La semilla del Cardo simbolizando la siembra de cultura

Bibliotecas Rurales Argentinas

 

 


Entrevista a un paciente psicótico
análisis y desarrollos
Agustín Figueroa - Nancy Zuázquita

Entrevista del Lic. Héctor Cruzeño al paciente Marcos

Paciente: Marcos.

Descripción del Licenciado:

Lo he visto, 21 años, primaria completa, internación por orden
del juez ya que "la familia no puede llevarlo". Fue dado de alta
en diciembre del año pasado.

Se presenta a control el 13/05 con el padre, lo trae porque se
inyectó veneno para matar perros, con el objetivo de suicidarse.
El padre minimiza los síntomas del hijo: culpabiliza a la iglesia
a la que concurre, la medicación y la brujería.

Entrevista (1):

E: Ud. hace una semana que vino al hospital?

M: Sí

E: ¿Solo?

M: No, con mis padres.

E: ¿Por qué?

M: Porque quise ponerme una inyección que se usa para
sacrificarlo al perro.

E: ¿Y por qué se puso la inyección?

M: No tenía ganas de vivir y fui a la veterinaria y compré una
inyección… No sé por qué me la vendieron. No sé cómo pueden
vender eso, no deberían venderla, deberían tener más seguridad.
Me la puse en mi casa.

E: ¿Cómo sucedió?

M: Estaba solo en la habitación.

[nos mira como preocupado por su entorno]

E: ¿Y por qué lo hizo?

M: No tenía más ganas de vivir.

E: ¿Y por qué no tenía más ganas de vivir?

M: No me llevaba bien con mis padres a veces.

E: [guarda silencio un tiempo] …¿Y en qué cosas no se llevaban
bien?

M: En la relación familiar. No sé… quería ver cómo era la otra
vida, si era mejor estar con Dios. Porque hay otra vida después
de la muerte. Si te suicidás no vas con Dios, vas con el diablo.
Te vas al infierno, al diablo si te suicidás - Soy evangélico.

E: [falta registro]

M: Yo creía que me iba a ir con Dios al cielo y eran mentiras: me
iba a ir al diablo.

E: ¿Qué sintió cuando se puso la inyección?

M: Con la inyección se me puso el cuerpo rígido y me latía el
corazón. Se me había trabado la lengua. Llamé a mis padres. No me
escucharon.

Después me escucharon. Me llevaron al hospital.

E: ¿Y lo llevaron a su casa después?

M: Sí, hablaron mis padres con los médicos y les recomendaron que
viniera a Oliva.

E: ¿Vinieron a verlo?

M: No, el sábado dijeron.

E: ¿Cuándo vinieron? - el miércoles.

M: Sí.

E: Esto de la otra vida, dijo que era "más fuerte".

M: Sí es más lindo. No hay matanza, no ves muerte, no sufrís, no
llorás, querés experimentar eso sin pecado.

E: ¿Y ahora?

M: No, ahora voy a vivir la vida. Estudiando.

E: ¿Qué va a estudiar?

M: Una carrera común. Comercial.

E: ¿Y por qué común?

M: Porque hay muchos peritos. Quiero ser perito.

E: ¿Qué haría si fuera perito?

M: Trabajaría.

E: ¿Cómo es eso del pecado?

M: Los hombres pecan mucho y Dios está aireado contra eso.

E: ¿"Aireado"?

M: Enojado contra eso. Está contaminada la tierra con todo eso.
Pecan sin cesar. A veces se suicidan, como yo. Eso es pecado. A
veces es peor: roban, eso es peor. O el adulterio.

E: ¿Y qué les pasa a los que pecan?

M: Son infelices, no temen a Dios, no tienen nada. No tienen
salida. Están encerrados en prisiones de pecado, sufrimiento,
dolor, angustia.

E: ¿En prisiones?

M: Sí. [silencio]

E: Ud. mencionó a sus padres y ¿hay otras personas en su vida?

M: La gente de la iglesia.

E: ¿Tiene amigos?

M: Sí, pocos… 6 ó 7 amigos.

E: ¿Tiene sueño?

M: Sí.

E: Bueno, gracias por la entrevista.

M: No, gracias por atenderme a mí.

El paciente se retira. El entrevistador nos comenta que
normalmente el paciente es verborrágico; pero hoy está bajo los
efectos de la medicación. Conversamos con él para obtener más
datos y nos deja la historia clínica.

Historia Clínica [seleccionada]

Orden:

1º Judicial - 2º Informe estadístico de hospitalización - 3º
Juzgado, domicilio, procedencia - 4º Diagnóstico (no tiene
actualmente): aparece presuntivo en las entrevistas de los
psiquiatras, como Episodio Psicótico Agudo.

5-11-1996:

Marcos es traído por la policía y familiares directos, en una
crisis de agitación psicomotriz, heteroagresividad verbal y
física. Manifiesta una producción delirante franca de tipo
místico y mégalomaníaca; también alucinaciones auditivas (escucha
fonemas insultantes).

Hace cuatro años que asiste a un culto evangélico, donde halla
sus únicos amigos.

Hace 25 días manifiesta cambios de conducta (agitación
psicomotriz, temor, aislamiento, deja de comer). La familia habla
de "posesión demoníaca". Coincide con que hace 15 días falleció
su mejor amigo.

[Causas de la internación: Intentó suicidarse, inyectándose un
remedio para matar perros, lo que le produce parálisis y
rigidez.]

Entrevista: no puede establecer diálogo. Aspecto general
descuidado. Hace días que no se higieniza. Manifiesta curso de
pensamiento acelerado, con contenido de francas ideas místicas,
de tipo persecutorio. Impresiona alucinaciones místicas (fonemas
insultantes y alucinaciones visuales - parece que ve a satanás).
Juicio de realidad ausente.

Impresiona: episodio psicótico agudo.

Medicación al ingreso: Halopidol 5 mg. IM 2 ampollas.

06/11:

Golpea ventanas de contención. Impresiona muy atormentado por
alucinaciones místicas

07/11:

Autista, hipervigilante. No impregnado. Negativista. Acelerado al
hablar. Coloca las manos como si rezara.

08/11:

Viene el padre: éste hecha la culpa al Pastor. Trae chocolate y
ropas, que le llevan al paciente y las acepta (estaba en
contención).

El paciente dice: "Yo soy Jesús… su nombre (por mi nombre) es
confusión, compaginación y normalidad".

Se muestra tranquilo y desconfiado. Pide a Dios que "nos perdone
por lo que le hemos hecho y estamos haciendo con su cuerpo".

12/11:

Se corta la medicación.

Se muestra agresivo. Intenta fugarse. Reacciona agresivamente.

Desde el domingo está menos angustiado por las alucinaciones
auditivas.

13/11:

"Yo hablé con Dios frente a frente, sentado así como estoy ahora
con Ud.".

No manifiesta conciencia de enfermedad.

Aparece que las alucinaciones previas al ingreso fueron auditivas
y posiblemente visuales.

18/11:

Estuvo expresando deseos de morir. Dice que no tiene sentido su
vida.

19/11:

"Yo no soy Jesús, pero he hablado con él".

Se apaciguan los delirios. Manifiesta curso de pensamiento
acelerado.

"Yo no tengo el cuerpo de carne y hueso; por medio de Jesús tengo
los huesos de hierro. Soy un negrito duro (ríe, mientras golpea
con las manos en una silla)… Jesús tiene los huesos de oro."

20/11:

Delirios. Notas: "contenido con i.d.f., aunque no del todo
sistematizada, referida a pasajes bíblicos, poderes especiales
que le confirió Jesús y de contenidos de tipo apocalíptico.

21/11:

Reconoce el lugar: "para enfermos mentales, y yo no tengo que
estar aquí". Solicita irse de permiso.

Desarrolla delirio florido, acerca de Dios, etc.

Piensa que su estancia aquí es una prueba por ser "elegido".

Desde su internación y hasta aquí se le administraban 2 amp. de
Halopidol 5 mgr. IM cada 8 hrs. Más tarde se implementó Clopixol.
Se recomienda control de signos vitales y precaución con los
síntomas extrapiramidales.

Permanece internado hasta el 17/04/1997 (Alta judicial).

Es reinternado el 21/05.

4 Dic.: [Entrevista]

[En esta entrevista del 4 de Diciembre se muestra negativo e
hipersomne (atribuido a la medicación). Manifiesta ideas
sobrevaloradas de contenido místico.]

Evolución: disminuye la producción delirante y remiten las
alucinaciones auditivas. No manifiesta agresividad.

Estado Actual: Se muestra lúcido, más o menos orientado. Buena
respuesta adaptativa a las visitas de la familia. Persisten las
ideas sobrevaloradas místicas.

Diagnóstico presuntivo: Episodio Psicótico Agudo.

Tratamiento: psicoterapia individual y psicofármacoterapia:

Clopixol Depot 500 mg. à 1 ampolla cada 30 días.

Nozinan 25 mg. à 1 por día.

Clopixol 25 mg. à 1 comprimido por día.

Akineton à 1 por día.

Conclusiones:

1. Episodio psicótico agudo, "compatible con esquizofrenia
paranoide".
2. Buena evolución con tratamiento instituido.
3. Solicitó permiso de salida.

21/05/1997 (Informe de admisión):

Vuelve a control con padre y tío.

Para el padre es insoportable acudir a internación, la que es
solicitada por Marcos desde la semana pasada.

Manifiesta que el suicidio se dio para no cumplir las
expectativas de sus padres.

Se muestra inactivo e hipersomne. No manifiesta productividad
delirante, sí ideas sobrevalorativas de contenido místico.

El padre pone el acento afuera (el pastor evangelista, brujería,
medicamentos). De alguna manera niega la enfermedad de su hijo.

Dibujo (uno que hizo en el hospital):

Contiene un escrito que dice en parte:

"Gloria a Jesús en este día me han querido matar. ¿Por qué? No lo
sé. Me dieron cianuro…"

Habla del Mal y el Bien, y en un largo párrafo enumera las
bondades de Dios: "Dios es…"

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Trabajo

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1ª parte: Análisis de la Entrevista según la posibilidad de un diagnóstico.

En nuestra opinión, desde ciertas posiciones teóricas, se podría
pensar al paciente como lo que llaman "borderline"; ya que
presenta características de diversos cuadros clínicos.

Es nuestra responsabilidad, desde una visión psicoanalítica
lacaniana, intentar una definición en términos de estructura.

En la historia clínica se observa que ingresa por primera vez con
diagnóstico de "episodio psicótico agudo".

