La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Una década de Césares
Comiença la vida del Emperador Bassiano,
hijo de Severo, copilada por el señor don Antonio de Guevara,
Obispo de Mondoñedo, predicador y chronista y del Consejo de Su Magestad.


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Una década de Césares / El Emperador Bassiano
Capítulo primero

De cómo Bassiano y su hermano Geta heredaron el imperio de Severo, su padre.

Luego que murió el Emperador Severo en la Gran Bretaña, succedieron en el imperio sus dos hijos, que avían nombre Bassiano y Geta, entre los quales uvo a la hora muy gran odio y discordia, porque, dado caso que en la sangre eran hermanos, en obras y voluntades se tractavan como enemigos. Como Bassiano era hermano mayor y aun más caviloso y bullicioso, començó de secreto a tractar y a sobornar a los capitanes del exército para que a él sólo diessen el imperio y excluyessen de la herencia a Geta, su menor hermano, y para atraerlos a esto dezíales palabras muy sabrosas, cevávalos con grandes esperanças y aun dávales riquíssimas joyas. Ninguna cosa pudo alcançar Bassiano con los capitanes de su exército, porque cada uno en particular y todos en general le respondieron que, pues eran hijos de su señor Severo y ambos a dos hermanos y juntamente los juraron por sus señores y príncipes, que no era justo fuessen traydores en lo que avían prometido a su padre y quebrantassen lo que en los templos de los dioses avían jurado.

Bassiano, de que no pudo a los de su exército atraerlos con palabras ni con dádivas, hizo paz con los de Bretaña a fin de partirse luego para Roma, y como su hermano Geta fuesse avisado que Bassiano quería para sí solo el imperio, aviéndole dexado a ambos a dos su padre Severo, escandalizóse y indignóse mucho contra su hermano, por manera que dende en adelante no sólo los dos hermanos se tractavan como enemigos, mas aun la corte estava ya partida en vandos. Bassiano [724] y Geta eran hermanos de padre, mas no de madre, porque Bassiano era hijo de la primera muger y Geta era hijo de Julia, que fue la segunda; y la madre de Geta y los ancianos y honrrados romanos que se hallaron allí después de la muerte de Severo trabajavan mucho por confederarlos y concertarlos, mas al fin ni se convencieron con las muchas lágrimas de la madre ni les persuadieron los grandes ruegos de los amigos.

Puestas, pues, en orden las cosas de Bretaña, partiéronse los dos hermanos muy sin orden para Roma y llevaron consigo las reliquias de su padre Severo, es a saber: los huessos hechos polvos, los quales eran en todas las ciudades por do passavan rescebidos con tanta reverencia como quando Severo bivía. Desde que partieron de Bretaña Bassiano y Geta hasta que entraron en Roma, nunca posaron en una posada, ni comieron a una mesa, ni se hablavan ni se comunicavan por el camino; antes traýa el uno del otro muy gran sospecha de que en el comer o en el bever se avían de dar ponçoña. De yr tan mal avenidos y tan sospechosos, fue occasión de tardar poco en el camino, aunque el camino era muy largo; y antes que llegassen a Roma, cada uno dellos avía embiado por sí mensageros secretos no sólo a tomar las mejores posadas de Roma, mas aun a solicitar y a ganar las voluntades de los de la república, porque ellos bien conoscían que no se podrían conservar juntos en el señorío, sino que con uno avía de quedar el imperio.

El día que Bassiano y Geta, su hermano, uvieron de entrar en Roma, salió toda Roma a rescebirlos, y el rescebimiento fue mezclado de tristeza y alegría, la tristeza por traer a Severo muerto y a le enterrar, y la alegría por venir los hijos bivos y nuevamente a imperar. Al entrar de la ciudad los dos hermanos y nuevos emperadores, yvan delante vestidos de púrpura y a cavallo, y luego en pos dellos yvan los senadores todos a pie, los quales llevavan sobre los hombros una caxa de unicornio en que yvan los huessos de Severo, y los que yvan cabe el muerto yvan llorando y los que acompañavan a Bassiano y Geta yvan cantando. Todos los que salían de la ciudad a ver y a solennizar el rescebimiento yvan a besar las ropas de [725] los nuevos príncipes y luego hincavan las rodillas y adoravan los polvos de Severo y la differencia que en esta cerimonia avía era que a los hijos estando en pie reverenciavan y al padre, aunque era muerto, adoravan.

