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Don Juan Manuel |
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Libro del cauallero et
del escudero Miguel Vicente Pedraz CAPITULO XXVº El cauallero nouel, acordandose de quanto bien aprendiera del cauallero que estaua en la hermita, tomo su camino para aquel lugar do lo fallara; et quando llego a la hermita do el omne bueno moraba, et el bueno lo bio et sopo quanto onrado et quanto bien andante venia, plogol mucho et gradeçiolo mucho a Dios. Et el cauallero nouel moro y con el algunos dias, ca el traia biandas et todo lo que avian mester; et en aquel tiempo que en vno moraron, quisiera el cauallero nouel aver repuesta del cauallero ançiano que moraba en la hermita de las preguntas quel fiziera ante que del se partiesse, a que avn non le respondiera; mas por la grant flaqueza que en el omne bueno avia, non le pudo dar repuesta conplida mente. Et desque entendieron que era tienpo de se yr el cauallero nouel para su tierra, despediose del; et el omne bueno [finco] rogando mucho a Dios quel endereçasse et lograsse de bien en mejor. Et el cauallero nouel dexol de lo que y traya para que pudiesse y passar su vida algun tienpo mas sin lazeria que fasta entonçe; et muy mas le dexara si el bueno lo quisiera tomar. Et asi se partieron muy pagados el vno del otro; et fuesse el cauallero nouel para su tierra; et finco el omne bueno en su hermita, conpliendo su penitençia.
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Miguel Vicente Pedraz |
© José Luis Gómez-Martínez |