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El analista y su "valor de estímulo" en la instauración del proceso tránsfero-contratransferencial

El analista y su "valor
de estímulo"
en la instauración del proceso
tránsfero-contratransferencial
Ponencia
presentada al Panel Plenario
El impacto del género sobre la
transferencia-contratransferencia
XXXVIII Congreso Nacional de Psicoanálisis
Asociación Psicoanalítica Mexicana
Tema: Psicoanálisis Clínico
Realizado en la Universidad Iberoamericana del 2 al 6 de
Diciembre de 1998 México, DF.
José Perrés Hamaui

I) Introducción
El tema propuesto para el
presente Panel Plenario abre una pregunta esencial para la
clínica psicoanalítica, con fuertes repercusiones en
diferentes dimensiones: en el plano teórico, obviamente,
pero también en el epistemológico, llegando incluso a tocar
la dimensión ética del psicoanálisis. ¿Impacta el género
del analista sobre el fenómeno
tránsfero-contratransferencial, motor del trabajo
psicoanalítico? Dicho en términos aún más simples, como
lo expresaba recientemente uno de mis pacientes en sesión:
"¿el analista tiene sexo? ¿hubiera sido lo mismo para
mí que me analizara con una psicoanalista mujer?". Por
mi parte prefiero darle a esta pregunta esencial otra
formulación, de mayor utilidad para el presente ensayo, como
luego lo veremos: ¿existen géneros en la escucha
psicoanalítica? ¿El analista escucha al analizando a partir
de su dimensión de género?
La respuesta tradicional a
esta pregunta suele ser negativa, siendo muy común en el
ámbito analítico decir que la transferencia del analizando
puede ser tan multifacética como modulada y variable, por lo
que el analista va ocupando en la transferencia
sucesivamente, y por las depositaciones de aquél, un lugar
materno, paterno, fraterno, filial, etcétera; se habla
habitualmente por ello, en la literatura psicoanalítica, de
"transferencia materna", "transferencia
paterna", etcétera. Pese a la brevedad extrema de esta
ponencia, disponiendo cada uno de nosotros tan sólo de 15
minutos de exposición, trataré de discutir y matizar esta
respuesta tradicional desde diferentes perspectivas. Desde
luego, no alcanzaré más que a enunciar en forma
esquemática problemas muy complejos que podrán ser,
eventualmente, profundizados en el debate posterior a la
presentación de las ponencias, a realizarse en el presente
Panel. Empezaré para ello explicitando el título que he
propuesto a mi ponencia, descomponiendo los elementos que lo
integran, en forma de enunciados claramente reveladores de mi
postura teórico-clínica como psicoanalista.
II) En torno al
título de mi ponencia
Si el concepto de
transferencia, motor del proceso analítico y de la cura,
resulta unánimemente aceptado por las distintas corrientes
psicoanalíticas, pese a ser teorizado de diferentes maneras,
el concepto de contratransferencia, muy debatido, es un claro
indicador de fuertes diferencias entre escuelas. Aceptado por
algunas como esencial, es profundamente rechazado por otras.
Desde luego, su aceptación o rechazo mucho dependerá de la
forma en que es conceptualizado.
Dos han sido tradicionalmente
las formas predominantes de esa conceptualización: la
contratransferencia "amplia" y la
"restringida", por todos conocidas (1).
Si Freud, en sus pocas
menciones al tema, se sintió obligado a rechazarla
violentamente, pidiendo su localización y superación por
parte del analista, es porque la entendió fundamentalmente
como emergencia incontrolable de la subjetividad del
analista, transferencia del analista sobre su
analizando, reviviendo patológicamente el primero sus
propios conflictos inconscientes.
Por mi parte, al hablar de
proceso tránsfero-contratransferencial, le doy toda su
importancia a ambos componentes del proceso. Por un lado,
entiendo la transferencia, más que como la reactivación del
pasado, donde se suele poner el acento sobre ese pasado, como
una tela nueva que se teje con un hilo viejo; es decir pongo
más el énfasis en el presente que desencadena el fenómeno
repetitivo que en el pasado mismo que se repite. Es decir, mi
concepción de análisis sería la de permitir al paciente
una historización simbolizante que le permita resignificar
su pasado a partir del presente, para que éste pueda cambiar
y proyectarse hacia el futuro a partir de las investiduras
anticipadas que, de ese futuro, puede efectuar en el presente
(2). Correlativamente a ello le doy un gran valor a la
contratransferencia, pero no aislada y analizada en sí
misma, donde suele estar hipertrofiada, sino como parte
indivisible de dicho proceso tránsfero-contratransferencial
y que debe ser leído permanentemente, en su complejidad, desde
ambos registros: analista y analizado, y no centrando la
transferencia en el paciente y la contratransferencia en el
analista. No en vano el prefijo alemán gegen (en Gegenübertragung:
contratansferencia), no sólo tiene la significación
lingüística de "contra", sino también de
"cerca de", en el sentido de proximidad. Por ello
en su etimología la contratransferencia implicaría la
posibilidad de mantenerse próximo a la transferencia del
paciente, para poder reaccionar ante ella. El proceso
tránsfero-contratransferencial, así entendido, puede
abarcar todos los planos antes mencionados, y muchas otras
dimensiones de análisis, algunas de las que tendré que
tocar brevemente para nuestros efectos, como la transferencia
/ contratransferencia anticipatoria, de analistas y de
pacientes, así como lo que P. Aulagnier ha intentado
conceptualizar bajo el nombre de investidura del proceso
analítico por parte del analista.
Lo que me importa destacar en
este punto es que considero, siguiendo a Freud, y
contrariamente a lo que pensarían algunas corrientes
analíticas, que la transferencia (y por ello el complejo
fenómeno tránsfero-contratransferencial) no está dada
inicialmente sino que se va instaurando en un largo
proceso del vínculo analista-analizando, que cumple
diferentes fases, nunca lineales. Los kleinianos o
neokleinianos, por ejemplo, pueden de inmediato efectuar
interpretaciones transferenciales a un paciente, aun en
entrevistas iniciales, porque parten del supuesto implícito
que la transferencia ya preexiste desde el principio.
La noción de "valor de
estímulo" que introduzco aquí, fue propuesta y
extensamente desarrollada por G. Devereux, psicoanalista y
antropólogo, autor bastante relegado y renegado por el mundo
analítico, pese a ser esenciales sus aportes
etnopsicoanalíticos y epistemológicos para toda reflexión
psicoanalítica.
III) El impacto de
género en la instauración del proceso
tránsfero-contratransferencial
Decíamos entonces que este
proceso se instaura y se va consolidando en un largo
desarrollo que supone distintas fases o momentos. P.
Aulagnier habla de cuatro momentos muy diferentes entre sí:
el "antes" del encuentro con el analista, el
prólogo, el análisis y el "después" del
encuentro. Desde nuestra perspectiva, un poco diferente, uno
de los primeros momentos podría ser entendido como el de la
transferencia / contratransferencia anticipatoria. Efectivamente
cuando un paciente decide consultar a un analista podemos
suponer que subyace a esta demanda de análisis, todavía
incierta y poco clara para dicho paciente, un sufrimiento
psíquico, una angustia que lo desborda. No llega a nosotros,
sin embargo, en blanco, sino cargado de expectativas y de
preconceptos, de fantasías de enfermedad y fantasías de
cura. Simplemente al elegir un analista, lo hará a
partir del "valor de estímulo" de su posible
analista. No será por ello lo mismo, en sus motivaciones y
expectativas conscientes e inconscientes, que el analista sea
joven o viejo, hombre o mujer, mexicano o extranjero,
reconocido o no en el ámbito público, ejerciendo como
universitario o ajeno a actividades docentes, que tenga su
consultorio en Tepito o en Polanco, a qué asociación,
escuela o grupo pertenece, que se le conozcan publicaciones o
no, etcétera, etcétera. Y ese "valor de
estímulo" conlleva inevitablemente la ilusión de una
"objetividad". A menudo, por ejemplo, una persona
mayor sentirá que un joven analista no puede tener la
experiencia vital suficiente para entenderlo. O una mujer
podrá pensar que su problema tan particular con un hombre,
por parte de quien se siente incomprendida como mujer, no
podrá ser bien captado más que por una psicoanalista mujer.

