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El lugar de Internet en
la crisis capitalista
Luis Oviedo

En una economía mundial caracterizada por la sobreproducción y la
tendencia a la deflación y a la depresión, Internet –la red que
enlaza a las computadoras a través del mundo– es la única rama
que crece. Y lo hace a tasas verdaderamente espectaculares.

El número de usuarios creció más del 600% en los Estados Unidos
en los últimos dos años. Fuera de Estados Unidos, es todavía más
espectacular: sólo en América Latina, el número de usuarios
creció 1.200% desde 1997. Internet se ha convertido, en pocos
años, en uno de los principales medios mundiales de comunicación:
en 1998, el correo electrónico (E-mail) superó al correo postal
como medio de transmisión de correspondencia.

Internet, que comenzó como una aplicación militar y luego se
desarrolló como una herramienta de comunicación académica, se ha
convertido, de una manera casi excluyente, en una vastísima red
comercial, donde es posible vender desde programas informáticos
hasta servicios financieros y turísticos, automóviles o libros.
En consecuencia, lo que mide realmente su crecimiento es el
desarrollo del comercio electrónico (E-com). En Estados Unidos,
las ventas electrónicas alcanzaron los 8.000 millones de dólares
en 1998, una cifra que triplica la registrada en 1997. A nivel
mundial, superó los 13.000 millones de dólares. Este récord es
todavía más llamativo si se considera que se ha producido en el
cuadro de una contracción del comercio internacional: en 1998,
por primera vez desde la última posguerra, el monto del comercio
mundial ha retrocedido como consecuencia del efecto combinado de
la baja de los precios de las materias primas y la recesión en
numerosos países.

Los pronósticos más optimistas anticipan una duplicación anual
del volumen mundial del comercio electrónico hasta alcanzar los
400.000 millones de dólares en el 2002 y un crecimiento más
‘moderado’ a partir de entonces, hasta llegar a los 2,5 billones
a fines de la próxima década.

Otro indicador del crecimiento de Internet es el aumento de la
venta de ‘servidores’, las computadoras usadas para albergar los
millones de ‘páginas’ de la red: las ventas de Sun Microsystems
crecieron un 30% en 1998; las de otros grandes fabricantes, como
Hewlett Packard o IBM, crecieron, en promedio, un 15%. Se trata
de un desempeño que otros grandes pulpos capitalistas, como GM o
Texaco, envidiarían.

Sobre la base de estas vastas proyecciones comerciales, las
acciones de las empresas de Internet son las que más se han
valorizado en la hipervalorizada Bolsa de Wall Street. En 1998,
el crecimiento promedio de las acciones de las empresas que
operan en Internet fue del 225%, una cifra varias veces por
encima del promedio de Wall Street (e incluso por encima del
promedio de las ‘acciones tecnológicas’, que incluyen empresas
que no operan en Internet). Pero esto es sólo un promedio: la
valorización de algunas de las más ‘calientes’ acciones de
Internet superó el 1.200% en un solo año.

Con la entrada en el negocio de grandes pulpos como ATT, General
Electric o Disney, también pegaron un enorme salto las
adquisiones de ‘empresas Internet’ y las fusiones. En el segundo
bimestre de 1998 se registraron 247 compras y fusiones por un
total de 16.000 millones de dólares (contra 167 acuerdos en el
primer semestre). Los capitales envueltos en estas fusiones son
enormes: en la compra de Excite (uno de los más importantes
‘portales’ de ingreso a la red), la empresa At Home (a su vez,
propiedad de la ATT) pagó un ‘premio’ del 78% por acción. En
otras palabras, la ATT pagó las acciones al 178% de su ya
altísimo valor bursátil. Este ‘premio’ y otros similares se
explican porque "las grandes empresas que quieren entrar a
Internet no tienen otra alternativa que pagar" (1).

¿La red mundial de computadoras y el ‘ciber-comercio’ electrónico
serán, como pretenden sus apologistas, la locomotora joven y
potente que arrastrará hacia la salida de la crisis a los pesados
y quebrados vagones de la economía del ‘mundo real’? ¿O son más
bien, por el contrario, un factor de agravamiento de la crisis
mundial?

El objeto de este trabajo es esbozar una respuesta a estas
preguntas.

Una burbuja especulativa volatil y salvaje ...

Como otras ‘revoluciones tecnológicas’ del pasado –los
ferrocarriles, la electricidad, el automóvil, la radio, la
televisión o las computadoras– Internet ha desatado una ‘manía’
de compras en Wall Street.

Las acciones de las ‘empresas Internet’ son las más requeridas
por los especuladores, sin importar su precio o la solidez de la
empresa. Más aún, basta que cualquier empresa anuncie que abrirá
negocios ‘on-line’ para que automáticamente su cotización
bursátil se dispare (2). En consecuencia, los precios de las
acciones de las ‘empresas Internet’ alcanzaron "precios que dan
vértigo" (3), incluso para los elevadísimos niveles alcanzados
por la Bolsa de Nueva York.

La valorización bursátil de las empresas líderes en la Internet
asusta a muchos banqueros e inversores. America On Line, el mayor
proveedor norteamericano de ‘conexión’ telefónica con la red, con
15 millones de usuarios, tiene una valorización bursátil superior
a la de la General Motors. La valorización de Yahoo!, uno de los
más importantes ‘portales’, supera la de la Boeing-McDonell. La
de Amazon.com –que vende libros y música por Internet– es mayor
que la de Texaco o que la de dos de las mayores cadenas de ventas
minoristas de los Estados Unidos juntas (J. C. Penney y Kmart).

La ‘fiebre’ por las ‘acciones Internet’ es tan brutal que incluso
empresas desconocidas tienen rendimientos ‘explosivos’. En su
primer día de cotización en Wall Street, las acciones de la
empresa theglobe.com se valorizaron un 600%; las de otra empresa
tan desconocida como la anterior –Marketwatch, dedicada a la
compra-venta de acciones por Internet– se valorizó en un 484%. En
1998, en su primer día de cotización las ‘acciones Internet’ se
valorizaron en promedio un 120%.

El crecimiento de los precios de las ‘acciones Internet’ es tan
violento que "los métodos tradicionales de valuación de las
acciones han perdido sentido" (4). La valorización bursátil de
Yahoo! equivale al 152% de su facturación anual y la de
Amazon.com supera el 30% cuando esta relación en grandes empresas
como GM o Wal Mart no llega al 1%.

