La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Inocencio María Riesco Le-Grand

Tratado de Embriología Sagrada
Parte Segunda
/ Capítulo segundo

§. III
De la sinfiseotomía


Como la experiencia que es el mejor juez en estas materias, ha demostrado que las más de las veces la operación cesárea tiene malísimos resultados en las mujeres vivas sobre quienes se practica; en buena teología debe abandonarse aquella operación peligrosa, y de dudoso éxito cuando puede sustituirse con otra menos peligrosa para la madre, y que igualmente puede facilitar la salida del infante. Así es que todas las veces que es posible se la reemplaza por la sinfiseotomía, o sección de la sinfisis pubiana, en la cual no se dividen más que los tegumentos, el tejido celular y el cartílago que une los dos huesos pubis.

Esta sección es tanto más fácil, cuanto la preñez está más adelantada, porque el cartílago hinchado y empapado de fluidos, ofrece menos resistencia al instrumento cortante. En el momento que esta operación tiene lugar, los huesos del pubis se desvían y los diámetros de la pelvis se engrandecen. Cada pulgada de [251] separación de los huesos del pubis da dos líneas de extensión al diámetro sacro-pubiano.

La sinfiseotomía, no puede reemplazar a la gastro-histerotomía, u operación cesárea en los casos siguientes.

Primero: Cuando la deformación de la pelvis es tal que la mayor separación de los huesos pubianos, no facilita la salida del infante.

Segundo: Cuando existen tumores que obstruyen enteramente la cavidad pelviana.

Tercero: Cuando existe una hernia en el útero.

Fuera de estos casos, el práctico es libre en escoger entre la operación cesárea, y la sinfiseotomía, a la que en nuestro concepto debe dar la preferencia.

La sinfiseotomía es la única que puede practicarse, y no puede ser reemplazada por la operación cesárea en los casos siguientes:

Primero: Cuando la cabeza del infante vivo habiendo atravesado con grandes dificultades la parte estrecha superior, que se ha constreñido, no puede ni por los esfuerzos de la naturaleza, ni por el auxilio del fórceps; atravesar la parte estrecha inferior.

Segundo: Cuando estando reducido el estrecho interior, una exostosis o tumor duro, de la base del sacro se opone a que la cabeza, que ha llegado con mucha dificultad a la excavación de la pelvis, puede ser rechazada bajo el estrecho superior.

Tercero: Cuando la cabeza habiendo franqueado el cuello del útero, y hallándose desnuda en la vagina, [252] no puede franquear el estrecho inferior. La gastro-histerotomia sería infructuosa en este caso, porque la estrechez del orificio uterino sobre el cuello del niño no permitiría a la cabeza volver a la cavidad de la matriz.

Cuarto: Cuando la cabeza está de tal suerte enclavada en la estrechez superior que es imposible volverla de nuevo en el abdomen, y aplicar el fórceps.

Quinto: Cuando habiendo presentado la criatura los pies está detenida la cabeza en la excavación, o enclavada en el estrecho superior.

Sexto: Cuando saliendo primero las nalgas, son detenidos en la excavación, por la angostura del estrecho perineal, volviendo el infante para ir a buscar los pies, se experimentará la misma dificultad por las nalgas, y por la cabeza. En este caso prefiere Gardien la sección del pubis, a la gastro-histerotomía.

Séptimo: Finalmente, cuando habiendo muerto el infante, se enclava su cabeza en el estrecho superior, y se detiene de una manera invencible, en este caso la sinfiseotomía, ofrecerá menos peligro para la madre que el desmembramiento del feto.

Como acabamos de decir, siempre que la estrechez de la pelvis no es extrema, la sinfiseotomía puede remplazar a la gastro-histerotomía, y debe ser preferida.

Luego que el facultativo esté convencido de la necesidad y utilidad de la sinfisiotomía, procurará esperar a que el parto esté bien decidido, y el orificio del útero completamente dilatado para que pueda permitir la introducción de la mano, y además que los dolores sean bastante fuertes para expulsar la criatura. [253]

Una sonda, y un bisturí convexo por el corte, y romo por la punta son los únicos instrumentos necesarios. También usan algunos facultativos del cuchillo flexible de Aithen para defender el cuello de la vejiga. Según aconseja Moreau, vale más operar antes que después de la rotura de la bolsa de las aguas, porque entonces es dueño el profesor de confiar el parto a los solos esfuerzos de la naturaleza, o de recurrir ya a la versión, ya a la aplicación del fórceps, al paso que después de la salida de las aguas, la versión llega a ser tan difícil que nos expondríamos intentándola, a comprometer la existencia del feto, y por consiguiente a perder el beneficio que se esperaba de la operación.

Se coloca a la mujer en el borde de la cama, o sobre una mesa de altura conveniente; procurando que las nalgas estén levantadas por medio de almohadas un poco duras, y los muslos encogidos y un poco separados uno de otro. Las piernas deberán apoyarse sobre dos sillas. Dos ayudantes colocados a la parte externa de los muslos mantendrán estos, procurando no separarlos precipitadamente al último de la operación: otro tendrá el encargo de presentar al facultativo los instrumentos que vaya necesitando.

Después de rasurado el monte de Venus, se introduce la sonda para vaciar la vejiga, y deprimir el canal de la uretra hacia abajo y a la derecha de la enferma para ponerle al abrigo del instrumento. Un ayudante queda encargado de la sonda; en tanto el operador levanta con la mano izquierda las partes blandas que cubren el pubis hacia el ombligo, para no hacer [254] tan grande la incisión exterior. Empieza la incisión en el borde superior del pubis, y la prolonga hasta el clítoris, sin comprender la comisura anterior de la vulva. Hecho esto divide con lentitud el fibro-cartílago, llevando el bisturí de arriba abajo, o de delante hacia atrás; en el primer caso debe cubrir la punta del bisturí con la uña del dedo índice de la mano izquierda para no herir la vejiga, o el canal de la uretra. Cuando la sección del cartílago está hecha, se cortan los ligamentos superiores, e inferiores, con lo que se consigue una separación que se deberá moderar para evitar los grandes desórdenes que pudieran sobrevenir en las sinfisio sacro-ilíacas. Se abandona después el parto a la naturaleza, o bien si fuese necesario se emplea el fórceps.

Acabada la operación se acercan al instante los huesos, y se conservan en un contacto inmediato por medio de un vendaje, con el que se rodea la pelvis. Debe usarse un cinturón de tela forrado de franela, ancho de siete a seis pulgadas con hebillas en una extremidad y correas en la otra.

La enferma debe tener una perfecta tranquilidad hasta la consolidación perfecta, no permitiéndola andar hasta pasados dos meses, aun cuando los huesos se hayan reunido como suele suceder a las seis semanas o un mes.

La herida exterior de las partes blandas, se cura con hilas, y un digestivo simple; también es muy bueno aplicar hilas mojadas en la clara de huevo mezclada con aguardiente. [255]


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Inocencio María Riesco Le-Grand, Tratado de Embriología Sagrada (1848)
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