Esa transferencia
anticipatoria se iniciará, pues, para el paciente, apenas le
hayan recomendado un analista. O, a la inversa, como
contratransferencia anticipatoria, apenas un colega le haya
comentado a un analista: "Te voy a remitir a fulano de
tal". Se confirmará con la primera llamada telefónica
que disparará para ambos componentes del vínculo analítico
la dimensión fantasmática anticipatoria. Estos fantasmas
recibirán su primera confrontación con la realidad objetiva
en la primera entrevista que se fije. En esas entrevistas
iniciales (3), el analista no podrá dejar de mostrar al
entrevistado -su eventual futuro analizando- este factor de
"valor de estímulo", tanto en los rasgos antes
mencionados, como en su apariencia física, su modalidad
técnica al delimitar el encuadre de la entrevista, su
capacidad de escucha, los rasgos de personalidad que revele
directamente o a través de las características de su
consultorio, etc. No debemos olvidar que no sólo somos
quienes, como analistas, "observamos" a nuestro
paciente para conocerlo, sino que toda entrevista preliminar
se constituye en una observación/conocimiento bilateral,
pese a la asimetría funcional que nuestro dispositivo
analítico suscita y torna imprescindible. Dentro de esas
características "objetivas", que estamos
denominando "valor de estímulo", consideramos que
la condición de género del analista lejos está de resultar
indiferente para el paciente, estando integrada a estas
características que pueden llegar a facilitar o dificultar
la instauración y desarrollo del proceso
tránsfero-contratransferencial.
Lo que estoy trayendo hasta
aquí, parece bastante obvio y elemental y podría ser
aceptado, en términos generales, por analistas de diferentes
corrientes. Solamente algunos colegas, a los que denomino
"fundamentalistas", podrán llegar a negar la
existencia de estos fenómenos tan evidentes, de los que sin
embargo poco suele hablarse. En este momento inicial
entonces, y en función de todos los imaginarios con los que
el paciente llega a formular una demanda analítica, la
dimensión de género tendría un cierto peso en la elección
de psicoanalista. Pero, dirán muchos colegas, en la etapa en
que la transferencia ya está instaurada, poco importa el
género del analista, su identidad como hombre o como mujer.
Llegado a ese punto, en plena transferencia, el analista ya
carecería de identidad sexual. Para discutir este problema,
nos será necesario ahora, luego de este planteo tan
introductorio como esquemático, profundizar nuestra
propuesta.
IV) El impacto de
género en la escucha psicoanalítica

Un análisis
no es verdaderamente eficaz sino cuando hace vacilar las
referencias, cuando modifica el régimen de pensamiento
y, digamos el término, el ser del analista.

J.-B.
Pontalis

Mientras el
analista se contente con el estilo aforístico que
enuncia que el sujeto "hace una transferencia
paterna" o "materna" [...] -la lista es
infinita- [...] no comprenderá nada de lo que sucede,
ni, sobre todo, qué quiere decir escuchar. La eficacia
posible de su conocimiento de los mecanismos
transferenciales depende de su capacidad para
cuestionarlos del mismo modo que cuestionaría el
elemento de un sueño.
P. Aulagnier

