Mortimer Jerome Adler 1902-2001
Ideólogo norteamericano que, tras la segunda guerra mundial, impulsó una consolidación doctrinal del imperio norteamericano mediante la difusión de los clásicos de la filosofía y de la cultura desde una suerte de neoescolástica filotomista, nacido en Nueva York el 28 de diciembre de 1902, y fallecido en su casa de San Mateo, California, el 28 de junio de 2001. Desde los catorce años comenzó a colaborar en el Sun de Nueva York, iniciando una carrera de periodista que compatibilizaba con los estudios nocturnos en la Universidad de Columbia. Al parecer fue la autobiografía de John Stuart Mill, en la que el filósofo inglés asegura que ya leía a Platón cuando sólo tenía cinco años, la que le llevó al estudio de los clásicos y a interesarse por la filosofía. En Columbia recibió influjos del filósofo pragmatista John Dewey (1859-1952) y sobre todo del profesor de literatura y ensayista John Erskine (1879-1951) –quien ya desde 1920, con su mentor, Georg Edward Woodberry, venía organizando en Columbia unos cursos voluntarios sobre «grandes libros», y que se llevó consigo a Adler a la Universidad de Chicago, cuando se trasladó a esa ciudad–. Publicó su primera obra en 1927, Dialéctica, en la que glosa las grandes ideas filosóficas y religiosas que han conformado la civilización occidental. Comenzó a trabajar como profesor de filosofía en la Universidad de Chicago, pero sus métodos, basados en la lectura, discusión y análisis de los clásicos, buscando una integración de la filosofía con las restantes disciplinas académicas, provocaron un conflicto con los hábitos de sus colegas de facultad, que se resolvieron con el traslado de Adler en 1931 a la Facultad de Derecho, como profesor de filosofía del derecho. En 1936 publicó La educación superior en América, en 1937 Lo que el hombre ha hecho del hombre y en 1940 Cómo leer un libro, obra que alcanzó gran difusión, numerosas reediciones, y le permitió ganar prestigio y popularidad. En 1945, cuando el desenlace de la guerra mundial facilitaba la consolidación de los Estados Unidos de Norteamérica como el nuevo imperio hegemónico enfrentado al imperio soviético, supo Adler advertir que era imprescindible reconstruir el sistema de ideas sobre el que fundamentar todo ese «Mundo Occidental» que ahora podían capitanear. Cincuenta años antes los franceses, en otro de esos intentos por saciar sus siempre frustradas querencias imperiales, habían encontrado en Andrés Lalande el apóstol de una voluntad asimilacionista asentada en cierta «razón constituyente» unificativa, que esperaba alcanzar la globalización filosófica (de la lengua francesa) mediante esa reducción que es el Vocabulario técnico y crítico de la filosofía, pero que no sobrepasó más allá del entorno gremial filosófico francés (y su área de influencia). Y acababa de producirse el desenlace del ansia germana por reducir el mundo, la filosofía, e incluso la condición humana misma, al imperio de la lengua alemana: el activismo nazi y los campos de exterminio habían alcanzado su apoteosis y el consiguiente aniquilamiento militar no era sino la prueba suprema y cruda de la objetividad histórica. Mortimer Adler, que en 1944 había ya publicado Cómo pensar la guerra y la paz, dedicó siete años a su ambicioso proyecto de sistematización globalizadora, desde la lengua inglesa, de los grandes Libros y las grandes Ideas de la tradición occidental. El resultado del proyecto de Adler y sus colaboradores