La semilla del Cardo simbolizando la siembra de cultura

Bibliotecas Rurales Argentinas

 

 

La "formacion" del analista

La "formación" del
analista
Michel Sauval

Sumario
1 - Introducción
2 - Freud y la IPA
3 - Con Lacan

1 - Introducción
"La formación del
analista", he aquí uno de los componentes infaltables
en la base de toda institución psicoanalítica. Incluso
más, hasta podría decirse que sería la razón misma de ser
de estas. Motivo suficiente, por lo tanto, para que ahí se
concentren los mayores malentendidos.
Planteemos inmediatamente algunos de estos:

¿La expresión remite al
problema de la transmisión del psicoanálisis o al
de la "garantía"?
¿El término
"analista" remite a la posición exigida
por el acto analítico o a la persona que se espera
oficie de tal?
¿El "del" debe
tomarse en sentido de una determinación objetiva o
subjetiva?

El término mas complicado, en
principio, es el de "analista" (el eterno problema
de cómo "definirlo", de si cabe alguna
definición, etc.).
Por eso optaré por abordar la
cuestión por el lado del término "formación", a
partir del cual, a menudo, se pretende, sino dar respuesta a
qué es un analista, al menos autorizar a algunos como tales.
Hay una asociación que es
inmediata en relación a "formación": las
"formaciones del inconsciente".
Literalmente,
"formación" es "la acción y efecto de
formar",
Las formaciones del
inconsciente son la forma bajo la cual el propio Freud nos
indica las relaciones del inconsciente con el significante y
su técnica, "los lazos propios del significante"
y "su función en la génesis del significado"
(1):

"Después de
Freud, estamos en condiciones de reconocer (...) que
estas leyes, esta estructura del inconsciente,
aquello en lo que se reconoce un fenómeno como
perteneciente a las formaciones del inconsciente,
recubre - diría mas, recubre de una manera
exhaustiva - lo que el análisis lingüístico nos
permite localizar como siendo los modos esenciales de
formación del sentido, en tanto que ese sentido es
engendrado por las combinaciones del significante"
(2).
"Lo que llamamos
en suma formaciones del inconsciente, lo que Freud
nos presentó como formaciones del inconsciente, no
es otra cosa que la captura de un cierto primario -
además es por eso que se lo ha llamado proceso
primario - (...) en el lenguaje. (...) ese primario
está en principio y antes que nada tejido por el
orden del lenguaje" (3)

En la expresión
"formaciones del inconsciente", es el significante
el determinante en "la acción y efecto de formar",
es decir, el sentido del "del" es el de la llamada
determinación subjetiva.
Cabría pensar si podemos
aplicar el mismo sentido al "del" en la expresión
"formación del analista", pero, en general, el
sentido aplicado es el de la determinación objetiva, es
decir, es el analista la "cosa" sobre la que recae
esa "acción y efecto de formar".
En este caso, la asociación
remite a alguna enseñanza, como por ejemplo, la que señala
Lacan en el comienzo de la sesión del 10 de junio de 1964 de
su seminario XI "Los fundamentos del psicoanálisis:
"El objeto de mi enseñanza ha sido, y sigue siendo,
el de formar analistas".
En este juego entre las
formaciones del inconsciente y la formación del analista, en
este paso de la una a la otra, es donde se delimita la
posición del analista y se ubica el problema de la
transmisión del psicoanálisis (es decir, el lugar y la
función del trabajo de los "discípulos").
Las palabras con las que Guy
Clastres, a fines del 98, se ubica respecto de las
"enseñanzas" postlacanianas, de los análisis
didactas, y en general, respecto de la crisis en la AMP, son
en ese sentido interesantes: "Continuo siendo
lacaniano, o sea que creo más en las formaciones del
inconsciente que en la formación del analista" (4)
Interesantes en el sentido de
que indican la relación de dominancia que habría de regir
entre unas y otra.
Veamos como lo plantea el
propio Lacan: "La relación del psicoanalista a la
cuestión de su estatuto retorna aquí bajo la forma de una
agudeza duplicada, aquella que está planteada desde siempre
concerniente al estatuto de aquel que detenta el saber. Y el
problema de la formación del psicoanalista no es,
verdaderamente, otro que, mediante una experiencia
privilegiada, el de permitir que venga al mundo, si puedo
decirlo, sujetos para los que esta división no sea solamente
algo que saben, sino algo en lo que piensan. Se trata de que
vengan al mundo algunos que sabrían descubrir que lo que
experimentan en la experiencia analítica a partir de esa
posición mantenida de que jamás están en estado de
desconocer que en el momento de saber como analistas están
en una posición dividida (...) No es otra cosa que el
sentido de mi enseñanza: recordar esta exigencia (...) Es en
tanto que sujeto dividido que el analista es llamado a
responder a la demanda de aquél que entra con él en una
experiencia de sujeto" (5).
En su defecto, la formación
del analista tenderá a depender de una
"enseñanza" que la ubicará en un lugar mas
asociado a la tónica de los otros significados que
encontraremos para el término "formación" en el
diccionario de la Real Academia Española, y que podría
ejemplificarse con este: "reunión ordenada de un
cuerpo de tropas para revista y otros actos de servicios",
sentido que seguramente da cuenta con mucho mas precisión de
los objetivos buscados en la formación de los analistas que
de hecho se promueve en la mayoría de las instituciones
analíticas.
Es decir, las consecuencias de
cierta degradación de lo que es el saber en psicoanálisis y
la reducción del par formación enseñanza al estatuto que
podrían circunscribir gran parte de los significados que
encontraremos, nuevamente en el diccionario de la RAE, para
los términos:

Formar:
"adiestrar", "congregar y juntar
personas o cosas, uniéndolas entre sí para formar
un todo"
Forma: "molde en el
que se vacía y forma alguna cosa",
"fórmula y modo de proceder en una cosa".

