Diccionario de ciencias eclesiásticas
Imprenta Domenech, Editor, Valencia 1886
tomo cuarto
página 274

Espiritual

Se llama sustancia espiritual todo ser distinto de la materia que tiene facultad de sentirse y conocerse, de lo cual es incapaz la materia: en este sentido, nuestra alma es un espíritu o una sustancia espiritual. Se llama también espiritual lo que pertenece al espíritu: así el entendimiento y la voluntad son potencias espirituales que no pueden convenir a la materia. Pensar, reflexionar, querer y elegir son operaciones espirituales de que la materia no puede ser principio, &c.

El deseo de recibir a Jesucristo en la Sagrada Eucaristía se llama comunión espiritual, oponiéndola a la recepción real y corporal del mismo Sacramento. Los protestantes que no creen la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, solo admiten la comunión espiritual.

Se llama lectura espiritual, cánticos y ejercicios espirituales los que excitan a la piedad o devoción y sirven para conservarlas. La vida espiritual es el hábito de la meditación o contemplación, la exactitud en reflexionar sobre sí mismo, y en practicar todos los medios que pueden conducir una alma a la virtud y perfección cristiana: esto se llama también vida interior. Un ramillete espiritual es una sentencia, una máxima, una reflexión santa, un pasaje de la Escritura, &c., que se conservó en la meditación, y que se recuerda de tiempo en tiempo durante el transcurso del día.

Hablando de la simonía, distinguimos en un beneficio lo espiritual de lo temporal. Por lo espiritual entendemos las funciones sagradas que debe cumplir un beneficiado, como la oración, el rezo del Oficio divino, administración de los sacramentos; no solo porque el espíritu debe tener en estas funciones más parte que el cuerpo, sino también porque tienen por objeto el adelantamiento espiritual de las almas y su salvación eterna. — Bergier.


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