La semilla del Cardo simbolizando la siembra de cultura

Bibliotecas Rurales Argentinas

 

 

La
cabina

El

Había
marcado tres números solamente ... 4-6-3 , 4-6-3 pero había
olvidado los demàs y ya no sabia a quién iba a llamar 4-6-3...4-6-3...Siempre
había sido algo desmemoriado pero esto era el colmo. Pensó
en llamar a algún viejo compañero para disimular. 4-6-3...4-6-3...
ni idea. Encontraba la situación patética. Tal vez si sólo
se esperaba un minuto, o dos... La pequeña cola que se había
formado detràs de el lo ponía algo nervioso y le hacia mas
difícil recordar. Algo como lo que le pasaba en los urinarios cuando
había mucha gente. Todo era cuestión de relajarse un poco.
4-6-3...4-6-3... Esperaría un rato y después dejaría
que la persona que estaba detràs de él haga su llamada. Luego
él intentaría llamar otra vez. Pretendió que el numero
que había marcado estaba ocupado. Entonces trató de colgar
el teléfono, pero inexplicablemente una y otra vez el auricular
siempre se resbalaba y caía. Respiró profundo, había
insertado sus ultimas monedas antes de intentar hacer la llamada.

Observó
bien el aparato tal vez estuviera roto o deteriorado. No parecía
tener nada de malo. A pesar de que hacia un hermoso día primaveral
unas gotitas de sudor frío corrieron por su frente. Volteó
y vio a una señora con apariencia de secretaria malhumorada , se
cohibió de pedirle ayuda. "Voy a colgar este teléfono y sacar
mis monedas de una vez", se dijo a si mismo dàndose ànimos.

-Que te pasa?

-Este maldito aparato,
que no quiere de devolverme lo que me pertenece.

-Es que eres un inútil
pues...

Sintió espanto
al darse cuenta que hablaba consigo mismo. Pero no era momento de ponerse
a imaginar cosas, tenia que recuperar sus monedas . Entonces oyó
decir gravemente:

-Para un hombre nada es
imposible, excepto parir...

Volteó,
miró de un lado a otro, pero solo había una fila de personas
que lo aguardaban con impaciencia . Incluso le parecía que algunos
se habían detenido en medio de la calle para mirarlo. Buscó
algún parlante escondido dentro de la cabina, se agachó no
pudo encontrar nada. "Si se trataba de una broma..."

Se le ocurrió
que a lo mejor experimentaba el efecto de una de esas pastillas de color
que le habia regalado ese extraño tipo el otro día , pero
sin embargo no recordaba haber tomado nada. "Ahora sí que ya me
fregué ", pensó. Después de todo este rato , no le
encontró sentido a pedirle a alguien que lo ayude a colgar el teléfono,
ademàs le daba vergüenza .

-No sabes quien
soy?...No me recuerdas?- oyó decir esta vez

-No! No
se quien eres! Que quieres? -gritó exaltado

Ahora si estaba
seguro que las personas que estaban allà afuera lo miraban y hablaban
de él. Algunos hasta rodearon la cabina para observarle a través
del vidrio, como si fuera un animal en un zoológico. No era para
menos (...al menos era consciente de eso). Llevaba varios minutos ahí
adentro, sin hablar con nadie, excepto consigo mismo.

Esta bien , las
monedas no importan... Comprendió que aquella voz provenía
de su cabeza. Ignorarla era lo mejor por ahora . Al menos hasta que estuviese
de vuelta en casa, ya arreglarían cuentas entonces.

- Eres un estúpido!-
le increó una voz en un tono ambiguo

Reunió todas
sus fuerzas para no perder el aplomo . Pasó ràpidamente frente
a las demàs personas, evitando darles la cara. Caminaría
hasta su departamento por la calle menos transitada. Pero antes se detendría
en la farmacia por unas píldoras para dormir. Sintió que
le flaqueaban las piernas, pero trato de no hacer caso. Qué
màs podía hacer?, pensó.

-Pobrecito...tú...tú
siempre eres la víctima , verdad?

Podía hacer esa
llamada otro día, si recordaba a quien debía llamar claro...

 

 

 

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