Entrados, pues, en la ciudad y siendo ya gran parte del día, fuéronse al templo del gran Emperador Marco Aurelio y lo primero que hizieron los dos nuevos príncipes fue prostrarse de rodillas y adorar aquel sepulchro como de hombre sanctíssimo, acerca del qual collocaron los polvos de su padre Severo. Antes que Severo se partiesse para la segunda guerra de Bretaña, avía començado un sepulchro muy sumptuosíssimo en el campo Marcio y entre otras cosas que él tenía eran siete columnas muy altas y polydas, en las quales estavan esculpidas todas sus victorias y hazañas, mas primero se le acabó a él la vida que se acabasse su sepultura. [726]


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Una década de Césares / El Emperador Bassiano
Capítulo II

De cómo enterravan en Roma a los emperadores, y de las grandes cerimonias que allí se hazían.

Después que Bassiano y Geta, su hermano, depositaron el cuerpo de su padre Severo en el templo del Emperador Marco Aurelio, luego començaron a entender en consagrar su cuerpo y poner su ánima con los dioses, según lo tenían de costumbre los romanos, la qual cerimonia no se hazía sino a los emperadores muertos, y la orden que se tenía para ello era ésta.

Luego que el emperador moría, juntávase el Senado a determinar si merescía ser sepultado con los dioses o si después de enterrado le dexarían y olvidarían como a los otros hombres; y si avía sido malo, no se hallava el Senado en su enterramiento; y si avía sido bueno, todos se cobrían allí de luto y venían a consagrar su cuerpo. Para hazer esto, lo primero que hazían era enterrar sin ninguna cerimonia el cuerpo del príncipe muerto y luego componían una ymagen de palo a manera de hombre enfermo, flaco y amarillo, y poníanla encima de un cadahalso alto en el portal del palacio real; y aquella ymagen, aunque era de hombre enfermo, vestíanla tan ricamente de oro y seda y brocado, como si al que representava fuera bivo. En lo más alto de aquel cadahalso o trono assentávase a la mano yzquierda todo el Senado, y a la mano derecha todas las matronas romanas, y ninguna persona de todas éstas se podía para aquella cerimonia vestir ropa rica, ni ponerse joya de oro, sino que hombres y mugeres estavan allí vestidos de blanco, porque toda ropa blanca tenían por luto en Roma. [727]

Assentávanse los senadores y las matronas quando salía el sol y no se quitavan de allí hasta que se ponía, y allí ni se podían hablar ni menos tenían licencia de se mirar, sino que avían de gastar todo aquel tiempo en llorar o sospirar. De hora a hora yvan y venían los médicos a visitar aquella ymagen, y assí la tentavan y miravan y tomavan el pulso como si el mismo emperador estuviera allí bivo, y cada vez que se partían de allí dezían a los senadores y a las matronas cómo aquel enfermo se yva a morir, la qual palabra, en oyéndola que la oýan, començavan las matronas a gritar y los senadores a llorar. Ésta, pues, era la orden que tenían siete días arreo; y, llegado el sexto día, desahuziavan los médicos al enfermo; y al seteno día finalmente dezían que era muerto; y luego que le denunciavan por muerto tomavan las andas en que yva la ymagen del deffuncto en los hombros y llevávanlas los más ancianos y más honrrados senadores yendo a cavallo, que no a pie, y assí yvan hasta la plaça que llamavan Vieja y no podían yr sino por la vía Sacra, que era una carrera por do no osava nadie yr sino los emperadores muertos y los sacerdotes bivos.

En aquella plaça Vieja avía otro hedifficio hecho de piedra, a manera también de trono, y tenía de una parte y de otra muchas gradas para subir a lo alto, y allí ponían encima la ymagen del emperador deffuncto, y en las unas gradas estavan muchos niños, hijos todos de patricios romanos, y en las otras estavan muchas donzellas romanas, y allí cantavan ellas muchos cantares tristes y los niños dezían en alabança del muerto muchos hymnos. Desde allí llevavan aquellas andas con la ymagen del muerto hasta el campo Marcio, do ya estava hecho otro altíssimo cadahalso, y éste era todo de madera muy seca, y en lo hueco dél avía astillas y retama y otros materiales fáciles de encender y arder, y de fuera estava muy pintado y con ropas muy ricas tapizado y encima de lo más alto ponían la ymagen del emperador deffuncto.

El día que esta cerimonia se hazía en Roma concurrían a verla de todas las partes de Ytalia y cada señor o señora de los que se hallavan presentes avían de echar sobre las gradas de aquel trono myrrha, encienso, áloes, ámbar, ánime, rosas o [728] otras cosas muy olorosas. Ya que todos avían offrescido aquellos olores, escaramuçavan a cavallo los senadores y luego en pos dellos davan una buelta los dos cónsules encima de sus carros muy adornados, y en pos déstos yvan a pie todos los antiguos vezinos de Roma y los que avían sido capitanes en la guerra, los quales todos, después que avían dado una buelta al trono, derrocávanse dando muy grandes bozes en el suelo. Ya que las tres processiones eran hechas (es a saber: de los senadores y de los cónsules y de los capitanes), venía el que avía heredado el imperio y, tomando una hacha ardiendo en la mano, ponía fuego a aquel trono, y como era todo de madera seca, en muy breve espacio se quemava.

