Cristóbal de Virués


La infelice Marcela

 


FIGURAS:
Marcela, princesa
Alarico, conde
Ismenio, caballero
Tersilo, caballero
Formio, salteador
Trinco, salteador
Fracaso, salteador
Brando, salteador
Zambo, salteador
Rumbo, salteador
Felina, salteadora
Oronte, caballero
Landino, príncipe
Isidro, criado del príncipe
Dionisio, criado del príncipe
Silvio, criado del príncipe
Montano, pastor
Toribio, pastor

Es el teatro un monte espeso, con una cueva

Prólogo

Rotas las velas y la entena rota,
las gúmenas y jarcias destrozadas,
sin árbol, sin timón y sin escota,
todas las obras muertas quebrantadas,
sin tino de tomar cierta derrota 5
por las dudosas ondas levantadas,
confuso y triste el mísero piloto
el puerto busca, a su deseo remoto.
Mira la nave que sacó del puerto
con viento blando, fresco y favorable, 10
ir por el ancho mar furioso incierto
corriendo su tormenta incontrastable;
el cielo que sacó claro y abierto
le ve cerrado, triste y espantable,
y en vez de puerto do salvar las vidas 15
ásperas rocas de la mar batidas.
Tal es de los humanos la esperanza,
mientras en cosas frágiles se funda;
así vuelven los vientos su bonanza,
así a su primer bien en mal segunda, 20
espera de sus hechos alabanza
el que los hace con virtud profunda,
y halla dellos un jüez que mira
todo lo que es así con ojos de ira.
Salgo con voluntad y firme intento 25
de procurar el gusto y el regalo
del que con claro y alto entendimiento
conoce lo que es bueno y lo que es malo;
y luego de través el vano viento
del vulgo, cuyo voto al aire igualo, 30
me levanta la mar, pensando cierto,
que estorba de tomar el salvo puerto.
Esto es así; mas gran consuelo tengo
pues han de ser en mi favor los sabios,
a quien, pues tales son, nada prevengo 35
de lo que han de explicar mis torpes labios;
con los que no lo son, en nada vengo,
ni temo sus satíricos resabios,
pues aunque en rota barca en su mar ande,
es el favor de los discretos grande. 40