fue publicado en 1952 por la Enciclopedia Británica, bajo la supervisión de la Universidad de Chicago. [La Enciclopedia Británica, que comenzó a prepararse en Edimburgo en 1768 y conoció su primera edición en 1771, desde principios del siglo XX era ya una empresa norteamericana: la decimoprimera edición (1910-1911) se publicó todavía en colaboración con la Universidad de Oxford, pero cuando la decimocuarta edición (1929) incluso la empresa estaba ya asentada en Estados Unidos. La Universidad de Chicago fue fundada en 1891 por la Sociedad de Educación Baptista Americana con el patrocinio económico del magnate petrolífero John D. Rockefeller: «mi mejor inversión», aseguró una vez consolidada.] Se trata de una colección de 54 volúmenes: Great Books of the Western World. Los volúmenes 4 a 54 ofrecen versiones en inglés de las 443 obras seleccionadas como grandes libros del mundo occidental, dedicándose los volúmenes a los siguientes autores: 4: Homero; 5: Esquilo, Sófocles, Eurípides, Aristófanes; 6: Herodoto, Tucídides; 7: Platón; 8 y 9: Aristóteles; 10: Hipócrates, Galeno; 11: Euclides, Arquímedes, Apolonio, Nicómaco; 12: Lucrecio, Epicteto, Marco Aurelio; 13: Virgilio; 14: Plutarco; 15: Tácito; 16: Tolomeo, Copérnico, Kepler; 17: Plotino; 18: Agustín; 19 y 20: Tomás de Aquino; 21: Dante; 22: Chaucer; 23: Maquiavelo, Hobbes; 24: Rabelais; 25: Montaigne; 26 y 27: Shakespeare; 28: Gilbert, Galileo, Harvey; 29: Cervantes; 30: Francis Bacon; 31: Descartes, Espinosa; 32: Milton; 33: Pascal; 34: Newton, Huygens; 35: Locke, Berkeley, Hume; 36: Swift, Sterne; 37: Fielding; 38: Montesquieu, Rousseau; 39: Adam Smith; 40 y 41 Gibbon; 42: Kant; 43: Independencia americana, federalistas, J. S. Mill; 44: Boswell; 45: Lavoisier, Fourier, Faraday; 46: Hegel; 47: Goethe; 48: Melville; 49: Darwin; 50: Marx, Engels; 51: Tolstoy; 52: Dostoieski; 53: William James; y 54: Freud. Pero esta colección no hubiera pasado de una antología de textos más o menos bien seleccionada de no haber sido por los tres primeros volúmenes, que ofrecen la clave sistemática buscada por Mortimer Adler. En el primero de ellos, The Great Conversation, se incluye la fundamentación teórica del proyecto y la pragmática relación de quienes con sus aportaciones económicas permitieron su culminación. La Gran Conversación es como bautiza Adler esa ideología armonista desde la que busca la reconstrucción sistemática del mundo de postguerra: «Estamos tan preocupados como cualquiera otro con el abismo en el que la civilización Occidental parece haberse zambullido. Creemos que las voces que pueden restaurar la cordura a Occidente son las de aquellas que han tomado parte en la Gran Conversación...» Los tomos 2 y 3 contienen la obra sistemática propiamente dicha: Las grandes Ideas, un syntopicon de los grandes libros del mundo occidental (se trata de dos tomos de 1082 y 1346 páginas). Este syntopicon, entendido por Adler como un «instrumento para la educación liberal», y no sólo como un índice de los asuntos tratados en los «grandes libros», está compuesto por ciento dos capítulos, dedicados a otras tantas Ideas. Cada una de estas Ideas recibe un tratamiento similar: una introducción, el índice jerarquizado de asuntos, las citas a los lugares de los grandes libros donde se tratan esos asuntos, referencias cruzadas y lecturas adicionales. Así por ejemplo, la primera Idea analizada (según el orden alfabético del inglés) es «Angel». Se distinguen ocho epígrafes