Antes que se començasse a hazer esta tan gran cerimonia, buscavan los del Senado para aquel día una águila brava, la qual ponían dentro de las andas do estava la ymagen del muerto, y con mucha subtileza y destreza, al tiempo que la ymagen ardía el águila se soltava y bolava, y como naturalmente sea su propriedad de bolar hazia lo alto, dezían todos a grandes bozes que aquélla era el ánima del emperador muerto que se yva con los dioses al cielo. Todas las vezes que de algún príncipe o de otra notable persona se halla escripto en los libros esta palabra, «inter divos relatus est» (que quiere dezir «assentáronle con los dioses») se hazían todas estas cerimonias, y dende en adelante podían al tal adorarle, sacrificarle, hazerle templos y ponerle sacerdotes, de manera que le avían de honrrar como a dios y no hablar dél ya como de hombre. [729]


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Una década de Césares / El Emperador Bassiano
Capítulo III

De la mortal enemistad que avía entre Bassiano y Geta, su hermano.

Después que uvieron los dos hermanos cumplido el officio funeral de su padre Severo, vanse ambos a dos aposentar en el sacro palacio, no porque posassen juntos, sino que partieron entre sí los aposentos y cada uno tomó por sí porteros que le guardassen y gente de guarda que le acompañasse. Aunque la posada dellos era una, las voluntades y paresceres eran muy diversos, y los que avían de negociar negocios de gran importancia no negociavan con ellos, sino con su madre, la qual tomava el parescer del uno y el parescer del otro y después hazíase lo que acordava el Senado, porque de otra manera perdiérase la república. Nunca estos dos príncipes salían juntos, si no era quando yvan al Senado o a visitar el templo del gran Emperador Marco Aurelio, porque Severo avía mandado en su testamento que cada semana offresciessen en aquel templo sacrificios y cada mes visitassen aquel sepulchro sus herederos. Bassiano y su hermano Geta muy poco cuydado tenían de visitar los templos, offrescer sacrificios, yr al Senado, reformar la república, ni proveer las cosas necessarias para la guerra, sino que todo su intento y estudio era en engañar el uno al otro y ganar las voluntades del pueblo para que, muerto el uno, imperasse sin contradición el otro. Ambos a dos hermanos estavan entre sí divisos y ambos a dos tenían puesto todo el Imperio en vandos, y caso que cada uno dellos tenía amigos y enemigos, todavía la mayor parte de la república se afficionava más al hijo menor, que era Geta.

Era Geta blanco, roxo, alto, agudo, manso y ligero y muy [730] bien acondicionado, aunque sobre caso de imperar, también era superbo como Bassiano. Bassiano, su hermano, era verdinegro, colérico, adusto, pequeño de cuerpo, ancho de frente, vellosas las manos, ronco en la boz, agudo, versuto, solícito y embaydor, porque si avía menester alguna cosa, embaucava a todos con buenas palabras y después todo parava en mentiras. Yendo, pues, cada día de mal en peor, las divisiones y differencias que ellos traýan entre sí, no pudiendo ninguno concertarlos ni hazerlos amigos, acordaron ambos a dos, sin que nadie lo supiesse, de dividir el Imperio, y la división fue que dividiessen en yguales partes todos los reynos y que el nombre de emperador le tuviessen ambos. Cúpole a Bassiano a toda Europa, y a Geta, su hermano, le cupieron los reynos de Asia; y el fin que tuvieron en dividir el Imperio no fue por ser dende en adelante amigo el uno del otro, sino por tener libertad y gente y riqueza para alçarse luego con Roma, y el que más pudiesse quitar al otro la vida.

Ya que tenían hecho su concierto, determinaron de llamar a su madre, Julia, y a todos los antiguos criados y amigos de la casa de Severo, su padre, a los quales todos dixo Bassiano cómo él y su hermano estavan concertados y se avían hecho amigos, y el concierto era que avían dividido el Imperio en que él quedava con la silla de Roma y Geta, su hermano, hazía cabeça de Imperio a Antiochía y se quedava con toda Asia. Según dixo allí Bassiano, también quedó en el concierto que la hazienda de su patrimonio se dividiesse en tres partes, las dos para los dos hermanos y la tercera para Julia, su madre, y allende desto que todos los senadores y capitanes y hombres notables del Imperio libremente pudiesssen si quisiessen yrse con Geta a Asia o quedarse con Bassiano en Roma. A ninguno de los que allí estavan y oyeron este concierto les plugo de oýrlo ni menos de aprobarlo, porque veýan que todo era fingido y que en breve espacio se abrasaría con guerras el Imperio como se hizo en tiempos de Julio César y Pompeyo, y de César Augusto y de Marco Antonio. Aunque a todos les pesava de lo que dixo Bassiano, todos callavan y dissimulavan, mostrando las caras tristes y los ojos en el suelo, lo qual no pudiendo suffrir su madre, Julia, les dixo. [731]


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Una década de Césares / El Emperador Bassiano
Capítulo IV

De una muy excellente plática que hizo la madre a los hijos para que estuviessen en paz.