La infelice Marcela
Cristóbal de Virués

Copyright (c) Universidad de Alicante, Banco Santander Central Hispano 1999-2000

La infelice Marcela
Cristóbal de Virués

Parte primera

(Hablan dentro Alarico, Tersilo, Ismenio.)
Alarico. Da a la banda el timón al diestro lado;
salva la peña y en la arena embiste.
Tersilo. No hay que temer; mil veces seas loado,
cielo, que a salvamento nos trajiste.
Ismonio.Sosiega, Reina, el pecho alborotado, 45
pues dicha tal, pues suerte tal tuviste.
Alarico.Sal del batel, Señora, ya segura,
y en nuestros brazos y hombros te asegura.
(Sacan a Marcela, Alarico, Ismenio, Tersilo.)
Marcela. ¡Oh, tierra, nuestra madre tan piadosa,
besarte quiero y todos te besemos, 50
pues sin temor de la alta mar furiosa,
salvos en tu regazo ya nos vemos!
Alarico.Es hacer esto muy debida cosa.
Ismenio.Besarte y adorarte así debemos.
Tersilo.En reconocimiento te adoramos 55
del favor que del cielo en ti gozamos.
Marcela. ¡Oh, mar furiosa, oh, mar embravecida,
enemiga mortal de los humanos!
¿Quién de ti fía? ¿Quién hacienda o vida
confía en tus rigores inhumanos? 60
¿Y es acaso esta tierra conocida,
amigos, de mí amados como hermanos?
Alarico.Señora, sí. No tengas ya cuidado
sino en cobrar lo que perdió el pasado.
Marcela. Hasta que vea yo, noble Alarico, 65
a mi Landino, es imposible verme
en estado tan próspero y tan rico
que sin cuidado pueda entretenerme.
Alarico. Verásle presto. Yo lo certifico.
Marcela.Así lo espero yo.
Alarico. Puedes creerme. 70
Marcela.Encomiéndoos, señor, la diligencia
cuanto lo ha menester el mal de ausencia.
Que aunque el soberbio viento porfiado
y el gran rigor del ímpetu marino
mis galas y mis joyas me ha quitado 75
con su furor airado y repentino,
pues la dulce esperanza me ha dejado
de ver a mi dulcísimo Landino
con vuestro amparo y diligencia y guía,
tiene consuelo el alma triste mía. 80
Alarico. Tenle, Señora mía, y sin tristeza,
sino con el valor que en ti se encierra;
y porque pueda ser con más presteza
el buscar paz a tu amorosa guerra,
Ismenio, tú, con singular destreza, 85
pues sabes bien los pasos de esta tierra,
adelántate luego, amigo, y vuela
por un coche o litera a Compostela,
que no es razón, aunque el camino es breve,
que pase la Princesa a pie este monte. 90
Carro o caballo o cosa que la lleve
sin falta trae, antes que el sol trasmonte.
Ismenio.Lo que mandas haré como se debe,
antes que se oscurezca el horizonte.
Yo voy volando.
Marcela. Yo, señor, os ruego 95
que volváis luego aquí.
Ismenio. Volveré luego.
Alarico. En tanto vos, Señora, es acertado
que reposéis un rato, reclinada
en estas peñas, libres del pesado
tormento que os causó la mar airada. 100
Marcela.Según el corazón tengo alterado
y me siento afligida y mareada,
será bien hacer eso.
Tersilo. En esta parte
puedes mejor, Señora, acomodarte.
Alarico. Y mientras tú descansas y reposas 105
y vuelve Ismenio aquí de Compostela,
Tersilo y yo, tratando en nuestras cosas,
haremos desviados centinela.
Marcela.Confío en vuestras manos valerosas.
(Apártase.)
Alarico.Entre las tuyas mi alma triste vuela. 110
(Aparte.)
¡Ay, mi Tersilo! ¡Escucha, atiende, advierte
(Alto.)
con dolor de mi vida y de mi muerte!
Conviene, caro amigo, que te acuerdes,
primero que mi pecho veas abierto,
de la hermandad que en nuestros años verdes 115
abrió de la amistad camino cierto,
y que conmigo ahora así concuerdes
que quede en su fineza aquel concierto
que ha de haber en dos almas concertadas
que la santa amistad tiene enlazadas. 120
No sé cómo comience a descubrirme;
no sé cómo te diga mi tormento;
no sé, Tersilo, cómo has tú de oírme;
no sé yo cómo pinte lo que siento.
Tersilo.Si es, Alarico, para persuadirme 125
con esa prevención mejor tu intento,
basta, no hay para qué, que ése es rodeo
vano en buena amistad.
Alarico. Así lo veo,
y así procederé con más llaneza
y sin gastar palabras. Oye. Digo, 130
Tersilo amado, que por la belleza
de aquel ángel que ves, soy ya enemigo
de la santa lealtad, de la nobleza,
y de cuanto el honor tiene consigo.
Tersilo.¿Qué dices, Alarico?
Alarico. ¡Ay me, que muero, 135
y que sólo de ti la vida espero!
Tersilo Repórtate, suplícote, y no
quieras
en un punto perder lo que en mil años
no pudieras ganar, aunque anduvieras
venciendo siempre innumerables daños; 140
rinde con tu valor vanas quimeras
y vence con tu honor viles engaños.
Acuérdate de ti, de ti te acuerda,
no des al apetito tanta cuerda.
No te olvides, señor, de la crianza 145
que en la casa del Príncipe Landino
tuviste desde niño, y la privanza
a que después esta crianza vino.
Vuelve los ojos a la confianza
que él tiene en ti, por singular camino. 150
De Marcela y tu Rey honor y vidas
aquí en tu confianza están unidas.
Alarico. Remedio pido yo, Tersilo mío,
consejo no, que ya el amor del todo
tiene en su fiera mano el albedrío, 155
y no puede tomalle de algún modo.
De ti, como de mí, Tersilo, fío.
Tersilo.Pues yo no sólo aquí no me acomodo
con tu intención injusta, pero digo
que en ella te seré fiero enemigo. 160
Aunque esto no es posible ser de veras,
no lo puedo creer. Esto es tentarme,
y ahora sean burlas, ahora veras,
de las cosas debo yo agraviarme,
que cierto ahora ya excusar pudieras 165
tras tantas experiencias el probarme.
Alarico.No yo, tú a mí me pruebas y me tientas,
y en vano aquí contradecirme intentas.
Veras son las que trato, y sonlo tanto,
que si a ellas no das consentimiento, 170
habrás de ver con esta espada cuánto
te dañará contradecir mi intento.
Tersilo.¿Piensas, traidor, que han de causarme espanto
tus amenazas que se lleva el viento,
y que por ellas he de serte amigo, 175
siendo a la lealtad y fe enemigo?
Alarico. Ya aquí no puede ser de otra manera.
Por aquí mi remedio va guiado.
Muera quien estorbarle quiere.
Tersilo. Muera
quien debe ser como traidor tratado. 180
(Acércase Marcela.)
Marcela.¿Qué furia, qué rigor, qué rabia fiera,
qué nuevo mar aquí se ha levantado?
¿Qué tormenta se ofrece ahora en tierra
que más que la del mar me mueve guerra?
¡Ah, traidor Alarico! ¿Que a tal punto 185
habías de traer tu intento ciego?
¿Qué es esto, justo cielo, todo junto
contra mí, sin que valga humilde ruego?
Tersilo vendrá a ser aquí difunto;
no me concede el miedo más sosiego; 190
pues este amigo me es tan enemigo,
el enemigo mar será mi amigo.
(Vase.)
Alarico. ¿Qué porfías en vano? ¿Qué porfías
contra la muerte que te da mi espada?
Tersilo.Ya veo en vano ser las fuerzas mías; 195
no puede ser mi fe más sustentada.
Alarico.Tienes el justo fin que merecías,
pues mi buena amistad tuviste en nada.
Queda, cuitado; rinde el alma al cielo;
yo voy tras quien la mía lleva en vuelo. 200
(Vase.)
(Tersilo, caído herido.)
Tersilo.Aún podré seguirte;
aún la aguda espada
podré guiar a tu alevoso pecho;
tengo de perseguirte;
por mí ha de ser vengada 205
mi muerte triste y la traición que has hecho.
Traidor, aguarda, espera;
mas no es posible ya desta manera.
Si el peso acrecentado
con la cercana muerte 210
del triste cuerpo en sangre ya teñido
al pie debilitado
no permite que acierte
ni pueda en su rigor ser sostenido,
no hay que buscar venganza 215
sino llamar al cielo en su esperanza.
(Sale Toribio, pastor.)
Toribio. ¿Qué lástima es aquélla que allí veo?
¿Es de las que haber suele en este monte?
Miedo me da pasar por allí cerca.
¡Oh, pobre dél! ¡Herido está el cuitado; 220
muriendo creo que se va, sin duda!
¡Oh, traidores ladrones de esta tierra!
Ellos, sin falta, esta maldad han hecho.
Tersilo. A vos, justo cielo, pido
el remedio que conviene 225
al alma que a vos aspira
cuanto su fe le promete;
a vos, que de justas obras
sois justo galardón siempre,
ofrezco yo la que ahora 230
en este trance me tiene.
Ofendido así yo quedo
de quien la justicia ofende
defendiendo la justicia
como es justo defenderse. 235
Secretos divinos son
ocultos a humanas mentes
suceder bienes por males
y tener males por bienes;
que el injusto al justo juzgue 240
y que el malo al bueno enmiende;
que al fuerte el cobarde venza;
y que el necio al sabio enseñe;
que prevalezcan tiranos
y que reinen insolentes; 245
que amigos falsos se estimen
y que fieles se desprecien;
que un traidor me mate a mí
porque yo leal mostréme;
secretos divinos son 250
ocultos a humanas mentes.
¡Oh, siglo, a astutos traidores
paraíso de deleites,
que a manos llenas los frutos
de sus flores les ofreces! 255
¡Oh, siglo, a llanos leales
páramo llenos de sierpes,
que sólo abrojos produces
y mortal veneno viertes!
Maldito el hombre que fía 260
en tus miserables bienes,
maldito el hombre que en hombre
firme confianza tiene.
Mentiroso es cualquier hombre
falso y lleno de dobleces, 265
arrastrado es cualquier hombre
de sus propios intereses.
No hay hombre que mueva un dedo
si su pasión no le mueve;
no hay quien haga bien ya, ni hay 270
quien no haga el mal que puede.
¡Traidor, desleal, ingrato,
que así pudiste ofenderme
defendiendo con tal celo
la castidad inocente! 275
¿Que tan injusta demanda
pudo a ti favorecerte,
y a mí tan justa querella
pudo en trance tal ponerme?
No, que no puedo creer 280
que he de morir yo sin verte
que pierdas la vida como
el honor y la fe pierdes;
que si por el juicio oculto
permite el cielo que llegue 285
al trance en que tú me has puesto,
un afligido inocente,
¡ay de quien le aflige, y ay
de quien escándalos mueve,
aunque convenga el haber 290
escándalos muchas Veces!
Y, ¡oh, tres veces, cuatro y mil,
dichoso aquel que padece
fielmente por la justicia
persecuciones de infieles! 295
¿De qué me aflijo y me quejo?
No hay por qué me aflija y queje;
contento estoy deste daño
más que si sin él me viese.
No es sangre la que derramo; 300
es rosicler con que muestre
el oro de la lealtad
que me adorna y enriquece.
No es justo que desta llaga
fisión yo ni muerte espere; 305
vida espero de la fama
mientras el mundo viviere.
Este divino secreto
me es claro ahora y patente,
que por darme gloria inmensa 310
me ha dado esta pena leve.
¡Oh, sangre, que derramada
vida me dais de tal suerte,
sangría sois que sanáis
al alma mil accidentes. 315
No hay tal para calenturas
fría en hondo valle fuente
cual vos en éste de llanto
para quien gloria pretende.
Del fuego vivo de honor 320
aplacáis la sed ardiente
que tiene de acrecentarle
aunque cuanta sois le cueste.
Salid, sangre, que ya no
hay pena que contrapese 325
a la gloria de la causa
de esa abundante corriente;
no cese vuestro correr
aunque aquí mi vida cese,
que por honrosas empresas 330
vida es gloriosa la muerte.
(Sale Ismenio)
Ismenio.¿Qué es esto que se ofrece aquí a mis ojos,
Tersilo amigo?
Tersilo. Ismenio, hermano mío.
Ismenio.¿Qué desventura es ésta?
