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El Mercado de lo Perverso

Por David - Elliot Salamanovich

Zapatos, botas, pantalones, cinturones, camperas, tapados, sobretodos, prendas habituales en cualquier guardarropa, al estar confeccionadas en determinado tipo de piel o de determinado color, pasan a ser algo mas que una simple pieza de vestimenta, se transforman en un objeto de placer sexual.

 Esta manera de relacionarnos con determinados objetos, se denomina fetichismo, que, según Brosses (1760), es el culto a determinados objetos terrestres y materiales. Este termino recién adquiere su significación erótico/psicológica en el siglo XX, en esta esfera, el fetichista toma un objeto X para reemplazar con el al ser humano y transformarlo en un objeto de deseo.

 Estos objetos, por lo general, por su suavidad y calidez, evocan la primer infancia y la persona quiere poseerlos con sus cinco sentidos, no solo viéndolos, sino que también tocándolos, acariciándose con ellos, oliéndolos y hasta metiéndoselos en la boca. La elección de un fetiche se remonta a la infancia y es consecuencia de la educación y los diversos condicionamientos de esta. Aparece en las sociedades en las que la represión sexual es fuerte y el sexo es asimilado a una falta o el pecado.

 Desde su primera infancia el fetichista comienza por fantasear con su objeto fetiche, en una primera etapa quizás hasta se masturbara pensando en el, inspirado por su imagen, luego intentara acercarse a el y tocarlo, con fines auto-eróticos, y quizás comience a comprar o robar estos objetos , ya que un fetichista es un gran coleccionista, finalmente el objeto fetiche suplantara al acto sexual en si y su solo acercamiento producirá excitación sexual en el anhelante.

 Dentro de la amplia gama de fetiches tradicionales, en la industria del cuero encontramos tres que se relacionan directamente con ella . Primero, el de los zapatos, que puede ser solo por los zapatos de tacón alto, que se llama “altocalcifilia”, o por todo tipo de calzado, que se llama “retifismo”.

 El bebe jugando sobre la alfombra solo percibe los zapatos de la gente que lo rodea, con lo que este objeto se transforma en símbolo de lo nutricio, lo amado, la protección, muchas veces, incluso, son de un color particular, evocando los que veía en su infancia. Magnus Hirshfeld (1920) cuenta el caso de un Cura, al que atraían tanto los zapatos de hombre como los de mujer y recorría los pasillos de los hoteles acariciando los pares que los huéspedes dejaban en la puerta.

 Otra materia de fetiche son las pieles, se cree que puede provenir, también, de sensaciones de la infancia, de las caricias dadas a la mascota de la casa o el contacto con un osito de peluche, es un fetichismo táctil. 

Se hizo popularmente famoso gracias a Sacher Masoch y su Heroína somete hombres, Wanda, desde ese entonces las pieles se transformaron en parte del aparato de las puesta en escena eróticas con perfil sadomasoquista. Finalmente hablaremos del cuero propiamente dicho, que junto con el caucho y el látex, es un ,material imprescindible en las escenas de dominación.

Es un fetichismo que se acerca a la “dorafilia” que consiste en la excitación sexual proveniente del tocar el pelo, la piel, el cuero y las pieles. 

El cuero y las pieles han servido como vestimenta desde los tiempos mas remotos de la humanidad y su aspecto, su olor , el provenir de determinados animales, lo transforman en objeto fetiche, en alimento para nuestros fantasmas y fantasías. No solamente nos imbuimos de la fuerza y las características del animal cuya piel usamos, sino que en su calor y su textura reencontramos la protección maternal. El color negro es el que mas asociamos a los juegos eróticos y se revela como un fuerte excitante. En la búsqueda de mercados, siempre es bueno saber el publico que consume nuestros productos.

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