Bartolomé de Torres Naharro

 

Himenea


Personas

HIMENEO, caballero
MARQUÉS, hermano de Febea
FEBEA, doncella noble
DORESTA, criada de Febea
BOREAS, criado de Himeneo
ELISO, criado de Himeneo
TURPEDIO, criado del Marqués
CANTORES

Calle de una ciudad

Introito y argumento

Mía fe, cuanto a lo primero,
yo's recalco un Dios mantenga
más recio que una saeta,
y por amor del apero,
la revellada muy luenga 5
y la mortal zapateta.
¡Ahuera, ahuera pesares!
¡Sús d'aquí, tirrias amargas!
Vengan praceres a cargas
y regocijos a pares; 10
qu'el placer
más engorda qu'el comer.
Y an qu'esta noche garrida,
de los hombres y mujeres
quien menos huelga, más yerra; 15
sono que, juri a la vida,
s'han de buscar los praceres
hasta sacallos so tierra.
Yo, que más de dos arrobas
engordé los otros días, 20
mientra que en alcamonías
m'anduve empreñando bobas,
más d'un año
huý garañón del rebaño.
Caséme dend'a poquito; 25
mi mujer lugo parió
'n aquellotra Navidad
un dïabro de hijito
que del hora que nació
todo semeja al Abad. 30
Harto. soncas, gano en ello;
que sabrá por maraviella
repicar la pistoliella
y antonar el davangello.
Tras d'aquéste 35
quiero her un acipreste.
¿No sabés en quién quijera
hacer dos pares de hijos,
que me lo da el corazón?
En Juana la jabonera 40
que me haz mil regocijos.
Cuando le mezo el jabón,
pellízcame con antojo,
húrgame allá no sé dónde,
sale después que se asconde, 45
y échame agraz en el ojo.
Ni an le abonda,
son que cro que va cachonda.
Por la fe de Sant'Olalla,
que la quiero abarrancar
si la cojo alguna vez.
Quizá si el hombre la halla,
podrá sin mucho afanar
matalle la cachondez.
Es un dïabro bulrrona, 55
peor que gallina crueca:
papigorda, rabiseca,
la carita d'una mona.
Y en beber
no nació mayor mujer; 60
con sus pies llenos de barro
nunca pára ni sosiega
trasegando de contino.
No bendice sono al jarro,
ni cree so en la bodega, 65
ni an adora sono al vino.
Saben ya grandes y chicos
con qué fe se desternilla;
que a la hostia no se humilla
y al cález da de hocicos. 70
¡Gran devota
de la pasión de una bota!
Comenzó nuestra querencia
de la mitá del verano,
que guardaba los viñales. 75
Yo la vi, su percudencia,
con una honda en la mano,
que ojeaba los pardales.
A la fe, dola al dïabro;
yo me llego para allá. 80
¿Qué diré? Mas ¿qué dirá?
Yo me aburro y os le habro.
Digo: Hermana,
¿has venido esta mañana?
La boba dizme en llegando 85
(que dio la vuelta corriendo
más redonda que un jostrado):
¡Tirte, tirte allá, Herrando,
y al dïabro t'encomiendo,
que toda m'has espantado! 90
Échole mano del brazo,
y ella a mí del cabezón;
y en aquesta devisión
estovimos un pedazo
sin al ora 95
que se cayó la traidora;
y al dar de la bellacada
llévame rezio tras sí,
que no pude sostenella.
Mía fe, yo no me doy nada, 100
sino que al cuerpo de mí
déjorn'ir encima d'ella,
tomo a la hija del puto
y abajéle el ventrijón,
que la hice, en concrusión, 105
regoldar por el cañuto.
Dio un tronido
que atronó todo el ejido.
No penséis'n esta materia
qu'e1 hombre no resudaba 110
la gotaza sin remedio;
que, para Santa Quiteria,
la boca me salluzaba,
y el moco de palmo y medio.
No vistes mayor hazaña: 115
qu'e1 mozo perdió la habra,
y an la moza, pies de cabra,
que no mecía pestaña.
Dende acrás
quijo Dios y no hu más. 120
No me vee desde allí,
que con pracer anfenito
no se mea la camisa;
yo también, que, juri a mí,
como la miro un poquito 125
todo me meo de risa.
Perdonay mi proceder,
si habro más que conviene;
qu'es loco quien seso tiene
noche de tanto pracer. 130
¡Puto sea
el más cuerdo del aldea!
Y aunque vergüenza traía
de meter mis sucios pies
en un tan limpio lugar, 135
soprico a la compañía
perdone, pues que ansí es,
lo que se puede emendar.
Que si cayeron en mengua
mis groseros pies villanos, 140
ayudalles han las manos,
como a las manos la lengua,
por un modo
que el ingenio supla todo.
Mas porque, según yo veo, 145
querréis saber la verdad
de todo mi pensamiento,
acá m'arroja el deseo,
mándame la voluntad,
guíame el conocimiento, 150
tráeme vuestro valer,
dame voces vuestra fama.
Vuestra grandeza me llama;
no puedo menos hacer
de venir 155
do debo y quiero servir.
Cuando ninguno dijere
que me trae acá la sed
del gran haber que codicio,
pesemos lo que sirviere; 160
que no quiero más merced
de cuanto pesa el servicio.
Y aun si veo solamente
que agradecéis el cuidado,
desde ahora, muy de grado, 165
vos hago d'él un presente;
que más es
la gloria que el interés.
No penséis, aunque esto diga,
que el servicio es tan perfecto 170
como todas las bondades;
que es un poco de fatiga
sacada del intelecto
y envuelta en mil liviandades.
No es comedia de risadas, 175
pero la que es, esa sea.
Intitúlase Himenea,
pártese en cinco jornadas.
Soy contento
de os decir el argumento. 180
Notaréis que en sus amores
Himeneo, un caballero,
gentil hombre natural,
traía dos servidores:
un Boreas, lisonjero, 185
y un otro, Eliso, leal.
Himeneo noche y día
penaba por una dama,
la cual Febea se llama,
que en llamas de amor ardía. 190
Tiene aquésta
una criada, Doresta.
Febea, aquesta doncella,
tiene un hermano, marqués,
que entendía la conseja, 195
el cual procura por ella
desque sabe el entremés
que Himeneo la festeja.
Buscando el Marqués remedio
para podellos coger, 200
suele consigo traer
un paje suyo, Turpedio.
Y es osado,
muy discreto y bien criado.
Perseverando Himeneo 205
con músicas y alboradas
en el amor de Febea,
el Marqués con gran deseo
de acortalle las pisadas
como aquel que honor desea, 210
y cuando no se cataron,
con el hurto los tomó;
sino que él se le escapó
porque los pies le ayudaron.
Huye y calla; 215
torna con gente a salvalla;
de manera que tornando,
para de hecho salvar
a su señora y su dama,
hallóla a ella llorando, 220
que él la quería matar
por dalle vida a su fama.
Súpose tan bien valer,
que de allí parten casados,
y entr'ellos y sus criados 225
se toma mucho placer;
por tal arte,
que alcanzaréis vuestra parte.