para tratar esa idea (que luego se subdividen a su vez): 1. Deidades inferiores o semi dioses en las religiones politeístas, 2. Consideración filosófica de las inteligencias puras, las sustancias espirituales y las personas sobrehumanas, 3. La concepción de los ángeles en la doctrina judeo cristiana, 4. Comparación de los ángeles con los hombres y con los espíritus incorpóreos: su relación con lo sagrado en los coros celestiales, 5. Distinción y comparación entre los ángeles buenos y los malos, 6. El papel de los ángeles en el gobierno del universo, 7. Dios y el Demonio, 8. Críticas y sátiras respecto a las creencias en ángeles y demonios. En este caso dieciocho páginas, la mitad de ellas de referencias bibliográficas sistemáticamente organizadas. Como puede entenderse la presencia de Aristóteles y de Santo Tomás de Aquino (que junto con Shakespeare y Gibbon son los únicos que merecen dos volúmenes en la colección de grandes libros) es muy abundante. Además de Cervantes, figuran los siguientes autores hispanos de los que se ofrecen citas precisas como lecturas adicionales: Pedro Alfonso (1062-c1110), Pedro Hispano (c1210-1277), Raimundo Lulio (1235-1315), Gutierre Díaz de Gamez (c1379-c1450), Francisco de Vitoria (c1480-1546), San Ignacio de Loyola (1491-1556), Juan Luis Vives (1492-1540), Domingo de Soto (1494-1560), Santa Teresa de Jesús (1515-1582), Juan de Mariana (1536-1624), San Juan de la Cruz (1542-1591), Mateo Alemán (1547-c1614), Francisco Suárez (1548-1617), Tirso de Molina (c1570-1648), Juan de Santo Tomás (1589-1644), Pedro Calderón de la Barca (1600-1681), Baltasar Gracián (1601-1658), Jorge Santayana (1863-1952), Miguel de Unamuno (1864-1936), José Ortega y Gasset (1883-1955), Salvador de Madariaga (1886-) y Joaquín Xirau (1895-). Los ciento dos capítulos dedicados a las grandes Ideas son los siguientes (el número corresponde al número de capítulo, según la ordenación alfabética de las ideas nombradas en lengua inglesa): 88 Alma, 50 Amor, 1 Angel, 2 Animal, 3 Aristocracia, 4 Arte, 5 Astronomía, 6 Belleza, 30 Bien y mal, 10 Cambio, 76 Cantidad, 74 Castigo, 8 Causa, 83 Ciencia, 11 Ciudadano, 43 Conocimiento, 12 Constitución, 14 Costumbre y convención, 75 Cualidad, 19 Deber, 15 Definición, 16 Democracia, 17 Deseo, 27 Destino, 18 Dialéctica, 29 Dios, 20 Educación, 21 Elemento, 22 Emoción, 87 Esclavitud, 89 Espacio, 90 Estado, 23 Eternidad, 24 Evolución, 25 Experiencia, 26 Familia, 33 Felicidad, 66 Filosofía, 67 Física, 28 Forma, 31 Gobierno, 98 Guerra y paz, 32 Hábito, 36 Hipótesis, 34 Historia, 51 Hombre, 35 Honor, 37 Idea, 39 Inducción, 40 Infinito, 38 Inmortalidad, 41 Juicio, 42 Justicia, 45 Lenguaje, 46 Ley, 47 Libertad, 49 Lógica, 52 Matemáticas, 53 Materia, 54 Mecánica, 55 Medicina, 56 Memoria e imaginación, 58 Mente, 57 Metafísica, 82 Mismo y otro, 59 Monarquía, 102 Mundo, 60 Naturaleza, 61 Necesidad y contingencia, 62 Oligarquía, 64 Opinión, 65 Oposición, 86 Pecado, 68 Placer y dolor, 69 Poesía, 9 Posibilidad, 70 Principio, 72 Profecía, 71 Progreso, 73 Prudencia, 77 Razonamiento, 78 Relación, 79 Religión, 81 Retórica, 80 Revolución, 99 Riqueza, 101 Sabiduría, 84 Sentido, 7 Ser, 85 Signo y símbolo, 91 Templanza, 92 Teología, 93 Tiempo, 95 Tiranía, 44 Trabajo, 96 Universal y particular, 63 Uno y múltiple, 13 Valor, 94 Verdad, 48 Vida y muerte, 97 Virtud y vicio, y 100 Voluntad. Obsérvese que Ideas como las de Gracia o Cultura no han merecido entrada propia, aunque sí pueden encontrarse