H. Hey (1965) clasifica así el cuadro clínico de las psicosis
delirantes agudas:

1) Psicosis imaginativas agudas…

2) Psicosis interpretativas agudas…

3) Psicosis alucinatorias agudas: Son delirios en los
que predominan todos los tipos de alucinaciones
(alucinaciones acústicoverbales, psicomotrices,
cinestésicas o visuales, fenómenos de influencia,
síndrome de automatismo mental y de despersonalización,
etc. Los temas, con frecuencia místicos o eróticos, son
a veces muy dramáticos. Los acontecimientos delirantes
(escenarios, éxtasis, catástrofes, apocalipsis,
aventuras románticas, etc.), sin llegar a tener los
caracteres escénicos de la presentación onírica, se
desarrollan en una atmósfera imaginaria y artificial.
Estos estados pueden ser vividos tanto en un clima de
angustia, por lo común tonalidad de ebria exaltación,
en una especie de embriaguez fantasmagórica, semejante
a los efectos tóxicos de los alucinógenos."

En el resumen de la entrevista del día 4 de diciembre, se agrega:
"compatible con esquizofrenia paranoide".

Veamos los criterios diagnósticos del DSM-IV para la
Esquizofrenia:

A. Síntomas característicos: Dos o más de los siguientes se
presentan durante 1 mes (o menos si es tratado con éxito):

1. Ideas delirantes

2. Alucinaciones

3. Lenguaje desorganizado

4. Comportamiento catatónico

5. Síntomas negativos. Ej.: aplanamiento afectivo, alogia o
abulia.

B. Disfunción social-laboral: Desde el inicio, alteración de una
o más áreas importantes de actividad: trabajo, relaciones
interpersonales, cuidado personal, están por debajo del nivel
previo al inicio del trastorno (todo esto según la edad y la
etapa evolutiva).

C. Duración: Persistencia de signos continuos de alteración
durante seis meses. Un mes con síntomas de acuerdo al criterio A…

[D, E, etc.: exclusiones de otros diagnósticos.]

Marcos parece encajar hasta cierto punto en estas descripciones.
Recuérdese que se piden dos síntomas por lo menos, pero debajo en
letra chica aclara que si se presentan delirios de tipo extraño
(o sea, no se refieren a cosas "reales" aunque inexistentes, sino
a aquéllas totalmente fantásticas, tal como los "delirios" donde
Marcos parece muy atormentado por -supuestamente- el diablo; y
mucho más sus ideas acerca de su relación con Jesús), queda
satisfecho el criterio.

Deben distinguirse dentro de este cuadro diversos tipos: el que a
nuestro criterio es el más coincidente, y que es el del
diagnóstico, es el paranoide, cuyas características principales
son:

"Claras ideas delirantes o alucinaciones auditivas, con
conservación relativa de la capacidad cognitiva y de la
afectividad."

"Fundamentalmente, las ideas delirantes son de
persecución, de grandeza o ambas."

"…(por ejemplo celos, religiosidad o somatización) Las
ideas delirantes pueden ser múltiples, pero suelen
tener una organización coherente. Habitualmente, las
alucinaciones están asociadas con el tema del delirio."

"Síntomas asociados: ansiedad, ira, retraimiento,
tendencia a discutir. Aire de superioridad y
condescendencia, pomposidad, vehemencia. Los temas
persecutorios pueden predisponer al sujeto al suicidio.
Nulo deterioro en test cognitivo…"

Sin duda, los "delirios" y "alucinaciones" son abundantes en
Marcos; en cambio no aparecen claros los otros criterios. La
aparente falta de afectividad en la entrevista se podría explicar
por la medicación.

Llama la atención el contraste entre su conducta agresiva
(descripta con énfasis y detallismo) durante la primera
internación (Dic. 1996) y la que presenta durante la entrevista
que presenciamos el 27 de Junio de 1997, donde se mostró muy
tranquilo (aunque estaba medicado, como lo dijo él mismo ante la
pregunta del Lic. Cruzeño).

Ahora bien, desde nuestra posición, no es tan claro que el sujeto
sea psicótico. Faltan indicadores fundamentales, y el delirio o
las alucinaciones no son suficientes.(2)

En nuestra opinión, existen en todo caso ciertos indicadores que
llevarían a pensar en la neurosis, concretamente un cuadro
histérico. Desarrollaremos esta hipótesis a lo largo de la
primera parte de este trabajo. Ya que es solamente una conjetura,
no dejaremos de incluir notas sobre ciertos hechos que indicarían
todo lo contrario (una psicosis), las cuales incluiremos entre
corchetes [así].(3)

Pero veamos cuáles indicadores fundamentales -desde una óptica
psicoanalítica lacaniana- son necesarios para asegurar un
diagnóstico de psicosis. Éstos son desarrollados por J. Lacan en
su Seminario III, "Las psicosis" (1955-56):

Los fenómenos elementales del lenguaje y la certeza:

Como fenómenos elementales, tomamos fundamentalmente el
neologismo; diversos fenómenos del lenguaje, tales como el
"milagro del alarido", el "llamado de socorro", "toda clase de
ruidos con sentido humano", el llamado de ciertos seres vivientes
e insultos degradantes o aniquilantes; también se dan fenómenos
que hacen al habla del sujeto psicótico: enlentecimiento del
lenguaje, frases interrumpidas, estribillos.

Todos ellos se hallan descriptos perfectamente en las "Memorias
de un neurópata" escritas por Schreber; y son estudiadas por
Lacan en su Seminario III. (4)

Se presenta en todos los casos un rasgo esencial: la certeza.

Ésta es del orden de lo inamovible. No necesita demostraciones,
no necesita ser discutida.(5) El sujeto sabe perfectamente que lo
que le sucede es inaccesible para los demás (se da cuenta), pero
ello no le preocupa. No necesita demostrar lo que le sucede, ya
que la intencionalidad de estos fenómenos le concierne
exclusivamente a él.(6) Su vivencia es de algo inevitable, algo
que lo invade en lo más íntimo, sin posibilidad de huir ni de
acallar estas voces, que provienen del exterior, pero no del
exterior común a los demás hombres, sino del exterior de él
mismo.(7)

En la historia clínica de Marcos, se habla de alucinaciones
auditivas ("escucha fonemas insultantes"): esto parecería
condecir a los insultos que escucha Schreber. La forma de
anotarlo es como si se tratara de voces externas: en apariencia
se trataría de las "voces" de un psicótico; pero no es sino una
suposición, puesto que no hay la confirmación por parte de una
persona formada psicoanalíticamente (en la línea que propone
Jacques Lacan) y con experiencia en entrevistas con psicóticos.

Es decir que no tenemos forma (efectiva) de comprobar si el
informe escrito condice con la fenomenología, si es una
interpretación, si está predeterminado por una teoría o por un
aprendizaje determinados o si se trata de una forma expresiva
institucionalizada -una etiqueta, un nombre para determinados
comportamientos del sujeto- o incluso -si quien recibió a Marcos
ese primer día fue un profesional médico- si no se trata -por
esas cosas del significante- de una expresión que para su entorno
tiene determinado significado y para el nuestro -psicoanálisis-
otro. Por lo tanto, no podemos tomar el informe de la historia
clínica en lo que parece afirmar la presencia de fenómenos
elementales en el sujeto Marcos, como indicador de la efectiva
aparición de los mismos.(8)

En cuanto a la entrevista, en ella no aparecen fenómenos
elementales, ni la relación de los mismos por el sujeto, ni se
producen neologismos. Por ejemplo cuando dice "Dios está
aireado", luego cuando se le pregunta aclara con un sinónimo,
"enojado". Es decir, no se trataba de un neologismo, ya que no
revestía una significación particular para el sujeto (aunque
"aireado" existe en lengua castellana, esto no es lo que
interesa), ni se dio que Marcos se contentara con decir algo como
"Sí, aireado", como sin necesidad de explicarlo mayormente.

El sufrimiento del sujeto. Su relación a lo Real en la muerte y
la procreación: El padre como progenitor. La falla de la metáfora
paterna (orden de lo simbólico) como tercero que inaugura el
deslizamiento de la cadena significante. La holofrase o la
fundición de S1 y S2 en solamente S1: El terror de la invasión
incontrolable del Otro como Uno. El Padre terrible, la aparición
de esta imagen monstruosa del Padre en el orden imaginario,
"…allí donde no hay significante, cuando el agujero, la falta, se
hace sentir en cuanto tal"(Lacan, 1955-56, pág. 289).

En Marcos, el padre (aunque él habla de "mis padres", en plural,
refiriendo al padre y la madre) aparece en una relación
significante, como aquel que no responde a su llamado -el de
Marcos-, con quien se ha peleado, no se lleva bien "en la
relación familiar". En todo caso, elude el tema hablando
inmediatamente de Dios y el pecado. Esta elisión, ¿será del orden
del conflicto neurótico? (9)

En cuanto a su concepción del pecado, se la puede pensar como un
derivado de la de su grupo evangélico (de hecho, es bastante
típica), si es así, entonces la habría adoptado: el sufrimiento,
el infierno, es el castigo del pecado; existe una culpa que se
debe pagar con ese sufrimiento.

Sin embargo, Marcos habla tanto del sufrimiento (en la otra vida)
como de lo bien que uno lo pasaría en el cielo: Si al principio
pensaba suicidarse para ver el cielo -"Yo creía que me iba a ir
con Dios al cielo"-, luego cambia de opinión -que se va a ir al
infierno- y decide seguir viviendo.

¿Qué puede aportar esto al diagnóstico? Ya dijimos que no hay
indicadores concretos, solamente conjeturas: en nuestra
hipótesis, se trata de una histeria, una neurosis. Siguiendo esta
suposición, podríamos unir varios hilos:

Podríamos suponer que Marcos fue visitado por gente de su grupo
evangélico, quienes pudieron cambiar su opinión, o bien que leyó
la Biblia: haber renunciado a la intención inicial de morir para
ver a Dios, al pensar que en vez de ello, iría al infierno, nos
habla más bien de una neurosis: es difícil que un psicótico
cambie así su opinión por influencia social externa o por culpa.

[Por supuesto, cabe la posibilidad de que alguna voz lo haya
condenado, pero sobre esto no hay registros.]

Por otra parte, el aplanamiento afectivo durante la entrevista
puede explicarse en parte por la medicación, en parte porque
suena como un pequeño sermoncillo acerca del pecado, del cielo y
del infierno, muy típico en personas adheridas a cultos de este
tipo, sobre todo si es una adhesión reciente y si la persona en
cuestión tiene algún tipo de problema psicológico (de índole
neurótica) que lo ha llevado en definitiva a buscar ayuda en ese
lugar. [Todo esto lo veremos en detalle en la tercera sección].

También el hecho de preguntarse por la muerte y sus consecuencias
indicaría una neurosis: la forma en que la enfrenta está signada
por las palabras que congelan a la misma en un discurso, que
intentan atraparla y darle sentido al acto cometido. Existe una
pregunta desde que el sujeto se plantea qué hay después de la
muerte (lo hace como afirmación, pero ya vemos cuán endeble es la
misma que cambia al polo opuesto sin ningún tipo de
confirmación); y desde el momento en que se cuestiona si es mejor
seguir viviendo o morir para llegar a otra vida que "hay… después
de la muerte"; donde además está Dios…

No aparece en cambio el tema de la procreación: el padre como
dijimos, aparece como un semejante en cierta posición con
respecto al sujeto del acto. Hablamos no sólo de una "relación
familiar", sino también de que el acto podría haber sido
realizado en referencia a este padre (a los padres, que es lo
mismo, porque se trata de un Otro representado en ellos) con
quien Marcos no se lleva bien, y que en el momento en cuestión,
no acude a su llamado al principio -"Después me escucharon. Me
llevaron al hospital"-.