Himenea
Bartolomé de Torres Naharro

Copyright (c) Universidad de Alicante, Banco Santander Central Hispano 1999-2000

Himenea
Bartolomé de Torres Naharro

Jornada tercera

BOR. Pues, Eliso, hermano mío,
no te quiero ser muy luengo,
ni sé si te enojarás;
mas con lo que en ti confío
y el gran amor que te tengo 5
te diré lo que oirás.
Por eso no te receles,
que los buenos servidores
han de ser a sus señores
muy leales y fieles; 10
mas no tanto
que se pongan del quebranto.
Bien te debes acordar
desde ayer, a lo que creo,
nota bien lo que diré, 15
que no quesiste tomar
lo que te daba Himeneo,
ni yo por ti lo tomé.
Ni me hagas entender
que aquélla fue lealtad, 20
que es la mayor necedad
que nunca te vi hacerer,
pues perdiste
lo que en diez años serviste.
ELI. No tengas a maravilla 25
si no quise a dos por tres
lo que nuestro amo nos dio;
que cierto tengo mancilla
de verle, para quien es,
más pobre que tú ni yo. 30
Si cuando rico se viere
no se acordare de nos,
allá contará con Dios
cuando d'este mundo fuere.
Pues vivamos, 35
que no falta que vistamos.
BOR. No das en todo el terrero,
ni por ahí te me escapas,
ni tienes razón ninguna;
porque es un necio grosero 40
quien puede tener dos capas
y se contenta con una.
Pues si toca a los criados
de la pobreza del amo,
rico se llama y le llamo 45
quien puede haber mil ducados,
como veo
que le sobran a Himeneo.
Y pues me haces hablar
y de tus cosas me espanto, 50
siendo discreto y sabido
debrías considerar
que no nos puede dar tanto
como le habemos servido.
Y a quien le roba y le sisa 55
cuanto le viene en soslayo
le da la capa y el sayo
hasta quedarse en camisa.
Porque veas
do tus servicios empleas. 60
ELI. Boreas, según que veo,
no busques otro señor,
porque hablas con enojo;
que por ruin que es Himeneo,
si hallas otro mejor 65
yo quiero perder un ojo.
Todos hacen padecer
los servidores leales
y van a ser liberales
con quien no lo ha menester. 70
Dan entradas
a quien no tiene quijadas.
BOR. Y aun porque son tan tiranos
que de nuestro largo afán
se retienen la moneda, 75
debemos con dambas manos
recebir lo que nos dan
y aun pedir lo que les queda.
Lo que somos obligados
es servir cuanto podemos, 80
y también que trabajemos
en que seamos pagados.
De otra suerte
nuestra vida es nuestra muerte.
ELI. Hermano, bien te he entendido; 85
por lo cual a tu mandado
me ternás continuamente,
y aun que tengo por perdido
todo el tiempo que he dejado
de te ser muy obediente. 90
Y pues ya tan claras son
mi mentira y tu verdad,
confieso mi necedad
y alabo tu discreción,
y de hoy más 95
yo haré lo que verás.
BOR. Mucho huelgo, hermano Eliso,
pues que repruebas el mal
como de buenos se espera.
Vivamos sobre el aviso, 100
que sin duda el hospital
a la vejez nos espera.
Por lo cual te cumple, hermano,
que sin vergüenza ni miedo
cuando te dieren el dedo 105
que abarques toda la mano.
Haz, si puedes,
que puedas hacer mercedes.
ELI. Hermano, deja hacer,
que no quiero más laceria 110
de la que tengo pasada.
Y aun si recibes placer,
dejemos esta materia
porque está bien disputada.
Buen tiempo se nos ofrece, 115
y es cosa justa y honesta;
hablemos a tu Doresta,
que a la ventana parece.
BOR. Ya la veo,
y es cumplido mi deseo. 120
ELI. Pues anda, vele a hablar.
Yo quedaré d'esta parte
y escucharé desde aquí,
que me conviene notar
cómo sabes requebrarte, 125
para que aprenda de ti.
BOR. No te burles, aunque callo,
ni me tengas por grosero,
que en manos está el pandero
de quien bien sabrá sonallo. 130
ELI. Ve callando,
que ya nos está mirando.
BOR. Doresta, señora mía,
guarde Dios vuestra beldad
y vuestra gentil manera. 135
DOR. Si no por la compañía,
yo os hablara de verdad
de modo que no os pluguiera.
BOR. ¡Por qué, señora Doresta?
DOR. Porque no me motejéis, 140
que si otra vez lo hacéis
no 's placerá la respuesta.
Que aunque fea
no tengo invidia a Febea.
BOR. Señora, no's deis fatiga 145
por yo decir una cosa
que dirá cualquier que os viere.
DOR. Boreas ¿queréis que os diga?
Cual me veis, fea o hermosa,
tal no falta quien me quiere. 150
BOR. Pluguiera, señora, a Dios,
en aquel punto que os vi,
que quisiera tanto a mí
como luego quise a vos.
DOR. ¡Bueno es eso! 155
A otro can con ese hueso.
BOR. Ensayad vos de mandarme
cuanto yo podré hacer,
pues os deseo servir,
siquiera porque en probarme 160
conozcáis si mi querer
concierta con mi decir.
DOR. Si mis ganas fuesen ciertas
de quereros yo mandar,
quizá de vuestro hablar 165
saldrían menos ofertas.
BOR. Si miráis,
señora, mal me tractáis.
DOR. ¿Cómo puedo mal trataros
con palabras tan honestas 170
y por tan corteses mañas?
BOR. ¿Cómo ya no oso hablaros?
Que tenéis ciertas respuestas
que lastiman las entrañas.
DOR. Por mi fe, tengo mancilla 175
de veros ansí mortal.
¿Moriréis de aquese mal?
BOR. No sería maravilla.
DOR. Pues, galán,
ya las toman do las dan. 180
BOR. Por mi fe que holgaría
si como otros mis iguales
pudiese dar y tomar;
mas veo, señora mía,
que recibo dos mil males 185
y ninguno puedo dar.
DOR. ¿Qué sabéis vos si los dais,
aunque no se da a entender?
¿Cómo vos soleis hacer,
que sin dolor os quejáis? 190
BOR. Plega a Dios
que mi pena pene a vos.
DOR. Vos andáis tras que publique
lo que está mejor secreto
para mi fama y la vuestra; 195
pues, sin que más os suplique,
no queráis, pues sois discreto,
que haga tan loca muestra.
BOR. No os quiero más deservir,
pues algo pienso entenderos; 200
y terné que agradeceros
si me mandardes venir
hora cierta,
que no me neguéis la puerta.
DOR. Tal cosa no me mandéis, 205
que modo ninguno veo
de poder hacerlo ansí.
BOR. Esta noche, si queréis,
cuando abriréis a Himeneo,
me podéis abrir a mí. 210
DOR. Mejor vivan ella y él.
Por eso perded cuidado,
que mi ama ha concertado
que ninguno entre con él.
BOR. Pues haced 215
que me cumpláis la merced.
ELI. ¿Ha de ser para mañana?
Vámonos, que eres prolijo.
BOR. ¿Consentís, señora, vos?
DOR. Señor, sí, de buena gana, 220
pues que aquel señor lo dijo.
Id con la gracia de Dios.
BOR. Y en la vuestra quede yo
para mi consolación.
DOR. Estad de buen corazón, 225
que Dios por todos murió.
BOR. Pues, señora,
vos quedad mucho en buen hora.
ELI. Boreas, nunca creyera
que tanto bien alcanzabas 230
en este penado oficio,
si por mis ojos no viera,
cuando a Doresta hablabas,
cuánto queda a tu servicio.
BOR. Vámosnos, no nos tardemos, 235
que nuestro amo- está esperando.
ELI. Bien podemos ir hablando,
que harto tiempo tenemos.
BOR. Pues si escuchas
te diré otras cosas muchas. 240
***
TUR. Beso las manos, señora
de mis secretos, por tanto
la muy hermosa Doresta.
DOR. Señor, vengáis en buen hora.
¿Para qué de chico santo 245
queréis hacer tanta fiesta?
TUR. Sois ansí gran sancto vos,
y en vos tal gracia hallaron,
que de cuantos os miraron
los más os tienen por Dios. 250
Y no digo
lo que sois para comigo.
DOR. ¡O, qué gracioso venís!
Nuestro Señor os bendiga.
¿Sabéis más que me decir? 255
TUR. Si a mí, señora, decís,
sé que me sois enemiga
porque os deseo servir.
DOR. ¿Mal lo hago todavía?
TUR. No podéis peor hacello. 260
DOR. Pues d'hoy más, si pienso en ello,
lo haré sin cortesía.
TUR. ¿Qué haréis?
DOR. Rogaros que me dejéis.
TUR. Algún enamoradillo 265
sé que esperáis vos ahora.
D(D~. Más hombre que vos en todo.
TUR. Cierto, no me maravillo,
porque sois merecedora
del mayor que pisa lodo. 270
DOR. ¿No seríades muchacho?
TUR. Y aun hombre os pareceré.
DOR. Dejadme, por vuestra fe,
que no quiero vuestro empacho.
TUR. Ni queráis, 275
ni de Dios salud hayáis.
DOR. Ora, por vida de Dios,
que yo lo diga al Marqués,
y quizá por vuestro daño.
TUR. Pues si tal sale de vos, 280
yo os daré tanto mal mes
que nunca os falte mal año.
DOR. ¡Veis qué rapaz sin mesura,
cómo tiene presunción!
TUR. Pues voto al fuerte Sansón 285
de daros mala ventura,
que aquí está
quien de vos me pagará.
DOR. Pues no te tomes comigo,
que no me espantan tus motes, 290
por mucho que me amenaces;
que si a tu amo lo digo
te hará dar mil azotes,
que es castigo de rapaces.
TUR. Pues si alcanzarte pudiera, 295
por eso que agora dices
te cortara las narices,
¡doña puerca escopetera!
DOR. ¡Para vos!
TUR. ¡O reniego no de Dios! 300