los lugares donde han sido mencionadas en un índice de términos que figura al final del syntopicon. A la presentación de la gran obra fueron invitadas figuras relevantes, entre ellas el teólogo francés Jacques Maritain, quien, en las palabras que pronunció en el acto celebrado en abril de 1952, glosó la importancia de la obra y en particular del syntopicon y expresó el siguiente deseo: «El Syntopicon aparece como un punto de partida. Esperemos que el paso siguiente sea un resumen –que el Sr. Adler llama una Summa Dialectica– si no de principios y certezas teóricas aceptadas por el intelecto Occidental, sí al menos de las cuestiones cruciales ante las que nos enfrentamos y de las respuestas diferentes que se pueden ofrecer». El éxito editorial de los Grandes Libros y de las Grandes Ideas fue muy grande durante la segunda mitad del siglo XX. En varias facultades humanísticas de universidades norteamericanas el Syntopicon sirve incluso como guía para organizar los estudios. La primera edición de los 54 volúmenes de 1952 fue objeto de numerosas reimpresiones (por ejemplo, disponemos de la vigésimo primera, publicada en 1977). Pero en la versión de 1986 se introdujo una modificación importante en el Syntopicon (apreciable ya en una significativa disminución del número de páginas que forman los dos tomos, que perdieron más de setecientas páginas sin que se modificase ni el formato de la caja ni el tamaño de la letra: antes tenían los dos tomos del syntopicon 1082 y 1346 páginas, desde 1986 pasaron a tener 750 y 932 páginas). ¿Qué pudo haber sucedido? Pues que mientras que las citas del Syntopicon ofrecían antes las referencias íntegras (incluso de forma canónica, lo que permitía manejar cualquier otra edición de esos textos), además de las páginas correspondientes a GBWW; a partir de 1986 el Syntopicon sólo ofrece ya las páginas correspondientes a la propia obra (perdiendo así buena parte del valor bibliográfico que tenía la obra por sí misma) y elimina algunas referencias. Veamos un ejemplo de esta decadencia que advertimos:
Como complemento a estas obras, entre 1961 y 1998 se publicó un anuario titulado The Great Ideas Today, editado por Robert Maynard Hutchins (Presidente, Centro para el Estudio de las Instituciones democráticas y Editor en jefe de Great Books of the Western World) y por Mortimer Jerome Adler (Director, Instituto para la Investigación Filosófica y Editor en jefe de The Great Ideas: A Syntopicon of GBWW). Estos anuarios tienen el mismo formato que la obra de la que son complemento y están divididos en cuatro partes: la primera ofrece un symposium sobre algún asunto actual, con cuatro o cinco colaboraciones a cargo de personalidades diversas; en la segunda se ofrece un balance anual del desarrollo de las artes y las ciencias; la tercera se titula estatus contemporáneo de una gran idea; y la cuarta añadidos a la biblioteca de grandes libros. Así, por ejemplo, The Great Ideas Today 1968 ofrece entre otros contenidos un symposium sobre «Ideas y Política», con textos del senador Eugene J. McCarthy, Theodore C. Sorensen, Richard H. Rovere y Arthur Schlesinger Jr.; y un análisis y bibliografía de la Idea de Igualdad (que no figura entre las 102 tratadas en el syntopicon); y en The Great Ideas Today 1969 se dedica el symposium a «La Universidad hoy», con textos de Clark Kerr, Edward H. Levi, Noam Chomsky, John R. Seeley y el propio Mortimer J. Adler; en la parte dedicada a las Ideas escribe