Proyecto Filosofía en español
Compendio moral salmaticense Tratado diez y siete. De los Preceptos Sexto, y Nono del Decálogo
Capítulo segundo. De los vicios opuestos a la castidad

Punto quinto <<<>>>
De la impureza

P. ¿Qué es la impureza? R. Que es: nomen genericum significans peccata sive interna, sive externa luxuria non consumatae. Principalmente significa los pecados externos, como son las vistas torpes, las palabras obscenas, los tactos, ósculos, abrazos, gestos impúdicos, y cosas semejantes, como dice S. Tom. 2. 2. q. 154. Art. 1. Ad. 5.

P. ¿La vista mutua de hombres y mujeres es pecado? R. Que el mirar a la mujer sea fea o hermosa cuando se hace por urbanidad o con necesidad es lícito, porque siéndolo el trato civil entre personas de ambos sexos, debe serlo también el mirarse el hombre y mujer, pues sin estas vistas no puede mantenerse la sociedad civil entre ambos. Ni hay culpa en mirar con más gusto una mujer hermosa, que otra fea; porque la hermosura fue criada por Dios, y de su natural deleita más como es indubitable, que la fealdad; por ser aquélla objeto más proporcionado con la potencia, que ésta. Si alguno preguntare, ¿si el movimiento sensual excitado con la vista de la mujer sea pecado? Responderemos que esto depende de varias circunstancias; porque si la mirada es inocente, y el movimiento no es querido en manera alguna, y hubiese la debida resistencia, no habrá culpa, sino antes bien habrá mérito. Porque aunque algunos digan, que toda tentación carnal es, por lo menos, pecado venial, nosotros reputamos por más verdadero lo contrario. Una cosa es, que por la corrupción de nuestra naturaleza viciada suceda esto regularmente, y otra que siempre sea así. Habiendo, pues, la debida resistencia, la tentación carnal no es pecado, como lo dice S. Tomás 1. 2. q. 8. Art. 3. Ad. 3.

No obstante lo dicho, el aspecto de una mujer hermosa o bien compuesta, si es con mucha detención, puede ser culpa grave por razón del peligro, como lo fue en David y lo ha sido en otros, que asaltados de la muerte por [445] las ventanas del alma, que son los ojos, cayeron miserablemente en el pecado. Y aun cuando la vista sea transeunte, si se mira a mujer con intención lasciva, habrá culpa grave, como lo dice Jesucristo en el Evangelio capit. 5., de S. Mateo: qui viderit mulierem ad concupiscendum eam, jam maechatus est eam in corde suo.

P. ¿Es pecado mortal el aspecto membrorum turpium, así del hombre como de la mujer? R. Que siendo deliberado, lo es, no sólo en el hombre respecto de la mujer, sino también en esta respecto de aquél; porque siendo el objeto tan torpe, excita gravemente a la lascivia. Si el aspecto fuere casual o indeliberado, o con motivo de curación podrá estar libre de pecado. También es culpa grave mirar de propósito el concúbito viri cum faemina; pues sin duda es un objeto capaz de excitar, con la mayor vehemencia, a la lascivia. El amante de la pureza debe huir muy lejos de los peligros de macular su candor, conociendo su flaqueza nacida de una naturaleza corrupta y a ningún vicio más inclinada que al de la lascivia. Con esta prevención omito tratar de otras dudas que excitan los A.A. en este particular, así por no ser propias de esta suma, como por creer, que en lengua vulgar no se pueden proponer con tanta decencia, como pide el recato. Los Confesores podrán fácilmente conocer la cualidad de la culpa, haciéndose cargo de la condición de los sujetos, de la intención de sus actos, sin perder de vista lo expuesto de la materia, y que en ella no se da parvidad, como diremos después.


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Moralistas Compendio moral salmaticense
Pamplona 1805, tomo 1, páginas 444-445