No hay pues, la figura del perseguidor terrible en su discurso.
Hay sí una relación al padre, una relación familiar en la que "no
se llevan bien"; y hay un acto que pretende llamar la atención
del Otro acerca de esto … un Otro, como dijimos que podría estar
presente en su vida tanto en la figura de su padre –sus padres-
como en la de Dios, que él mismo trae a su discurso…

Del padre, conocemos que se comporta "…como si negara la
enfermedad de su hijo" (dice la historia clínica), es decir que
no la escucha; no escucha el deseo de su hijo, expresado en ese
acto. Hecha culpas al exterior, al pastor y sus malas
influencias…

Con todo esto, la escena -porque eso parece- se ofrece como
típicamente histérica, con un falso suicidio, ya que si, tanto
tardaron en atenderlo, en acudir a su llamado de socorro,
significa que la inyección -y una inyección es algo muy rápido,
no es lo mismo que por ejemplo tomar una pastilla o un líquido-
esta inyección en fin, no era letal. Cabe preguntarse si Marcos
es un inexperto en materia de venenos, y esto pudo haberlo
salvado; o si después de todo, no es alguna forma de cálculo de
consecuencias, un mero teatro para llamar la atención a su/s
padre/s…

[Por otra parte, se podría entender este acto no como "suicidio"
sino como autoagresión, en el contexto de una psicosis, y tomar
como causante la muerte del amigo que ya no lo sostuvo en algún
tipo de identificación imaginaria que pudo haber tenido con él…]

El empuje a la mujer y el narcisismo, no la seducción del Otro.
La histeria como desafío y pregunta mayéutica.

Lacan parte de la exposición de la estructura neurótica en la
histeria:

"Si tanto para la hembra como para el varón el complejo
de castración adquiere un valor-pivote en la
realización del Edipo, es muy precisamente en función
del padre, porque el falo es un símbolo que no tiene
correspondiente ni equivalente. Lo que está en juego es
una disimetría en el significante. Esta disimetría
significante determina las vías por donde pasará el
complejo de Edipo…"

"…En efecto, hay algo radicalmente inasimilable al
significante. La existencia singular del sujeto
sencillamente. ¿Por qué está ahí? ¿De dónde sale? ¿Qué
hace ahí? ¿Por qué va a desaparecer? El significante es
incapaz de darle la respuesta, por la sencilla razón de
que lo pone precisamente más allá de la muerte. El
significante lo considera como muerto de antemano, lo
inmortaliza por esencia.

Como tal, la pregunta sobre la muerte es otro modo de
la creación neurótica de la pregunta, su modo obsesivo…
Si me intereso especialmente por la pregunta planteada
en la histeria… en qué ella se diferencia del mecanismo
de la psicosis, principalmente la del presidente
Schreber, en quien la pregunta de la procreación
también se dibuja, y muy especialmente la de la
procreación femenina.

Lacan, 1955-56, págs. 251, 256-57.

Esta diferencia la expresa Lacan en la pág. 254:

"…Volverse mujer y preguntarse qué es una mujer son dos
cosas esencialmente diferentes. Diría aún más, se
pregunta porque no se llega a serlo y, hasta cierto
punto, preguntarse es lo contrario de llegar a serlo."

El preguntarse de la histeria significa hablar a Otro, en busca
de una respuesta que en definitiva nunca llega. Ahora bien, "Sólo
hay dos maneras de hablar de ese S, ese sujeto que somos
radicalmente; o bien dirigirse verdaderamente al Otro, con
mayúscula, y recibir de él el mensaje que lo concierne a uno en
forma invertida; o bien indicar su dirección, su existencia bajo
la forma de la alusión." (Lacan 1955-56, pág. 80)

En el caso de la paranoia "…entraña una exclusión del gran Otro.
El circuito se cierra sobre los pequeños otros que son la
marioneta que está frente a ella, que habla, y en la que resuena
su mensaje, y ella misma, quien, en tanto que yo, es siempre otro
y habla por alusión." (Lacan habla aquí del caso "Marrana").

En cuanto a Schreber, Lacan (1955-56, pág. 102) dice que: "…la
relación psicótica en su grado último de desarrollo, implica la
introducción de la dialéctica fundamental del engaño… El sujeto
puede hablarle al Otro en tanto se trata con él de fe o de
fingimiento, pero aquí es en la dimensión de un imaginario
padecido… donde se produce como un fenómeno pasivo, como una
experiencia vivida del sujeto, ese ejercicio permanente del
engaño que llega a subvertir cualquier orden, mítico o no, en el
pensamiento mismo…ese juego de engaño que mantiene, no con un
otro que sería su semejante, sino con ese ser primero, garante
mismo de lo real."

El Otro, el lenguaje que viene del Otro en forma directa, no
invertida. Megalomanía o referencia esencial del Otro a la
persona propia del psicótico.

Llama la atención cómo Marcos agradece al final de la entrevista:
"No, gracias por atenderme a mí".

Esto no se espera de un psicótico. Un psicótico no agradece por
ser atendido. El mundo gira en torno a él -por su narcisismo- y
por lo tanto en todo caso son los demás los que deberían estar
agradecidos. En psiquiatría se habla de "delirio de grandeza",
que refiere a aquel donde el sujeto delirante "often feel that
they have been endowed with special powers and that, if allowed
to exercise these powers, they could cure diseases, banish
poverty, ensure world peace, or perform other extraordinary
feats".(10)

Lacan, en su Seminario III, en las páginas 113-114, compara al
loco con el teólogo o el místico (san Juan de la Cruz, más
precisamente): el auténtico testimonio religioso nada tiene que
ver con ese testimonio "verdaderamente objetivado que es el del
psicótico" - en su obra, "no da en lado alguno la impresión de
una experiencia original en la que el sujeto mismo esté
incluido".

Pero el hecho de que Schreber escribiera su enorme obra,
suscitaría, dice,

"…tratándose de un discurso publicado… el interrogante
acerca de qué querrá decir realmente, en ese personaje
tan aislado por su experiencia que es el loco, la
necesidad de reconocimiento. El loco parece
distinguirse a primera vista por el hecho de no tener
necesidad de ser reconocido. Esa suficiencia que tiene
en su propio mundo, la auto-comprehensibilidad que
parece caracterizarlo, no deja de presentar algunas
contradicciones."

El punto es que "Schreber no nos introduce a una nueva dimensión
de la experiencia…"; función del poeta que para Lacan lo
diferenciaría de San Juan de la Cruz, Proust, etc.

Como lo expresa Lacan (1955-56, pág. 103), refiriéndose al
psicótico Schreber:

"Puede decirse que, en este delirio, Dios es
esencialmente el término polar en relación a la
megalomanía del sujeto, pero lo es en tanto que Dios
está atrapado en su propio juego… El gran peligro de
Dios es, a fin de cuentas, amar demasiado a Schreber,
esa zona transversalmente transversal."

Pero Marcos a lo sumo afirma haber hablado con Dios -según el
relato de quienes lo atendían-: "Yo no soy Jesús, pero he hablado
con él".(11)

No es un Dios terrible, sino sumamente amigable, al punto que
Marcos habló "…con Dios frente a frente, sentado así como estoy
ahora con Ud."

No es Dios quien lo invade, más bien al revés: pide a Dios que
"nos perdone por lo que le hemos hecho y estamos haciendo con su
cuerpo".

Por último, podríamos interpretar que Marcos manifiesta una
necesidad de Otro que lo reconozca: cuando narra el suceso en
cuestión -el "suicidio"- nos dirige una particular mirada, de
modo que pareció preocupado por nuestra presencia allí. Es más,
se limitó a afirmar que "estaba solo en mi habitación", como si
le hubiera interesado más que alguien estuviera allí para
observar ese acto que la narración del mismo; de igual forma
podemos pensar que le preocupa ahora que alguien -fuera del
Licenciado- le escuche decir ese "cómo sucedió" que le es
preguntado… pero por supuesto, esto es sólo lo que durante esa
entrevista nos "impresionó".(12)

El desencadenamiento de la psicosis. El delirio como remiendo,
características. El carácter impuesto y autonómico de las
alucinaciones verbales.

Nada sabemos de un brote psicótico en Marcos. Aparentemente, todo
empezó con esta escena de suicidio que es narrada por sus padres
-supuestamente- a la policía, y luego a quienes lo recibieron en
el hospital.

En apariencia, habría una conexión con la muerte de su mejor
amigo, ocurrida poco antes del acto suicida. Pero ni por boca de
Marcos, ni de ningún testigo, se escucha nada acerca de esto.

Es más, Marcos relaciona su acto a la mala relación familiar.

En la psicosis, la descompensación se da de modo repentino
(Lacan, 1955-56, pág. ). Tiene que ver con la aparición en lo
real de aquello que fue rechazado (Verworfen, o que nunca se
había realizado) del orden significante. (Lacan, 1955-56,
pág. 272)

La falta de este significante primordial lleva "…a poner en tela
de juicio el conjunto del significante." (Lacan, 1955-56,
pág. 289).

A la vez, el sujeto psicótico sufre la invasión en lo más
profundo de su intimidad del Otro absoluto,

"…aquél al que nos dirigimos más allá de ese [otro]
semejante, aquel que estamos obligados a admitir más
allá de la relación de espejismo, aquel que frente a
nosotros acepta o rechaza, aquel que en ocasiones nos
engaña, del que nunca podemos saber si no nos engaña,
aquel a quien siempre nos dirigimos…" (Lacan, 1955-56,
pág. 362).

"…es posible para el psicótico una relación amorosa que
lo suprime como sujeto, en tanto admite una
heterogeneidad radical del Otro. Pero ese amor es
también un amor muerto." (pág. 363)

Las alucinaciones verbales se le presentan entonces como
impuestas, exteriorizadas en cuanto no puede frenar su aparición,
como si vinieran de otro lugar que de él mismo. Entiéndase:
Schreber diferencia muy bien las alucinaciones en cuanto
ilusiones sensoriales de aquéllas otras que le conciernen
(Schreber, 1979, págs. 75-76)

Es en este punto donde surge el delirio como intento del sujeto
de restituir cierto orden a su mundo interior:

"…el delirante… está habitado por toda suerte de
existencias, improbables sin duda, pero cuyo carácter
significativo es indudable, dato primero, cuya
articulación se vuelve cada vez más elaborada a medida
que su delirio avanza. Es violado, manipulado,
transformado, hablado de todas las maneras, y, diría,
charloteado… Realmente de eso se trata: él es sede de
una pajarera de fenómenos, y este hecho le inspiró la
enorme comunicación que es la suya, ese libro…
resultado de una larga construcción que fue para él la
solución de su aventura interior."

