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  El Basilisco (Oviedo), nº 21, 1996, páginas 43-45
  Actas de las II Jornadas de Hispanismo Filosófico (1995)

Reforma social y educación
en Adolfo Alvarez Buylla


Juan Antonio Crespo Cabornero
Madrid
 

Adolfo A. Buylla (1850-1927) fue uno de los krausoinstitucionistas más críticos del individualismo socioeconómico y más comprometidos en la reforma social de su tiempo; su obra puede considerarse, pese a su evidente sencillez e insuficiencias, como una de las manifestaciones más lúcidas en la historia social y educativa en España del proceso democratizador que debía asumir el liberalismo decimonónico para superar sus propias contradicciones.

El programa democratizador que presenta señala tres áreas de intervención sobre las que debe organizarse, conjuntamente, la transformación social, éstas son la democratización de los aspectos o actividades económico, jurídico y educativo. Aquí nos referiremos sólo a la tercera pieza clave del rompecabezas de la reforma social, a la socialización y renovación de la educación.

Para Buylla la miseria que caracteriza la existencia de los asalariados y pequeños propietarios rurales, y el peligro latente de revolución violenta que ésta supone en los albores del siglo XX, tiene una de sus causas principales en la ignorancia del obrero, en su falta de instrucción. En los análisis sociales que elabora, denuncia la ignorancia general del trabajador como la mayor barrera para su propia emancipación y como un instrumento que los empresarios, desde la deshumanización que les impone su propia incultura, utilizan para someter al asalariado al estado de disponibilidad servil en que se encontraba (y se encuentra).

En su obra, sin descuidar el carácter integral de la educación, reclama, como paso prioritario y elemental para toda reforma social consistente, que se amplíe la enseñanza básica y la instrucción profesional a través de la organización de la educación popular, creando escuelas de artes y oficios, universidades populares y actividades de extensión universitaria.

Su defensa de la formación profesional se materializó tanto en el apoyo incondicional que prestó a la ampliación de la enseñanza profesional a la obrera, animando la creación de escuelas de artes y oficios para mujeres; como en diversos acuerdos de colaboración que se alcanzaron entre la Escuela de Artes y Oficios de Oviedo y los maestros artesanos y fábricas de esta ciudad, para que los alumnos pudieran realizar prácticas en condición de aprendices en empresas, mientras no existieran en dicha escuela talleres e infraestructura suficientes. Y en la creación de un museo industrial y recursos de apoyo para la profesionalización de los trabajadores en la misma Escuela, perteneciente a la Sociedad Ovetense de Amigos del País.

A diferencia de otros autores representantes del reformismo democrático de esta época, Buylla no se olvida de criticar en sus textos cualquier propuesta educativa dirigida a hacer de la actividad humana, y en especial de la formación profesional o del trabajo, un medio que no esté al servicio del fin mismo que atribuye al concepto de educación, o sea, denuncia y rechaza el uso (abuso) que se hace de la formación profesional al servicio de intereses ajenos a la persona misma del educando.

Buylla fue uno de los principales artífices del auge social que experimentara la Universidad de Oviedo a finales del siglo XIX y comienzos del XX, situándose a la cabeza de las innovaciones educativas en las universidades españolas, y como uno de los centros europeos de renovación pedagógica más prestigiosos. Participó en la fundación y desarrollo de las colonias escolares para niños pobres; en la promoción de excursiones escolares con fines «pedagógicos»; en la creación de seminarios de investigación, como la Escuela Práctica de Estudios Jurídicos y Sociales, donde se establece una relación educativa directa entre profesores y alumnos para afrontar los aspectos más relevantes del momento histórico del que participan; en la creación de cursos para obreros animados por la Universidad y en la organización de escuelas en los centros obreros, todo ello dentro del importante movimiento de extensión universitaria que surgió en la Universidad de Oviedo, y que para Adolfo A. Buylla representó una oportunidad, que debía aprovecharse, para desmonopolizar el poder cultural que la burguesía ejercía sobre la universidad, ampliando el campo de acción universitario a la enseñanza de la clase obrera y aproximando a los trabajadores al ámbito cultural universitario. Para Buylla, los intelectuales, entre ellos los profesores universitarios, representaban, después de los obreros, el grupo social más comprometido en el proceso de equiparación social necesario para poder acceder a un estado social democrático.