La sobrevaluación de estas acciones es todavía más espectacular
si se compara su precio con el beneficio que producen las
empresas. Muchas de las ‘empresas Internet’ no han producido
todavía un centavo de beneficios y no se espera que lo hagan en
los próximos años. Peor aún, hay ‘pesimistas’ que pronostican que
empresas de venta minorista por Internet, como la mencionada
Amazon.com, nunca obtendrán beneficios.

¿Esta inflación verdaderamente brutal de las ‘acciones Internet’
indica un movimiento de capitales de largo plazo, de acuerdo a la
tan prolongada ‘maduración’ que prometen las empresas que operan
en Internet? Ciertamente no.

Las ‘acciones Internet’ son compradas y vendidas ¡hasta 60 veces
por día! Los compradores retienen las acciones cada vez menos
tiempo, algo que los especialistas califican como "un hecho
preocupante" (5). La compra-venta de estas acciones es tan
frenética que el tiempo que insume la negociación de un volumen
de acciones equivalente a la valorización total de una empresa se
ha derrumbado: en el caso de Amazon.com, por ejemplo, pasó de 57
días (en el 97) a 13 días en diciembre de 1998 a pesar de que en
ese mismo lapso su valorización bursátil aumentó en más del 100%.

"No es inversión. Es mentalidad de casino" resume un analista de
Wall Street (6). Otro la califica como "la burbuja especulativa
más salvaje de este siglo" tan pródigo en ‘burbujas
especulativas’ salvajes (7).

... que marcha al derrumbe

No son pocos los que han señalado la extrema fragilidad de esta
‘ciber-burbuja’.

"Después de la frenética corrida que llevó este invierno (boreal)
a las acciones de empresas que todavía no obtienen beneficios a
precios que dan vértigo, los inversores pueden sufrir grandes
pérdidas por haber elegido ávidamente estas acciones calientes y
volátiles" (8).

La sobrevaluación de las ‘acciones Internet’ es tan manifiesta
que hasta los ‘optimistas’ pronostican una caída de hasta el 50%
en el curso de este año. La revista británica The Economist
afirma enfáticamente que "las ‘acciones Internet’ caerán" (9).
Las mismas razones que llevaron al aumento casi vertical de sus
precios –pocas acciones disponibles para la negociación, extrema
velocidad de las transacciones, empresas poco o nada conocidas–
pueden convertir esta caída en un colapso.

La razón de esta inevitable pinchadura’ no es sólo es el todavía
escaso desarrollo que ha alcanzado el comercio electrónico sino,
por sobre todo, sus inciertas perspectivas capitalistas. "El
problema –continúa The Economist– no es solamente que pocas
‘acciones Internet’ realmente tengan beneficios (...) Aunque
pocos dudan que el comercio electrónico tenga un futuro
emocionante, personas razonables difieren acerca de cómo y cuán
rentable será ese futuro (...) Para justificar los precios
actuales de sus acciones, las ‘empresas Internet’ deberían gozar
de un crecimiento sin precedentes en ventas y beneficios. Tomaría
varios años de beneficios anuales de 1.000 millones de dólares
para que tuviera sentido que el actual valor de mercado de
Amazon.com de 20.000 millones de dólares. Pero las ventas totales
de Amazon.com en 1998 fueron de apenas 600 milones. Las ventas de
muchas de las estrellas de Internet de hoy jamás llegarán tan
alto" (10).

La pinchadura de la ‘burbuja Internet’, dicen los especialistas,
sería incluso "saludable" (11) si fuera posible evitar que
arrastrara en su caída a todo Wall Street. Por el papel que
jugaron estas acciones en impulsar el alza que llevó a la Bolsa
de Nueva York a alcanzar los 10.000 puntos, su derrumbe podría
ser el inicio de una caída generalizada.

Internet ha acentuado enormemente la sobrevaluación de las
acciones y de la Bolsa neoyorquina tomada como un todo. Es decir
que ha agudizado exponencialmente su volatilidad y su fragilidad.
Como señala un analista, "Internet ha dado un nuevo sentido a la
palabra volatilidad" (12).

Toda esta especulación significa una todavía mayor acumulación y
sobreacumulación de capital ficticio. Tomando a la economía
norteamericana en su conjunto, Internet ha agudizado la
contradicción entre la masa de capital acumulado y la masa de
plusvalía que la burguesía norteamericana logra arrancarle a la
clase obrera mundial y, por lo tanto, agrava la tendencia
declinante de la tasa de beneficio media. Internet es, entonces,
un factor de agudización de la crisis. Pero es también, y por ese
mismo motivo, un factor de ‘salida’ en la medida en que empuja a
la quiebra a los capitales menos concentrados y rentables.

Entre los candidatos a la quiebra están, en primera fila, las
propias ‘empresas Internet’ porque, como anticipa un diario
financiero, "sólo los fuertes sobrevivirán a la fiebre de
Internet en Wall Street" (13). Alan Greenspan, presidente de la
Reserva Federal, anticipó que "la mayoría de las actuales
empresas de Internet quebrarán" (14). "Habrá pocos ganadores y
muchos perdedores" confirma otro comentarista (15). Incluso, las
propias ‘estrellas’ del actual firmamento Internet –como
Microsoft, AOL, Yahoo! o Amazon.com– pueden quedar en el lote de
los perdedores como consecuencia del propio desarrollo
tecnológico.

¿Por qué, a pesar de semejantes perspectivas, es tan fuerte la
‘Internet-manía’ entre los especuladores, al punto que un diario
financiero dice que "Internet ha convertido a los inversionistas
en especuladores incontrolables" (16)?

La función de esta especulación desenfrenada es ‘aceitar’ el
proceso de centralización de capitales –es decir, de compra y de
adquisiciones de empresas por los grandes pulpos– que se
desarrolla, en lo fundamental, fuera de la Bolsa.

Este movimiento especulativo febril acompañó a cada una de las
nuevas invenciones que fueron revolucionando el modo de
producción capitalista. Rara vez, sin embargo, las compañías
‘pioneras’ en una nueva rama fueron las que acabaron dominándola
después de su copamiento monopólico por el capital financiero.
Por eso, The Economist pronostica que "los historiadiores del
futuro bien podrán incorporar a las acciones de Internet a la
larga lista de activos industriales –incluyendo a la firmas de
biotecnología en los 90, las compañías de radio en la década del
20 o las empresas de electricidad y los ferrocarriles en el siglo
XIX– que se han derrumbado espectacularmente" (17). De esos
derrumbes emergieron los ‘ganadores’ que en el período previo
habían logrado monopolizar esas ramas de la producción: "las
acciones beneficiadas con la fiebre desaparecen cuando el sector
se estabiliza" (18). Es un proceso de expropiación de los
pequeños y medianos capitalistas ‘innovadores’ y de los pequeños
inversores en beneficio de los grandes monopolios. Lo mismo está
ocurriendo con Internet, donde se libra una batalla fenomenal por
su monopolización.

