Los famosos cedros del Líbano hubieran podido desaparecer si
un grupo de científicos libaneses y franceses, la FAO y el Ministerio de
Agricultura del Líbano no hubieran intervenido.
Después de una batalla de cinco años, finalmente se ha
logrado contener una plaga que venía devastando el árbol representativo del
Líbano, el Cedrus libani. La Cephalcia tannourinensis, un sírice de la madera,
amenazaba con arrasar la mayor parte de los bosques de cedros del Líbano y
avanzar hacia los países colindantes. Pero con ayuda técnica de la FAO, un
grupo de científicos de la Universidad Americana de Beirut, el Ministerio de
Agricultura del Líbano y expertos franceses colaboraron en el estudio del
insecto hasta encontrar la forma de combatirlo.
NOVEDAD PARA LOS CIENTÍFICOS
Los científicos descubrieron este sírice en 1998, observaron
que deposita sus huevecillos en los brotes nuevos del cedro, de los que se
alimenta la larva al nacer. Más adelante, las larvas se dejan caer al suelo y
se entierran para hibernar. Los árboles infestados quedan más expuestos al
ataque de otros insectos y pueden morir por defoliación.
Para combatir de inmediato este tipo de plagas de
preferencia se recurre a los plaguicidas biológicos (no químicos), que respetan
el medio ambiente. Pero el desconocimiento del ciclo vital del insecto -por
ejemplo, cuánto tiempo hiberna bajo tierra antes de salir para reproducirse-
hace difícil planificar con anticipación la aplicación de los plaguicidas, que
es más eficaz durante la primera y la última fase del ciclo, cuando el insecto
vive fuera de la tierra.
SE EVITÓ UN DAÑO ENORME
El bosque de Tannourine-Hadath El-Jebbeh del norte del
Líbano es una de las poblaciones de cedros más numerosas del país, tiene 50 000
ejemplares distribuidos en 600 hectáreas. Antes del proyecto de lucha contra el
insecto la situación del bosque era crítica porque el 80 por ciento de los
cedros estaba infestado.
El insecto también había llegado al Bosque de los cedros de
los dioses, en Bcharreh, y representaba un peligro para los árboles, así como
para los bosques de Siria y Turquía.
"Como suele ocurrir cuando hay plagas -explica Gillian
Allard, del Departamento de Montes de la FAO- los síntomas se manifestaron
cuando el problema ya estaba muy avanzado".
MÁS VALE PREVENIR QUE REMEDIAR
La primera medida para combatir la plaga fueron aplicaciones
aéreas de plaguicida biológico, realizadas en 1999, 2000, 2001 y 2002 por el
Ministerio de Agricultura del Líbano, y la investigación sobre el insecto se
inició de inmediato después de la primera aplicación aérea.
La FAO ayudó mediante la aportación de fondos y expertos, a
través de su Programa de Cooperación Técnica, participando en la investigación
minuciosa del ciclo vital de la plaga y proporcionando métodos para atraparla.
Resultaron, con este propósito, de particular utilidad las tiras adhesivas
amarillas, éste color atrae a los insectos, que se quedan pegados en el papel.
El grupo también está investigando la composición de las feromonas del insecto
-la sustancia característica con que atraen a la pareja para reproducirse- a
fin de utilizarlas en las trampas.
Otro componente importante del proyecto fue la capacitación
de expertos en el medio ambiente y silvicultores, a los que se enseñó a
reconocer los primeros indicios de infestación, como las primeras etapas de la
defoliación, y se les impartieron las técnicas disponibles para combatir esta
plaga y otras que dañan a los cedros.
Los científicos todavía necesitan encontrar mucha
información sobre el insecto para evitar nuevos brotes en el Líbano y en
cualquier otra parte. Los resultados que obtengan ayudarán a los expertos a
encontrar los mejores instrumentos para combatir futuras posibles
infestaciones. Pero ha sonado la alarma y por lo menos por ahora el preciado
símbolo del Líbano sigue en pie.
Fuente: FAO