En el comienzo de la última
sesión del seminario VIII "La transferencia",
luego de señalar que el objetivo de su discurso de ese año
ha sido precisar la posición del analista, Lacan dice:
"Se trata de lo que está en el corazón de la
respuesta que el analista debe dar para satisfacer al poder
de la transferencia. Esta posición la distingo diciendo que
en el lugar mismo que es el suyo, el analista debe ausentarse
de todo ideal del analista (...) A diversos título y bajo
diversas rúbricas se puede seguramente formular respecto del
analista algo que sea del orden del ideal. Hay calificaciones
del analista, y esto alcanza para constituir un núcleo de
ese orden. El analista no debe ser completamente ignorante
respecto de un cierto número de cosas, esto es seguro. Pero
no es esto lo que entra en juego en su posición esencial.
Ciertamente, aquí se abre la ambigüedad de la palabra saber"
(6).
Son estas relaciones las que
intentaremos recorrer y analizar en los puntos subsiguientes.
Comencemos, entonces, por el
principio
Sigue en:

2
- Freud y la IPA
3
- Con Lacan

Notas
(1) J. Lacan, "Instancia
de la letra ... ", Escritos I, Siglo XXI, página
(2) J. Lacan, Seminario V
"Las formaciones del inconsciente", sesión del 20
de noviembre de 1957
(3) J. Lacan, Seminario V
"Las formaciones del inconsciente", sesión del 9
de abril de 1958
(4) Guy Clastres, "La
tercera vez", Foro "El revés de la Escuela",
15 de Octubre de 1998
(5) J. Lacan, Seminario XIII
"El objeto del psicoanálisis", sesión del 11 de
mayo de 1966
(6) J. Lacan, Seminario VIII
"La transferencia", sesión del 21 de junio de 1961

http://www.acheronta.org

Número 9
- Julio 1999

La "formacion" del analista

La "formación" del
analista
Michel Sauval

Viene
de ...

2 - Freud y la IPA
2.1 El "periodo de
instrucción"
La IPA (International
Psychoanalytic Association) se constituyó formalmente en
1910. Su sistema de formación de los analistas se puso en
pie 10 años después y, salvo un par de reformas, ha
permanecido, en lo esencial, tal cual hasta nuestros días.
Balint denomina "periodo
de instrucción" al que va desde la invención del
psicoanálisis hasta los primeros pasos en su
institucionalización (la constitución formal de la Sociedad
Psicoanalítica de Viena y el primer Congreso Internacional
de Salzburgo, en 1908).
Durante esos inicios, era
psicoanalista quien practicara el psicoanálisis y fuese
reconocido como tal por el propio Freud.
Este último relata (7) que a
partir de 1902 comenzaron a agruparse en torno a él médicos
jóvenes "con el propósito expreso de aprender,
ejercer y difundir el psicoanálisis". Estos
jóvenes aprendices asistían a las conferencias que dictaba
en la Universidad y luego comenzaron a reunirse en su casa.
La iniciativa de estas reuniones habría partido de Stekel,
uno de estos primeros "discípulos", quien se
había analizado con Freud y "había experimentado en
su persona el saludable efecto" de la terapia
analítica.
Estas reuniones instituyeron
la "Sociedad psicológica de los miércoles" (las
reuniones eran los miércoles en la casa de Freud) que luego
daría lugar a la fundación formal de la "Sociedad
Psicoanalítica de Viena", en 1908 (con 22 miembros).
Freud señala que podía
considerarse satisfecho: "en conjunto, por la riqueza
y diversidad de talentos que incluía [dicho grupo], difícilmente
saliera desmerecido de una comparación con el elenco de un
maestro clínico, cualquiera que fuese". Es decir,
era un grupo tan capaz como cualquier otro de recibir una
formación y desarrollar una investigación clínica.
Freud agrega: "creo
que hice todo para poner al alcance de los otros lo
que sabía y había averiguado por mi experiencia"
(8) (subrayado MS).
Sin embargo (oh! sorpresa)
este esfuerzo habría de revelarse, al menos en parte,
impotente, pues en 1914 (cierto que al calor de las recientes
escisiones de Adler y Jung) Freud no duda en afirmar que
"todavía hoy, cuando hace mucho he dejado de ser el
único psicoanalista, nadie puede saber mejor que
yo lo que el psicoanálisis es, en qué se
distingue de otros modos de explorar la vida anímica, y qué
debe correr bajo su nombre y qué sería mejor llamar de otra
manera" (9) (subrayado MS).
¿Que ha ocurrido?
Es evidente que Freud no se
dirige solamente a Adler y Jung (en tanto aquellos que
habrían intentado "discutirle" la propiedad de la
denominación "psicoanálisis" y la naturaleza de
lo que debía entenderse por tal). Se trata mas bien de una
constatación de hecho de los problemas, en general, ligados
a la transmisión del psicoanálisis.
Respecto de este pobre
balance, Freud resalta dos dificultades que, al tiempo que ya
constituían un mal presagio, definirían la que terminaría
siendo su posición respecto de la institución
psicoanalítica: "enajenado interiormente".
La primera dificultad fue la
falta de "una armonía amistosa" entre
aquellos empeñados en esa difícil tarea. La segunda
dificultad la constituyeron "las disputas por la
prioridad a que las condiciones del trabajo en
común daban sobrada ocasión" (10) (subrayado MS).
Como suele ocurrir a menudo
con el texto freudiano, estas referencias pueden parecer
triviales y muy poco esclarecedoras del problema en juego.
Sin embargo, 90 años después, ¿no asistimos acaso a
dificultades similares (acusaciones de plagio, infatuadas
pretensiones de "innovación", un campo minado de
reyertas y peleas personales, etc.)?
La aparente trivialidad de
estas referencias radica quizás en el hecho de que este tipo
de dificultades, fenomenológicamente, parece hacerse
presente cualquier tipo de agrupamiento humano. Pero el punto
es que en esos otros campos, estas situaciones, por mas
conflictos y problemas que puedan generar, no operan en el
sentido de un obstáculo insalvable para "poner al
alcance de los otros" cierto saber. En cambio, para
el caso que nos ocupa, es justamente en relación al problema
de la transmisión que Freud hace la asociación, señalando
que "las dificultades que ofrece la instrucción
en el ejercicio del psicoanálisis,
particularmente grandes y culpables de muchas de las
disensiones actuales [está escribiendo en 1914] ya se
hicieron sentir en aquella Asociación Psicoanalítica de
Viena de carácter privado" (11) (subrayado MS)
Freud dice que las
"disputas por la prioridad" habrían sido
favorecidas, en parte, por que no se atrevió a "exponer
una técnica todavía inacabada y una teoría en continua
formación con la autoridad que
probablemente habría ahorrado a los demás muchos extravíos
y aun desviaciones definitivas" (12) (subrayado MS).
¿En qué sentido habría que
interpretar aquí "autoridad"?
Freud da la pista al señalar
que esa falta de "autoridad" no responde tanto a
sus particularidades subjetivas como al carácter
"inacabado" de la técnica y la "continua
formación" de la teoría. El problema de la
"autoridad" entonces es estructural. Su carencia
responde al carácter "abierto" de la propia
enseñanza. El problema de la "autoridad",
entonces, se hubiera resuelto si el "saber" que
Freud intentaba poner "al alcance de todos" hubiese
podido presentarse como una teoría completa y a una técnica
específica.
Da cuenta, justamente, del
problema de lo que está en juego en la transmisión del
psicoanálisis, la intervención de Freud en el primer
congreso internacional al que hacíamos referencia
anteriormente, el de Salzburgo, en 1908. Allí, donde
cualquiera hubiera esperado una exposición pormenorizada de
la teoría y la técnica (reitero: el primer congreso
internacional que reúne a todos los interesados en el
psicoanálisis), ¿qué hace Freud?: presenta un caso
clínico, presenta el caso del hombre de las ratas. Y para
ello, necesita casi 8 horas de exposición (un caso que, por
otra parte, venía a complicar, o contradecir, gran parte de
los desarrollos teóricos previos).
La enseñanza de Freud,
entonces, no es la enseñanza de una teoría o una técnica,
sino la enseñanza de los casos.
Pero, ¿qué es lo que enseña
un caso?, sobre todo teniendo en cuenta algo también
señalado por Freud, que cada caso debe tomarse como si fuera
el "primero".
¿Qué enseña un caso que, al
tiempo que se plantea a si mismo como "primero", no
alcanza, no puede, constituir al siguiente como
"segundo"?
Menudo problema este del
psicoanálisis, el de "una práctica subordinada por
vocación a lo más particular del sujeto". Sobre
todo cuando el meollo de la formación de los analistas y de
la transmisión del psicoanálisis se encuentra en ese punto,
como lo señala Lacan al recordarnos que "cuando
Freud pone en ello el acento hasta el punto de decir que la
ciencia analítica debe volver a ponerse en tela de juicio en
el análisis de cada caso (v. "El hombre de los
lobos", passim; toda la discusión del caso se
desarrolla sobre este principio), muestra suficientemente al
analizado la vía de su formación"
(13) (subrayado MS).
Si la enseñanza de Freud es
la enseñanza del caso, si "en la reconstitución
completa de la historia del sujeto está el elemento
esencial, constitutivo, estructural, del progreso analítico"
(14), entonces lo que Freud nos lega, antes que una teoría,
es algo mas parecido a un método (que de ninguna manera
puede reducirse a una técnica), como él mismo lo ha
planteado a menudo en esos términos. En efecto, un método
permite delimitar una práctica como "una", puesto
que "una práctica no necesita estar esclarecida para
operar" (15). "El psicoanálisis no es nada
sino un artificio del que Freud dio los constituyentes (...)
el mantenimiento puramente formal de estos constituyentes
basta para la eficacia de su estructura de conjunto"
(16).
Lo que Freud enseña con los
casos es su descubrimiento del inconsciente. El inconsciente,
no como objeto sino como relación original con el saber. El
siguiente fragmento del caso Katharina podría ilustrarlo
claramente: "Estaba demasiado oscuro -le dice
Katharina a Freud- como para ver algo; ambos estaban
vestidos. ¡Ah! Si yo supiera lo que me
disgustó! Yo tampoco sabía nada - agrega
Freud-, pero la invité a contarme lo que se le
pasaba por la cabeza, pues estaba seguro de que
ella pensaría justamente en aquello que yo necesitaba para
explicar el caso" (subrayado MS).
La interpretación de los
sueños es un también claro ejemplo de ello. Freud nos
recuerda que la misma "es análoga de comienzo a fin
al desciframiento de una escritura figurativa de la
antigüedad como los jeroglíficos egipcios".