Bien puedo llamaros hijos, ¡o, hijos de mi coraçón!, pues tú, Geta, saliste de mis entrañas, y a ti, Bassiano, crié a mis pechos, y por los immortales dioses juro que es muy mayor el amor que tengo contigo que no el deudo que tengo con tu hermano. Bien sabes tú, Bassiano, que desde la hora que yo vine a palacio y fuy muger de tu padre Severo, el nombre tenía de madrastra y las obras de madre, y que muchas vezes me rogavas tú que halagasse a Geta, tu hermano, porque te parescía que andava desfavorescido, por manera que si era él solo el que yo avía parido, tú solo eras el muy regalado. Razón tengo, pues, de llamaros hijos y lloraros como a hijos y hablaros como a hijos, pues el día que salió el uno de mis entrañas, entró el otro en mi coraçón. No os maravilléys de verme tantas lágrimas derramar y de verme que a cada palabra me voy a amortescer, porque si como veys mis tristes ojos a viéssedes mi lastimado coraçón, veríades dél correr más sangre que de los ojos lágrimas.

Si mi marido y vuestro padre oyera lo que yo oyo y viera lo que yo veo, pesárale de aver nascido y mucho más de averos engendrado, pues a vuestros amigos no avéys querido creer, ni a vuestra triste madre obedescer, ni aun lo que él mandó cumplir. ¿Por qué queréys vosotros para uno lo que él dexó para ambos? ¿Qué es esto, hijos míos? ¿Criáronos los dioses hermanos y tornáysos vosotros enemigos? ¿La gloria que tenéys vosotros de aver tenido tal [732] padre queréys que tenga él de pena por tener tan aviessos hijos? Por dexar el Imperio entero mató vuestro padre a Juliano y a Nigro y a Pescenio, que le tenían en tres partes dividido, y ¿agora queréys vosotros despedaçarle y dividirle de nuevo? ¿No sabéys que los príncipes que tienen entre sí unidas las voluntades no tienen necessidad de partir las tierras? ¿No avéys oýdo dezir que por alcançar honrra y por deffender la hazienda, por estas dos cosas y no por más, se levante entre los príncipes la guerra? Pues si esto es verdad, como es verdad, si os desavenís ambos a dos sobre la hazienda, ¿no sabéys que os dexó más vuestro padre solo que dexaron todos los príncipes juntos?

Si por ventura os desconcertáys sobre alcançar honrra, yo no sé para qué queréys más honrra de ser emperadores de Roma. ¡O, immortales dioses, a vosotros invoco y humilmente ruego que no paréys mientes a las mocedades destos moços, sino a los grandes servicios que os hizo su padre y a las muchas lágrimas que llora su madre, porque de otra manera la memoria de mi señor Severo se perderá y la grandeza del Imperio peligrará!

Si pensássemos, hijos míos, que la división que avéys hecho del Imperio fuesse occasión para que de aquí adelante os tractássedes como hermano a hermano, todos lo terníamos por bueno; mas ¿qué aprovecha que dividistes el Imperio no más de en dos partes y quedáys vosotros divisos en cient mil differencias? Si queréys ser favorescidos de los dioses y obedescidos de los hombres, acordaos de lo que vuestro padre os mandó, condescended a lo que vuestra madre os ruega y dexaos al parescer de lo que vuestros amigos os dizen, porque nunca los príncipes moços sabrán bien governar si de buenos no se dexan governar.

Catad, hijos, que soys muy moços y en negocios grandes no estáys experimentados, y la mocedad combidaros ha a muchos vicios y la poca experiencia dexaros ha caer en grandes yerros. Devéys también, hijos, mirar que tenéys los coraçones muy apassionados y andáys acompañados [733] de muchos lisongeros, las quales dos cosas son muy enormes en las casas y personas de los príncipes, porque con la passión cometen muchas injusticias y con la lisonja dissimúlanles cosas muy feas. El coraçón apassionado y furioso abástale su passión sin que busque quien más le apassione, porque de otra manera la furia y la yra házele a cada passo errar y el lisongero no le dexa su error conoscer.

