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  El Basilisco (Oviedo), nº 21, 1996, páginas 76-78
  Actas de las II Jornadas de Hispanismo Filosófico (1995)

Sobre la mujer: experiencia y reflexión en María Zambrano

Juana Sánchez-Gey Venegas
Madrid
 

Hablar de la mujer en María Zambrano es intentar separar lo que está unido: una mujer que escribe, con una escritura nunca acerca de sí misma y siempre desde sí misma; no siempre sobre la mujer aunque sí en algunos casos. El acercamiento de María Zambrano a este tema es una de sus preocupaciones más sobresalientes en los años 40. En estas fechas –según hemos dicho en otra ocasión {1}– María Zambrano se interesa por la forma del pensamiento, la realidad europea y la mujer. Hemos estudiado la forma del pensamiento, ahora veremos sus artículos sobre la mujer. Estos son:

«Mujeres de Galdós», Rueca (México) 1942, año I, nº 4, otoño, págs. 7-17.
«Eloísa o la existencia de la mujer», Sur (Madrid) 1945, año XIV, nº 124, febrero, págs. 35-58.
«A propósito de la Grandeza y Servidumbre de la mujer», Sur (Buenos Aires) 1947, nº 150, abril, págs. 58-68.
«Delirio de Antígona», Orígenes (La Habana) 1948, año 1, nº 18, págs. 14-21.

Comentaremos también otros escritos de los años 30, dos en los 50, uno en los 60... todos ellos acerca de la mujer.

«Lou Andreas Salomé: Nietzsche», Revista de Occidente (Madrid) 1933, Tomo XXXIX, nº 115, enero, págs. 106-108.
«Misericordia», Hora de España (Valencia-Barcelona) 1938, nº XXI, septiembre, págs. 29-52.
«Lydia Cabrera, poeta de la metamorfosis», Orígenes (La Habana) 1950, vol. 7, nº 25, págs. 11-15.
«Nina o la misericordia», Insula (Madrid) 1959, nº XIV, nº 151, junio, pág. 1.
«Palabra y poesía en Reyna Rivas», Cuadernos Americanos (México) 1962, vol. 121, nº 2, marzo-abril, págs. 207-212.

En esta tempranas fechas de 1933, escribe en Revista de Occidente el titulado «Lou Andreas Salomé: Nietzsche». Lo hemos elegido porque tiene nombre de mujer, aunque en realidad el tema trata acerca de una comentarista de un filósofo. Sin embargo, desde las primeras palabras puede observarse con nitidez el entrelazamiento del pensar y sentir zambranianos nucleados en una problemática: la relación de la subjetividad con el otro y el conflicto presente, en muchos casos, en la comunicación. Dicho conflicto surge por el afán de comprensión de la total realidad y la parcialidad concreta, sin embargo, en cada comunicación {2}. Con esta escritura entrelazada de racionalidad y sensibilidad se desarrollan distintas problemáticas como la personalidad de un genio, como Nietzsche, el destino del hombre, la relación espíritu/forma. La reflexión zambraniana tiene dos momentos: la misión que atribuye a Lou Andreas Salomé «creadora de orden» y la exclusión de la tarea de la mujer como sólo naturaleza, lo cual impediría la verdadera actividad libre del espíritu.

En Misericordia (1938) menciona las cualidades que, se nos antojan, propias de lo femenino: la razón despegada de la vida, la fecundidad y la misericordia ... y no nos estamos refiriendo a la condición meramente biológica, pues sin querer hablar propiamente de la mujer, María Zambrano presenta modelos de vida, busca la raíz que motive los auténticos asuntos humanos, los cargados de espíritu, porque sólo ellos mueven a vivir la razón que vale, aquélla que exalta el amor, el desinterés... Dice de Nina «... la literatura se había presentado a su alma y vivía en ella bajo figura de mujer» {3}

En 1942 publica Mujeres de Galdós. En este artículo entra a fondo en el debate acerca de la situación de la mujer y, concretamente, el papel de la mujer en la vida española. Creemos que estas páginas se centran en tres ideas:

a) Deja a un lado el debate feminista.

b) Rechaza un tratamiento genérico dualista.

c) Apoya la existencia individual de la mujer.

En efecto, María Zambrano no se recata en afirmar que a ella no le interesa el «debate feminista» {4}; sin embargo, denomina a Galdós como hombre moderno, porque sabe tratar individualmente a la mujer y le da la misma realidad ontológica que al varón{5}.