Un especialista explica de esta manera la ‘ansiedad’ que anima a
los inversores a comprar a precios exorbitantes acciones de
empresas que no obtienen beneficios y que muy posiblemente
terminen en la quiebra: "alguien va a ganar y alguien va a
perder; pero mientras tanto ambos tienen la oportunidad de ganar
un montón de dinero" (19). Ese ‘montón de dinero’ –los beneficios
especulativos producidos por la ‘ciber-burbuja’– ‘lubrica’ y
facilita el proceso de la centralización de capitales y de
copamiento monopólico de Internet. .

Crisis y tecnología

En una nota editorial, el semanario británico The Economist
sostiene que la pinchadura de la ‘burbuja Internet’ sería
"saludable" porque "los capitalistas del Silicon Valley (donde se
encuentra radicada la industria de la informática) tienen más
dinero del que pueden saber utilizar" (20). En otras palabras,
que han acumulado una masa de capital que está condenado a
desvalorizarse porque no puede ser aplicado productivamente: bajo
la forma de dinero, este capital no rinde ningún beneficio.

Un ejemplo de esta enorme acumulación de beneficios líquidos es
Microsoft, que ‘está sentada’ sobre una caja de 17.000 millones
de dólares en efectivo, que crece a razón de 2.000 millones de
dólares por año. En Prensa Obrera se ha analizado el significado
de esta forzada inmovilización de capital:

"Puesto a analizar las alternativas del uso (de esa
enorme masa de dinero en efectivo), un columnista del
diario Financial Times no consigue llegar a ninguna
conclusión. Aunque Microsoft tiene un récord de
ganancias del orden del 40% de su capital en acciones,
desestima que las destine a mayores inversiones porque
las que ya van a investigación y desarrollo constituyen
el 16% de todos sus ingresos. Es bien sabido, sin
embargo, que las innovaciones tecnológicas de Microsoft
son las más bajas de la industria y que sus mayores
logros fueron pirateados a sus competidores. Según el
columnista, el acaparamiento de nuevas empresas que
aparecen en el mercado con innovaciones sigue siendo la
práctica corriente de Microsoft.

"Otra posibilidad sería destinar el dinero a comprar
empresas de espectáculos o de servicios financieros,
pero esto enfrentaría problemas legales de monopolio.
La recompra de sus propias acciones que se cotizan en
Bolsa resultaría inconveniente debido a que su precio
es inusitadamente alto, casi cincuenta veces sus
ganancias. Pero como la inmovilización de decenas de
miles de millones de dólares es manifiestamente
improductiva desde el punto de vista capitalista, la
conclusión del analista es que Microsoft debería
deshacerse voluntariamente de por lo menos 10.000
millones de su excedente, por medio de un pago único a
sus accionistas.

"La finalidad de esta alternativa es movilizar el
capital-dinero parado hacia otras ramas de inversión,
utilizando el canal de la distribución de dividendos.
Es decir, que la informática se encuentra saturada
desde el punto de vista del mercado y debería derivar
su capital en exceso hacia otras industrias menos
innovadoras. Mantener en la congeladora excedentes
extraordinarios en efectivo presiona a la baja el
rendimiento de los capitales que se colocan a interés y
señala una tendencia al colapso económico conjunto del
capitalismo" (21).

Aunque es un caso extremo, el de Microsoft no es el único. Otras
grandes empresas informáticas están en la misma situación: Sun
Microsystems, por ejemplo, tiene un margen operativo del 51%
(incluso superior al de Microsoft) sobre ventas anuales de varias
decenas de miles de millones. Las conclusiones precedentes, por
lo tanto, pueden aplicarse a toda la industria informática.

Comercio electrónico: limitaciones y contradicciones

Es frecuente escuchar que ‘Internet cambia la manera de hacer
negocios’ y hasta se afirma que "el comercio electrónico será el
fundamento del capitalismo del siglo XXI" (22).

Hasta el presente, sin embargo, los resultados son más bien
modestos para tan ambiciosos objetivos.

El número de compradores por Internet, aunque en constante
aumento, es todavía una fracción ridículamente minúscula del
número de usuarios. El comercio electrónico alcanzó en los
Estados Unidos un monto de 8.000 millones de dólares en 1998.
Aunque esta cifra triplica las ventas de 1997, representa apenas
el 0,5% del total del comercio minorista de los Estados Unidos
(1,7 billones de dólares anuales). El monto del comercio
electrónico es inferior al del que se realiza por correo. En
comparación, todo el comercio electrónico en los Estados Unidos
representa apenas el 6% de las ventas de una sola de las grandes
cadenas minoristas como Wal Mart.

Otra evidencia de la actual estrechez comercial de Internet es
que el gasto en publicidad en los sitios de la red alcanza apenas
al 0,7% del total del gasto publicitario en los Estados Unidos.
Los especialistas estiman que no superará el 5% en el futuro
previsible.

Incluso si se mantuvieran las actuales tasas geométricas de
crecimiento, el comercio electrónico tardaría todavía varios años
en alcanzar una porción tan modesta como el 5% del comercio
minorista norteamericano. Demasiado poco para convertirse en la
‘locomotora’ que saque a la economía capitalista de la crisis
actual.

Sin embargo, a pesar de su relativa pequeñez, el comercio
electrónico está teniendo una significativa influencia... como
punta de lanza de la deflación, de la guerra de precios y de la
caída de los márgenes de ganancia. Es decir, como un factor de
potenciación las tendencias propias de la crisis capitalista.

El comercio electrónico no crea nuevos clientes ni mercados sino
que viene a reemplazar al ya establecido. El crecimiento de las
ventas de automóviles, turismo o libros por Internet no ha
significado un aumento paralelo de sus ventas totales. A
diferencia de lo ocurrido con otras ‘revoluciones tecnológicas’
del pasado, como la del ferrocarril, por ejemplo, con Internet no
hay creación de nuevo comercio sino una nueva redistribución
entre las empresas capitalistas. En un cuadro mundial
deflacionario, esta redistribución sólo puede tener lugar
mediante una ola de quiebras, bancarrotas y catástrofes
comerciales. Robert Murdoch, el dueño de uno de los mayores
imperios periodísticos internacionales, apunta en esta dirección
cuando afirma que "Internet destruirá más empresas que las que
creará porque elimina los intermediarios" (23).