En conexión con la democratización del espacio educativo, Buylla impulsa con su obra una serie de transformaciones pedagógicas que siguen la orientación educativa marcada por F. Giner de los Ríos. Conforme al racionalismo práctico del krausoinstitucionismo, atribuye a los seres humanos unas propiedades y facultades inherentes de cuyo desarrollo depende la formación de su personalidad. La educación representa la importantísima tarea de posibilitar adecuadamente la formación integral («omnilateral») y armónica de las personas capacitándolas para actuar de acuerdo con su conciencia, al tiempo que facilita el desenvolvimiento de las aptitudes específicas o vocacionales.

Buylla concibe la educación, no como un fin en sí mismo, sino como un medio en función de un fin ulterior, que consiste en satisfacer las necesidades de un ser humano ampliamente desarrollado. Señala que la educación no debe entenderse como una actitud específica para un período inicial, más o menos amplio, de la infancia o juventud, sino que es un aspecto esencial de la vida a lo largo de toda su existencia; y, por tanto, requiere que la enseñanza asistida que habitualmente se recibe en el primer período de la vida, para considerarse verdadera formación integral, necesita capacitar a las personas para educarse cuando cese la formación asistida que recibe de otros, o sea, debe infundir en el educando el deseo de perfeccionar progresivamente su personalidad.

Resume lo anterior afirmando que «la enseñanza ha de ser siempre educadora, y la educación es una preparación para la vida». El sentido que Buylla otorga a esta frase contiene una de sus aportaciones más interesantes al ámbito educativo. En este contexto, educación para la vida significa, como decíamos, educación integral, pero muy especialmente formación ética, que adquiere el sentido de coherencia entre aquello que se enseña y se vive (entre el contenido y significación del aprendizaje y los hechos reales o circunstancias que envuelve la educación), y capacitación del alumno para actuar conforme a su razón, de acuerdo a una conciencia debidamente formada; esto es, habilitar al alumno para vivir esforzándose por armonizar la realidad que le envuelve con aquella que la razón le indica que debiera darse; realizando un ejercicio de síntesis entre el ser y el deber ser, la realidad y el deseo, las ideas y el comportamiento.

Junto a la coherencia, la formación moral necesita fundarse en la enseñanza de la justicia, el espíritu de tolerancia, el sentimiento de igualdad y el cumplimiento del deber desinteresado. Respecto a la enseñanza de la justicia, Buylla señala que el profesor debe transmitir a sus alumnos el sentimiento de justicia no por medio de «disertaciones floridas» y cuantiosos datos, sino «produciendo una poderosa corriente jurídica, mostrando en los actos y modos de vida, de maestro a discípulo, de discípulo a maestro». Del espíritu de tolerancia, comenta que es completamente necesario en la educación que se legítima desde y para la convivencia: «no menos recomendable, no menos esencial en la vida -dice-, es el espíritu de tolerancia, que procede naturalmente del sentimiento de justicia: porque la libre prestación de condiciones para la realidad de nuestros fines, el concurso y la cooperación necesaria que se advierte entre los hombres y de la cual pende la sociedad, pide el respeto, la consideración a nuestros semejantes, cada uno de los cuales, si ha de cumplir su vida propia con la libertad e independencia que implica su autarquía, o llámese el predominio de su voluntad conscia, debe merecer la tolerancia más acentuada de los que lo rodean.» Se refiere al sentimiento de igualdad en la actividad educativa como a «la ausencia de toda pasión y orgullo, de todo inmoderado afán y dominación, de toda aspiración absurda al ejercicio de un poder desatento e inspirado en el erróneo concepto de creerse unos hombres distintos de otros hombres en sus elementos integrantes y en sus fundamentales propiedades». El cumplimiento del deber desinteresado, el deber por el mero respeto a la razón, es la clave que utiliza para criticar la educación que se impone como fin esencial la consecución de dinero, sin reparar en los medios.

