EL PUENTE Y LAS MALFORMACIONES MAS FRECUENTES

EL PUENTE

El pie no apoya la planta entera en el suelo, sino que, gracias a la formación de los huesos y de los tendones y músculos que los unen, descansa sobre un doble arco, longitudinal y latitudinal. El arco longitudinal exterior une el calcáneo con el quinto dedo, mientras que el arco longitudinal interior une el calcáneo con el pulgar. Finalmente, el arco latitudinal  une el primer dedo con el quinto. Cuando estamos de pie o caminamos, todo el peso corporal se apoya en los tren puntos en que se cruzan los arcos del puente.

El puente se adapta a cada movimiento que se realiza. Por ejemplo, cuando siente el peso corporal, la curvatura disminuye 5 mm y el pie se estira. Al desaparecer la presión del peso, el pie vuelve a adoptar su forma original. El puente funciona como amortiguador: modera las vibraciones sobre la cabeza y la espina dorsal producidos al andar, y contribuye a que nuestra marcha se desarrolle regularmente. Los dedos desempeñan un papel muy importante a la hora de ofrecer un apoyo al cuerpo. También actúan como amortiguadores y permiten que al levantar el talón, el pie se alce del suelo de modo flexible.

El puente se desarrolla durante la infancia y es el resultado de una forma de desplazarse correcta o errónea. Para el pie, caminar descalzo es la forma más adecuada de desplazarse, puesto que la musculatura del pie se adapta correctamente a los desniveles del terreno de forma autorreguladora. El trabajo ininterrumpido de los músculos estimula continuamente la musculatura y la conserva en buena forma. Todo ello garantiza el funcionamiento perfecto del puente. Por este motivo, no conviene olvidar que un mal zapato impide que el pie realice movimientos naturales y una posición inadecuada del pie acaba por ocasionar molestias estáticas tarde o temprano.

LAS MALFORMACIONES MAS FRECUENTES

Pie normal Pie plano Pie cavo o hueco Hallux valgus

Un pie "normal" tiene una numeración media (  o en los hombres) y es anatómicamente proporcionado, es decir, cuanto más alto es el hombre, más grande será el pie. El puente debe estar intacto, la musculatura rígida, la planta acolchada, la piel lisa y la cantidad de sudor producida corresponderse a las circunstancias. Quien disfrute de un pie ideal puede sentirse afortunado. No obstante, la mayoría de las personas no tienen esa suerte.

Si las proporciones del pie difieren de la media, puede ser debido en parte a circunstancias anatómicas o bien ser un resultado de causas funcionales. Los pies de hombres con un peso corporal considerable suelen ser más anchos, y los de los hombres delgados, más estrechos. A un pie ancho suele corresponderle un empeine alto, aunque existen también pies estrechos con el empeine alto. Además, las proporciones de los pies pueden cambiar con el tiempo: como consecuencia de la práctica del deporte (como, por ejemplo, atletismo, lucha, fútbol, tenis y otros deportes de movimiento), en general la musculatura se refuerza, el pie se ensancha y el empeine se endurece.

Las disfunciones más corrientes son los distintos tipos de hundimiento pronunciado de la bóveda. En un principio provocan únicamente trastornos de la función, como por ejemplo una sobrecarga de los tendones y ligamentos, pero con el transcurso del tiempo acaban transformándose en pies planos. El cálcaneo deja de ejercer la función de pilar de apoyo y la parte anterior del pie asume dicha función hundiéndose hacia la planta. Le sigue toda la estructura del puente. Los pies planos causan malformaciones adicionales: los dedos cabalgan unos sobre otros (dedos encabalgados), o las raíces de los dedos se elevan considerablemente y se doblan formando un ángulo mayor o menor (dedos en martillo) o bien los laterales se deforman (el ángulo correspondiente al dedo pulgar y el metatarso correspondiente se reduce enormemente). Otros fenómenos que normalmente acompañan a estos cambios son las durezas y los ojos de gallo.

Un zapato hecho a medida con toda precisión no puede hacer nada para cambiar este tipo de malformaciones, aunque si contribuirá a reducir o incluso eliminar las molestias.

 

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