Frente a aquellos que
sostienen que el género no tiene mayor incidencia en la
escucha analítica, luego de consolidado el proceso
psicoanalítico, me permitiré recordar un hecho elemental de
la historia del psicoanálisis, vinculado a la producción de
sus conceptos esenciales. En la actualidad aceptamos
unánimemente la existencia de lo que solemos denominar lo
"pre-edípico"(desde luego hablando en términos de
edipo fase y no de edipo estructura, donde ese
término carecería de sentido): la relación dual del niño
con su madre y la importancia de esas primeras fases,
totalmente constitutivas en el nivel intrapsíquico e
intersubjetivo. Sin embargo, se necesitó de la escucha
específica de género en la clínica psicoanalítica para
que estos conceptos pudieran ser "descubiertos" y
teorizados. Fueron precisamente analistas mujeres, algunas de
las primeras analistas de la historia (4), que pudieron
"escuchar" esa dimensión "pre-edípica"
en sus pacientes, de "fijación al estadio preedípico
[sin haber] alcanzado de modo alguno la situación
edípica" (5), lo que sus colegas hombres no habían
podido hacer, empezando por el propio Freud, precisamente
porque la escucha de dichas psicoanalistas se dio a partir de
su condición de mujeres, de su estructuración psíquica
particular como tales (6), centrada en lo que la dimensión
de género produce.
A partir de esta
consideración inicial podemos regresar a nuestras
reflexiones sobre la escucha psicoanalítica. Nos
preguntaremos ahora: ¿quién habla?, ¿quién escucha?, en
la situación tránsfero-contratransferencial
psicoanalítica. Según como sean contestadas estas preguntas
desde los marcos conceptuales de cada analista, tendremos
respuestas diferentes en torno al impacto de género posible
en el trabajo psicoanalítico, respuestas que suelen ser muy
variadas. No será posible desarrollar todas las opciones
ahora. Recordemos tan sólo que para muchos analistas la
contestación sería fácil: es el inconsciente del paciente
quién "habla" y el inconsciente del analista
quién "escucha". Se trataría de una conexión de
inconsciente a inconsciente. Otros grupos analíticos,
especialmente lacanianos, preferirán referirse a la
emergencia momentánea del evanescente sujeto del
inconsciente, tal como fue conceptualizado por Lacan.
Mi respuesta personal es otra,
pero sólo podré enunciarla ya que su desarrollo implicaría
una extensa discusión en torno a la teoría de sujeto que
sustento para pensar el psicoanálisis y su mismo objeto de
estudio, a nivel epistemológico. Concepción que tiene
fuertes repercusiones clínicas, además de las
teórico-epistemológicas, ya que marca también una forma de
entender la situación psicoanalítica en su dimensión
clínica. Desde mi punto de vista diría que quién habla, en
el analizando, y quién escucha, en el analista, es siempre
el sujeto psíquico de la intersubjetividad. Para ser
aún más explícito, podría aclarar, el sujeto (o los
sujetos) del aparato psíquico, en sus redes de constitución
intersubjetiva. Vale decir, un sujeto escindido en
instancias, que sólo puede ser entendido freudianamente como
diferentes sujetos portadores de deseos (que llegan
inicialmente de afuera, de los otros que nos constituyen), en
donde la instancia yoica intenta trabajosamente mantener un
equilibrio inestable entre esas diferentes dimensiones
deseantes, conflictivamente enfrentadas. Pero un sujeto
también que, siguiendo los imprescindibles aportes de R.
Kaës, se ha constituido inicialmente como "sujeto del
grupo", a partir de otros, del encuentro con
otros aparatos psíquicos que lo han constituido (otros sujetos
psíquicos de la intersubjetividad), mediante procesos
identificatorios, en vínculos intersubjetivos donde van
teniendo gran incidencia los fenómenos preconscientes, antes
de devenir ese sujeto psíquico que estamos
definiendo. Contrariamente a Lacan, entonces, no concibo al
yo tan sólo como un lugar puramente imaginario y engañoso,
lugar del desconocimiento, un síntoma en sí mismo. Me
adhiero más a la concepción de P. Aulagnier, entre otros,
para considerar las complejas relaciones entre sujeto y yo.
No se puede elaborar una teoría del sujeto sin tomar en
cuenta esa instancia esencial que es el yo, directamente
vinculada al lenguaje y al pensamiento, tal como lo he
desarrollado en varias publicaciones anteriores (7). Gracias
a la teoría del sujeto le salimos al paso a la pretensión
del yo de homologarse a todo el aparato psíquico, por
ejemplo, con la idea de "áreas libres de
conflicto", o de pensar que la racionalidad del
pensamiento, en el sistema preconsciente-consciente puede
autoabastecerse en relación a las esenciales determinaciones
inconscientes que están en la génesis de todo pensamiento y
sostienen la misma posibilidad de pensar.
Leído el proceso desde esa
perspectiva, la escucha se efectúa con todo el aparato
psíquico y no solamente con el sistema inconsciente,
pese a que serán jerarquizados, desde luego, los contenidos
inconscientes reprimidos y sus derivados. Pero estarán
presentes en el discurso del paciente y en la escucha del
analista, inexorablemente, todos los factores constitutivos
de sus respectivos psiquismos, entre ellos también los que
provienen del registro cultural internalizado, que tanto ha
contribuido a la delimitación de una identidad sexual, por
lo que la escucha sólo puede ser una escucha de
género, capaz de producir muchos puntos ciegos, no
necesariamente catastróficos para el analizando, ya que
pueden y deben ser controlados y combatidos, tal como Freud
proponía domeñar los factores contratransferenciales.
Traeremos un solo ejemplo, muy
conocido tal vez, pero terrible en sus muy variadas
consecuencias, para mostrar que un analista siempre escucha
desde un lugar determinado, desde luego que a partir de su
formación teórico-clínica, pero debiendo luchar
permanentemente contra sus propias orejeras que, en función
de muchos motivos, no necesariamente patológicos, pueden
provocar una escucha selectiva, a veces tan sólo por
intereses momentáneos, con relación a aquello que se está
estudiando o investigando. Relataba un famoso analista
inglés sus experiencias analíticas personales. Se trata de
H. Guntrip, perteneciente a la escuela de las
"relaciones objetales". Sus analistas fueron
figuras que marcaron profundamente la historia del
Psicoanálisis, nada menos que R. Fairbairn y D. W.
Winnicott, en ese orden. Recuerda Guntrip que el análisis
con el primero de ellos giró sobre la noción de rivalidad
edípica, en torno al tema del robo del pene paterno. Tema
que "casualmente" obsesionaba a Fairbairn, su
analista. Con Winnicott, en cambio, el análisis se centró
sobre las relaciones objetales con su madre, que por supuesto
era el tema de interés teórico central, en esa época, del
gran analista británico. Es decir, regresando a mi temática
más específica, que toda escucha psicoanalítica resulta
inevitablemente limitada y parcial, por la incidencia de
muchos factores, desde los teóricos hasta los clínicos,
debiendo destacarse entre ellos, también, la identidad de
género como posible productora de puntos ciegos o de
pseudoevidencias, todo lo que no suele ser consignado por la
atención flotante del analista en su escucha.
¿Llevará lo antedicho a
pensar que sólo se puede analizar lo "semejante" y
no lo "diferente", que no podría ser
"entendido" adecuadamente? ¿El problema del
impacto de género nos haría revisar drásticamente nuestros
criterios de analizabilidad? Claro que no, incluso sería
perfectamente sostenible todo lo opuesto con relación a la
primer pregunta formulada: no se trata de
"entender" en psicoanálisis, en un plano racional,
pese a que también la razón interviene en la escucha por
pertenecer al aparato psíquico de quién escucha. Se trata
de "escuchar" las determinaciones inconscientes, y
de ayudar al analizando a que pueda "escucharse" a
sí mismo, confrontarse con su mundo fantasmático
inconsciente, con sus múltiples y dispares deseos
inconscientes, a menudo en conflicto con sus deseos
conscientes y preconscientes. Incluso lo que dispara más la
contratransferencia en su registro de "movimientos
contratransferenciales", correlatos a los movimientos
transferenciales del paciente (las sorpresas del
análisis, como las conceptualizaba J.-B. Pontalis), es
justamente lo que nos toca en carne propia, en llaga viva,
podríamos decir: lo semejante, no lo extraño o lo distinto.
En ese sentido podemos escuchar mejor como analista lo que,
proveniente del paciente, no nos confronta con nuestra
historia, con nuestros propios núcleos patológicos
inconscientes, nunca totalmente elaborados pese a los
análisis que hemos llevado. Igualmente el entender
"completamente" a nuestro analizando, o
comprenderlo demasiado rápido, también puede significar una
grave distorsión defensiva a la que subyace una escucha muy
parcial y distorsionada, con la que solemos manejar nuestra
angustia por no lograr asumir adecuadamente nuestro lugar
como analista. Desde luego, es preciso subrayarlo, estos
análisis por los que hemos atravesado en nuestra formación
analítica resultan esenciales, porque nos confrontaron
siempre con la diferencia de género, la diferencia de sexos
(8), el hombre tratando de entender sus conflictos y sus
eternos desencuentros con la mujer, y respectivamente, la
mujer con el hombre. Pienso, además, que la posibilidad de
que hayamos tenido por lo menos un análisis con un analista
hombre y otro con una analista mujer puede ser enriquecedor
en nuestra propia formación, y la resolución de conflictos
en torno a la diferencia de sexos.
De todas formas que emerjan en
nosotros diversas respuestas contratransferenciales no
significa, en absoluto, que las podamos consignar
inmediatamente, por lo que puede ser mucho lo "no
escuchado" en la situación analítica, en detrimento de
la evolución clínica del analizando y del encuentro con su
propio inconsciente. La verdadera contratransferencia, en su
sentido más restringido, correlato directo de la
transferencia (aquellos niveles que Pontalis estudia con el
nombre de "posiciones contratransferenciales" y
"empresa contratransferencial"), se caracteriza
precisamente por no ser fácilmente percibida. Y a menudo
sucede que sólo en nuestras supervisiones o en nuestros
análisis propios pueden emerger sus trazas obligándonos en
un a posteriori a resignificaciones y cuestionamientos
de todo nuestro complejo vínculo
tránsfero-contratransferencial con nuestros pacientes. Allí
también emergerán, no siempre fácilmente, nuestras
lecturas de la realidad, y nuestra escucha, inevitablemente
tamizada por todos los factores que nos han constituido como
sujeto psíquico, entre ellos también nuestra identidad de
género.
Recordemos, ya para terminar,
una pequeña anécdota. En una conferencia bastante reciente
que tuve a mi cargo, una psicoanalista lacaniana me
cuestionó intempestivamente: "¿Cree usted entonces que
la escucha psicoanalítica es cultural?". Le contesté
que inevitablemente toda escucha es histórica, toda escucha
es cultural, porque no dejamos de ser nunca, además de
sujetos psíquicos, sujetos histórico-sociales. Desde mi
óptica, antes indicada, de que escuchamos con todo nuestro
aparato psíquico, resulta evidente que no podríamos
analizar a una persona de otra cultura o de otra galaxia, con
códigos desconocidos para nosotros. Pero aun sí solo
escucháramos al inconsciente, como sostienen algunos
colegas, sería lo mismo ya que tampoco creo en la existencia
de un inconsciente atemporal y ahistórico, en lo que
concierne a los contenidos inconscientes reprimidos, por más
que podamos pensar que los modos formales de estructuración
del psiquismo, en cuanto a los vínculos intersubjetivos y al
deseo como motor estructurante, son universales. De la misma
forma, entonces, no puedo dejar de pensar que toda escucha no
puede desprenderse totalmente del género de quien escucha,
lo que puede producir fuertes impactos en el proceso
tránsfero-contratransferencial cuando se niega o reniega esa
incidencia y sus posibles consecuencias. Cuando en cambio se
la tiene en cuenta y se la trabaja en los niveles teórico,
epistemológico, ético, y clínico, tratando de dominar sus
posibles efectos negativos, no sólo puede ser reducida de
manera significativa para no significar un entorpecimiento al
proceso analítico, sino que las reflexiones a que nos
conduce enriquecerán definitivamente nuestra escucha.

