El Protocolo de Kyoto puede ofrecer incentivos para mejorar
la sostenibilidad de los sistemas agrícolas y forestales
Cerca de un tercio del calentamiento de la atmósfera y el
cambio climático obedece a la agricultura. En general se reconoce que alrededor
del 25% del principal gas que produce el efecto de invernadero, el bióxido de
carbono, procede de la agricultura, sobre todo de la deforestación y la quema
de biomasa. Los rumiantes domésticos, los incendios forestales, el cultivo de
arroz en los humedales y los productos de desecho producen la mayor parte del
metano que hay en la atmósfera, a la vez que la labranza convencional y la
utilización de fertilizantes generan el 70% de los óxidos nitrosos.
Dado que la agricultura participa en tan gran medida en el
problema del cambio climático, debe formar parte importante por igual de su
solución. El informe de la FAO al COAG propone, a este respecto, que la
Organización elabore un programa integrado sobre el cambio climático que le
permita desempeñar una función más activa en las negociaciones internacionales,
difundir sus conocimientos de los sectores críticos pertinentes a la moderación
del cambio climático, y dar apoyo a las medidas generales encaminadas a hacer
más flexible a la agricultura ante la variación del clima.
OBLIGACIONES, OPORTUNIDADES.
La participación de la agricultura en el cambio climático
tiene una fuerte presencia en el Protocolo de Kyoto de 1997 de la Convención
Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMCC). Este protocolo
hace especial énfasis en la promoción de formas sostenibles de la agricultura,
menciona el cambio del aprovechamiento de las tierras, la fermentación de
metano, el manejo del estiércol, el cultivo de arroz, los suelos agrícolas y la
quema de biomasa como origen de los gases que producen el efecto de
invernadero, que los países deben tomar en cuenta en sus informes a la
Conferencia de la Partes de la CMCC.
"La FAO y sus miembros se enfrentan con varios desafíos
que se derivan directa o indirectamente de las actuales negociaciones sobre el
clima", dice el informe. Los signatarios de la CMCC, por ejemplo, están
obligados a realizar inventarios pormenorizados de las fuentes antropógenas de
los gases que producen el efecto de invernadero; el Protocolo de Kyoto va
todavía más allá al comprometer a los países a realizar cambios sujetos a
verificación en sus reservas de carbón, inclusive las derivadas de los cambios
en el aprovechamiento de las tierras, de pertinencia directa para la
agricultura.
"CRÉDITOS DE
CARBONO"-
Los "mecanismos
de Kyoto" también ofrecen incentivos -llamados "créditos de
carbono" para que los países reduzcan sus emisiones de gases que producen
el efecto de invernadero. Aunque no se ha llegado a un acuerdo sobre los
"mecanismos" mismos, es probable que todos los países obtengan
créditos de carbono al mejorar la sostenibilidad y los sistemas de producción
agrícola y forestal (comprendidos una utilización más racional de los
fertilizantes, piensos más eficientes, fomento del acopio de aguas y técnicas
de conservación del agua, prácticas agrícolas de conservación, reducción de la
agricultura de tala y quema y mejor protección de los suelos).
Como parte de un
programa fortalecido sobre el cambio climático, dice el informe, la FAO podría
ayudar a sus Estados Miembros a elaborar y fomentar éstas y otras prácticas
encaminadas a reducir las emisiones de gases que producen el efecto de
invernadero o retienen el carbono, y a reconocer las oportunidades para obtener
créditos de carbono.
SATÉLITES Y BIOCOMBUSTIBLES
Además, otras actividades de la FAO en marcha desde hace
tiempo podrían ayudar a los Estados Miembros a cumplir con sus obligaciones con
la CMCC. Por ejemplo, la Organización recopila y mantiene una amplia variedad
de datos directamente pertinentes no sólo al cambio climático en general, sino
también a las necesidades más inmediatas de presentación de informes de los
países.
Esos datos
comprenden información con referencia geográfica sobre vegetación, suelos y
materia orgánica de los suelos, datos y mapas del clima, indicadores de biomasa
obtenidos por telepercepción satelital, así como estadísticas del uso de
fertilizantes, zonas cultivadas de arroz y cifras del ganado de rumiantes. La
FAO además tiene la secretaría del Sistema mundial de observación terrestre
(SMOT), que conduce una iniciativa sobre la Observación del carbono terrestre,
orientada a ayudar a los países a evaluar y supervisar las fuentes y sumideros
de carbono de sus sectores agrícolas y rurales.
El programa
propuesto, en el que participarían todos los sectores de la FAO, ayudaría a
centrar en el cambio climático la experiencia de la Organización en campos como
la capacitación de personal agrícola, la formulación de políticas y asesoría en
esta materia, así como en la adaptación de las prácticas agrícolas a
condiciones adversas y medios frágiles.
También alentaría la
creación de sinergias en el terreno agrícola, entre los acuerdos relativos al
cambio climático y otros convenios pertinentes al medio ambiente, en especial
los que atañen a la desertificación y la biodiversidad, y la elaboración de
métodos estadísticos en una variedad de sectores: de los recursos forestales al
seguimiento del carbono de los suelos, compatibles con las exigencias de la
CMCC para la presentación de informes.
