Juan Aparicio López 1906-1996
Cuando el grupo de La Conquista del Estado se transformó, en octubre de 1931, en las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista, Juan Aparicio se encargó de la Secretaría de Redacción y de la confección de la revista JONS. Fue él quien propuso como emblema de esta organización política el yugo y las flechas, inspirado por un recuerdo de estudiante en Granada, donde el socialista Fernando de los Ríos, «explicando un día en su cátedra de Derecho político una lección sobre el Estado fascista, después de hacer alusión al emblema lictorio del hacha y de las vergas, dibujó en la pizarra el haz de flechas y el yugo, diciendo que éste sería el emblema del fascismo, de haber nacido o surgido en España» (¿Fascismo en España?). Así lo explicaba Aparicio treinta y seis años después: «Para explicar esta historia, que muy pocos conocen, hay que situarnos en 1931. Es asombrosa esta cabal satisfacción de haber visto, al cabo de los años como lo que eran cábalas, elucubraciones literarias o incluso políticas, han plasmado símbolos por los que ha muerto mucha gente y que han amparado a mucha gente más. Yo nací en Guadix. Al reconquistarla los Reyes Católicos en 1489, a las puertas de Granada, le otorgaron el 'stegmma' del yugo y las flechas. ¿Sabe usted una cosa? No, no la sabrá. Hay un opúsculo del catedrático Maldonado en el que hace un estudio genial situando el yugo y las flechas en Virgilio, como un símbolo de la Roma imperial cuando superó un período de anarquía. ¿Sabe lo que ellos veían en el yugo?... Pues el 'devellare superbos' y el levantar a los humildes. Aquel yugo y aquellas flechas de Virgilio los recogió Nebrija que se lo propuso a los Reyes Católicos como un símbolo de la unidad después del período decadente de Enrique IV. Fernando e Isabel se lo iban dando a las tierras conquistadas y lo iban grabando, según avanzaban. ¿Sabe? Desde que tuve uso de razón el yugo y las flechas me rodeaban en Guadix: estaba en la plaza, en las fuentes, en las torres y hasta en los papeles del Casino que lo usaban como emblema. Lo que son las cosas. En 1924, cuando yo estudiaba Derecho en Granada, nos llevó el catedrático socialista Fernando de los Ríos a ver una capilla. En su verja, en 1924, estaba grabado el yugo y las flechas. El se volvió y nos dijo: 'Este podía ser el emblema de un faschismo español'. El decía 'faschismo'. Bueno, a donde iba: Yo era Secretario General de las JONS, con Ramiro. Ramiro, que no era nada simpático, pero era un hombre genial, se le había ocurrido como símbolo una garra hispánica. Incluso la llevaba bordada sobre un jersey amarillo con el que iba a esquiar. Debajo de la garra, el lema era: 'No parar hasta conquistar'. Una vez le escribió una carta al comandante Franco, a Ramón Franco, y le decía: 'Hay que hacer la revolución hispánica' y había puesto la garra rodeada de pistolas. Yo intenté convencerle del yugo y las flechas, pero tenía muchos reparos a lo del yugo: 'La gente va a pensar otra cosa'. Incluso llegamos a un intermedio: la garra empuñando las flechas. Y fue Roberto Escribano, cuyo padre, farmacéutico, había inventado la 'sanoaspirina', el primero que dibujó, en la edad contemporánea, el yugo y las flechas. Onésimo, que tenía los mismos reparos al yugo quedó convencido en 1931 y en aquel manifiesto, de cuatro hojas, apareció impreso el emblema. Por cierto, que en 1933, cuando empezamos a colaborar con José Antonio, Sánchez Mazas había llegado –y pronunció una conferencia sobre ello– a lo del yugo y las flechas por distintos caminos que el mío, que el de Guadix. Y por cierto, también que yo expuse mi teoría en un poema en prosa, que firmé con mis iniciales, J.A., porque en el mismo número escribía otra cosa sobre las camisas. Y mire usted por