No obstante, el cumplimiento del destino es el signo trágico de la vida y éste ha sido, en ocasiones, muy duro para la mujer porque ha sido condenada a vivir de modo genérico. «Son tipos, tanto más sumidos en lo genérico cuanto más altas y bellas ... y esto, sin comentario, que yo sepa, es grave, sumamente grave y delator para la idea de lo que ha sido la mujer en la vida española. Apenas se le ha dado la individualidad; son tipos, tipos genéricos. Y la que alcanza estatura heroica casi siempre es una de estas dos cosas: reina o madre, o ambas cosas juntas.» {6}

Por esta razón, elogia a Galdós pues nos presenta un mundo moderno «cuya máxima realidad estriba en la multiplicidad de destinos individuales»{7}, en este mundo no hay abstracción, ni uniformidad sino la compleja realidad multiplicándose dinámicamente, la cual ofrece una variada imagen siempre renovadora.

Sin embargo, crítica la novela galdosiana porque cae en una trampa y habiéndoles dado existencia individual les «hace depender ... de una pasión sin rango alguno»{8}. Y así, aunque los personajes femeninos sean más decididos y arrojados, sin embargo, su pasión es, en muchos casos, banal. Sólo Fortunata vive un amor que no se refiere a cosas sino que tiene «una idea entre sí»

Fortunata es idéntica a su idea, la que llevaba «entre sí», entre sí y no fuera. Cuando nuestra idea camina fuera de nosotros tenemos que decir: «Yo soy otro.» Sólo llevándola entrañas adentro llegaremos a ser nuestra idea en viva unidad{9}.

Y como Fortunata también sucede en Benigna. Para Nina primero está lo que piensa luego lo que es; porque Nina crea la realidad, la inventa, según estime{10}. Sorprende también ver en este artículo escrito en Rueca o en el más amplio -aunque recoge el mismo tema de Las mujeres en la España de Galdós- los problemas claves de la reflexión zambraniana, la cual va siempre por los derroteros de la filosofía y la literatura. La incidencia se encuentra en dos preocupaciones: la creación y el realismo. La fuerza que le arrastra a estos problemas es su honda vocación filosófica que desea conjugar el misterio y la realidad, sabe que la creación poética desvela y subraya la novela española como desentrañadora de la realidad, dejando siempre libre el misterio. Porque lo contrario, atrapar el misterio es perderse en el saber, dejar de ser persona y quedarse reducido a una razón que sólo es violencia. Por esto, María Zambrano no quiere saberlo todo, desea una razón que no avasalle a la realidad sino que sea recreadora. Así sucede en la novela y en sus personajes más queridos : Don Quijote, Nina, &c. Dice de Nina:

En sus humildísimos menesteres, ha alcanzado la creación, pues saca de la nada lo que su ama, pobre señora, necesita no sólo para sustentarse sino para el mantenimiento de su dignidad desheredada que va a heredar de nuevo; de «cesante» de la herencia{11}.

Crear es saber mirar en lo que hay, reconocer que la realidad es susceptible de transformación como lo es el ser humano y porque se puede añadir nueva vida, la realidad natural y la humana se comunican, dicen siempre algo más de lo que aparece. Pero la raíz no es tan sólo esta comunicación sino el amor que acompaña. Benigna cree que la ley que rige el mundo es la benevolencia, la misericordia, ...

Nina pide limosna con la naturalidad de quien piensa que el pedir y el dar es ley del mundo, de quien no cree en la justicia sino en la misericordia{12}.

Desde esta creencia de la creación, que recuerda el «creer es crear» unamuniano, María hace un canto a la mística como actitud de respeto profunda ante una realidad que sobrepasa a la persona, de confianza, de donación.

Por eso la verdad y la mentira -piensa ella- no las sabemos y todo puede esperarse porque todo puede ocurrir. «Las verdades han sido antes mentiras muy gordas.» La realidad es creación, zarza ardiente que no se acaba, fuego sin ceniza; resurrección...{13}

Tres años más tarde (1945) publica Eloísa o la existencia de la mujer. Permanece en María Zambrano la necesidad de narrar con voz propia la existencia de la mujer. Y vuelve sobre el tema del destino y la forma de cumplirlo. Insiste que es preciso vivir la fuerza de una pasión, esto es, la heroicidad ya sea porque la inventas o porque aceptas con integridad tu destino. De este modo, se desarrolla la heroicidad de Eloísa en el espacio concreto de su propia intimidad, porque es el único espacio que se le ha confiado

De ahí también, lo oculto de los padeceres y logros de la mujer; no han trascendido los linderos de lo meramente íntimo y personal; no han llegado a lo histórico ni a lo objetivo{14}.