El desarrollo del comercio electrónico tiene un definido efecto
depresivo sobre el comercio mundial, en términos de precios y de
beneficios. Veamos cómo actúa el comercio electrónico tomando
como ejemplo a la empresa Amazon.com, el mayor vendedor mundial
de libros ‘on-line’, que ha sido objeto de numerosas
investigaciones periodísticas.

Amazon.com vende libros casi al costo, a precios que no pueden
ser imitados por las librerías tradicionales. En este terreno,
las ventajas del comercio electrónico son formidables.

Una de ellas es que permite una brutal racionalización de
personal, en la medida en que ya no son necesarios, entre otras
categorías, cajeros, empleados de ventas, de depósitos, personal
de seguridad de los salones de ventas. Así, las ventas por
empleado de Amazon.com (373.000 dólares anuales) más que
triplican las de la mayor librería tradicional norteamericana,
Barnes & Noble (24).

Con todo, la principal ventaja de empresas como Amazon.com radica
"la baratura del capital que obtiene" (25): el stock promedio de
las librerías tradicionales es de 160 días de ventas contra 15
días de Amazon.com, con el consecuente ahorro de espacio físico
(depósitos). Esto ocurre porque, a diferencia de las librerías
tradicionales, Amazon.com no necesita tener un libro en sus
estantes para poder venderlo. Este ahorro financiero le permite
pagar a sus proveedores con apenas 15 días de demora (contra
45/90 días de las librerías tradicionales). De esta manera,
obtiene menores precios por los libros que compra y evita pagar
los intereses que debe desembolsar el comercio tradicional por el
crédito comercial de sus proveedores. "Este flujo de 25 millones
mensuales provee gran parte del capital que Amazon utiliza para
cubrir sus gastos operativos" (26).

Utilizando estos mecanismos, Amazon.com ejerce una "fuerte
presión sobre los márgenes de benefiicio" de todo el sector de
librería (27). Lo mismo sucede en el resto de las ramas (como
turismo o ventas minoristas de discos compactos) en los que el
comercio electrónico ha logrado una posición medianamente
significativa.

Pero la ‘baratura del capital’ (o para decirlo de otra manera, la
inversión relativamente baja necesaria para montar un ‘comercio
on line’) que es una ventaja frente al comercio tradicional, se
vuelve contra las perspectivas capitalistas del propio comercio
electrónico. Esto porque lo que no es posible para el comercio
tradicional (competir a través de la rebaja de los precios), sí
lo es para los distintos competidores ‘on-line’. Los nueve
principales competidores ‘electrónicos’ de Amazon.com, por
ejemplo, se han coaligado para vender libros y discos compactos
al costo. Estas empreas esperan obtener beneficios de la
publicidad que se coloque en sus ‘páginas’. Esto, sin embargo, es
calificado por una revista financiera califica como "una ecuación
para el fracaso": "el futuro –anticipa– será muy desagradable
para varias de las hipervaluadas empresas de Internet que basan
sus ingresos en la publicidad y no en las ventas" (28).

Además, el propio comercio tradicional comienza a abrir sus
propios sitios de venta en la red: para competir con Amazon.com
en su mismo terreno, la ya mencionada Barnes & Noble y la mayor
casa editorial europea, la alemana Bertelsmann, se asociaron para
montar un sitio de ventas y, además, firmaron un convenio de
exclusividad con Microsoft (por el cual son los únicos
autorizados a vender libros en el sitio comercial de Microsoft).

No son éstas, por cierto, las únicas amenazas para un pulpo
‘electrónico’ como Amazon.com. Están empezando a aparecer sitios
en los cual, por el pago de una suscripción, los potenciales
compradores pueden informarse sobre la ‘dirección’ en la cual se
vende al precio más bajo un producto determinado. Hay quienes,
incluso, están vendiendo sistemáticamente por debajo del precio
de costo. La empresa norteamericana Price-Line, por ejemplo,
abrió un sitio para vender por subasta: el eventual comprador
establece el precio que está dispuesto a pagar por un producto o
un servicio, por ejemplo un pasaje aéreo en una determinada ruta
y horario. Con esa oferta, la empresa consulta a los proveedores.
Si alguno acepta el precio ofrecido, la venta se realiza ...
normalmente a precios sustancialmente menores al costo (29).

De todo esto se desprende que la ‘guerra de precios’ en el
comercio electrónico es sencillamente brutal y está provocando
una sistemática caída de los beneficios en el comercio sometido a
su competencia –en primer lugar, en el propio comercio
electrónico.

Thomas Friedman, del New York Times, sostiene que "lo que
Amazon.com y (la devaluación de) Brasil nos están diciendo es que
la próxima fase de la globalización será realmente depresiva.
Apretará los márgenes de beneficios de todas las empresas que
hacen negocios en Internet (o que compiten con ellas) y será un
terror para los productores" (30). Lo realmente significativo no
es que Friedman le asigne al comercio electrónico un efecto
deflacionario y depresivo sino que cuantifica sus efectos en una
magnitud equivalente a la devaluaciones competitivas que se han
venido sucediendo en el último año y medio hasta llegar a la de
enero en Brasil. Para entender la magnitud deflacionaria y
depresiva que se le asigna a Internet hay que recordar que estas
devaluaciones llevaron los precios internacionales de las
materias primas a su nivel más bajo de las últimas décadas.

Por todas estas razones, son muchos los que aseguran que
Amazon.com nunca obtendrá beneficios, aún cuando concentre el 60%
de las ventas de libros por Internet. Las perspectivas para las
empresas de segundo o tercer orden son infinitamente más
difíciles.

Esta ‘guerra de precios’ explica la aparente paradoja de que, a
pesar del paso del tiempo, del aumento de las ventas y del número
de clientes, las pérdidas de Amazon.com aumenten en lugar de
disminuir. En el tercer trimestre de 1998, sus pérdidas fueron de
25 millones de dólares (más del doble que en el mismo período del
año anterior) pese a que sus ventas se triplicaron. "Cuanto más
vende, más pierde" sintetiza una revista de negocios
norteamericana (31).

A modo de epitafio anticipado, una revista británica señala que
"Amazon.com puede tener ventas de miles de millones de dólares y
las ganancias de un kiosko de pochoclo" (32). En otras palabras,
la ‘estrella’ del comercio electrónico puede convertirse en el
más espectacular fracaso de la historia del capitalismo, un
régimen en el cual la producción y venta de mercancías es, tan
sólo, el vehículo para la valorización del capital.

