LOS GREMIOS DE ZAPATEROS

A finales del siglo XI, las cofradías derivaron en los gremios medievales. Los gremios de zapateros determinaban sus propios códigos y observaban su cumplimiento de forma muy estricta. Fijaban los precios, ejercían estrictos controles de calidad y dictaban las ordenanzas para la regulación de la producción, de los horarios de trabajo y de las condiciones de admisión, así como las disposiciones sobre la formación de aprendices y oficiales. Asimismo, supervisaban la vida social de sus miembros.

En el cofre del gremio se conservaban los documentos y el dinero, cuya custodia era confiada al miembro más honorables. Solía tener la forma de un altar plegable y contenía los nombres de los miembros, los documentos, valiosos recipientes, mortajas y otros símbolos de la vida comunitaria. En las ciudades más grandes y acaudalas, los gremios poseían edificios propios en los que celebraban sus reuniones, las denominadas conversaciones matutinas. También estaban a disposición de los oficiales de paso que buscaban albergue.

Quienes deseaban aprender el oficio de zapatero, debían cumplir con numerosas condiciones. Sólo podían ser aprendices aquellos que provenían "de un matrimonio ordenado y virtuoso, tanto por parte de padre como por parte de madre" o aquellos casados con una viuda de zapatero. Además, el solicitante debía haber pasado 14 días en un taller de zapatería para poner a prueba su habilidad y su talento. Tras presentar el certificado de nacimiento correspondiente, pasar el período de prueba y pagar la tarifa del aprendizaje, se cerraba un contrato con el maestro, cuyo deber a partir de dicho momento era transmitir al joven aprendiz todos los trucos del oficio y cuidar de que su moral fuera ejemplar. El aprendizaje solía durar unos 3 años, y si no podía pagarse la tarifa, unos cuatro años. Una vez transcurrido el período acordado y elaborada la pieza para el examen, el oficial iniciaba un peregrinaje de seis a nueve años para ahondar y ampliar sus conocimientos en otros talleres (en el siglo XVII, la peregrinación fuera reducida a un año y medio, y pasó a formar parte fija del aprendizaje). Durante esos años, el oficial pasaba un mínimo de seis semanas en cada taller; en un documento, y posteriormente en un librito, quedaba anotado el tiempo empleado y el comportamiento que había tenido. Al terminar el peregrinaje, el oficial confeccionaba su pieza de maestría, con la cual demostraba a los cuatro miembros más antiguos del gremio sus conocimientos y su habilidad. En un lapso de ocho días debía confeccionar cuatro pares de zapatos y de botas.

Los maestros zapateros urbanos llevaban una vida muy opulenta, tal como demuestran los documentos preservados hasta el momento.

Los zapateros más pobres se agrupaban en el campo y confeccionaban calzado sencillo para los campesinos: sólido y económico. Los zapateros remendones (afincados en míseros cobertizos) tenían mucha mejor reputación en el campo que en la ciudad, siempre en el caso de que pudiesen remendar un zapato para que pareciese uno nuevo. En las zonas rurales también había zapateros ambulantes que llevaban el taller consigo y que confeccionaban zapatos para los campesinos con la piel que éstos almacenaban en sus granjas. Los zapateros rurales representaban una fuerte competencia para los zapateros urbanos. Por ello, los gremios controlaban de forma muy estricta la relación entre la oferta y la demanda del mercado interior.

Pero la competencia procedente de las propias filas tampoco debía menospreciarse. Había talleres que empleaban a más oficiales de lo permitido, exigían más horas de trabajo al día de las que estaban establecidas o confeccionaban modelos no autorizados. Los controles a los talleres estaban destinados a evitar todas estas situaciones.

Este grabado en cobre reproduce un "Taller de zapatería". 
El maestro ocupa una posición superior, tal como se aprecia por su vestuario y por su situación ante el mostrador.

En esta pintura, los colores oscuros y terrosos, así como los rostros graves e 

inclinados destacan el miserable entorno de la familia del zapatero.

Durante el período de la Ilustración, las representaciones de oficios eran muy populares. 
El interés radicaba principalmente en mostrar información práctica sobre los modelos y los procedimientos de elaboración

 

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