En consecuencia, el
"fracaso" en la transmisión, que Freud asocia a lo
"inacabado" de su técnica o a la "continua
formación" de la teoría, remite al hecho de que, a
pesar de lo que pensaba el propio Freud, el psicoanálisis no
es una ciencia. En psicoanálisis, no hay posibilidad de una
transmisión integral de un saber que daría cuenta de una
operatividad sin resto sobre un determinado objeto.
El psicoanalista no podría
adentrase en la práctica analítica "sino
reconociendo en su saber el síntoma de su ignorancia, y esto
en el sentido propiamente analítico de que el síntoma es el
retorno de lo reprimido en el compromiso, y que la represión
aquí como en cualquier otro sitio es censura de la verdad"
(17), para el caso, la verdad en juego en la palabra del
analizante.
Esta ignorancia, Lacan la
plantea como una pasión del ser, una vía donde el saber se
formaría, esto en la medida en que "el fruto
positivo de la revelación de la ignorancia es el no-saber,
que no es una negación del saber sino su forma mas elaborada"
(18).
El saber que se juega en un
análisis es el saber aportado por el analizante y no por el
analista. La posición de este queda definida por el
no-saber; pero no un no-saber abstracto, sino un no-saber
relativo, articulado como falta, al saber desarrollado por el
analizante. Es por esta razón que el "saber" del
analista hace obstáculo a su función y que "lo que
el psicoanalista debe saber: ignorar lo que sabe"
(19).
Al explicar el principio de la
"atención libremente flotante", en sus consejos al
médico para el tratamiento psicoanalítico, Freud señala
que "tan pronto como uno tensa adrede su atención
hasta cierto nivel empieza también a escoger entre el
material ofrecido; uno fija un fragmento con particular
relieve, elimina en cambio otro, y en esa selección obedece
a sus propias expectativas o inclinaciones. Pero eso,
justamente, es ilícito (...) No se debe olvidar que las más
de las veces uno tiene que escuchar cosas cuyo
significado sólo con posterioridad discernirá.
Como se ve, el precepto de fijarse en todo por igual es el
correspondiente necesario de lo que se exige al analizado, a
saber: que refiera todo cuanto se le ocurra, sin crítica ni
selección previas" (20) (subrayado MS). En
síntesis: "el análisis no puede encontrar su medida
sino en las vías de una docta ignorancia" (21).
Es interesante señalar
también que Freud, previniendo en cierta medida la
reducción de estos "consejos" al nivel de la
técnica, al comenzar ese texto se ve "obligado a
decir expresamente que esta técnica ha resultado la única
adecuada para mi individualidad" (subrayado
MS) y que no se atreve a poner en entredicho que "una
personalidad médica de muy diversa constitución pueda ser
esforzada a preferir otra actitud frente
a los enfermos y a las tareas por solucionar" (22)
(subrayado MS).
En esta posición,
evidentemente, no se trata solamente de una simple cuestión
de modestia, sino de una cuestión estructural. Lo que Freud
subraya es que lo esencial no radica en la aplicación de una
técnica que pudiera considerarse neutra y de aplicación
universal, sino en las "tareas por solucionar",
frente a las cuales, lo que importa es la "actitud"
que se adopte.
En síntesis, aquellas "disputas
por la prioridad" a las que Freud atribuía parte de
los problemas en el desarrollo del psicoanálisis, antes que
dar cuenta de un cuidado por la "propiedad
intelectual", mas bien dan cuenta de los efectos de esta
situación problemática en la que cada cual, cada vez, debe
"reinventar" el psicoanálisis (en el mismo
sentido en que cada caso debe ser tomado como el
"primero") sin que por ello quede eliminada la
invención en sí, es decir, la referencia al inventor del
psicoanálisis.
Por eso Freud agrega, en ese
mismo texto que venimos comentando, que "quien como
analista haya desdeñado la precaución del análisis propio,
no solo se verá castigado por su incapacidad para aprender
de sus enfermos mas allá de cierto límite, sino
que también correrá un riesgo mas serio, que puede llegar a
convertirse en un peligro para otros. Con facilidad caerá en
la tentación de proyectar sobre la ciencia,
como teoría de validez universal, lo que en una sorda
percepción de sí mismo discierna sobre las propiedades de
su persona propia, arrojará el descrédito sobre el método
psicoanalítico e inducirá a error a los inexpertos"
(23) (subrayado MS).

