Santiago Montero Díaz 1911-1985

Profesor e ideólogo español, nacido en El Ferrol el 21 de enero de 1911. Desde muy niño se trasladó con su familia a Cuba, donde cursó la primera enseñanza en el colegio de los Hermanos Maristas de Cienfuegos, en la entonces provincia de Santa Clara. Regresó a España en 1922, para estudiar en La Coruña, en el Instituto y en el colegio de los Hermanos Maristas, y en El Ferrol, con los Padres Mercedarios, la segunda enseñanza, alcanzando el título de bachiller en octubre de 1926 por la Universidad de Santiago. Cursa la licenciatura en Filosofía y Letras (sección de Historia) entre 1926 y 1929, obteniendo en la universidad de Santiago el título de Licenciado con nota de sobresaliente y premio extraordinario en octubre de 1929. Ese mismo año es nombrado profesor ayudante de clases prácticas de la Facultad de Santiago. Más tarde cursa en Madrid el Doctorado y las asignaturas complementarias del Cuerpo de Archiveros, ingresando mediante oposición en agosto de 1931 en el Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, siendo destinado a la Biblioteca Nacional, de la que pasó, a petición propia, a la misma dependencia de la Universidad de Santiago. Fue Vicepresidente de la Sección de Ciencias Historias del Ateneo de Madrid en los años de 1931 y 1932. Comienza a publicar algunos artículos sobre autores españoles, como Feijoo y Huarte de San Juan.

Al proclamarse la República militaba Santiago Montero en las filas comunistas. En ese mismo año de 1931 publicó en Valencia un opúsculo dedicado a Los Separatismos («Por esa razón, más que por otra alguna, el movimiento federal de España debía ir vinculado a un movimiento democrático. De lo contrario, por grandes que sean nuestros sentimientos nacionalistas, estamos dispuestos a retrasar nuestros deseos, antes que contemplar las clases proletarias entregadas al arbitrio de las minorías explotadoras en una España escindida y disuelta»). Y también en 1931 polemiza con Ramiro Ledesma Ramos en La Conquista del Estado, mediante una larga carta polémica. En 1932, también desde una óptica afín a la III Internacional, publica en Valencia otro «Cuaderno de Cultura», esta vez dedicado al Fascismo. En ese opúsculo ofrece la siguiente opinión sobre Ledesma y el grupo de La conquista del Estado:

«Con este nombre se constituyó en Madrid, en los últimos tiempos de la monarquía, una entidad política que pretendía como su título y el de su semanario dejaba traslucir, la toma del Poder. Era, realmente, un producto elaborado por una peña de intelectuales, inclinados hacia las soluciones políticosociales del fascismo. Todos los postulados de éste en Italia: nacionalismo, supremacía del Estado, corporativismo, culto a la patria, eran proclamados en el periódico. La diferencia era táctica, pues el fascismo desarrollaba la táctica de la violencia y de la lucha contra el comunismo, como medio de conquistar el Poder burgués, mientras que La conquista del Estado, órgano de los fascistas platónicos, no hacía sino prometer actuar con iguales procedimientos, sin realizar la menor acción. De todas maneras, es digno de citarse aquel ensayo fascista, realizado por unos jóvenes de talento, para que se vea el formidable poder mimético de este régimen, que tales entusiasmos despierta entre los medios financieros e intelectuales neta y específicamente burgueses.»

Pero Santiago Montero pronto iba a transformarse de un comunista en un nacional sindicalista. En 1933, una oportuna beca facilita su estancia en Alemania, cerca del Profesor Erich Caspar, en el «Historische Seminar» de la Universidad de Berlín, donde también tuvo ocasión de seguir un cursillo con el Profesor Gamillscheg, en el «Romanische Seminar» de la misma Universidad. De suerte que, en diciembre de 1933, ya encontramos su firma en la revista JONS, bajo un artículo que lleva por título: «Esquema de doctrina unitaria». Por esos meses Montero Díaz representa el jonsismo en Galicia. Escribía Ramiro Ledesma en 1935:

«Montero Díaz comenzó a publicar en Galicia un periódico, Unidad, al objeto de obstruir el Estatuto autonómico que preparaba la confabulación gallega separatista-caciquil. Esa campaña, proseguida en discursos y conferencias, puso a Montero en plena movilización política, convirtiéndose pronto en el adalid de la juventud gallega patriota y nacional-sindicalista. Entonces ingresó en las JONS, y el Triunvirato Ejecutivo Central puso en sus manos la organización entera de Galicia. Montero Díaz había sido comunista, si bien de un comunismo lleno de resonancias y apetencias nada bolcheviques. Cuando se publicaba La Conquista del Estado, Montero era comunista, creo que incluso afiliado en el partido y directivo de sus juventudes. Escribió una larga carta polémica a Ledesma, que éste publicó en el periódico, pues advirtió enseguida en ella la verdadera y profunda filiación de Montero Díaz, en quien la posición comunista obedecía a una sugestión falsa. La carta, bien escrita y combativa, denunciaba ya lo que en realidad era Montero y lo que le llevó más tarde a las JONS: un patriota revolucionario, un subversivo contra el desorden nacional y la poquedad española, es decir, un nacional-sindicalista. Se hizo cargo de la labor jonsista en Galicia, y muy pronto los grupos, que hasta entonces vivían desconectados y con poco aliento, se convirtieron en los más activos, disciplinados y entusiastas de España. Montero rigió las JONS gallegas, hasta el momento mismo de la fusión con F.E. Ya hablaremos más adelante de su actitud con relación a esa fusión.»

En efecto, el radicalismo jonsista de Santiago Montero no pudo soportar la fusión de febrero de 1934 con Falange Española: dimitió de sus cargos y se dio de baja en la organización. El 12 de marzo de 1934 escribe Montero Díaz a Ramiro Ledesma:

«Querido camarada Ledesma: Las J.O.N.S. no se desvían, decían los números 5 y 6 de nuestra revista, refiriéndose a F.E.
Y cuando ingresé en las J.O.N.S., llevando un compacto grupo de militantes conmigo, hice de esta plataforma una consigna. Manteníamos el sentido patriota y revolucionario de las J.O.N.S. como nuestra bandera de combate más diáfana.
Llegó el Consejo Nacional, al que no pude asistir. Ya conoces la opinión que os remití.
Centuplicar nuestras actividades, aclarar nuestra actitud; no fundirnos con un movimiento cuyas limitaciones derechistas eran bien patentes.
Y las J.O.N.S. se desviaron.
Yo, por la campaña que hice en toda Galicia contra la F.E., basándose en aquellas circulares vuestras; porque sé que, a pesar de todas las declaraciones verbalistas en contrario, las gentes, el contenido y las maneras políticas de la Falange están en abierta oposición a la revolución nacional, y siguen estándolo, me encuentro totalmente desplazado dentro de un movimiento que quiere unir dos tendencias en realidad tan distintas como las primitivas J.O.N.S. y la Falange.
Y los revolucionarios de envergadura española os sentiréis también desplazados muy pronto.
Aquella campaña mía me inutiliza en Galicia para militar bajo la doble advocación de F.E. de las J.O.N.S., cuya irreductibilidad mantuve a capa y espada.
Mi íntima convicción de que, malgré lui, los contingentes falangistas están muy lejos de entender y sentir los objetivos reales de nuestra revolución, me impide prestar la disciplina inquebrantable y fanática que necesito dar al Partido.
Por esto, camarada, y en congruencia con mi tajante opinión, remitida al Consejo Nacional, prefiero situarme voluntariamente fuera de la nueva disciplina.
Entiende bien –te lo digo a ti porque ni un solo momento reconozco otro jefe político– que mi fe nacional-sindicalista no ha sufrido ni sufrirá el más mínimo quebranto. Pero mi colaboración bajo otros jefes, que sé que representan otro concepto de la revolución, es imposible.
Se llamará izquierdista a esta actitud. Y no lo es. Es, en cambio, derechista la esencia misma de la Falange. Esa esencia se conserva a pesar de la unión. Y se impondrá, por desgracia, camarada Ledesma. Algún día te darás cuenta de ello.
Y si ese día decides recobrar la independencia del movimiento o crear uno nuevo bajo las mismas orientaciones que las primitivas J.O.N.S., «planteando la lucha con el marxismo en el plano de la rivalidad revolucionaria, me volverás a tener incondicionalmente bajo tu jefatura.
Si ese día no llega, o mientras no llegue, puedes tener la seguridad de que mi retirada de toda actividad política será radical y definitiva. Pondré en mi silencio la misma energía que me has visto poner en la acción jonsista en Galicia.
Salud, camarada, y hasta que tú quieras. Santiago Montero Díaz. 12-marzo-1934.»