Himenea
Bartolomé de Torres Naharro

Copyright (c) Universidad de Alicante, Banco Santander Central Hispano 1999-2000

Autos sacramentales
Juan de Timoneda

Auto de la fe

Personas

LA FE, como doncella.
EL MUNDO, como panadero.
EL HOMBRE, como simple.
LA JUSTICIA, doncella.
LA RAZÓN, como doncella.

PAJE que hace el Introito, al ilustrísimo y reverendísimo señor don Joan de Ribera,
Patriarca de Antioquía y Arzobispo de Valencia, etcétera.
Norte y luz resplandeciente
que da lumbre a los mortales,
pilar de fe permanente,
espillera transparente
de los rayos celestiales;
claro espejo cristalino
do se mira muy quïeto
nuestro pueblo valentino,
de aqueste manjar divino
enamorado perfeto;
en tan felice jornada,
con püeril ademán
ante vos representada
será una obra que es llamada
la Pragmática del Pan.
Y si la menoridad
causare daño a la obra,
del autor con humildad
suplirá la voluntad,
que de servirle le sobra,
Mercado de un lugar. -Se ve el Santísimo Sacramento.
Comienza la obra y entra LA FE cantando este
VILLANCICO
Vinid, convidados,
linaje de Adán;
tomad de mi pan.
Tomadlo en la boca
y no con las manos,
que a gran bien provoca;
comedlo, cristianos,
pues éste es, hermanos,
remedio de Adán.
Tomad de mi pan.
LOA AL SACRAMENTO
¡Alto, sus, gente nacida!
A todos notorio sea
la pragmática venida
y cada cual se provea
deste pan, que es Pan de vida:
que Dios todopoderoso,
con su clemencia y amor
viene ya en vuestro favor,
viendo tan menesteroso
al triste del pecador;
y una pragmática ha hecho
para la falta del pan,
de tanto bien y provecho,
que el granero de Satán
quedará agora deshecho.
Esta pragmática nueva
no es de tasa ni medida,
ni para hacer la prueba,
que es pragmática de vida
que al mismo cielo nos lleva
El falso revendedor
Lucifer, que encastillado
tenía señoreado
todo el mundo alrededor,
la flegma le han abajado;
que su pan bien se vendía:
aunque con precio dañoso,
mil compradores tenía;
mas el falso y cauteloso
bien ha temido este día.
Dios inmenso y eternal
hoy su cuerpo nos ha dado,
so especie de pan sagrado,
por que el linaje humanal
pueda salir del pecado.
Y más, que el que recibiere
aqueste Pan consagrado,
como Dios lo manda y quiere,
será puesto y colocado
en gloria, mientras viviere;
qu'este Pan de quien os cuento,
de tan alta estimación,
es el Santo Sacramento;
que por la consagración
tiene el pan este talento.
¡Alimpiad, hijos de Adán,
el ánima de pecado,
y cada cual humillado
venga y compre deste Pan,
y llevará buen recado!
(Entra EL MUNDO cantando.)
MUNDO ¿Quién compra del pan
que a venderse viene?
Que precio no tiene,
de balde lo dan.
¿Quién compra del pan hermoso,
que a cualquier hombre humanal
le parecerá sabroso?
¿Quién compra el, pan sensüal,
dulce, blanco y deleitoso?
Es pan hueco y esponjado;
llegad, humanos, a vello,
que es tan agradable y bello,
tan süave y delicado,
que nadie se harta d'ello.
FE Mundo, miembro de Satán,
¿quién te ha inducido y te ceba
que con pragmática nueva
osas tú vender tu pan?
¿Hay quien como tú se atreva,
viendo que Dios ha enviado
pragmática general,
con que todo hombre criado
goce del Pan celestial,
si saliere de pecado?
Ese pan que tú has traído,
como el demonio lo amasa,
basta, que bien se ha vendido;
pero ya te han puesto tasa
por do lo tienes perdido.
Ya no lo puedes vender,
que el precio que tienes hecho,
aunque es bueno al parecer,
hace después mal provecho,
acabado de comer.
MUNDO Mira, Fe, vende tu pan.
Déjame vender aquí,
pues yo no te estorbo a ti;
que yo sé que comprarán
muchas personas de mí.
Y si quieres tú vender
de tu pan a quien viniere,
véndeselo a tu placer,
y venda el que más pudiere,
y déjame a mí hacer.
FE No puedes, que ya es vedado
ese pan perjudicial,
que el proveedor celestial
a dar pan es obligado
para el linaje humanal:
por manera que tu pan
y tu precio caro y malo
velo a vender a Satán,
que ese pan y ese regalo
no es regalo, sino afán.
(Entra EL HOMBRE, como simple.)
HOMBRE ¡Doy al luego el regimiento
y el gobierno de la plaza,
que voy desde ayer hambriento
y no hallo una hogaza
para mi mantenimiento!
¡Qué donoso proveer
de un ayuntamiento honrado,
que anda el hombre avezado
a cada paso comer,
y no hallar pan un bocado!
Ya que lo hallan pasajeros,
de agua es lleno a la contina.
Ce, ¿qué digo, panaderos?
Ya que lleváis los dineros,
atestadlo bien de harina.
Yo os prometo que si fuera
amotacén o portero,
que sobre esto estrago hiciera
en el primer panadero,
que quizá que le escociera.
FE Ya vienen los compradores
que compran, Mundo, de ti.
MUNDO Vengan, yo lo quiero así:
gozarán de los sabores
que esperan todos de mí.
FE Los favores de tu mano
son mil vicios y pecados,
que te siguen los cuitados
por un apetito vano,
y después quedan burlados.
MUNDO (Al hombre.) ¿A quién buscas, compañero,
con tal fatiga y afán?
HOMBRE No busco a nadie, ni quiero;
son vengo a buscar mi pan,
si hubiese algún panadero.
MUNDO Ven, que yo te lo daré:
a muy buen tiempo has llegado.
FE Para morir despeñado
es bueno.
MUNDO Déjame, Fe:
calla, que eso es mal hablado.
HOMBRE Calle, señora doncella,
deje que nos den el pan;
son, pardiez, que le dirán
que cure en buen hora della,
pues que bueno mos le dan.
FE Mira, hombre torpe y ciego,
que el pan que el Mundo te da
es pan de desasosiego,
y aqueste gozo de acá
te ha de ser eterno fuego.
MUNDO No escuches, hombre, bravezas;
compra tú mi pan, si quieres;
que mientras dello tuvieres,
no te faltarán riquezas,
galas, deleites, placeres.
HOMBRE Pues, pese a quien me parió,
¿qué es lo que yo ando a buscar?
Señor, mandádmelo dar,
que de ese pan quiero yo,
que es pan de vicio y holgar.
FE Loco, perdido, ignorante,
del enemigo cautivo,
