Santiago Montero Díaz 1911-1985 Profesor e ideólogo español, nacido en El Ferrol el 21 de enero de 1911. Desde muy niño se trasladó con su familia a Cuba, donde cursó la primera enseñanza en el colegio de los Hermanos Maristas de Cienfuegos, en la entonces provincia de Santa Clara. Regresó a España en 1922, para estudiar en La Coruña, en el Instituto y en el colegio de los Hermanos Maristas, y en El Ferrol, con los Padres Mercedarios, la segunda enseñanza, alcanzando el título de bachiller en octubre de 1926 por la Universidad de Santiago. Cursa la licenciatura en Filosofía y Letras (sección de Historia) entre 1926 y 1929, obteniendo en la universidad de Santiago el título de Licenciado con nota de sobresaliente y premio extraordinario en octubre de 1929. Ese mismo año es nombrado profesor ayudante de clases prácticas de la Facultad de Santiago. Más tarde cursa en Madrid el Doctorado y las asignaturas complementarias del Cuerpo de Archiveros, ingresando mediante oposición en agosto de 1931 en el Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, siendo destinado a la Biblioteca Nacional, de la que pasó, a petición propia, a la misma dependencia de la Universidad de Santiago. Fue Vicepresidente de la Sección de Ciencias Historias del Ateneo de Madrid en los años de 1931 y 1932. Comienza a publicar algunos artículos sobre autores españoles, como Feijoo y Huarte de San Juan. Al proclamarse la República militaba Santiago Montero en las filas comunistas. En ese mismo año de 1931 publicó en Valencia un opúsculo dedicado a Los Separatismos («Por esa razón, más que por otra alguna, el movimiento federal de España debía ir vinculado a un movimiento democrático. De lo contrario, por grandes que sean nuestros sentimientos nacionalistas, estamos dispuestos a retrasar nuestros deseos, antes que contemplar las clases proletarias entregadas al arbitrio de las minorías explotadoras en una España escindida y disuelta»). Y también en 1931 polemiza con Ramiro Ledesma Ramos en La Conquista del Estado, mediante una larga carta polémica. En 1932, también desde una óptica afín a la III Internacional, publica en Valencia otro «Cuaderno de Cultura», esta vez dedicado al Fascismo. En ese opúsculo ofrece la siguiente opinión sobre Ledesma y el grupo de La conquista del Estado: |
«Con este nombre se constituyó en Madrid, en los últimos tiempos de la monarquía, una entidad política que pretendía como su título y el de su semanario dejaba traslucir, la toma del Poder. Era, realmente, un producto elaborado por una peña de intelectuales, inclinados hacia las soluciones políticosociales del fascismo. Todos los postulados de éste en Italia: nacionalismo, supremacía del Estado, corporativismo, culto a la patria, eran proclamados en el periódico. La diferencia era táctica, pues el fascismo desarrollaba la táctica de la violencia y de la lucha contra el comunismo, como medio de conquistar el Poder burgués, mientras que La conquista del Estado, órgano de los fascistas platónicos, no hacía sino prometer actuar con iguales procedimientos, sin realizar la menor acción. De todas maneras, es digno de citarse aquel ensayo fascista, realizado por unos jóvenes de talento, para que se vea el formidable poder mimético de este régimen, que tales entusiasmos despierta entre los medios financieros e intelectuales neta y específicamente burgueses.» |
Pero Santiago Montero pronto iba a transformarse de un comunista en un nacional sindicalista. En 1933, una oportuna beca facilita su estancia en Alemania, cerca del Profesor Erich Caspar, en el «Historische Seminar» de la Universidad de Berlín, donde también tuvo ocasión de seguir un cursillo con el Profesor Gamillscheg, en el «Romanische Seminar» de la misma Universidad. De suerte que, en diciembre de 1933, ya encontramos su firma en la revista JONS, bajo un artículo que lleva por título: «Esquema de doctrina unitaria». Por esos meses Montero Díaz representa el jonsismo en Galicia. Escribía Ramiro Ledesma en 1935: |
