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Libertad

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Libertad como «libre arbitrio en la elección» (crítica a)

Acepción más común (más «consensuada») del término libertad. La elección libre no puede significar, en una filosofía materialista, elección acausal, es decir elección sin causas que nos determinen más hacia un lado que hacia otro. A las alternativas elegibles, no sólo al sujeto que elige, hay que asignar, por tanto, algún papel causal. Si no hubiese mayor determinación hacia un lado que hacia otro, que es la situación del asno de Buridán, no habría elección. Ni siquiera cuando lo que «elijo» son medios equifinales, es decir, medios distintos que conducen al mismo fin deseado. Pero entonces —se dirá— ¿por qué llamar «elección» a una decisión que suponemos ha de estar causalmente determinada? Respuesta: porque la determinación se forma, al menos parcialmente, por el mismo influjo del camino no elegido. Sólo cuando me encuentro ante una encrucijada (AvBvC) si elijo libremente B, no es porque no haya ningún tipo de causalidad de B al elegirlo, sino porque en esta causalidad hay que incluir el influjo negativo de A y C como alternativas virtuales que tendría que escoger si no tuviese capacidad o poder de escoger B y resistir o evitar A y C. La elección de B me libera de A y C. Tengo libertad-de, negativa respecto de A y C, cuando puedo determinarme por B. Libertad es aquí y, en general, poder, potencia, capacidad, facultad. En unos casos será capacidad física para resistir un agresor; otras veces será capacidad psicológica para resistir las presiones u ofertas de terceros («fuerza de carácter»), y a veces será capacidad económica o adquisitiva de medios de consumo o de producción. ¿Y por qué llamar libertad a esta capacidad o poder para determinarnos por una opción B entre otras A y C? Tan solo porque la opción B la consideremos en la perspectiva de los intereses o proyectos globales de la persona que elige, no porque la opción B satisfaga un capricho momentáneo, desligado de sus actos ulteriores. Quien tiene capacidad o poder para satisfacer sus deseos caprichosos momentáneos, que aparecen aleatoriamente desligados de un «proyecto global», tampoco puede considerarse libre: se le considerará «esclavo de sus caprichos». {SV 248-249}


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