Proyecto SICA Banco Mundial

 

 

 

Cuestiones de la agricultura urbana

 

 

 

Diversos estudios revelan que dos tercios de los hogares urbanos y periurbanos participan en la agricultura

 

 

 

La agricultura urbana y periurbana (AUP) se lleva a cabo dentro de los límites o en los alrededores de las ciudades de todo el mundo e incluye los productos de las actividades agropecuarias, pesqueras y forestales, así como los servicios ecológicos que proporcionan. Con frecuencia, en una sola ciudad y cerca de ella existen múltiples sistemas agrícolas y hortícolas.

 

 

 

Se estima que unos 800 millones de habitantes de ciudades de todo el mundo participan en actividades relacionadas con la AUP que generan ingresos y producen alimentos. Una combinación de datos de censos nacionales, encuestas por hogares y proyectos de investigación señalan que hasta dos tercios de los hogares urbanos y periurbanos participan en la agricultura. Una gran parte de los productos de la agricultura urbana se destinan al consumo propio, mientras que los excedentes ocasionales se venden en el mercado local.

 

El cultivo se lleva a cabo en zonas del centro de la ciudad, en espacios en forma de cuña, en los corredores de salida de las ciudades y en la periferia. Un estudio sobre la agricultura urbana en Nairobi indicó que el 32 por ciento de las tierras destinadas al cultivo eran terrenos residenciales privados, el 29 por ciento estaban situadas al borde de las carreteras, el 16 por ciento a lo largo de las orillas de los ríos y el 16 por ciento en otras zonas de propiedad pública.

 

 

 

El crecimiento de la AUP se debe en parte a su adaptabilidad y movilidad en comparación con la agricultura rural. A medida que las ciudades se expanden físicamente, las fronteras entre actividades urbanas, periurbanas y rurales se desvanecen y confunden, creando así oportunidades y riesgos

 

 

 

ALIMENTOS INOCUOS Y NUTRITIVOS

 

 

 

La AUP puede contribuir a la seguridad alimentaria en muchas formas. Aumenta la cantidad de alimentos disponibles para los pobres de las zonas urbanas y aumenta el grado de frescura de los alimentos perecederos que llegan a los consumidores urbanos, incrementando la variedad general y el valor nutritivo de los alimentos disponibles (datos de estudios monográficos indican que tanto la disponibilidad de alimentos como los ingresos de los hogares agrícolas pobres son considerablemente mayores que los de los hogares que no practican la agricultura)

 

 

 

DE LOS SOLARES A LAS TERRAZAS

 

 

 

Se entiende por agricultura urbana y periurbana las prácticas agrícolas, dentro de las ciudades y en torno a ellas, que compiten por recursos - tierras, agua, energía, mano de obra - que podrían destinarse también a otros fines para satisfacer las necesidades de la población urbana.

 

 

 

Se entiende por agricultura urbana se refiere a pequeñas superficies (por ejemplo, solares, huertos, márgenes, terrazas, recipientes) situadas dentro de una ciudad y destinadas a la producción de cultivos y la cría de ganado menor o vacas lecheras para el consumo propio o para la venta en mercados de los alrededores.

 

 

 

La expresión agricultura periurbana se refiere a unidades agrícolas cercanas a una ciudad que explotan intensivamente granjas comerciales o semicomerciales para cultivar hortalizas y otros productos hortícolas, criar pollos y otros animales, y producir leche y huevos.

 

 

 

La AUP ofrece también oportunidades de empleo productivo en un sector donde los obstáculos al ingreso tienen poca importancia. La producción hortícola y pecuaria intensiva que prospera en las zonas periurbanas emplea mano de obra y produce productos con alto valor añadido que previsiblemente generarán ingresos y rendimientos razonables. En particular, la producción pecuaria periurbana de carácter comercial es un sector en rápido crecimiento que representa el 34 por ciento de la producción total de carne y casi el 70 por ciento de la producción de huevos en todo el mundo. Este sector ha incrementado las actividades de elaboración de alimentos en las zonas periurbanas.

 

 

 

EFICIENCIA AGRÍCOLA DE LOS PRODUCTORES.

 

 

 

La horticultura, consistente sobre todo en la producción de hortalizas, ha crecido en las ciudades y en torno a ellas en muchos países en desarrollo. La gran diversidad de especies utilizadas en la horticultura permite obtener productos, empleo e ingresos durante todo el año. Los cultivadores se han percatado de que es posible practicar la horticultura intensiva en pequeñas parcelas, si se hace un uso eficiente de los recursos limitados de agua y tierra.

 

 

 

Las especies hortícolas tienen un rendimiento potencial considerable y pueden dar hasta 50 kg de productos frescos por metro cuadrado al año, según la tecnología aplicada. Además, debido a su breve ciclo, permiten responder rápidamente a las necesidades urgentes de alimentos (diversas especies pueden recogerse de 60 a 90 días después de sembrarlas). Las hortalizas de hoja proporcionan ganancias rápidas para cubrir las necesidades diarias de efectivo de la familia con el fin de comprar alimentos. Dado que son productos especialmente perecederos, las pérdidas postcosecha pueden reducirse considerablemente cuando la producción está emplazada cerca del lugar de consumo.

 

 

 

Los productores urbanos pueden lograr una eficiencia real empleando con fines productivos recursos insuficientemente utilizados, como terrenos baldíos, aguas residuales tratadas, desechos reciclados y mano de obra desempleada. La productividad puede ser hasta 15 veces superior a la producción por acre de la agricultura rural, aunque los rendimientos se resienten a menudo por el uso de insumos inferiores o insuficientes, la utilización de variedades deficientemente adaptadas, una ordenación insatisfactoria del agua y la falta de conocimientos agrícolas.