Si os ponéys a pensar que soys hombres y yo que soy muger, con razón ternéys en poco lo que os digo, mas si os acordáys que soys mis hijos y yo soy vuestra madre, estimaréys en mucho lo que os aconsejo, porque el crédito que pierdo por ser muger cóbrole en ser madre. Si amássedes vosotros a vuestro padre como vuestro padre os amó a vosotros, no ternía la triste de vuestra madre tanto que persuadiros a que fuéssedes amigos, porque por no poner en disputa su honrra, posporníades qualquier interesse de hazienda. Ya que no queréys bivir en paz por lo que toca al servicio de los dioses y el daño que se sigue a vosotros mismos y la infamia que ponéys a vuestro padre que es muerto, lo devríades de hazer por lo que toca a vuestra madre que es biva, porque las dissensiones, los trabajos y las infidelidades de los hijos muchos son los que las miran y al fin las madres son las que las lloran.

Contra el testamento de vuestro padre sin voluntad de vuestra madre, contra la costumbre del Senado y sin parescer de ningún amigo vuestro avéys entre vosotros dividido el Imperio, dexándome a mí por dividir, porque hablando conforme a justicia, más razón era que dividiéssedes la madre propria, que no la tierra agena. ¡O, immortales dioses!, ¿por qué llevastes a mi señor Severo para vosotros y dexastes a mí puesta en tantos trabajos? Ya que me distes dos hijos, ¿por qué no me distes dos coraçones? Y si pido dos coraçones, éstos son no más de para amarlos, que menester he otros mil coraçones para suffrir sus desatinos. ¡O, hijos míos, aunque no hijos de mis consejos, porque, si soys míos por el parto, soys estraños por la desobediencia! [734] No sé, hijos míos, más qué os diga, sino que, pues vosotros soys dos y mi coraçón no es más de uno, le saquéys y le abráys por medio y le partáys como partistes el Imperio, y aun por la madre Vestal os juro que, si el coraçón me partís y escudriñáys, halléys en él lo mucho que os amo y lo muy mucho que os suffro. [735]


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Una década de Césares / El Emperador Bassiano
Capítulo V

De cómo Bassiano por quedarse solo con el imperio mató a su hermano en los braços de su madre.

Lástima era de oýr a la Emperatriz Julia, y muy mayor era de verla, porque de ver a los hijos tan divisos y tan mal hermanados, a cada palabra que dezía los cielos rompía con sospiros y la tierra regava con lágrimas. Luego, pues, que acabó Julia su plática, se levantó de su silla y se fue para sus hijos, y con la mano derecha tomó a Bassiano y con la yzquierda a Geta, y abraçándolos consigo trabajava por hazerlos abraçar y reconciliar y, como todos tres juntassen en uno las caras, de las muchas lágrimas de la madre quedaron mojados los rostros de los hijos. Muchos de los romanos que allí estavan se tomaron a llorar de que oyeron lo que Julia dixo y lo que después con sus hijos hizo, y ninguno replicó ni habló más palabra de quanto todos aprobaron lo que la madre avía dicho y improbaron la división del Imperio que los hijos avían hecho.

Estavan ya los coraçones de aquellos dos príncipes tan apassionados, y junto con esto de su natural seso tan enagenados, que quando la madre los estava hablando, no parescía sino que estavan en otra cosa pensando, y parescióse esto bien en que ni los movió a compassión sus lágrimas entonces, ni se aprovecharon de sus consejos después. No sólo no aprovechó lo que la madre trabajó por reconciliarlos, sino que dende en adelante se mostravan mayores enemigos, es a saber: en que cada uno trabajava de corromper al cozinero del otro, prometiéndole gran hazienda en Roma si consentía que [736] a su amo le diessen en un manjar ponçoña. No pudo Bassiano corromper a los cozineros de Geta, ni Geta pudo convencer a los officiales de Bassiano, porque se tenían ambos a dos por dicho que el que primero pudiesse daría ponçoña al otro.

De que vio Bassiano que no podía matar con ponçoña a su hermano Geta, y junto con esto que le amavan algo más que no a él en Roma, determinóse un día, estando todos durmiendo en siesta, de passarse al aposento de su madre Julia, con la qual estava su hermano Geta, y como los hallasse juntos reposando, dio tantas de puñaladas a Geta hasta que allí le sacó la vida. Al tiempo que Bassiano arremetió para Geta, la madre por guarescerle echóse sobre él, mas ni él por esso dexó de herirle y matarle, y fue el caso que con un mismo puñal hirió las carnes del hermano y rompió las vestiduras de la madre. Finalmente el hermano quedó muerto y la madre ensangrentada. Esto hecho, sálese Bassiano por todo el palacio real, dando bozes y muy despavorido, diziendo: «Trayción, trayción, que mi hermano Geta me ha querido matar a trayción en mi cama, y si no fuera porque salté por una ventana y los hados que me fueron favorables en aquella hora, yo no escapara con la vida.»

