Las Grandes Revoluciones Técnicas y la utilización industrial de la Piel

Las artes de la piel entran en el siglo XIX convertidas en un elemento cultural de primer orden, sobre cuyas particularidades existe cierta bibliografía, todavía escasa pero ennoblecida por firmas de prestigio. Por ejemplo, D'Alembert y Diderot habían incluido ya en su Enciclopedia un trabajo monográfico titulado concisamente "Artes de Cuero".

En la zona mediterránea la situación del sector es espléndida, salvo en Francia, donde la supresión de los privilegios corporativos a raíz de la revolución provoca un período de estancamiento que durará aproximadamente hasta la segunda mitad del siglo. Sin embargo, a partir de esta fecha se fueron produciendo -no sólo en Francia, sino en todo Occidente- una serie casi ininterrumpida de descubrimientos que, parafraseando la terminología maoísta, nos atrevemos a calificar, ruborizándonos empero de recurrir al tópico, de gran salto adelante en la industria del cuero.

Algo de verdad hay, de todas formas, en eso del salto, pues el hallazgo de nuevos extractos curtientes significó una innovación de vital importancia. Luego vino el curtido al aluminio y al cromo, apoyado este último en los estudios realizados en 1853 por Cavalin, y en las patentes hechas por Knapp en los años 1858, 1862 y 1887. Como dato curioso cabe citar, asimismo, el nacimiento en 1870 de otro tipo de curtido, a base de sales de hierro, que en la práctica se utilizó únicamente durante la Segunda Guerra Mundial, debido a la escasez de cromo por la que entonces se atravesaba. Poco después nació todavía otra modalidad a base de sales de circonio, cuyas primeras patentes se remontan a 1933. Pero debemos buscar el antecedente directo de los actuales métodos de curtido en los empleados por A. Schultz -procedimiento a dos baños- y por K. Denis -procedimiento a un solo baño-, que datan, respectivamente, de 1884 y 1892.

Paralelamente, se fueron descubriendo diversos sustitutos artificiales de las sustancias naturales que desde siempre se habían utilizado para curtir. Estos taninos sintéticos supusieron un importante campo de aplicación de la química a la industria del cuero. Schiff consiguió producir los primeros en 1871, si bien no merecieron un estudio científico hasta pasado el año 1910. Desde entonces no han cesado de ser estudiados y, de hecho, hoy en día se siguen patentando con cierta frecuencia nuevos taninos sintéticos.

El cambio, en lo que a sustancias curtientes se refiere -derivado del estudio químico de las mismas-, se vio acompañado por otro similar en cuanto a los procedimientos aplicados a la curtición, que se fueron mecanizando de una forma sumamente acelerada.


En este óleo se puede observar hasta qué punto la piel estaba ya presente en la forma de vestir a principios del siglo XIX. Abrigo, sombrero, guantes, zapatos, incluso los correajes de los patines, han sido fabricados en este material.


Grabado del siglo XIX de una fábrica de botas. Alrededor de la escena central, con ajetreados artesanos, sus instrumentos y los artículos acabados. 

Las tenerías de principios de siglo eran grandes fábricas donde el tratamiento de la piel, con toda su complejidad, se llevaba a cabo lentamente, de forma manual y mecánica.

En los últimos años, las nuevas tecnologías han venido a completar este panorama futurista, donde el elemento humano tiende a ser reemplazado por la máquina hasta el límite de lo posible. Sin embargo, el proceso de automatización que afecta a la práctica totalidad de la industria del curtido no consigue desterrar totalmente la imagen del antiguo y entrañable curtidor, calzado con zuecos, ahora con botas de goma, y protegido con su delantal de cuero, ahora de plástico, imagen que pervive en determinados momentos del proceso. Sólo las condiciones de trabajo se han transformado radicalmente, con la incorporación masiva de los instrumentos y máquinas que la ingeniería, la electrónica y la información facilitan, y que garantizan una espectacular optimización, tanto del rendimiento como de la calidad final.

En el caso concreto de nuestro país, el proceso de modernización del sector se rigió por pautas parecidas a las seguidas en los demás países del Mediterráneo. El aprovechamiento de la energía eléctrica para uso industrial en los primeros años del siglo XIX supuso el inicio de la mecanización de la industria del cuero, con la consiguiente mejora del rendimiento laboral y la drástica reducción del tiempo destinado al adobo de las pieles. La equiparación de nuestra industria nacional con la del resto de Europa se produjo aprovechando la neutralidad española durante la Primera Guerra Mundial. La zona del Levante se constituyó en pionera de esta reconversión, como lo demuestra, entre otras cosas, el hecho de que en los años veinte Igualada se convirtiera en el principal centro productor de pieles adobadas de todo el Estado. 