Estados Unidos versus Asia y Europa: la guerra comercial en el
‘ciberespacio’

Internet, como el beisbol o la Coca Cola, es un producto
típicamente norteamericano. Fue desarrollada inicialmente por el
ejército norteamericano durante la ‘guerra fría’ como un sistema
de comunicaciones virtualmente inmune a los ataques enemigos.
Posteriormente, las universidades norteamericanas iniciaron su
uso civil. Fueron norteamericanas las empresas que desarrollaron
tanto los programas como el instrumental necesario para
utilizarla y son norteamericanas las empresas que lideran todos
los rubros ligados a la tecnología de Internet. Finalmente, los
primeros que desarrollaron su veta comercial fueron los mismos
norteamericanos. El inglés norteamericano es el idioma dominante
en la red, lo que no es sino un reflejo de que el capital de ese
origen es la principal potencia económica detrás de la expansión
de la Internet.

De esta manera, Internet es –además de un potentísimo canal de
penetración ideológica y política del imperialismo
norteamericano– una fenomenal arma contra sus rivales
comerciales.

"Europa está comenzando a sentir la presión de Estados Unidos" en
la lucha por la dominación del comercio electrónico (33). El
tráfico y el comercio en Internet crecen más rápidamente fuera
que dentro de los Estados Unidos y se estima que en el curso de
los próximos dos años el monto total del comercio electrónico
originado fuera de los Estados Unidos superará al originado
dentro de los propios Estados Unidos. Pero "¡las empresas que más
venden en Internet son las norteamericanas!" (34).

El suplemento económico del diario francés Le Monde advierte que
"Europa (y en especial Francia) está varios años atrasada" en el
desarrollo del comercio electrónico y anticipa que "alrededor del
70% de las empresas europeas podrían no ser más competitivas de
aquí al 2001 si continúan ignorando el comercio electrónico (35).

Algunas, a pesar de las advertencias, han llegado
irremediablemente tarde. La ya mencionada Amazon.com realiza el
22% de sus ventas en el exterior de los Estados Unidos. Para
competir con ella, la alemana Berstelmann ha debido asociarse con
una librería norteamericana, Barnes & Noble. Pero, mientras
tanto, Amazon.com ya montó dos sitios de venta en Europa (uno en
Gran Bretaña, otro en Alemania) para fortalecer su ‘cabeza de
playa’.

La ‘presión’ norteamericana derrumbó las débiles barreras al
desarrollo del comercio electrónico que intentaron imponer
algunos gobiernos europeos, notablemente el de Francia. Por eso,
"la industria de la computación (europea) festejó la decisión del
gobierno de Jospin de facilitar el uso de Internet y pavimentar
el desarrollo del comercio electrónico" (36). Pero para cuando el
gobierno francés se decidió a fomentar el comercio electrónico,
ya hacía rato que los usuarios franceses venían comprando en los
sitios norteamericanos.

Europa y Asia, ni hablar de América Latina, quizás, hayan llegado
definitivamente tarde como consecuencia de que "el mercado
comercial electrónico se está cerrando rápidamente" (37). Los
europeos –y también los asiáticos– tienen cada vez menos
posibilidades de acceder a un lugar comercial de privilegio en la
red a causa de su copamiento por los grandes pulpos y de los
acuerdos monopólicos establecidos entre los proveedores de
programas, los ‘portales’ de acceso a la red y los proveedores,
todos ellos norteamericanos.

America On Line, el mayor servicio de conexión telefónica a la
red y uno de los mayores ‘portales’ de los Estados Unidos ha
comprado a Netscape, productora de programas de navegación, y ha
establecido un acuerdo con Sun Microsistems, proveedora de
‘servidores’ y de Java, el programa más utilizado para montar
sitios en Internet. Además, firmó centenares de contratos de
exclusividad con numerosas empresas, el 99% de ellas
norteamericanas, para que solamente sus productos puedan venderse
en el concurrido sitio comercial de AOL.

Estos acuerdos monopólicos son una limitación fundamental para el
acceso de los europeos y los asiáticos a un lugar relevante en el
comercio electrónico y amenazan con relegarlos al papel de
simples consumidores. Todo esto demuestra que en el mercado más
‘globalizado’ del planeta, el del comercio electrónico, el
capital continúa teniendo –o mejor dicho, refuerza– su carácter
nacional en oposición a los restantes capitales.

La centralización del capital y el copamiento monopólico que se
viene desarrollando en Internet, y que tienen como principales
beneficiarios a los grandes monopolios norteamericanos, es
inseparable del agravamiento de la lucha comercial y financiera
interimperialista.

Monopolización y crisis política

Las ‘pequeñas’ empresas que desarrollaron Internet y que
comenzaron con el comercio electrónico están desapareciendo
aceleradamente. Las fusiones, las adquisiciones, la formación de
alianzas monopólicas y el ingreso al negocio de grandes pulpos
‘extraños’, como la ATT, Disney o la NBC, subsidiaria de la
General Electric, –es decir, el proceso de la centralización
capitalista de la nueva rama– sólo están dejando lugar para
pulpos gigantescos.

En poco más de un año desaparecieron ‘pioneras’ como Netscape
(que desarrolló el primer programa para ‘navegar’ a través de la
red), Hotmail (una de las primeras en ofrecer servicio gratuito
de correo electrónico), y los ‘portales’ Geocities, Infoseek y
Excite. Fueron devorados por los grandes pulpos, que están
librando una batalla mortal para monopolizar los programas de
‘navegación’, los ‘portales’, los sitios comerciales, las vías de
acceso alternativas a Internet (como la TV por cable) y la aún en
desarrollo tecnología para la conexión con la red sin necesidad
de pasar por una computadora.

La presión de la competencia es tan feroz y es tan grande la
envergadura de los monopolios que se colocan a cada lado de la
trinchera que no pueden menos que provocar una crisis política
que se manifiesta en la paralización del propio Ejecutivo
norteamericano.

"Las mayores compañías de telefonía y tecnología –informa un
diario financiero– están librando una dura batalla de lobby (que
ha) sitiado a la a la Comisión Federal de Comunicaciones" (38).
Los contendientes son la ATT, los operadores de cable y
Microsoft, de una parte; AOL, la telefónica US West y los
proveedores de servicios de conexión telefónica a Internet, por
el otro. El motivo de la disputa es la monopolización del acceso
de alta velocidad a Internet a través de la TV cable (en lugar de
hacerlo, como hasta hoy, por vía telefónica). AOL y los
proveedores de conexiones telefónicas a Internet reclaman que el
gobierno ‘desregule’ el régimen de la TV por cable para obligar a
la ATT a ‘abrir’ esa vasta red a las empresas rivales que deseen
prestar servicios de conexión a Internet. El monopolio de la ATT
sobre el acceso a Internet por medio del llamado ‘cable-módem’
desvalorizaría de inmediato a AOL, una empresa que, no hay que
olvidarlo, tiene una valorización bursátil superior a la de GM.
ATT se niega rotundamente a abrir sus redes porque, precisamente,
compró a la empresa de TV por cable TCI para ganar ese lugar de
privilegio en el futuro mercado de conexión de alta velocidad a
Internet. La "intensidad de la pelea" (39) es tal que la poderosa
Comisión Federal de Comunicaciones no ha logrado, hasta el
momento, fijar una posición.