«Montero Díaz comenzó a publicar en Galicia un periódico, Unidad, al objeto de obstruir el Estatuto autonómico que preparaba la confabulación gallega separatista-caciquil. Esa campaña, proseguida en discursos y conferencias, puso a Montero en plena movilización política, convirtiéndose pronto en el adalid de la juventud gallega patriota y nacional-sindicalista. Entonces ingresó en las JONS, y el Triunvirato Ejecutivo Central puso en sus manos la organización entera de Galicia. Montero Díaz había sido comunista, si bien de un comunismo lleno de resonancias y apetencias nada bolcheviques. Cuando se publicaba La Conquista del Estado, Montero era comunista, creo que incluso afiliado en el partido y directivo de sus juventudes. Escribió una larga carta polémica a Ledesma, que éste publicó en el periódico, pues advirtió enseguida en ella la verdadera y profunda filiación de Montero Díaz, en quien la posición comunista obedecía a una sugestión falsa. La carta, bien escrita y combativa, denunciaba ya lo que en realidad era Montero y lo que le llevó más tarde a las JONS: un patriota revolucionario, un subversivo contra el desorden nacional y la poquedad española, es decir, un nacional-sindicalista. Se hizo cargo de la labor jonsista en Galicia, y muy pronto los grupos, que hasta entonces vivían desconectados y con poco aliento, se convirtieron en los más activos, disciplinados y entusiastas de España. Montero rigió las JONS gallegas, hasta el momento mismo de la fusión con F.E. Ya hablaremos más adelante de su actitud con relación a esa fusión.» |
En efecto, el radicalismo jonsista de Santiago Montero no pudo soportar la fusión de febrero de 1934 con Falange Española: dimitió de sus cargos y se dio de baja en la organización. El 12 de marzo de 1934 escribe Montero Díaz a Ramiro Ledesma: |
«Querido camarada Ledesma: Las J.O.N.S. no se desvían, decían los números 5 y 6 de nuestra revista, refiriéndose a F.E. |
Ese mismo año alcanza el grado de Doctor, y al parecer, cuando la revolución de octubre de 1934 en Asturias, ejerció de agitador, calentando a los mineros refiriéndose despectivamente a la dureza de su trabajo, vestido de señorito. En enero de 1935 los dirigentes de JONS abandonan la disciplina de Falange Española: Ramiro Ledesma escribió entonces a Santiago Montero: «Querido camarada: fuiste profeta y tenías toda la razón cuando se planteó la cuestión JONS-FE (...)» El 22 de febrero de 1936 gana la cátedra de «Historia de la Edad Media Universal» de la Universidad de Murcia. Durante la guerra civil apoyó al bando nacional, participando en actos de propaganda y publicando La política social en la zona marxista (Bilbao 1938, 77 págs.) y La revolución nacional-sindicalista y los trabajadores (Zaragoza 1939, 48 págs.). También intervino en las reediciones de 1938 y 1939 del Discurso a las juventudes de España de Ledesma. Terminada la guerra pronunció en la Universidad de Murcia el discurso de apertura del curso 1939-1940, La Universidad y los orígenes del Nacional-Sindicalismo. Santiago Montero asumiría en 1941, diez años después de su carta crítica a La Conquista del Estado, y cinco años después de la muerte de Ramiro, la tarea de recopilar los Escritos Filosóficos del fundador de las JONS, publicados junto con su interesante estudio: «La evolución intelectual de Ramiro Ledesma». Había ya obtenido el trasladó a la Universidad de Madrid, donde había de encargarse durante muchos años de la cátedra de «Historia de la Filosofía antigua» en la Facultad de Filosofía y Letras. En febrero de 1965 fue uno de los catedráticos que encabezó en Madrid la famosa manifestación estudiantil que supuso la expulsión de la Universidad de aquellos profesores: Enrique Tierno Galván, Agustín García Calvo, José Luis López-Aranguren, Santiago Montero Díaz y Aguilar Navarro. Esta expulsión temporal de la Universidad le brindó la ocasión de recuperar pasados radicalismos, al tomar contacto con el MIR chileno, según recuerda Francisco Alvarez González en su artículo «Mi amistad con Constantino Láscaris» (Revista Acta Académica, Universidad Autónoma de Centro América, nº 24, mayo 1999, págs. 168-175): |