¿no ves que tienes delante
en la hostia, allí, Dios vivo,
la consagración mediante?
So especie de pan está
el inmenso Soberano,
cuando el sacerdote acá
lo consagra con su mano
y a los cristianos lo da.
Pues luego, torpe y grosero,
el pan que has de procurar
es aquel donde has de hallar
a Dios vivo, verdadero,
que te tiene de salvar.
HOMBRE Bueno es, a mi parecer,
ese pan que me alabáis;
pero querría saber
de qué süerte saciáis
a quien lo dais a comer.
FE Pues preguntas, oye acá.
El que entera fe tuviere
y en gracia el Pan recibiere,
nunca hambre sentirá,
todo el tiempo que viviere.
Porque el Santo Sacramento,
que es este Pan consagrado,
es gloria y mantenimiento
para limpiar de pecado
al más pecador hambriento.
Y entiendan los que aquí están
que, aunque digo pan formado,
no es pan, si está consagrado;
sino, so especie de pan,
está allí Dios ocultado.
Y por más declaración,
de ser pan entiende y siente
que fue pan notoriamente,
pero en la consagración
ya no hay pan, sino accidente.
Sepas que en la hostia está
el que principio no tiene,
tan grande acá como allá,
y es Pan de vida, y se da
al que preparado viene.
HOMBRE Pues decidme agora vos,
pues sois tan rostrisabida;
si este pan es Pan de Dios,
¿a qué precio, o qué medida
le habemos de comprar nos?
FE No es pan que a peso se vende,
qu'es tan alto y soberano
que ningún jüicio humano
no lo alcanza, ni comprende,
a ponderar sólo un grano;
que éste es Pan que nos ahorra,
Pan sin peso, ni sin cuento,
Pan de tan alto talento,
que quien dello no se aforra
de continuo vive hambriento.
Es Pan que no sufre venta;
que una vez que se vendió,
el comprador se engañó,
y fue venta tan sin cuenta
que el que lo vendió perdió.
HOMBRE Pues ¿a qué precio lo dan?
FE A precio de contrición,
y limpieza y confesión:
quien así compra este Pan
terná gloria y perfección.
HOMBRE Y vos, señor panadero,
¿a que precio habéis de dar?
MUNDO Yo ningún precio no quiero,
sino placer y holgar
y dar con mi pan dinero;
que aqueste es pan de riqueza,
de holgar y de placer:
pruébalo, hombre, a comer,
que su dulzura y terneza
te dará contento y ser.
HOMBRE Yo, pardiez, sí comeré,
que ha que no como gran rato;
y pues le dais tan barato,
Señor, téngoosle a mercé.
MUNDO Tomá, y perdonad el plato.
(Dale pan.)
HOMBRE Sus manos beso a placer.
¡Oh, qué buen sabor que tiene!
¡Cómo se deja comer!
Este es el pan que conviene
y lo que yo he menester.
FE Hombre, delinquido has,
como mal aconsejado;
y pues que ya has quebrantado
la pragmática, de hoy más
serás mal atormentado.
Así, por tanta malicia
que tú y el Mundo tenéis,
y el gran mal que merecéis,
a mi Dios pido justicia,
por que el mal hecho paguéis.
(Entra LA JUSTICIA con una espada, y LA RAZÓN con un peso.)
JUSTICIA Razón, que vienes conmigo
por mandamiento de Dios,
llega y cumple lo que digo,
y en estos perversos dos
ejecuta un gran castigo.
Pesa al Mundo el pan que tiene,
y al Hombre, que le ha comprado,
es justa cosa y conviene.
Que, por haber quebrantado
la pragmática, que pene.
HOMBRE Muy recia viene, señora.
¿De qué está encorajinada?
Debe de ser regidora,
alcaldesa, o la jurada,
o fiela, o ejecutora.
¡Pardiez que es atrevimiento
que vos el pan le toméis,
no mostrando mandamiento
firmado de ayuntamiento,
de cómo hacello podéis!
RAZÓN Mira, Hombre sin sentido,
ésta es Justicia de Dios,
que a castigar ha venido
con rigor a ambos a dos,
por lo que habéis cometido;
y según que ya se ordena
vuestra punición agora,
tendréis gran tormento y pena.
HOMBRE Deje hable la señora,
y calle la motacena.
RAZÓN (Pesando el pan del MUNDO.)
¡Oh, qué falto está este pan!
No llega el peso al nivel:
pena tiene el dueño dél.
HOMBRE Alce, que no es azafrán.
¡Pardiez, que sois muy crüel!
JUSTICIA Toma tu peso, Razón,
y no hables con tal gente.
Vayan ambos a prisión.
RAZÓN Y si el Hombre se arrepiente,
alcance de ti perdón.
HOMBRE Alcáncele yo, señora,
así Dios le dé contento;
que desde aquí me arrepiento,
y renuncio desde agora
al mundo falso y hambriento,
y su pan, que es de perrunas,
para perros del ganado,
pan de afrecho y de salvado;
y aunque yo me esté en ayunas,
no comeré ya bocado.
Sé que Dios ha prometido
que cualquiera que pecare,
cada vez que se enmendare
en gracia será admitido,
como a pecar no tornare.
Pues en Dios adoro y creo
y en servirle es ya mi intento,
y aquel Santo Sacramento
es el Pan que yo deseo
para mi sustentamiento,
y a vos, Mundo, engañabobos,
saco lleno de trapazas,
yo ya entiendo en vuestros robos;
este pan, que es de zarazas,
guardadlo para los lobos.
JUSTICIA Hombre, pues eres venido
en perfecta contrición,
queda que en la confesión
vomites el pan comido
para entera perfeción.
Y estando purificado
del torpe mantenimiento
que hasta aquí habías gustado,
aquel Santo Sacramento
por tu bien te será dado.
HOMBRE Yo pido la confesión
y aquí prometo la enmienda
con devoto corazón,
señora, y luego se entienda
en mi bien y salvación.
JUSTICIA Visto por mí, la justicia,
el pesar de tu pecado,
declaro que ya has purgado
la culpa de tu malicia
y debes ser comulgado.
Y al Mundo que vende el pan,
siéndole por Dios vedado,
declaro sea atormentado
con su aparcero Satán,
y en fuego eterno abrasado.
HOMBRE A vos, Justicia y Razón,
págueos Dios tan gran mercé;
y a ella, señora Fe,
yo le demando perdón,
si denantes la enoje.
Y pues fuisteis en librar
mi alma de tal tormento,
cantemos algún cantar
en loor del Sacramento,
que al Mundo haga rabiar.
(Cantan.)
CANCIÓN
¡Vaya preso el Mundo malo!
¡Echen grillos al traidor!
Váyase a vender su pan
allá, a casa de Satán,
que allá se lo comprarán,
que les da gusto y sabor.
¡Vaya preso el Mundo malo!
¡Echen grillos al traidor!