Lacan enumera las características fundamentales del delirio en
cuanto psicótico. Quede claro que no se trata de que donde hay
delirio hay psicosis; sino que en un sujeto donde confluyen los
otros indicadores fundamentales (empuje a la mujer, carácter
autonómico e impuesto de las alucinaciones verbales son los
principales), el delirio se presenta con determinadas
características que responden a la estructura psicótica:

"A nivel del significante, en su carácter material, el
delirio se distingue precisamente por esa forma
especial de discordancia con el lenguaje común que se
llama neologismo. A nivel de la significación, se
distingue justamente (…) porque la significación de
esas palabras no se agota en la remisión a una
significación."

Lacan, 1955-56, pág. 52

Lo que refiere al rasgo de certeza que conlleva este delirio, de
la cual ya hablamos.

En la entrevista con el Lic. Cruzeño, nada aparece del orden de
la certeza o neologismo. Tampoco en las notas de la historia
clínica, salvo las tres palabras con que designa el nombre de
Jesús, de las cuales tampoco podemos afirmar que sean
neologismos.

La perla neurótica: el chiste

Dentro de las anotaciones de la historia clínica, resalta una que
podría tomarse como el indicador clave para tomar este caso como
una histeria. Se trata de la anotación de una expresión de
Marcos, hacia el final de su internación en Diciembre de 1996.
Aparece entre comillas, es decir verosímilmente textual: "Yo no
tengo el cuerpo de carne y hueso; por medio de Jesús tengo los
huesos de hierro. Soy un negrito duro (ríe, mientras golpea con
las manos en una silla)… Jesús tiene los huesos de oro."

Claro que aquí falta la continuación de un "análisis" que
especifique a qué refiere cuando se considera un "negrito duro":
fácil es asociar las connotaciones discriminatorias del
sustantivo-adjetivo "negro" en nuestro medio. En alguna medida,
"duro" jugaría con la idea de los huesos de metal, y en todo caso
puede asociarse, en la misma línea hipotética, con la condición
de trabajador de ‘fuerza bruta’ que reviste un "negro".

Aclaremos que todo este análisis lingüístico tiene sentido bajo
la hipótesis de una neurosis como estructura; y que en todo caso
son asociaciones nuestras, totalmente fuera del contexto de un
análisis.

Lo que sí es cierto es que Marcos ríe, es decir, de alguna manera
lo que ha dicho le causa gracia. Si se piensa que está hablando
de sí mismo, entonces significa que no se toma en serio. Ésta es
una cualidad de la neurosis; en la psicosis el efecto de lo
gracioso está ausente, ya que no existe corrimiento en la cadena
de los significantes.

Conclusión de la primera parte:

No agregaremos más que lo ya dicho: el diagnóstico en este punto
es imposible de enunciarlo con cierta seguridad. Desde un punto
de vista estructuralista, no podemos decidir por neurosis o
psicosis. Sin embargo, notamos muchos elementos que hablarían más
bien de una histeria; pero no se trata de indicadores
determinantes.

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2ª Parte: Dilucidación de las Razones que pudieron llevar a
suponer un episodio psicótico agudo "compatible con esquizofrenia
paranoide"
y su relación a la religión del entrevistado.

A partir de las definiciones del DSM-IV y del Manual de Henry Hey
–ya expuestas-, realizaremos ahora un análisis tendiente a
establecer los nexos entre los criterios que se utilizaron en la
elaboración de estas clasificaciones con los que aparentemente se
utilizan en la historia clínica de Marcos. Intentaremos asimismo
dilucidar si otros criterios se ven reflejados en la misma.
Finalmente desarrollaremos un breve análisis de distintos autores
acerca de cómo se conforman las actuales categorías psiquiátricas
y qué consecuencias trae esta "historia de la clínica" para la
actual práctica en los hospitales.

La agresividad. El intento de suicidio:

En esta historia clínica se mencionan en los informes sobre
Marcos, hechos como:

* Crisis de agitación psicomotriz, heteroagresividad verbal y
física.
* Golpea ventanas de contención. Impresiona muy atormentado
por alucinaciones místicas.
* Se apaciguan los delirios.
* Se muestra tranquilo y desconfiado.
* Se muestra agresivo. Intenta fugarse. Reacciona
agresivamente.

Si los analizamos, encontramos ciertos indicios de lo que se está
juzgando en estos casos. Aclararemos que lo que aquí presentamos
no es más que un juego de hipótesis, que son pertinentes en
cuanto a lo que expondremos en las conclusiones del trabajo:

* ¿Se identifica la heteroagresividad como indicador de
psicosis?
* Se relaciona la agresividad con los delirios (que se
"apaciguan", o sea, se acallan y devuelven la paz al
sujeto). Esto tiene que ver sin duda con la concepción del
delirio como dependiente de una alucinación, en lo que ésta
tiene de mala percepción de la realidad. Entonces puede
explicarse la conducta agresiva como motivada por ilusiones
que hacen creer al sujeto que es atacado por seres
imaginarios.
* En estas expresiones se manifiesta la preocupación de los
médicos porque Marcos intente fugarse –escape a la
contención de la institución- o que reaccione agresivamente:
está implícita la idea de la peligrosidad de tales actos de
Marcos…

Traemos ahora aportes de un trabajo de Michel de Foucault (1979),
y otro de G. Rossen (1974), para pensar de qué modo la locura
está asociada a una conducta fuera de lo normal, o a la
manifestación de la agresividad más allá de los límites
permitidos por una sociedad.

rossen, hablando del Mundo Antiguo, en particular de la Antigua
Palestina, analiza la relación entre la locura y la experiencia
de los profetas israelíes tal como se puede pensar a partir de
los textos de La Biblia (el autor usa la Biblia Hebraica) y
otros. En la pág. 55 expresa:

"Parece claro, por tanto, que entre los antiguos
israelitas un criterio objetivo para definir la
enfermedad mental era la manifestación de una conducta
impulsiva, desordenada e irracional. Al parecer ésta
era la base para calificar a los profetas y a los
locos, puesto que los profetas hacían cosas extrañas, y
actuaban de un modo peculiar que inspiraba respeto y
miedo a algunos y desprecio a otros."

El criterio es más amplio;

"En términos generales, la interpretación de los
fenómenos varía ampliamente según el tiempo y el lugar,
las circunstancias sociales y las tradiciones
culturales, los fines del grupo y las necesidades
individuales (…) lo importante es que la relación
personal del profeta con Dios no era un asunto privado.
Su mensaje era un elemento de la continua revelación
del Señor a su pueblo, y el que lo recibía era
consciente de que él era uno más en la extensa
comunidad de los que hablaban en nombre de Dios."

Afirma que "existían límites a la aceptación" de la revelación
del profeta. Y concluye:

"Sólo cuando los profetas parecían representar una
grave amenaza al orden público se recurría a
sancionarlos en nombre de la comunidad. Es en estos
términos, es decir, en cuanto peligro para la comunidad
y en cuanto problema social, en los que la relación
entre la sociedad y el profeta se asemeja más a la
relación de aquélla frente al enfermo mental."

Por último, con respecto al tratamiento que recibían los
alienados en la sociedad hebraica:

"El confinamiento en la casa era una manera aceptada de
tratar a los perturbados mentales extraviados y
violentos."

Foucault (1979), al comenzar el capítulo IV de su libro, narra la
práctica del encierro en la época clásica de la psiquiatría:

"La décima parte aproximadamente de las detenciones que
se efectúan en París para el Hospital General es de
"insensatos", hombres "dementes", gentes de "espíritu
alienado", "personas que se han vuelto totalmente
locas". Entre ellos y los otros, ni el menor signo de
una diferencia…"

Resalta esto último: el hecho como,

"Al cabo de cincuenta años de encierro, se ha creído
percibir que, entre esos rostros prisioneros, había
gestos singulares, gritos que invocaban otra cólera y
apelaban a otra violencia. Pero durante toda le época
clásica no hay más que un internamiento: en todas esas
medidas tomadas, y de un extremo a otro, se oculta una
experiencia homogénea."

"Una palabra la señala –casi la simboliza-, una de las
más frecuentes que hay oportunidad de encontrar en los
libros del internado: la de "furiosos". El "furor", ya
lo veremos, es un término técnico de la jurisprudencia
y de la medicina: designa muy precisamente una de las
formas de la locura. Pero en el vocabulario del
internado (…) hace alusión a todas las formas de
violencia que están más allá de la definición rigurosa
del crimen, y de su asignación jurídica: a donde apunta
es a una especie de región indiferenciada del desorden,
desorden de la conducta y del corazón, desorden de las
costumbres y del espíritu, todo el dominio oscuro de
una rabia amenazante que parece al abrigo de toda
condenación posible (…) Encerrar a alguien diciendo de
él que es "furioso", sin tener que precisar si es
enfermo o criminal: he allí uno de los poderes que la
razón clásica se ha dado a sí misma, en la experiencia
que ha tenido de la sinrazón."

Foucault resalta asimismo que la práctica del encierro nace de la
mano de una institución jurídica. Los encargados de cuidar a los
alienados en un principio son los vigilantes. Este mundo de
prácticas extramédicas "se imponen naturalmente a los propios
médicos". Por esta época nace también la idea de cura, como
opuesta a la de panacea. A diferencia de ésta, que pretende
"suprimir toda enfermedad", aquélla "va a suprimir toda la
enfermedad":

"…a partir de esta época se empieza a percibir la
enfermedad en una unidad natural que prescribe a la
medicación su orden lógico y la determina con su propio
movimiento".(págs. 476-477)

A esta etapa -caracterizada por métodos singulares que respondían
a esta concepción de la locura como desorden de las pasiones del
alienado-, sigue otra que el autor caracteriza por la invención
de los "métodos morales". Sobre esto hablaremos enseguida.

El delirio, la alucinación. Confusiones: "ausencia de juicio de
realidad". Diferencias entre la alucinación y las voces del
psicótico.

No sabemos si Marcos deliraba antes del intento de suicidio.
Quizás hablaba mucho de su experiencia en el grupo evangélico, lo
cual fácilmente para sus familiares pudo no ser un delirio… o
pudo serlo…

Lo cierto es que es después de inyectarse el veneno, que Marcos
comienza con una conducta agresiva y gesticulante -como juntar
las manos en posición de rezar- a la par que "impresionaba" estar
en un estado delirante, hablando con distintos personajes y
acompañando esta conducta con verbalizaciones que, para quienes
lo recibieron en el hospital, sonaban como voces que Marcos
estaría escuchando.

Ahora bien, sabemos que el delirio en la paranoia presenta la
característica de organizarse en un sistema extensamente
abarcativo, tal es el caso del presidente Schreber. En la
esquizofrenia, no estaría tan sistematizado.

Recordemos que es por este rasgo que, seguramente, el diagnóstico
reza "esquizofrenia paranoide".

