitismo, clericalismo,
socialismo municipal."3 (...) "A los ojos liberales, estos
mosaicos ideológicos eran mistificadores y repulsivos (...) cada
uno de ellos expresó en política una rebelión contra la razón y
la ley que pronto se extendió" creando inmediatamente movimientos
de reacción como el pangermanismo, el socialismo cristiano,
movimientos antisemitas, gérmenes del nazismo, que abogaban desde
la Cámara de Representantes por el "renacimiento moral de la
madre patria" y el restablecimiento de las restricciones para con
los judíos ante lo que los liberales registraban como una
barbarización del tono parlamentario que se hizo indetenible y
finalmente triunfó en 1895- y el sionismo, que convulsionó a los
jóvenes judíos ilustrados.

Y había una vez un niño...

Respecto del final de la cura, la versión de la escena del parto
histérico es incierta, pero se sabe que la cura concluye con la
rememoración del momento de la muerte del padre de Bertha y con
la alucinación recurrente de la serpiente. La precipitación sobre
la conclusión de la cura en la presunción del desenlace erotómano
opaca y oculta su decurso en el que elementos transferenciales,
familiares y sociales se entrelazan.

Bertha, oriunda de una familia judía ortodoxa, nacida ya fuera
del ghetto de Pressburg, recibe una educación secundaria laica
luego de la escuela privada católica a la que asistió -una
escuela de señoritas para la formación de institutrices 4-de la
que no se entiende cómo resultó ilustrada y políglota y de lo que
dan cuenta los retornos de su discurso. Concluida, debe recluirse
en las tareas femeninas y en la observancia judía ortodoxa de su
hogar que reserva un lugar restringido para la mujer. Su "teatro
privado", la enfermedad y la cura con Breuer parecen relevarla
del estrecho horizonte del que su destino se apartará tan
firmemente y de un modo tan precursor. "Esta muchacha desbordante
de vitalidad llevaba una vida en extremo monótona..."5

Una lucha entre iluminismo y oscurantismo parece librarse en la
subjetividad de Bertha que tiene su paralelo y contexto - en el
que comprometerá su futuro- en los hechos sociales descriptos,
que desencadena ante la eventualidad de la muerte de su padre, y
que sólo se restablecerá en la particularidad de un diálogo que
transita entre lenguas, creaciones literarias e invenciones, en
el tiempo en que el problema de las nacionalidades con sus
conflictos relativos a los derechos lingüísticos estaba en
discusión en el gobierno. Breuer mismo proviene de un hogar
ortodoxo - su padre era un eminente talmudista - y su carrera, el
anhelo acabado de cualquier hogar burgués ilustrado.

¿Cómo accede Bertha a esta vocación de saber y a una existencia
moderna? No queda claro en el historial, ni hay menciones en los
escritos citados al papel de su padre, aunque se sabe que a su
muerte enferma definitivamente. Sí podemos entrever que no es a
través de su madre que sucumbe a esta "tentación", cuando la
mantiene al margen de las vicisitudes de la salud de su padre, y
hasta intenta mantenerla a la sombra de los hechos una vez
sucedidos, lo cual desata la crisis.

Breuer, quien frente a la necesidad del traslado a la casa de
campo se ocupa sensiblemente de evitarle el engaño, parece ser
para ella, entonces, el único que reconoce que su producción es
fruto de una posición frente al saber y la verdad: "tiene
inteligencia sobresaliente, un poder de combinación
asombrosamente agudo e intuición penetrante; su poderoso
intelecto habría podido recibir un sólido alimento espiritual y
lo requería, pero este cesó tras abandonar la escuela. Ricas
dotes poéticas y fantasía, controladas por un entendimiento
tajante y crítico. Este último la volvía por completo
insugestionable; sólo argumentos, nunca afirmaciones influían
sobre ella.".

Su sintomatología se reparte en momentos y estados. En uno,
pierde el alemán para hablar correctamente en inglés – donde ya
había encontrado la salida de la terrorífica alucinación de la
serpiente -, aunque lee italiano y francés, pierde la escritura
que recupera bajo la forma de unos caracteres de un alfabeto
construido a partir de "su Shakespeare", modula ella misma un
método de tratamiento de sus afecciones balizado por los
significantes que para él acuña. En el otro, que atribuye a su
"yo díscolo" se muestra, podríamos decir, mal educada: o bien se
desorganiza hasta no disponer de la gramática y sintaxis de las
lenguas en su conjunto, o bien, en palabras de Breuer, " ‘se
portaba mal’, vale decir insultaba, arrojaba las almohadas a la
gente..., arrancaba con sus dedos móviles los botones...", etc.

