Aniceto Olano Galarraga OFMCap 1896-1966
Clérigo católico español e ideólogo de la filosofía vasca, nacido el 17 de abril de 1896, hijo de una familia de labradores, en la aldea de Olazabal, o Alzo de Arriba (Guipúzcoa), conocido también por «Miguel de Alzo» y «Aita Amialde». Como había sucedido con sus dos hermanos mayores, Miguel Angel (1891-1970, capuchino misionero en Guam, en el archipiélago micronesio de las Marianas) y Dionisio (1894-1964, capuchino y escritor en vascuence), también Aniceto fue captado desde muy joven por la organización Ordo Fratrum Minorum Capuccinorum, que le sometió al aprendizaje habitual que practicaba durante aquellos años con los jovencitos que adquiría en aquellas partes de España: el estudio de las llamadas «humanidades» en su «Seminario Seráfico de Alsasua» (Navarra), la imposición del hábito capuchino, a los quince años, en el Convento de Sangüesa (Navarra) –al aceptar esa regla y vestir su hábito, el doce de agosto de 1911, el nuevo fraile capuchino adoptó el alias de «Fray Miguel de Alzo OFMCap»–, unos meses de adaptación y noviciado antes de confirmar la profesión religiosa –el quince de agosto de 1912–, los estudios de Filosofía en el Convento de Fuenterrabía –donde se graduó de bachiller el 14 de octubre de 1918– y tras la instrucción en Teología recibida en Pamplona, la ordenación como presbítero, el tres de abril de 1920. Ya capuchino y sacerdote prosiguió Aniceto Olano –Miguel de Alzo– su formación en la Universidad de Madrid (Besteiro le otorgó una matrícula de honor), donde estudió Derecho y Filosofía y Letras, hasta que decidió trasladarse a Barcelona, en cuya universidad «florecían, al parecer, con más lozanía los estudios de Filosofía». Mantuvo por lo visto estrecha relación con Jaime Serra Hunter, profesor de Historia de la Filosofía, y con Tomás Carreras Artau, profesor de Ética, «en los seminarios de Metafísica y Folklore, que respectivamente dirigían». |
«Por el trienio de 1920 al 1922 fué llamado a Barcelona, por la Mancomunidad Catalana, el Dr. Georges Dwelshauvers, para que bajo los auspicios de «Studis Catalans» dirigiera el Laboratorio de Psicología experimental. Este eminente filósofo, hasta entonces profesor de la Universidad de Bruselas y actualmente fundador y director del Laboratorio de Psicología experimental del Instituto Católico de París, asoció como a colaborador íntimo, durante los tres años de su permanencia en Barcelona, al P. Miguel de Alzo. |
Entre 1922 y 1924 ejerció como capellán militar del ejército español en Africa, donde se luchaba entonces por mantener la cristiandad de aquellas gentes, confundidas por los fanáticos musulmanes rifeños. Vuelto a Barcelona impartió la clase de vascuence que organizó la Sociedad de Estudios Vascos en el Solar Vasco-Navarro de Barcelona, hasta que en 1925 se disolvió el Solar. En 1926 obtuvo, por la Universidad Gregoriana de Roma, la licenciatura en Derecho canónico. Culminada su formación la organización a la que pertenecía le destinó como profesor en el Colegio de Lecároz, que los capuchinos habían construido en uno de los parajes más pintorescos del valle de Baztán (Navarra). Este convento, cuya primera piedra se había puesto en 1888 y fue inaugurado en 1891, como «Seminario Seráfico Capuchino para las misiones de España y Ultramar», sufrió los reajustes obligados tras la nueva realidad española posterior a 1898, y se fue transformando en un Colegio de segunda enseñanza, el «Colegio de Nuestra Señora del Buen Consejo», un internado que alcanzó gran fama durante las primeras décadas del siglo XX –hasta la dispersión de sus frailes por todo el mundo, tras el 18 de julio de 1936– y en el que sus 260 plazas para alumnos internos resultaban insuficientes para la demanda que gozaba entre una parte de la burguesía católica española (de ese colegio escribió por aquellos años Julio Altadill: «Jamás se han visto mejor que en Lecároz harmonizadas la asistencia intelectual y física con la economía, una comida sana, esmerada y abundante, clima encantador y educación religiosa irreprochable» EUI 29:1265, 1916) [a finales de los años ochenta del siglo XX, consumada ya la imparable decadencia de la organización capuchina por esos pagos, el edificio fue adquirido por el Estado y transformado en Instituto público de enseñanza secundaria]. El Colegio de Lecároz se convirtió desde muy pronto en un foco importante, cultivado por aquellos frailes capuchinos, de gestación, cultivo y propagación de