Otra muestra de la parálisis que está provocando en el Ejecutivo
norteamericano el enfrentamiento de los pulpos informáticos es la
posición –o mejor dicho, la falta de ella– del gobierno de
Clinton en el juicio que el propio Estado le ha entablado a
Microsoft por ‘prácticas monopólicas’. Lo que está en juego en
ese juicio es, nada menos, que el dominio de Internet y, de un
modo más general, "el destino de toda la industria informática
norteamericana" (40).

Clinton, hasta el momento, ha guardado silencio frente al juicio
y sobre qué hacer con Microsoft. Esto porque "cualquier posición
que asuma le causará problemas a Gore (su vicepresidente, próximo
candidato presidencial demócrata y representante del ‘lobby
informático’ en el actual gobierno). En un momento en que está
buscando conseguir apoyo y dinero en una comunidad de negocios
escéptica, le produciría daños ser visto buscando hacer pedazos a
la más exitosa corporación norteamericana. Pero, al mismo tiempo,
el grupo de empresarios de la informática que lo rodea —de hecho,
su gabinete de confianza— incluye algunos de los más ardientes
críticos de Microsoft" (41). Para el diario de los especuladores
norteamericanos, la suerte de la candidatura demócrata en las
próximas elecciones podría decidirse en el ‘caso Microsoft’.

La gran batalla

Entre los numerosos acuerdos de fusión o compra que tuvieron
lugar en los últimos meses, hubo uno que "que shockeó a la
industria informática" (42): el anuncio de la compra de Netscape
(el competidor directo de Microsoft en la venta de programas de
‘navegación’ por Internet) por America On Line, el principal
proveedor norteamericano de acceso a Internet y una de las
principales ‘páginas’ de ventas y productos en la red, competidor
directo de Microsoft en este último campo. El acuerdo incluye a
otro enemigo de Microsoft, Sun Microsystems, que recibirá de AOL
la tecnología y los programas de Netscape para expandir la
difusión de su ‘lenguaje’ Java (43).

Esta fusión ha creado un competidor formidable para Microsoft, el
gigante de la informática que domina el negocio de los programas
operativos y de aplicaciones para computadoras de escritorio y de
los ‘navegadores’ de Internet y que está desarrollando una
furiosa ofensiva para monopolizar, también, el comercio
electrónico. "Ya no será una guerra entre David y Goliat sino una
gran batalla entre Goliat y Goliat" dice un diario financiero en
referencia a la batalla entre Microsoft y sus competidores (44).

Mediante el acuerdo, AOL extenderá su dominio comercial sobre
Internet, agregando a sus actuales 15 millones de usuarios
(fundamentalmente hogareños) los varios millones de usuarios
empresarios de la ‘página’ comercial de Netscape. Con esto, hará
casi imbatible el único monopolio que, hasta ahora, "Microsoft no
pudo quebrar" (45). Al mismo tiempo, los grandes beneficios de
AOL permitirán actualizar tecnológicamente el ‘navegador’
Netscape para competir con el de Microsoft.

Con todo, la principal amenaza que plantea esta alianza para
Microsoft radica en otra parte. AOL no es una empresa de
informática sino de venta de servicios en red; a diferencia de
Microsoft no está ‘atada’ a las computadoras sino que sus
negocios van mucho más allá: a la TV digital y, sobre todo, al
desarrollo de otros aparatos (televisión, agendas de bolsillo,
computadoras de mano) que puedan conectarse a Internet de manera
más sencilla, directa y barata y, sobre todo, sin pasar por una
computadora y, en consecuencia, sin pasar por el sistema
operativo de Microsoft. La batalla que se plantea "no es por el
mercado de los ‘navegadores’ sino por la manera en que la gente y
las empresas se conectan a Internet y cómo hacen negocios en ella
(…) El cambio de la industria del software, de la fabricación de
programas para computadoras al de programas para ‘servers’ que
permitan correr aplicaciones sobre Internet para toda clase de
aparatos digitales, con tecnología Java, aparece como una amenaza
creíble para Microsoft" (46).

Claro que todo esto no puede ocultar el hecho de que Netscape ha
desaparecido del mapa: los más de 4.000 millones que pagó AOL por
la empresa representan una ‘estrategia de salida’ para sus
inversores, que han decidido vender antes que la empresa termine
quebrada.

La alianza AOL-Netscape-Sun, sin embargo, parece ser apenas un
acuerdo transitorio y provisional en el camino hacia una mayor
monopolización de la Internet y de la industria informática: uno
de los grandes ‘pesos pesados’ del capitalismo norteamericano —la
IBM— ha entrado en la batalla.

Hasta mediados de los ‘80, IBM se había especializado en la
fabricación de computadoras. Cuando quiso entrar en el mercado de
los sistemas operativos de computadoras de escritorio, fracasó
porque Microsoft le impuso a los fabricantes y a las empresas de
programación contratos de exclusividad para el uso de su sistema
operativo. Pero el desarrollo del ‘lenguaje’ Java cambió las
cosas e IBM vuelve a la carga.

IBM es el principal impulsor de la utilización del Java como
alternativa a la dominación de Microsoft. Como hace notar un
experto, la Sun no tiene la suficiente potencia financiera para
convertir, por sí misma, al ‘lenguaje’ que desarrolló en una
amenaza para Microsoft; sólo el respaldo de la IBM —que tiene un
tamaño diez veces superior a Microsoft— ha llevado al Java al
lugar que ocupa en la actualidad (47). Al mismo tiempo, como
reconoció el propio Bill Gates en una comunicación interna que se
hizo pública durante el juicio, "(Microsoft) podría poner
rápidamente en su lugar los intentos de IBM por entrar en la
industria del software si no fuera por el Java" (48).

"IBM aparece cada vez más claramente como el pivot de la alianza
anti-Microsoft" (49), que incluye a casi toda la industria de
programación. En particular, esta ‘alianza’ está a la cabeza en
el desarrollo de aparatos digitales para el ingreso en la red.