Ese mismo año alcanza el grado de Doctor, y al parecer, cuando la revolución de octubre de 1934 en Asturias, ejerció de agitador, calentando a los mineros refiriéndose despectivamente a la dureza de su trabajo, vestido de señorito. En enero de 1935 los dirigentes de JONS abandonan la disciplina de Falange Española: Ramiro Ledesma escribió entonces a Santiago Montero: «Querido camarada: fuiste profeta y tenías toda la razón cuando se planteó la cuestión JONS-FE (...)»

El 22 de febrero de 1936 gana la cátedra de «Historia de la Edad Media Universal» de la Universidad de Murcia. Durante la guerra civil apoyó al bando nacional, participando en actos de propaganda y publicando La política social en la zona marxista (Bilbao 1938, 77 págs.) y La revolución nacional-sindicalista y los trabajadores (Zaragoza 1939, 48 págs.). También intervino en las reediciones de 1938 y 1939 del Discurso a las juventudes de España de Ledesma. Terminada la guerra pronunció en la Universidad de Murcia el discurso de apertura del curso 1939-1940, La Universidad y los orígenes del Nacional-Sindicalismo.

Santiago Montero asumiría en 1941, diez años después de su carta crítica a La Conquista del Estado, y cinco años después de la muerte de Ramiro, la tarea de recopilar los Escritos Filosóficos del fundador de las JONS, publicados junto con su interesante estudio: «La evolución intelectual de Ramiro Ledesma».

Había ya obtenido el trasladó a la Universidad de Madrid, donde había de encargarse durante muchos años de la cátedra de «Historia de la Filosofía antigua» en la Facultad de Filosofía y Letras.

En febrero de 1965 fue uno de los catedráticos que encabezó en Madrid la famosa manifestación estudiantil que supuso la expulsión de la Universidad de aquellos profesores: Enrique Tierno Galván, Agustín García Calvo, José Luis López-Aranguren, Santiago Montero Díaz y Aguilar Navarro.

Esta expulsión temporal de la Universidad le brindó la ocasión de recuperar pasados radicalismos, al tomar contacto con el MIR chileno, según recuerda Francisco Alvarez González en su artículo «Mi amistad con Constantino Láscaris» (Revista Acta Académica, Universidad Autónoma de Centro América, nº 24, mayo 1999, págs. 168-175):