algunas de las variantes del nacionalismo vasco. Enardecidos por las doctrinas de Sabino Arana Goiri, los primeros logros de la reivindicación autóctona de estos frailes se produjeron respecto de la propia organización administrativa de su orden, cuando lograron la secesión de un virtual Distritus Nullius Matritense al que estaban adscritos, y que dependía directamente del general capuchino residente en Roma (lo que tenía sentido cuando, antes de 1898, el Convento de Jesús de Medinaceli de Madrid se complementaba con el Convento de Lecároz, donde debían germinar los apóstoles capuchinos destinados a Ultramar). Al lograr cierta autonomía tanto de Roma como de Madrid, el Colegio de Lecároz alcanzó un notable protagonismo, que facilitó su conversión en uno de los semilleros del nacionalismo cultural vasco. Como es obvio, el nuevo nacionalismo cultural por construir debía fundamentarse sobre los tres pilares característicos de estos procesos ideológico políticos: la música, la filosofía y la lengua. En el Colegio de Lecároz se cultivó con especial cuidado la formación musical, y en las entrañas de sus muros se gestó el nacionalismo musical vasco de mano capuchina: Ismael Echezarra Quian («fray Israel de Tudela»), José Gonzalo Zulaika Arregui (1886-1956, «fray José Antonio de Donostia», «Padre Donostia», «Aita Donostia», al que ya en 1918 homenajearon las Juventudes del Partido Nacionalista Vasco, que presentaron al capuchino como el mejor teorizante musical del patrimonio vasco, que le llevó a creerse y convertirse en el verdadero apóstol de la música vasca –los compositores de la zona peregrinaban a Lecároz para presentar a la crítica del padre Donostia sus rasguños: Luis Urteaga, Víctor Zubizarreta, Juan Tellería –el autor de la música del Cara al Sol– &c.), Hilario Olazarán Salanueva (1894-1973, «Fray Hilario de Estella», «Aita Hilario Lizarrakoa», adalid del nacionalismo musical vasco, con un curso vital similar al de Aniceto Olano, pero dos años antes: nacido en Estella en 1894, alumno en 1906 del Colegio Seráfico de Alsasua, hábito capuchino en el Convento de Sangüesa en 1909, profesión religiosa en 1910, estudios de filosofía en el Convento de Fuenterrabía y profesión solemne en 1913, estudios de Teología en Pamplona y ordenación como presbítero en 1917, profesor del Colegio de Lecároz. Allí se hizo famosa la pareja que formó con el P. Donostia, y fueron muy celebrados los dúos de cámara en los que él tocaba el piano mientras el P. Donostia tañía el violín, y hasta los tríos, cuando introducían la flauta del padre José de Lesaka. La flauta vasca, el txistu, fue del gusto de Aita Hilario, que se convirtió en uno de sus difusores más efectivos, sobre todo tras la iniciativa de la Sociedad de Estudios Vascos, Eusko Ikaskuntza, de regalar txistus a cuantos pueblos lo solicitasen con promesa de aprovechamiento. Publicó en 1927 El txistu, lo que es y cómo se toca. Rafael Sánchez Mazas escribió en el ABC: «El P. Hilario enseñó a muchos niños a ser tamborileros, arte que hace a los niños graciosos, alegres y elegantes...». Tras la guerra se exilió a Chile, donde compuso distintas obras, como «Himno para los Jueves Eucarísticos» y «Pan de Dios, Himno del Congreso Eucarístico de Chile»), &c. Aniceto Olano Galarraga participó activamente en la vida del Colegio de Lecároz, del que fue profesor de filosofía y de derecho, asumiendo incluso la responsabilidad de prefecto de estudios entre 1926 y 1936. Allí tuvo ocasión de asistir a la inolvidable velada que tuvo lugar el 23 de agosto de 1927 (el mismo día, por cierto, en el que eran sometidos a la silla eléctrica los anarquistas Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti), cuando el compositor francés Mauricio Ravel (de padre suizo pero de madre de origen vasco) interpretó al piano su «Sonatita», y el padre Donostia «Herrimina» y «Gure Herria», ante un público que difícilmente podía contener sus emociones, y entre el que se contaba con la presencia del jesuita José Javier Zubiri Apalategui –que acababa de ingresar, el 13 de diciembre de 1926, como catedrático de Historia de la Filosofía, en la Universidad de Madrid–, del arabista y presbítero católico Miguel Asín Palacios, del Marqués de Caviedes, del Conde de Casa Miranda y Urcola, &c. En aquel ambiente de creación nacionalista que se vivía en el Convento de Lecároz, y estimulado sin duda por el recuerdo del catalanismo filosófico que había conocido en Jaime Serra Hunter y sobre todo