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[243] Por tener a la vista las implicaciones contenidas en cualquier definición de la Antropología como «ciencia del hombre» parece conveniente comenzar por disociar (no eliminar) el «objeto» de la Antropología (o de las ciencias antropológicas) del «hombre», no sólo porque las ciencias no tiene un objeto (el hombre), sino un campo (que remite a múltiples objetos enclasados, muchos de los cuales no son hombres, en nuestro caso) [190], sino también porque, incluso como objeto, puede decirse que el hombre lo es de la Física o de la Biología. Diremos, por ejemplo, que la Antropología se ocupa de las relaciones de parentesco, herramientas, cerámicas, danzas, cráneos, mitos o sistemas políticos. Aunque se exija que los contenidos de la Antropología hayan de ser humanos (herramientas humanas, cráneos humanos...) el planteamiento gnoseológico será ya diferente, pues ahora señalamos a una denotación objetiva cuyo formato es, además, el de una «multiplicidad de objetos enclasados». Denominar humanos a estos objetos resultará del análisis de las relaciones entre las partes de ese material. Diremos, según esto, que la Antropología o las disciplinas antropológicas se ocupan, no ya del hombre, sino del material antropológico. Cabría distinguir tres grandes clases de materiales antropológicos:
Todos ellos pueden llamarse propiamente humanos: tan «humano» es el cadáver de un guerrero como el golpe de maza (acción) de quien lo mató, o como la maza misma, es decir, el objeto cultural con que se aplastó el cráneo. {E&U/Epi 174-176, 179 / → AAC} Diccionario filosófico alfabético · sistemático |
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