En Marcos -ya dijimos que nos faltan registros, pero algo hay, y
de ese algo sostenemos esta hipótesis- "los delirios" se muestran
en forma aislada, a veces se contradicen -es decir, se corrigen,
como decir que es Jesús y luego que no es Jesús, pero que habló
con él-.

Decimos en forma "aislada", no porque sean inconexos, sino por la
forma en que han sido registrados en la Historia Clínica. Tomamos
a ésta como base, ya que en la entrevista no se presentan
delirios, al menos si los hay, son compartidos por una buena
millonada de personas en todo el mundo. Pero es de notar que lo
que en esta instancia se presenta, es toda una especulación
acerca de la muerte, la otra vida, y del castigo de los
pecadores.(13)

Foucault (1979), prosiguiendo con su desarrollo, después de
hablar del surgimiento de los "métodos morales", nos ofrece un
resumen:

"…siempre existió, durante la época clásica, una
yuxtaposición de dos sistemas técnicos en la
terapéutica de la locura. Uno, que reposa sobre una
mecánica implícita de las cualidades y que considera la
locura como pasión; es decir, como algo mixto
(movimiento-cualidad), que pertenece tanto al cuerpo
como al alma; el otro, que reposa sobre un movimiento
discursivo de la razón, que razona consigo misma, y que
entiende la locura como error, como una doble inanidad
del lenguaje y de la imagen, por lo mismo que es
delirio. El ciclo estructural de la pasión y del
delirio que constituye la experiencia clásica de la
locura reaparece aquí, en el mundo de las técnicas,
pero bajo una forma sincopada. Su unidad no se percibe
aquí fácilmente."(pág. 509)

"Pero en un caso, se trata de un arte de la
transformación de las cualidades, de una técnica en la
cual la esencia de la locura es considerada como
naturaleza y como enfermedad; en el otro, se trata de
un arte discursivo y de la restitución de la verdad,
donde la locura significa sinrazón." (pág. 528)

De Rossen (1974) tomamos aquí un único párrafo –pág. 86- que da
testimonio de que esta exclusión de los locos del mundo de la
razón era ya patente en la Antigua Palestina, y que conllevaba
consecuencias legales:

Expresa este autor que en el Misna (compendio legal judío), se
emplea la misma palabra para los enfermos mentales, los dementes
y los retrasados: "La persona mentalmente enferma se consideraba
privada del juicio, e incompetente intelectualmente por lo tanto
(…) ninguno (…) podía ser estimado legalmente responsable de sus
acciones."

En definitiva, tomar al delirio o la conducta extraña y sobre
todo agresiva como indicadores de locura es una práctica
realmente antigua. El mismo nacimiento de la categoría de
enfermedad mental, la paranoia, está indisolublemente ligado a
estas faltas del sujeto para con las normas instituidas
socialmente, en materia del pensar y de la pasión o
comportamiento. La alucinación, la ilusión, y toda otra falla de
la percepción está aún más ligado a ese significante. Ya lo vimos
al desarrollar las definiciones que se dan en los manuales más
modernos de psiquiatría, que tienen que ver con esta categoría.
Nos ha interesado un trabajo de Gerardo Raúl Herreros (1995): en
el mismo, desarrolla la historia del término, dentro de la
psiquiatría alemana y de la francesa, desde su aparición y hasta
Kraepelin. Y luego más allá, hasta los actuales grandes manuales
de psiquiatría:

"Finalmente, en 1987, con el DSM-III-R, ni el vocablo
Paranoia queda. Sólo lo paranoide, ampliamente reducido
a un trastorno de personalidad y puesto entre
paréntesis en el "Trastorno delirante", es la respuesta
de esta clasificación.

"Sin embargo, si se lee con detenimiento las
descripciones de este manual que prolifera en ejes
diagnósticos, leeremos que los problemas psiquiátricos
de los que hemos estado yendo y viniendo en este
trabajo, permanecen intactos. Como solución, se ofrece
hacer desaparecer el nombre de Paranoia."

"En este recorrido sobre la "Paranoia", que ha sido
definida como la más discutida de la psiquiatría, hemos
realizado una puntuación sobre aspectos por un lado
históricos, y por otro, un recorrido acerca del
agrupamiento sintomatológico descriptivo, cubierto por
el vocablo Paranoia.

"Creemos que, es justamente por este lado por donde la
psiquiatría ha llegado a agotarla hasta el punto de
prácticamente hacerla desaparecer. Ya que la
psiquiatría, queriendo estructurar "entidades
naturales" (enfermedades con carácter sustancial),
erige categorías descriptivas (elementos de una
clasificación del dato fenomenológico), y los
transforma en esencias autónomas con su orden propio de
coherencia y racionalidad. De allí ¨la oscilación entre
una fragmentación nosológica indefinida que erige la
rareza en modelo típico, forma pura (tendencia
francesa) y la constitución de conglomerados
patológicos, cuyo vínculo con la realidad clínica se
diluye en favor de una imposición de hipótesis
doctrinales siempre sujetas a revisión (tendencia
alemana)¨".

No se equivoca: Foucault (1963) rescata el momento en que la
medicina pasa de ser una clínica de la mirada, capaz de
autocriticarse y enriquecerse a través del ejemplo viviente, a un
"…saber que se puede llamar, literalmente, ciego, ya que no tiene
mirada."

"¨Después que Hipócrates hubo reducido la medicina a
sistema, se abandonó la observación y la filosofía se
introdujo en ella¨." (pág. 86, cita a Moscati)

"Tal es la ocultación que ha permitido la larga
historia de los sistemas, con la ¨multiplicidad de las
diferentes sectas opuestas y contradictorias¨."

Hablando de la medicina moderna, desde las "innumerables
compilaciones redactadas desde el Renacimiento", hasta el siglo
XVIII en que se centra su estudio, época del nacimiento de la
clínica psiquiátrica, realiza una crítica donde caracteriza a
esta "protoclínica" como

"…más que un estudio sucesivo y colectivo de casos:
debe reunir y hacer sensible el cuerpo organizado de la
nosología. La clínica no estará por lo tanto ni abierta
a todo lo que venga, como puede estarlo la práctica
cotidiana de un médico, ni tampoco especializada, como
estará en el siglo XIX (…) se vuelve a cerrar sobre la
totalidad didáctica de una experiencia ideal." (pág.
91)

"…Son ¨las enfermedades diferentes las cuales sirven
como texto¨: el enfermo es sólo aquello a través de lo
cual se da el texto a leer…" (p. 92)

"En otros términos, la mirada, que recorre un cuerpo
que sufre, no alcanza la verdad que busca sino pasando
por el momento dogmático del nombre, en el cual se
recoge una doble verdad: ésta, oculta, pero ya presente
de la enfermedad, ésta, cerrada, pero claramente
deducible de la conclusión y de los medios. No es la
mirada misma la que tiene el poder de análisis y de
síntesis; sino la verdad sintética del lenguaje que
viene a añadirse desde el exterior y como una
recompensa a la mirada vigilante del estudiante. En
este método clínico en el cual el espesor de lo
percibido no oculta sino la imperiosa y lacónica verdad
que nombra, no se trata de un examen sino de un
descriptamiento."

Es este nombre de que nos habla, el diagnóstico inicial, el
rótulo, determinante de la historia y recorrido posterior del
sujeto en la institución. Maud Mannonni (1979, pág. 154), nos
refiere cuál es la situación del loco una vez que se le ha dado
un diagnóstico:

"A partir del momento en que se establece el
diagnóstico de psicosis, ya no se escucha la palabra
del sujeto –tanto si se está hospitalizado como si no-,
ya no se considera portadora de ningún mensaje.
Reducida a ser sólo utilizada a título de información,
su destino es que la desechen una vez usada.

"A la pérdida de referencias del sujeto, se superpone
la realidad de un mundo, que niega al paciente incluso
el acceso al lenguaje ordinario de la vida cotidiana.
Este efecto de destrucción o de petrificación es
inherente a la situación que se reserva al paciente al
que se ha sustituido el estatuto de sujeto hablante por
el objeto de la medicina. El sujeto, una vez designado
como paciente, está prisionero de un anonimato que
acentúa su sentimiento de extrañeza. Tratado como una
cosa, no puede encontrar las referencias que
constituyen su propia identidad: No es ¨nadie¨, es un
loco."

Pero volviendo a las categorías psiquiátricas, ¿qué son el
delirio, la alucinación, la ilusión?

Tomamos las definiciones de Henry Hey (1965):

* Ilusión: "simple falsificación de la percepción de un objeto
real".

* Interpretación: "Falso juicio sin percepciones exactas".

* Alucinación: "Trastorno psicosensorial diferente a la
ilusión y a la interpretación delirante; en su forma más
característica, consiste en una percepción sin objeto". El
resaltado es nuestro, también "…sin los estímulos que
normalmente desencadenan la percepción".

Como vemos, todas estas categorías corresponden en su núcleo a
una falsa percepción, sin objeto real, o percepción no exacta.

¿Qué nos dice en cambio el psicoanálisis?:

Freud (1924):

"…la precisa diferencia entre la neurosis y la psicosis
queda mitigada por el hecho de que tampoco en la
neurosis faltan las tentativas de sustituir la realidad
indeseada por otra más conforme a los deseos del
sujeto. Semejante posibilidad es facilitada por la
existencia del mundo de la fantasía, un dominio que al
tiempo de la instauración del principio de realidad,
quedó separada del mundo exterior, siendo mantenida
aparte, desde entonces, como una especie de atenuación
de las exigencias de la vida…"

Lacan, en el Seminario III, págs. 123 y 124:

"Toda aprehensión humana de la realidad está sometida a
esta condición primordial: el sujeto está en busca del
objeto de su deseo, mas nada lo conduce a él. La
realidad en tanto el deseo la subtiende es, al comienzo
alucinada. La teoría freudiana del nacimiento del mundo
objetal, de la realidad, tal como es expresada al final
de la Traumdeutung (…) implica que el sujeto queda en
suspenso en lo tocante a su objeto fundamental…"

"Pero desconocen en su esencia al principio de
realidad, que expresa exactamente lo siguiente: el
sujeto no tiene que encontrar al objeto de su deseo, no
es conducido hacia él por los canales, los rieles
naturales de una adaptación instintiva más o menos
preestablecida (…) debe en cambio volver a encontrar el
objeto, cuyo surgimiento es fundamentalmente alucinado.
Por supuesto, nunca lo vuelve a encontrar, y en esto
consiste precisamente el principio de realidad."

Conclusión de la segunda parte:

1. A nuestro entender, no existe un criterio claro para la
elaboración de las historias clínicas. No podemos saber si
lo anotado se refiere a entrevistas o a observaciones
casuales. No sabemos quién lo anota y desde qué perspectiva
teórica; por lo tanto, no sabemos cuáles categorías se
manejan, ni poseemos una clave para interpretar ciertas
expresiones repetidas, o no. En todo caso, resuenan en las
mismas distintos conceptos derivados de un marco
psiquiátrico, tanto clásico (Henry Hey, Kraepelin), como
actual (DSM III-R, CIE-10); así como otras expresiones
recuerdan al discurso lacaniano…

2. No sabemos si esta situación es general en los hospitales;
pero tenemos ciertas referencias testimoniales que así nos
lo confirman. Creemos por lo tanto de suma importancia una
investigación de estos aspectos de la práctica
institucional; y sería ideal llegar a un consenso
interdisciplinario en cuanto al establecimiento de normas
para la redacción de las historias clínicas, de modo que
puedan posteriormente utilizarse y que aporten realmente
algo al análisis de un determinado caso.