La "criatura" de Bertha -su obra- comienza justamente por la
creación literaria y rápidamente se vuelca al trabajo social con
una particular preocupación por la condición femenina: "La
vocación posterior de Bertha ya se evidencia en estas historias.
Se convertiría en una incansable luchadora contra la injusticia,
combatiendo por vencer la pobreza y miseria a su alrededor y la
ceguera de las hijas de la burguesía a su existencia: Estas niñas
que crecieron con los ojos vendados, no conocen la relación entre
la pobreza, la en enfermedad y el crimen. Sólo conocen la pobreza
en forma de mendigos en la calle o en presentaciones teatrales,
la enfermedad como algo repulsivo y el crimen como un pecado ante
el cual hay que persignarse en un sentido moral." Expuso, hacia
el 1900 en uno de sus artículos su opinión de cómo la educación
deficiente llevaba a las mujeres jóvenes a la pobreza y al vicio.
Su trabajo en este campo será pionero y bastante monumental.
Vuelve a la fe judía aunque no se vincula al movimiento sionista
contemporáneo que entiende, es igualmente hostil con las mujeres,
la familia y la ortodoxia judía, abocándose a trabajar en la
Asociación de Mujeres Judías que había creado, desde la que se
convierte en la primera presidente del Consejo Internacional de
la Mujer y sigue siéndolo hasta su retiro.

Variété

No se trata de rectificar un mito, de constatar su realidad, ni
de sustituirlo por otro. "¿Qué muestra?" -se pregunta Lacan en
relación a lo que llama el "baloncito de Anna O." del que Freud
queda tan embarazado-,. "se puede especular pero tampoco se trata
de precipitarse sobre el lenguaje del cuerpo"6

"Contrariamente a lo que se dice, no hay verdad sobre lo real,
puesto que lo real se perfila como excluyendo el sentido."7

Si entre Bertha Pappenheim y Breuer habían logrado modular un
diálogo que por un buen tiempo burla el sentido, desarmando a su
paso sus cristalizaciones sintomáticas en un movimiento inédito,
eso llega a su fin.

"El sentido- dice Lacan- indica la dirección hacia donde eso va a
encallar." 8

La leyenda parece señalar que el destino de una cura difiere
según eso encalle en la vía de la letra, donde hay chance -como
en la poesía- de que el sentido se ausente y se abra a una nueva
significación, a que encalle en la presentificación de aquello
contra lo cual ya no hay objeción mental. El niño con el que
Breuer embraga el decir de Bertha, deviene, entonces, el niño del
Dr. Breuer y el silencio cae sobre el discurso que ahora calla.
Ya no se sabe por qué, que hubiera una vez un niño le era tan
propicio, ni el desfiladero por el que la castración lo expulsa
del paraíso.

"Habría que abrirse a la verdad como variable, de lo que llamaré
la varidad con la e de (...) (variété) tragada." ...lo que el
analizante dice, esperando verificarse, no es la verdad, es la
varidad del síntoma." 9

"...sólo hay inconsciente del dicho. No podemos tratar del
inconsciente más que a partir del dicho, y del dicho del
analizante." "Lo real, diré, es el misterio del cuerpo que habla,
es el misterio del inconsciente." 10

Notas

1 H.F. Ellenberger, La historia de "Anna O." Estudio crítico con
documentos nuevos. Biblioteca E.F.B.A.

2 Lucy Freeman, El extraño caso de la cura" Biblioteca E.F.B.A.

3 Carl E. Schorske, Vienna Fin-de-Siècle. Política y Cultura,
Editorial Gustavo Gili, 1981.

4 L. Appignanesi, J. Forrester, Las mujeres de Freud, Ed.
Planeta, 1992

5 J. Breuer, Estudios sobre la histeria: Anna O., Amorrortu
ediciones.

6 Jacques Lacan, Seminario Libro XX, "Aún", pág 164. Editorial
Paidós.

7 Jacques Lacan, Seminario Libro XXIV, "L'insu que sait de l'une
bevue s'aile a mourre". Traducción de Susana Sherar y R.Rodriguez
Ponte, para circulación interna de la EFBA, clase del 15-3-77.

8 Jacques Lacan, Seminario Libro XX, "Aún", pág 96, Editorial
Paidós.

9 Jacques Lacan, Seminario Libro XXIV, "L'insu que sait de l'une
bevue s'aile a mourre". Traducción de Susana Sherar y R.Rodriguez
Ponte, para circulación interna de la EFBA, clase del 19-4-77.

10 Jacques Lacan, Seminario Libro XX, "Aún", pág. 122, Editorial
Paidós.


http://www.acheronta.org
[Revista Acheronta]
Número 9 - Julio 1999

 

 

 

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