«Por mi parte, yo nunca fui su alumno porque Montero Díaz sólo fue a la universidad de Madrid con posterioridad a la guerra civil y yo, como advertí, había terminado mi licenciatura antes. ¡De nuevo otra vez el obligado antes y después con motivo de aquella dichosa guerra! Mi relación con él se entabló de la siguiente manera: allá, por el año 1966, estando yo en Chile y siendo Director del Instituto de Filosofía de la Universidad de Concepción, nos enteramos de una especie de hecho escandaloso que había acontecido en la universidad de Madrid: se trataba de que habían suspendido del ejercicio de sus cátedras, no sé si temporal o definitivamente, a algunos catedráticos y, entre ellos, a dos que nos afectaban muy directamente por ser filósofos, José Luis Aranguren y Santiago Montero Díaz, precisamente. La verdad es que el último no era filósofo sino historiador, pero lo cierto es que, como apuntaba más arriba, tenía a su cargo la cátedra de historia de la filosofía antigua y, bajo este desempeño, es como le había conocido Láscaris. El Instituto, ante aquel atentado a la libertad de cátedra del franquismo, a pesar de que éste, por entonces, andaba ya, como resultado de los tiempos, muy moderado y ya no era la atroz y dura dictadura que había sido durante las décadas de los cuarenta y de los cincuenta, decidió invitar a ambos ilustres pensadores a que vinieran a la universidad de Concepción para impartir en ella sus clases. Recuerdo que José Luis Aranguren agradeció, pero declinó la invitación porque había aceptado ya un ofrecimiento similar que le había hecho una, creo, universidad norteamericana. Pero Santiago Montero Díaz aceptó y vino al Instituto como profesor titular. Estuvo allá por algún tiempo, dos o tres años, hasta que cambiando el ambiente en la península, se regresó a España. Por cierto que mis relaciones con él no fueron demasiado cordiales. Sí, al principio, pero, a poco, se hicieron más bien tirantes. La razón, muy sencilla: Montero Díaz, que había sido adicto al régimen –al de Franco, se entiende–, falangista o, más bien, de las JONS, a la sazón había cambiado, se había ido al otro extremo y eso explica el porqué de su cesantía como catedrático de la universidad. A poco de llegar a Chile comenzó a ligarse estrechamente con el sector más extremista y radicalizado de la universidad, los dirigentes del movimiento de izquierda revolucionaria, conocido con las siglas de MIR. Aparte esto, en relación con la política interna de España, era nacionalista gallego. Recuerdo que, en alguna ocasión, invitados ambos, el y yo, a cenar por el funcionario que dirigía los programas de extensión de la universidad, un gran señor, en el transcurso de la conversación, no sé cómo, derivó ésta hacia Castilla y Galicia y, con pasión y hasta, creo, con ánimo de fastidiarme, pues sabía bien que era castellano, salió de pronto con que Galicia era un país conquistado y esclavizado por Castilla y, no sé por cuáles desvíos del discurso, dedicóse a lanzar algunas invectivas en contra del Cid y de los castellanos, sus descendientes. A mí, entonces, se me ocurrió decir algo así como esto: "yo no sé si Ruy Díaz del Vivar fue todo eso que Ud. dice, pero, en todo caso, advierto que no desciendo de él, pues me apellido Alvarez y no Díaz". Lógicamente, Montero Díaz cogió la pulla y, a poco, dimos por terminada la cena. Cuando le conté a Láscaris estas experiencias mías en Chile y algunas de las salidas y posturas de Montero Díaz, rió mucho y me explicó que siempre había sido así, mordaz, satírico y que todo eso, aparte su saber, eran las razones de que conquistase la buena voluntad y admiración de muchos de sus alumnos.»

Santiago Montero Díaz falleció en 1985.

