El
desarrollo del sector Cuero y Calzado en Chile comienza en el siglo XVI
con la producción de implementos agrícolas, monederos de cuero, partes
de la indumentaria tradicional, calzados, accesorios de viaje, etc. Las
curtiembres y los saladeros procesan tanto en el sur como en las
cercanías de Santiago, fundamentalmente pieles de vacuno. En
1841 se establecen las primeras curtiembres en Santiago y La Serena.
Christian Rudloff, en 1853, es uno de los pioneros del sector en
Valdivia (calzado y curtiembre). En 1910 esta fábrica, compuesta por
300 operarios, producía 800 pares de calzado por día. En 1870 en la matrícula municipal de Santiago se registraron 65 curtiembres, 4 saladeros, 30 talabarterías, 174 talleres de zapatos, mientras en los primeros enrolamientos de la SOFOFA, a fines del mismo siglo, se inscribieron 138 curtiembres, 19 saladeros y 450 talleres de zapatos para todo el país. A comienzos de siglo, se establecieron los primeros acopiadores y las primeras suelerías. Las suelerías se dedicaron a comercializar el cuero de suela entre las curtiembres, por un lado, y los talleres de calzado, por el otro. Para ofrecer el cuero a los reparadores, cortaban el cuero en trozos rectangulares del tamaño de un par de zapatos. Este tipo de comercio se instaló, en Santiago, principalmente en la calle San Diego. La situación cambió paulatinamente al introducirse métodos "Fordistas" de producción de calzado en 1939 a través de la empresa checa "Bata", cerca de Santiago. Esta empresa forzó a los agentes existentes a introducir la producción en línea y a aumentar así su productividad y la calidad de los productos. Las políticas económicas, que apuntaban a la industrialización mediante la sustitución de las importaciones durante los años cincuenta y sesenta, contribuyeron al aumento de la base productiva del sector. De este modo, a comienzos de los años setenta, la producción anual de calzado alcanzaba 24,7 millones de pares con una industria de cuero altamente protegida. Históricamente
la producción de cueros frescos está marcada por la cultura agraria de
Chile. En lo que respecta al ganado bovino y ovino, la crianza de reses
se efectúa en pastizales con alto porcentaje de parásitos y cercados
con alambres de púas, factores que influyen en forma negativa en la
calidad del animal y de su cuero. El
shock importador que se produjo como consecuencia de la disminución de
los aranceles a partir de 1974 originó un aumento considerable del
déficit comercial y una reducción de la producción interna con
efectos negativos en los mercados respectivos. A modo de ejemplo, el
desequilibrio en la balanza comercial del calzado aumentó de –0.8 a
–57.1 millones de dólares, mientras el del cuero y marroquinería
pasó de –1.0 a –30.1 millones de dólares entre 1967 y 1981. La
industria del calzado constituye el rubro más grande dentro del sector.
Esta industria crece durante la segunda mitad de los años ochenta. A
fines de esta década, las exportaciones representaban un 20% de la
producción en pares aumentando 10 veces (de 2 a 20 millones de dólares
entre 1986 y 1993). Este desempeño trae consigo un considerable aumento
de la cantidad de establecimientos del rubro calzado y de la mano de
obra empleada y, debido al incremento de las inversiones en tecnología
de fines de los años ochenta, una mejora en la productividad laboral en
las empresas. El rubro calzado puede ser visto a comienzos de los años
noventa como una industria que se ha adaptado razonablemente bien a la
competencia internacional. Los
países exportadores tradicionales de calzado hacia Chile, como Brasil,
Argentina y los Estados Unidos de América, son desplazados por los
nuevos agentes del mercado principalmente por vía de la competencia de
precios. Por ejemplo, Brasil y Argentina comenzaron a moverse hacia una
franja más alta del mercado (up-market) en sus exportaciones hacia
Chile cuyo valor promedio era de 7-8 dólares (1992) a otro con un
promedio de 15 dólares por par (1997). Como Estados Unidos de América
y los países del Lejano Oriente siguieron ocupando la franja del
mercado que va de 10 a 30 dólares por par, la industria chilena del
calzado perdió una parte significativa de su mercado interno. Como
consecuencia, entre 1992 y 1993 la industria del calzado nuevamente
comienza a declinar, hasta llegar en 1998 a cubrir escasamente un 50%
del consumo aparente. Además,
en materia del producto y de la comercialización, las respuestas
apuntaron a una mayor heterogeneidad de los productos de marca, la
instalación y ampliación de cadenas propias de comercialización —sobre
todo en las empresas grandes y medianas— y el mejoramiento de los
diseños. Fuente: Extractado de "Cuero, calzado y afines en Chile ¿Una industria en desaparición o en búsqueda de un nuevo destino?" László Kassai - División de Desarrollo Productivo y Empresarial de la CEPAL < Ir a la Página Principal de Cueronet >
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