Nº 931                                                                                                                                                 Agosto de 1934

REPÚBLICA ARGENTINA

               

 

MINISTERIO DE AGRICULTURA DE LA NACIÓN

SECCIÓN PROPAGANDA, PUBLICACIONES, CONCURSOS

Y EXPOSICIONES

 

PASEO COLÓN 974                                                                                                                         BUENOS AIRES

 

 


SECCIÓN COMERCIAL DE LA FRUTA

               

 

 

CULTIVO DEL TOMATE

 

 

 

POR

 

 

Abelardo P. Piovano

 

Agrónomo especializado en horticultura, de la División Agrónomos Regionales

 

de la Dirección de Agricultura

 

 

 

 

 

 

 

 

BUENOS AIRES

5311 - Talleres Gráficos del Ministerio de Agricultura de la Nación

 


CULTIVO DEL TOMATE

Por ABELARDO P. PIOVANO

 

Agrónomo especializado en horticultura, de la División Agrónomos Regionales

de la Dirección de Agricultura

 

 

 


Siembra.

 

            Esta puede ser “directa” o en almácigo, para trasplantar después que las plantitas hayan adquirido cierto desarrollo.

            El primer sistema se utiliza con éxito en las provincias andinas, y cuando las cosechas se destinan a la industria o exportación tardía. El sistema de almácigo es el más común y conocido. Es utilizado por quienes desean obtener cosechas tempranas de primavera. Puede hacerse en “camas calientes” y “tibias”. Con el primer procedimiento se consigue acelerar el crecimiento de las plantitas, que tras de una rápida germinación y favorecidas por el calor de la tierra y del ambiente, en breve tiempo pueden trasplantarse.

            Por lo general, el procedimiento utilizado en la mayor parte del país es de la “cama tibia”, ya que el descripto sólo sirve a aquellos que hacen horticultura cerca de las ciudades y desean obtener primicias.

            La época de siembra es muy variable en el país por sus climas diferentes, y debe hacerse por lo menos dos meses antes del trasplante, que se inicia una vez pasado el peligro de las heladas tardías.

 

Preparación del almácigo.

 

            Se busca un lugar cerca de la casa, con exposición al norte y abrigado por el edificio, galpón, árboles, etc., del lado sur.

            Se hace una fose de un metro a un metro y medio de ancho, por el largo necesario, y de una profundidad de 0,30 metros. La tierra de la fosa servirá para que, una vez desmenuzada y bien asoleada, se mezcle con estiércol bien descompuesto, a lo que debe agregarse un poco de arena si la tierra fuera algo arcillosa. Hecha la mezcla, se llena nuevamente la fosa y se riega abundantemente para que se asiente, dejándola así algunos días.

            Se hace el reparo, que tendrá una inclinación de más o menos 45 grados y de un ancho que alcance a cubrir su proyección un poco más del almácigo. Se construye la armazón con palos y alambre, cubriéndola con junco, paja o chala.

            Cuando la tierra se haya asentado y se encuentre en condiciones de trabajo, cosa que se conoce por no adherirse a la herramienta de trabajo, puede iniciarse la siembra, la que se hace a “voleo” o en líneas. Este procedimiento es el que aconsejo, por experiencia, dado que favorece las tareas de limpieza y arranque de plantitas.

            Con una tabla o un punzón se trazan surcos de más o menos dos centímetros de profundidad, en dirección sur a norte y separados cinco centímetros entre ellos. Se siembra en ellos la semilla, bien rala, y se la cubre pasando la tabla. La tierra que sale del surco, al hacerlo, cae de nuevo dentro de él y la tapa. Se apisona suavemente, para que las semillas queden bien juntas a la tierra y luego se riega, teniendo cuidado de hacerlo con regadera de flor fina y sin mucha fuerza, para evitar que destape las semillas.

            Los riegos se harán todos los días, preferentemente a la entrada del sol. Si la zona de siembra es muy fría, es conveniente, de noche, tapar la parte delantera del almácigo, y al hacer el reparo, tapar los costados este y oeste.