La Guerra Civil y la primera posguerra significaron quizá los tiempos peores para el sector de la piel. La escasez de materia prima y el práctico desmantelamiento de la infraestructura industrial fueron gravísimos problemas que, sin embargo, poco a poco se irían superando a base de continuados esfuerzos encaminados a la renovación técnica. Por otra parte, la necesidad de adaptarse a una creciente demanda del mercado, nacional e internacional, determinó forzosamente un cambio en lo relativo a la producción de artículos.

A partir de los años cincuenta, se empezaron a importar máquinas y productos químicos procedentes de Alemania, Inglaterra e Italia. Desde entonces la producción se diversificó, abarcando la práctica totalidad de los campos y especialidades posibles, algunos de los cuales no habían sido atendidos con anterioridad por la industria española.

Hoy en día, los importantes logros obtenidos gracias al desarrollo de la química, la ingeniería y la electrónica, y los modernísimos sistemas de mediación, análisis y control, permiten extraordinarios incrementes de la producción y garantizan las más elevadas cotas de calidad del producto. No obstante, resulta todavía decisiva para el éxito, en determinados momentos del proceso, la intervención directa del curtidor, ahora llamado "técnico". Paradójicamente, después de haber hecho amplia referencia a los avances técnicos nos vemos obligados a concluir que esta intervención, si bien subjetiva, se revela por ahora imprescindible, demostrando de este modo que la sensibilidad, el ojo clínico y la experiencia fruto de años de entrega y amor a la profesión no son aún valores enteramente periclitados.

De igual modo, podemos seguir hablando de la fidelidad a la tradición al comprobar que todavía es factible dividir en los cuatro grandes grupos de siempre al conjunto de tratamientos físico-químicos y mecánicos que experimentan las pieles durante el largo y complejo proceso destinado a hacerlas pasar del estado crudo al de "listas para ser usadas"

A continuación, vamos a realizar un apretado resumen de estos procesos, guiándonos para ello por el orden natural que suele emplearse.

  1. TRABAJOS DE RIBERA. Constituyen los trabajos destinados a la preparación de las pieles para su curtición. Constan de las siguientes fases:

  • Remojo, rehidratación y limpieza

  • Pelambre - depilado, eliminación de la epidermis y del pelo o la lana.

  • Rendido, aflojamiento de la estructura fibrosa del colágeno.

  1. CURTICIÓN. Constituyen la curtición aquellos trabajos destinados a transformar las pieles en un material resistente, duradero e imputrescible. La curtición debe por tanto respetar las apreciadas características de las pieles y conferirles otras más precisas, acordes con el artículo al que éstas van a ser destinadas. Este proceso suele dividirse en:

  • Curtición propiamente dicha

  • Recurtición, complementaria de la anterior, a la que aporta las características diferenciales.

  • Rebajado, ajuste e igualación definitiva del grueso apropiado.

  • Teñido, tintura o coloración de las pieles.

  • Engrase, definitivo para obtener el tacto, la suavidad, la morbidez y la flexibilidad deseados.

  1. ACONDICIONAMIENTO Y SECADO. Este apartado se refiere a los procesos de preparación de las pieles para el acabado. Comprende fundamentalmente las fases de:


Como puede verse en esta imagen de una fábrica actual, el proceso de curtición es hoy prácticamente indéntico al de hace cien años. Tan sólo han cambiado los medios y el ritmo temporal en las distintas fases del trabajo.


Dos planos de fábricas modernas en los que aparecen, respectivamente, una máquina de dividir pieles de ganado vacuno y otra de abrillantar la piel, una vez teñido y terminada.


Envasado de pigmentos para el acabado del cuero. La oferta de productos de síntesis aportada por la industria química en las últimas décadas ha posibilitado logros inimaginables unos años antes. 

  • Escurrido, máxima eliminación posible, por medios mecánicos, del agua absorbida en los procesos anteriores.

  • Repasado, estirado y alisado para la eliminación de arrugas y recuperación de la máxima superficie posible.

  • Presecado, ajuste de la humedad para la operación de ablandado.

  • Ablandado, conjunto de operaciones mecánicas que darán a la piel el grado de morbidez y suavidad deseado.

  • Secado, obtención del definitivo grado de humedad, que las pieles mantendrán a partir de este momento.

  1.  ACABADO.¿Maquillaje?, ¿protección?, ¿técnica?, ¿arte?, ¿método?, ¿fantasía?. Creemos que todos estos conceptos se integran en el proceso que dará definitivamente su aspecto, color, brillo, "toque", (se utiliza la palabra toque para referirnos a la sensación que nos causa tocar una piel de una manera superficial. El concepto que expresamos al decir que una piel tiene "toque" se refiere a las nociones de: suave, sedoso, ceroso, grasa, resbaladizo, frenante, etc., cualidades que se manifiestas todas ellas en la operación del acabado.) y algunas de sus principales propiedades de comportamiento al uso.