Autos sacramentales
Juan de Timoneda

Copyright (c) Universidad de Alicante, Banco Santander Central Hispano 1999-2000

Himenea
Bartolomé de Torres Naharro

Jornada tercera

BOR. Pues, Eliso, hermano mío,
no te quiero ser muy luengo,
ni sé si te enojarás;
mas con lo que en ti confío
y el gran amor que te tengo 5
te diré lo que oirás.
Por eso no te receles,
que los buenos servidores
han de ser a sus señores
muy leales y fieles; 10
mas no tanto
que se pongan del quebranto.
Bien te debes acordar
desde ayer, a lo que creo,
nota bien lo que diré, 15
que no quesiste tomar
lo que te daba Himeneo,
ni yo por ti lo tomé.
Ni me hagas entender
que aquélla fue lealtad, 20
que es la mayor necedad
que nunca te vi hacerer,
pues perdiste
lo que en diez años serviste.
ELI. No tengas a maravilla 25
si no quise a dos por tres
lo que nuestro amo nos dio;
que cierto tengo mancilla
de verle, para quien es,
más pobre que tú ni yo. 30
Si cuando rico se viere
no se acordare de nos,
allá contará con Dios
cuando d'este mundo fuere.
Pues vivamos, 35
que no falta que vistamos.
BOR. No das en todo el terrero,
ni por ahí te me escapas,
ni tienes razón ninguna;
porque es un necio grosero 40
quien puede tener dos capas
y se contenta con una.
Pues si toca a los criados
de la pobreza del amo,
rico se llama y le llamo 45
quien puede haber mil ducados,
como veo
que le sobran a Himeneo.
Y pues me haces hablar
y de tus cosas me espanto, 50
siendo discreto y sabido
debrías considerar
que no nos puede dar tanto
como le habemos servido.
Y a quien le roba y le sisa 55
cuanto le viene en soslayo
le da la capa y el sayo
hasta quedarse en camisa.
Porque veas
do tus servicios empleas. 60
ELI. Boreas, según que veo,
no busques otro señor,
porque hablas con enojo;
que por ruin que es Himeneo,
si hallas otro mejor 65
yo quiero perder un ojo.
Todos hacen padecer
los servidores leales
y van a ser liberales
con quien no lo ha menester. 70
Dan entradas
a quien no tiene quijadas.
BOR. Y aun porque son tan tiranos
que de nuestro largo afán
se retienen la moneda, 75
debemos con dambas manos
recebir lo que nos dan
y aun pedir lo que les queda.
Lo que somos obligados
es servir cuanto podemos, 80
y también que trabajemos
en que seamos pagados.
De otra suerte
nuestra vida es nuestra muerte.
ELI. Hermano, bien te he entendido; 85
por lo cual a tu mandado
me ternás continuamente,
y aun que tengo por perdido
todo el tiempo que he dejado
de te ser muy obediente. 90
Y pues ya tan claras son
mi mentira y tu verdad,
confieso mi necedad
y alabo tu discreción,
y de hoy más 95
yo haré lo que verás.
BOR. Mucho huelgo, hermano Eliso,
pues que repruebas el mal
como de buenos se espera.
Vivamos sobre el aviso, 100
que sin duda el hospital
a la vejez nos espera.
Por lo cual te cumple, hermano,
que sin vergüenza ni miedo
cuando te dieren el dedo 105
que abarques toda la mano.
Haz, si puedes,
que puedas hacer mercedes.
ELI. Hermano, deja hacer,
que no quiero más laceria 110
de la que tengo pasada.
Y aun si recibes placer,
dejemos esta materia
porque está bien disputada.
Buen tiempo se nos ofrece, 115
y es cosa justa y honesta;
hablemos a tu Doresta,
que a la ventana parece.
BOR. Ya la veo,
y es cumplido mi deseo. 120
ELI. Pues anda, vele a hablar.
Yo quedaré d'esta parte
y escucharé desde aquí,
que me conviene notar
cómo sabes requebrarte, 125
para que aprenda de ti.
BOR. No te burles, aunque callo,
ni me tengas por grosero,
que en manos está el pandero
de quien bien sabrá sonallo. 130
ELI. Ve callando,
que ya nos está mirando.
BOR. Doresta, señora mía,
guarde Dios vuestra beldad
y vuestra gentil manera. 135
DOR. Si no por la compañía,
yo os hablara de verdad
de modo que no os pluguiera.
BOR. ¡Por qué, señora Doresta?
DOR. Porque no me motejéis, 140
que si otra vez lo hacéis
no 's placerá la respuesta.
Que aunque fea
no tengo invidia a Febea.
BOR. Señora, no's deis fatiga 145
por yo decir una cosa
que dirá cualquier que os viere.
DOR. Boreas ¿queréis que os diga?
Cual me veis, fea o hermosa,
tal no falta quien me quiere. 150
BOR. Pluguiera, señora, a Dios,
en aquel punto que os vi,
que quisiera tanto a mí
como luego quise a vos.
DOR. ¡Bueno es eso! 155
A otro can con ese hueso.
BOR. Ensayad vos de mandarme
cuanto yo podré hacer,
pues os deseo servir,
siquiera porque en probarme 160
conozcáis si mi querer
concierta con mi decir.
DOR. Si mis ganas fuesen ciertas
de quereros yo mandar,
quizá de vuestro hablar 165
saldrían menos ofertas.
BOR. Si miráis,
señora, mal me tractáis.
DOR. ¿Cómo puedo mal trataros
con palabras tan honestas 170
y por tan corteses mañas?
BOR. ¿Cómo ya no oso hablaros?
Que tenéis ciertas respuestas
que lastiman las entrañas.
DOR. Por mi fe, tengo mancilla 175
de veros ansí mortal.
¿Moriréis de aquese mal?
BOR. No sería maravilla.
DOR. Pues, galán,
ya las toman do las dan. 180
BOR. Por mi fe que holgaría
si como otros mis iguales
pudiese dar y tomar;
mas veo, señora mía,
que recibo dos mil males 185
y ninguno puedo dar.
DOR. ¿Qué sabéis vos si los dais,
aunque no se da a entender?
¿Cómo vos soleis hacer,
que sin dolor os quejáis? 190
BOR. Plega a Dios
que mi pena pene a vos.
DOR. Vos andáis tras que publique
lo que está mejor secreto
para mi fama y la vuestra; 195
pues, sin que más os suplique,
no queráis, pues sois discreto,
que haga tan loca muestra.
BOR. No os quiero más deservir,
pues algo pienso entenderos; 200
y terné que agradeceros
si me mandardes venir
hora cierta,
que no me neguéis la puerta.
DOR. Tal cosa no me mandéis, 205
que modo ninguno veo
de poder hacerlo ansí.
BOR. Esta noche, si queréis,
cuando abriréis a Himeneo,
me podéis abrir a mí. 210
DOR. Mejor vivan ella y él.
Por eso perded cuidado,
que mi ama ha concertado
que ninguno entre con él.
BOR. Pues haced 215
que me cumpláis la merced.
ELI. ¿Ha de ser para mañana?
Vámonos, que eres prolijo.
BOR. ¿Consentís, señora, vos?
DOR. Señor, sí, de buena gana, 220
pues que aquel señor lo dijo.
Id con la gracia de Dios.
BOR. Y en la vuestra quede yo
para mi consolación.
DOR. Estad de buen corazón, 225
que Dios por todos murió.
BOR. Pues, señora,
vos quedad mucho en buen hora.
ELI. Boreas, nunca creyera
que tanto bien alcanzabas 230
en este penado oficio,
si por mis ojos no viera,
cuando a Doresta hablabas,
cuánto queda a tu servicio.
BOR. Vámosnos, no nos tardemos, 235
que nuestro amo- está esperando.
ELI. Bien podemos ir hablando,
que harto tiempo tenemos.
BOR. Pues si escuchas
te diré otras cosas muchas. 240
***
TUR. Beso las manos, señora
de mis secretos, por tanto
la muy hermosa Doresta.
DOR. Señor, vengáis en buen hora.
¿Para qué de chico santo 245
queréis hacer tanta fiesta?
TUR. Sois ansí gran sancto vos,
y en vos tal gracia hallaron,
que de cuantos os miraron
los más os tienen por Dios. 250
Y no digo
lo que sois para comigo.
DOR. ¡O, qué gracioso venís!
Nuestro Señor os bendiga.
¿Sabéis más que me decir? 255
TUR. Si a mí, señora, decís,
sé que me sois enemiga
porque os deseo servir.
DOR. ¿Mal lo hago todavía?
TUR. No podéis peor hacello. 260
DOR. Pues d'hoy más, si pienso en ello,
lo haré sin cortesía.
TUR. ¿Qué haréis?
DOR. Rogaros que me dejéis.
TUR. Algún enamoradillo 265
sé que esperáis vos ahora.
D(D~. Más hombre que vos en todo.
TUR. Cierto, no me maravillo,
porque sois merecedora
del mayor que pisa lodo. 270
DOR. ¿No seríades muchacho?
TUR. Y aun hombre os pareceré.
DOR. Dejadme, por vuestra fe,
que no quiero vuestro empacho.
TUR. Ni queráis, 275
ni de Dios salud hayáis.
DOR. Ora, por vida de Dios,
que yo lo diga al Marqués,
y quizá por vuestro daño.
TUR. Pues si tal sale de vos, 280
yo os daré tanto mal mes
que nunca os falte mal año.
DOR. ¡Veis qué rapaz sin mesura,
cómo tiene presunción!
TUR. Pues voto al fuerte Sansón 285
de daros mala ventura,
que aquí está
quien de vos me pagará.
DOR. Pues no te tomes comigo,
que no me espantan tus motes, 290
por mucho que me amenaces;
que si a tu amo lo digo
te hará dar mil azotes,
que es castigo de rapaces.
TUR. Pues si alcanzarte pudiera, 295
por eso que agora dices
te cortara las narices,
¡doña puerca escopetera!
DOR. ¡Para vos!
TUR. ¡O reniego no de Dios! 300