2.2 La
institucionalización del psicoanálisis
Como dijimos mas arriba, el
primer congreso internacional de psicoanalistas se reunió en
1908, en Salzburgo. La propuesta de creación formal de la
IPA se hizo en el congreso siguiente, en 1910, en Nuremberg,
y estuvo a cargo de Ferenczi.
Este ya le había anticipado
(en una carta) la idea a Freud, en los siguientes términos:
"el enfoque psicoanalítico no conduce a un
igualitarismo democrático: tiene que haber una elite, mas o
menos en el espíritu de las leyes de Platón acerca del
gobierno de los filósofos", a lo que Freud asintió
indicando la similitud de estos comentarios con sus propias
reflexiones.
Paradójicamente, las
principales designaciones jerárquicas, en estos primeros
pasos institucionales, recayeron en quienes luego
promoverían las principales disidencias: Jung para la
presidencia de la IPA y Adler para la presidencia (y Stekel
para la vicepresidencia) de la Sociedad Psicoanalítica de
Viena.
El punto es que, para fines de
la primera década de este siglo, Freud ya "juzgaba
necesaria la formación de una asociación oficial porque temía
el abuso de sería objeto el psicoanálisis tan pronto como
alcanzara popularidad. Entonces se
requeriría un centro capaz de emitir esta declaración: ' el
análisis nada tiene que ver con todo ese disparate, eso no
es el psicoanálisis'. En las reuniones de los
grupos locales que compondrían la asociación internacional
debía enseñarse el modo de cultivar el psicoanálisis y ahí
hallarían su formación médicos para cuya
actividad podría prestarse una suerte de garantía"
(24) (subrayados MS).
También esperaba Freud de
esta asociación un espacio para que "los partidarios
del psicoanálisis se encontraran reunidos para un
intercambio amistoso y para un apoyo
recíproco (...)Todo eso, y nada mas que eso, quería yo
lograr mediante la fundación de la IPA. Era probablemente
mas de lo que podía obtenerse " (25) (subrayado MS)
Esa autoridad capaz de decir
lo que el psicoanálisis no es había sido encarnada hasta
entonces por Freud.
Es interesante considerar los
argumentos que Freud presenta para justificar la transmisión
de poderes a otros, en particular a Jung
Por un lado, consideraciones
geopolíticas podían hacer preferible Zurich antes que Viena
como centro político internacional del psicoanálisis. A eso
Freud agrega que su propia persona podía ser un obstáculo
para el desarrollo del psicoanálisis por los efectos
transferenciales que la misma podía inducir: "se
habían mezclado en exceso la simpatía y el odio; se me
comparaba con un Colón, un Darwin o un Kepler; o se me
motejaba de paralítico general". En consecuencia,
era preferible que tanto él como la ciudad donde había
tenido origen el psicoanálisis se retirasen a un segundo
plano.
Por otro lado, Freud plantea
también razones personales: "ya no era joven, veía
por delante un largo camino y sentía como algo abrumador que
la obligación de ser jefe recayese sobre mí a edad tan
avanzada" (recordemos que para ese entonces, Freud
tenía 54 años, y transcurrirían 27 años mas antes de que
la muerte lo alcanzara).
A continuación Freud
explicita las características que debía tener la autoridad
que lo sucediera: "una autoridad dispuesta a
aleccionar y a disuadir".
Aleccionar se constituye con
el prefijo "a" y el término "lección"
el cual, a su vez, deriva de "lectura", y algunos
de sus significados son:

Inteligencia de un texto,
según parecer de quien lo lee o interpreta, o según
cada una de las distintas maneras en que se halla
escrito.
Instrucción o conjunto
de los conocimientos teóricos o prácticos que de
cada vez da a los discípulos el maestro de una
ciencia, arte, oficio o habilidad.
Cualquier amonestación,
acontecimiento, ejemplo o acción ajena que, de
palabra o con el ejemplo, nos enseña el modo de
conducirnos.