Notas
(1) Los trabajos de P. Heimann
(1949 y 1959), fueron fundamentales al respecto, inaugurando
toda una reflexión sobre los fenómenos
contratransferenciales, que condujo luego a ensayos muy
específicos en la escuela kleiniana latinoamericana como los
ya clásicos desarrollos de H. Racker sobre el tema,
comenzados en realidad desde 1948.
(2) Nos recordaba P. Aulagnier
algo esencial: el poder de anticipar es la tarea específica
del Yo y de la actividad de pensar. Vivir, nos decía,
implica el investimiento anticipado del tiempo futuro (Cfr.,
"A propósito de la transferencia: el riesgo de exceso y
la ilusión mortífera").
(3) Entrevistas preliminares
que son esenciales por muchas razones, fundamentalmente contratransferenciales,
en el sentido más amplio del término: evaluar la
posibilidad de que podamos tomar a un paciente, invistiendo y
preservando una relación transferencial con ese sujeto
singular que nos consulta y que debe lograr motivar nuestra
escucha psicoanalítica. Cfr., algunos de los trabajos de P.
Aulagnier citados en bibliografía, especialmente su ensayo
"Tiempo de palabra y tiempo de escucha" y el
apartado "Entrevistas preliminares" de su libro El
aprendiz de historiador y el maestro-brujo.
(4) El propio Freud cita
expresamente a R. Mack-Brunswick, J. Lampl-de Groot y H.
Deutsch como aquellas psicoanalistas que aportaron a la
comprensión de la "prehistoria de la mujer", las
relaciones duales madre-hija más tempranas (cfr., su
clásico ensayo "La feminidad", 1932). Obviamente
M. Klein, como importante jefa de escuela, también fue una
pionera en la profundización del estudio de esas relaciones
tempranas, dejando una huella imperecedera con su
pensamiento. El mismo tomó en ese punto una dirección
distinta a las antes citadas ya que Klein conceptualizaba una
relación triangular y no dual con la presencia del padre
(fantasía inconsciente del pene paterno guardado en la
madre), a partir del edipo temprano que postuló.
(5) S. Freud, ibíd.,
p. 121, el paréntesis aclaratorio es de nuestra
responsabilidad.
(6) Tema que, de
profundizarse, nos llevaría muy lejos. Si existe, como lo
estoy insinuando, una estructuración psíquica específica
según el género, resultaría evidente entonces que la misma
escucha, a partir de esas estructuraciones específicas
masculinas o femeninas, no podría ser sino distinta y
particular, correlativa a cada estructuración.
(7) Por ejemplo, en mi
contribución al libro colectivo Tras las huellas de la
subjetividad, que llevó por título "La categoría
de subjetividad, sus aporías y encrucijadas: apuntes para
una reflexión teórico-epistemológica".
(8) Prefiero hablar de
"diferencia de sexos", porque considero que el
concepto de género introducido por R. Stoller en 1968, tan
difundido actualmente a partir del mundo anglosajón, y pese
a sus indiscutibles aportes, resulta problemático para el
campo psicoanalítico. La antigua denominación de
"sexo", que venimos utilizando desde los años
sesenta, diferenciando sexo biológico, legal,
socio-cultural, psicológico, etc., nos confrontaba con algo
esencial: la diferencia de géneros sólo puede entenderse
edípicamente a partir del concepto de sexualidad, leído
éste en su máxima amplitud y abarcabilidad, y nunca
fuera de él (que, además, debe ser pensado no sólo
desde la concepción psicoanalítica de sexualidad sino
trabajado en un nivel interdisciplinario y con miradas
multirreferenciales sobre el complejo fenómeno de la
sexualidad). Pero todo esto se abre a una polémica que
necesita de un espacio para desarrollar discusiones
específicas.

