Las piezas que componen la parte inferior del calzado clásico
confeccionado a mano (palmilla, suela de cuero -y entresuela en el caso de los
zapatos de doble suela-, contrafuerte del talón, tacón y vira) se elaboran a
partir de piel gruesa pero con un determinado grado de flexibilidad. La piel
bovina de curtido vegetal es especialmente adecuada para ello. La piel con la
que tienen confeccionarse las partes inferiores del zapato deberá someterse a
las mismas fases de preparación que la piel utilizada para la pala. No
obstante, el procedimiento de curtido en sí presenta diferencias
significativas. Por una parte, para iniciar el proceso de curtido vegetal se
utilizan otras sustancias. Además, el curtido se lleva a cabo con el uso de una
técnica distinta. La piel para la pala se introduce en enormes tambores que
giran sin cesar, pero dicho método no es aplicable a la piel destinada a la
suela. El movimiento rotativo disminuiría la resistencia y la solidez del
colágeno, algo que debe evitarse puesto que la suela está sometida a mucha
presión. Para ello, actualmente sigue utilizándose el método ancestral del
curtido vegetal. Se precisan un mínimo de tres noques (fosos estáticos), o a
veces más. Las pieles, limpias por ambos lados, pasan casi seis semanas en una
solución con relativamente pocas sustancias curtientes, cuya función es
ablandarlas. En el segundo noque, reposarán sumergidas en una solución
más concentrada. Finalmente, continúan ablandándose en un tercer noque
durante once meses. El curtidor va alternando capas de piel y de sustancias de
curtido vegetales. Cuando el recipiente está lleno, añade más solución hasta
cubrir la totalidad de las capas. Entonces empieza a producirse una
transformación que confiere a las pieles gran fortaleza, dureza y resistencia
al agua y a la temperatura, así como un alto grado de maleabilidad. Este tipo
de cuero conserva su color natural.
![](curtidoveg1.jpg)
Una vez
limpias las pieles se introducen en el primer foso.
UN MILAGRO DE LA NATURALEZA
Los textos precedentes del antiguo Egipto demuestran que el
hombre, con una inventiva sin límites, utilizaba ya el tallo, la corteza y las
hojas de distintas plantas para el curtido de la piel. Los materiales que se
mencionan con más asiduidad son la corteza de roble, el mangle, las hojas de
mirto y las bellotas.
En la actualidad, los curtidores siguen usando dichas plantas
para fabricar piel de suela de gran calidad. Sus sustancias activas se unen al
colágeno y hacen que la piel adquiera solidez y resistencia al agua y a las
altas temperaturas. Aún hoy se utiliza un antiguo dicho de la época de
Napoleón, según el cual, el secreto de una buena piel está en la sustancia y
en el tiempo de curtido. Las curtiembres que valoran la calidad por encima de
todo utilizan el propio tanino de las plantas y no se extracto, aunque este
aceleraría el proceso. La diferencia de calidad podría compararse a la que
existe entere el café normal y el café instantáneo.
Los curtidores que fabrican actualmente la mejor piel para
suelas abogan por un período de curtido mínimo de un año y en el caso de
pieles más gruesas incluso de 15 meses. Con ello garantizan que las sustancias
curtientes penetren por completo en unas pieles que pueden alcanzar entre 5 y 8
mm de grosor en algunos puntos.
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