EL ZAPATO HECHO A MEDIDA

Todo zapato hecho a medida constituye una valiosa creación artesanal que, por una parte, protege la grácil estructura del pie humano de las más variadas incomodidades y, por otra, como parte del atuendo, refleja el gusto de su portador y a menudo su posición social: la elegancia empieza por el calzado.

El hombre se hace los zapatos a medida por dos motivos principales. En primer lugar, por afán de diferenciación e individualismo: prefiere escoger la forma, el modelo, la piel, el color, la combinación de pieles, la dureza de la suela, la altura del talón o los ornamentos, para que el zapato haga juego con un determinado traje o se adecue a una determinada ocasión. No obstante, también hay quien bajo el signo de esta tradición clásica encarga un modelo totalmente nuevo y moderno.

El segundo motivo es de carácter más prosaico. En general, las personas llegan a este mundo con pies sanos, que sólo mantienen así cuando tienen la posibilidad de caminar descalzos sobre terreno arenoso, pedregoso o boscoso. Pero en nuestro mundo civilizado, los pies se acostumbran a una "existencia perezosa" desde edades muy tempranas: los niños empiezan a llevar zapatos cuando aprender a caminar, y el proceso empeora con los años, al conducir, trabajar en oficinas o ver la televisión durante horas. Los peores daños son consecuencia principalmente de los zapatos, en especial del calzado malo e incómodo. Muchos pies que han sufrido durante años encuentren consuelo en un zapato hecho a medida.

No se sabe a ciencia cierta cuándo la confección de zapatos se convirtió en un oficio, aunque en el Egipto de hace 4.000 años ya era una ocupación con reputación. Los artificios, sutilezas y trucos de dicho oficio se han ido refinando a lo largo de la historia, puesto que hasta finales del siglo XIX, momento en que empezó a generalizarse la producción industrial, la gente llevaba zapatos y botas hechos a mano.

El proceso de elaboración artesanal del calzado sigue teniendo las mismas fases que hace unos 100 o 200 años, aunque en la actualidad existe un cierto grado de especialización y división de los trabajos de preparación. El zapatero toma las medidas del cliente, pero es el hormero quien con dichas medidas construye la horma, que a partir de ese momento sustituirá al pie durante las fases posteriores de la elaboración. El zapatero elige la piel apropiada, pero es el cortador quien da forma a las piezas, y el aparador quien las cose. Se trata de una auténtico trabajo de equipo. Cuando la horma y la pala cosida llegan al taller, la manufactura sigue las mismas reglas que las de los antiguos zapateros del rey o las de los pequeños talleres de pueblo.

La elaboración de un par de zapatos es un desafío a la experiencia y habilidad del zapatero. Desde el momento en que se toman la medidas hasta que se entrega el calzado pulido a su futuro propietario, ni el ojo ni la mano del zapatero pueden fallar. Incluso con una práctica y experiencia de más de 30 años, el "espíritu del oficial artesano" siempre enfoca un nuevo modelo como si se tratara de su obra maestra. Al conseguirlo, hace realidad la sentencia de Chuang Tse: "Si el zapato es el adecuado, olvidamos el pie".

A pesar de los cambios que la ciencia y la técnica han aportado al oficio del zapatero a los largo de los siglos, los talleres que elaboran zapatos a mano, ya se en Londres, Nueva York, Munich, Viena, Roma o Budapest, siguen declarándose con orgullo partidarios de sus conservadoras tradiciones, tanto en lo que se refiere a los abundantes modelos como al material utilizado y a la ética del oficio.

Los modelos que hoy en día consideramos clásicos y elegantes surgieron durantes las últimas décadas del siglo XIX. También en lo que se refiere al material podemos aplicar la máxima conservadora: la auténtica piel natural no tiene sustituto, ni en la pala, ni en el forro, ni en la plantilla, ni en la suela. Se elige piel curtida con sustancias vegetales de acuerdo con una tecnología que cuenta con siglos de antigüedad. El hilo utilizado para coser procede también de las fibras vegetales más fuertes, y para el engrudo se usan exclusivamente ingredientes naturales.

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