Bibliografía
Aulagnier, Piera, "Tiempo
de palabra y tiempo de escucha: Notas clínicas" (1973),
en su libro El sentido perdido, Trieb, Buenos Aires,
1980.
_____"A propósito de la
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mortífera" (1975), en ibíd.
_____"El trabajo de la
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Cuerpo, historia, interpretación. Piera Aulagnier : de
lo originario al proyecto identificatorio, Paidós,
México, 1991.
_____El aprendiz de
historiador y el maestro-brujo (1984), Amorrortu, Buenos
Aires, 1986.
Devereux, George, De la
ansiedad al método en las ciencias del comportamiento
(1967), Siglo XX, México, 1977.
Freud, Sigmund, "La
feminidad" (Conferencia núm.33 de las Nuevas
conferencias de
introducción al
psicoanálisis, 1932), en Obras Completas, vol.
22, Amorrortu, Buenos Aires, 1979.
Heimann, Paula, "Acerca
de la contratransferencia" (1949), Revista Uruguaya
de Psicoanálisis, t. IV, núm. 1, 1961-62, Montevideo.
Guntrip, Henry, "My
experience of analysis with Fairbairn and Winnicott"
(1977), en su traducción al francés publicada en Nouvelle
Revue de Psychanalyse, num. 15, Gallimard, París.
Kaës, René, Le groupe et
le sujet du groupe, Dunod, París, 1993.
Perrés, José, El
nacimiento del psicoanálisis. Apuntes críticos para una
delimitación epistemológica, Plaza y Valdés /
Universidad Autónoma Metropolitana, México,1988.
_____"Acerca de la
institución psicoanalítica y de las relaciones entre
escuelas analíticas", en Memoria del Simposium
"Desarrollo de la personalidad - Relaciones de
objeto", Asociación Mexicana de Psicoterapia
Psicoanalítica AC., México, 1992.
_____ "La categoría de
subjetividad, sus aporías y encrucijadas: apuntes para una
reflexión teórico-epistemológica", en Tras las
huellas de la subjetividad, libro colectivo, UAM,
Xochimilco, México, 1998.
Pontalis, Jean-Bertrand,
"A partir du contre-transfert: le mort et le vif
entrelacés" (1975), en su libro Entre le rêve et la
douleur, Gallimard, París, 1977.
_____"Lo extraño de la
transferencia", en su libro La fuerza de atracción
(1990), Siglo XX, México, 1993.
Racker, Heinrich, Estudios
sobre la técnica psicoanalítica, Paidós, Buenos Aires,
1960.

http://www.acheronta.org

Número 8
- Diciembre 1998

Género y Subjetividad - Psicoanálisis en un nuevo contexto

Género y Subjetividad
Psicoanálisis en un nuevo contexto
Doris Hajer

RESUMEN

En el trabajo se intenta una
sucinta recorrida por las concepciones de la mujer desde el
punto de vista psicoanalítico y los aportes de otras
disciplinas para la inclusión de la noción de género, la
importancia de éste para la desconstrucción de
"escencialismos" así como una actualización en
las posiciones de las estudiosas del tema en varias
disciplinas que desde 1993 ya no utilizan o abordan la
concepción de "género", para pasar a trabajar
desde sus efectos en lo que hoy da en llamarse "crítica
cultural", evidenciando cómo la problematización de la
posición de cada género, hace a una modificación de la
cultura que hoy en día sólo puede abordarse desde
fragmentos de conocimiento, ya sea desde la diversidad
disciplinaria, como desde la perspectiva epistemológica de
la "incertidumbre".