3. No podemos hablar igualmente de un consenso a nivel del
binomio teoría-práctica. La historia demuestra la inutilidad
de estos intentos. Hemos desarrollado una crítica al
desarrollo de la psiquiatría sobre la base de una antología
descriptiva de los "trastornos" –como se los llama en los
últimos manuales-. No lo hicimos porque nos disgustara, o
porque odiemos a los psiquiatras, sino lisa y llanamente
porque una tal concepción de la psicopatología humana lleva
a prácticas que únicamente contribuyen a la estigmatización
y mayor alienación del sujeto de las instituciones
hospitalarias, como expusimos.

Creemos que las clasificaciones psiquiátricas enfrentan estos
problemas desde que fundan la diferenciación del alienado en la
no correspondencia de su comportamiento o de sus ideas con lo que
desde la cultura y la ciencia es dado en llamarse la realidad.

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3ª parte: De la eterna confusión entre las expresiones religiosas de tipo
"místicas" y la locura.

Ya vimos con Rossen (1974) que la locura y la religión se tocan
en algún extremo; cómo los profetas eran en muchos aspectos
tratados como locos, si bien se distinguían ambas categorías, y
de hecho, los primeros cumplían una importante función social, de
gran trascendencia. El autor señala que

"La misma sociedad fija los límites dentro de los
cuales aceptará o al menos tolerará las conductas
desviadas (…) Por ejemplo, muchas sociedades distinguen
entre el loco, es decir, el individuo mentalmente
enfermo cuyo trastorno es crónico, y aquel otro cuya
conducta parece similar a la del loco en algunos
aspectos, pero que sólo se manifiesta de ese modo
anormal en situaciones socialmente sancionadas, tales
como ritos religiosos, o en el desempeño de funciones
altamente valoradas, como la del profeta." (pág. 84)

Kierkegaard (1947, pág. 32) plantea algo parecido en relación con
una sociedad más moderna. Comienza exponiendo sus ideas acerca de
Abraham como "padre de la fe".

Luego hace un ejercicio imaginativo: el caso de un sacerdote que
el domingo sermonee sobre Abraham; y el lunes se presente un
"…insensato dispuesto a desmentir con sus actos el viejo
proverbio que dice: ‘no sucede todo en la vida según el sermón
del pastor’…" El sermoneador logrará convencerlo de su error
"…como un querubín que blande la espada flamígera…":

"En cambio, si el pecador no queda convencido, su
situación es trágica. Probablemente lo ajustician o lo
encierran en un manicomio; en pocas palabras, se vuelve
desgraciado frente a la llamada realidad y, claro está,
en sentido diferente de aquél en que lo hizo feliz
Abraham, pues no perece quien trabaja."

Luego se pregunta:

"…¿Se dirá que Abraham ha adquirido por prescripción el
título de grande hombre, de manera que un acto como el
suyo es noble si es él quien lo hace, pero constituye
un pecado escandaloso si lo hace otro? (…) Si el hecho
de querer matar a su hijo no puede santificarlo la fe,
Abraham cae bajo el mismo juicio de todo el mundo. Pues
si no se tiene el valor de ir hasta el final del
pensamiento y afirmar que Abraham fue un asesino, mejor
será entonces adquirir ese valor que perder el tiempo
en panegíricos inmerecidos. La conducta de Abraham
desde el punto de vista moral se expresa diciendo que
quiso matar a su hijo, y desde el punto de vista
religioso, que quiso sacrificarlo; es en esta
contradicción donde reside la angustia capaz de
dejarnos entregados al insomnio y sin la cual, sin
embargo, Abraham no es el hombre que es."

La locura y la fe -acto religioso- se parecen según lo que aquí
expresa Kierkegaard (1947, pág. 61):

"Es mi propósito ahora explicitar en la historia de
Abraham, bajo la forma de problemas, la dialéctica que
ella comporta para ver qué inaudita paradoja es la fe,
paradoja capaz de hacer de un crimen una acción santa y
agradable a Dios, paradoja que devuelve a Abraham su
hijo, paradoja que no puede reducirse a ningún
razonamiento; porque la fe comienza precisamente donde
acaba la razón."

Definición de fe de Kierkegaard (pág. 64):

"La fe es justamente esa paradoja según la cual el
Individuo se encuentra como tal por encima de lo
general, reglado frente a éste, pero no como
subordinado, sino como superior, y siempre de manera
tal que -tómese nota- es el Individuo quien, luego de
haber estado como tal subordinado a lo general,
alcanzar a ser ahora gracias a lo general el Individuo,
y como tal superior a éste; de suerte que el Individuo
como tal se halla en una relación absoluta con lo
absoluto."

Sobre el temor de la conducta individual y la sumersión del
sujeto en lo general (pág. 86):

"En general la gente se guarda de citar textos como
éste de Lucas.(14) Se teme desencadenar a los hombres;
desde que al Individuo le place conducirse como tal, se
teme lo peor. Dicho de otro modo, se piensa que existir
a la manera del Individuo es la más fácil de todas las
cosas y que, por consiguiente, interesa obligar a los
hombres a alcanzar lo general."

(pág. 87), sobre el héroe, que "Sabe que es hermoso y
benéfico ser el Individuo que se traduce en lo
general…" y de su consuelo en ello; pero "…sabe al
mismo tiempo que por encima de ese dominio serpentea un
camino solitario, estrecho y escarpado; sabe cuán
terrible es haber nacido solitario fuera de lo general
y caminar sin hallar un solo compañero de ruta. Sabe
perfectamente dónde se encuentra y cómo se comporta con
respecto a los hombres. Para ellos, él está loco, y no
puede hacerse comprender por nadie. Y sin embargo, loco
es lo menos que decirse pudiera…"

(pág. 122) Elogia a Shakespeare, y toma el personaje de
Ricardo III para mostrar que "No pueden salvarse
naturalezas como esta de Gloster haciéndoles pasar por
mediación a la idea de sociedad. La ética se burla
verdaderamente de estos hombres como lo haría con Sara
(…) El hecho de estar originalmente por naturaleza o
como consecuencia de la historia, colocado fuera de lo
general, constituye el principio de lo demoníaco, y el
Individuo no es responsable."

Se podría tomar aquí como que Kierkegaard habla de los locos en
sí -los psicóticos-; pero en verdad está hablando de los genios.
Toma una cita latina: "Nunca existió gran inteligencia sin alguna
demencia" (traducción de nuestra parte). Más adelante se
pregunta:

"Cuál es la relación de la locura y de la genialidad?
Se puede deducir una de la otra; ¿en qué sentido y en
qué medida el genio es dueño de su locura?; pues es
evidente que él la gobierna hasta cierto punto, ya que
de otro modo sería verdaderamente un loco."

No discutiremos lo que de exacerbado hay en este discurso del
autor (esto se nota en las partes suprimidas de las citas).
Algunas opiniones lo colocan del lado de la psicosis… pero es
válido preguntarse con él, ya no de los genios, sino de aquellos
hombres ‘comunes’, a quienes su ‘comunidad’ -lo que Kierkegaard
llama lo ‘general’- no impide quedar fuera precisamente de ese
marco de lo general, de modo que despiertan el "temor de lo
peor".

Kierkegaard afirma que la sociedad, o mejor dicho, unos pocos de
la sociedad que son quienes tienen el poder de decidir la suerte
de los hombres en cuanto a sus actos y en relación a su salud
como "ajuste a la norma", sólo es capaz de juzgar a partir de los
resultados. Podemos pensar por nuestra parte que un Einstein es
un genio por que sus teorías resultaron beneficiosas para el
‘progreso de la ciencia’. No digamos que de no ser así pudo
terminar en un manicomio; pero poco más o menos le hubiera pasado
a Galileo.

Lo de Galileo responde al poder de entonces: la Jerarquía de la
Iglesia Católica. Kierkegaard habla de aquellos que

"…forman un gentío numeroso y yo los califico a todos
de celadores. Viven en sus pensamientos, llenos de
confianza en la vida; tienen una firme situación y
opiniones seguras en un Estado bien organizado; siglos,
por no decir milenios, los separan de los trastornos de
la vida; no temen que aventuras semejantes se produzcan
de nuevo: ¿qué dirían la policía y los periódicos? La
tarea de ellos consiste en juzgar a los grandes
hombres; y en juzgarlos de acuerdo con los resultados…"

Recordemos que nuestro autor vivió en la Unión Soviética, podemos
deducir que alude al Consejo Supremo y a la organización
policíaca de ese sistema de gobierno. Hoy, podríamos hablar de
todos aquellos que forman el sistema de salud (sin olvidar por
ello todo el aparato legal y del Estado, y la cultura en
general).

En tiempos más recientes, podemos leer en el siglo XVI por
ejemplo, lo que escribe san Juan de la Cruz (1942-a) acerca de
las "noticias o visiones de verdades interiores", que son lo que
suele llamarse profecías, según el mismo lo dice (pág. 230):

" La segunda manera de noticias o visiones de verdades
interiores es muy diferente de ésta que habemos dicho,
porque es de cosas más bajas que Dios. Y en ésta se
encierra el conocimiento de la verdad de las cosas en
sí, y el de los hechos y casos que acaecen a los
hombres. Y es de manera este conocimiento, que cuando
se le dan al alma a conocer estas verdades, de tal
manera se le asientan en el interior, sin que nadie le
diga nada, que, aunque la digan otra cosa, no puede dar
el consentimiento interior a ella, aunque se quiera
hacer fuerza para asentir; porque está el espíritu
conociendo otra cosa en la cosa con el espíritu que le
tiene presente a aquella cosa, lo cual es como verlo
claro."

Lo cual no deja de parecer una perfecta psicosis, con sus voces y
la certeza correspondiente.

