EL TALLER DE ZAPATERÍA

El oficio de zapatero nación en el momento en que el hombre creó por primera vez una protección para sus pies, hace unos 15.000 años. Durante la edad de Piedra, las mujeres eran responsables de la confección del calzado para toda la familia. En algunos clanes de mayores dimensiones no tardó en establecerse la división de los trabajos, de modo que uno de los miembros del grupo quedó encargado de la elaboración de zapatos. ocurrió lo mismo con otros oficios.

Una de las representaciones supuestamente más antiguas que se dispone sobre el oficio de un zapatero data de hace 4000 años. Se trata de un fresco egipcio, por desgracia muy deteriorado, hallado en la tumba de Rejmire en Tebas, que esboza una especie de historia de distintos oficios. Además de constructores de naves, joyeros, escultores y escribas, en la pintura también están representados los zapatero. El taller (de sandalias), muy bien equipado, demuestra que los zapateros gozaban ya de una buena posición entre los distintos oficios, y que merecían el honor de figurar en los frescos de la cámara funeraria del visir de Tutmés III.

En los talleres de sandalias del antiguo Egipto, el trabajo estaba estrictamente dividido: la extensión de la piel y la perforación de las suelas, para que posteriormente pudieran añadirse las correas, eran tareas totalmente independientes.

En la antigüedad, para dar fin a las desavenencias que desde hacía años reinaban entre los romanos, el segundo emperador romano, Numa Pompilla (715-672 a. C. ), dividió a los ciudadanos en nueve comunidades (lat. collegia) según la tradición, teniendo en cuenta su linaje. Los zapateros ( lat. sutores ) estaban situados en el rango número cinco. Sin embargo, en el imperio Romano, las agrupaciones de oficios de carácter gremial no quedan documentadas hasta el siglo II a. C. dichas asociaciones asociaciones estaban controladas por el estado y sus principales deberes consistían en regular el ejercicio conjunto del culto, los eventos de tipo social y los intereses comunes del oficio. Los trabajadores de cada oficio se agrupaban en la misma zona e instalaban sus talleres en calles secundarias próximas al centro de la  ciudad, unos junto a otros. Los zapateros hacia lo mismo, y aún hoy en día muchas ciudades siguen teniendo una calle denominada Zapatería.

Los testimonios escritos concretos sobre el oficio de zapatero en el área germánica aparecen por primera vez durante el siglo VI d.C. en el derecho borgoñón, y en el siglo IX en las leyes de Carlomagno (capítulo XLV sobre haciendas). En dicho documento se obliga al administrador de la hacienda a buscar buenos artesanos "...herreros, orfebres, plateros, zapateros, torneros..."

Alrededor de los siglos X y XI se produjo un cambio decisivo en la historia de los zapateros: se agruparon en cofradías, que a partir de ese momento representaron sus intereses económicos y sociales. Los zapateros que llegaban a la ciudad procedentes del campo no sólo podían contar con su protección, sino también con as ventajas económicas que ofrecían los mercados y plazas comerciales. Las cofradías estaban sometidas a las leyes episcopales y por tanto su vida social estaba orientada al clero.

Los patrones de los zapateros medievales eran los santos Crispino y Crispiano, cuya onomástica se celebra el 25 de octubre. Según una leyenda francesa, los dos hermanos (fr. Crépìn y Crépinien) procedían de una distinguida familia romana. Se convirtieron al cristianismo y huyeron de Roma en dirección a Soissons, Francia, a causa de la persecución del emperador Diocleciano (284-305 d.C.). Allí aprendieron el oficio de zapatero. De día predicaban el Evangelio y de noche confeccionaban zapatos gratuitamente para los pobres. A causa de su conducta ejemplar tuvieron muchos adversarios. Finalmente fueron traicionados y entregados al general romano Macimiano Hercúleo. Sin embargo, ni la tortura (cuenta la leyenda que las puntas de hierro que les clavaban en los dedos, retrocedían y herían a aquellos que los rodeaban) ni las ruedas de modlino que les ataron al cuello para que se ahogaran pudieron con ellos. Finalmente, los dos hermanos fueron decapitados. Los soldados lanzaron sus cuerpos a las fieras pero estas los dejaron intactos. Según otra leyenda, un anciano y su hermano enterraron sus cadáveres en los alrededores de Soissons por encargo de los ángeles y, de acuerdo con otra versión, algunos cristianos enterraron sus cuerpos en la iglesia del santo Laurencio en Panisperma, Italia. La ciudad de Soissons (sede episcopal católica desde el siglo III d.C) dedicó una iglesia a los dos hermanos. En el siglo IX, las reliquias de ambos fueron depositadas definitivamente en Osnabrück.

Según la tradición inglesa, los dos hermanos eran hijos de la reina de Kent. Perseguidos por el general Maximiano Hercúleo, huyeron disfrazados de campesinos hacia Faversham. Crispino se convirtió en aprendiz de un zapatero y Crispiano en soldaddo del ejército romano. Por orden de su maestro, Crispino fue a llevar un nuevo par de zapatos a la hija del emperador Maximiano (en el año 288 d.C., Diocleciano le había nombrado corregente). Úrsula y Crispín se enamoraron y se casaron en secreto. Maximiano se entero de ello, pero quedó apaciguado por la distinguida procedencia de ambos hermanos y por las gestas heroicas de Crispiano en el ejército romano. El 25 de octubre reconoció oficialmente el enlace entre ambos.

El dibujo de esta ánfora griega del siglo VI d.C. muestra un zapatero cortando la piel. 
Sobre su cabeza cuelgan algunas herramientas y varios modelos de zapatos.
Su mesa de trabajo es horizontal y sobre ella realiza las pruebas de los modelos.

El zapatero representado en este relieve, procedente de una tumba de Reims, Francia (aprox. siglo II a.C), trabaja un zapato extendido sobre un caballete. 
A sus pies tiene un cesto repleto de trozos de piel. De la pared cuelgan sus herramientas.

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