¿Qué
dices...si te señalo que toda mi nueva historia
primordial de la histeria era cosa ya consabida y
publicada cientos de veces y aun hace varios siglos?
¿Recuerdas que siempre dije que la teoría de la Edad
Media y de los tribunales eclesiásticos sobre la
posesión era idéntica a nuestra teoría del cuerpo
extraño y la escisión de la conciencia? Pero, ¿por
qué el diablo tras posesionarse de estas pobres, por
regla general ha cometido con ellas lascivias....¿Por
qué las confesiones en el potro de tortura son tan
semejantes a las comunicaciones de mis pacientes en el
tratamiento anímico?...Ahora los inquisidores vuelven a
pinchar con agujas para hallar los stigmata diáboli, y
en la situación semejante, a las víctimas se les ocurre
en poesía la antigua historia cruel. Así no sólo las
víctimas, sino al mismo tiempo los verdugos se acuerdan
de su juventud primera."
S. Freud
carta a W. Fliess 17/1/97

Este trabajo fue presentado en
la Facultad de Humanidades situación para mi sumamente
emocionante, tal vez muchos de los presentes, demasiado
jovenes desconocieran una historia que es hoy y siempre algo
muy presente para mí. La vieja Licenciatura en Psicología
en la que me formé, era parte de lo que antes se denominaba
Facultad de Humanidades y Ciencias y funcionaba en el local
de la calle Lindolfo Cuestas, hace años abandonado a su
destrucción. Fueron allí mis primeros pasos en la
Psicología en una forma que nunca mas hemos podido
recuperar, aquella vieja idea de Vaz Ferreira del estudio por
amor al estudio, tal vez hoy ya en desuso, para nosotros
aspirantes a psicólogos, hacía carne en el intercambio
interdisciplinario permanente con las demás licenciaturas,
que ofrecían a opción cursos año a año para nuestro
crecimiento como psicólogos, que aun al llegar a ser
profesionales se tornaron imborrables. Luego de cerrada la
Licenciatura de Psicología, por muchos años por la
intervención de la dictadura, al retorno a la democracia en
1985, para la Facultad de Humanidades y Ciencias
representábamos con el enorme caudal de estudiantes que por
entonces se acercaban a la Psicología "un elefante en
un bazar" y por mas que los mas viejos quisieramos
volver, aparecía esta idea como perteneciente a un pasado
imposible de retomar, de alli en mas con las nunca dejadas
añoranzas construímos o re-construímos primero la Escuela
de Psicología de-formada por la dictadura, luego el
Instituto de Psicología de la Universidad de la República
como antecesor de lo que hoy es la Facultad de Psicología.
Si nos dedicamos a lo que
especificamente es nuestro tema de hoy la Comisión de Plan
de Estudios de la actual Facultad de Psicología, creada en
1983/84 se planteó en sus inicios incluir dentro del Plan de
Estudios un curso sobre Estudios de la Mujer como parte de la
Currícula, la férrea oposición de algunos Representantes a
la Comisión hizo que este tema quedara relegado junto con
otros como "Estudio de las Religiones",
"Análisis coyuntural", "Educación y
cultura", "Análisis de las estructuras económico
culturales", "Literatura actual",
"Música, expresión corporal, y artes visuales de
nuestro tiempo", "Lingüística y
psicoanálisis", entre los etcs. como cursos
extracurriculares que abonarían créditos para futuros
postgrados a un ámbito casi exterior al Plan que se llevó a
cabo con la generación 88 durante el lapso de tiempo que se
demoró en conseguir presupuesto para seguir adelante con los
llamados y nombramientos necesarios para la puesta en marcha
del Plan. Estos cursos extracurriculares eran los que nos
permitían seguir con la ilusión de interdisciplinariedad
perdida por la dictadura en el alejamiento de esta Facultad.
Entretanto un equipo de
Investigación coordinado por quien les habla, continuaba con
determinados proyectos de investigación desde un cargo de
restituida, no dependiente de ninguna cátedra (siguiendo los
lineamientos del Plan Maggiolo y las ideas de Darcy Ribeiro
de su libro "La Universidad necesaria", que
suponía la investigación mas independiente y productiva
cuando no quedaba encerrada en currículas y departamentos).
De este modo luego de finalizar las primeras investigaciones
convocadas por el peculiar momento de los reinicios de la
enseñanza universitaria en democracia como "Efectos de
la Dictadura en la Enseñanza", "El imaginario
social del psicólogo" y "Historia de la
Psicología", comenzamos a trabajar un proyecto
denominado "Mujer en Psicoanálisis".
El mismo nos llevó a una
enorme bibliografía de la que hasta poco antes no teníamos
ni noticia, pasamos por nuevas visiones de la Historia
releída desde los grupos de mujeres que trabajaban en la
temática, así como pudimos trabajar desde otras
concepciones biológicas de la mujer, hasta nuevas visiones
Antropológicas, y Epistemológicas, finalmente o entretanto
vimos como determinadas psicoanalistas de otros países, iban
desconstruyendo mitos psicoanalíticos en torno a la mujer,
que mucho daño habían hecho no sólo a las mujeres sino al
propio psicoanálisis. Luego de varios trabajos intermedios,
alguno de ellos en prensa, nos pusimos a revisar los nuevos
aportes en EE.UU., Argentina, Francia y Alemania
fundamentalmente, que nos hicieron arribar a la conclusión
que el tema es tan inagotable, como difícil es cambiar
radicalmente de posición en la sociedad. El tema de Género
que había dominado el espectro de los estudios referidos a
la mujer hasta 1993 en E.E.U.U. y Europa, ya daba paso a
otros abordajes. Appignanesi y Forrester al respecto
describen: "La tradición culturalmente específica del
individualismo y la autoayuda, del optimismo terapéutico y
el culto de la autoestima que se había convertido en una
parte tan esencial de la cultura psicoanalítica en EE.UU.,
se ve reflejada ...en la liturgia del sí mismo en la que las
feministas psicoanalíticas han participado de buena gana.
Curiosamente ....el optimismo de esta retórica de la
individualidad va siempre acompañado de la retórica de la
víctima." Aquí nos encontrábamos incluso con
críticas a posturas respecto a la mujer que en determinado
momento parecieron de avanzada como las nuevas ópticas de la
relación madre-hijo, que ya habían sustituído las
posiciones a ultranza de la línea 68chentista y al estilo
Simonne de Beauvoir, las revisiones de Chasseguet-Smirgel,
las propuestas de Género como las de Badinter, y los
primeros trabajos de Nancy Chodorow, y también los pioneros