Tersilo. Grande, grande.
¿Tenéis remedio alguno de llevarme 335
donde o pueda morir como conviene
o procure curar siendo posible?
Ismenio.Llevarte puedo a Compostela luego
en un carro que está para Marcela
de aquí muy cerca en el camino llano; 340
pero ¿dónde Alarico y la Princesa
hallar podré, para que vamos juntos?
Tersilo.¡Ay, Ismenio querido! Yo te ruego
que al momento me lleves donde dices,
que de la desdichada de Marcela 345
y del traidor infiel por quien preguntas,
yo te diré el suceso que me cuesta
el verme cual me ves.
Ismenio. Gran sobresalto
tus razones me dan. Esfuerza, vamos,
abrázate a mi cuello, no desmayes. 350
(Vanse Tersilo e Ismenio.)
Toribio.¿Hay cosa igual? ¿Qué puede ser aquesto?
Sueño me ha parecido lo que he visto,
si es verdad que lo he visto y que no sueño.
Pero no sueño yo, que veo y siento,
y aun siento y veo una mujer y un hombre 355
venir corriendo adonde estoy. ¿Qué es esto?
(Toribio, Alarico, Marcela.)
Marcela.Hijo, defiéndeme si te es posible,
o guíame do pueda defenderme
de un hombre que me sigue por matarme.
Toribio.Yo, señora, no sé, que llega el hombre, 360
ni espero más aquí. Dios te defienda.
(Vase.)
Alarico. No puedes de mí huir,
hermosísima Marcela,
que el amor que es grande, vuela
tras lo que empieza a seguir. 365
Detente, no huyas más,
firma el presuroso pie;
no es bien que contigo esté
como tú conmigo estás.
No es bien que tu pie ligero 370
te canse y te aflija a ti
de la manera que a mí
tu desdén airado y fiero.
Marcela. ¡Oh, cielo! ¿Que esto permites
teniendo rayos ardientes? 375
¡Oh, tierra! ¿Que esto consientes?
¿Que tanta maldad no evites?
¡Oh, mar! Sin duda supiste
que se me guardaba en tierra
esta tan furiosa guerra, 380
pues a la tierra me diste,
que tú contra mí inclinado,
si este daño no supieras
nunca a la tierra me dieras;
tú me hubieras anegado. 385
Traidor, desleal, ingrato;
hombre sin razón ni ley;
¿contra tu Señor y Rey
tan enorme desacato?
¿Qué piensas? Di, ¿qué pretendes? 390
¿Qués tu dañada intención?
¿Cómo en tu fiera traición
no miras a quien ofendes?
¿Que a mí, que a Mí tú te atreves
con tan fiero desatino? 395
¿Así a tu Señor Landino
pagas, traidor, lo que debes?
Vuelve a la razón los ojos
poniéndola en su lugar,
y verássele usurpar 400
por esos viles antojos.
Alarico. Cuando amor de veras viene
a rendir un corazón,
no tiene lugar traición
ni la razón lugar tiene. 405
Digo, Señora, que cuando
causa traiciones amor,
quien las hace no es traidor,
y va la razón en bando.
Va en bando, va desterrada 410
por el amor la razón,
y la traición no es traición
en la voluntad forzada.
Fuérzame amor, él me fuerza
a que intente lo que intento, 415
trayendo al consentimiento
a su pretensión por fuerza.
No soy yo Alarico aquí,
amor solamente soy,
que en él convertido estoy 420
después que a él me rendí;
y así, Señora, concluyo
que siendo yo el mismo amor
no sólo no soy traidor,
sino fiel esclavo tuyo; 425
y como tal te suplico
mires, que esto no te ofende,
ques amor el que pretende,
que no pretende Alarico.
Marcela. Grande es, grande es la paciencia; 430
a mucho se extiende y pasa,
pues con dolor tan sin tasa
estoy viva en tu presencia.
Traidor, ¿con sofisterías
piensas dorar tu maldad? 435
¿Así la infelicidad
disimulan niñerías?
¿Tan pequeña culpa es
ser a tu Rey desleal,
que pienses tener caudal 440
con que cubierta le des?
Mira, advierte que estás ciego;
Alarico, vuelve en ti.
Por tu Señor y por mí,
que te reportes te ruego. 445
Mira que eres bien nacido,
mira que en tu confianza
vengo; mira la esperanza
que Landino en ti ha tenido.
Mira mi amargo dolor, 450
ruégote que te refrenes;
si es verdad que amor me tienes,
muéstrame en esto tu amor.
Alarico. Es por demás ya, Marcela,
herir con voces el viento; 455
ver tengo el fin de mi intento
con que amor me abrasa y hiela,
y ha de ser luego, que ya
es para luego muy tarde,
y en ser valiente o cobarde 460
mi muerte o mi vida está.
Esto ha de ser desta suerte.
Marcela.¿Qué intentas, traidor? Espera.
Alarico.Ha de ser desta manera.
Marcela.No ha de ser sino mi muerte. 465
(Formio, Trinco, Fracaso, hablan dentro.)
Formio. A las peñas guiad donde la barca
veis que ha dado al través. Ea, aguijemos.
Trinco. Por acá, Brando. Sigue tras mí, Rumbo.
Fracaso.Por aquí es el camino. Aguija, Zambo.
Alarico.Contra mí viene aquella gente armada. 470
¡Brava desdicha, fiera desventura!
Solos pueden aquí los pies ligeros
salvar la vida; a ellos la encomiendo.
(Vase.)
(Salen todos los salteadores.)
Formio. Al hombre que huyó seguilde, amigos,
que yo voy tras vosotros en dejando 475
la mujer a Felina encomendada.
Fracaso.No temas que por pies se escape el hombre.
Trinco. Ni aunque los brazos se le vuelvan alas.
Rumbo. Pues según huye, muestra que las tiene.
Zambo. No le han de aprovechar; tras él volemos. 480
Brando. Tú, Formio, luego síguenos volando,
por lo que puede sucedemos.
Formio. Ea,
que al punto os sigo; no se os vaya el hombre;
tú en tanto dime. Pero no me digas 485
No es tiempo de saber ahora cosa.
¡Ah, Felina! ¡Ah, Felina! ¡Ah, de la cueva!
(Sale Felina.)
Felina. ¿Qué mandas, dulce amor?
Formio. Felina mía,
queda con esta moza aquí, entretanto
que voy en seguimiento de los nuestros, 490
que siguen un traidor, cobarde, infame,
que nos dejó en las manos esta presa,
y él se puso en huída como un gamo;
no más, que importa no tardarme un punto.
Felina. Vuélvate el cielo como yo deseo. 495
(Vase Formio.)
Muy a mi gusto ha venido
la presa esta vez, a fe;
con ella renovaré
este mi viejo vestido.
Y de joyas y dinero 500
¿cómo va la bolsa, dama?
Conforme la gala llama,
en gran cantidad lo espero.
Marcela. Sólo lo que ves, amiga,
es lo que pude salvar 505
de una tormenta del mar,
con harta pena y fatiga.
Felina. Esa es muy grande mentira,
y yo sé que della habré
más de dos joyas, a fe. 510
Marcela.Toda me busca y me mira,
y si más de lo que ves
hallares, daré la vida;
busca a tu gusto y medida
de la cabeza a los pies. 515
Felina. Ahora bien; en mi presencia
se desnude en carnes luego,
que esotro buscar es fuego.
Ea, dama, diligencia;
quite la ropa, y no crea 520
ques donaire el desnudar,
que no me he de contentar
hasta que en carnes la vea.
Ea, acabe, dése priesa,
que lo toma muy de espacio; 525
no es dama aquí de palacio;
no se suene aquí Princesa,
que está tan lejos de serlo
aquí, como donde quiera;
el toldo de la ramera 530
asco me toma de verlo.
Donosa es la gravedad.
Marcela. Yo quisiera no tenella,
pero no puedo perdella,
ques natural calidad. 535
Felina. ¿Que tan natural le es?
Alguna reina es, sin falta.
Marcela.Mal tendrá suerte tan alta
quien está puesta a tus pies.
Felina. Ea, Princesa, acabemos. 550
Marcela.No soy ya Princesa yo.
Felina. Pues ¿fuelo algún tiempo?
Marcela. No.
Felina. Ea, vestidos troquemos.
Pero, ¿quién es el que viene?
¡Ay de mí! ¿Quién es aquél? 555
Marcela.Ángel podría ser él
si es cual a mí me conviene.
(Felina, Marcela, Oronte.)
Oronte. Hermosas damas, el cielo
os dé tanta paz y amor
cuanto a mí por mi dolor 560
me da guerra y desconsuelo.
Si estorbo con mi venida
vuestra soledad amada
volverme he.
Felina. Será estimada
esa merced prometida, 565
que estamos aquí esperando
nuestros maridos y gente,
y no nos será decente
hallarnos con vos hablando.
Marcela. ¡Oh, caballero! ¡Oh, señor! 570
Si a tu varonil semblante
es el valor semejante,
yo te encomiendo mi honor.
Ésta miente, que es mujer
de unos ladrones que aquí, 575
señor, me han dejado a mí
como esclava en su poder.
Felina. ¿Qué dices, traidora perra?
Señor, miente esta malvada.
Marcela.Es verdad averiguada, 580
juro por el cielo y tierra.
Felina. ¿Tal se ha de sufrir? Espera;
tu marido iré a llamar.
Oronte. Aquí le habéis de esperar.
Mejor es desta manera, 585
que yo creo que esta dama
me dice pura verdad.
Marcela.Señor, a vuestra bondad
encomiendo mi honra y fama,
que luego aquí volverán 590
los traidores, que siguieron
uno que conmigo vieron,
tal cual los que tras él van.
Oronte. No temáis. Yo soy Oronte,
a quien, como a su señor, 595
tendrán respeto y temor
los ladrones de este monte,
los cuales tendrán tal guerra,
si el cielo a mí paz me da,
que sin ellos se verá 600
bien presto esta triste tierra.
Vendrán bien presto a mis manos
estos traidores infieles,
y seránles tan crueles
cuanto ellos son inhumanos; 605
y de las suyas es bien
procure guardarme ahora,
y a vos, hermosa señora,
sacaros dellas también.
Venid, que yo os pondré en parte 610
donde a vuestro gusto estéis,
y después que allí me deis
de vuestros sucesos parte,
haré por vos todo cuanto
por mi propio bien haría. 615
Marcela.Veo en vuestra cortesía
que escucha el cielo mi llanto,
el cual, señor, os dará
la paga que esto merece.
Oronte. En hacer lo que se ofrece 625
por vos, muy pagado está.
Quédese esta buena pieza,
y agradezca que es mujer,
que si no, hubiera de ver
hoy la ciudad su cabeza. 625
Por esta vereda echemos,
ques un corto y buen atajo,
por do, con poco trabajo,
en mi castillo daremos.
Marcela. Determinada te sigo; 630
por donde mandares guía;
en tu fe mi alma se fía.
Oronte. Serte he verdadero amigo.
(Vanse Oronte y Marcela.)
Felina. No seré yo Felina, la que suele
revolver un linaje, un reino, un mundo, 635
si no hago, soberbio, que os desvele
lo que habéis hecho el sueño más profundo;
ello conviene que mi fama vuele
y que no aspire al título segundo
de brava y vengativa y valerosa, 640
sino al primero, como en ser hermosa.
¿No soy Felina yo, la que en Galicia
tuvo en bandos partida y alterada
contra el alto poder de la justicia
la gente más florida y más granada? 645
¿Tiene este Oronte vil de mí noticia,
que así ahora, corrida y afrentada,
me deja aquí, llevándose la esclava
sin mirar que a mí me la quitaba?
¿Y con las amenazas y los fieros 650
de que destruirá por su vil mano
a Formio mío y a sus compañeros
como negocio fácil y liviano?
Si es verdad que mi pecho tiene aceros,
aquí se han de mostrar. Si yo no allano 655
esta injuria y afrenta recibida,
por una perra quiero ser tenida.
Por la vereda que corriendo lleva,
corriendo iré a buscar a Formio mío,
y en él haré de amor en esto prueba, 660
conforme a lo que dél conozco y fío.
Informarele desta injuria nueva
deste soberbio, que con tanto brío
y tan en daño suyo le es contrario,
siéndole el serle amigo necesario. 665
Pedirle he que le busque antes que llegue
a su vil castillejo a guarecerse.
Haré que le cautive y me le entregue,
si a nuestras manos es posible haberse;
como a mi Formio yo en mi punto ruegue, 670
podrá en su punto mi venganza verse.
Volando voy, que daña la tardanza
para llegar al fin desta venganza.