Etienne Gilson, «La Idea de Dios y los problemas del Ateísmo»; y entre los textos se incluye el Proslogion de San Anselmo, y una selección de materiales sobre la idea de universidad en el siglo XIX, con escritos de Guillermo de Humboldt, el cardenal Newman y John Stuart Mill. En 1990 se publicó una segunda edición actualizada de GBWW, en 60 volúmenes (en la que el syntopicon ocupa los dos primeros volúmenes, pues La gran conversación, antiguo primer tomo, se ve reducida a un opúsculo publicado aparte). El éxito de esta nueva edición sigue siendo grande: en 1996 aparecía su sexta reimpresión. Los 60 volúmenes suman 37.000 páginas y contienen 517 obras íntegras. En sus anuncios aseguran que «150 universitarios han trabajado elaborando el Syntopicon durante 10 años». La obra fue también dirigida por Mortimer Adler, y en su consejo editorial figuraba por ejemplo el economista John Kenneth Galbraith. En esta segunda edición fueron retiradas cuatro obras presentes en la primera: el tratado de las Cónicas de Apolonio, la Teoría analítica del calor de Fourier, Tom Jones de Fielding y Tristram Shandy de Sterne. Entre los autores anteriores al siglo XX se incrementó notablemente la presencia de franceses: Moliere, Racine, Voltaire, Diderot, Balzac y Tocqueville. No deja de ser curioso que se dedicase ahora todo un tomo a Calvino, y que se diese entrada a Erasmo. Se incorporan también Austen, Eliot, Dickens, Twain, Ibsen, Kierkegaard, Nietzsche, y todos los autores correspondientes a los nuevos tomos, del 55 al 60. Así quedó la nueva selección: 3: Homero; 4: Esquilo, Sófocles, Eurípides, Aristófanes; 5: Herodoto, Tucídides; 6: Platón; 7 y 8: Aristóteles; 9: Hipócrates, Galeno; 10: Euclides, Arquímedes, Nicómaco; 11: Lucrecio, Epicteto, Marco Aurelio, Plotino; 12: Virgilio; 13: Plutarco; 14: Tácito; 15: Tolomeo, Copérnico, Kepler; 16: Agustín; 17 y 18: Tomás de Aquino; 19: Dante, Chaucer; 20. Calvino, 21: Maquiavelo, Hobbes; 22: Rabelais; 23: Erasmo, Montaigne; 24 y 25: Shakespeare; 26: Gilbert, Galileo, Harvey; 27: Cervantes; 28: Bacon, Descartes, Espinosa; 29: Milton; 30: Pascal; 31: Moliere, Racine. 32: Newton, Huygens; 33: Locke, Berkeley, Hume; 34: Swift, Voltaire, Diderot; 35: Montesquieu, Rousseau; 36: Adam Smith; 37 y 38 Gibbon; 39: Kant; 40: J. S. Mill; 41: Boswell; 42: Lavoisier, Faraday; 43: Hegel, Kierkegaard, Nietzsche; 44. Tocqueville; 45: Goethe, Balzac; 46. Austen, George Eliot, 47. Dickens, 48: Melville, Twain; 49: Darwin; 50: Marx, Engels; 51: Tolstoy; 52: Dostoieski, Ibsen; 53: William James; 54: Freud; 55. William James, Bergson, Dewey, Whitehead, Russell, Heidegger, Wittgenstein, Barth; 56: Poincare, Planck, Whitehead, Einstein, Eddington, Bohr, Hardy, Heisenberg, Schrodinger, Dobzhansky, Waddington; 57: Veblen, Tawney, Keynes; 58: Frazer, Weber, Huizinga, Levi-Strauss; 59: Henry James, Shaw, Conrad, Chejov, Pirandello, Proust, Cather, Mann, Joyce; y 60: Woolf, Kafka, Lawrence, T.S. Eliot, O’Neill, Fitzgerald, Faulkner, Brecht, Hemingway, Orwell, Beckett. En esta segunda edición de 1990, aunque el syntopicon fue retocado, mantiene sus dos tomos y los ciento dos capítulos dedicados a las mismas grandes ideas. Al aparecer esta segunda edición le reprocharon no haber incluido autores negros en su antología: contestó Adler en Los Angeles Times, asegurando que si no lo había hecho era porque «no habían escrito ningún buen libro». En septiembre de 1997 Mortimer Adler se lamentaba, en un correo difundido