            Las plantitas aparecerán después de 15 a 20 días de la siembra. Se arrancan los yuyos que salgan para mantener limpio el terreno.

 

Preparación del terreno de cultivo.

 

            Se elige un lugar de la chacra de buena tierra, que no haya sido cultivada anteriormente, por lo menos cuatro años, con tomates, patatas, pimientos, berenjenas u otras solanáceas, y se da en otoño una arada, para repetirla cruzada dos meses después.

            Si la tierra ha sido cultivada anteriormente es conveniente abonar con estiércol bien descompuesto, a razón de 40.000 kilos por hectárea, y que se enterrará en la primera aradura.

            Antes de iniciar la plantación se empareja el terreno desmenuzando los cascotes, y si se trata de zona de regadío, se abren surcos paralelos separados un metro, tratando de hacerlos en la dirección norte a sur, siempre que el declive para el riego lo permita. En las zonas de secano, una vez nivelado el terreno y bien parejo, se inicia la plantación.

 

Plantación.

 

            Puede iniciarse el trasplante cuando han desaparecido los peligros de una helada tardía. Se arrancan las plantitas del almácigo, el que ha sido regado previamente para facilitar la tarea, y se colocan en una bolsa húmeda, para llevarlas al lugar de la plantación. Es conveniente arrancarlas a medida que se necesitan para evitar que se marchiten demasiado. La mejor hora para el trasplante es por la tarde, cuando se inicia la entrada del sol, y los días nublados.

            Para plantar se utiliza un plantador común, y en las zonas de regadío debe regarse uno o dos días antes de iniciar esta tarea para humedecer la tierra. Se planta en la cara del surco que mira al sol, este o norte, y separadas las plantitas solamente 0,25 metros, si es en San Juan o Mendoza, pues los fuertes soles son perjudiciales y queman los frutos. La experiencia local así lo indica: los mejores frutos son los que se cosechan a la sombra de las hojas.

            En otras zonas de climas más templados, las plantitas se plantan a 0,50 metros entre ellas y sobre la línea.

            Aconsejo plantar lo más profundo posible, ya que arraigan mejor las plantitas.

            En las zonas de regadío debe regarse cada surco inmediatamente de plantado y repetir la operación diariamente hasta asegurarse de que hayan prendido todas.

            Los cultivos en las zonas de secano se hacen plantando en hileras separadas a un metro, y sobre éstas las plantas se separan 0,40 a 0,50 metros.

            Debe regarse cada planta inmediatamente después de plantada aunque se haya hecho en tierra húmeda.

            Se guardan plantas en el almácigo para reponer las fallas, y es prudente hacer siembras y trasplantes escalonados para que las cosechas se sucedan durante todo el verano hasta el otoño.

 

Cuidados culturales.

 

            En adelante se darán carpidas para mantener la tierra suelta y libre de malezas. En las zonas de regadío se regará seguido, ya que el tomate exige bastante humedad.

 

Encañado.

 

            Cuando las plantitas tienen una altura de 0,25 a 0,30 metros, se inicia el encañado, para lo cual se colocan postes en el centro de las hileras, los que se unen por un alambre fuerte colocado a 1,50 metros de altura, bien estirado, el cual servirá de soporte a las cañas. Éstas se clavan en el suelo, inclinadas de acuerdo al alambre y se atan a éste con junco o totora. Debe colocarse una caña por planta.

            Las plantitas son motivo de una primera poda para dejarles solamente el brote terminal, para que crezcan hacia arriba, atándolas con totora o junco a la caña.

            En adelante, y a medida que las plantas crezcan, se van atando a la caña, tratando de hacerlo en forma que los tallos no se encuentren muy apretados. La poda se hará de manera que quede un solo tallo, ya que ésta es la más práctica.

 

Aporques.

 

            Se arrimará tierra al pie de la planta y se mantendrá suelta y libre de yuyos. Las carpidas no deben faltar, ya que la limpieza del cultivo es necesaria para asegurar el éxito del mismo.

