Nicolás Factor

 

"Las tres vías"

[Carta a una religiosa, en la que declara con símiles todo lo que pertenece a las tres vías, purgativa, iluminativa y unitiva]

El día muy regocijado de Todos los Santos, al tiempo que en el santo oficio divino canté la capítula, se levantó en un alto vuelo un águila caudal, y trepando y volteando por ese cielo se remontó tanto, que vine a perderla de vista, porque se metió en medio de aquella inmensa rueda que es Dios y allí se encerró. Y ella es el sacro Evangelista. Pero yo, como bobo, tras ella me iba; cuando bajé mis ojos, me hallé emboscado en un desierto llamado Olvido del Mundo y de todas las Criaturas, y me acordé del verso del Salmo: Quis dabit mihi pennas sicut columbae, et volabo, et requiescam? Luego, sin detenimiento, con presteza, dije: Ecce elongavi fugiens et mansi in solitudine. Y con esta presteza me asenté sobre una piedra llamada Quietud deseable. Y estando mirando y contemplando la serenidad de aquel claro cielo, vi venir un pastor llamado Cudicioso, y según la pasión le tenía cercado, él, sin duda, era enamorado de Dios; el camino que traía es llamado Menosprecio de sí mismo y los pasos que daban eran Aborrecimiento de sí mismo. Venía tañendo un suave rabelete, llamado Despertador del alma adormida, con las consonancias de los suaves requiebros del amor. El Arquillo era el solicitador del espíritu con frecuentados gemidos; las tres Cuerdas son un Velar continuo, Recato discreto y Andar sobre sí. La Flor del rabelete es el derramamiento del alma dentro de sí misma. Las tres Clavijas son un continuo despertamiento y miramiento ocultísimo del alma dentro de sí misma. El Puentecillo es un mirar a Dios continuamente con simple y sencilla fe. El Cayado de este pastor es un virtuoso aprovechamiento en las virtudes, habituándose a ellas con actos y continuos ejercicios. El Zurrón se llama un sustento limitado, y el Pan, templanza prudente y discreta. Las Abarcas son mortificación de los afectos y sentimientos. El Sayo, de pellejos de carneros muertos, es la negación de sí mismo. Las Ovejas que delante traía con mucho cuidado y celo son las potencias del alma. Los Cabritillos son los cinco sentidos corporales inquietos, pero bien regidos del discreto pastor. El Perro que andaba alrededor guardando este ganado es el pensamiento y memoria de los juicios divinos.

Venía tras el Pastor una hermosa Zagala, de los pastores pastora y amada esposa de éste pastor, llamada Imitación de la Vida de Cristo y de sus Santos. Venía hilando con su rueca, llamada Conformidad de Vida con la Vida de Jesús. La estopa o lino es la áspera penitencia; el hilo muy delgado es la confesión clara y verdadera que se ha de hacer sin engaño al padre confesor; el huso es la rectitud que se ha de guardar con todos y en todas las cosas. La mazorca es la consideración de

cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando.

Procuremos que no salga embarazada. El Aspa es un continuo examen de nuestra vida, pensando cómo vivimos. El Pastor viene con su greña descaperuzada, y ella, sin sombrero; los cabellos rubios echados por la espalda, pero muy peinados y compuestos, para mostrar que debemos descubrir nuestros pensamientos a Dios, presentándole los buenos, pero los malos y mundanos echados atrás, teniendo a nuestro buen Jesús por objeto y blanco en quien ha de mar fijada la vista del alma. Llevaba este buen pastor por aquel desierto (porque era muy barrancoso, áspero y peligroso el camino) una guía muy cierta, que se llama Vía purgativa, con un compañero muy provechoso, llamado Vía activa, con tres guardas muy valientes, que son la humildad de los ángeles, el temor reverencial de los arcángeles y la obediencia de los principados, y llegando a una fuente llamada Oración continua (significando que el alma ha de ir continuamente transportada en Dios, cuyo manantial nace en Dios, y por sus secretos viene a nacer por la oración; y de ahí corre como un río el alma a Dios, donde nació, y allí muere al mundo y a todo lo que no es Dios), se echó el Pastor de pechos a esta fuente, y se le representó una linda y hermosa ninfa llamada Clara Fe, con una cruz en la mano y en la otra un cáliz con una hostia, acompañada de una criada llamada Doctrina Cristiana. Y la ninfa, sacando de su pecho un rico joyel, llamado Secreto de Dios, hecho a manera de corazón de oro, con un letrero alrededor que decía: Secretum meum mihi, lo presentó al Pastor y dióle una llavecita, llamada Revelación divina, y díjole: Pues tú eres buen pastor, toma ese corazón y ábrelo con esa llavecita, y verás los secretos de Dios. Y abriendo el Pastor el corazón, salió otra ninfa muy hermosa (como la vió y pintó una santa llamada Santa Hildegardis en sus Revelaciones); venía vestida de azul color de cielo, y su ropa toda sembrada de ojos, que significan el santo y casto temor de Dios, y que en cuanto más aprovecha el alma, más prudente y remirada ha de ser. No tenía ojos esta dama en la cara, porque el alma se ha de olvidar de sí misma y que tanto se le da que la loen y amen como que la vituperen y aborrezcan. No tenía manos, porque ninguna cosa buena se ha de atribuir el alma a sí misma.