Tesis doctorales dirigidas por Santiago Montero Díaz:
  1. José María Sánchez de Muniaín Gil, Teoría de la belleza del paisaje, Universidad de Madrid 1942. Director: Santiago Montero Díaz.
  2. Francisco Solano Aguirre, Sobre los fundamentos históricos de la noción de materia, Universidad de Madrid 1946. Director: Santiago Montero Díaz.
  3. Constantino Láscaris-Comneno Micolaw, El pensamiento filosófico de Quevedo, Universidad de Madrid 1946. Director: Santiago Montero Díaz.
  4. Gustavo Bueno Martínez, Fundamento formal y material de la moderna filosofía de la religión, Universidad de Madrid 1947. Director: Santiago Montero Díaz. Tribunal: Juan Zaragüeta Bengoechea, Juan Francisco Yela Utrilla, José María Sánchez de Muniaín Gil, Anselmo Romero Marín.
  5. Carlos Castro Cubells, Aportaciones al estudio filosófico del Romanticismo, Universidad de Madrid 1947. Director: Santiago Montero Díaz.
  6. Margherita Morreale de Castro, Pedro Simón Abril, Universidad de Madrid 1947, T332. Director: Santiago Montero Díaz.
  7. Elías Martínez Ruiz, El motivo de «Los problemas fundamentales de la Filosofía y del Dogma» de Amor Ruibal. Replanteamiento de la abstracción son su valor ontológico, Universidad de Madrid 1948. Director: Santiago Montero Díaz.
  8. Saturnino Casas Blanco, Demostración de la existencia de Dios en la filosofía de Don Angel Amor Ruibal, Universidad de Madrid 1948. Director: Santiago Montero Díaz.
  9. José María Rivas Rivas, Las ideas filosóficas del Padre Feijoo, Universidad de Madrid 1949. Director: Santiago Montero Díaz.
  10. José Antonio Míguez Rodríguez, Voluntad y vida en el pensamiento romántico alemán, Universidad de Madrid 1949, T7290. Director: Santiago Montero Díaz.
  11. Salvador Mañero Mañero, Dios en concepción aristotélica del universo, Universidad de Madrid 1950. Director: Santiago Montero Díaz (en sustitución de Juan Francisco Yela Utrilla, fallecido). Tribunal: Víctor García Hoz, Leopoldo Eulogio Palacios Rodríguez, José María Sánchez de Muniaín Gil, Carlos París.
  12. Emilio Lledó Iñigo, El concepto «Poíesis» en la filosofía griega, Universidad de Madrid 1956. Director: Santiago Montero Díaz.
  13. Roberto de la Guardia, Mitología rural panameña, Universidad de Madrid 1961, T24226. Director: Santiago Montero Díaz.
  14. Elsie Alvarado de Ricord, La obra poética de Dámaso Alonso, Universidad de Madrid 1963, T7462. Director: Santiago Montero Díaz.
  15. Santiago Melón Fernández, Política y religión en la sociología de Durkheim, Universidad de Madrid 1963, T7467. Director: Santiago Montero Díaz.
  16. Pío López Martínez, La historia de las religiones en el pensamiento español del siglo XIX, Universidad de Madrid 1963, T7476. Director: Santiago Montero Díaz.
  17. Gustavo García de Paredes, El pensamiento de don Lorenzo Hervás y Panduro: su significación en las ciencias del espíritu, Universidad de Madrid 1963, T7479. Director: Santiago Montero Díaz.
  18. Alicia Simonet Barrio, Orígenes de la realeza mediterránea en el mundo clásico, Universidad de Madrid 1963, T7488. Director: Santiago Montero Díaz.
  19. José Jurado Domínguez, Fuentes griegas del «De Amicitia», Universidad de Madrid 1963, T7492. Director: Santiago Montero Díaz.
  20. Carlos Amable Baliñas Fernández, La historicidad del ser, el concepto de Historia, Universidad de Madrid 1963, T7557. Director: Santiago Montero Díaz.
  21. José María Casaus Muñoz, El sentimiento religioso en la poesía española contemporánea, Universidad de Madrid 1963, T7643. Director: Santiago Montero Díaz.
  22. Ada Suárez Díaz, El antillano, Universidad de Madrid 1964, T7527. Director: Santiago Montero Díaz.
  23. Ramón López Caneda, Prisciliano, su ideología y su significado en la historia cultural de Galicia, Universidad de Madrid 1964, T7533. Director: Santiago Montero Díaz.