Eloísa traspasa el lindero meramente privado por medio de la entrega. Se salva a sí misma dándose. Esta es la única razón que hay que descubrir: la fuerza de su entrega es el amor a Abelardo. En este sentido, María Zambrano aprovecha para hablar de las torpezas de la época y también de todos aquellos que no han descubierto el horizonte que Eloísa ha vislumbrado. De este modo atiende:

a) Al momento histórico-cultural que hace factible el conflicto y su expresión en el drama, porque la ausencia de conflictos es exponente, muchas veces, de superficialidad.

b) Al papel del cristianismo que no arrastra al hombre a la soledad, como había sucedido en el mundo griego. Conviene traer a la memoria a Edipo para tomar conciencia de la tragedia griega, porque en ella los personajes están desprovistos de esperanza y viven una soledad truncada, sin ninguna clase de recursos liberadores.

c) Y la dificultad en el desarrollo del cristianismo: «A pesar de que la iglesia Católica, en uno de sus primeros Concilios, decidiera -por mayoría de votos- la posesión de un alma por la mujer, la igualdad metafísica no se verificó.» {15}

Dicho lo anterior, recorre algunas distinciones como espíritu/alma; masculinidad/feminidad; lo divino/lo sagrado; &c. Estos dualismos muy expresivos por su descripción reductiva, son desatados por Eloísa, que representa la vivencia de su identidad de mujer. Su amor no lo condiciona a las circunstancias, sino que se impone a ellas.

Viviendo ella este amor... quiso a su amante por encima de su amor{16}.

No consumida por el amor humano, transfigurada ya, subiría, paloma en libertad, hacia el amor eterno{17}.

Desde la mujer, María Zambrano reflexiona, como muy pocos pensadores lo hacen y descubre que la paciencia, el ofrecimiento, la libertad, el misterio... como punto de partida de un pensamiento que avanza gracias a la reflexión de estas íntimas realidades, en la medida en que se expresan, ¿no será éste el espacio a conquistar desde la mujer?

En 1947 publica A propósito de la «Grandeza y servidumbre de la mujer». Este artículo es una reseña a un libro de Gustavo Pittaluga y aprovecha para plantear, de nuevo, que «la cuestión feminista» está debatida. Ahora interesa la reflexión teórica y la centra en los siguientes puntos:

a) rechaza la cuestión de lo sagrado, sinónimo de la mujer como misterio.

b) Analiza el concepto de género y lamenta que sólo se haya atendido al género masculino.

c) Es necesario esclarecer ambos papeles y, sobre todo, culminar en la pareja humana, cuya unidad es la verdadera protagonista de la historia.

De este modo, aunque podría parecer que va asintiendo a una historia dualista: verdad/valores; tiempo/presencia ... María Zambrano propone:

a) La mujer como mediadora.

b) Mediadora porque una y otra vez ha fracasado y desde el fracaso encuentra la fuerza y grandeza de un pueblo y de una cultura.

c) El sacrificio como forma de realización del destino.

El tema de la mediación es básico en la reflexión zambraniana como también es muy querido, el de guía. María significa así a la mujer porque puede acometer ese papel de modelo de vida que se requiere para que otros puedan vivir mejor. La mediación es símbolo del sentir que alcanza la universalidad y guía es la existencia concreta y realidad unificadora. Razón acogedora, en fin, que revela y es creadora, porque la potencia de lo real es ilimitada y la persona debe ahondar en esa infinitud y no sustraer un aparente caudal, creyendo que lo sabe todo. De aquí que busque comunicar esta palabra y en esta necesidad propone una metodología, no formalista, sino entrañada con el vivir; metodología que da cuenta de guías mediadores, es decir, modelos de vida, personas que explican con sus vivencias las verdades que nuestro espíritu anhela. Par llegar a ese descubrimiento nuestra racionalidad -como se afirma en nuestros días- tiene un modo de expresión: la narración, es decir, contar y sobre todo contarnos quienes somos. Así, la confesión constituye la mejor narración por implicarnos totalmente en lo que nos vamos contando.