por una lista de discusión vía internet, de haberse olvidado de incluir el Corán entre las obras de referencia a las que se remite desde las entradas del syntopicon, donde el Antiguo y el Nuevo Testamento están bien presentes. ¡Lástima que por un par de meses no pudiera llegar a conocer la gran conversación que se inició en su ciudad natal el once de septiembre! Mortimer Adler, a lo largo de su larga vida y de su abundante producción escrita, ha influido en no pocas iniciativas «filosóficas» desarrolladas en los Estados Unidos de Norteamérica, cuando no ha sido él mismo su promotor: la Fundación de los Grandes Libros desde los cuarenta (que impulsó junto con Robert Maynard Hutchins), el Instituto Aspen desde los cincuenta, el Instituto de Investigaciones Filosóficas, el programa Paideia que impulsó en los ochenta, la Academia Angelicum, el Centro para el Estudio de las Grandes Ideas (que fundó junto con Max Weismann) en los noventa, su presencia en programas de televisión, la Academia Radical, &c. Las posiciones que animan a quienes se mueven en el entorno ideológico de Mortimer Adler pueden leerse en el manifiesto de la Academia Radical, una de las instituciones por él inspiradas (y que se presenta como continuadora de un realismo filosófico donde las personalidades de referencia son Aristóteles, Santo Tomás, el propio Mortimer Adler, Jacques Maritain y John Wild; y donde dicen seguir la tradición liberal clásica de John Locke y de Thomas Jefferson). Vertimos a la lengua la parte en la que definen las falsas filosofías a las que se oponen: |
«Doctrinas a las que nos oponemos. La Academia Radical, en tanto es un foro abierto a la discusión y da la bienvenida a todos para debatir las cuestiones, se opone intelectualmente, sin embargo, a los siguientes dogmas filosóficos, tal como se aplican normalmente en el contexto de nuestras experiencias comunes objetivas. Es opinión de la Academia que cada uno de estos dogmas, cuando se aplica a los asuntos humanos corrientes, contribuye a su manera al incremento de las tonterías filosóficas: |
Mortimer Adler, que se autodefinió durante décadas como «pagano», decidió, ya octogenario, abrazar el cristianismo, y confundido por la secta de los episcopalianos, en la que militaba su esposa, recibió el bautismo el 21 de abril de 1984 de manos de un clérigo sucesor de aquellos emigrantes anglicanos secesionistas. Pero, quince años después, una vez fallecida su esposa Carolina en 1998, el escolástico neotomista que fue Adler toda su vida, cerca ya de los cien años, alcanzó a entender la indudable superioridad que representa el Obispo de Roma sobre el Arzobispo de Canterbury, y sin duda influido por el alegato profilosófico que supuso la encíclica Fides et Ratio, abrazó al año siguiente el catolicismo, en diciembre de 1999, con gran alborozo de la ortodoxia católica toda: |
El impacto de una conversión en el ocaso de una vida. Mortimer J. Adler se ha convertido en uno de los filósofos más conocidos del siglo XX por su difusión de la filosofía clásica y su contribución al resurgimiento de los estudios sobre Santo Tomás de Aquino, pese a que siempre se confesó no creyente. Al cumplir 97 años de edad, Adler ya no es noticia por sus debates filosóficos sino por haberse convertido al catolicismo, fe que siempre estuvo «rondando» desde una perspectiva intelectual y que ahora abraza como el fundamento de toda su existencia. |
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