Las Botas y su decoración: 
el siglo XX


El siglo XX trajo consigo grandes cambios. Los descubrimientos tecnológicos del siglo anterior, que posibilitaron la industrialización del trabajo y la reducción de las distancias geográficas, hicieron al mundo más pequeño. De esta manera, modas y costumbres se desperdigaron por los cinco continentes con fuerza arrolladora. La sofisticada bota de cuero europea, que había protagonizado durante el siglo XlX un largo proceso de transformación en sus técnicas de producción, y especialmente en sus diseños decorativos (fundamentalmente en Inglaterra, Francia e Italia), llegaba de mano de colonos y visitantes a todas las ciudades del nuevo mundo.

En este contexto, los EEUU se destacaron por lograr desarrollar rápidamente un tipo de bota identificada universalmente con su nacionalidad, la bota vaquera. A lo largo del siglo XlX este calzado se utilizaba como instrumento de trabajo, pero sobre la década de 1860 comienzan a introducirse pequeñas decoraciones, especialmente la llamada ‘Estrella de Texas’. Pronto se sumaron los tacos altos característicos (que fueron alterando su altura con la moda) y diseños sutiles de flor de lís (aún un gran favorito), hasta llegar a los hoy omnipresentes tulipanes.  Puede parecer extraño que en un mundo ‘salvaje’ y muchas veces sin ley, de desiertos sucios y ‘Salones’ llenos de malencarados bandoleros, fugitivos, jugadores y comisarios violentos, las botas de cuero, símbolo de la fiereza y vigor masculinos, estuvieran decoradas con delicados motivos florales, pero lo cierto es que el Oeste histórico no era exactamente como nos lo enseñaron Gregory Peck, John Wayne o Clint Eastwood.

Para la segunda década del siglo XX ya se había desarrollado una variedad apreciable de estilos en decoración. Algunos eran trabajos sobre el propio cuero (como las populares ‘toe wrinckle’, pequeñas ranuras superficiales organizadas simétricamente sobre el extremo inferior del pie de la bota), mientras que otras decoraciones estaban meramente pintadas (se conservan botas con paisajes y retratos de enorme detalle); pero los trabajos más espectaculares eran los repujados, aplicados, bordados y tallados, realizados según técnicas tradicionales de talabartería (que reproducían imágenes de insectos, objetos de la vida ranchera y motivos florales), muchas veces combinando cueros de texturas y colores varios. Entre estas técnicas merece especial mención el trabajo de ‘Pitiado’, que consiste en bordar la bota con filamentos secos y posteriormente engomados de pita, la fibra blanca del cactus. De origen mexicano, este arte manual se encuentra hoy en franca desaparición, debido a su dificultad y al tiempo exigido para completar un par (entre 6 semanas y 3 meses), lo cual eleva los costos considerablemente.

Durante los años 30, 40 y 50, la producción de botas, y su oferta decorativa crece desmesuradamente debido no a su utilidad, sino a su carácter de subproducto de la industria del entretenimiento. El cine y los rodeos habían hecho tremendamente popular la figura del vaquero y el ranchero, y como estos ‘héroes del oeste’ debían cumplir con la espectacularidad del estilo Hollywood, las botas de cuero vaqueras se llenaron  de decoraciones cada vez más intrincadas y coloridas. Flores, flamas, telas de araña, mariposas, cabelleras, cuernos, cactus, águilas, caballos, herraduras, toros, pozos petroleros, naipes, lunas crecientes, cielos estrellados, racimos de uvas, motivos patrióticos y virtualmente todo lo que se pudiera imaginar, aunque nada tuviera que ver con la vida rural o el universo imaginario o real del cowboy.

Este crecimiento remitió en los 60 y los 70, en parte porque las preocupaciones del norteamericano estaban bastante lejos de la sensibilidad del vaquero. En los 80 esto volvió a cambiar, debido en parte al estreno de varios filmes (‘Urban Cowboy’, ‘Silverado’, incluso ‘Top Gun’) que por diferentes razones le devolvieron a la bota vaquera el favor del público masivo, y a partir de ese momento la creatividad en la decoración de este tipo de bota ya no conocería límites. Mientras este proceso se desarrollaba en los EEUU, en Europa y los otros grandes centros de la moda la bota de salón había ingresado en la industria de la Alta Costura y no sólo con los diseñadores especializados en cuero.

Ya desde los años 30, la bota de cuero de salón, especialmente la femenina, se había transformado en espacio de experimentación creativa, dando lugar a un calzado elegante y a la vez lleno de humor y sofisticación. Los años 60 representaron un hito particular al introducirse la bota hasta el muslo. Curiosamente estas botas tienen el antecedente del calzado bucanero que usaban los piratas y los contrabandista en siglos pasados, el cual les resultaban tremendamente útiles para guardar en la caña de la bota parte del botín robado (de hecho, de allí deriva el termino inglés ‘bootlegging’ para referirse a la práctica del contrabando).

Si bien las botas usadas por Jane Fonda en el film Barbarella (1968) tenían propósitos más agradables, su influencia no fue menos impactante. Estas botas cumplieron un papel importante en la proliferación de las minifaldas, y le devolvieron a la bota de cuero su original carga sexual. Aunque el cuero no era el único material en que se confeccionaban estas botas, fueron los modelos elaborados en cuero los que por primera vez lograron hacer de la estética fetichista un valor agregado en el mercado masivo.

En las décadas de los 80 y los 90 las botas de cuero, cortas y largas, ya eran (y siguen siéndolo en los primeros años del nuevo siglo) un accesorio necesario de la gran moda. Con la expansión del fenómeno se dio la bienvenida a la bota vaquera, que hasta los 1980 había estado relegada a la evocación (más o menos auténtica) del mundo ranchero. Hoy pueden encontrarse todo tipo de botas, en los más variados cueros, incluyendo piezas tan exóticas como el canguro o el avestruz, y especialmente en estilos creativos e innovadores que resultaban impensables hace apenas una década. Finalmente, más allá de preferencias, no puede negarse que hoy más que nunca las botas de cuero se han vuelto un objeto suntuario, cuyo valor no está definido por la utilidad sino por la belleza, sin importar extravagancias, precios o utilidades.

Bibliografía:

  • Beard, Tyler; Arndt, Jim. Art of the Boot. USA, Gibbs-Smith Publisher, 1999.

  • O’Hara, Georgina. The Encyclopaedia of Fashion. London, Thames and Hudson, 1989.

  • O’Keeffe, Linda. Zapatos. Un tributo a las sandalias, botas, zapatillas.... Barcelona, Konemann, 1997.

<<<Regresar al Menú>>>

Cueronet.com
info@cueronet.com

 Nueva Palmira 1954/A Montevideo (URUGUAY)Telefax  (598-2)401-5991
Puede enviarnos cualquier mensaje o sugerencia

Copyright © 1999-2000 Cueronet.com
Reservados todos los derechos.