Cuando María Zambrano prologa libros de poesía como Lydia Cabrera, poeta de la metamorfosis (1950) o Palabra y poesía en Reyna Rivas (1962) atiende al conocimiento poético como distinto del intelectual, pues aquel recrea desde la libertad, sin embargo éste exige «la unidad del ser» {18} y apresa las ideas. La palabra poética, por el contrario, libera. Libera porque orienta, lo cual la ciencia no proporciona porque no es sabiduría. Poético, además, significa misterio, leyenda, cuentos narrados y un afán por entender que la poiesis revela estados del alma dinámicos y a la vez quietos, como la esperanza. Por eso la palabra originaria es luz, centro de las cosas a donde se llega por medio de la conciencia, que no es razón racionalista sino descifrar lo que se siente.

En Nina o la Misericordia Zambrano revela -una vez más- su condición de poeta y filósofa, la raíz se encuentra en el preguntarse a sí misma en el alborear de la realidad, aurora eminentemente filosófica porque busca saber acerca del ser. y responde que el ser es agua (Nina) y es luz (Mordejai) y también es misterio. La pregunta filosófica es la de una realidad dinámica, múltiple que es tan real que es sin formas. He ahí el misterio. De este modo, el pensamiento analítico, discursivo no aprisiona dicha realidad; el pensamiento poético, intuitivo puede captarla. Ontología zambraniana que también una y otra vez se humaniza y comprende, por tanto, el todo del universo, el ir y venir de las personas, pues ella es quien contribuye a un modo de vivir humanizante, solidario, virtuoso... La persona no es sólo la condición circunstancial de un tiempo, ni de una clase social, ni de un género. A María Zambrano le interesa una ontología humana que rezuma sabiduría del vivir.

Conclusión

En resumen, el núcleo de su reflexión en este tema -como en tantos otros- consiste en que su tratamiento no lo realiza desde lo externo. Queremos decir que se enfrenta a la cuestión radical y más esclarecedora, esto es, su propia experiencia entreverada con la realidad. Y desde ahí se pregunta por cuestiones no resueltas.

Por esto, es indudable que a María Zambrano le interesó pensar y sentir desde su propia condición de mujer. Prueba de ello son sus numerosos artículos que tratan la realidad de la mujer, su papel en la historia, su papel en la literatura, ... Sin embargo, es fácil observar que se coloca en una posición singular. El lugar no es un espacio material sino más bien aquel que la persona recrea y esta creación del espacio es, según creemos entender, una dádiva, un don que reciben aquellos que están dispuestos a dejarse hablar y decir por las cosas, por los demás y por sí mismos.

Entonces, más bien, le preocupa la persona y lo que tiene que ver con libertad creadora, con el arte, ... porque nadie se entretiene con un tema, si no lo vive; ni atiende a ideas que no provengan de una razón sentida íntimamente, así más que construir y producir interesa irse creando a sí misma. Su saber como filósofa y como mujer responde a una convicción, que apunta a la necesidad de preguntarse por un mejor vivir.


{1} J. Sánchez-Gey Venegas, «María Zambrano y la filosofía de los años 40», II Congreso Internacional sobre la vida y obra de María Zambrano, Vélez-Málaga 1994 (en prensa).

{2} M. Zambrano, «Lou Andreas Salomé», Hacia un saber sobre el alma, pág. 155.

{3} M. Zambrano, España, Sueño y Verdad, pág. 44.

{4} M. Zambrano, «Mujeres de Galdós», Asparkía, pág. 129.

{5} Ibidem, pág. 130.

{6} Idem.

{7} Idem.

{8} Ibidem, pág. 131.

{9} Ibidem, pág 135.

{10} Ibidem, pág. 135.

{11} M. Zambrano, España, sueño y verdad, Edhasa, Madrid 19, pág. 88.

{12} Ibidem, pág. 88.

{13} Ibidem, pág. 89.

{14} J. Moreno, La razón en la sombra, Siruela, Madrid 1993, pág. 370.

{15} ibidem, pág. 372.

{16} Ibidem, pág. 378.

{17} Ibidem, pág. 378.

{18} M. Zambrano, «Lydia Cabrera, poeta de la metamorfosis», Anthropos, pág. 33.

 

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