La definición de
"disuadir" es "inducir, mover a alguien, con
razones, a mudar de dictamen o a desistir de un
propósito". El término que Freud utiliza es
"abmahnen". El autor del artículo "Sobre la
historia de la formación de los analistas" publicado en
el número 6/7 de Scilicet lo traduce como "mise en
demeure", cuyo significado es mas fuerte que en español
("mettre quelqu'un en demeure" implica
"exigir, ordenar, intimar, prescribir") y, en ese
sentido, más cercano a lo que se encuentra en diccionarios
de alemán: el prefijo "ab" indica básicamente
separación y el término "mahnen" significa
exhortar a alguien a la prisa (que se apresure), recordarle
su promesa, apremiar o exigir el pago a un deudor;
"abmahnen" se traduce entonces como desaconsejar
enérgicamente a alguien, hacer desistir.
Estas características de la
"autoridad" apuntan principalmente al
funcionamiento interno de la Asociación al tiempo que dan el
soporte a la "autoridad" que la misma podrá
esgrimir, a su vez, hacia fuera, para denunciar lo que no es
psicoanálisis.
Pero Jung no realizó las
expectativas que de Freud: su personalidad se reveló "incapaz
de soportar la autoridad de otro, era todavía menos apta
para constituir ella misma una autoridad y su energía se
encaminaba integra a la desconsiderada consecución de sus
propios intereses".
Sin embargo, a pesar de estos
fracasos y de las escisiones de Adler y Jung, Freud no
modificó aquella posición de "enajenación
interior" que ya marcaba su relación con el primer
grupo vienés, e insistió en mantener un funcionamiento
institucional basado en la delegación. En efecto, pocos
años después avalaría la propuesta de Jones de creación
de lo que sería el famoso "Comité" (constituido
inicialmente por Jones, Ferenczi, Sachs, Abraham y Rank, y al
que luego se agregaría Eitingon), lo que Lacan llamaría una
"especie de joven guardia, aspirante a la
calidad de veterano" que se ofrece como garantía
para el mantenimiento del pensamiento de Freud en su forma
completa por "envejecer en dicho mantenimiento en el
seno de la IPA, no sólo por una solidaridad secreta sino por
una acción desconocida" (26).
En una carta a Jones, Freud
señala lo siguiente: "no ignoro que en esto se
encierra también un elemento casi infantil y quizás
romántico"; y agrega, luego de autorizar la
iniciativa, que "me sería mas grata la vida y mas
fácil la muerte el día que supiera que existe un grupo de
tal índole encargado de vigilar lo que he creado".
Pero esta invocación al romanticismo, no obstante, no puede
ni justificar ni ocultar los alcances implicados en esta
delegación.
2.3 La formación de los
analistas en la IPA
Los criterios básicos sobre
la formación analítica vigentes en la IPA fueron fijados a
partir de la creación del Instituto Psicoanalítico de
Berlín, a comienzos de los años 20.
Tiene cierta importancia tener
en cuenta el contexto de esta institucionalización de la
formación de los analistas.
En febrero de 1923 aparecen
los primeros indicios de cáncer en Freud.
Luego de la primera
operación, Deutsch vuelve a examinarlo, durante las
vacaciones en Gastein, y diagnostica la recidiva de la
tumoración. No quiso informarle de ello al propio Freud, y
dio cuenta a Ana (quien había sido admitida como miembro de
la Sociedad de Viena el año anterior) y a los miembros del
Comité. Recién en octubre se le realizó la segunda
operación, mucho más radical y traumática, pero que sería
la que le posibilitaría vivir 15 años más.
En su conferencia de noviembre
del 52 (publicada 10 años mas tarde en el Psychoanalytic
Quartely, año 1962, páginas 453-482) en la Sociedad de San
Francisco, Bernfeld analiza este contexto en los siguientes
términos: "Entre los analistas, algunos se
angustiaron intensamente ante la pérdida que los amenazaba y
querían establecer a toda costa un dique contra la
heterodoxia, dado que entonces se sentían responsables del
futuro del psicoanálisis. Decidieron limitar toda admisión
definitiva a sus sociedades mediante una selección rígida
de los recién llegados y mediante una formación coercitiva,
autocrítica y prolongada a modo de prueba".
Bernfeld trabajo muchos años
en la Comisión de Enseñanza del Instituto Psicoanalítico
de San Francisco, y renunció al mismo por la esterilidad de
dicho trabajo y para liberarse de todo compromiso de silencio
al respecto, y poder hacer públicas sus opiniones sobre el
tema.
En esa conferencia del 52,
realiza un exhaustivo recorrido sobre las diferentes
instancias por las que se desarrolló la cuestión de la
formación de los analistas.
Para él, los primeros
análisis didácticos deben remontarse a aquél "periodo
de instrucción" al que referíamos antes, donde los
alumnos que asistían a las clases de Freud en la Universidad
le presentaban sueños o e pedían ayuda en el tratamiento de
síntomas neuróticos.
En ese sentido, parece que
Freud siempre siguió adelante con estas combinaciones de
análisis personal y enseñanza teórica, en función de la
particularidad de cada caso y de su propio criterio sobre el
mismo, haciendo poco caso de los procedimientos que se fueron
implementando a partir de la creación de los institutos
(27), aunque los mismos hubiesen contado con su propio aval.
La otra situación inaugural
fue la mudanza de Sachs a Berlín, a pedido de la sociedad de
dicha ciudad, para hacerse cargo de los análisis didacticos
(la razón era que los analistas de la misma, por conocerse
entre sí, encontraban dificultades para analizarse entre
sí). Sachs emprendió esa tarea siguiendo la costumbre de
combinar el análisis con las supervisiones y la enseñanza
teórica. Confrontado con las dificultades que esto le
planteó decidió dejar de lado estas últimas y limitarse a
los análisis personales, estableciendo así la misma
división de funciones entre didáctico, supervisión y
enseñanza que luego se reglamentaría en la IPA.
Bernfeld señala la
preocupación que generó entre los discípulos de Freud el
éxito y difusión del psicoanálisis en la posguerra, en
términos de asegurar la "respetabilidad" y
"autenticidad" del mismo. En otras palabras,
surgió la idea de entregar diplomas de psicoanalista.
Y estas preocupaciones se
redoblaron, según él, como lo hemos visto, en el verano del
23 cuando se supo del cáncer de Freud
Bernfeld no deja de subrayar
también la paradoja de que entre quienes mas celo
demostraron en proteger al psicoanálisis de la heterodoxia
estaban, entre otros, Rado, Alexander, Reich, Horney, Fromm,
etc.
Safouan, por su parte,
caracteriza esta misma situación de la siguiente manera:
"la institucionalización del psicoanálisis era un
acting out que ponía en escena lo que su deseo no se
significaba de otro modo, a saber, el vínculo esencial (para
no decir la efectiva identidad) entre ese deseo y la
prohibición que impide a todos y cada uno cierta noción del
placer, el placer prometido por el sitio del maestro"
(28).
El punto es que en 1924 la
Comisión de Enseñanza de la Sociedad de Berlín reglamentó
sus actividades. Los ejes principales de la misma fueron los
siguientes:

la admisión de los
candidatos quedaba a criterio de la comisión, en
función de 3 entrevistas con el mismo
una vez admitido, el
candidato debía seguir un análisis personal de una
duración no inferior a los 6 meses, con un analista
didacta designado por la comisión
la comisión era la que
decidía, asesorada por dicho didacta, en qué
momento del análisis el candidato podía acceder a
las instancias subsiguientes de su formación
también correspondía a
la comisión decidir cuando se había completado el
análisis personal
finalmente, el candidato
debía comprometerse por escrito a no titularse
analista antes de su admisión formal en la Sociedad.