  24. José Prado Vázquez, El mundo clásico en la obra del Padre Feijoo, Universidad de Madrid 1964, T7620. Director: Santiago Montero Díaz.
  25. María Natividad Robledo García, El mundo clásico en el pensamiento español contemporáneo: Unamuno, A. Machado, Baroja y Pérez de Ayala, Universidad de Madrid 1965, T7606. Director: Santiago Montero Díaz.
  26. Manuel Espadas Burgos, La periodización de la Historia en el pensamiento romano, Universidad de Madrid 1965, T10169. Director: Santiago Montero Díaz.
  27. Nelly López Guillén de Hernández, Historia y política en el pensamiento del emperador Claudio Flavio Juliano, Universidad de Madrid 1966, T24052. Director: Santiago Montero Díaz.
  28. Luis Miguel Pérez del Valle, Necesidad divina e historia humana, elementos para una filosofía de la historia en Tertuliano, Universidad de Madrid 1967, T9801. Director: Santiago Montero Díaz.
  29. María del Carmen Die Goyanes, Ausiano Marcelino, historiador de las religiones, Universidad de Madrid 1968, T12356. Director: Santiago Montero Díaz.
  30. José María Román Fuentes, La autocrítica religiosa en el catolicismo español contemporáneo, Universidad de Madrid 1969, T24256. Director: Santiago Montero Díaz.
  31. Salvador Parga y Pondal, Comarca natural de Bergantinos, Universidad de Madrid 19??, T7280. Director: Santiago Montero Díaz.
  32. Domingo Plácido Suárez, La polis en el pensamiento de Protágoras, Universidad Complutense de Madrid 1972, T9449. Director: Santiago Montero Díaz.
  33. Andrés Tudela Hernández, La música en la Biblia y sus influencias en las sinagogas sefardíes y asquenazies, Universidad Complutense de Madrid 1974, T9234. Director: Santiago Montero Díaz.
  34. Víctor Sienkievich, Los orígenes del Gran Ducado de Lituania, Universidad Complutense de Madrid 1976, T10093. Director: Santiago Montero Díaz.
  35. Jorge Martínez-Pinna Nieto, Los orígenes del ejército romano: estudios de las formas pre-militares en su relación con las estructuras sociales de la Roma más primitiva, Universidad Complutense de Madrid 1980, T11117. Director: Santiago Montero Díaz. Tribunal: María Ruiz Trapero, Martín Almagro Basch, José María Blázquez Martínez, Lisardo Rubio.
  36. Josefina Ruiz Trapero, La religión mexicana precolombina, Universidad Complutense de Madrid 1982, T11975. Director: Santiago Montero Díaz. Tribunal: Tomás Marín Martínez, Jaime Delgado Martín, Juan Pérez de Tudela y Bueso, Leoncio Cabrero Fernández.
  37. José Luis Riestra Rodríguez, La concepción geográfica de Cayo Cornelio Tácito, Universidad Complutense de Madrid 1983, T12416. Director: Santiago Montero Díaz. Tribunal: José Manuel Casas Torres, José María Blázquez Martínez, María Ruiz Trapero, Federico Lara Peinado.
Bibliografía cronológica de Santiago Montero Díaz
  • El viaje de Pedro de Unamuno por el Pacífico y costa de Méjico, Madrid 1930.
  • Los separatismos, Cuadernos de cultura, nº 39, Valencia 1931, 47 págs.
  • Galicia en el Padre Feijoo. Conferencia, Imprenta «La Rafa», Madrid 1931, 47 págs.
  • Sobre la ciencia española, Madrid 1931.
  • Juan Huarte de San Juan (sobre la edición Sanz del «Examen de Ingenios», Madrid 1931.
  • Las ideas estéticas del P. Feijoo, Santiago 1932 (Tip. de «El Eco Franciscano»), 94 págs.
  • Fascismo, Cuadernos de cultura, nº 53, Valencia 1932, 44 págs.
  • «Esquema de doctrina unitaria,» Revista JONS, número 1, Madrid 1933.
  • Aportaciones geográficas del gobernador de Filipinas Guido Lavezares, Publicaciones de la Sociedad Geográfica Nacional (serie B, nº 17), Madrid 1933, 2 map. pleg., 27 págs.
  • Las miniaturas del tumbo A de la Catedral de Santiago, Santiago 1933.
  • «A propósito de un libro de Marañón», Santiago 1935 (Tip. de «El Eco Franciscano»), 20 págs.
  • «Sobre Trajano (con motivo de un libro reciente)», en Boletín de la Universidad de Santiago, 1935, 18 págs.
  • La colección diplomática de San Martín de Jubia (977-1199), Santiago 1935.