FIN DE LA PRIMERA PARTE

La infelice Marcela
Cristóbal de Virués

Copyright (c) Universidad de Alicante, Banco Santander Central Hispano 1999-2000

La infelice Marcela
Cristóbal de Virués

Parte segunda

(Landino, Isidro, Dionisio.)
Landino. Notable es la aspereza de este monte;
apenas dejan ver sus espesuras 675
la clara luz que dora el horizonte.
Bien fue apeamos.
Isidro. Bien, pues las alturas
gustas, Señor, de ver desta montaña
y de andar por sus sendas mal seguras.
Landino. Por ver el mar que el pie del monte baña, 680
y descubrir por él, como atalaya,
los bajeles que vienen hacia España,
es bien que por las altas cumbres vaya,
y que mi gozo, Isidro, así apresure
como en la mar de que tenerle haya, 685
y es bien que este consuelo yo procure
porque, en lo que me aflige y desconsuela,
tenga algo que me aliente y me asegure.
¡Ay, dulce esposa mía! ¡Ay, mi Marcela!
¿Dónde estará el bajel que os trae ahora? 690
¿Si está surto en el mar? ¿Si por él vuela?
¿Si hiere el viento airado por la proa,
o si manso por popa se os ofrece,
obedeciéndoos como a su señora?
Isidro. Ya el Príncipe, Dionisio, se enternece. 695
Dionisio. Ya, Isidro, veo que, cual siempre suele,
en su dulce pasión se desvanece.
Landino. Vuele el ligero viento en popa, y vuele
el navío ligero al salvo puerto
donde mi triste corazón consuele. 700
Amigos, yo seguro estoy y cierto
que Alarico traerá a mi dulce esposa
con fiel, discreto y varonil concierto;
mas como mi pasión es amorosa
y por el consiguiente es vivo fuego, 705
y el fuego en su vigor jamás reposa,
así tengo yo en mí un desasosiego,
una inquietud, un matador cuidado,
cual...
Isidro. cual causa, Señor, el niño ciego.
Landino. cual no puede ser visto ni explicado, 710
aunque de parte dél dé el alma muestras
aun en el más medido y reposado.
Dionisio. A fe, Señor, que claro tú le muestras.
Landino. Muestro, Dionisio, una pequeña parte.
Dionisio. Y en el todo te afinas y te adiestras. 715
Landino. Eso no dejo yo de confesarte,
que en amar a Marcela estoy tan diestro
cuanto en las armas puede estarlo Marte;
y deste fino amor que veis que muestro,
inferid en mi alma un grado inmenso 720
si tanto cabe en el ingenio vuestro,
que tal sin duda en mí es amor, y aun pienso
que digo poco en esto que así digo,
según siento de mí en lo más intenso.
Al amor mismo pongo por testigo; 725
él diga si hay ahora algún amante
o si le vio jamás en tiempo antiguo
que a mí se iguale, no que se adelante,
con sublime valor, en todo cuanto
puede valer un amador constante. 730
Y no hago yo en esto, amigo, tanto
que no sea poco, pues a la alta gloria
del amor de Marcela me levanto.
Isidro. No te divierta tu amorosa historia
tanto ahora, Señor, que del camino 735
perdamos el discurso y la memoria,
que, según es el monte, yo imagino
que si nos divertimos y tardamos
tanto que el sol se baje al mar vecino,
no acertaremos a ir donde ordenamos 740
que los caballos esperasen.
Landino. Ea,
tienes mucha razón, Isidro. Vamos.
Vamos a Compostela, y ella sea
el aposento ya de mi esperanza
hasta que allí su dulce fin se vea. 745
¡Oh, si tal deste fin es la tardanza
que no hay sufrimiento valedero,
el de la vida muestre su pujanza!
Al fin en Compostela esperar quiero
a mi dulce Marcela deseada, 750
y a mi Alarico amigo verdadero.
Vamos. Apresuremos la jornada.
Salgamos al camino, y los caballos
volvamos a tomar en la calzada.
(Salen Silvio y Montano, pastores.)
Silvio. Llámalos ya, no dejes de avisallos. 755
Montano. ¡Ah, señores! ¡Oíd!
Landino. ¿Qué se os ofrece?
Silvio. Lo que a ellos importa.
Landino. ¿Qué es?
Montano. Guiallos.
Landino. Esa buena intención se os agradece.
Silvio. ¿Dónde por aquí van tan descuidados?
Landino. ¿Por qué lo preguntáis?
Silvio. Porque parece 760
que aquí han venido como si llamados
por los ladrones deste monte fuesen
para ser dellos muertos o robados.
Landino. ¿Por qué razón, hermano?
Silvio. Si supiesen
el peligro en que están en este puesto, 765
no dudo que mil cruces se hiciesen.
Pártanse por aquí, pártanse presto,
y tomen esta senda a man derecha,
por do el camino está menos enhiesto.
Landino. Tu celo es bueno pero no se estrecha 770
al alma tanto en mí como en tu pecho,
que a mayores peligros está hecho.
Tu consejo, por cierto, es de provecho.
Yo le tengo en mucho y le agradezco.
Adiós te queda.
Silvio. Yo por Él lo he hecho; 775
y si por mi intención algo merezco,
señor, oíd, si el preguntar no yerra:
¿no me diréis quién es?
Isidro. Sí, yo me ofrezco.
Príncipe es de León, que a vuestra tierra
viene a esperar su esposa deseada, 780
ques Marcela, Princesa de Inglaterra.
Y adiós.
Silvio. Él lleve a bien vuestra jornada.
(Vanse Landino, Isidro y Dionisio.)
Éste es a quien aguardaban
en Compostela estos días,
y a quien fiestas y alegrías 785
en la ciudad concertaban.
¿No ves por dónde venía
a pie y solo? Bien parece
que del mal que el monte ofrece
el buen señor no sabía. 790
Bien parece que no sabe
de los pérfidos ladrones
que de nuestras posesiones
tan larga parte les cabe.
Montano. Terrible es la sujeción 795
que aquí nosotros pasamos,
y que así, Silvio, suframos
un ladrón y otro ladrón.
¿Que así de nuestras haciendas
dispongan estos traidores 800
como si fuesen señores?
Silvio. El cielo nos haga enmiendas.
Montano. ¿Y que duerma la justicia
en quien la administra tanto?
Oya el cielo nuestro llanto 805
y él confunda su malicia.
Silvio. ¡Oye, que suena ruido!
Montano. ¿Quién duda de que serán
estos traidores que están
en este su infame nido? 810
Silvio. Ellos son, sin duda, calla.
Hagamos como solemos:
el rencor disimulemos
con esta fiera canalla.
(Salen Formio, Fracaso, Brando, Zambo, Rumbo, Trinco, Felina, Alarico.)
Formio. ¡Por cierto, muy buen galán, 815
dejar la dama y huir!
Fracaso. Digo que puede servir
la hija del Preste Juan.
Brando. Si la ha de servir huyendo,
nadie en el mundo mejor. 820
Zambo. Y podrá alcanzar su amor
si le ha de alcanzar corriendo.
Rumbo. ¡Oh, hideputa, el hidalgo,
y qué ligero es de pies!
Trinco. Cierto. Gran lástima es 825
que el señor no sea galgo.
Felina. Formio, deja ya la gracia.
Sigue luego tras Oronte
antes que salga del monte
y acreciente mi desgracia. 830
Córtale los pasos antes
que llegar pueda a su torre.
No tardes más, amor, corre;
ruégote que te adelantes.
Por mi amor te ruego y pido 835
que te adelantes aquí
en hacer, Formio, por mí
según lo que has ofrecido.
Formio. Basta, Felina, no más.
No pidas tú lo que yo 840
haré con quien me ofendió,
lo que por tu amor verás.
Ea, una cadena y hierros
echad al momento a éste,
y cada cual se me apreste 845
a volar por estos cerros.
Ya veis lo que importa, hermanos;
ya veis Oronte lo ques.
No se nos vaya por pies
sin que caya en nuestras manos. 850
Trinco. Ya con sus pihuelas queda
el ligero gavilán.
Formio. ¿Quién son los dos que allí están?
