ZAPATOS REALES: JOHN LOBB

John Lobb es el primer nombre que viene a la cabeza cuando se piensa en zapatos a medida. Pero considerarle el único y el mejor representante de este oficio artesano cada vez más difícil de encontrar sería injusto. Tanto en Londres como en algunas pocas ciudades más existen colegas de este "zapatero de los reyes y rey de los zapateros" que realizan también un trabajo excelente. De entre ellos, la mayoría de los viejos nombres se conservan vivos hoy en día gracias a familiares, descendientes o antiguos trabajadores. Al viejo John Lobb no le encontraremos en St. James Street, en Londres, pero, al fin y al cabo, tampoco nos encontraremos al Signor Gatto en Roma. Pero no es un problema tan grave, como no lo es para los grandes sastres de todo el mundo, si consideramos que la segunda, tercera e incluso cuarta generación ha continuado la tradición. El arte del fundador se ha conservado a lo largo de las generaciones. Ignorado por el público en general, que debe contentarse con la fabricación industrial y al que no le importa en absoluto que así sea, existe también el comprador que encarga prendas de ropa y zapatos especiales para él.

Al respecto podemos por supuesto discutir sobre la necesidad de hacerse confeccionar zapatos a medida. Sin embargo, esta discusión es tan superficial como lo es discutir sobre el sentido de la ropa a medida de cualquier tipo. En el caso del cliente para el que el dinero no tiene ninguna importancia pero sí la tiene la calidad, la confección a medida suele ser indiscutible. Incluso en la confección de zapatos, pues es la base de nuestro porte y compostura, tanto en un sentido literal como figurado. Los pies deben soportar a lo largo de la vida una carga considerable. Por eso el objetivo del zapatero es vestirlos con un máximo de comodidad y adaptabilidad ortopédica. Los adeptos al buen calzado de confección objetan que adaptar un zapato a medida cuesta más todavía que adaptar un traje a medida. El pie varía de forma tan acusada no solo a lo largo de los años sino también durante un solo día que es casi imposible conseguir una forma que sea totalmente adaptable. Por eso, la mayoría de las veces basta con un zapato normal y corriente de diámetro medio que además está disponible en anchos diferentes. Pero los partidarios de zapatos a medida podrían, a buen seguro, rebatir este argumento. La ventaja definitiva de los zapatos a medida es que son de mejor calidad y que duran más tiempo, algo que es resultado de los costosos métodos de fabricación que sólo practican los mejores zapateros a medida. Ni siquiera la fabricación industrial, aunque sea con una buena parte de trabajo a mano, puede ofrecer una calidad como la del zapato hecho a medida. Por ello, es la opción que escogen los que desean una forma exterior de acabado perfecto, una comodidad que se adapte a los gustos personales y la mejor fabricación, desde un punto de vista objetivo. Por desgracia, el número de zapateros a medida verdaderamente buenos se ha reducido notablemente. La buena confección de zapatos que, en un principio, era tan sólo una sustitución e imitación de las auténticas zapaterías a medida, ha ocupado el puesto principal en la menta de la mayoría. No obstante, hoy en día, existen algunas direcciones en las que este oficio artesanal se ha conservado y desarrollado.

A la hora de elegir un zapatero a medida deben tenerse en cuenta los mismos criterios que para escoger un sastre a medida. Lo mejor es una recomendación personal o orientarse por el estilo de la casa. Esto puede verse claramente en los zapatos de fabricación industrial que a menudo se venden junto a los zapatos hechos a medida. Atreverse con el anodino zapatero de la esquina puede tener un final feliz, pero también puede ser una decepción total. Sin embargo, en las metrópolis clásicas de la moda masculina, como Londres, París, Roma, Milán, Viena, Budapest o Nueva York vale la pena buscar un negocio pequeño que tal vez tenga exactamente lo que hace tiempo que se busca. Pero si usted no quiere correr ese riesgo, opte mejor por un nombre conocido.La fabricación de un zapato a medida empieza siempre con el desarrollo de una horma, el equivalente al patrón que traza el sastre sobre papel. A partir de la horma se construye un zapato de prueba provisional, que se corresponde con el traje hilvanado para la primera prueba. Como éste, el zapato de prueba se separa después de un cierto tiempo de llevarlo y entonces, a partir de la forma del pie que ha quedado marcado en el zapato se llevan a cabo correcciones en la horma. Sólo entonces se fabrica el zapato definitivo a mano. Hasta que el primer par de zapatos está terminado pueden transcurrir semanas o meses. Los pedidos complementarios se pueden encargar por teléfono aunque existen zapateros que recomiendan ir ajustando la horma regularmente a las variaciones que sufre el pie. Si usted se acostumbra a llevar zapatos hechos a medida ya no podrá entusiasmarse por la mayoría de los zapatos de fabricación industrial. Es algo a lo que hay que atenerse.

Por cierto, John Lobb es el único sitio donde los zapatos se fabrican sin prueba previa. Todo el mundo sabe que funciona, pero nadie sabe cómo.

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