 

Siembra directa.

 

            En las provincias de San Juan y Mendoza se acostumbra a sembrar directamente, operación que da muy buenos resultados en las zonas que no tienen disponible agua de regadío para el momento del trasplante.

            El terreno se prepara en la misma forma que la descripta, y en la cara del surco que mira al sol se siembran en casillas separadas 0,30 metros, cuatro o cinco semillas. No debe regarse hasta que las plantitas han nacido, y cuando éstas están bien desarrolladas se deja solamente una por casillero, utilizando las otras para reponer fallas. En adelante el cultivo se efectúa en la misma forma que el anterior.

            La siembra directa se hace en agosto.

            Se utiliza también esta siembra para hacerla con reparos que se construyen del lado sur y bajos, al igual que los anteriores, con la misma inclinación, los que son retirados después que las heladas no significan peligro. Con este sistema se hace la siembra en julio, y los que utilizan este procedimiento obtienen los primeros frutos en los primeros días de diciembre.

 

Cosecha.

 

            Cuando los tomates son destinados al mercado local, se cosechan maduros, lo mismo que los que deben ser llevados a las fábricas. Los que deben viajar se cosechan pintones, para que terminen de madurar en el viaje. La cosecha se hará con cuidado para no estropearlos. Se recolectarán los tomates con su pedúnculo, cortándolo bien al ras con tijera, a fin de evitar el peligro de las pinchaduras.

 

Empaque.

 

            Para el tomate destinado al consumo en los mismos centros de producción, el mejor cajón para empaque, por el momento, es el utilizado para el transporte de frutas en general y que se llama “frutero”. La costumbre de empacar el tomate en cajones de los llamados de kerosén debe ser desechada.

            Para el tomate destinado a los mercados de Buenos Aires debe usarse el tipo de cajón perdido, con capacidad para 15 kilos. Los ensayos efectuados han dado gran resultado, se venden mejor y resulta una comodidad para el vendedor y el comprador; aparte de que evita el ir y venir con tomates de todas partes, impide también el transporte de plagas y enfermedades.

            El precio del cajón perdido servirá para que en adelante todos los agricultores lo utilicen.

            Los tomates que se destinan al exterior deben ir empacados en cajones cerrados, pudiendo colocarse entre los tomates tierra de turba para que los mantenga frescos. este sistema de empaque ha sido ya ensayado para los destinados al mercado de Londres. En este mercado tiene mucha aceptación el cajón “standard” de 5,443 kilogramos (12 libras), cuyas medidas son las siguientes: luz interna, largo 355 milímetros, ancho 228 milímetros y profundidad 139 milímetros (14 x 9 x 5 pulgadas). en este envase es conveniente acondicionar los tomates con el cajón invertido. El cajón irá forrado con papel de color, sobre el que se colocará una hoja de papel acanalado, y sobre éste se pone la primera camada de tomates bien alineada, con la parte lisa hacia el papel acanalado. Se continúa hasta terminar de llenarlo, se dobla el papel que forra el cajón, se coloca una hoja de papel acanalado y se clava el fondo. Es mejor que los tomates vayan envueltos en papel adecuado. Se colocará como máximo tres camadas. Las leyendas e inscripciones de estos cajones deberán hacerse de acuerdo con las mismas disposiciones que rigen para la exportación de fruta fresca (decreto de 21 de diciembre de 1933). Se aconseja colocar una etiqueta con el nombre del productor; esto será siempre conveniente para aquellos que trabajen bien y les resultará beneficioso, pues al acreditar sus productos obtendrán mejores precios.

            Los cajones de 15 kilogramos se empacarán invertidos, irán forrados con papel de color y llevarán una hoja de papel acanalado en la tapa y en el fondo, en la misma forma descripta anteriormente.

            El uso de papel de color para forrar interiormente los cajones es recomendable, porque además de dar una mejor presentación, puede servir, según su color, para indicar la clase y grado de selección.