En el congreso de Homburg, en
septiembre de 1925, se constituye la Comisión Didáctica
Internacional cuya función sería, según Jones, coordinar
los métodos y principios de la formación de candidatos a
analistas en las diversas Sociedades y proporcionar las
oportunidades de discusión común de los problemas técnicos
del caso. El mismo Jones lamenta, a continuación, que
Eitingon haya sostenido, "con el apoyo hasta cierto
punto de Freud y Ferenczi, que la Comisión tenía el derecho
de imponer en todas partes los mismos principios y reglas de
admisión, punto de vista este que muchos de nosotros,
especialmente los de América, resistíamos" (29).
La institucionalización del
psicoanálisis fue a la par de una tendencia a su
integración en la psiquiatría, lo que motivó, de hecho, el
artículo de Freud sobre la cuestión de si "¿Pueden
los legos ejercer el psicoanálisis?" (punto sobre el
que volveremos un poco mas abajo).
Esta institucionalización de
la enseñanza del psicoanálisis no hizo mas que transformar
en obligatorio lo que hasta entonces se hacía prácticamente
pero como opción y bajo la responsabilidad de cada analista
didacta. Pero este paso no fue sin consecuencias ya que el
análisis personal paso entonces a formar parte de una serie
de componentes de un programa necesario para alcanzar un
título.
Ahora bien, lo que subraya
Bernfeld es que, lo que tendría que haber tenido como
consecuencia el transparentar la orientación y
procedimientos de los análisis didácticos no hizo mas que
oscurecerlos, opacarlos, cada vez mas, a tal punto que 30
años después (momento de la conferencia), Bernfeld puede
decir que nada se sabe de ellos o, lo que es lo mismo, solo
se tiene de ellos un conjunto disparatado y totalmente
heterogéneo de opiniones.
En efecto, hasta después de
la segunda guerra mundial, con excepción de posiciones
desarrolladas por Freud o Ferenczi, nada mas o menos serio se
ha publicado en el International Journal of Psychoanalysis.
Al menos esa es una de las críticas que desarrolla Balint en
1947 en su libro "Primary Love and Psychoanalytic
Technique" (varias veces referido por Lacan). Balint
señala que en casi 25 años de funcionamiento (de 1925 a
1947) en el International Training Committee (Comité
International de la Formación) nunca se analizó por escrito
de manera seria el problema de la formación, y las
comunicaciones vertidas allí por algunos analistas nunca
fueron publicadas.
Eitingon decía en 1932, en
Weisbaden que "dondequiera que el psicoanálisis se
enseñe a todos, no aparecen dudas en nuestras sociedades
acerca de la mejor manera de enseñarlo: ellos adoptan el
procedimiento que en Berlín, Viena y Londres, según parece,
se ha demostrado tan valioso e inspirado como convincente"
(30).
Es sorprendente el desparpajo
con que Bird señala lo siguiente, en relación a la
cuestión de la formación teórica de los candidatos: "Nada
estampa más indeleblemente la marca de una profesión que la
adopción, en un grupo, de un sistema escolar. Estándares,
procedimiento, criterio, clases, planes de estudios, éstos
no son elementos, no para la educación de científicos, pero
sí para la educación de los miembros de una profesión"
(31).
Balint también criticará,
mas adelante, la arbitrariedad con la cual, en 1949, la
Sociedad Británica oficializó la no coincidencia entre
supervisor y didacta, así como reglamentó la cantidad de
horas y años que debía durar un análisis didáctico.
Arbitrariedad en el sentido de que esas resoluciones jamás
se fundamentaron a partir de las experiencias recogidas de
los análisis didácticos de todos esos años.
Balint llega a decir lo
siguiente: "Toda la atmósfera evoca vivamente las
ceremonias primitivas de iniciación. Es manifiesto que los
iniciadores - el comité de formación y los analistas
didactas - envolvemos en un manto de secreto nuestro saber
esotérico, enunciamos dogmáticamente nuestras normas y
empleamos técnicas autoritarias. De parte de los candidatos,
o sea de los que son iniciados, se comprueba la rápida
aceptación de las fábulas esotéricas, la sumisión al
tratamiento dogmático y autoritario sin demasiadas protestas
y el comportamiento reverencial".
Es evidente que una
institución que funciona en estos términos no puede sino
promover una casta cuyos miembros se presentan como teniendo
una relación privilegiada con la verdad y con los textos del
maestro. En consecuencia, la historia subsiguiente de los
procedimientos de formación se reduce, esencialmente, a la
historia de las vicisitudes de los conflictos internos en
esta casta. Al respecto, el congreso de la IPA en Londres en
1979, vino a sancionar toda una reorganización de la misma
en función de dichos conflictos.
En dicho congreso, la IPA se
define como una institución supranacional que si bien
dispone del poder de otorgar reconocimiento a las
organizaciones inferiores, ya casi no dispone de poder de
injerencia en las mismas, constituyéndose, de hecho, en una
federación de asociaciones regionales y Sociedades.
El principal conflicto que se
venía arrastrando desde mediados de los años 30 era el
desarrollo de la Asociación Psicoanalítica norteamericana.
En 1935 la misma había creado su propio Consejo de
Formación Profesional (Council of Professional Training) y
desde 1940 tenía sus propios criterios y organismos de
formación y autorización. Esto fue finalmente aceptado por
la Sociedad Británica, en donde residía hasta entonces el
poder político de la IPA, en una reunión que tuvieron,
luego de la segunda guerra, E. Jones y la dirección de la
APA norteamericana, en cuya negociación, obviamente, el eje
no fue tanto la cuestión teórica como la cuestión
financiera. De esta manera, cada asociación regional
aseguró su "dominación" sobre su respectiva
"área geográfica" quedando en sus manos el
reconocimiento, en dicha "área", de las nuevas
sociedades. Las Sociedades quedaron divididas entonces entre
las "Component Society", las sociedades
directamente relacionadas con la IPA, y las "sociedades
afiliadas", integradas a una Asociación Regional.
De todas maneras, ninguna
Sociedad puede modificar el sistema de jerarquías de sus
miembros ni los métodos de formación y calificación sin
hacerlo saber previamente a la IPA.
Los miembros asociados o
titulares de una "Component Society" son miembros
de la IPA, pero en cambio no son forzosamente reconocidos
como tales por otras Sociedades.
La diferencia entre los
titulares y los asociados radica en que si bien los últimos
pueden asistir al Busines Meeting, solo los primeros tienen
derecho a votar y presentar candidaturas a los puestos
directivos. Y los analistas didactas solo se eligen entre los
titulares.
Es particularmente interesante
ver como la definición de psicoanálisis que hacen los
estatutos de la IPA se ha despojado de toda asociación con
el inconsciente y el deseo: "El término
psicoanálisis designa una teoría de la estructura
y la función de la personalidad, así como una
aplicación de esta teoría a los demás terrenos del
conocimiento, y por último, a las técnicas terapéuticas.
Este cuerpo de conocimientos se funda en y deriva de los
descubrimientos psicológicos
fundamentales hechos por Sigmund Freud" (subrayado
MS).
Los puntos en que hay
actualmente coincidencia en la IPA respecto de la formación
analítica consisten en el trío análisis didáctico,
análisis de control y enseñanza teórica, así como la
cuestión de la existencia de algún dispositivo para la
admisión de los candidatos.
Respecto de los análisis de
control, perdura una constante ambivalencia acerca de si se
trata de una actividad pedagógica o terapéutica. Al menos
eso es lo que se desprende de la encuesta dirigida a los
presidentes de comisiones de enseñanza que recopila Solnit
en el International Journal of Psychoanalysis ("Learning
from psychoanalytic supervision", IJP, 1970, pag. 359).
Esta ambigüedad es una conclusión obvia puesto que en la
supervisión es donde podría ponerse en evidencia las
insuficiencias del análisis personal.
Respecto de los criterios de
selección de candidatos, la variedad de opiniones es total.
Al respecto es interesante la
intervención de Marie Langer en el simposio organizado sobre
el tema de los criterios de selección en el XXII Congreso
Internacional de la IPA (en Edimburgo). Ella plantea que lo