Adolfo A. Buylla trató en diversos artículos de subrayar el valor que ocupa la formación física dentro de la educación integral. Dos de sus aportaciones más originales, en este orden, son las que relacionan la formación física con la apreciación estética medioambiental y con el rechazo de la violencia. Atribuye gran importancia a la influencia de las condiciones estéticas y medioambientales en las que se integra el centro de enseñanza y el conjunto de actividades educativas. Piensa que es decisivo saber integrar el espacio educativo en un paisaje acorde a la naturaleza, y no sólo por requerimientos decorativos, sino porque considera que el aprendizaje se desarrolla en mutua interconexión con el paisaje, y cree que existe relación entre la enseñanza en el respeto a la naturaleza, la capacidad de admirar la belleza natural del paisaje, y el respeto a sí mismo y al otro, o la capacidad para descubrir la belleza en sí y en los otros. Por otra parte, estima que la formación física posee un matiz creativo, dinámico y «vitalizador» del sujeto como individuo y miembro de la sociedad, que le induce a rechazar la dimensión destructiva del deporte, en especial aquella que convierte al ser humano en un simple medio o instrumento, despreciando su naturaleza inalienable, su condición exclusiva de fin en toda acción deportiva. De ahí, que manifieste su rechazo hacia la instrucción militar.

Junto a las ideas expuestas, Buylla también colabora con el enriquecimiento y desarrollo de los conocimientos educativos de su época informando y escribiendo sobre: la importancia de atender e incorporar en la práctica cotidiana de la educación infantil un sistema educativo que sintetizara las teorías de Herbart y Froebel, y tuviera en cuenta las investigaciones sobre «los centros de interés» expuestos por Louch (y Decroly); la necesidad de dignificar y revalorizar la labor de los maestros, reclamando para éstos más y mejor preparación, mayor apoyo institucional (junto a la preparación profesional, destaca como cualidades importantes del magisterio la imaginación y el buen humor); otro tema constante en sus textos pedagógicos es la información sobre los progresos del magisterio femenino y la participación de la mujer en la universidad; también llama la atención en sus estudios sobre el interés de la literatura y la historia para estimular la reflexión y facilitar el estudio de las ideas y las emociones; y presta especial atención al apoyo de la coeducación y a la crítica de los exámenes. Sin embargo, sin llegar a disminuir el valor de estos últimos apuntes, posiblemente sean sus notas sobre el método y la forma de concebir «la clase» en la universidad el aspecto más revelador de las ideas pedagógicas de Buylla para la reflexión educativa actual. Para álvarez Buylla la universidad no puede entenderse como una mera escuela profesional, tiene una misión más amplia y compleja: educar a la sociedad a la que pertenece. Coincidiendo con Cossío, señala que en la universidad, como en el resto de niveles educativos, el método es el alma de la educación, y, en este sentido, defiende una enseñanza que se base en la participación activa y reflexiva del alumno, en la conversión de las clases en «talleres» de investigación que requieran participación y razonamiento crítico, una didáctica que entienda que el educador debe intervenir lo menos posible en favor de la participación de los alumnos. Dos de los aspectos claves que reclama para la educación universitaria se recogen en frases como «la educación para la juventud se conecta con la preparación para la vida», y «se debe enseñar de tal forma que la educación universitaria repercuta directamente en hacer pensar al pueblo».

El pensamiento educativo de Adolfo A. Buylla es susceptible de las mismas críticas que se han hecho al krausoinstitucionismo en general, críticas dirigidas al idealismo ideológico que alcanza tanto a la teoría educativa que ofrece, como al concepto de naturaleza en que ésta se fundamenta. La clave de este idealismo reside en el esencialismo y se halla en presentar los conceptos krausistas de educación y naturaleza humana como nociones ahistóricas, como realidades universales y eternas que, por sí mismas, niegan valor y validez a cualquier otra opción, como ideales objetivos que convierten a sus representantes en simples descubridores y legítimos intérpretes del único saber verdadero. Ampara una operación ideológica que consiste en elaborar una teoría que defiende sus intereses y creencias, presentándolas como una realidad preexistente a ellos mismos, como la única verdad objetiva para todos.

