EL TENSADO

El zapatero ha fijado la palmilla a la parte inferior de la horma y, una vez finalizadas las preparaciones, todo está listo para emprender la segunda fase del montado del zapato: el tensado.

Lo más importante de este complicado procedimiento es dar a la pala cosida la forma plástica correspondiente a la horma. Dar forma plástica correspondiente a la horma. Dar forma a la puntera y a la zona del talón requiere una precisión especial, puesto que la piel tiende a arrugarse alrededor de la horma y debe alisarse y doblegarse.

A partir de este momento se trabaja desde la suela del zapato. El zapatero tira la piel de la pala con las tenazas, empezando por las zonas de los metatarsos exteriores e interiores. A esta operación se la denomina tensado previo. El zapato empieza a adquirir forma.

 

A continuación, el zapatero fija la pala con ocho clavos de metal para que no resbale: tres en la puntera, dos en cada lateral y otro en el talón. Empieza a tensar la piel con la ayuda de las tenazas, y la fija en intervalos de 5 a 6 cm. Dobla la piel sobre la palmilla y la fija de nuevo con clavos de metal. Durante el proceso, el zapatero da la vuelta a la horma para controlar que la pala no se haya desplazado del eje central.

 

Las tres capas de la pala, estiradas mediante el tensado, son más grandes de lo necesario. El zapatero elimina con un cuchillo la piel sobrante de todo el contorno, de manera que los extremos de la pala queden a la altura del hendido de la palmilla.

 

Las tenazas de montar tienen dos funciones. Las dos mandíbulas con ranuras estiran y tensan la piel. 
Además, el zapatero utiliza la superficie cuadrada que sobresale en uno de sus lados para clavar clavos. 
De esta forma, puede realizar dos tipos distintos de trabajo: tensar la piel y, seguidamente, fijarla con clavos.

La longitud apropiada par los clavos del tensado es de 25 mm. El diámetro debe oscilar entre 1,2 y 1,4 mm. 
Es importante que el clavo no se despunte ni se tuerza al ser fijado. Un buen zapatero atraviesa las tres capas de piel con un solo martillazo. 
El clavo se introduce unos 5 mm en el interior de la horma proporcionando un buen soporte para la piel tensada.

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