donde, cuando la guerra, todos creyeron que el poema estaba firmado por José Antonio.» (Aparicio entrevistado por Pedro Rodríguez en Arriba, 1967; tomado de Tomás Borrás, Ramiro Ledesma Ramos, Editora Nacional, Madrid 1971, págs. 304-306). Fue también Juan Aparicio quien propuso la bandera roja y negra para las JONS: «nosotros fuimos los que unimos 'nacional' y 'sindicalismo'; queríamos nacionalizar el sindicalismo ácrata, pero teníamos el suficiente instinto táctico para comprender que si no podíamos ni debíamos atraer a los comunistas y a los socialistas, sí debíamos llevar a nuestra causa a los hombres de la CNT y de la FAI; y lo conseguimos: usted sabe que Alvarez Sotomayor fue 'líder' de las JONS y procedía de la CNT...» (entrevista en Arriba, 1967). Y a él también se debe el grito «España, una, grande y libre». En 1932 comenzó a colaborar en El Sol, en marzo de 1933 participa en El Fascio, y desde de junio de 1933 trabaja en Informaciones. Cuando en febrero de 1934 se produjo la fusión entre Falange Española y las JONS, le fue asignado a Juan Aparicio el carnet número 7. En enero de 1935 Aparicio figura entre los dirigentes de las JONS que deciden abandonar la disciplina de Falange Española de las JONS. Comienza a trabajar en el diario Ya como editorialista. «Algo le había tratado [a Juan Aparicio] en Acción Española durante los años de la República. Granadino, de cultura muy vasta, era entonces profesor de la Escuela de Periodismo de El Debate y colaborador del diario vespertino Ya, aunque nada tuviese que ver su ideología con la que dominaba la Santa Casa. Algunos amigos míos fueron alumnos suyos en unas clases particulares de latín que daba en su domicilio. A uno de ellos, que le preguntó, al día siguiente de un mitin de Primo de Rivera en el cine Madrid, el 17 de noviembre de 1935, si él había asistido también, le replicó con desdeñosa ironía: —No me interesa oír a Ortega en mangas de camisa...» (Eugenio Vegas Latapie, Los caminos del desengaño, memorias políticas 1936-1938, Tebas, Madrid 1987, página 259.) Al poco de iniciarse la guerra civil logra llegar a Salamanca, junto con Ernesto Giménez Caballero, donde había de jugar un papel importante en la propaganda del nuevo régimen cuya jefatura había asumido Franco, y es nombrado director de La Gaceta Regional de Salamanca (el único periódico con el que contaba Ernesto Giménez Caballero cuando Franco le confió, noviembre de 1936, el Ministerio de Prensa y Propaganda con Millán Astray). Giménez Caballero (en Memorias de un dictador, 1979, ed. de 1981, pág. 102) reconstruye así la conversación con Millán Astray aquel 8 de noviembre de 1936: «—Ya tenemos para papel. Si nos da una orden requisaremos unas máquinas de escribir, unos receptores de radio y unos colaboradores. —¿Qué colaboradores? ¡Cuidado! —Ante todo el director de La Gaceta Regional, Juan Aparicio, mi camarada desde La Gaceta Literaria, secretario en la Conquista del Estado y las JONS. Con ese periódico de Salamanca y El Adelanto por lo menos el Caudillo leerá las noticias... que el propio Franco nos proporcione.» Terminada la guerra, el mismo año 1939, preparó Juan Aparicio la edición de las antologías que publicó Editora Nacional de La Conquista del Estado y de la revista JONS. En octubre de 1941 le fue confiada la Delegación Nacional de Prensa, función que desempeñó cerca de cinco años: durante ese período fundó Así es, La Estafeta Literaria, El Español, Fantasía, La Gaceta de la Prensa Española, Fénix y Memoranda y documenta. El 17 de noviembre de 1941 inició su andadura la Escuela Oficial de Periodismo, su creación predilecta. En 1946 pasó a dirigir Pueblo, volviendo de nuevo entre 1951 y 1957 a ocupar la dirección general de Prensa.
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