Pese a todo, este hecho no niega la enorme significación del krausoinstitucionismo, y en concreto de Buylla, para la historia de la educación en España. Y menos aún, si se es consciente de que la clave para esta trampa idealista se encuentra en el desarrollo socializador (igualitario) de la misma teoría institucionista, que representa la obra de álvarez Buylla. De hecho, toda la reflexión institucionista parte de la crítica, iniciada por F. Giner de los Ríos, al idealismo del eclecticismo que sostiene ideológicamente al liberalismo doctrinario. El problema se instala cuando se descubre que existe un idealismo ideológico que alimenta el liberalismo progresista, y se corrige en la medida en que es capaz de reconocerse como tal, y busca transformarse continuamente en una ideología realmente democrática, que se identifique con la consecución de progresivo bienestar en la inmensa mayoría de la población buscando corregir, de raíz, las causas de los males que alimentan la miseria de cada época, convirtiendo las relaciones sociales en un sistema de recíproca condicionalidad humana que mida el progreso personal particular por el progreso de los demás, en especial de los más débiles.

Para Buylla la miseria de su tiempo se originaba en la desigualdad y alienación que provocaban las condiciones en que se establecían las relaciones de producción entre empresarios y asalariados, y la solución a este hecho pasaba por el desarrollo social de la educación junto al de la economía y el derecho, auxiliado por el poder «educador» de un Estado con carácter «previsor»{1}.


{1} El proyecto pedagógico de Buylla se encuentra disperso por toda su obra. En sus discursos, introducciones, artículos, libros de diversos temas, en todos suele haber alusiones al ámbito de la educación. Pese a todo, existen algunos textos específicos de carácter educativo:

«Las escuelas de artesanos», Revista de Asturias, IV, 1881, págs. 57-59.

«Educación física y moral en las universidades», BILE, (I), IX, nº 202, 15 de julio de 1885, págs. 202-207; (II) IX, nº 203, 31 de julio de 1885, págs. 213-216; (III) IX, nº 204, 15 de agosto de 1885, págs. 227-231.

«Sobre la reforma universitaria», BILE, X, nº 275, 3 de julio de 1888, págs. 181-185.

«Otro voto en favor de las reformas pedagógicas», BILE, X, nº 284, 15 de diciembre de 1888, págs. 289-293.

«El libro de Daryl sobre la educación física (fragmentos de un estudio)», (I), XIII, nº 296, 15 de junio de 1889, págs. 261-268; (II) XIII, nº 307, 30 de octubre de 1889, págs. 356-361; (III), XIV, nº 310, 15 de enero de 1890, págs. 11-12; (IV) XIV, nº 312, 15 de febrero de 1890, págs. 39-43; (V), XIV, nº 313, 30 de febrero de 1890, págs. 50-54.

«Nota sobre los juegos corporales», BILE, XIV, nº 330, 15 de noviembre de 1890, págs. 325-330.

«La Escuela de Artes y Oficios», BILE, XX, nº 431, 1896, págs. 37-41.

«El método monográfico en la Universidad ovetense», BILE, XXI, nº 240, 30 de septiembre de 1897, págs 211-215.

«Una república infantil», BILE, XXI, nº 450, 30 de septiembre de 1897, págs. 276-279.

«Proposiciones al Congreso Hispano-Americano» (colaborador), BILE, XXIV, nº 486, 30 de septiembre de 1900, págs. 269-273.

«Leopoldo Alas, sus ideas pedagógicas y su acción educadora», BILE, XXV, nº 498, 30 de septiembre de 1901, págs. 263-174.

«Más contra los exámenes», La lectura, septiembre-diciembre 1906, págs. 136-138.

«Resumen» de las Conclusiones de la 2ª Sección del Cuarto Congreso Internacional de Educación Popular sobre enseñanza agrícola, Madrid 1913.

«Introito», Estudios Pedagógicos, I, nº 3, 13 de febrero de 1913.

Cursillo de Autoeducación, Imp. L. Parera, Barcelona 1915.

«Prólogo» a La orientación profesional. Determinación de las aptitudes. Análisis de las profesiones, y la enseñanza profesional, por Rodolfo Tomás Samper, Imp. F. Beltrán, Madrid 1924.

Colaboró en la sección Revista de revistas, del BILE, en el apartado reservado para Inglaterra, con «The Journal of education», con traducciones comentadas y resúmenes durante los años: 1891, 1897-1903, 1905-1912, 1915-1916.

Tampoco se pueden olvidar los numerosos discursos leídos en la apertura de los cursos de la Escuela de Artes y Oficios.

 

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