Brando. ¿Quién sigue nuestra vereda?
Trinco. Montano y Silvio, que son 855
de veras nuestros amigos.
Fracaso. Todos les somos testigos
de su amistad y afición.
Formio. Y yo lo soy más que todos.
Muy en hora buena estéis. 860
Silvio. En ésa siempre os halléis.
Formio. Venísme bien por mil modos.
Dicha me ha sido el hallaros,
que os hubiera de buscar.
Siempre os he de importunar. 865
No puedo, no, importunaros.
De alguna provisión hoy
tenemos necesidad;
vosotros la remediad,
que sin vitualla estoy, 870
y por la boca del mar
lo meteréis en la cueva.
No es esto ya cosa nueva,
seguro puedo quedar.
Silvio. Traeremos sin falta alguna 875
eso que pides y más.
Felina. Gran rato tardado te has;
(A Formio.)
no sigues bien tu fortuna.
Formio. No temas. Mi fe te doy,
Felina dulce, querida, 880
de quedar hoy sin la vida
o traer a Oronte hoy.
Ea, volando partamos,
(A los salteadores.)
y ése quede aquí contigo.
(A Felina. Vanse los salteadores.)
Montano. Y nosotros, Silvio amigo, 885
por lo prometido vamos.
Silvio. Vamos, y en el cielo espero
(Aparte a Montano.)
que castigará algún día
la maldad y tiranía
deste bando inicuo y fiero. 890
(Vanse Silvio y Montano.)

(Alarico, Felina.)
Alarico. ¿Así, miserable mundo?
¿Así, mudable fortuna?
¿Ya en el cerco de la luna,
ya derribado al profundo?
¿Ayer un grande señor; 895
hoy un esclavo afligido?
¡Ayer por temor perdido,
hoy perdido por amor!
¡Ayer perdido en la mar;
hoy más perdido en la tierra! 900
¿Así, mundo, que esta guerra
soléis a los vuestros dar?
Bien acierta, según esto,
mundo, quien en vos se fía,
y a mí en esta pena mía 905
con gran razón me habéis puesto.
¡Ah, ciego amor, ciega furia!
¡Bien es que a mi costa avise,
pues a tantos hacer quise
tan desenfrenada injuria! 910
¡A la Princesa, a Landino,
a mi honor, al cielo justo,
por un tan infame gusto,
intentar tal desatino!
¿Amor pudo ser aquél? 915
¿De aquella suerte es amor?
Rabia es aquélla y furor,
fuego infernal y cruel.
Felina. Extrañas quejas te escucho;
suspensa me tienes, cierto. 920
Alarico. Aún, pues, a quejarme acierto.
¡Ah, señora! Mas, ¿qué mucho?...
Felina. Cierto que me duele verte
tan apasionado y triste.
No lo estés, que no viniste 925
aquí a manos de la muerte.
Alarico. Y aun eso es causa mayor
para sentir más pasión.
Felina. juraré que tu aflicción
nace sin duda de amor; 930
que en un hombre tal terneza
no puede ser de otro efecto,
y si es amor, es perfecto,
que sentir tanto es fineza.
Confiésalo, no te extrañes; 935
descansa ahora conmigo,
háblame muy como amigo
sin que me mientas ni engañes,
que sin duda a creer vengo,
según conmigo convienes, 940
que la misma sangre tienes
que yo en las entrañas tengo.
Dime quién eres, y di
tu pena y tu voluntad,
y dime en todo verdad, 945
y fía en todo de mí;
que muy de veras, sin duda,
te doy desde aquí mi fe
que a tu gusto acudiré
como quisieres que acuda. 950
Alarico. No sé cómo agradecer
esa merced singular;
pues cuanto te puedo dar
está todo en tu poder;
y digo que es esto así 955
porque la que ser podía,
aun siendo esclavo, ser mía,
está ya rendida a ti.
En ésta mi voluntad,
ques toda tuya, sin duda, 960
sin que en otra parte acuda
por gusto o necesidad;
que el amor que de mí piensas
no es amor sino pasión
de verme en esta prisión 965
y de otras cosas intensas.
Felina. De todas me has de dar parte,
pues yo me doy toda a ti.
Alarico. Diré cuanto siento en mí
por servirte y contentarte; 970
y daréte expresa cuenta
de mis sucesos extraños,
llenos de infinitos daños.
Oye, pues.
Felina. Escucho atenta.
Alarico. Es mi nombre Alarico, y es mi estado, 975
o lo fue ya, de ilustre caballero;
y es mi patria León, ciudad famosa,
a cuyo grande Príncipe sirviendo
desde mis tiernos años y los suyos,
tan agradable vine a ser y acepto, 980
que fui a quien quiso más que a todos juntos
los criados de acerca su persona,
y los vasallos y los deudos suyos,
mostrándolo con obras tan de veras
que me dio estado y título de Conde. 985
Y siendo camarero mayor suyo,
fui quien supo su alma como él mismo,
sin dejalle jamás un solo paso
ni saberle dar él sin mí en su vida.
Y así, determinando de partirse, 990
tres años puede haber, a ver el mundo
como ordinario caballero, dando
muestras del gran valor de su persona
(ques el que puede ser sin duda alguna),
él y yo solos de León partimos. 995
Y saliendo de España, en toda Francia
no siendo conocido por quien era,
por su excelso valor fue conocido
en mil heroicas ocasiones de armas.
Y pasando de Francia a Ingalaterra 1000
(adonde a Dios pluguiera no pasara),
en unas grandes fiestas de mil suertes
que por ciertas victorias allí había,
fue lo que se mostró al discreto Príncipe
de tal manera, que la hija única 1005
del Rey inglés, en quien los ojos puso,
le dio su libertad, su vida y alma,
su voluntad rindiéndole del todo,
lo cual, visto por él, licencia habida
de su padre, y estado conveniente 1010
a la alta calidad de su persona,
al Rey inglés se descubrió, pidiendo
a su hija Marcela por esposa,
que le fue dada con inmenso gozo,
del cual estuvo allí gozando un año 1015
el Príncipe Landino como en gloria,
al fin del cual del padre fue llamado
con diligencia grande y con socorro
del suegro, por hallarse fatigado
de los vecinos moros de Castilla. 1020
Vino con el socorro el hijo al punto
y con su esfuerzo y con su suerte tuvo
total victoria de los enemigos
en breve tiempo, al fin del cual, hallándose
como sin alma sin su esposa amada, 1025
a mí me encomendó (que no debiera),
como aquél de quien más se confiaba,
que fuese a Ingalaterra con sus naves
y con buena licencia de su padre,
que la tenía ya, su amada esposa 1030
le trajese a León, donde él quedaba
hasta acabar de sosegar la tierra.
Fui yo, cuitado, fui por la Princesa.
Saquéla de Inglaterra más gozosa
que si de cautiverio la sacara 1035
por venir a su esposo tan querido.
Embarquéla en la nave capitana
que para aquello estaba lo posible
compuesta, acomodada y bastecida.
Dimos las velas al ligero viento, 1040
que favorable se ofreció al principio.
Metímonos al mar la vía de España,
para donde soplaba el viento en popa;
mas en el golfo apenas nos hallamos
cuando esforzó de suerte el bravo viento 1045
y alteró de manera el mar airado,
que tras dos días de la más furiosa
tormenta que se vio en el mar terrible,
y tras haber perdido veinte naves,
unas en peñas de la mar batidas, 1050
otras tragadas de sus altas ondas,
en un batel pequeño la Princesa,
yo y otros dos tan solamente vivos,
dimos en tierra al pie desta montaña,
donde...Pero ruido suena cerca. 1055
Felina. Formio debe de ser. El tiempo falta
para poder hablamos más despacio;
yo le procuraré con toda el alma.
No te aflijas por verte así cautivo;
yo soy cautiva tuya, y esto basta. 1060
Toma en fe dello mi palabra y mano.
(Vase Alarico.)