  • «Notas sobre "La hija del aire"», en Las Ciencias, año III, nº 1, Madrid 1936.
  • Introducción al estudio de la Edad Media Universal, Seminario de Estudios Medioevales de la Universidad de Murcia, 1936, 156 págs.
  • La política social en la zona marxista, Editorial Libertad, Bilbao 1938 (II Año Triunfal), 77 págs.
  • «Epílogo» a Ramiro Ledesma Ramos, Discurso a las juventudes de España, 2ª edición, Ediciones FE, mayo 1938, págs. 207-212 (firmado en el "Frente de Lérida, 17 de mayo de 1938, II año triunfal").
  • «Prólogo» a Ramiro Ledesma Ramos, Discurso a las juventudes de España, 3ª edición, Ediciones FE, Barcelona 1939.
  • La revolución nacional-sindicalista y los trabajadores, Editorial Libertad, Zaragoza 1939 (III año triunfal), 48 págs.
  • Por la Patria, el Pan y la Justicia, Madrid 1939.
  • La Universidad y los orígenes del Nacional-Sindicalismo, Discurso de apertura del año académico de 1939 a 1940 en la Universidad de Murcia, 1939, 79 págs.
  • Misión de la Universidad, Madrid 1940, 15 págs.
  • La doctrina de la Historia en los tratadistas españoles del Siglo de Oro, [Conferencia en el año académico 1939-1940], 37 págs.
  • Programa para el cursillo sobre el pensamiento de Francisco Suárez y la influencia del Suarismo en la Filosofía moderna, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Murcia 1940, 16 págs.
  • «La evolución intelectual de Ramiro Ledesma», en la edición preparada por el propio Santiago Montero de los Escritos Filosóficos de Ramiro Ledesma Ramos, Imprenta y Encuadernación de los Sobrinos de la Sucesora de M. Minuesa de los Ríos, Madrid 1941.
  • Semblanza italiana de Pedro III de Aragón, conferencia leída en el Instituto Italiano de Cultura de Madrid el 7 de mayo de 1940, Madrid 1941, 31 págs.
  • Idea del Imperio, Escuela de Formación y Capacitación de la Vieja Guardia, Madrid 1943, 32 págs.
  • Los españoles hablan (pasajes de la conferencia sobre política nacional e internacional pronunciada por el catedrático de la Universidad Central, D. Santiago Montero Díaz en la Delegación Provincial de Educación Nacional), Madrid 1943, 3 págs.
  • «Estoicismo e Historiografía», Revista de la Universidad de Madrid, Tomo III. Letras, págs. 67-89, Madrid 1943.
  • «La poesía de Leopoldo Marechal», en Revista de Indias, nº 14, Madrid 1943.
  • Historia Universal antigua y media: Conceptos fundamentales, Ediciones Pegaso, Madrid 1943, 118 págs.
  • Alejandro Magno, Atlas, Madrid 1944, 157 págs.
  • Mussolini, 1919-1944 (conferencia pronunciada en el Paraninfo de la Universidad Central), Escuela de Formación y Capacitación de Vieja Guardia, Madrid 1944, 45 págs.
  • «Cervantes en Turguenief y Dostoyevsky», en Revista de Estudios Políticos, nº 27-28, págs. 111-142, Madrid 1946.
  • «El individualismo político en el pensamiento griego», en Revista Cisneros, nº 11, Madrid 1946, 22 págs.
  • De Caliclés a Trajano : Estudios sobre historia política del mundo antiguo, Instituto de Estudios Políticos, Madrid 1948, 204 págs.
  • Introducción al estudio de la Edad Media, Publicaciones del Seminario de Historia de la Universidad de Murcia, 1948, 311 págs.
  • Las Ideas político-sociales de Guillermo de Ockam (1300-1349), Escuela Social de Madrid, Madrid 1949, 30 págs.
  • «El mito de Quetzalcoatl», en Cuadernos Hispanoamericanos, nº 15, Madrid 1950.
  • Semblanza de San Isidoro, leída el 23 de abril de 1953 por el catedrático Dr. D. Santiago Montero Díaz, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid 1953, 18 págs.
  • Cervantes, compañero eterno, Aramo (Colección Tema Ibérico), Madrid 1957, 200 págs.
  • Ramiro Ledesma Ramos, Madrid 1962, 75 págs.
  • Biografía completa de Juliano el Apóstata, Ibérico Europea de Ediciones (Los Protagonistas de la Historia, v. 19), Madrid 1969, 32 págs.
Textos de Santiago Montero Díaz en el Proyecto Filosofía en español:

 

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