CORDOBAN

Antiguamente, en Córdoba este término signaba un tipo de piel de cabra muy ligero, curtido con sustancias especiales. Hoy en día, este concepto suele hacer referencia a la resistente piel de caballo. Es ideal para la parte superior de modelos clásicos de aspecto robusto. Debido a su solidez, suelen confeccionarse con doble suela y un forro más grueso de lo normal. Posiblemente, el calzado cordobán más elegante sea el modelo Budapest.

Los zapatos elaborados con piel cordobán pesan poco más que los confeccionados con piel de ternero. La diferencia puede ser de 80 a 100 g. por par (500 g. en piel de ternero y 540-550 g. en piel de caballo). La piel de caballo es uno de los materiales más caros para la elaboración de la pala, en parte por sus extraordinarias características y en parte porque de la piel de un animal relativamente grande sólo pueden utilizarse dos pequeñas superficies ovales o circulares de unos 3 m2, procedentes de la grupa. Podríamos afirmar: un caballo un par de zapatos.

El grosor de la piel cordobán oscila entre los 1,6 y los 1,8 mm,  pero es tan elástica como la piel de ternero. El cortador no tiene puntos fijos en la situación de los patrones (como por ejemplo el espinazo en la piel del buey o ternero). Debe palpar la piel para constatar los puntos donde es más pesada o ligera y distribuir los patrones de modo que las piezas del zapato izquierdo y del derecho tengan el mismo grosor. Mientras que en el caso de la piel de ternero los folículos pilosos son invisibles, el adobo aplicado a la piel cordobán no permite eliminar la totalidad de dichos rastros. Estos puntos deben cerrarse con crema y pulirse a continuación. De este modo se obtiene una superficie brillante y lisa.

De la piel de un caballo sólo se puede producir un par de zapatos.

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