en Tomás Carreras Artau [acababa de publicar Introducció a la història del pensament filosòfic a Catalunya, Barcelona 1931], decidió Olano adoptar el papel de reivindicador universal de la filosofía vasca. Euskaltzaleak publicó en 1934 el imprescindible opúsculo titulado Filosofía vasca (disponible desde septiembre de 1999 en internet, dentro del Proyecto Filosofía en español), del que no es preciso decir nada más, pues su lectura es irrenunciable, aunque sólo sea para comprobar de nuevo que la realidad supera la más fantástica ficción imaginable. Cuenta esta publicación del capuchino con una presentación, «Aportación a la cultura vasca», del presbítero nacionalista vasco José Ariztimuño Olaso, alias Aitzol. Ya en 1931, recién proclamada la República, había Olano colaborado con Olaso, pues fray Miguel de Alzo fue uno de los ponentes del Congreso de Bilingüismo organizado por la Sociedad de Estudios Vascos / Eusko Ikaskuntza en San Sebastián, el 25 y 26 de agosto, y en Bilbao, el 28 y 29 de agosto de 1931. En 1934, el mismo año de la publicación de tan definitiva reivindicación de la filosofía vasca, fue este padre capuchino elegido vocal de la sección de primera enseñanza de la Sociedad de Estudios Vascos, pasando a formar parte de la Junta Permanente de Eusko Ikaskuntza. Miguel de Alzo fue también colaborador habitual de la revista donostiarra Yakintza, dirigida por Aitzol, y escribió en la Revista Internacional de Estudios Vascos y en el diario El Día (por ejemplo el 19 de enero de 1934 y el 18 de junio de 1936). Al estallar la guerra civil se dispersaron los capuchinos del Convento de Lecároz por distintas partes del mundo, facilitándose así la difusión universal de nacionalismo vasco tan cultivado. Fray Miguel de Alzo se refugió en Francia, primero en Bayona y luego en Bègles, pequeña villa con puerto pesquero cercana a Burdeos, dedicado al auxilio de exiliados vascos, integrado en la Liga Internacional de Amigos de los Vascos (impulsada por el PNV Partido Nacionalista Vasco, fue creada el 16 de diciembre de 1938 –en la sección francesa, controlada por Javier Landaburu [padre de Eneko, Ander y Gorka Landaburu] estaban implicados Jean Verdier, cardenal y arzobispo de París, Jacques Maritain, François Mauriac, &c.–). Cuando se desencadenó la segunda guerra mundial decidieron sus superiores trasladarle a Córdoba (Argentina). El doce de junio de 1940 embarcó en Burdeos a bordo del Croix, y llegó a Buenos Aires el cuatro de octubre de 1940, tras un viaje accidentado, a bordo del Astri. En la Córdoba argentina fue superior y párroco (1942-1948), puestos que ocupó los tres años siguientes en Buenos Aires. Entre 1951 y 1957 se le encargó poner en marcha un Colegio en Necoechea (provincia de Buenos Aires), desde donde se trasladó al Colegio Euskal Echea, fundado por los capuchinos navarros en 1904 en la ciudad de Llavallol (en la provincia de Buenos Aires). En 1960 se retiró al Convento del Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Nueva Pompeya (cuya construcción habían iniciado los capuchinos ya en 1896, en una zona pobre de Buenos Aires), donde falleció el tres de enero de 1966. |
«R. P. Fr. Miguel de Alzo (Capuchino). En el presente número del Boletín vemos con gran dolor que dos miembros del Instituto Americano de Estudios Vascos pasan del cuadro de integrantes del Instituto al de los miembros fallecidos: Dr. Jorge Artayeta y Padre Miguel de Alzo, capuchino. En el breve espacio de seis días se nos han ido estos dos ilustres compañeros: el 29 de diciembre de 1965, el primero, y el 3 de enero de 1966, el segundo. Q.E.P.D. El doctor Juan José Guaresti nos ha trazado con cariño de gran amigo la semblanza del doctor Jorge Artayeta. Al que suscribe le corresponde hacer la memoria del Padre Miguel de Alzo, y la hace con afecto de hermano y compañero de muchos años. |
Alzo / Altzo. A principios del siglo XXI los dos personajes más famosos apellidados Olano y oriundos de Altzo son: Xabier Olano Jauregui, miembro de la Junta General de Guipúzcoa por EH Euskal Herritarrok –luego Batasuna–; y Abraham Olano Manzano, ciclista del circuito internacional. A finales del siglo XX, según Eustat, contaba este municipio con 329 habitantes. (En 1996 eran 305 euskaldunes y 6 cuasi-euskaldunes; todos vascófonos, excepto 2 «parcialmente castellanizados», &c.) Menos habitantes que a mediados del siglo XIX: |
Bibliografía de Aniceto Olano Galarraga:
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