No contento con dezir esto, mandó a los de la guarda que le sacassen de palacio y le llevassen al monte Celio, do estavan las cohortes pretorianas aposentadas, diziendo que en palacio no estava seguro, porque ya avía intentado de matarle su hermano. Todos los que oyeron las bozes que dio Bassiano creyeron que como él lo dezía assí passava, y los armígeros de la guarda acompañáronle hasta ponerle con los pretorianos, y como llegó a la tienda do ellos tenían las armas y los pendones, hinchadas las rodillas, dio muchas gracias a los dioses porque hasta allí le avían guardado y a los de la guarda porque le avían en tiempo de tanta necessidad socorrido. De ver a Bassiano yr a tal hora y con tan gran calor por medio de Roma, y esto con gran furia, todos los que le vieron se escandalizaron y ymaginaron entre sí que avía muerto al hermano o hecho algún desacato a la madrastra. Luego que se vio entre los pretorianos, repartió entre ellos dos mil y quinientas [737] dramas de oro al peso de Athenas, y allende desto prometióles de darles cada un año todo el trigo que para sus mugeres y hijos uviessen menester, allende del sueldo que por gente de guerra se les avía de dar.

Divulgada, pues, la fama por toda Roma, y sabida la verdad de la trayción tan grande por Bassiano cometida, juntáronse los amigos de Geta y fueron a buscarle con pensamiento de hazer dél lo que él avía hecho de Geta, y como la cosa se pusiesse en armas y llegassen a las manos, los de Geta, como eran pocos, fueron en muy breve vencidos. Aunque fueron los de Geta vencidos, no merescen por cierto ser desloados, porque siendo en número pocos y viendo a su señor muerto y a Bassiano apoderado del exército, no les faltó osadía para pelear y muy gran ánimo para morir; mas, ¿qué haremos?, que si era justa su querella, les era muy contraria la fortuna. Poco aprovecha que el ánimo sea generoso y el cuerpo bellicoso si el que toma las armas es desdichado, porque más vale una hora de felice fortuna que todos los ardides de guerra.

Muy grande fue la compassión que tomaron todos de la cruel muerte de Geta, y no menor fue el odio que concibieron contra Bassiano, lo uno por matarle sobre seguro, lo otro por matarle en lugar tan privilegiado, es a saber: dentro del sacro palacio y abraçado con los pechos de su madre. De que vio Bassiano que su hermano Geta era muerto, y todos sus aliados y criados vencidos, y que todo lo que avía hecho con temeridad le avía succedido con prosperidad, fuese para los templos y robó dellos todos los thesoros, por manera que lo que muchos príncipes avían dado en muchos años tomó él en un día. Mucha cantidad de aquellos thesoros repartió Bassiano entre los cavalleros pretorianos, los quales, de que se vieron ricos de dineros y que avían vencido a sus enemigos, vanse por toda Roma y comiençan a entrar por las casas y a matar a todos los que con ellos avían differencias y, lo que era peor de todo, que sobre apuesta matavan toda una parentela hasta no dexar persona en quien quedasse la memoria. Muchos nobles romanos estuvieron determinados de matar a Bassiano luego que començó a imperar y no lo dexaron de hazer por él no lo merescer y ellos no lo dessear, sino por [738] temor de pensar que después de él muerto se levantarían muchos con el Imperio, porque al presente por menos mal tenían suffrir a uno que no resistir a muchos.

Ya que Bassiano se vio rico con los thesoros de los templos y se vio obedescido de los cavalleros pretorianos, determinó de subir al alto Capitolio y allí hablar al Senado, lo uno para darles cuenta de lo hecho y lo otro para avisarlos de lo que avía de hazer. Puesto, pues, en medio del Senado, assentóse en la silla imperial y callando todos, habló él desta manera. [739]


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Una década de Césares / El Emperador Bassiano
Capítulo VI

De un razonamiento que hizo Bassiano a los del Senado, excusándose de la muerte de Geta, su hermano.

Aunque en la edad soy moço y en las obras que hago me tienen por atrevido, no dexo de conoscer que estoy en gran odio del pueblo y que les plazería tanto mi muerte quanto les desplaze agora mi vida. Como los príncipes están en el miradero de todos, por esso son de todos todas sus obras juzgadas, y de aquí viene que son loados de muchos en lo que aciertan y son vituperados de todos en lo que yerran. Los que se ponen a juzgar las obras de los príncipes no son todas vezes tan justos que siempre las juzguen conforme a justicia, porque assí como muchas vezes los loan con lisonja, también puede acontescer que los accusen con malicia.

