Filosofía administrada

Constantino Láscaris Comneno
¿Facultad Politécnica?
Alcalá, 25 enero 1952

 

Llevamos unos meses en que esas dos palabras han sido ya pronunciadas reiteradamente. Es más, en que el hecho de pronunciarlas parece levantar polvareda, ya porque se vea una automática reacción de disgusto, ya porque es recibida con gritos de júbilo. Esta diferencia de reacción depende de que el auditorio sea proveniente de las Escuelas Especiales, reacción de disgusto, o de las Facultades de Ciencias, reacción de júbilo. Sin querer entrar en polémicas de menor cuantía, vamos a echar nuestro cuarto a espadas con la mayor humildad.

En primer lugar, parece notarse una reacción a aceptar que puedan unirse las dos palabras, Facultad y Politécnica. Algo así como si la palabra Facultad debiera reservarse para las clásicas y no ampliar su uso, mientras que Politécnica estaría ligada «in aeternum» a la palabra Escuela. Sobre esto nos parece que no hay ningún inconveniente en hablar de Facultad Politécnica, como se habla en la mitad de los países del mundo, ya que el término Facultad ha venido hoy a significar tan sólo compartimento dentro de la Universidad, y las etimologías son perder el tiempo. Es decir, el único problema a tratar no será el del nombre, sino el de su necesidad y el de su filiación.

¿Es necesaria en España hoy la Facultad Politécnica? Ante todo nos encontramos con un caso que pudiera servirnos de ejemplo. La Facultad de Ciencias Económicas desempeña un papel con respecto a las Escuelas de Comercio equivalente al de la hipotética Facultad Politécnica respecto a las Escuelas Especiales. No hay que olvidar que, según la pura teoría de la organización de las profesiones, las Escuelas Superiores no tienen mayor categoría que las de Comercio, aunque exista una desproporción considerable entre la condición económica de los profesionales de ambas clases de Escuelas. Por otra parte, el hecho de que hoy las Escuelas Superiores de dediquen a la pura formación de profesionales, técnicos, sin entrar en la investigación, muestra que hace falta un organismo que forme a los investigadores no ya tan sólo de la pura teoría científica (labor reservada a la Facultad de Ciencias), sino de la investigación aplicada. Es decir, vemos la necesidad de tres escalones: 1, ciencia pura; 2, la investigación de la ciencia aplicada; 3, la aplicación profesional de la ciencia aplicada.

Suponiendo que los organismos existentes sigan desarrollando la función que hasta hoy han desempeñado, según tal esquema, el segundo escalón está hoy vacante en España, y, según hemos oído decir a quienes parece ser que entienden de cuestiones industriales, su ausencia se nota en la vida española.

La segunda cuestión es la de su filiación. Supuesto que el Ministerio de Educación se decidiese a crear la Facultad Politécnica (ya que es tan sólo el Ministerio de Educación el que, objetivamente, puede opinar en estas cuestiones, siendo el único capacitado), ¿debería incluirla en la Universidad o dejarla como totalmente autónoma? El argumento a favor de la autonomía, confesamos, no nos convence; la excesiva autonomía tan sólo trae consigo la sumisión a los intereses de los profesionales, con la consiguiente pérdida de la finalidad pedagógica (no podemos olvidar que un centro de enseñanza que no cumpla los requisitos pedagógicos elementales no merece sino que lo cierren). Por otra parte, el hecho de ser la Facultad universitaria no implica pérdida de autonomía científica, sino tan sólo ciertos requisitos que consideramos imprescindibles para un buen funcionamiento. Tales son: la selección del profesorado mediante oposición; el que a la oposición puedan presentarse todos los doctores en Ciencias;el que obtenga el título todo el que teniendo las mínimas condiciones naturales haya trabajado normalmente, &c., es decir, precisamente aquello en que consiste la organización universitaria.

Finalmente nos preguntamos: ¿para qué servirán los licenciados por la Politécnica? En Francia hay Facultad de Ciencias, hay Escuelas Superiores y hay Politécnica..., y en el país tiene buena industria y las colonias están bien explotadas. Que sea la oferta y la demanda, y la selección posterior mediante concursos, la que señale las facetas profesionales para las que prepare la Politécnica.

Constantino Láscaris Comneno

N. de la R. El presente artículo expresa tan sólo el punto de vista personal de su autor y constituye la primera palabra de un diálogo, que esperamos fecundo, en torno a tema tan actual.

{Tomado de Alcalá. Revista Universitaria Española, Madrid, 25 de enero de 1952, número 1, página 5.}


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