Esta alianza monopólica se extiende mucho más allá de las
fronteras de la industria informática. Sun Microsystems ha
establecido una alianza con los dos mayores fabricantes mundiales
de artículos electrónicos para el hogar, Philips y Sony, para
"crear una generación de aparatos en red que se comunicarán entre
sí y con los hombres a través de Internet" (50) tomando como base
el lenguaje Jini, un derivado del Java que permite a los
programadores desarrollar aplicaciones para una completa red de
máquinas, no sólo computadoras. El diario que informa acerca de
esta alianza señala que, con la aparición de estos aparatos, está
comenzando la "era post-PC".

No son, sin embargo, los únicos que estan desarrollando este tipo
de tecnología. La británica Psion ha establecido una alianza con
los principales fabricantes mundiales de teléfonos celulares
–Motorola, Nokia y Ericsson– para "desarrollar una nueva
generación de aparatos inteligentes de mano capaces de acceder a
Internet" (51). Se espera que los primeros aparatos de este tipo
–teléfonos celulares capaces de enviar y recibir faxes y correos
electrónicos– aparecerán a fines de este año.

"El número de estos ‘aparatos inteligentes’ superará al de
computadoras hogareñas en el año 2001" anticipa una revista de
negocios (52). Esta perspectiva de centralización del capital en
la industria informática plantea la posibilidad de la
desaparición de algunos de los ‘grandes’ de hoy, como Microsoft,
cuya suerte está ligada a la de las computadoras de escritorio.
Otra vez, el desarrollo tecnológico es un arma en la lucha por la
monopolización y está subordinada a ésta.

La ‘alianza anti-Microsoft’ es, sin embargo, de una "alianza
frágil y díscola" (53), porque cada uno de sus integrantes es, a
su vez, competidor de los restantes. Esto plantea, a término, la
absorción de los más débiles por el más fuerte, es decir por IBM.
Esta perspectiva ha llevado al presidente de la IBM a sostener
que "al final, será una batalla entre Microsoft y nosotros"
(ídem). Lo mismo opinan, incluso, los restantes miembros de la
‘alianza’: el presidente de Oracle, uno de los más fieros
competidores de Microsoft, afirma que "mi sueño es que IBM compre
a las otras compañías y compita con Microsoft" (54). Todo esto
permite anticipar que los acuerdos de hoy serán rotos y
reemplazados por nuevos enfrentamientos, acentuando (y no
atenuando) la presente crisis económica mundial.

Crisis capitalista

La guerra por el dominio de la Internet y el desarrollo de nuevos
aparatos digitales es presentada habitualmente como una
demostración de la ‘revolución tecnológica’ y de la pujanza del
capitalismo. Pero aquí hay una guerra provocada por la crisis
capitalista de sobreproducción y la caída de los beneficios.

La furiosa entrada de IBM al mercado de los programas de
computación está dictada "por una cuestión que la industria de la
informática evita mencionar: el mercado de las PC en los Estados
Unidos está próximo a su punto de saturación" (55). El
crecimiento de las ventas en 1998 fue del 10%, contra el 16/18%
de los últimos años. La mayoría de los especialistas sostiene que
las ventas todavía continuarán subiendo, aunque a ritmo
decreciente, hasta mediados de 1999 para después "colapsar" (56).
El presidente de Oracle afirma, por su parte, que "la
proliferación de PC es insostenible" (57).

Este pronóstico no se ha cumplido en los primeros meses de 1999.
Lo que sostuvo las ventas de computadoras en este período no fue,
sin embargo, la expansión del mercado sino la renovación forzosa
provocada los temores que despierta la llamada ‘bomba del 2000’
(58). Pero la tendencia a la saturación del mercado de
computadoras es imparable, como lo muestra la situación de los
fabricantes de microprocesadores.

"Sigue en duda –dice un diario de negocios– la capacidad de Intel
(el mayor fabricante mundial de microprocesadores) de mantener su
porción en el mercado de rápido crecimiento de las computadoras
de bajo precio" (59). En diciembre, los precios de las
computadoras cayeron por primera vez debajo de los 1.000 dólares
(en los Estados Unidos) y se espera que haya computadoras de
menos de 500 dólares en junio. Los beneficios de la industria de
fabricación de computadoras y de sus componentes, en
consecuencia, se están derrumbando (60).

Esta caída de precios y beneficios es la causa de la crisis de la
histórica alianza entre Microsoft e Intel, ya que la primera ha
salido a establecer contratos con otros fabricantes de ‘chips’
más baratos. Uno de estos fabricantes, National Semiconductors,
plantea la perspectiva, en un futuro no muy lejano, de
‘computadoras gratis’ que, como los teléfonos celulares en la
actualidad, serán entregadas sin cargo para poder vender el
servicio de conexión.

La saturación del mercado de computadoras plantea, a su vez, el
estancamiento del número de usuarios de Internet. Para continuar
su expansión, el mercado de acceso a Internet y el del comercio
electrónico necesitan alcanzar a una franja de consumidores que
no tiene acceso a las computadoras, dada su creciente
complejidad. Esto explica el desarrollo desesperado de nuevos
aparatos digitales que puedan conectarse directamente a Internet
—más sencillos y más baratos, y por lo tanto accesibles a esa
franja de consumidores potenciales.

Barbarie, socialismo e Internet

Por la extrema volatilidad que ha agregado a las Bolsas; por el
carácter todavía epidérmico del comercio electrónico, por sus
efectos deflacionarios sobre precios y beneficios, y por su
incierto futuro capitalista; por la sobreproducción mundial de
computadoras y microprocesadores; por la brutal lucha monopólica
entablada en torno a la dominación de Internet y del comercio
electrónico; por todo esto difícilmente pueda afirmarse que el
desarrollo de Internet y del comercio electrónico abren una vía
de salida a la crisis capitalista mundial. Al contraio, esos
mismos factores la presentan como un factor que la agrava y la
profundiza.

Que Internet y el comercio electrónico no puedan ser la
‘locomotora’ que lleve a la economía mundial hacia delante no
debería extrañar. La historia enseña que la ‘salida’ a crisis de
una envergadura histórica como la presente no es económica ni,
mucho menos, ‘tecnológica’ sino social y política.

La agudeza que ha alcanzado la crisis significa que existe una
fenomenal sobreacumulación de capital por relación a la masa de
plusvalía que ese capital puede arrancar al proletriado mundial.
En consecuencia, la ‘salida’ de la crisis supone un completo
reordenamiento de las relaciones entre las clases a nivel
mundial. En otras palabras, plantea la necesidad de una completa
reorganización social a escala planetaria.