HACER FRENTE A LAS TORMENTAS
Los "créditos de carbono" del Protocolo de Kyoto
podrían ayudar a los países en desarrollo con otra consecuencia prevista del
cambio climático: las tormentas tropicales e inundaciones cada vez más
violentas. Entre 1973 y 1977 los huracanes, ciclones, tifones, tormentas y
tornados cobraron un promedio de 11 000 vidas anuales, y dejaron a más de 1 100
millones de personas sin techo. La FAO afirma que una mejor planificación del
aprovechamiento de las tierras, así como las prácticas sostenibles en materia
de agricultura, pesca y silvicultura alentadas por los "mecanismos de
Kyoto" podrían ofrecer una mayor flexibilidad y reducir la vulnerabilidad
de los países a los daños producidos por las tormentas, y también el cambio
climático.
FUENTE: FAO
LOS DESAFÍOS DESDE RÍO
CUMBRE DEL PLANETA TIERRA: RIO + 10
– I PARTE
La FAO afirma que las nuevas tecnologías y la globalización
económica han producido un profundo efecto, a veces negativo, en la agricultura
sostenible, el aprovechamiento de las tierras y los frágiles ecosistemas
SEGUNDA CUMBRE DEL PLANETA TIERRA
El Programa 21 - plan mundial para el desarrollo sostenible-
de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el
Desarrollo (CNUMAD), celebrada en Río de Janeiro en 1992, logró un consenso sin
precedentes. Diez años después, a mediados de 2002, la ONU va a celebrar en
Sudáfrica la segunda Cumbre del Planeta Tierra (conocida como Río+10) para
evaluar el avance hacia los objetivos del Programa 21. Entre los preparativos
para ese acontecimiento, la FAO ha emprendido una importante revisión de los
resultados obtenidos, así como de los nuevos retos y oportunidades, en dos
sectores fundamentales para los objetivos de la CNUMAD: la agricultura
sostenible y el aprovechamiento de las tierras.
SEGURIDAD ALIMENTARIA
Eric Kueneman, del Departamento de Agricultura y coordinador
sectorial del Programa 21/Capítulo 14, sobre Fomento de la agricultura y el
desarrollo rural sostenible (ADRS), afirma: "Para alcanzar la seguridad
alimentaria, mitigar la pobreza y para la sostenibilidad en general son determinantes
las mejoras agrícolas, un desarrollo rural integral y la utilización de los
recursos naturales.
RIO + 10 es una buena ocasión para reforzar la función
central de la ADRS en el logro de los objetivos del Programa 21 y
futuros". Un documento preliminar de debate -cuyo propósito es abrir
camino para realizar consultas de gran alcance con los asociados en el
desarrollo (ver recuadro)- informa de los avances logrados en la producción de
alimentos y en la gestión de los recursos naturales desde la CNUMAD.
Pero destaca "la contradicción de una crítica pobreza y
subnutrición en medio de una abundancia sin precedentes. Cientos de millones de
habitantes del medio rural siguen siendo pobres y pasando hambre". Además:
"prosigue la pérdida y aumentan la gravedad y el alcance del degrado de
los recursos agrarios pese a que hoy se dispone de mejores técnicas y más
conocimientos".
UN MUNDO EN TRANSFORMACIÓN
El documento señala
diversas dimensiones de la sostenibilidad agropecuaria, las tierras y el
desarrollo rural. Por una parte, se adoptaron a inicios de la CNUMAD distintos
instrumentos y mecanismos jurídicos internacionales. Los encargados de las
negociaciones están terminando una revisión del Compromiso Internacional sobre
los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura (que contiene
acuerdos relativos a la difusión y acceso de los beneficios, y garantiza los
"derechos del agricultor"), y la FAO está elaborando una estrategia
mundial en materia de diversidad de los animales de granja.
La Cumbre Mundial
sobre la Alimentación de 1996 proporcionó una estructura para mejorar las
políticas y los programas necesarios orientados a alcanzar el objetivo de
"alimentos para todos". La comunidad internacional avanza hacia la
armonización de normas, a través del Codex Alimentarius, los acuerdos de la
Organización Mundial del Comercio (OMC) y la Convención internacional de
protección fitosanitaria, a la vez que el Fondo para el Medio Ambiente Mundial
contribuye a la ejecución de los convenios y programas de acción de Río.
GLOBALIZACIÓN ECONOMICA
Al mismo tiempo, la globalización económica ha repercutido
profundamente en la agricultura y la utilización de los recursos naturales. En
muchos países, los mercados de reciente competitividad han estimulado la
innovación en las prácticas agrícolas y el aprovechamiento de las tierras,
contribuyendo así a incrementar el suministro mundial de alimentos y a dar una
respuesta más ágil a la demanda del consumidor. También se ha acelerado la
integración vertical de los sistemas alimentarios, en particular en el sector
ganadero. Los agricultores han formado cooperativas y grandes empresas para
producir y comercializar productos agropecuarios en el mercado mundial.
Con todo -afirma la FAO-, muchos países en desarrollo no han
introducido las reformas necesarias para aprovechar las nuevas oportunidades:
"Los agricultores de África, Asia y América Latina afrontan una competencia
cada vez mayor, a la vez que se reducen los servicios de apoyo y los subsidios.
Predomina una tendencia -de los insumos agrícolas, el comercio de cereales, la
agroindustria, la maquinaria y la tecnología- a la concentración cada vez mayor
en un número reducido de agroindustrias de alcance mundial". En la FAO,
así como en los bancos de desarrollo y la sociedad civil, se reconoce cada vez
más que la inversión pública continua en investigación agrícola aplicada es
determinante para que mejoren los medios de subsistencia de los agricultores,
la seguridad alimentaria y la mitigación de la pobreza.
FUENTE: FAO