Ahora bien, si al comentar los procesos anteriores podíamos arriesgarnos a ofrecer una relación de sus tratamientos, aun a sabiendas de que en la práctica las variaciones, omisiones o añadidos son muy frecuentes, no sucede lo mismo al hablar del acabado. En este caso, las variantes serían tantas que no tiene sentido pretender establecer una línea maestra que sirva de hilo conductor para explicar el conjunto de tratamientos.

Pensemos que es factible someter en cualquier momentos a las pieles a un proceso de operaciones mecánicas diversas: esmerilado, pulido, abrillantado, planchado, satinado, grabado, graneado, ablandado, batanado...

Pensemos, asimismo, que pueden aplicarse formulaciones de acabado simples o complejas :incoloras, coloreadas, cubrientes, transparentes, de preparación, de base, de diversos efectos coloreados, de protección, de fijación, de modificación del "toque"...

Por otra parte, todas estas formas de acabado se aplican siguiendo múltiples sistemas que requieren a su vez, la utilización de diversos instrumentos: a cepillo, felpa, muñeca, en máquina de cortina, de rodillos, por pulverización aerográfica o sin aire (airless), etc.

En suma, el proceso se establece a la vista de las pieles, en función de los objetivos propuestos y según los medios de que se dispone. Y además, abundando en el concepto de fidelidad a lo tradicional, vemos que no siempre lo nuevo ha arrinconado a lo antiguo y que productos, métodos y sustancias de ayer conviven armoniosamente con los de hoy en los tratamientos de siempre, encaminados a conseguir una calidad cada vez mayor.

Quizás las excepciones más claras a esta regla sean el rendido, que ha venido a sustituir totalmente productos naturales, como la canina y la palomina, por modernos productos enzimáticos, y el teñido que, desterrando sustancias vegetales y animales como el campeche y la cochinilla, ha introducido definitivamente los colorantes sintéticos, de enorme utilidad para infinidad de industrias, la textil y la de curtidos entre otras.

Sin embargo, la curtición mineral -aluminio, cromo, circonio- y demás curtientes sintéticos no han conseguido erradicar el uso de otras sustancias, de modo que comparten con ellas el protagonismo en este proceso.

No podemos dejar de mencionar la tradicional curtición al aceite, que todavía hoy posibilita la obtención de las apreciadas gamuzas, instrumentos insuperables en materia de limpieza y secado de superficies delicadas, tales como muebles lacados, candelabros o los mismos coches.

Se mantiene, asimismo, la curtición al vegetal, cuya especialidad más representativa sea tal vez el cuero para suelas, mientras que la moderna curtición al cromo está a la orden del día en lo que a piel de cabritilla, destinada a empeine de calzado, se refiere.

Resulta difícil, empero, hallar en la práctica estas modalidades de curtición en estado puro, pues para la obtención de la mayoría de artículos aparecen combinados los extractos vegetales con los modernos curtientes sintéticos, dando lugar a las llamadas curticiones mixtas.

Del mismo modo, los sofisticados productos sintéticos de engrase -sulfonados, sulfitados, sulfatados o sulfoclorados- no han podido arrinconar por completo hasta la fecha a los aceites y grasas de origen mineral, vegetal o animal que se han utilizado siempre. En mayor o menor proporción, encontramos todavía a estos tradicionales elementos confiriendo a determinadas pieles sus peculiares características.

¿Y en cuanto al acabado? ¿Qué se ha hecho de los musgos, la goma laca o la arábiga, de la cera, de la gelatina, la caseína, las albúminas, incluida la sangre fresca de vacuno? La oferta de productos de síntesis aportada por la industria química en las últimas décadas ha sido determinante para hacer posibles logros que, allá por los años cuarenta, resultaban absolutamente inimaginables. Pero hay que dejar constancia de que, junto a los macropolímeros termoplásticos, las sofisticadas lacas, las ceras sintéticas o los derivados de la silicona, siguen conviviendo, de forma manifiesta o soterrada, las ceras naturales, las caseínas o las albúminas.

Esta acelerada incorporación de la industria de la piel y sus manufacturas al mundo tiránico, vertiginoso y fanático de la moda, ha incidido, debido a una incesante demanda de cambio y puesta al día, en el proceso del acabado más que en cualquier otro de la tenería.

Fue en este contexto de acceso a la plena modernidad de nuestra industria de curtidos cuando, en 1977, nació PIELCOLOR, una empresa genuinamente española cuya amplia oferta, especializada en el acabado, se basa en la permanente renovación científica, la fidelidad a la tradición, la fantasía y la total receptividad a las sugerencias, necesidades e inquietudes del curtidor.

El desarrollo de la tecnología del acabado del cuero, que ha entrañado una creciente automatización de las instalaciones industriales y la incorporación de nuevos avances en los procesos productivos, se apoya en la decisiva potenciación de la investigación aplicada. Investigar es anticipar soluciones, dar respuesta a las necesidades del sector y hacer posible un futuro que, en este mundo nuestro que no cesa de evolucionar, en perpetuo cambio, es ya presente.

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