Himenea
Bartolomé de Torres Naharro

Copyright (c) Universidad de Alicante, Banco Santander Central Hispano 1999-2000

Himenea
Bartolomé de Torres Naharro

Jornada quarta

HIM. Pues ahora, mis hermanos,
tú, Boreas, y tú, Eliso,
lo hablado se os refiere.
Yo me pongo en vuestras manos.
Ved que estéis sobre el aviso 5
mientra yo dentro estoviere.
BOR. Señor, ansí lo haremos.
Entra tú con mano diestra,
que por tu fama y la nuestra,
si conviene, moriremos. 10
HIM. Yo lo creo.
ELI. Tal es, señor, el deseo.
HIM. ¿Será tiempo de llamar?
ELI. Es temprano cuantoquiera,
dejemos dormir la gente. 15
BOR. Mas, señor, en tal lugar
quien tras tiempo tiempo espera,
tiempo vien que se arrepiente.
HIM. Pues luego dad acá, vamos,
llegad comigo y veremos. 20
BOR. ¿Quieres, señor, que gastemos
lo que nos no concertamos?
Que Febea
sólo a ti, señor, desea.
HIM. Pues solo voy.
ELI. Ve con Dios. 25
BOR. Mas vaya con el dïablo.
ELI. No, que se va santiguando.
BOR. Calla, tú, ¡cuerpo de Dios!
Cuanto yo concierto y hablo,
tanto tú me vas gastando. 30
ELI. No hago, par Dios, hermano.
BOR. Pues, cuando llamar quería,
¿por qué, de gran grosería,
dijiste que era temprano?
Qu'es locura 35
esperar mala ventura.
Porque en aquestos conciertos,
si fuésemos afrentados
demorando aquí con él,
esperando somos muertos, 40
y huyendo, deshonrados.
Y no sé qué fuera d'él.
Mas solos d'esta manera,
si quisiéremos huir,
podemos después decir 45
una mentira cualquiera.
Mi consejo
será guardar el pellejo.
ELI. Dejemos esta cuestión,
y mira que ya es entrado. 50
BOR. Pues ¿qué tienes en la mente?
ELI. Que me hables sin pasión.
Y dejando lo pasado
hablemos en lo presente.
BOR. Tengo tan poco sentido 55
y estoy tan fuera de mí,
que por no me ver aquí
no quisiera ser nacido.
ELI. Calla, hermano,
que te quejas muy temprano. 60
BOR. ¡O que haga mal viaje
quien en tan fuerte jornada
y en tal congoja me mete!
Pues hombre de mi linaje
nunca supo qué era espada, 65
ni broquel, ni cosalete.
Yo también soy más que loco
por venir en tal lugar,
pues que no quiero matar,
ni que me maten tampoco. 70
ELI. Cuerdo eres;
hagamos lo que quisieres.
BOR. Que no esperemos batalla,
sino que luego nos vamos
por no ser muertos aquí. 75
ELI. Pues ¿si sale y no nos halla?
BOR. No faltará que digamos
si dejas hablar a mí.
ELI. Pues para todo hay remedio,
sin porqué no nos andemos; 80
cuando nada sentiremos
meteremos tierra en medio.
BOR. ¡Qué placer!
¿Y quien no puede correr?
ELI. ¿Cómo no? 85
BOR. Porque no puedo;
que son las armas pesadas
y dejallas no osaré.
También porque con el miedo
tengo las piernas cortadas,
que moverme no podré. 90
ELI. Pues deja, hermano Boreas,
las armas con que te hallas,
porque quizá por salvallas
perderás cuero y correas,
y verás 95
cuán sin pena correrás.
BOR. Pues si las armas perdiese,
nuestro amo ¿qué me diría
de cobarde y de judío?
Que si escusa no tuviese 100
para dar como cumplía,
yo me echaré en aquel río.
ELI. Pues si no puedes con ellas.
dámelas para que huyas;
que las mías y las tuyas 105
yo daré mal cabo d'ellas.
BOR. ¿Y la capa?
¿Qué dirán si se me escapa?
ELI. Para la capa ternás
dos mil excusas sobradas 110
para no poder salvalla;
que, si quisieres, dirás
que jugando a cuchilladas
te fue forzado dejalla.
Porque los hombres de guerra, 115
para poderse valer,
primero de acometer
dejan la capa por tierra.
BOR. Pues espera,
¿tendréla d'esta manera? 120
TUR. ¿Quién anda ahí?
MARQ. ¡Mueran, mueran!
¿Por dó van?
TUR. Allá han traspuesto.
Mas la capa irá comigo.
MARQ. Pese a tal, si no huyeran,
que por ventura de presto 125
llevaran un buen castigo.
TUR. Mas, señor, ¿sabes que creo
que sabrás lo que deseas?
Que esta capa es de Boreas,
un criado de Himeneo. 130
MARQ. Di que fue.
TUR. Sí, señor, en buena fe.
MARQ. ¿Cuántos eran?
TUR. Solos dos.
Y por la capa, señor,
son sus criados de aquél. 135
MARQ. Pues, voto al cuerpo de Dios,
que queda dentro el traidor.
TUR. Si tal es, doblen por él.
MARQ. Ven acá, qu'es de pensar
de qué manera haremos. 140
TUR. Señor, que luego llamemos,
pues que nos conviene entrar.
MARQ. Ciertamente
se nos irá si nos siente.
TUR. Pues ¿quieres cosa más cierta 145
por quitar este recelo
y acertar esta jornada?
Da tú una coz a la puerta
que des con ella en el suelo,
jugaremos d'antuviada. 150
Ningún temor se reciba
si entramos apercebidos,
que aun no seremos sentidos
cuando seremos arriba.
MARQ. Sús, pues, vamos, 155
que ya sobrado tardamos.
Dame esa capa tú a mí.
TUR. Toma la rodela, aosadas.
MARQ. Data acá, que bien te entiendo.
TUR. Pues si quieres, sea ansí. 160
Y arrancadas las espadas,
vamos diciendo y haciendo.
MARQ. Pues si viniere en tus manos
y lo pudieres coger,
haz que no haya menester 165
médicos ni cirujanos.
TUR. Entra presto.
Déjame a mí hacer del resto.

