Mauricio Langon Cuñarro

 

"L' ESPRIT DE L' ESCALIER"

Mauricio Langon

1.

Alguien me contó cuando yo era chico que los franceses decían que hay un espíritu que llaman l' esprit de l' escalier. Habita las escaleras, y cuando terminaste una discusión y subís la escalera te sopla al oído: "Debiste haberles dicho esto; tendrías que haber contestado esto otro". A las tres de la mañana, después de haber estado cuatro horas escribiendo en el concurso para la Dirección del IPA, me atacó l' esprit de l' escalier. ¿Cómo no les dije? ¿Cómo no escribí?...

Es que durante toda la mañana había estado trabajando sobre algún material que me preocupaba del punto de vista teórico y que era cómo compaginar determinadas reflexiones fundadas en la distinción aristotélica entre episteme, poíesis y práxis, y en las nociones de téjne y frónesis, en relación a la vieja discusión sobre lo que puede ser enseñado, sobre qué es la educación y, más precisamente, si la areté puede ser enseñada (o sea, si es posible educar). Y quería vincularlo con la Reforma Educativa actual, (que se me hace tecnicista y conservadora) teniendo en cuenta un viejo texto de Tedesco en que define la actividad pedagógica o docente, como un producir, y uno más reciente en que Rama, el año pasado, dirigiéndose a directores y aspirantes a directores de IFD (en un curso al que no se me permitió asistir porque tengo más de 45 años y menos de dos títulos) dijo algo respecto al cambio en el mundo y a la acción educativa.

2.

Dijo el Prof. Rama algo así como que (el esprit me prohibe ir a buscar la cita exacta o escuchar el cassette) (a) el mundo actual se define por la globalización y es algo que no está en nuestras manos cambiar, para indicar acto seguido que (b) es imperioso actuar para que el Uruguay se adapte a ese mundo (que se ve que no lo incluye y que no "le queda bien"), siguiendo la línea de Dinamarca, Holanda, Nueva Guinea (¿o Zelanda?) y Singapur, (c) que esa acción tiene un aspecto fundamentalmente educativo: hay que preparar recursos humanos aptos a ese mundo, gente capaz de leer manuales y de reacomodarse rápidamente reciclándose para nuevos trabajos, cosa imprescindible ya que (d) el mundo actual cambia permanente y rápidamente.

Uno se calienta un poquito porque ¡vamos! ¡después de Kant, de Marx, de Husserl, de Heidegger, de Gadamer, venirnos con que el "mundo" es una cosa que está ahí, fuera de nosotros, que podemos mirarla y admirarla, pero no tocarla ni cambiarla!. Es un poco gordo decirnos eso después —repito por si no se entendió— que Kant nos enseñó que el mundo no es una cosa, sino, en todo caso, una idea de la razón pura; después que Marx nos dijo que se trataba de transformar el mundo; después que Husserl nos hizo ver que el mundo es una estructura intencional de la conciencia (o algo así), que es un constructo del sujeto; después que Heidegger nos explicó clarito que "el hombre es un ser cuyo ser consiste en comprender", que es historicidad pura, que se hace haciendo su mundo; después que Gadamer —y una mucho más larga tradición hermenéutica— nos mostró que nuestra mirada es siempre interpretación, que ella solita cambia al mundo y que cambia ella en cada interpretación, y que la historia y el mundo no caben en la conciencia porque ella misma es histórica y mundana...

En fin: que el mundo no es una cosa sino una imagen que nos hacemos para ubicarnos y dar sentido a nuestra acción, es algo que no tiene derecho a ignorar quien rige la educación de un país. Porque de lo contrario cae en presentar su imagen como la realidad; o sea, en atribuir a la realidad —sin discusión ni crítica— las características de su imagen del mundo.

3.

Y estas características son su inmutabilidad, su ineluctabilidad, su independencia de nosotros que, ante ese mundo, nada podemos hacer sino aceptarlo, contemplarlo, admirarlo y aún quererlo. No somos responsables del mundo; es la realidad en la que nos tocó vivir; no podemos hacer nada, somos impotentes. Nosotros, impotentes ante la globalización, debemos aceptarla hasta con alegría y entusiasmo (pese a sus siempre provisorios y siempre otros marginados, muertos de hambre, masacrados, etc.) como Edipo en Colonna acepta su destino de parricida e incestuoso y se gana la apoteosis (no sé si se va al cielo o si se gana la inmortalidad)…

Lástima que me acuerdo de una referencia de Chesterton, en no sé cuál de sus novelas, en que le hace decir a uno de sus personajes, refiriéndose a un asesino que ha logrado transmitir a sus perseguidores una imagen tal de la realidad en que parece que nada puede hacerse (el tal asesino se presentaba como poseyendo poderes mágicos o algo así): "Todos estos demonios buscan siempre hacernos creer que no podemos cambiar las cosas para reducirnos a la impotencia".