La ‘salida’ de la burguesía y del capital financiero plantea la
liquidación de una masa sustancial del capital excedente y la
elevación drástica y permanente de la explotación obrera para
elevar la tasa de beneficio. Esta ‘salida’ exige la alteración de
los regímenes políticos y del conjunto de las relaciones
internacionales en una dirección represiva para contener y
arbitrar las brutales contradicciones sociales que plantea. Esta
‘salida’ de la desocupación, de la superexplotación, de la
miseria, del agravamiento de la opresión nacional y de la
intervención militar del imperialismo a escala planetaria es la
‘salida’ de la barbarie.

La ‘salida’ del proletariado plantea el entierro de un régimen
histórico agotado y en avanazada descomposición mediante la
revolución proletaria y la completa reorganización socialista de
la economía mundial.

No han pasado muchos años para que se olvidaran las ‘teorías’ que
decían que Internet "revolucionaría el mundo en que vivimos" y
que hasta lograría la superación pacífica del capitalismo
mediante la organización espontánea de la producción. Internet
es, cada vez más, el dominio de los grandes monopolios
capitalistas. Tampoco pasará mucho tiempo para que se demuetre
que no serán la Internet o el comercio electrónico sino la más
implacable lucha de clases la que dictará la ‘salida’ a la crisis
mundial.

Notas

(1) Business Week, 1° de febrero de 1999.

(2) Un ejemplo del alcance de esta ‘Internet-manía’ en Wall
Street lo dió la empresa Active Apparel, una ‘tercerizadora’ que
fabrica ropa deportiva para las marcas Converse y Everlast. En
los días siguientes al anuncio de que abriría una ‘página web’
para vender sus productos, el precio de sus acciones trepó un
820% en medio de una especulación descontrolada: en dos días, el
monto negociado multiplicó por 16 el valor de la empresa. A los
especuladores no les importó que la empresa tuviera beneficios
mínimos (apenas 100.000 dólares anuales, menos del 1% por acción)
o que la propia empresa anunciara que no esperaba aumentar sus
ventas más que un 5% con la apertura de su ‘página web’ (The
Washington Post, 8 de enero de 1999).

(3) The New York Times, 19 de enero de 1999.

(4) Idem ant.

(5) The Wall Street Journal, 5 de enero de 1999.

(6) The New York Times, 2 de febrero de 1999.

(7) The Washington Post, 8 de enero de 1999.

(8) The New York Times, 19 de enero de 1999.

(9) The Economist, 30 de enero de 1999.

(10) Idem ant. (diferenciado LO).

(11) Idem ant.

(12) The Washington Post, 8 de enero de 1999.

(13) The Wall Street Journal, 1° de febrero de 1999.

(14) Ambito Financiero, 29 de enero de 1999.

(15) Los Angeles Times, 24 de enero de 1999.

(16) The Wall Street Journal, 5 de enero de 1999.

(17) The Economist, 30 de enero de 1999.

(18) The Wall Street Journal, 1° de febrero de 1999.

(19) The Wall Street Journal, 26 de enero de 1999 (diferenciado
LO)

(20) The Economist, 30 de enero de 1999.

(21) Miguel Briante, "Crisis y tecnología"; en Prensa Obrera, 7
de noviembre de 1998.

(22) Business Week, 7 de diciembre de 1998.

(23) Financial Times, 13 de enero de 1999.

(24) Business Week, reproducido por Gazeta Mercantil, 9 de enero
de 1999.

(25) Idem ant.

(26) Idem ant.

(27) The Economist, 30 de enero de 1999.

(28) Forbes, 28 de diciembre de 1998.

(29) Financial Times, 11 de enero de 1999.

(30) The New York Times, 18 de enero de 1999.

(31) Business Week, 7 de diciembre de 1998.

(32) The Economist, 30 de enero de 1999.

(33) Forbes, 28 de diciembre de 1999.

(34) Idem ant.

(35) Le Monde, 30 de marzo de 1999.

(36) Financial Times, 21 de enero de 1999.

(37) Forbes, 28 de diciembre de 1999.

(38) The Wall Street Journal, 22 de enero de 1999.

(39) Idem ant.

(40) The Wall Street Journal, 19 de noviembre de 1998.

(41) Idem ant.

(42) The Wall Street Journal, 30 de noviembre de 1998.

(43) Los programas basados en el ‘lenguaje’ Java tienen la
peculiaridad de que puede operar en cualquier computadora y con
cualquier sistema operativo. Precisamente por esto, amenazan con
acabar con la exclusividad de Microsoft, que monopoliza el
mercado de aplicaciones (procesadores de texto, planillas de
cálculos) y de ‘navegadores’ de Internet a partir de su monopolio
sobre el mercado de sistemas operativos (el programa sin el cual
una computadora ni siquiera puede arrancar): Microsoft ha ‘atado’
cada uno de estos programas a su sintema operativo, Windows. Por
eso, Sun/Java constituyen una amenaza "devaluatoria y
potencialmente destructiva" para Microsoft, según las palabras de
su propio presidente, Bill Gates. Para acabar con Sun, Microsoft
firmó un contrato para la utilización de su programa Java… que
luego incumplió modificándolo para que sólo pudiera funcionar con
su sistema operativo. La justicia norteamericana acaba de fallar
a favor de Sun Microsystems en el juicio que ésta entabló contra
Microsoft por la alteración de Java.

(44) Idem ant.

(45) The Wall Street Journal, ídem, 2 de diciembre de 1998.

(46) The Wall Street Journal, 19 de noviembre de 1998.

(47) Idem ant.

(48) Idem ant.

(49) Idem. ant.

(50) The New York Times, 20 de enero de 1999.

(51) Financial Times, 19 de enero de 1999.

(52) Business Week, 8 de marzo de 1999.

(53) The Wall Street Journal, 19 de noviembre de 1999.

(54) Idem ant.

(55) Folha de Sao Paulo, 28 de noviembre de 1999.

(56) Financial Times, 17 de noviembre de 1999.

(57) Idem ant.

(58) Los modelos más antiguos de computadoras están equipados con
microprocesadores que registran las fechas con campos de sólo dos
dígitos variables. En consecuencia, estos chips no ‘reconocerían’
el año 2000 (00) como el posterior a 1999 (99), provocando
alteraciones en su funcionamiento. Según el Financial Times (5 de
enero), "nadie sabe cuanto daño puede causar" esta bomba que, "a
esta altura ha dejado de ser un problema tecnológico para
convertirse en un problema político".

(59) Financial Times, 12 de enero de 1999.

(60) . Idem ant.


http://www.acheronta.org
[Revista Acheronta]
Número 9 - Julio 1999

 

 

 

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