Como el Pastor se viese tan prosperado con estas hermosas doncellas llenas de tantos misterios, como Cudicioso, procuraba pasar adelante, aunque se le recrecían en este desierto nuevos trabajos e inconvenientes, porque así lo permite Dios, como se dice en el salmo 93: Qui fingis laborem in praecepto. Quasi dicat (ait Sap.): Qui praecipis difficilia. Apenas levantó el pie, cuando vió que se le dió otra guía, llamada Iluminativa, con una compañía, llamada Pobreza de Espíritu, con tres guardas fortísimas, que son la osadía y poder de las Potestades, el aliento y el ánimo de las Virtudes y el aspirar a cosas mayores con las Dominaciones. Subieron por un recuesto asperosísimo, llamado Sequedad desabrida. Llegó el buen pastor con su zagala muy cansados; pero la buena guía, mostrándoles el claro lucero de la luz divina, cobraron grande ánimo, y pensando ya gozar de la verdadera Quietud espiritual, porque dieron con un verde y florido prado, llamado Consolación divina, cantaba el buen pastor Cudicioso y decía: Renuit consolari Anima mea: memor fui Dei, et delectatus sum, et exercitatus sum, et defecit Spiritus meus. A lo mejor que cantaba Cudicioso, le tiró del halda la Guía iluminativa, y con el dedo, le mostró un alto monte que llegaba al cielo, llamado Contemplación especulativa, diciendo:

En la más alta cumbre de aquel monte
hallarás lo que codicias.

Ora vamos en nombre del Señor, y, llegando al pie de aquella montaña, hallaron una cueva, llamada Secreto Silencio, y entrando en ella a reposar un poco, de lo íntimo y más hondo de ella salió una doncella muy honesta, llamada Imitación Cristiana, y presentóle a Cudicioso un libro de oro, llamado Sabiduría Divina, con una manecica de plata, llamada Visión no fantástica, y, tomándole el Pastor y abriéndole, salió de él una hermosa ninfa con otro traje que la primera, cubierta con un vestido amarillo y sin cabeza, las dos manos levantadas en alto, y ésta y la otra descalzas, los pies desnudos; en lugar de cabeza, un pedazo de oro, dando a entender por esto la clara Lumbre Divina cómo el alma ha de ser simple en su conversación, que esto significa el vestido amarillo. Las manos levantadas en alto significan que sea pronta, el alma y muy aparejada, para hacer la voluntad de Dios en todas las cosas, así prósperas como adversas. Carecer de cabeza y en su lugar haber un pedazo de oro significa que la cabeza del alma es la Divinidad, que es incomprehensible. Tener ésta y la otra los pies desnudos da a entender la desnuda y simple imitación de la Vida de Cristo y desnudar todos nuestros afectos de todos afectos sensuales y carnales.