(Traen todos los salteadores a Oronte y Marcela.)
Formio. Felina, para que veas
mi pecho con quien te ofende
y el cuidado con que atiende
a todo lo que deseas, 1065
mira la presa presente
que tanto me encareciste,
si de Oronte recibiste
sin favor, él le descuente.
Felina. Tan admirada me quedo 1070
cuanto contenta me hallo.
El agradecello callo,
pues con palabras no puedo.
Así cuantos en el mundo
te son contrarios, señor, 1075
traiga tu heroico valor
y los abata al profundo.
¿Cómo fue tan presto hecho
caso de tanta importancia?
Formio. Con diligencia y constancia 1080
y con intrépido pecho,
y, más que todo, con suerte,
que ésta es la que en todo puede,
pues sin ella no sucede
cosa que en el gusto acierte. 1085
O fue que el soberbio Oronte,
tras querer hacerme afrenta,
hizo de mí poca cuenta,
o que perdió la del monte.
Cerca de aquí descuidado 1090
con la dama le alcanzamos,
y con éstas le rogamos
que viniese a tu llamada;
y él, como es noble y cortés,
viene muy de buena gana, 1095
y la dama cortesana
viene también, como ves.
Felina. Por cierto quedo obligada
a su mucha cortesía,
y por tu vida y la mía 1100
que les ha de ser pagada,
y desta suerte será
que hierren al galán luego
los dos carrillos con fuego,
y el cuerpo cual éste está, 1105
y a la dama generosa,
porque esté cual su galán,
asimismo la pondrán
que así estará más hermosa.
Y en tanto venga esa ropa, 1110
que la quiero por despojos;
y por tu vida mis ojos,
que ya ves que viene en popa,
que ésta ya a voces pedía
quien viniese a descansalla: 1115
algo corrida se halla
la dama, por vida mía.
Mejor fuera, como yo
le dije, dármela a solas,
y las joyas, dama, diolas 1120
al galán a quien se dio.
Según vi su voluntad,
¿quién duda que las daría?;
que al fin hallado ya había
su gusto y comodidad. 1125
Apenas a Oronte vio
cuando en su poder se puso,
y él, como dellos es uso,
al punto la recibió;
pero a dos príncipes tales 1130
que tan presto amor juntó,
asimismo Formio y yo
haremos de estado iguales.
Saldrá cierta la doctrina
en el negocio presente, 1135
que despacio se arrepiente
quien presto se determina.
Pensó venderse por reina
al bravo y famoso Oronte,
señor nuestro y deste monte, 1140
adonde como rey reina;
pensó que aquellos blasones
y desgarros que decía
cuando conmigo lo había
eran divinas razones; 1145
pensó haber en él hallado
un bastante defensor,
mas al fin halló al señor
más soberbio que esforzado.
Oronte. No ha faltado en mí el constante 1150
esfuerzo en esta ocasión,
y si bastara razón,
defensa hubiera bastante;
pero aquesto ha sido suerte, 1155
ya, como Formio ha dicho
la cual, sin duda, hará
presta y gustosa la muerte.
Marcela. Presta no puede ya ser
aunque llegue en este punto;
gustosa mucho, aunque junto 1160
traiga inmenso padecer.
Formio. Ahora bien; esto ya queda
hecho a tu gusto y contento;
mas porque de cierto intento
lo que deseo suceda, 1165
me conviene confesar
muy de veras esta dama
para cierta tela o trama
que me conviene tramar.
Todos os id allá dentro; 1170
dejadnos aquí a los dos.
Felina, id con ellos vos
en mi lugar, que ya entro.
Felina. Sea en hora buena. Vamos;
pero no sé qué me diga; 1175
al fin tu gusto se siga.
Como mandas te dejamos.
(Vanse todos, dejando solos a Formio y Marcela.)
Formio. Hermosa cautiva mía,
el quedar contigo aquí
no fue por lo que fingí 1180
de la trama que decía;
fue sólo para decirte
que en esta dichosa presa
ha sido mi alma presa
con cuanto puede rendirte. 1185
(Sale escondida Felina.)
Felina. Creo que ha de salir cierta
(Aparte.)
la sospecha con que vengo.
Desde aquí escondida tengo
de vella clara y abierta.
Formio. Contemplándote enmudezco, 1190
y esa tu extraña beldad
junta con tal majestad
es freno a lo que apetezco.
Mil novedades extrañas
siento con tu vista aquí, 1195
y la mayor que hay en mí
es terneza en mis entrañas.
Felina. Bien desengañada estoy
(Aparte.)
ya de lo que sospechaba.
Basta que ofrece a la esclava 1200
lo que yo al esclavo doy.
Ea, parejas corremos;
el amor anda al igual.
Formio. Solían ser pedernal
para cualesquier extremos, 1205
y ahora veo que son
cera las entrañas mías.
Marcela. Las mías son piedras frías
para tu injusta intención.
Felina. No es mala respuesta aquélla; 1210
(Aparte.)
mejor negociaré yo.
Formio. A la que el amor causó
¿llamas injusta querella?
Harto más injusta cosa
viéndote aquí esclava mía 1215
es preciarte de tan fría,
de tan dura y escabrosa.
Pero dejemos aparte
esos melindres y extremos,
y deste caso tratemos 1220
con toda prudencia y arte.
Quiero decir, mi Marcela,
que nuestro amor se concierte
sin que a conocello acierte
quien de continuo me cela, 1225
ques esa loca mujer
que tengo en mi compañía,
a quien ya querer solía
y yo no podré querer
Felina. Paréceme que se va 1230
(Aparte.)
calentando ya la boca.
¿Ya es Felina en ella loca,
y amalla ya no podrá?
Formio. ...que ya no será posible
queriéndote bien a ti 1235
que quepa otro amor en mí,
y ésta es cosa bien creíble,
pues tu extremado valor
no sufre amor repartido,
pero fuerza a ser querido 1240
con todo lo que es amor.
Marcela. Fiera suerte de tormento,
áspera desdicha y suerte.
¡Ay, cuán tarda que eres, muerte,
cuando has de ser de contento! 1245
Formio. Esas son melancolías
de pechos apasionados,
y extremos muy excusados
que fundan en niñerías;
pero a tu triste pasión 1250
daré yo la medicina.
Felina. Si no lo estorba Felina.
(Aparte.)
Marcela. No tengas esa opinión,
que te certifico y digo,
fiero monstruo, fiera dura, 1255
que mi valor me asegura
contra tu intento, enemigo.
¿Piensas que yo no podré
darme aquí la muerte a mí?
Formio. Pienso que harás de ti 1260
sólo lo que yo querré.
Bárbara, ingrata, indiscreta,
loca, arrogante y altiva,
¿miras que eres mi cautiva?
¿Miras que me estás sujeta? 1265
Ahora bien; no quiero ahora
pasar en esto de aquí
hasta que veas de mí
que te quiero por señora,
que entonces de ti confío 1270
que estimarás mi afición
y echarás del corazón
ese aborrecible frío.
Vamos, que tardamos ya.
Entrémonos en la cueva, 1275
donde con bastante prueba
mi amor se descubrirá.
Marcela. Antes permitirá el cielo
por su clemencia mi muerte.
Formio. Yo sé que tengo de verte 1280
con mucho gusto y consuelo.
(Vanse Formio y Marcela.)
Felina. Notable ventura ha sido
oír este parlamento,
porque irá con él mi intento
a mi provecho medido. 1285
Alarico es Conde, y muestra
agradecer mi afición.
Este Formio es un ladrón;
mucho la razón me adiestra.
Mucho los ojos me abre 1290
la razón en mi provecho.
Un notable, un justo hecho
conviene que trace y labre.
Formio ha de morir ahora.
Sí, sí, Formio ha de morir 1295
porque yo pueda vivir
con Alarico, y señora.
Y está el negocio en la mano
y de mi ventura lleno.
Mataréle con veneno, 1300
ques más fácil y más llano.
Un mazapán o rosquilla
como acostumbro le doy
¡No, no! No ha de pasar de hoy.
La traza es de maravilla: 1305
Pídeme con qué beber,
como siempre suele, y yo
doyle con qué beber; no,
sino la muerte a comer.
Muere, vanse los ladrones 1310
faltándoles el señor,
y yo entre tanto a mi amor
quito hierros y prisiones,
y a él me sujeto y rindo
llena de gozo y contento. 1315
Este es resoluto intento,
y es a maravilla lindo.
Haréle puntualmente
y en todo acertarle espero,
que no es el caso primero 1320
de mi corazón valiente.
Voy, pues, a poner por obra
tan sana resolución,
pues ánimo y ocasión,
razón y voluntad sobra. 1325
(Sale Alarico.)
Alarico. ¿Dónde con tal prisa vas
ahora que a verte vengo?
Felina. Ya no voy, ya me detengo,
pues tú detenido me has.
A negocio de importancia 1330
iba, mas es muy mayor
quedar con quien es de amor
toda mi mayor ganancia.
Pero no quiero quedar
aunque así me importe a mí, 1335
por lo que te importa a ti
lo que voy a negociar.
Alarico. Y caso que a mí me importa,
¿no es bien que lo sepa yo?
Felina. Ahora, Alarico, no; 1340
que es breve la hora y corta.
A tiempo y con más lugar
de todo os daré razón;
mas, señor, con condición
que a mi amor se ha de pagar. 1345
Alarico. Hago al cielo soberano
de que soy vuestro testigo,
y en fe de perpetuo amigo
os doy, señora, esta mano.
(Sale escondido Formio.)
Formio. ¿Es ilusión lo que veo? 1350
(Aparte.)
Felina. Pues con tal prenda, esta fe
a su tiempo os pediré.
Alarico. Será cual vuestro deseo.
Formio. ¿Qué hay más que ver o aguardar?
(Aparte.)
Felina. Ahora de aquí nos vamos, 1355
que ha mucho ya que faltamos.
Formio. ¿Que no los he de matar?
(Aparte.)
Alarico. Vamos, como mandas, parte.
Felina. El disimular te encargo.
Alarico. Todo lo tomo a mi cargo 1360
cuanto fuere contentarte.
(Vanse Alarico y Felina.)
Formio. ¿Que no los maté? ¿Es posible?
¿Que no los he muerto aquí?
¿Soy yo Formio? ¿Estoy en mí?
No lo estoy, es imposible. 1365
Pero quiero reportarme.
¿Para qué es enojo y furia,
pudiendo vengar la injuria
sin afligirme y matarme?
Y más en esta ocasión, 1370
que viene a pedir de boca,
matar esta mujer loca
para mi nueva pasión.
Un lazo, un cuchillo, un pozo,
o arrojalla de un peñasco; 1375
o mejor que todo, un frasco
de agua fría que es su gozo.
Un frasco ha de ser, no hay duda;
pero adobado de suerte
que por momentos la muerte 1380
tras escancïalle acuda.
Es verdad, pues que le falta
forma a Formio para aquesto,
ojalá que yo tan presto
remediase cualquier falta. 1385
Cosas tengo y cosas sé
que poner en la bebida,
que por momentos la vida
su censo a la muerte dé.
Harélo al fin desta suerte, 1390
sin alterar ni alterarme,
que importa ahora mostrarme
más cauteloso que fuerte,
porque a mi Marcela amada
mueva el corazón terrible, 1395
que si me fuese posible
no la querría forzada.
Querría que enterneciese
aquel corazón de acero,
y que lo que della quiero 1400
ella también lo quisiese.
Y, sin duda alguna, creo
que, viendo muerta a Felina,
vendrá Marcela divina
a todo lo que deseo. 1405
Ea, pues, Felina muera.
Voy a apresurar mi suerte,
pues veo que de su muerte
tal vida a mí se me espera.
(Formio, Montano, Silvio.)
Montano. Queda en la cueva ya como mandaste 1410
la provisión, señor, que antes pediste.
Silvio. Cuatro carneros, cada dos, trujimos,
y cuatro quesos y otras tantas názulas.
Formio. Yo os lo agradezco mucho, y desa suerte
me tendréis por amigo verdadero 1415
para cuanto en el mundo se os ofrezca.
Y adiós, amigos.
Silvio. Él os dé su gracia.
(Vase Formio.)
Montano. Él os confunda, bárbaros tiranos,
desta mísera sierra duro azote.
Y ahora espero, Silvio, que el castigo 1420
como yo le suplico el cielo envíe,
que la ocasión tan rara que se ofrece
no puede ser que menos bien nos cause.
Silvio. Así, sin duda, yo, Montano, creo.
Extraño caso, milagroso y grande, 1425
que esta señora sea la que aguardan
en Compostela, y que es mujer del Príncipe
que aquí nosotros vimos, y la tenga
cautiva desta suerte esta canalla
como nos dijo Oronte, persuadiendo 1430
que al Príncipe volando aviso demos.
¿Y habémosle de dar?
Montano. ¿Pues eso dudas
habiendo de ganar ricas albricias
y siendo, como pienso y como creo,
el remedio total de nuestros daños? 1435
Pues es cierto que el Príncipe, vengando
tan grande agravio y tan atroz injuria,
no ha de dejar, librando esta comarca,
destos traidores uno solo a vida.
Silvio No lo dudo, Montano. Y lo que importa 1440
es hacer la posible diligencia
y con gran discreción y aviso dando
al Príncipe el aviso, por nosotros
sea traído como por los aires
al nido infame que su esposa esconde. 1445
Montano. Así es mi parecer. Y lo que añado
es que no venga por aquí, que vaya
por la boca del mar, que es la más fácil
para entrar con la gente que a tal caso
el Príncipe traerá, que a buen seguro 1450
que será cual él es.
Silvio. Haslo advertido
maravillosamente. En vuelo vamos
a ponerlo por obra firmemente,
esperando en el cielo que castigue
la insolencia y maldad como acostumbra. 1455

