Proyecto Filosofía en español
Compendio moral salmaticense Tratado quinto. De los vicios y pecados
Capítulo tercero. De los pecados en común

Punto sexto <<<>>>
De cómo el pecado venial puede pasar a ser mortal

P. ¿Muchos pecados veniales constituyen un mortal? R. Que no; porque el mortal merece pena eterna e infinita, y el venial sólo temporal e finita, y entre lo finito y lo infinito no se halla proporción, ni se da tránsito de lo uno a lo otro, como advierte S. Tom. 1. 2. q. 88. art. 9. in Corp.

No obstante, muchos pecados veniales disponen para el mortal de dos maneras, esto es, positive, y privative o negative. Positive causando, con la repetición de actos levemente prohibidos, cierta propensión en la voluntad acerca de su materia, con gran peligro de abrazarla, aun en lo grave; pues no hay duda, que el que se acostumbra a murmurar en lo leve, está más dispuesto, que el que se abstiene de toda murmuración, a murmurar en lo grave. Privative o negative; porque con la repetición de los pecados veniales se entibia más y más el fervor de la caridad, y se desmerecen los auxilios de la gracia, quedando el hombre por lo mismo expuesto a rendirse a las graves tentaciones, cuando para vencerlas se requiere mucha gracia de Dios, y mucho fervor de caridad. Por eso dijo el Eclesiástico Cap. 19. Qui spernit modica, paulatim decidet.

P. ¿Puede el pecado venial pasar a ser mortal? R. Que el mismo número acto en el ser moral, no puede sucesivamente ser venial y mortal, esto es; el pecado venial constituido en razón de venial, no puede pasar a ser mortal, ni al contrario; porque el pecado mortal y venial, in esse moris, se distinguen en especie. Puede, sí, el mismo número acto en el ser físico pasar a ser sucesivamente de venial, mortal; porque el mismo número acto físico, que al principio es semideliberado puede llegar en su continuación a ser plenamente deliberado; como sucede a un semidormido. Puede igualmente acontecer, que la inmoderada comida de carne en un día permitido, que de sí, atendidas las circunstancias, sólo sea culpa venial, pase a ser mortal, si se continúa hasta comerla en día prohibido. [150]

P. ¿Por cuántos modos puede el pecado de sí venial, pasar a ser mortal? R. Que por muchos. 1. Si se constituye en él la razón de último fin; como cuando uno está de tal modo poseído de la golosina en comer materia leve, que se dejaría llevar de ella, aun cuando Dios se lo prohibiese con culpa grave. 2. Por conciencia errónea; como si uno echase una mentira leve, creyendo erróneamente, que cometía en ella pecado mortal. 3. Por razón del fin; como si el echar la mentira fuese con ánimo de seducir a una doncella al acto torpe. 4. Por razón del escándalo; v. g. si uno hurtase a Pedro cantidad leve, previendo había de prorrumpir por ello en blasfemias. 5. Por desprecio formal de la ley o del Legislador. 6. Por el daño; v. g. hurtar la pluma a un escribano, sabiendo que de ello se le ha de seguir grave daño. 7. Por razón del peligro; como hablar a solas con una mujer, temiendo de ello grave caída. 8. Por la unión moral de muchas parvidades; la cual unión puede ser quoad diem, subjectum, vel effectum. Quoad diem; como en el que en un mismo día de ayuno toma muchas parvidades. Quoad subjectum; como quitar muchas parvidades uno mismo a diversos sujetos. Quoad effectum; cuando muchos concurren a hurtar a un mismo dueño una cosa grave; y cada uno lleva cosa leve.

P. ¿Pecará mortalmente el que tiene ánimo de cometer cualquier pecado venial, si al mismo tiempo está resuelto a no cometer algún mortal? R. Que este tal peca gravemente; porque el que tiene esta resolución se expone, así positive, como negative a caer gravemente; pues el dicho propósito no sólo es capaz a causar cierta propensión de la voluntad a la culpa mortal, y a amortiguar el fervor de la caridad, sino que desobliga a Dios, para que le niegue los auxilios de su gracia, necesarios para librarse de graves caídas. Así Santo Tom. 1. 2. q. 88. art. 4.


www.filosofia.org Proyecto filosofía en español
© 2000 www.filosofia.org
Moralistas Compendio moral salmaticense
Pamplona 1805, tomo 1, páginas 149-150