LAS HORMAS SIMÉTRICAS Y ASIMÉTRICAS

Los conocimientos sobre la elaboración de las hormas, como tantos otros, se perdieron durante la edad Media. Muy probablemente, en el norte de Europa no se usaba ningún tipo de ayuda para la confección de zapatos. Los zapateros cosían las piezas de piel de forma más o menos correcta. pero a partir del siglo XVI, abundantes grabados, dibujos y pinturas empiezan a dar testimonio de las herramientas usadas y principalmente de las hormas. El zapatero disponía, como en la antigüedad, de una gran cantidad de hormas; las piezas individuales, al igual que en la actualidad, sólo se construían para la clientela selecta o según deseo expreso del cliente. En un principio utilizaban únicamente una placa gruesa de madera con forma de suela. Una pequeñas piezas de madera superpuestas facilitaban la extracción de dicha placa del interior del zapato una vez listo. Aunque para los zapatos estrechos y los de pico, de corte ajustado,  probablemente era necesario el uso de hormas asimétricas y divisibles, a finales de la Edad Media, en la época de los zapatos anchos y uniformes (los denominados "picos de pato", los zapateros trabajaban aún con hormas simétricas y de un solo bloque: tomaban las medidas para ambas hormas de un solo pie, lo cual, como es de imaginar, provocaba incomodidades considerables al usuario del zapato mientras se acostumbraba al calzado (no es de extrañar, pues, que los nobles obligaran a sus sirvientes a calzar los zapatos durante seis meses, para que "se diesen de sí").

El taller de zapatería Scheer (Viena) conserva con todo tipo de cuidado las hormas elaboradas para el emperador Francisco José I de Austria (1848-1916)

Horma con agarraderos

En el interior de este zapato de pico de tipo gótico, hecho de piel y abrochado por el lateral (aprox. del año 1420) se encuentra una horma original, asimétrica y divisible.

Las hormas asimétricas fueron "redescubiertas" a principios del siglo XIX a consecuencia de la orientación popular hacia los orígenes del hombre que propugnaba la Ilustración (finales del siglo XVII hasta entrado el XIX) con el lema "regreso a la naturaleza". La razón debía gobernar el pensamiento y los actos del hombre, afirmaban filósofos y científicos como Locke, Rousseau, Hume o Pestalozzi. En el curso de la Ilustración surgió en el seno de la sociedad una conciencia corporal más sana y natural, algo que se trasladó también a la moda: los esfuerzos concretos se destinaron en primer lugar al calzado de los soldados, que dadas sus exigencias debía ser más cómodo. Los zapateros empezaron a orientarse según el pie natural y a estudiar su anatomía, una parte importante de la formación de un zapatero hasta la actualidad, especialmente desde que se impusieron las hormas asimétricas a principios del siglo XX.

La demanda de zapatos que se adaptasen bien creció a lo largo del siglo XIX. Se desarrolló la producción en masa, que trajo consigo una nueva división del trabajo y una diferenciación más acentuada de los oficios. Como consecuencia de la industrialización de la confección del calzado en la segunda mitad del siglo XIX, la construcción artesana de hormas se ha convertido en un oficio singular y poco corriente.

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