FIN DE LA SEGUNDA PARTE

La infelice Marcela
Cristóbal de Virués

Copyright (c) Universidad de Alicante, Banco Santander Central Hispano 1999-2000

La infelice Marcela
Cristóbal de Virués

Parte tercera

(Fracaso, Trinco, Brando, Zambo, Rumbo.)
Fracaso. Digo que habemos de ir, que es hoy el día
que a la mar viene innumerable gente.
Trinco. Eso mismo, Fracaso, yo decía,
pero Formio, por hoy, no lo consiente.
Brando. Eso diré yo ques poltonería 1460
y no buena razón ni aun aparente.
Zambo. Así lo digo yo también, que cierto
fuera el ganar, saliendo a ver el puerto.
Rumbo. ¿Cómo queréis que salga, si está puesto
entre las dos rameras que allí tiene, 1465
hecho de amor como de vino un cesto
y a las manos el gusto y bien le viene?
Fracaso. Digo que el acudir todos al puesto
M mar, hoy en extremo nos conviene.
Trinco. Si ganar deseamos, está claro 1470
que ese es nuestro refugio y nuestro amparo.
Brando. ¿A él qué se le da que no ganemos,
pues tiene provisión de los pastores?
Zambo. ¿Quiere que le sirvamos y adoremos?
¿Quiere al uso ya andar de los señores? 1475
Alguna vez quizá le serviremos
si lleva él adelante estos amores.
Rumbo. Con una jara, ¿qué servir?
Fracaso. Espera,
que Formio sale tras nosotros fuera.
Formio. ¿Qués esto? ¿Qué rumor, qué estruendo es éste? 1480
¿No basta decir yo que no conviene
salir hoy? ¿Busca alguno que le cueste
lo que quizá muy merecido tiene?
Nadie las armas para hoy apreste;
la cólera y el brío se refrene, 1485
y oídme atentos sin pasión ni enojo.
Veréis que lo mejor en esto escojo.
Ya veis que aquí tenemos preso a Oronte,
que era el que pretendía damos guerra
por tener un castillo al pie del monte 1490
y alrededor un término de tierra.
Mañana quiero, antes que el sol trasmonte,
que sea mío cuanto en él se encierra.
Digo que ha de ser nuestra la hacienda
de Oronte, sin trabajo ni contienda. 1495
Harémosle firmar aquí una carta
de la suerte que al caso más convenga.
No os digo más, ya me entendéis, pues harta
razón parece que yo en esto tenga.
Fracaso. Nadie de tu opinión, señor, se aparta. 1500
Trinco. Ninguno hay que con ella no convenga.
Brando. Digo que tienes mil razones.
Zambo. Digo
que tus razones y opiniones sigo.
Rumbo. Milagrosa es la traza y ya la veo
puesta por obra en gran provecho nuestro. 1505
Formio. ¿Pensáis que duerme yo o que devaneo,
o que ahora comienzo a ser maestro?
Sabed que es el de todos un deseo,
y que en él soy tan práctico y tan diestro
como vosotros mismos sois testigos. 1510
No haya, pues, más. Volveos dentro, amigos.
Fracaso. ¡Vívanos cien mil años tal caudillo!
Trinco. ¡Dete dichosa suerte en todo el cielo!
Brando. ¡Señor te vea mañana del castillo
de Oronte, como traza tu buen celo! 1515
Zambo. ¡A tu contrario, triste y amarillo,
postrado veas ante ti en el suelo!
Rumbo. ¡Rey te vea yo de innumerables gentes,
pues lo eres ya de todos los valientes!
(Vanse los salteadores.)
Formio. ¡Oh, bárbara canalla comunera, 1520
madre de rebeliones y motines,
hija del vulgo vil y de la fiera,
furia que engendra y cría los malsines;
varia, mudable, fácil y ligera,
llevada siempre a los peores fines! 1525
¿Qué fuerzas celestiales, qué influencia
causa en los hombres tanta diferencia?
¡Que sepan unos cuanto tiene el cielo,
y otros ni un palmo sepan de la tierra!
¡Que unos vean las cosas sin un velo, 1530
y otros antellas tengan una sierra!
Uno levanta el pensamiento en vuelo;
otro en un cetro el pensamiento encierra.
Y todos hombres son, todos un supuesto
de cuerpo y alma racional compuesto. 1535
Providencia es del cielo con que el mundo
se sustenta en igual medida y peso.
Yo, que a nadie en mi tierra era segundo
en sangre, en honra, en opinión, en seso,
puesto me veo donde me confundo 1540
cuando estas variedades mido y peso.
Puesto me veo en parte donde... ¡Basta!
En vano en esto el tiempo ya se gasta.
Ya aquí me tiene a mi pesar mi suerte,
haga de mí lo que su gusto fuere. 1545
¿Quién se puede mostrar, quién hacer fuerte
contra lo que permite el cielo o quiere?
Al fin vendrá la igualadora muerte
y ella me llevará donde él quisiere,
en tanto yo la de Felina quiero 1550
que venga al dulce punto que la espero.
Dulce punto será, pues de Marcela
será causa que goce su venida,
cortado el hilo a la amorosa tela
que vi con Alarico estar urdida. 1555
Grande provecho tiene esta cautela;
della espero tener gozosa vida,
libre del trato vil desta Felina,
cautivo de Marcela, que es divina.
En el frasquillo de oloroso adobo 1560
está el veneno milagrosamente,
y del arte que yo el veneno adobo,
no hay cosa al parecer tan excelente.
Con piel de oveja irá esta vez el lobo,
y no va al corderillo, no, inocente, 1565
sino a raposa lo posible astuta
en quien tal muerte al justo se ejecuta.
(Sale Felina.)
Felina. ¿Qué alboroto, qué ruido
ha sido éste de esta gente?
Formio. El que suele comúnmente 1570
salir de quien ha salido.
Felina. Hame dado alteración
la de esos hombres de suerte
que la imagen de la muerte
ha visto mi corazón. 1575
¿Qué querían? ¿En qué daban?
¿Qué era ahora su negocio?
Formio. Paréceles grande el ocio
porque hoy sólo en ocio estaban.
Son bárbaros sin razón, 1580
pero al fin, como he podido,
con la razón he medido
su irracional opinión.
Felina. Y yo aseguro que habéis
tenido vos harta parte 1585
del enojo que reparte
tal caso.
Formio. No lo dudéis.
Felina. Desechalde por mi vida.
¿Queréis tomar algo? Sí,
y aun creo que traigo aquí.... 1590
Sí traigo; viene a la medida.
Esta rosquilla es muy buena,
ques de alcorza de Lisboa,
la que en la barca o canoa
hallastes en la serena. 1595
Comelda, por vida mía,
que yo os traeré de beber.
Formio. No quiero ahora comer.
Felina. Baste la melancolía.
Sí, por mi vida, comelda. 1600
Formio. No quiero ahora, guardalda;
pero dádmela; dejalda...
Felina. Muy en buen hora, tenelda.
Formio. Después beberé con ella
y yo quiero aquí guardalla 1605
hasta mejor emplealla.
Felina. ¿Y será sin darme della?
Formio. Cuando sin enojo esté,
digo que la he de emplear,
y della no os he de dar, 1610
mas de beber os daré.
Felina. Pues si de beber me dais,
eso es quererme decir
que la habemos de partir.
Formio. Bueno, bien argumentáis. 1615
Todo será a vuestro gusto.
Felina. Pues si a mi gusto ha de ser,
toda os la habéis de comer.
Formio. Entre los dos es más justo.
Felina. No, más justo es que gocéis 1620
vos solo de ese regalo,
con quien en dulzura igualo
el amor que me tenéis,
que bien conozco que es mucho
por las obras que en vos veo. 1625
Formio. En oíros me recreo,
y así callando os escucho.
Felina. Quisiera poder deciros,
mi bien, para recrearos
junto con lo que sé amaros 1630
lo que deseo serviros;
pero no llega la lengua
al sentimiento del pecho,
así mi amor satisfecho
fuese del vuestro sin mengua. 1635
Formio. Yo estoy bien desengañado,
querida Felina, deso,
y tratar dello es exceso
en amor tan confirmado.
Nuestras voluntades son 1640
una al amor ofrecida.
Felina. Vuestra sé yo que es mi vida.
Formio. Y vuestro mi corazón.
(Sale Montano.)
Montano. Señores, si mandan algo,
aquí tienen un hermano. 1645
Formio. ¿De dónde, amigo Montano?
Montano. Señor, de su cueva salgo.
Por la boca de la mar
entré, y salgo por aquí,
que como allá no le vi 1650
aquí le vine a buscar,
por ver si soy menester
en algo de lo que ofrezco.
Formio. El cuidado os agradezco
cuanto os debo agradecer. 1655
¿Dónde vais?
Montano. Por aquí voy,
que ando en ciertas asechanzas
de un lobo que en sus paranzas
pienso que he de coger hoy.
Ya veis esto lo que importa 1660
a un pobre pastor.
Formio. Sí veo.
El cielo os cumpla el deseo.
Montano. Temo a mi ventura corta.
Formio. Vos la tendréis, no temáis;
y adiós, amigo Montano. 1665
Montano. Dios los guarde.
Felina. Adiós, hermano.
Montano. Hermosa y bizarra estáis.
(Vanse Formio y Felina.)
¡Ah, cuán de veras, traidor,
te dije que espero aquí
hoy para cogerte a ti, 1670
fiero lobo robador!
En asechanza te tengo
tal, que milagro será,
según ordenado está,
si desta vez no me vengo. 1675
Mas es imposible cosa;
no hay temer corta ventura.
El Príncipe me asegura
y el alto amor de su esposa.
¡Qué bravos extremos hizo 1680
cuando el aviso le dimos!
¡Cuán claro su valor vimos!
¡Cuán como rey satisfizo!
Desta vez del monte salgo,
o si no, soy dél señor. 1685
Saldré de pobre pastor
a ser un rico hidalgo.
Ya tarda el Príncipe mucho,
pero que viene ya creo,
si acaso no es el deseo 1690
este ruido que escucho.
No es el deseo, ellos son.
Silvio es el que veo aquí.
(Sale Silvio.)
Silvio. ¿Es hora, Montano?
Montano. Sí,,
hora, lugar y ocasión. 1695
¿Qués del Príncipe? ¿No viene?
Silvio. Sí, tras mí sigue.
Montano. ¿Y su gente?
Silvio. Por camino diferente
está ya donde conviene,
y los de más confianza 1700
consigo trae. Hele aquí.
(Salen Landino, Isidro, Dionisio, Ismenio.)
Landino. Amigos míos, decid:
¿Es hora? ¿Ha habido tardanza?
Montano. Señor, no hay tardanza alguna,
pero conviene no habella, 1705
pues siempre a quien huye della
sigue la buena fortuna.
Por la boca de la cueva
que a la marina va a dar,
conviene a Formio asaltar 1710
porque suceder bien deba;
ques más clara por allí
y más segura la entrada,
menos torcida y guardada.
Fíate en todo de mí. 1715
Demás de que allá están todos
donde los has de coger
sin recelar ni temer,
descuidados por mil modos.
Facilísima es la empresa, 1720
que ya la gente traidora
estará, sin duda, ahora
del vino y del sueño presa.
Ve, Señor, volando, pues,
y guíete el justo cielo. 1725
Landino. Amigo, yo voy, yo vuelo.
Silvio, apresura los pies.
Con diligencia me guía
y a los tres yo os guiaré
donde, como vuestra fe, 1730
vea vuestra valentía.
Ismenio. ¡Ve deso, Señor, seguro!
Dionisio. ¡Ve, Señor, seguro y cierto!
Isidro. ¡O vencer, o quedar muerto!
Landino. Pues la victoria aseguro. 1735
(Vanse todos, dejando solo a Montano.)
Montano. ¡Oh, justiciero y poderoso cielo
que humildes ruegos con clemencia escuchas!,