Uno de los supremos trabajos que los príncipes tienen es que los que se ponen a hablar de nuestras vidas y a examinar nuestras obras no hablan según nosotros bivimos, sino conforme como a ellos tractamos; porque si los honrramos y engrandescemos, dizen que no somos príncipes, sino dioses; y si los abatimos y castigamos, dizen que no somos hombres, sino furias. Muchas vezes castigamos los príncipes a muchos, no porque los queríamos por nuestra voluntad castigar, sino que a la auctoridad imperial conviene assí se hazer, porque assí como con mercedes y perdones engrandescemos nuestra clemencia, assí conviene que con rigores y castigos hagamos que se estime nuestra justicia. Muchos se ponen a juzgar los vicios de los príncipes, [740] los quales si fuessen príncipes, no sólo harían obras por do meresciessen ser juzgados, mas aun que justamente fuessen del imperio privados, porque saber bien governar no es cosa que alcançan por sí a saber los hombres, sino don que dan a quien quieren los dioses. No ay príncipe tan absoluto, ni aun tan dissoluto, que a lo menos en la governación no dessee ser justo; mas ¿qué haremos?, que no es más en nosotros de dessear acertar y en solos los dioses está dar gracia para bien governar.

Viniendo, pues, al caso agora acontescido por el qual está de mí todo el pueblo escandalizado, a los immortales dioses juro que, si la verdad de cómo passó les fuesse manifiesta, ellos me hallassen sin culpa; mas soy yo por una parte tan desdichado y por otra es el vulgo tan vario, que muchas vezes acontesce que lo público que hago no dizen y de lo que aun no me passó por pensamiento me accusan. ¡O, dioses justos!, a vosotros pongo yo por testigos de quién quiso primero matar a quién: Geta, mi hermano, a mí, o yo a él; porque bien sabéys vosotros que, estando yo sesteando en mi cámara, entró él a mí con una espada sacada, con la qual él me sacará el ánima si no tuviera yo otra en la cabecera. Si él fue agressor de aquella alevosía y quiso fortuna favorescer a mí y no a él en aquella hora, ¿por qué a mí, que no tengo culpa, echan toda la culpa quantos ay en Roma? ¿Qué mayor testimonio queréys de mi innocencia que, siendo él el que offendía y yo el que me deffendía, hizieron dél los dioses lo que él quería hazer de mí? En ningún buen juyzio deve caber, ya que yo quisiera con malicia o con embidia matar a mi hermano, que le avía de matar a hurto y dentro del sacro palacio, porque en tan enorme caso no merescía tanta pena por lo que hazía, quanto hazerlo en el lugar do lo hazía.

No quiero negar que a mi hermano yo no era obligado a honrrarle, amarle, ampararle y bien tractarle; mas no quiero confessar que era obligado a ninguna trayción ni injuria suffrirle, porque quan honesto es a los grandes príncipes dissimular y perdonar las injurias que les hazen los menores, tan necessario les es vengar los desacatos que les hazen [741] sus yguales o mayores. Notorio es a todos que en los tiempos passados muchos príncipes del Imperio Romano tuvieron hermanos y no se pudieron compadescer con ellos, sino que a muchos dellos mataron y a otros del imperio alançaron, porque al fin al fin no ay ninguno tan comedido, que en el mandar quiera tener por compañero ni aun a su hermano. Mirad cómo se vieron Remo y Rómulo, Thiberio y Germánico, Titho y Domiciano, Marco y Lucio y otros infinitos que fueron hermanos, entre los quales sobre el mandar y governar uvo tantas passiones y enojos como si no fueran proprios hermanos sino crueles enemigos. Vosotros, Padres Conscriptos y amigos, dad gracias a los dioses por averos guardado incolumen y sano a vuestro príncipe, pues no sin causa quisieron a él dar la muerte y a mí conservar la vida; porque las obras de nuestros dioses son tan profundas y tan occultas, que aunque vemos lo que hazen, no sabemos el fin por que lo hazen.

Entre todos los dioses sólo Júpiter tiene el dominio, y assí entre todos los hombres no quiere el dios Júpiter que tenga más de uno el imperio, porque no menor monstruosidad sería governarse el Imperio por dos personas que tener un solo cuerpo dos cabeças. Si para todos los cielos abasta un dios y todas las avejas no tienen más de un rey y todos los miembros se goviernan con un coraçón y todas las aves no llevan más de una guía, pregúntoos, amigos: para governar la república romana, ¿no abastará una persona? Según lo que hemos leýdo de nuestros passados en los libros y según lo que hemos visto en nuestros tiempos, ninguna cosa le conviene tanto al Imperio Romano como es ser governado de uno solo, porque más guerras hemos visto levantarse sobre quál de los príncipes ha de mandar, que no sobre no quererles los súbditos obedescer.