4.

Una escucha rapidita y desatenta se sorprende de la incoherencia básica del discurso del Prof. Rama: el mundo es inmutable / el mundo cambia rápidamente. Pero esta contradicción oculta la consistencia profunda que descubre una escucha más atenta: los cambios del mundo son algo que ocurre necesariamente, ineluctablemente, sin intervención de los hombres. Al menos, sin la intervención de estos pobrecitos hombres uruguayos de carne y hueso. Tal vez tenga que ver con la acción de otros ellos, los de Wall Street, las multinacionales, el Pentágono—, más bien dioses, por el poder que concentran. Pero en realidad aquí, si uno considera otros textos, advertirá que también se excluyen los dioses, quizás porque los pobres dioses no son tan poderosos: ¡son tan parecidos a los hombres que capaz que a éstos se les ocurre sublevarse! Y, desde el fondo de su siglo XVI La Boétie sigue soplándonos al oído que es fácil: basta con negarse a obedecer...

Así que mejor olvidarse de los dioses y atribuir la ineluctabilidad al destino, al azar, al hado, como se hace desde antiguo. O al mercado, a las leyes inmutables de la economía, como se hace ahora. O simplemente decirlo así nomás, como cosa obvia, con algo de resignado sermón de cura triste: "no está en nuestras manos cambiarlo". Y punto. Era sabio el viejo Bakunin cuando decía que "sólo quien intenta lo imposible realiza lo posible".

5.

Lo peor del caso es que el Prof. Rama no sólo transmite su imagen del mundo inmutable a sus partidarios, a los que creen en su discurso. También nos lo transmite a los demás. Es interesante ver cómo producimos nuestra propia impotencia.

Por un lado: ¡es tan poderoso Rama!; ¡tiene tanto apoyo político! (ningún grupo político le pide las más mínimas cuentas de nada ¿viste?; ni siquiera el Frente Amplio lo critica; es más, cuando el FA tenga el gobierno, al frente de la educación estarán los frentistas que hoy colaboran con el Prof. Rama); ¡cuenta con tantísimo dinero de sus amigos o amos del Banco Mundial, del BID, del imperialismo yanqui,... de los ciegos, de los dioses, del destino!, ¡hay tantos y tantos que le van aceptando carguitos, que se van corrompiendo!... que...¡qué le vas a hacer!; ¡no pienses más, sentate a un lao, que a nadie importa si naciste honrao! Y además hay que vivir, ¿viste?. Yo tengo familia. Y si no agarro yo, agarra otro y es peor. Y además, ¡de adentro lo podemos cambiar! Notable cómo se repite la misma inconsecuencia ¿no?: ¿no había empezado diciendo que no se podía hacer nada, que nada iba a cambiar dado el maravilloso y omnisciente poder de los dioses?

Por otro lado: no hay que preocuparse; ¿te enteraste que el propio Sanguinetti lo llamó al orden por declaraciones que hizo?; ¡la Justicia está muy molesta por las expresiones del CODICEN! ¡Rama ya se gastó toda la plata!; ¡el Parlamento está muy preocupado por los gastos y le va a cortar el chorro!; ¡tiene que mostrarle resultados a la gente de los organismos multinacionales de financiación y sólo unos pocos se inscribieron en los CERPs!; ¡no va a poder generalizar la reforma del ciclo básico porque no tiene locales y porque le va a salir mucho más caro de lo previsto!, ¡hasta Lacalle lo critica! En fin: que desde hace más de un año la reforma está boqueando y en cualquier momento se acaba. Y en el peor de los casos ya vendrán las elecciones y el pueblo elegirá a los buenos y los buenos pondrán a otro que va a hacer las cosas bien. Así que no pienses más, sentate a un lao: igual sos honrao.

6.

Con el Esprit ya algo cansado (me dejé el reloj, no sé la hora: pero ¡qué tarado, si estaré dormido, si esta maquinita tiene reloj!: son las 5: 26 Reloj - 2/09) pero que quiere que la siga un poco porque me dejé demasiadas cosas en el tintero (no me sirve más la imagen: si dijera "me dejé las cosas en la computadora" ya las tendría hechas). Obvio. Estoy divagando. Es que huyo de lo que viene porque es difícil para estas horas de la madrugada. Pero el Esprit hay que aprovecharlo que ya se me aparece sólo de tanto en tanto. Tiene otro nombre también en francés le Saint Esprit.