            No hay que olvidarse que la presentación y la vista tienen una gran importancia para la mejor comercialización de frutas y hortalizas; es por ello que aconsejamos que en los cajones que se destinen a las grandes plazas de consumo interno, se coloquen también vistosas etiquetas que, a la vez que sirven de propaganda, hacen identificable el producto con las ventajas que hemos indicado más arriba.

 

Enfermedades y plagas.

 

            Existen en el país enfermedades y plagas del tomate, algunas de ellas tan graves, que ocasionan grandes perjuicios, como el de la pérdida del plantío.

            Debe tenerse toda clase de precauciones. No sembrar en zonas infectadas; desinfectar las semillas antes de la siembra; tratar preventivamente las plantas, tanto en el almácigo como en el cultivo. Consultar a los técnicos inmediatamente que se notara alguna anormalidad en el cultivo. Las enfermedades criptogámicas son algunas veces graves. La “septoria” debe prevenirse, ya que curarla es imposible. Esta enfermedad se conoce por manchas circulares, de color marrón, que se forman en las hojas. La “bacteriosis o podredumbre apical”, que ataca a los frutos, también es bastante grave.

            Los tratamientos preventivos con caldo bordelés al 0,50 % en el almácigo y 1 % en el plantío la previenen, y deben repetirse cada 20 o 30 días, y más a menudo cuando abundan las lluvias y días calurosos y húmedos que favorecen el desarrollo de estas enfermedades.

            Entre las plagas más conocidas existen los pulgones, que se combaten con soluciones de nicotina y que son insectos chupadores, de tamaño chico, color verde, y que en gran número se ubican en la parte inferior de las hojas.

            Las orugas de lepidópteros que se alimentan con las hojas, frutos y otras, que se introducen en el tallo, se combatirán con soluciones arsenicales, arseniato de plomo, por ejemplo.

 

Fórmulas de soluciones para pulverizar.

 

CALDO BORDELÉS

 

            Agua ....................................................................................................................... 100 litros

            Sulfato de cobre......................................................................................................... 1 kilo

            Cal viva.................................................................................................................... 800 gramos

 

         Para prepararlo se disuelve el sulfato de cobre en 50 litros de agua y la cal se apaga poco a poco, para formar una pasta que se disuelve en los otros 50 litros; se revuelven bien los dos líquidos y se mezclan en un tercer recipiente, echando al mismo tiempo.

         Se continúa revolviendo, para que se mezclen bien y se puede utilizar inmediatamente.

         Cada vez que se cargue el pulverizador debe revolverse el caldo.

 

SOLUCIÓN DE NICOTINA

 

            Sulfato de nicotina (40 %)..................................................................................... 125 gramos

            Soda de lavar.......................................................................................................... 300 gramos

            Agua

 

         Se disuelve la soda en el agua y luego se agrega la nicotina. Esta solución debe aplicarse con bastante presión, tratando de que el líquido llegue al lugar en que se encuentran los insectos.

 

SOLUCIÓN ARESENICAL

 

            Arseniato de plomo............................................................................................... 400 gramos

            Agua........................................................................................................................ 100 litros

            Pasta de cal apagada................................................................................................. 1 kilo

 

         Con el arseniato se hace una pasta, para lo cual se agrega poco a poco agua; luego la pasta se disuelve en 50 litros de agua. En los 50 litros restantes se disuelve la pasta de cal, y luego se mezclan.

         Los aparatos pulverizadores que se utilicen deben poseer agitador para mantener en suspensión el arseniato, ya que no es soluble.

         Esta solución actúa como tóxico para las orugas que, al alimentarse de las hojas, tallos o frutos, se envenenan y mueren.

         No debe utilizarse esta solución cuando los frutos ya tienen tamaño y están por madurar, pues al consumirlos, si no se tiene la precaución de lavarlos, pueden provocar trastornos intestinales.

 

 

 

 

 

Digitalizado por la Voluntaria Consuelo Fraga