escritos de Emilce Dio Bleichmar y colaboradores. Estábamos
de pronto inmersas en el "Pensar fragmentos"
postestructuralista derridiano de una Jane Flax, o Jessica
Benjamin, acompañadas rápidamente por otros.
Por tanto el extenso trabajo
sobre el tema en sus diversas etapas: la sexualidad femenina
en el psicoanálisis como aquel punto de malestar de las
mujeres en el psicoanálisis, la mujer y el marxismo, la
mujer en la historia, la mujer y el poder, la mujer y su
educación para ser relegada en la sociedad hasta el punto en
que el psicoanálisis forcluía la razón adaptativa de su
discurso a la ideología dominante y respaldaba teóricamente
estos lugares no propios como lo sano: entre otros a la mujer
en el desconocimiento de su cuerpo, su goce, sus zonas
erógenas, su sexo que no es uno y que por eso no deja de
existir, la mujer síntoma del hombre y no en sí, etc. etc.
debía de seguir sobre la base de lo iniciado en el último
decenio desde la noción de Género, para discriminarnos de
lo biológico y poder pensarnos desde lo social,
antropológico, psicológico; hacia un abordaje
psicoanalítico que por momentos y en el fragor de la
contienda había sido (no por nuestra parte, sino desde el
lado de las feministas que habían hecho enormes aportes,
bastante mal leído) por lo que debíamos ser especialmente
cuidadosos y junto a la necesaria transdisciplinariedad en el
tema. El rescate que por ej. desde Freud consiste en el
intento de la separación de lo biológico y lo psicológico,
se dio en toda una línea de su pensamiento y la palabra:
"Geschlecht" utilizada desde siempre, como género
en Freud y como todos sabemos en nuestras construcciones
gramaticales y lingüísticas, en malas traducciones y
lecturas había sido obviada, en tanto los feminismos
ingenuos de los comienzos negaron u omitieron estas lecturas.
La concepción de Género
entonces nos llevó de la mano a los efectos en ambos
géneros: masculino y femenino, de un cambio en el
posicionamiento de cada uno de ellos. No quiero repetir cosas
que se han dicho y escrito hasta el cansancio. Tratando de
aggiornarnos en la literatura actual tanto argentina, europea
como norteamericana, debímos estudiar mas a fondo
Postmodernismo, Desconstructivismo y descubrir que aquellos
textos que buscábamos en los anaqueles de Estudios sobre la
Mujer o el Género, ya no tenían publicaciones nuevas y que
las que podían interesarnos estaban ahora en los denominados
Crítica Cultural.
Esto no produjo desconcierto,
solo reafirmó lo que veníamos postulando desde hace mucho:
el tema de Género es sin duda uno de los puntos centrales
por el que los psicoanalistas debemos investigar
modificaciones culturales - imaginario o moral social
deviniendo inconsciente y comenzar a reformular, abordar
nuevamente, la clínica con oídos abiertos, sin esquemas.
Obviamente las sociedades están sacudidas en sus individuos
por un cambio en proceso que aun no se ha podido asimilar,
sólo constatar, padecer, gozar.
¿Esto atañe a todos los
estratos de nuestra sociedad?,
Una niña de 12 años denuncia
a su padre por abuso, ¿parece historia repetida? Sí, porque
la abuela en el juzgado dice que su hijo es normal, en su
familia por la rama paterna todos de generación en
generación abusaban de sus hijos o hijas, ¿lo diferente?
esta niña denuncia, quiebra con un escencialismo de la
historia familiar: "los padres siempre hacen eso".
Y si de abuso se trata
¿quién desconoce la desconfianza de las feministas hacia
los psicoanalistas que han penetrado con sus concepciones en
lo legal, para dudar de una niña que denuncia un abuso
porque el psicoanálisis demuestra que lo edípico lleva al
deseo y a construir fantasía.
El Equipo "Mujer en
Psicoanálisis" de la Facultad de Psicología realizó
hace ya mas de dos años un relevo a partir de una pasantía
de estudiantes, con una muestra representativa de
psicoanalistas, preguntando qué importancia podía tener, en
la transferencia el género del/de la psicoanalista, y qué
del género del/de la paciente; las respuestas fueron
avasalladoras, más del 80% pensaba que ninguna importancia,
un enorme porcentaje decía no haber pensado jamás en el
tema, ni mucho menos qué importancia podía tener en el
curso de un tratamiento, hasta se llegó a decir que nunca
habían pensado en la mujer porque trataban niños. Desde las
definiciones del psicoanalista como función, hasta que todo
se analiza por tanto no importa, se pasaba por afirmaciones
que ni tan siquiera se cuestionaban la teoría freudiana
respecto a la "sexualidad femenina" y por ende no
habían leído el exhorto freudiano de seguir investigando en
la línea donde él sentía no haber podido dar respuestas
"Was will das Weib? (¿Qué quiere la hembra?), hasta
cierto malestar no profundizado en esas teorizaciones en el
caso de las propias analistas mujeres, llegando a ese escaso
20% que comenzaba a cuestionárselo porque había realizado
algún seminario o grupo de estudio.
Apenas dos años después
desde las mismas instituciones, afortunadamente comienzan a
florecer ofertas de estudiar la temática.
También en la investigación
realizada por el mismo equipo antes mencionado de la Facultad
de Psicología, uno de los primero puntos a investigar fue
¿Qué es la femineidad? Las respuestas giraban siempre en
torno a una imagen referida a la mirada de los hombres, la
femineidad como mascarada, como deber ser, como fetiche del
hombre. Como deseo del otro, nunca como yo soy...
La mujer por otra parte se
hacía mujer a través de un hombre y de un hijo. ¿Y ella?
Y el género masculino en este
"nuevo contexto" ¿qué hace con la aun vigente
educación cada vez mas sutilmente machista, qué de la
identidad masculina?, ¿qué diablos de la femineidad?
Es habitual que quienes
trabajemos con la noción de Género digamos que sólo
podemos desconstruir, hacer el esfuerzo de buscar en cada
teorización -sea esta de la disciplina que sea- lo
ideológico que en su discurso se cuela. Jane Flax llama a
uno de sus libros "Pensando fragmentos" y es eso
sólo, fragmentos como aquellos con los que Freud hacía
asociar a sus pacientes, o como aquellos que desde el
psicoanálisis no podemos mas que atisbar para complementar
con los hallazgos de otras disciplinas para no cometer el
mismo error o abuso: contestar a visiones escencialistas con
nuevas teorías que conlleven a la afirmación de nuevas
esencias petrificantes.