 

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Los agricultores urbanos suelen utilizar técnicas de elaboración y almacenamiento que requieren pocos insumos. Se estima que más del 90 por ciento de los hogares dedicados a la agricultura urbana conservan y almacenan también parte de su producción. Sin embargo, en el caso de las ventas al mercado, incluso de alimentos callejeros, las cantidades que pueden producirse y entregarse sin una infraestructura de transporte, distribución y comercialización tienen límites. Cierto apoyo en forma de microcrédito para almacenamiento y refrigeración podría aumentar considerablemente los ingresos de los agricultores urbanos y mejorar la inocuidad de los alimentos que expenden los vendedores callejeros, quienes se sirven en gran medida de la producción alimentaria urbana y periurbana.

 

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SOSTENIBILIDAD DEL MEDIO AMBIENTE URBANO

 

 

 

Los sistemas de producción agrícola en zonas urbanas y periurbanas pueden plantearle riesgos a la salud y el medio ambiente. Estos riesgos son resultado de un uso inadecuado o excesivo de insumos agrícolas (plaguicidas, nitrógeno, materia orgánica sin tratar que contenga residuos nocivos), que pueden llegar, por lixiviación o escorrentía, a fuentes de agua potable; contaminación microbiana del suelo y el agua; y contaminación atmosférica. En particular, las hortalizas de hoja pueden contaminarse como consecuencia de un uso excesivo de productos químicos pulverizados, y los métodos intensivos de producción pecuaria pueden ocasionar enfermedades zoonóticas y problemas de salud pública veterinaria.

 

Las aguas residuales recicladas y tratadas constituyen la fuente de agua más viable para la agricultura urbana y periurbana. La FAO ha estimado que los efluentes de aguas residuales de origen doméstico, sometidos a un tratamiento adecuado con miras a su reutilización agrícola, podrían aportar todo el nitrógeno y gran parte del fósforo y el potasio normalmente necesarios para la producción agrícola. A veces se utilizan como fertilizantes desechos líquidos sin tratar (purines de cerdos, aguas de inodoro) o desechos semitratados. Con frecuencia se emplea estiércol sin tratar de pollos y ganado vacuno para aumentar la fertilidad y mejorar la estructura del suelo. Estas prácticas entrañan cierto riesgo para la salud, pero cuando se aplican correctamente es posible reducir al mínimo ese riesgo.

 

 

 

El principal peligro de la utilización de aguas residuales es la contaminación de los alimentos con microorganismos patógenos y la aparición de enfermedades transmitidas por el agua. El uso de aguas negras no tratadas o tratadas de modo inadecuado con fines de riego lleva asociado un alto riesgo de infección con helmintos y un riesgo entre medio y bajo de infección con bacterias entéricas y virus. En general, la información disponible indica que los efectos negativos sobre la salud sólo constituyen un problema cuando se utilizan para el riego aguas residuales brutas o insuficientemente tratadas.

 

 

 

Otro caso de riesgo para la calidad del agua es el que plantea la acuicultura intensiva en zonas periurbanas. La intensificación implica una mayor utilización de agua para recirculación, piensos comerciales y medicamentos (antibióticos, bacteriostáticos). El exceso de nutrientes y materia orgánica favorece una proliferación de microorganismos que da lugar a la eutrofización al reducir el oxígeno disuelto en los sistemas hídricos.

 

 

 

Otro problema importante para la viabilidad de la AUP es la disponibilidad de tierras. La amenaza de perder el acceso a sus parcelas y de verse obligados a suspender sus actividades productivas se cierne sobre muchos agricultores urbanos de ambos sexos. En muchas zonas, la incapacidad de los hogares no agrícolas para acceder a la tierra en las ciudades es la principal razón que se aduce para no practicar la agricultura. Con todo, una de las paradojas de la AUP es que al parecer se realizan inversiones agrícolas considerables en tierras cuya tenencia es muy insegura. Un mercado adecuado para los productos agrícolas garantiza ganancias elevadas a corto plazo y hace que los riesgos de la inversión agrícola sean aceptables incluso en tierras inseguras ocupadas ilegalmente, arrendadas a corto plazo o sujetas a otros regímenes precarios.

 

 

 

LA SEGURIDAD ALIMENTARIA Y LOS CONSUMIDORES URBANOS DE BAJOS INGRESOS

 

 

 

Muchas ciudades de Asia y Africa probablemente duplicarán sus poblaciones dentro de una década. El número de consumidores urbanos de bajos ingresos también aumenta. La seguridad alimentaria de éstos depende no solamente de sus ingresos sino también del nivel y estabilidad del costo de acceso a los alimentos, así como de la variedad y calidad de los alimentos de que dispongan.

 

 

Una forma muy efectiva de preocuparse por su seguridad alimentaria, es mediante el mejoramiento en la eficiencia de todas las actividades que proveen de alimentos a las ciudades y de su distribución en las áreas urbanas: acopio, embalaje, almacenamiento, transporte, procesamiento, ventas al por mayor y al por menor y ventas ambulantes. Las autoridades municipales pueden contribuir significativamente al mejoramiento de los sistemas de mercadeo alimentario local pero se enfrentan a varias dificultades.

 

 

 

En función del apoyo de los donantes, el programa interregional de la FAO Abastecimiento y Distribución de Alimentos en las Ciudades, asiste a las autoridades municipales de los países en desarrollo y a los Países en transición a formular políticas y programas de desarrollo de los sistemas de mercadeo sobre bases técnicas sólidas para reducir el costo del acceso a los alimentos para los consumidores urbanos de bajos ingresos.

 

 

Fuente: FAO - 1999