Proyecto Filosofía en español
Compendio moral salmaticense Tratado diez y seis. Del quinto precepto del Decálogo
Capítulo único. Del homicidio

Punto nono <<<>>>
Del homicidio casual

P. ¿Qué es homicidio casual? R. Que es aquel quod fit praeter intentionem occidentis. Puede esto acontecer de dos maneras. La primera, siendo casual en sí, y en su causa. La segunda, siéndolo en sí, mas no en su causa. Por lo mismo puede también el homicidio ser de dos modos voluntario; es a saber; en sí y en su causa. De cualquier manera que lo sea es pecado. Esto supuesto:

P. ¿De cuántos modos puede acontecer el homicidio casual? R. Que de dos; esto es, o ejecutando una obra lícita, o un acto ilícito. Si el homicidio casual acontece ejecutando alguna obra lícita, no habrá pecado, si se pusieron las debidas diligencias para que no se siguiera; porque en este caso no es voluntario, ni en sí, ni en su causa; pues nadie está obligado a omitir una obra lícita por el peligro remoto de damnificar a otro. Por lo que, si estando uno reparando su casa, pusiese la debida [429] diligencia, voceando o avisando de otra manera a los que pasasen por la calle, para que se guardasen, no pecaría aunque cayendo algún despojo, quitase la vida a alguno. S. Tom. 2. 2. q. 64. art. 8.

Si el homicidio casual sucede ejecutando alguna cosa ilícita, decimos lo primero, que si la obra fuese tan peligrosa que regularmente se siguiese de ella el homicidio, será reo de él, el que la ejecuta; porque en este caso lo mismo es querer la obra, que el homicidio; y así aunque se ponga diligencia para evitarlo, siempre es voluntario en el que ejerce la obra tan conexa con él. Por esta causa, si uno hiriese a una mujer, sabiendo que estaba embarazada, y de ello se siguiese el aborto, sería reo de homicidio casual el percusor. Lo mismo decimos de los padres que acuestan consigo a los niños, si por ello los sofocan; sin que les excuse el decir, que pusieron toda diligencia para evitar la desgracia. Y lo propio se debe entender de los que ejercen juegos peligrosos, como el tirar piedras con la honda, o semejantes.

Decimos lo segundo, que si la obra, aunque ilícita, no tiene conexión alguna con el homicidio, no será reo de él, aun cuando éste se siga praeter intentionem operantis; porque aunque la cosa sea pecaminosa no es inductiva del homicidio; y así este es del todo per accidens e involuntario, como si uno tocando las campanas para los divinos oficios en tiempo de entredicho, cayendo la lengua de alguna, quitase la vida al que casualmente pasaba por la calle.

P. ¿Puede darse homicidio casual no sólo por comisión sino también por omisión? R. Que sí; porque todos aquellos que tienen obligación de justicia a mirar por la vida del prójimo, a defenderlo y ampararlo para que no la pierda, y de su omisión se sigue la muerte, son reos de ella; porque aunque no concurran al homicidio phisice, concurren moraliter según el célebre dicho de S. Ambrosio: si non pavisti, occidisti. Por lo que, los Príncipes, Gobernadores, y Jueces, por cuyo descuido alguno pierde la vida; son reos de homicidio, como los carceleros, guardas [430] de caminos, y demás ministros por cuya negligencia se siga la muerte. Lo mismo deberá decirse de los médicos y cirujanos, si por su impericia y descuido muere el doliente; y así de otros muchos, a quienes incumba de justicia mirar por la vida del prójimo.


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Moralistas Compendio moral salmaticense
Pamplona 1805, tomo 1, páginas 428-430