que habría que evaluar es el "deseo" que
determinaría la "vocación analítica", punto en
que se diferencia de todas los demás planteos tendientes a
evaluar capacidades o características (es decir, el ser).
Para Langer, esta vocación no
provendría tanto de un deseo de ayudar (wish to help) como
de una necesidad de hacer eso (need to do so),
necesidad que consistiría en una necesidad de "reparar
ciertas partes del yo infantil, así como los objetos
internos dañados".
Lo que me llama la atención
de esto es que, coincidiendo en parte con el desplazamiento
lacaniano hacia el punto del "deseo del analista",
Langer no lo plantea en términos de la situación de dicho
deseo al final del análisis sino al comienzo del análisis
(vocación).
Obviamente, aquella primera
delimitación planteada al momento de la constitución de la
IPA, entre lo que es y lo que no es el psicoanálisis, no
podía sino transformarse, de un modo u otro, mas tarde o
más temprano, en una delimitación de quien "es" y
quien "no es" analista.
2.4 El psicoanálisis y los
legos
Ahora bien, antes de pasar a
Lacan, será muy instructivo detenernos en algunos párrafos
del texto de Freud sobre el ejercicio del psicoanálisis por
los legos.
La discusión se planteó a
partir de un proceso judicial por práctica ilegal de la
medicina que le iniciara un ex paciente a T. Reik, un
psicoanalista de la Sociedad de Viena que no tenía título
de médico.
Si bien la discusión se
centra en torno a este problema de la necesidad o no de dicho
título para poder ejercer el psicoanálisis, las reflexiones
de Freud dan cuenta de muchos mas aspectos relativos a lo que
sería la formación de los analistas
Para Freud, el estatuto mismo
de lo "lego" es cuestionable, pues en el caso del
psicoanálisis "los enfermos no son como otros
enfermos, lo legos no son genuinamente tales, ni los médicos
son exactamente lo que hay derecho a esperar de unos médicos
y en lo cual pueden fundar sus pretensiones" (32).
Por eso mismo, para poder
explicar la pertinencia de la separación entre aptitud para
el ejercicio del psicoanálisis y título médico, Freud
considera necesario ir presentando y desarrollando todos y
cada uno de los principios del psicoanálisis.
Una de las primeras
conclusiones que le presentará a su interlocutor imaginario,
es la siguiente: "Yo sé que no puedo
convencerlo. Está fuera de toda posibilidad y por
eso también fuera de mi propósito. Cuando damos a nuestros
discípulos instrucción teórica en el psicoanálisis,
podemos observar cuán poca impresión les causamos al
comienzo. Toman las doctrinas analíticas con la misma
frialdad que a otras abstracciones de que fueron nutridos.
Acaso algunos quieran convencerse, pero no hay indicio alguno
de que lo estén. Ahora bien, exigimos que todo el que quiera
ejercer en otros el análisis se someta antes, él mismo, a
un análisis. Solo en el curso de este
"autoanálisis" (como equivocadamente se lo llama),
cuando vivencia de hecho los procesos postulados
por el análisis en su propia persona -mejor dicho, en su
propia alma-, adquiere las convicciones que después lo
guiarán como analista" (33) (subrayado MS).
Aquí, como en otros textos,
Freud insiste una vez mas en que la convicción acerca del
inconsciente, solo puede obtenerse en el análisis propio, y
que esta convicción acerca del inconsciente es la condición
sine qua non para poder ejercer como analista.
La transmisión del
psicoanálisis, en ese sentido, encuentra en este punto, para
Freud, su pivote principal. Este pasaje por el análisis
propio es lo que permite que el analista cuente con "cierta
fineza de oído para lo reprimido inconsciente que no todos
poseen en igual medida" y por lo tanto sea "idóneo
para una recepción sin prejuicios del material analítico".
Un cambio en la posición
subjetiva del que oficiará como analista, a partir de su
propio análisis, parece ser el elemento central de lo que
constituye su formación.
Es por esta misma razón que
para Freud, "los médicos entregan al psicoanálisis
el mayor contingente de curanderos", es decir,
aquellos que emprenden un tratamiento "sin poseer los
conocimientos y capacidades requeridas para ello"
(34). Para el abordaje de las neurosis, "ni en su
apreciación ni en su tratamiento contribuyen en nada - lo
que se dice en nada- los estudios médicos".
Considera la formación universitaria recibida por los
médicos "casi la contraria de la que haría falta
como preparación para el psicoanálisis" en tanto
rechaza todo "interés por los aspectos anímicos de
los fenómenos vitales".
Este punto es particularmente
relevante si tenemos en cuenta la marcada tendencia que
existe, ya no solamente en la IPA, sino también en las
principales corrientes lacanianas, para organizar una
formación de los analistas en términos del discurso
universitario, y aún mas, la tendencia al funcionamiento
según ese discurso de las propias instituciones y
"escuelas" lacanianas.
Ello no deja de responder a
las ambiciones del propio Freud. Sus posiciones al respecto
son muy firmes: "Coloco el acento en la exigencia de
que no pueda ejercer el análisis nadie que no haya
adquirido títulos para ello mediante una determinada
formación. Me parece accesorio que esa persona
sea o no un médico" (subrayado S. Freud). Y para
dicha formación, Freud imaginaba lo siguiente: "Si
algún día se fundara una escuela superior
psicoanalítica - cosa que hoy puede sonar
fantástica-, debería enseñarse en ella mucho de lo que
también se aprende en la facultad de medicina: junto a la
psicología de lo profundo, que siempre sería lo esencial,
una introducción a la biología, los conocimientos de la
vida sexual con la máxima extensión posible, una
familiarización con los cuadros clínicos de la
psiquiatría. Pero, por otro lado, la enseñanza analítica
abarcaría disciplinas ajenas al médico y con las que él no
tiene trato en su actividad: historia de la cultura,
mitología, psicología de la religión y ciencia de la
literatura. Sin una buena orientación en estos campos, el
analista quedaría inerme frente a gran parte de su material"
(35) (subrayado MS).
Lo que quizás Freud no
percibía (o imaginaba) es que el rechazo del inconsciente
propio de la formación médica podía presentarse también
en una formación que, aún tomando este programa que él
proponía, se organizara en términos de una formación
"profesional".
Aunque también es cierto que,
a la hora de discutir con aquellos de sus propios discípulos
que discrepan con él, no deja de percibir que ellos "han
experimentado un desarrollo diverso del mío, se sienten
todavía incómodos en el aislamiento respecto de los colegas
y ansiarían ser aceptados con pleno derecho por la profesión;
a cambio de esta tolerancia, están dispuestos a ofrecer un
sacrificio en un punto de cuya importancia vital no se
percatan" (36) (subrayado Freud)
El "sacrificio" de
"importancia vital", obviamente, es el rechazo del
inconsciente que implica abordar el psicoanálisis como una
"profesión", sea esta bajo el acápite de la
medicina o cualquier otro (para el caso de muchos países, el
de la psicología). Incluso bajo el propio acápite del
psicoanálisis, como lo verifica la experiencia de los
institutos de la IPA.
Toda idea de
"profesión" no deja de implicar, por un lado, una
estructura de saber centrada en el "profesional", y
por el otro, una subordinación de las
"titulaciones" a las exigencias y leyes de
funcionamiento del mercado de la fuerza de trabajo, para el
caso, del mercado de las llamadas profesiones
"liberales".
Por eso Freud, aún en el
punto de máxima extensión de sus ambiciones para el
psicoanálisis, sobre el final del texto, cuando señala que
la doctrina del inconsciente "puede pasar a ser
indispensable para todas las ciencias que se ocupan de la
historia genética de la cultura humana y de sus grandes
instituciones, como el arte, la religión y el régimen
social", no dejará de insistir en que, al momento
en que los representantes de estas diversas ciencias del
espíritu quieran aprender el psicoanálisis "se
verán precisados a comprender el análisis por el
único camino practicable: sometiéndose ellos mismos a un
análisis" (37) (subrayado MS).
¿Cómo resolver esta aporía
entre formación "teórica", por llamarla de algún
modo, y la vía propia del psicoanálisis?
Es a esta pregunta que Lacan
aportará algunas respuestas.
Sigue en:

3
- Con Lacan

Notas
(7) S. Freud,
"Contribución a la historia del movimiento
psicoanalítico", Obras Completas, Ed. Amorrortu, Tomo
XIV, página 7
(8) Idem, página 24
(9) Idem, página 7
(10) Idem, página 24
(11) Idem, página 25
(12) Idem
(13) J. Lacan, "Variantes
de la cura tipo", Escritos I, Ed. Siglo XXI, página 344
(14) J. Lacan, Seminario I
"Los escritos técnicos...", sesión del 13 de
enero de 1954
(15) J. Lacan,
"Television", Ed. Seuil, página 17
(16) J. Lacan, "El
psicoanálisis y su enseñanza", Escritos I, Siglo XXI,
página 420
(17) J. Lacan, "Variantes
de la cura-tipo", Escritos I, Siglo XXI, página 344
(18) Idem, página 345
(19) Idem, página 336
(20) S. Freud, "Consejos
al médico sobre el tratamiento psicoanalítico", Obras
Completas, Ed. Amorrortu, Tomo XII, página 114
(21) J. Lacan, "Variantes
de la cura tipo", Escritos I, Ed. Siglo XXI, página 348
(22) S. Freud, "Consejos
al médico sobre el tratamiento psicoanalítico", Obras
Completas, Ed. Amorrortu, Tomo XII, página 111
(23) S. Freud, "Consejos
al médico sobre el tratamiento psicoanalítico", Obras
Completas, Ed. Amorrortu, Tomo XII, página 116
(24) S. Freud,
"Contribución para una historia del movimiento
psicoanalítico", Obras Completas, Ed. Amorrortu, Tomo
XIV, página 42
(25) Idem, página 43
(26) J. Lacan,
"Situación del psicoanálisis en 1956", Escritos
I, Ed. Siglo XXI, página 455
(27) Bernfeld cita su propio
caso, ya que al instalarse en Viena, en 1922, por indicación
del propio Freud, no respetó las exigencias de la Sociedad
de Viena de un análisis didáctico previo al inicio de la
práctica como analista. Freud le habría dicho: "Es
absurdo. Vaya. Seguramente encontrará dificultades. En ese
momento veremos qué podemos hacer para sacarlo del apuro".
(28) M. Safouan, "Jacques
Lacan y la cuestión de la formación de los analistas",
Ed. Paidós, pág 21
(29) E. Jones, Biografía de
Freud, Ed. Horme, Tomo II, página 126
(30) IJP, Volumen XIV, página
156
(31) "On candidate
selection and its relation to analysis", IJP, 1968,
página 513
(32) S. Freud, "¿Pueden
los legos ejercer el psicoanálisis?", Obras Completas,
Ed. Amorrortu, Tomo XX, página 172
(33) Idem, página 186
(34) Idem, página 216
(35) Idem, página 230
(36) Idem, página 224
(37) Idem, páginas 232/3

http://www.acheronta.org

Número 9
- Julio 1999

 

 

 

Retornar a catalogo