El otro aspecto que se me quiere escapar es un tema que viene de Aristóteles. Resulta que éste para hablar de las virtudes (areté) digamos intelectuales distinguía entre las disposiciones (exis) del alma científica (episteme), técnica o artística (téjne) y práctica (praxis).

La episteme se refiere a la cosas necesarias o que no pueden cambiar: es decir, se refiere a lo que hoy llamaríamos ciencias formales, donde impera la deducción a partir de axiomas, donde se trata de poseer el objeto, llegando a conclusiones necesarias. Ahí las virtudes correspondientes son varias (que no me interesan ahora) y pueden ser enseñadas.

Respecto a las cosas que pueden ser de otro modo, que son contingentes, que pueden cambiar, nuestro buen viejito griego distingue entre las exis y aretés que se refieren a la producción (poíesis) de objetos y a la acción (práxis).

La producción (no la posesión) de un objeto requiere téjne, un saber hacer determinado; hay un modo óptimo de producir determinado objeto y el que posee la téjne puede parcialmente enseñarla a otros: esto se hace así y así; usando esto; así no; así está mejor, etc. (si no se tiene cierta exis la cosa es más difícil, pero se puede). El fin de la producción no está en el objeto producido; éste es siempre para otra cosa. Produzco una silla con el fin de sentarme; produzco un televisor para divertirme... La producción y la técnica, se mueven en el plano de los medios.

La acción (praxis), en cambio, no trata de poseer objetos ni de producirlos: sólo trata de actuar bien para realizar su fin: la felicidad. La felicidad, a su vez es una acción (aunque para Aristóteles sea, la contemplación, la teoría): es lo mejor que el hombre puede hacer. Y esto es una virtud, una areté, la prudencia (frónesis), que es un actuar bien, un actuar acompañado de reflexión que no tiene recetas. Quiero decir: la acción no depende del conocimiento. Así la ética (realizar una buena vida), y la política (realizar una buena sociedad) y la educación (realizar nuevos hombres libres) no dependen del conocimiento pues no pertenecen al campo de la producción sino al campo de la praxis. No son cuestiones científicas ni técnicas, sino prácticas. La areté respectiva, la frónesis no puede ser enseñada del mismo modo que los conocimientos de las ciencias formales ni como las técnicas de producción. Sólo puede formarse en el discípulo la disposición de actuar bien; la cual, a su vez, puede ser aceptada o no libremente por el discípulo, pues se trata de la formación, justamente, de seres libres con capacidad de deliberar y decidir autónomamente en cuestiones prácticas.

¿Quedó claro? No sé. En todo caso: ¿se ve que para el Prof. Rama el mundo es algo que se contempla y cumple el papel de los axiomas en el campo de la episteme, es decir, de las ciencias deductivas de lo necesario? ¿Queda claro que el campo de lo necesario es el de las ciencias formales, digamos de la matemática y de la lógica y que atribuirle al mundo tal necesariedad (sobre todo si por mundo estoy entendiendo el sistema capitalista actual) es un despropósito, un supuesto que oculta la maldad que hay en él, que cumple la función de poner fuera de toda crítica, como si se tratara de axiomas, todas las atrocidades que nos es dable ver en el mundo actual?; ¿se advierte que es una renuncia a comprenderlo —no sólo a transformarlo— y con ello a comprender al hombre, de acuerdo a lo dicho por Heidegger?; ¿se advierte que con ello se pone al hombre al servicio del mundo, es decir, al servicio de una imagen del mundo consistente en cosificar y eternizar el sistema actual?

¿Queda más o menos clara la relación con la visión técnica de la educación? En ese nivel sí que podemos actuar, según esta visión, pero como productores. Como productores de determinado tipo de hombres (¡ay, no, ni siquiera!, de determinado tipo de recursos humanos) que, como queda dicho, esos productos no son fines, sino medios. En este caso, medios para el mercado. La educación es productora. Productora de hombres a pedido (perdón, a demanda), de hombres a la medida de las "necesidades"... del mercado. Fábricas de piezas de recambio para el sistema de producción capitalista de alta tecnología. Notable.

¿Se puede sospechar a partir de esto que la educación, quiero decir la formación de las personas consideradas como fines en sí mismas y nunca como medios, la formación de seres libres, no de servidores; de gente capaz de valerse por sí misma, sin tutores, es una praxis que no tiene nada que ver con la propuesta del Prof. Rama?

Espero que sí. Estoy muy cansado. Me duele la espalda. Son las 6:10 y hay que empezar la jornada. Así que la dejo acá.

Merci bien, l' esprit. Mais tu laisses ma "pauvre carcasse" en tremblant. Et bien: elle tremblera bien plus...

Mauricio Langon. 6:13. Reloj - 2/09. 1997.

 

© José Luis Gómez-Martínez
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