Con estas piezas y joyas tan ricas subía el buen pastor el Monte de la Contemplación Arriba, y puesto sobre un alto cerro llamado Contemplación Admirativa, iba siempre descubriendo lo que él tanto deseaba y cudiciaba. Y subiendo poco a poco, llegó a la más alta cumbre de aquel monte, llamado Inteligencia Divina. Llegando allí, hallaron una ermita muy devota, llamada Fruición Divina, cuyo oratorio se llamaba Deleitación Quieta, y un estrado para reposar, llamado Enajenamiento de toda el alma en Dios. El retablo y el altar eran tan ricamente labrados, que cuanto más miraban en él, más había que mirar y jamás llegaban al cabo, porque ésta es la infinidad de la Divina esencia. El ermitaño de esta ermita se llamaba No Hay Más que codiciar ni desear. Pero porque la puerta estaba cerrada (que el ermitaño no todas horas se deja hallar, y así se hace desear, hasta morirse el alma en sus propias pasiones), sentóse el Pastor sobre un poyo que estaba junto a la puerta, llamado Padecer Meritorio. Y luego vino otra dama o guía, que le dijo: Yo soy la vía unitiva, ya no hay más que andar; vengo a dar asiento a tu reposo y descanso a tus trabajos con estas tres doncellas, que son: limpieza del alma con los tronos, conocimiento de sí mismo y de Dios con los querubines, amor seráfico con los serafines, y con esta pastora te unirás con Dios sin medio y le amarás sin modo y sobre todo modo.

Y diciendo esto la Unitiva a Cudicioso, veis aquí nuestro ermitaño que venía muy despacio, y pesábale a Cudicioso cómo tanto tardaba en llegar. Pero así lo hace con todos, aunque con unos más que con otros. En fin, llegado el santo ermitaño, abrazáronle apretadamente. Y abriendo la puerta con la llave, llamada Extasis o Levantamiento del alma sobre sí misma, entraron en la ermita, y, hecha oración, hablaron de Dios algo despacio, y al mejor tiempo que trataban de Dios cosas muy altas entró por la ermita una hermosa dama vestida del sol, llamada Caridad, con dos niños mamando de sus pechos leche de amor del prójimo, del amigo y del enemigo, en quien consiste toda angélica perfección. Venía tras ella una doncella, llamada Transformación Cristiana, y presentóle una esfera, llamada Deiformidad del alma en Dios, con una llavecita, llamada Simple Intención o Atención atentísima en Dios.

Y abriendo el Pastor aquel divinal artificio, salió una dama vestida sin ropa, desnuda, sin cuerpo, todo lo ocupa sin ser vista, todo lo ve y no tiene ojos, todo lo anda y no tiene pies, todo lo hace y no tiene manos, todo lo mueve sin ella moverse, está dentro y fuera de todas las cosas, es todas las cosas y ninguna de ellas, todas las cosas están en ella y ella en todas ellas; de sus pechos cuelgan todos los ángeles y santos; de ella nacieron todas las cosas, no perdiendo algo ella y en ella quedaron; antes que fuesen, en ella tenían vida, y ésta es la Divinidad y es la Esencia Divina, es nuestro Señor Dios, Ultimo Fin y Bien nuestro. Y súbitamente, Cudicioso Pastor se vió encerrado en aquella esfera, pues Dios es, cuyo centro está en todo lugar y la circunferencia no se halla. Y allí el alma, cercada de otra muy diferente luz que ésta, se ve alumbrada y hecha una misma cosa con Dios, que no sólo es cosa, mas es origen de toda cosa; y es una cosa sobre toda cosa, y ninguna cosa tiene ser sin aquella cosa; y nadie sabe decir de aquella cosa sino la misma cosa, y es cosa de las cosas, sin principio ni fin; y es fin y principio de todas las cosas; y volviendo más sobre mí, al fin me vino ser cosa siendo nada, y en aquella soy el que soy.

Ruegue por este perdido esa santa comunidad. Por esta semejanza o parábola he querido pintar el discurso que ha de hacer un alma para llegar a Dios según las tres vías: purgativa, iluminativa y unitiva, guardando esta brevedad, dejando los demás arrequives y puntos a la sabiduría de vuestra caridad. Para otra ocasión le enviaré un tabernáculo de contemplación, para que, ocupándonos estos días con tales ejercicios, preparemos la morada para el divino Esposo que viene. Vuestra caridad ruegue por este pecador.

FRAY NICOLÁS FACTOR.

[Reproducida en Místicos franciscanos españoles, Tomo II. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1948. Tomada de Gregorio Mayáns. Cartas morales, militares, civiles y literarias. Tomo II. Valencia, 1773.]

 

© José Luis Gómez-Martínez
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