oye los nuestros, guía y favorece
al valeroso Príncipe ofendido;
dale en esta ocasión el mismo esfuerzo 1740
que dél se cuentan mil proezas de armas
por quien es ya en el mundo tan famoso
Pero, ¿quién sale de la cueva? ¡Formio!
(Sale Formio.)
Formio. ¿Aún no ha caído el lobo en la paranza,
Montano amigo? ¿Todavía le atiendes? 1745
Montano. Aún no ha caído. Pero yo te juro,
Formio, que ha de caer antes de mucho
o me andarán muy mal a mí las manos.
Formio. ¿Quieres que en algo yo te ayude?
Montano. Tengo
en gran merced tan grande ofrecimiento 1750
y, por mi vida, que según yo veo,
al cabo habrá de ser con vos la caza
para que pueda yo valerme en ella.
Formio. Mira, pues, lo que quieres que yo haga.
Montano. Iré a tratarlo con mis compañeros 1755
y yo os avisaré.
Formio. Muy en buen hora.
Montano. Vuestra gente, ¿qué hace?
Formio. Por hoy nada;
unos jugando, otros durmiendo quedan.
Montano. Pues si en tal ocio está, viene a buen tiempo
mi pretensión. Yo vuelo a dar aviso 1760
desto a mis compañeros, y al momento
seremos con vosotros, y adiós queda.
Formio. Ve en hora buena, y trázalo a tu gusto.
(Vase Montano.)
Y ya que hoy no se caza de otra suerte,
no dejará de darme gusto un rato 1765
esta caza que suelen los pastores
hacer de lobos, que es de gusto llena.
Pero entre tanto yo de mi raposa
hacerla pienso con aqueste lazo.
Vos, frasquillo adobado de mi mano, 1770
el lazo y red seréis en que Felina
caerá esta vez con más contento mío
que el que tendrá Montano con su lobo.
Y digo que caerá, porque es de suerte
el veneno mortífero que tiene, 1775
que, cayendo dormido el que le toma,
rendirá el alma en sosegado sueño.
No se puede quejar de mí Felina;
muerte le doy suave y apacible.
Ahora bien; aquí importa por ahora 1780
que este frasquillo quede, mientras entro
a ver de qué manera le acomode
para que dé con él Felina sola.
Quédese aquí; yo voy. Pero ¿quién sale?
(Sale Marcela.)
Marcela. La desdichada Marcela 1785
es, señor, quien sale aquí
a ver si es verdad en ti
lo que muestras o cautela.
Señor, si es verdad que quieres,
como dices, a esta triste, 1790
y amor en obras consiste,
ruégote que aquí te esmeres.
Haz de Alarico el castigo
que merece según ley,
quien es traidor a su Rey 1795
y a su amigo es enemigo.
Éste, demás de haber sido
contra su Rey desleal,
tanto que no tiene igual
la traición que ha cometido, 1800
ahora aquí todavía,
también en ofensa tuya,
siguiendo la maldad suya,
en perseguirme porfía.
Castígale, te suplico, 1805
quítamele de delante,
que no hay mal que así me espante
como mirarme Alarico.
Y tú, señor, pues es cierto,
aunque estás en esta vida, 1810
que es tu sangre esclarecida,
ten en amarme concierto.
No me aflijas, no me fuerces;
mira quién soy y quién eres.
Por lo que, señor, me quieres,
pido que en esto te esfuerces. 1815
Formio. Princesa, para mí reina,
no me ruegues desta suerte,
pues tengo de obedecerte
como a quien en mi alma reina. 1820
Quiero responder primero
a lo que postrero mandas,
aunque en ello cruel andas
con mi amor verdadero.
Digo que por no ofenderte, 1825
señora, ni disgustarte,
me pondré, por contentarte,
en las manos de la muerte.
En lo demás no me ofrezco,
ques dar palabras al viento. 1830
Espérame aquí un momento,
verás como te obedezco.
Y para que desalteres
el corazón alterado,
come desto aquí un bocado 1835
en tanto que aquí me esperes.
Cómelo a mi devoción,
dulce Marcela divina,
que es cordial medicina
para el triste corazón. 1840
Y como esa alcorza doy,
la vida daré por ti.
Pero ya me tardo aquí;
a tu mandamiento voy.
(Vase Formio.)
Marcela. Consolada me ha dejado 1845
con estas palabras buenas.
Alívianse algo las penas
desde mi afligido estado.
Y pues el cielo me envía
este aunque corto consuelo, 1850
posible será que el cielo
mayor me le dé algún día.
Posible será que yo
vuelva a ver mi dulce esposo,
volviendo el tiempo el reposo 1855
que con su ausencia llevó.
Haga como puede el cielo
esta clemencia conmigo;
dél, como de fiel amigo,
fío todo mi consuelo. 1860
Alcorza es ésta y ¡qué bien
que huele! El olor consuela.
Tener solía Marcela
estos regalos también.
Quiero un poco sentarme 1865
y ensanchar el corazón,
aunque mi triste pasión
porfíe en atormentarme.
¿Qué vaso es éste que encuentro?
Agua me parece, sí. 1870
¿Quién le habrá dejado aquí?
Alguno de los de dentro.
Comeré desto un bocado,
ques alcorza y escogida,
la cual es cosa sabida 1875
que alegra el pecho alterado.
Y viene el agua tras ella
harto a propósito; a fe
que con sed la beberé,
que deseaba bebella. 1880
Dejadme ahora, memoria;
¿para qué me atormentáis?
Eso que representáis
pasó como humana gloria.
¿Que una dama de este lado 1885
y otra destotro tenía
cuando en mi estrado quería
beber comiendo un bocado?
¿Que el menino, que la dueña,
que el mayordomo acudía 1890
a cuanto yo apetecía,
haciendo sola una seña?
¿Que con tanta reverencia
le traían a Marcela
con el agua de canela 1895
las conservas de Valencia?
¿Y que partiendo el bocado
con mi dulcísimo esposo
le daba en él de sabroso
el punto, y de regalado? 1900
¿Y en la copa transparente
como el hielo fría y alba
nos hacíamos la salva
bebiendo ambos igualmente?
¿Y que ahora por rincones 1905
como desta alcorza acaso
y bebo en aqueste vaso
donde beben cien ladrones?
Memoria, dejaldo ya,
pues mi mayor mal es éste: 1910
la castidad no nos cueste,
que todo se sufrirá.
Todo, aunque la muerte sea
comer y beber así,
sufrirá Marcela aquí 1915
como aquí su honor posea.
Extraño sueño me ha dado.
¡Y qué extraño y repentino!
Aunque fuera el agua vino
¡Jesús, qué torpe he quedado! 1920
¿Que no le he de resistir?
¿Que un sueño no he de vencer
ni levantar ni mover?
Pues ¿cómo aquí he de dormir?
¿Hay más extraña torpeza? 1925
Imposible es levantarme,
ni valerme, ni ayudarme;
brava congoja y tristeza.
En plomo me-he convertido.
¡Ay, Dios, y qué pesadumbre! 1930
No hay ver del cielo la lumbre.
¡Jesús! ¡Fáltame el sentido!
(Hay dentro gran rumor de batalla, diciendo lo siguiente:)
Landino. Mueran, no haya clemencia,
que en casos semejantes
el rigor es justísimo y loable. 1935
Del cielo es la sentencia;
queden estos gigantes
debajo de su monte abominable
como los de la tierra
que al trono celestial movieron guerra. 1940
(Salen Landino, Ismenio, Isidro, Dionisio.)
Mas aunque la victoria
destos fieros traidores
como la pretendimos se ha tenido,
no ha llegado su gloria
a lo que los pastores 1945
me tienen tan de veras prometido.
Si a mi esposa no veo
¿qué victoria o qué gloria aquí poseo?
Ismenio. ¿Cómo que no la hallas?
Hela aquí, Señor, hela. 1950
Landino. ¿Ésta es mi dulce esposa, ésta es mi vida?
¿Por qué, señora, callas?
Recuerda, mi Marcela.
¿Este enojosa acaso mi venida?
¿Cómo no me respondes? 1955
¿Dónde tu alma, dónde mi alma escondes?
No está tu alma y mía
aquí en tu cuerpo bello;
claras señales dello en él se muestran.
Sin movimiento y fría, 1960
claras señales dello
que al fin a mí me guían y me adiestran.
¡Áspera y fiera suerte,
hallar mi vida convertida en muerte!
¿Es posible, Marcela, 1965
que os halla así Landino
al fin de ausencia tan pesada y larga?
Si el alma alegre vuela
al asiento divino,
libre desta suave y bella carga, 1970
detenga un poco el vuelo,
vueltos los ojos a mi desconsuelo.
Deténgase un momento
mientras parto tras ella.
Amigos, no estorbéis esta mi vida. 1975
Este hierro sangriento
en tu justa querella
será instrumento ahora en mi partida.
Dejad, dejadme, digo;
mirad, mirad que a mi Marcela sigo. 1980
Ismenio. Señor, no es ése el medio
para alcanzar tu vida,
sino para tener eterna muerte.
Isidro. ¿Olvidas el remedio,
Señor, de tu subida 1985
prudencia, ornada de tu pecho fuerte?
Dionisio. Deja, Señor, la espada,
que no es remedio aquí la muerte airada.
Landino. Amigos, ¿qué habrá sido
desdicha tan terrible? 1990
¿Quién puede haber así mi vida muerto?
Ismenio. ¿Cómo ha de ser sabido?
Isidro. Sabello es imposible.
Dionisio. Imposible es, Señor, ser descubierto.
Landino. Nadie aquí me consuele, 1995
si, como es justo, mi dolor os duele.
(Salen Silvio y Montano.)
Silvio. Todo en la cueva es muerte.
Montano. No dejo cosa a vida;
el furor ciego a la venganza intento.
¡Oh miserable suerte! 2000
¡Ah espada embravecida!,
en aquel riguroso encendimiento
ajena de clemencia,
hacer no pudo, Silvio, diferencia.
Y así sin culpa, Oronte 2005
murió entre los culpados,
y el otro esclavo y la mujer cuitada.
Landino. Dejemos este monte
donde mis tristes hados
tal desventura me tenían guardada. 2010
Montano. ¿Qué lástima es aquésta?
Silvio. Bien clara está, Montano, y manifiesta.
Landino. Vamos amigos, ea.
Y como me guiastes
para ver esta amarga y triste muerte, 2015
para quien la desea
cual aquí la estorbastes,
sed guía ahora, que sería gran suerte
trocar por muerte vida
tan lastimada y tan aborrecida. 2020
Será cual la padezco
eterna mi amargura
en viudez de tristísima memoria.
Esto a vuestra alma ofrezco
en fe sincera y pura 2025
de mi amorosa y desdichada historia,
y a vuestro cuerpo un templo
que sea de amor y de desdicha ejemplo.
Yo, amigos, en mis brazos
quiero llevar mi esposa; 2030
esto no me impidáis, ques mi consuelo.
Ismenio. Haráste mil pedazos.
Landino. Será suerte dichosa
y a tal me traya el piadoso cielo
que con mi esposa junto 2035
llegue mi triste vida al postrer punto.
Isidro. Todos te ayudaremos.
Dionisio. Todos en tu tristeza
tener queremos la debida parte.
Ismenio. Y los llantos y extremos 2040
rinda tu fortaleza,
y tu prudencia della no se aparte.
Landino. No más, amigos, vamos;
mi triste suerte trágica sigamos.

TRAGEDIA Yo la tragedia, altísimos oyentes, 2045
de quien espero ser favorecida,
pido que levantéis las altas mentes
a la verdad que en mí notáis fingida,
que así podréis huir inconvenientes
de que está llena vuestra humana vida, 2050
haciendo en la memoria vivos templos
de mis notables trágicos ejemplos.

FIN