¿Tienes
idea de cuántos libros se escriben acerca de las mujeres
en un año? ¿Tienes idea de cuántos están escritos por
hombres? Te has dado cuenta de que eres, tal vez, el
animal mas discutido en el universo?...
¿Cómo
he de encontrar los granos de verdad ocultos en esta masa
de papel? me pregunté, y desesperada comencé a recorrer
con mi vista la larga lista de títulos...era un
extrañísimo fenómeno; y aparentemente -aquí consulté
la letra M- la dedicada al género masculino. Las mujeres
no escriben libros acerca de los hombres - un hecho que
no pude dejar de agradecer con alivio, pues si primero
hubiera debido leer todo lo que aquellos hombres habían
escrito sobre las mujeres, luego todo aquello que las
mujeres habían escrito acerca de los hombres, el aloe
que florece una vez en cien años habría florecido dos
veces antes de poder apoyar mi pluma sobre el
papel."
Virginia
Woolf - A Room of Ones Own.

Bibliografía
Appignanesi, Lisa- Forrester,
John - "Las mujeres de Freud" Ed. Planeta. Bs.As.
1996
Assoun Paul-Laurent - "El
perverso y la mujer en la literatura" Ed. Nueva Visión
Bs. As. 1995.
Benvenuto, Bice -
"Concerning the rites of Psychoanalysis or the Villa of
Misteries" Ed. Routledge. New York 1994
Butler, Judith- "Bodies
that matter" Routledge New York 1993
Benhabib, Seyla/Butler,
Judith/Cornell, Drucilla/Fraser, Nancy - "Der Streit um
die Differenz" Feminismus und Postmoderne in der
Gegenwart. Fischer Verlag. Frankfurt am Main 1993.
Benjamin, Jessica -
"Unbestimmte Grenzen. Beiträge zur Psychoanalyse der
Geschlechter". Fischer Verlag Frankfurt am Main 1994.
Benjamin, Jessica - "Like
Subjects, love objects. Essays on Recognition and sexual
Difference" Ed. Yale University Press 1998.
Benjamin, Jessica - Excitable
speech - A politics of the pernormative" Ed. Routledge
London 1997.
Benjamin, Jessica - "The
bonds of love" Psychoanalysis, politics and philosophy.
Ed. Pantheon New York 1988.
Benjamin, Jessica -
"Phantasie und Geschlecht. Psychoanalytische Studien
über Idealisierung, Anerkennung und Differenz"
Stroehmfeld Verlag 1993.
Cornell, Drucilla -
"Beyond Accomodation - Ethical feminism, deconstruction
and the law" Ed. Routledge New York and London 1991.
Flax, Jane - "Thinking
Fragments - Psychoanalysis, feminism postmodernism in
the contemporary West"- University of California Press
Berkeley. Los Angeles Oxford 1990.
Flax, Jane - "Disrupted
subjects -essays on psychoanalysis, politics and
philosophy" Ed. Routledge New York 1993
Freud, Sigmund - Cartas a
Wilhelm Fliess (1887-1904) Amorrortu Editores Bs. As. 1994.
Lacan, Jacques - "Dios y
el goce de la mujer. Una carta de amor" Sexualidad
Femenina citado por Jane Flax en "Thinking
Fragments" University of California Press Berkeley Los
Angeles Oxford 1990.
Lacan, Jacques . El Seminario
Libro 8 "Intervención sobre la Transferencia"
Paidós 1993
Lacan, Jacques - Le Seminaire
LIVRE XVII . "Lenvers de la Psychanalyse".
Ed. Du Seuil 1991
Lacan, Jacques- Le Seminaire .
Livre XX. "Encore". Ed. en español "Aun"
Paidós 1981.
Livi, Jocelyn - "Vapeurs
de femmes" . Ed. Navarin Paris 1984
Olivier, Christianne - "F
wie Frau. Psychoanalyse und Sexualität" Ed. Econ
Francia y Alemania 1991.
Rohde-Dachser, Christa -
"Expedition in den dunklen Kontinent - Weiblichkeit im
Diskurs der Psychoanalyse"- Fischer Verlag Frankfurt
a/Main 1997

http://www.acheronta.org

Número 8
- Diciembre 1998

 

 

 

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