Cierto es que el autor es uno de los más grandes maestros de
espiritualidad mística que hubo o hay en este mundo, al menos
como representante de la mística católica. Junto a él descollan
figuras como las de santa Teresa de Ávila o san Ignacio de
Loyola. Lacan se refiere a él , tanto en el Seminario III –como
ya hemos visto, diferenciándolo de la psicosis- y también en
otros seminarios. Por ejemplo:

"… abran cualquier página de San Juan de la Cruz. Él
también, en la experiencia del ascenso del alma, se
presenta en una actitud de recepción y ofrenda, y habla
incluso de esponsales del alma con la presencia divina.
Ahora bien, nada hay en común en el acento que
encontramos en cada uno de ellos. Diría incluso que el
más mínimo testimonio de una experiencia religiosa
auténtica les permitirá ver la enorme diferencia.
Digamos que el largo discurso en que Schreber da fe de
lo que finalmente resolvió admitir como solución de su
problemática, no da en lado alguno la impresión de una
experiencia original en la que el sujeto mismo esté
incluido: es un testimonio, verdaderamente objetivado."
(Seminario III, pág. 113-114)

"No empleo la palabra mística como la empleaba Péguy.
La mística no es todo lo que no es la política. Es una
cosa seria, y sabemos de ella por ciertas personas,
mujeres en su mayoría, o gente capaz como san Juan de
la Cruz…"

Esta última cita se encuentra en el Seminario XX, "Aún", en la
pág. 92. En el correspondiente capítulo, Lacan desarrolla la idea
de la existencia de un goce "más allá del falo" (y hasta ironiza
sobre su propia expresión). Identifica este goce con la posición
femenina, en la que –dice- hay algo "de más". Justamente, hombres
–"machos"- como san Juan de la Cruz, son los que "A pesar, no
diré de su falo, sino de lo que a guisa de falo les estorba,
sienten, vislumbran la idea de que debe de haber un goce que esté
más allá. Eso se llama un místico".

Lacan intenta al final de este texto impedir que crean que él
cree en Dios:

"Creo en el goce de la mujer, en cuanto está de más, a
condición de que ante este ‘de más’ coloquen una
mampara hasta que lo haya explicado bien."

"Como esto se produce gracias al ser de la
significancia, y como ese ser no tiene más lugar que el
lugar del Gran Otro que designo con A mayúscula, se ve
el estrabismo de lo que ocurre. Y como también se
inscribe allí la función del padre por referirse a ella
la castración, se ve que con eso no se hacen dos
dioses, aunque tampoco uno sólo."

No pretendemos desarrollar el tema de la religión en el sentido
de si existen los fenómenos que relatan los místicos. Lacan
incluso pondera la estatua de Bernini sobre el éxtasis de santa
Teresa, como que bastaría para convencernos:

"… bastaría para comprender de inmediato que goza, sin
lugar a dudas. ¿Y con qué goza? Está claro que el
testimonio esencial de los místicos es decir que lo
sienten, pero no saben nada."

Pues bien, Libros como el de san Juan de la Cruz intentan
explicar hasta donde pueden este tipo de experiencias; pero estos
autores no comen vidrio: saben que el ser humano suele engañarse,
no sólo en cuanto a lo que le sucede, sino también –y esto es lo
que interesa a los maestros espirituales- en cuanto al origen de
lo que les haya sucedido. Por ejemplo (pág. 231):

"Y aunque el alma tiene aquello que entiende por tan
cierto y verdadero (…) no por eso ha de dejar de creer
y dar el consentimiento de la razón a lo que le dijere
y mandare su maestro espiritual, aunque sea muy
contrario a aquello que siente, para enderezar de esta
manera el alma en fe a la divina unión, a la cual ha de
caminar el alma más creyendo que entendiendo."

En este párrafo, el autor expone los tres principios
fundamentales que defiende a lo largo de toda su obra: el fin de
la mística es la unión con Dios; ésta se realiza más allá de todo
lo sensible o entendible o imaginable; en ningún momento debe el
cristiano dejar de obedecer a su director espiritual, aunque le
parezca contrario a lo experimentado, y aunque esto sea de parte
de Dios…

Siguiendo estos principios, san Juan de la Cruz, aunque en su
época no hubiera aún nacido la psicología, nos da testimonio de
que también él sabía reconocer una buena histeria, en su sentido
teatral y de fingimiento (claro que no lo nombra así; 1942b):

"30. Cosa es digna de espanto lo que pasa en nuestros
tiempos, que cualquiera alma de por ahí, con cuatro
maravedises de consideración, si sienten algunas hablas
en algún recogimiento, luego lo bautiza todo por de
Dios, y supone que es así diciendo: ‘Díjome Dios’,
‘Respondiéndome Dios’. Y no es así, sino que ellas
mismas se lo dicen y ellas mismas se lo responden, con
la gana que tienen de ello."

Lo que en otros contextos se llama autosugestión…

Por más que buscamos en obras de este autor, no hallamos nada
referente a la locura. San Juan de la Cruz, como todo ‘director
de almas’, se halla más interesado en distinguir, según la
antigua doctrina cristiana, si una ‘moción’ proviene de Dios, del
Mundo o del Demonio. Aquí no caben paralelismos ni comparaciones
entre estos términos y los de la psicología, ni es fácil
desarrollar a qué refieren los mismos; lo que nos interesa, es
que no podemos decir si san Juan de la Cruz distinguía la certeza
de una verdadera experiencia de lo divino –según él la entiende-
de la certeza delirante de la psicosis.

Hemos así presentado ya al menos dos problemas que plantea la
religión a la psicología: la certeza que acompaña a este tipo de
experiencias; la histeria en casos como el que presenta el
místico.

No solamente la religión plantea problemas a la psicología;
multitud de fenómenos "paranormales" son mencionados,
testimoniados y hasta estudiados alrededor del mundo y a través
de los tiempos; pero la religión plantea un caso singular, ya que
podemos afirmar sin temor a equivocarnos (no disponemos de
estadísticas en este momento, pero las hay) que la mayoría de las
personas del mundo se manifiesta adherente a una determinada
religión (hablamos de cualquier religión reconocida como tal,
incluso las tribales o las llamadas "sectas"). Por no hablar, al
decir de Freud o de Lacan, de que toda persona neurótica cree en
algo, por más ateo que se diga. Léase también autores como Eliseo
Verón o Szasz.

Finalmente, para hablar de nuestros tiempos, diremos que estos
fenómenos del siglo XVI son reeditados en todo tipo de cultos
religiosos, desde los llamados "Evangélicos" o "Evangélicos
Pentecostales", hasta –dentro mismo de la "Iglesia Católica
Apostólica Romana"- el movimiento llamado "Renovación Carismática
Católica", reconocido por la jerarquía de esta iglesia.

Tomamos a autores que también son sacerdotes jesuitas y afirman
respetar su voto de obediencia a la jerarquía católica: Alberto
Ibáñez; Carlos Aldunate. Éste último es conocido entre los
carismáticos como que ha recibido el carisma de sanar las
enfermedades, es muy famoso y sus libros son muy leídos entre la
gente que asiste a las reuniones carismáticas:

Carlos Aldunate (1988):

" Iluminaciones:

Incluyo bajo este título varias manifestaciones
carismáticas que son de una u otra manera iluminaciones
del entendimiento:

* En profecía, ‘para edificación, exhortación y
consolación de la asamblea’ (I Co. 14, 3-4)
* En palabra de ciencia, para conocer un hecho;
* En palabra de sabiduría, para conocer qué hacer o
decir (cfr. Hebr. 5,14);
* En discernimiento de espíritus, para conocer el
origen de un influjo (cfr. I Jn. 4,1; I Tes.
5,21);
* En diversos géneros de lenguas, para un efecto
semejante al de la profecía (Cfr. I Co. 14,5.12);
* En interpretación de lenguas, para conocer el
sentido de la manifestación anterior (Cfr. I Co.
14, 5-28).

En todos estos casos supone san Pablo una comunicación
sobrenatural que ilumina al creyente." (pág. 44)

"a) Sanidades: los casos son innumerables y de gran
variedad en cuanto a la dolencia que es sanada y en
cuanto a la manera de la sanación: gradual o
instantánea; completa o incompleta; etc." (pág. 47)

"Pero hay sanaciones que por su rapidez y profundidad
parecen sobrepasar las fuerzas puramente humanas. Por
lo demás ¿hay fuerzas puramente humanas? ¿No estarán
siempre implicadas juntamente con las fuerzas humanas
otras fuerzas del bien o del mal? (…) Cuando se abre el
cauce a Dios por medio de la fe ¿no actuará siempre
Dios a través de ese cauce que le ofrecemos?…" (pág.
48)

"Ahora bien, no siempre es fácil discernir si un acto
es influido principalmente por el buen espíritu o por
el malo. Sabemos que el demonio puede hacer prodigios
(MT. 24,24; 2 Te 3, 9-12). Cuando un hombre sana por la
imposición de las manos, no podemos concluir de
inmediato que Dios se ha manifestado carismáticamente."
(pág. 68)

Como vemos en esta última cita, y al igual que con los maestros
de la mística del siglo XVI, se manejan criterios para distinguir
la procedencia de un fenómeno, y así juzgar si se trata de una
verdadera "acción de Dios". Muchos de estos autores manejan,
además, una abundante bibliografía y analizan estos fenómenos con
profundidad.

Alberto Ibáñez (1991) cita al rector del Colegio Máximo de los
Jesuitas en Nápoles, Antonio Baruffo, S.J.:

"Los numerosos testimonios de quienes practican el don
de orar en lenguas nos asegura que eso los establece en
una relación con Dios que toca profundidades no
alcanzadas de otro modo. Quizás es lo que los autores
ascéticos llaman ‘oración infusa’. Se vive un radical
abandono de sí en Dios, un desprendimiento de sí para
dejarse conducir por el Espíritu al expresar las
inefables alabanzas de Dios, una liberación interior
ante Dios y los otros, una confianza y una paz que
hinchan el corazón. Es todo el hombre quien ora, aún su
subconsciente." (pág. 129)

"La profundización de la oración carismática lleva al
reposo en Dios, a la contemplación infusa. Así, la
experiencia de oración que el señor nos da vivir en y
por la Renovación Carismática sólo se aclara
verdaderamente cuando se consideran las vías de la
oración contemplativa de los cristianos a través de los
siglos." (pág. 129)

No todos los carismáticos son tan sobrios y ‘prudentes’.(15) Hay
muchos que fácilmente pasarían por histéricos o locos. Muchos
continúan en su vida diaria hablando de Dios y de cosas como las
que expusimos.

En el siguiente párrafo, Ibáñez describe un "descanso en el
espíritu":

"… la persona pierde los sentidos, como en el éxtasis:
tal vez queda inmóvil en el sitio en que se halla; y
tal vez cae en tierra y allí queda mientras dura la
oración, privada de los sentidos."

De esta experiencia, por ejemplo, hablan mucho los carismáticos.
Es justamente una de las más controvertidas, y aún los mismos
sacerdotes carismáticos advierten que "no debe buscársela como
una golosina". Entendemos que se refieren a una actitud de tipo
"histérica" (término que por otra parte ellos mismos usan). San
Juan de la Cruz repite casi en cada párrafo de su obra que un
buen místico debe librarse del apego, ya sea a las cosas
materiales o incluso a los bienes "que vienen de Dios": la
finalidad de su enseñanza es la unión del alma con Dios, y para
llegar a la misma se debe transitar un camino de abandono y vacío
espiritual. Por si fuera poco, esto puede durar muchos años,
incluso toda la vida.