Himenea
Bartolomé de Torres Naharro

Copyright (c) Universidad de Alicante, Banco Santander Central Hispano 1999-2000

Himenea
Bartolomé de Torres Naharro

Jornada quinta

MARQ. ¡O mala muger, traidora!
¿Dónde vais?
TUR. Paso, señor.
FEB. ¡Ay de mí, desventurada!
MARQ. Pues ¿qué os parece, señora?
¿Para tan gran deshonor 5
habéis sido tan guardada?
Confesaos con este paje,
que conviene que muráis,
pues con la vida ensuciáis
un tan antiguo linaje. 10
Quiero daros,
que os do la vida en mataros.
FEB. Vos me sois señor y hermano.
Maldigo mi mala suerte
y el día en que fui nacida. 15
Yo me pongo en vuestra mano,
y antes os pido la muerte
que no que me deis la vida.
Quiero morir, pues que veo
que nací tan sin ventura. 20
Gozará la sepultura
lo que no pudo Himeneo.
MARQ. ¿Fue herido?
TUR. No, que los pies le han valido.
FEB. Señor, después de rogaros 25
que en la muerte que me dais
no os mostréis todo cruel,
quiero también suplicaros
que, pues a mí me matáis,
que dejéis vivir a él. 30
Porque, según le atribuyo,
si sé que muere d'esta arte,
dejaré mi mal aparte
por mejor llorar el suyo.
MARQ. Toca a vos 35
poner vuestra alma con Dios.
FEB. No me queráis congojar
con pasión sobre pasión
en mis razones finales.
Dejadme, señor, llorar, 40
que descansa el corazón
cuando revesa sus males.
MARQ. Pues contadme en qué manera
pasa todo vuestro afán.
FEB. Pláceme, porque sabrán 45
cómo muero, sin que muera,
por amores
de todo merecedores.
¡Doresta!
DOR. Ya voy, señora.
FEB. Ven acá, serás testigo 50
de mi bien y de mi mal.
TUR. Señor, es una traidora.
DOR. ¡Tú, de bondad enemigo!
MARQ. Callad, hablemos en ál.
FEB. Hablemos cómo mi suerte 55
me ha traído en este punto
do yo y mi bien todo junto
moriremos d' una muerte.
Mas primero
quiero contar cómo muero. 60
Yo muero por un amor
que por su mucho querer
fue mi querido y amado,
gentil y noble señor,
tal que por su merecer 65
es mi mal bien empleado.
No me queda otro pesar
de la triste vida mía,
sino que cuando podía,
nunca fui para gozar, 70
ni gocé,
lo que tanto deseé.
Muero con este deseo,
y el corazón me revienta
con el dolor amoroso; 75
mas si creyera a Himeneo,
no moriera descontenta,
ni le dejara quejoso.
Bien haya quien me maldice,
pues lo que él más me rogaba 80
yo más qu'él lo deseaba.
No sé por qué no lo hice,
¡guay de mí!
que muero ansí como ansí.
MARQ. ¿Sobre todos mis enojos 85
me queréis hacer creer
que nunca tal habéis hecho?
Que he visto yo por mis ojos
lo que no quisiera ver
por vuestra fama y provecho. 90
FEB. Haced, hermano, con Dios;
que yo no paso la raya,
pues mi padre, que Dios haya,
me dejó subjeta a vos,
y podéis 95
cuanto en mí hacer queréis.
Pero, pues d'esta manera
y ansí de rota abatida
tan sin duelo me matáis,
por amor de Dios siquiera, 100
dadme un momento de vida,
pues toda me la quitáis.
Y no dejéis de escucharme,
ni me matéis sin me oír,
que menos quiero vivir 105
aún que no queráis matarme;
qu'es locura
querer vida sin ventura.
No me quejo de que muero,
pues soy mortal como creo, 110
mas de la muerte traidora;
que si viniera primero
que conociera a Himeneo,
viniera mucho en buen hora.
Mas veniendo d'esta suerte, 115
tan sin razón, a mi ver,
¿cuál será el hombre o mujer
que no le doldrá mi muerte,
contemplando
por qué y dónde, cómo y cuándo? 120
Yo nunca hice traición.
Si maté, yo no sé a quién;
si robé, no lo he sabido.
Mi querer fue con razón,
y si quise, hice bien 125
en querer a mi marido.
Cuanto más que las doncellas,
mientra que tiempo tuvieren,
harán mal si no murieren
por los que mueren por ellas, 130
pues moriendo
dejan sus famas viviendo.
Pus, Muerte, ven cuandoquiera,
que yo te quiero atender
con rostro alegre y jocundo; 135
qu'e1 morir d'esta manera
a mí me debe placer,
y pesar a todo el mundo.
Sientan las gentes mi mal
por mayor mal de los males, 140
y todos los animales
hagan hoy nueva señal,
y las aves
pierdan sus cantos suaves.
La tierra haga temblor, 145
los mares corran fortuna,
los cielos no resplandezcan
y pierda el sol su claror,
tórnese negra la luna,
las estrellas no parezcan, 150
las piedras se pongan luto,
cesen los ríos corrientes,
séquense todas las fuentes,
no den los árbores fruto,
de tal suerte 155
que todos sientan mi muerte.
MARQ. Señora hermana, callad,
que la siento en gran manera
por vuestra suerte maldita,
y en moverme a pïedad 160
me haréis, aunque no quiera,
causaros muerte infinita.
Tened alguna cordura,
qu'es vuestro mal peligroso,
y el cirujano piadoso 165
nunca hizo buena cura.
No queráis
que sin mataros muráis.
Y si teméis el morir,
acordaos que en el nacer 170
a todos se nos concede.
Yo también oí decir
qu'es gran locura temer
lo que escusar no se puede;
y esta vida con dolor 175
no sé por qué la queréis,
pues, moriendo, viviréis
en otra vida mejor,
donde están
los que no sienten afán. 180
Y en este mar de miseria
el viejo y el desbarbado
todos afanan a una:
los pobres con la laceria,
los ricos con el cuidado, 185