«Por mi parte, yo nunca fui su alumno porque Montero Díaz sólo fue a la universidad de Madrid con posterioridad a la guerra civil y yo, como advertí, había terminado mi licenciatura antes. ¡De nuevo otra vez el obligado antes y después con motivo de aquella dichosa guerra! Mi relación con él se entabló de la siguiente manera: allá, por el año 1966, estando yo en Chile y siendo Director del Instituto de Filosofía de la Universidad de Concepción, nos enteramos de una especie de hecho escandaloso que había acontecido en la universidad de Madrid: se trataba de que habían suspendido del ejercicio de sus cátedras, no sé si temporal o definitivamente, a algunos catedráticos y, entre ellos, a dos que nos afectaban muy directamente por ser filósofos, José Luis Aranguren y Santiago Montero Díaz, precisamente. La verdad es que el último no era filósofo sino historiador, pero lo cierto es que, como apuntaba más arriba, tenía a su cargo la cátedra de historia de la filosofía antigua y, bajo este desempeño, es como le había conocido Láscaris. El Instituto, ante aquel atentado a la libertad de cátedra del franquismo, a pesar de que éste, por entonces, andaba ya, como resultado de los tiempos, muy moderado y ya no era la atroz y dura dictadura que había sido durante las décadas de los cuarenta y de los cincuenta, decidió invitar a ambos ilustres pensadores a que vinieran a la universidad de Concepción para impartir en ella sus clases. Recuerdo que José Luis Aranguren agradeció, pero declinó la invitación porque había aceptado ya un ofrecimiento similar que le había hecho una, creo, universidad norteamericana. Pero Santiago Montero Díaz aceptó y vino al Instituto como profesor titular. Estuvo allá por algún tiempo, dos o tres años, hasta que cambiando el ambiente en la península, se regresó a España. Por cierto que mis relaciones con él no fueron demasiado cordiales. Sí, al principio, pero, a poco, se hicieron más bien tirantes. La razón, muy sencilla: Montero Díaz, que había sido adicto al régimen –al de Franco, se entiende–, falangista o, más bien, de las JONS, a la sazón había cambiado, se había ido al otro extremo y eso explica el porqué de su cesantía como catedrático de la universidad. A poco de llegar a Chile comenzó a ligarse estrechamente con el sector más extremista y radicalizado de la universidad, los dirigentes del movimiento de izquierda revolucionaria, conocido con las siglas de MIR. Aparte esto, en relación con la política interna de España, era nacionalista gallego. Recuerdo que, en alguna ocasión, invitados ambos, el y yo, a cenar por el funcionario que dirigía los programas de extensión de la universidad, un gran señor, en el transcurso de la conversación, no sé cómo, derivó ésta hacia Castilla y Galicia y, con pasión y hasta, creo, con ánimo de fastidiarme, pues sabía bien que era castellano, salió de pronto con que Galicia era un país conquistado y esclavizado por Castilla y, no sé por cuáles desvíos del discurso, dedicóse a lanzar algunas invectivas en contra del Cid y de los castellanos, sus descendientes. A mí, entonces, se me ocurrió decir algo así como esto: "yo no sé si Ruy Díaz del Vivar fue todo eso que Ud. dice, pero, en todo caso, advierto que no desciendo de él, pues me apellido Alvarez y no Díaz". Lógicamente, Montero Díaz cogió la pulla y, a poco, dimos por terminada la cena. Cuando le conté a Láscaris estas experiencias mías en Chile y algunas de las salidas y posturas de Montero Díaz, rió mucho y me explicó que siempre había sido así, mordaz, satírico y que todo eso, aparte su saber, eran las razones de que conquistase la buena voluntad y admiración de muchos de sus alumnos.» |
Santiago Montero Díaz falleció en 1985. Tesis doctorales dirigidas por Santiago Montero Díaz:
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