Falta lugar para citar, pero transcribimos el testimonio de un
carismático sobre la "danza en espíritu" (Ibáñez, 1991, pág.
152):

"Danzar en espíritu fue para mí algo nuevo pero también
como completar otras manifestaciones que tenía antes en
mi oración personal, ya que muchas veces orando sentada
sentía el balanceo de mi cuerpo con los brazos, algo
así como los hombres en el espacio se mueven solos,
como si flotaran. Se pierde –aunque no totalmente- la
noción de lo que hago; como si por momentos me
transportara, pero también me doy cuenta de lo que
hago; puedo dejar de hacerlo pero es más fuerte seguir
en ese estado, de suave brisa. Hay momentos tan fuertes
que pareciera que nuestra alma se desprendiera para ir
al encuentro de su Creador. También sentí momentos como
una suave melodía, con movimiento suave del cuerpo y
cantar en melodía acompañando ese movimiento…

"Sentía una paz, un gozo tan grande; es difícil decir
lo que se siente. Lo que puedo decir también es que
mientras danzaba sentía esa presencia del Señor. Me
gozaba de ver a mis hermanos que estaban igual que yo;
no me distraía el mirarlos…

"Pienso también que todo esto, que aparece mucho en el
Antiguo Testamento, no fue sólo para esa época, sino
que hoy el Señor quiere hacerlo de nuevo, revivir como
antiguamente se adoraba y alababa al Señor.

"Como fruto, me sacó todo tipo de inhibiciones, de
escrúpulos; no me importaba cómo me veían, si parecía
una tonta; yo me sentía alabando y adorando a mi Dios."

Muchas expresiones son ambiguas, y podrían "impresionar" -por
ejemplo- una alucinación (ídem, pág. 152):

"La otra noche, tuve el gozo de ver que Jesús me amaba
y quise decirle cuánto lo quería yo. Entonces moví mis
brazos, y luego los pies…"

(se trata de otro testimonio, recogido a continuación
en el libro).

Aquí la investigación se abre en muchos sentidos: fenómenos de
masas, o bien investigación de la relación entre histeria,
psicosis y lo que sucede en una persona que asista a estos
cultos.

Conclusión de la tercera parte:

Esperamos con estos ejemplos haber despertado la inquietud de
nuestros colegas o futuros colegas acerca del tema de la religión
en relación a la histeria y a la psicosis, particularmente en
este tipo de cultos "carismáticos" o "pentecostales" (pero no
menos en la "vida de oración" personal de muchos cristianos
‘tradicionales’).

Ya hemos intentado mostrar la complejidad con que nos topamos al
acercarnos a este tema. Algunos autores en la materia religiosa
son grandes poetas o grandes investigadores, que respetan incluso
todas las normas que rigen a la investigación científica en
ciencias humanas. Podemos citar con seguridad a San Ignacio de
Loyola o San Juan de la Cruz (ya dijimos que no sólo nosotros los
tenemos en cuenta). Alberto Ibáñez nos pareció igualmente serio.

Creemos que debe tenerse en cuenta lo aquí expuesto cuando se
trate de encarar la dirección de la cura en el caso de un
paciente que se presente con este tipo de discurso.

También pretendimos mostrar cómo se caería fácilmente en error al
interpretar expresiones de este tipo como signos suficientes y
ciertos de una psicosis.

Por ejemplo, tómese el último párrafo citado. Si éste hubiera
sido incluido en la historia clínica de Marcos, ¿acaso no hubiera
pasado por otra de sus alucinaciones? Y sin embargo, si uno
continúa la lectura de la cita, se ve que el sujeto refiere más
que a algo "visto", a algo que él "sentía" como si fuera realidad
("…era como si Jesús desde el sagrario aprobara esa danza…").

Para el caso de la certeza que describe san Juan de la Cruz,
creemos que un criterio diferencial podría ser aquel que nos
enseña Lacan, y que también remarca Rossen: el de una
trascendencia de ese saber más allá del sujeto, de modo que éste
se dirije inmediatamente a la comunidad, y requiere de vuelta el
reconocimiento de su lugar en la misma.

Notas

(1) Esta es una reconstrucción basada en apuntes. Contiene las
ideas generales de cada intervención, sin que falte ninguna. En
este sentido se presenta un poco esquematizada y con frases un
poco cortadas. A pesar de ello, no está mal, ya que
verdaderamente esa era la impresión que nos dejó el discurso de
Marcos, y que el Lic. Cruzeño confirmó al comentar que
normalmente era verborrágico y que le parecía que se debería a la
influencia de la medicación. Salvo algunos nexos y elementos
accesorios de las frases, todo es textual. Sobre el comienzo de
la entrevista nos quedaron dudas, ya que nuestra primera
anotación fue el "Sí" de Marcos

(2) Desarrollaremos este tema más adelante.

(3) Queremos resaltar que en general, intentaremos tomar
indicadores que sean coherentes con una postura estructuralista
en el caso de proponer una neurosis. En cambio, los criterios
indicadores de psicosis que se nos han ido ocurriendo al leer el
material, a veces corresponden más bien con una óptica
descriptiva. Pero no se puede decir que seamos muy estrictos en
esto.

(4) Para descripciones de estos fenómenos, hechas por un
psicótico, véase Daniel P. Schreber, 1979; en diversas páginas,
por ejemplo, 169-173, 220, 230. Lacan (1955-56) lo relaciona con
el orden del significante, con la detención del discurso en el
cual aquél se manifiesta, y al cual Schreber "está suspendido
dolorosamente" (pág. 201): "Se producen fenómenos que difieren de
los del discurso continuo interior, enlentecimientos,
suspensiones, irrupciones a las que el sujeto se ve obligado a
aportar un complemento…" (ídem).

(5) Ver Lacan (1955-56), pág. 110. La certeza es la que hace del
delirio un delirio psicótico, es decir un fenómeno elemental: "En
él, no está en juego la realidad, sino la certeza… esta certeza
es radical… significa para él algo inquebrantable. Esto
constituye lo que se llama, con o sin razón, fenómeno elemental,
o también -fenómeno más desarrollado- la creencia delirante."

(6) Lacan (ídem): "El sujeto admite… que esos fenómenos son de un
orden distinto a lo real, sabe bien que su realidad no está
asegurada, incluso admite hasta cierto punto su irrealidad. Pero…
él tiene una certeza: que lo que está en juego -desde la
alucinación hasta la interpretación- le concierne."

(7) Schreber, 1979, pág. 247: "Tan sólo en mi propio caso yo
puedo, naturalmente, afirmar con entera seguridad que en dichos
estímulos nerviosos interviene efectivamente una causa que actúa
desde afuera…"

(8) Sobre este aspecto, de la dificultad para leer la historia
clínica, hablaremos más adelante, en la segunda parte del
trabajo.

(9) Un psicótico "…muchas veces no se declara como tal, no
declara su convicción. A veces la disimula cuando se le
interroga. Su locura no le impide ver la intención del otro que
tiene enfrente, y entonces puede disimular."(Colette Soler, El
amor del psicótico, apunte de cátedra de Clínica Lacaniana. En
esta frase, C. Soler se refiere al "sujeto erotomaníaco". Como
admitimos una estructura psicótica, la erotomanía es un fenómeno
dentro de aquélla, por lo que se aplica la frase a la psicosis en
general. Además es lo que observamos en la práctica.)

(10) "…a menudo siente que ha sido dotado con poderes especiales
y que, si se le permite ejercitar estos poderes, podría curar
enfermedades, desvanecer la pobreza, asegurar la paz mundial, o
realizar otros actos extraordinarios". Traducción nuestra. El
artículo fue sacado de Internet. Es un comunicado del Mental
Health Institute sobre la Paranoia.
En la historia clínica se ha registrado que Marcos en algún
momento habló de poderes especiales y de ser un elegido: sobre el
tema del delirio, hablaremos en la 2ª parte del trabajo.

(11) Aquí corrige una afirmación anterior, donde afirmaba ser
Jesús, y agregaba tres adjetivos con buena pinta de neologismos:
"confusión, compaginación y normalidad", lástima que no sepamos
más de ellos.

(12) Ya analizaremos el uso que se da a este particular término
en la historia clínica, en la segunda parte de este trabajo.

(13) Dudamos aquí si existen elementos suficientes para decir que
de algún modo se percibe cierta unidad en estas ideas, como si
nos acercáramos a alguna "carretera principal" tal como Lacan la
conceptualiza.

(14) Psicoanalista

(15) "Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre, su madre, su
mujer, sus hijos, sus hermanos, sus hermanas e incluso su propia
vida, no puede ser mi discípulo" (San Lucas, XIV, 26)

(16) O sea: que consideran la historia y la experiencia de la
iglesia durante siglos, en materia de juicio acerca de la validez
de una determinada experiencia ‘mística’ y sus consecuencias para
la vida de la persona que ha accedido a ella, en particular.

Bibliografía

Aldunate, Carlos 1988 "Carismas, ciencia y espíritus". Ediciones
Paulinas. 2ª edición. Santiago de Chile.

Foucault, Michel de 1963 "La naissançe de la clinique". Preses
Universitaires de France, Paris. 1ª edición en español (1966):
"El nacimiento de la Clínica". Siglo Veintiuno editores. 11ª
edición en español, Madrid (1986).

Foucault, Michel de 1979 "Historia de la locura en la época
clásica". F.C.E.

Freud, Sigmund 1924 "La pérdida de la realidad en la neurosis y
en la psicosis". Ed. Amorrortu.

Ibáñez, Alberto 1991 "Lenguas III – Para crecimiento personal".
Ed. Lumen.

Kierkegaard, Sören 1947 "Temor y temblor", Editorial Losada,
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Jacques Lacan. Libro 3: Las psicosis"; trad. de Juan Luis
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Lacan, Jacques 1972-73 "Le Séminaire de Jacques Lacan. Livre 20.
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Lacan. Libro 20: Aún"; trad. de Juan Luis Delmont-Mauri, Diana
Silvia Rabinovich y Julieta Sucre. 1ª reimpresión en España.
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Mannonni, Maud 1979 "La théorie comme fiction, Freud, Groddeck,
Winnicott, Lacan". Éditions du Seuil, Paris. Edición en
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Rossen, G. 1974 "Locura y sociedad". Ed. Alianza.

San Juan de la Cruz 1942a "Obras de San Juan de la Cruz. Tomo
primero". Editorial Poblet. Buenos Aires, 2ª tirada, 1944 (Obra:
"Subida del Monte Carmelo").

San Juan de la Cruz 1942b "Obras escogidas". Edición y prólogo de
Ignacio B. Anzoátegui. Editorial Espasa-Calpe, Colección Austral.
1ª edición, Bs.As. 1942. 3ª edición, Buenos Aires 1947.

Zoroastro, Gastón A. 1990 "Schreber Clínico (con una presentación
de caso)". Edic. a cargo de Javier Chialvo. Biblioteca de
Psicoanálisis Oscar Masotta. 2ª edic. a cargo de Jorge Pacheco,
Córdoba 1992.


http://www.acheronta.org
[Revista Acheronta]
Número 8 - Diciembre 1998

 

 

 

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