los otros con la fortuna.
No temáis esta jornada;
dejad este mundo ruin
por conseguir aquel fin
para que fuistes criada. 190
Mas empero
confesaos aquí primero.
FEB. Confieso que en ser yo buena
mayor pecado no veo
que hice desque nací, 195
y merezco toda pena
por dar pasión a Himeneo
y en tomalla para mí.
Confieso que peca y yerra
la que suele procurar 200
que no gocen ni gozar
lo que ha de comer la tierra,
y ante vos
yo digo mi culpa a Dios.
MARQ. No es ésa la confisión 205
que vuestra alma ha menester;
confesaos por otra vía.
FEB. Pues a Dios pido perdón
si no fue tal mi querer
como el de quien me quería. 210
Que si fuera verdadero
mi querer como debiera,
por lo que d'él sucediera
no muriera como muero.
MARQ. Pues, señora, 215
Ya me parece qu'es hora.
HIM. ¡Caballero, no os mováis!
MARQ. ¿Cómo no? ¡Mozo!
TUR. Señor.
MARQ. Llega presto.
TUR. Vesme aquí.
HIM. No braveéis si mandáis. 220
Callad y haréis mejor,
si queréis creer a mí.
MARQ. Pues quién sois vos, gentil hombre?
HIM. Soy aquel que más desea
la hom a y bien de Febea, 225
y es Himeneo mi nombre,
y ha de ser,
pues que fue y es mi mujer.
MARQ. Catad, pues sois caballero,
no queráis forzosamente 230
tomaros tal presunción.
HIM. No quiero Dios, ni yo quiero,
sino muy humanamente
lo que me da la razón.
Y porque con la verdad 235
se conforme mi querella,
hagamos luego con ella
que diga su voluntad,
y con todo
hágase de aqueste modo: 240
que si Febea dijere
que me quiere por marido,
pues lo soy, testigo Dios,
que pues la razón lo quiere,
no perdiendo en el partido, 245
lo tengáis por bueno vos.
Pues sabéis bien que en linaje
y en cualquier cosa que sea,
la condición de Febea
me tiene poca ventaje. 250
Y esto digo
porque vos sois buen testigo.
MARQ. Bien veo que sois iguales
para poderos casar,
y lo saben dondequiera; 255
pero digo que los tales
lo debrían negociar
por otra mejor manera.
HIM. Ya sé yo poner tercero
donde fuere menester; 260
pero si tomo mujer,
para mí solo la quiero.
Pues ansí
quise engañarme por mí.
MARQ. Señora, vos, ¿qué hacéis, 265
que no decís ni habláis
lo que pasa entr'él y vos?
FEB. Yo digo que pues que veis
cuán mal camino lleváis,
que podéis iros con Dios. 270
MARQ. ¿Por qué?
FEB. Porque paréis mientes
que me quesistes matar
porque me supe casar
sin ayuda de parientes,
y muy bien. 275
MARQ. Pues, gracias a Dios.
FEB. Amén.
HIM. Yo, señora, pues, ordeno
que se quede lo pasado,
si bien mataros quisiera;
y él hacía como bueno, 280
y le fuera mal contado
si d'otro modo hiciera.
MARQ. No haya más, pues qu'es ya hecho.
Plega al divino Mesías
que le gocéis muchos días 285
y que os haga buen provecho,
pues casastes
mejor de lo que pensastes.
HIM. Yo digo, pues que ansí es,
que vos nos toméis las manos 290
por quitar estas zozobras;
y, si quisierdes, después
seamos buenos hermanos
y hagámosnos las obras.
MARQ. ¿Queréis vos?
FEB. Soy muy contenta. 295
MARQ. Dad acá.
ELI. Gracias a Dios.
BOR. Sí, pues que hace por nos
en sacarnos d' esta afrenta.
MARQ. Pues veamos
qué será bien que hagamos. 300
HIM. Si vuestra merced mandare,
vámosnos a mi posada,
sentirá mis ganas todas,
y según allí ordenare
nombraremos la jornada 305
para el día de las bodas.
ELI. Pues antes que aqueso sea,
Boreas y yo, señores,
nos damos por servidores
a la señora Febea. 310
FEB. Por hermanos.
BOR. Besamos sus pies y manos.
ELI. También al señor Marqués
ofrecemos el deseo,
con perdón de lo pasado. 315
TUR. Yo también, pues que ansí es,
me do al señor Himeneo
por servidor y criado.
FEB. Mas porque nuestros afanes
nos causen cumplida fiesta, 320
casemos a mi Doresta
con uno d'estos galanes.
MARQ. ¿Y con quién?
FEB. Con el más hombre de bien.
HIM. Cada cual lo piensa ser. 325
FEB. Por cierto, todos lo son.
MARQ. Pues, señora, ¿qué remedio?
FEB. Que le demos a escoger;
porque ella tiene afición
a Boreas o a Turpedio. 330
TUR. Yo, señores, no la quiero.
DOR. ¡Malos años para vos!
TUR. Pues ¡voto al cuerpo de Dios!
MARQ. Calla, rapaz majadero.
FEB. No haya más. 335
Toma tú cual más querrás.
HIM. Yo tomo el cargo, señora
de casaros a Doresta
si se confía de mí;
dejémoslo por agora. 340
Vámosnos, qu'es cosa honesta;
no nos tome el sol aquí.
MARQ. Pues adiós.
HIM. No quiero, nada.
MARQ. Sí, señor.
HIM. Par Dios, no vais.
MARQ. ¿Por qué no?
HIM. Porque vengáis 345
a conocer mi posada.
Holgaremos,
que cantando nos iremos.
MARQ. Pláceme por vuestro amor,
si mi hermana, vuestra esposa, 350
nos hiciere compañía.
FEB. Soy contenta.
HIM. Pues, señor,
cantemos alguna cosa
solamente por la vía.
MARQ. ¿Qué diremos?
HIM. De la gloria 355
que siente mi corazón
desque venció su pasión.
MARQ. Decid: victoria, victoria,
vencedores,
cantad victoria en amores. 360

Villancico
Victoria, victoria,
los mis vencedores,
victoria en amores.
Victoria, mis ojos,
cantad si llorastes, 365
pues os escapastes
de tantos enojos;
de ricos despojos
seréis gozadores.
Victoria en amores. 370
¡Victoria, victoria!