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HISTORIA EN TACONES Kattia Vargas ¡Cómo han andado las botas de Calzado Cárdenas! Los actores Bud Spencer y Philiph Michael Thomas se las llevaron a caminar a Hollywood, las chicas de Nubeluz las pusieron a bailar frente a miles de nubecinos y hasta Rey Ruiz sube las suyas al escenario al ritmo de una salsa. Tras 18 años, enclavada en la calle 26 y avenida 3 de San José –cerquita del Paseo Colón–, el Calzado Cárdenas se ha vuelto una atracción y una tradición. Los turistas llegan a curiosear por toda la zapatería y siempre logran robarse algunas imágenes: en una ocasión hasta hicieron vestirse a Walter Cárdenas, su dueño, como vaquero. Así, su imagen ha ido a dar hasta Estados Unidos y quién sabe cuántos rincones más del mundo. Extranjeros, motociclistas, caballistas y hasta ganaderos llegan a ese lugar, ubicado en la llamada "esquina texana", a buscar sus botas. Los topes, de esta semana en Palmares y Santa Cruz y la temporada de monta, son buenos momentos para lucirlas. Otros llegan a que les confeccionen zapatos de tallas difíciles, a buscar chalecos de cuero o alguna excentricidad. Cárdenas, de 37 años, tiene dos locales, separados por un taller que también le pertenece. Dentro de Calzado Cárdenas el tiempo camina despacito, despacito; una grabadora pasa zumbando todo el día canciones y saludos, mientras los martillos azotan los clavos y los hombres empiezan a hilvanar lo que será, después de horas de trabajo, otra bota texana. Allí, la moda importa poco porque ellos tienen la propia. A continuación daremos un "paseo gráfico" por esa zapatería llena de imágenes, historias y anécdotas. Arrullados por Luis Miguel cantando "hasta que me olvides...", don Li, Chico y Walter cumplen con sus labores cotidianas: adelgazar el cuero, sellar el tinte y diseñar el calzado. Mientras el sol intenta colarse en el taller, Ramón desliza seguro su cuchilla sobre lo que pronto se convertirá en una artística creación para Calzado Cárdenas. Con botas como compañeras, Karol Cárdenas aprovecha para tomar un descanso, siempre pendiente, por supuesto de quién podría visitarlos. Entrar allí es como estar en casa: siempre se puede aprovechar para hablar con un buen conversador como Pati. De paso, puede probarse unas botas; tal vez exista química y salga con un nuevo par. Walter y Pati han sido compañeros por muchos años. La experiencia curte la piel y las manos de Pati, quien ha llegado a convertirse en "el abuelo" de la zapatería.
GENTILEZA DE "LA NACION DIGITAL COSTA RICA" |
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