¡Qué tan ferozes guerras se levantaron entre Silla y Mario, entre César y Pompeyo, entre Augusto y Marco Antonio, entre Galba y Otho, entre Otho y Bitello, y entre Bitello y Vaspasiano, y agora poco ha entre Severo, mi padre, y entre Juliano y Albino! Todas estas grandes calamidades que padesció la mísera república romana no las padesció [742] por no querer ser todos mandados, sino porque la querían mandar muchos. Dado caso que mi padre mandó en el testamento que Geta, mi hermano, y yo dividiéssemos el Imperio, muchos lo saben y no son pocos los que lo presumen que él no lo quisiera hazer, sino que su muger y mi madrastra le constriñó assí a testar; y en caso tan grande y tan arduo no se ha de tener respecto a lo que hizo sino a lo que quisiera hazer, porque la grandeza del Imperio y la cordura del Senado no han de estar atadas a lo que procura una muger vana, sino a lo que más conviene a su república. [743]


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Una década de Césares / El Emperador Bassiano
Capítulo VII

De quán crudelíssimo era Bassiano, y de los que mandó matar en Roma.

Todo el tiempo que Bassiano estuvo hablando a los del Senado, ninguno le atajó la plática, ni después que acabó persona le osó responder palabra, sino que él, en acabando de hablar, miró a todos sus amigos y a los que tenía por sospechosos no quiso mirarlos, de lo qual quedaron ellos no sólo affrentados, mas aun temerosos, porque las cosas que el coraçón ama por las ventanas de los ojos las mira. Ni por lo que Bassiano dixo en público, ni por lo que sus amigos le avisaron en secreto dexó de continuar sus crueldades, sino que luego mandó matar no sólo a los que Geta, su hermano, tuvo por amigos, mas aun a los amigos de sus amigos.

Mató a todos los criados y officiales de su hermano, no sólo a los que le servían en la república, mas aun a los que tenían officios muy viles en su casa, es a saber: cozineros, botilleres, despenseros, barrenderos y azemileres y moços de cozina, en la muerte de los quales, dado caso que antes y después mató otros muchos, de ningunos tanto como déstos tuvieron en Roma tanta compassión todos. Mató assimesmo a todos los que guiavan los carros de su hermano, y a los que le curavan los cavallos, y a los juglares que le hazían plazeres, y a las panaderas que le amassavan el pan, y a las que le lavavan la ropa, y a los que le davan música, y a los que le cortavan y cosían la ropa; finalmente mató a todos los que su hermano amava y a todos los con quien él se holgava y a todos los de quien él se servía. Mató a todos los senadores y officiales romanos que siguieron la parcialidad de Geta, su hermano, [744] y mató a todos los qüestores y pretores y valerosos capitanes que estavan derramados por el Imperio. Mató a Lucilla, excellente matrona romana, hermana que fue del Emperador Cómodo y hija del gran Marco Aurelio, a la qual todos los emperadores passados la honrravan como a emperatriz y la servían como a madre, y era esto en tanta manera, que como uno de los templos de Roma estava privilegiada su casa. La causa por que dizen que mató a la infanta Lucilla fue porque, oyendo que Geta era muerto, fuese a palacio a consolar a su madre, y que avía llorado con ella, lo qual, como supiesse Bassiano dixo: «Pues Lucilla llora la muerte de Geta, mi hermano, con mi madrastra, señal es que holgara que él biviera y yo muriera, pues yo biviré y ella morirá.» Mató también a muchas vírgines vestales, a unas porque les levantava que avían quebrantado la virginidad, y a otras porque presumían de ser vírgines, diziendo que era cosa de burla pensar que ninguno podía morir virgen en esta vida. Mató a un antiguo cavallero que se llamava Leto, el qual fue en la muerte de Cómodo, y también fue sabidor de la muerte de Geta, su hermano. Mató a Rufo, cavallero affricano y muy propinquo pariente suyo, es a saber: hijo que fue de un su tío, al qual a boca de noche combidó consigo a cenar y a la mañana le mandó matar. Mató a Pompeyano, hijo de Lucilla y nieto de Marco Aurelio, varón muy animoso en las guerras y muy venturoso en las armas, y a éste mandóle matar yendo camino y echó fama que ladrones le avían muerto. Mató a Papiniano, jurisconsulto, el qual en aquellos tiempos era el más famoso hombre que en letras y consejo avía en todo el Imperio Romano; y fue el caso que Bassiano tomó consigo al lado derecho a Papiniano al tiempo del salir del Senado y quando venía por la calle traýa Bassiano sobre su hombro la mano derecha hasta que llegaron a casa, en la qual entrando al pie de la escalera con una hacha de partir leña le mandó cortar la cabeça. Mató a Petronio el bueno, el qual avía sido cónsul y senador y qüestor y pretor y edil y flamen quarenta años, en los quales nunca a hombre enojó ni dél se quexó y por esso le llamavan Petronio el bueno. Mató a Samónico Sereno, que fue también jurisconsulto, y déste se dize que fue en el hablar [745] muy suave y en el escrevir muy satýrico. Mató a un hijo del Emperador Pértinax que se llamó también Elio Pértinax, del qual por excellencia se dezía en Roma que en dicho ni en hecho nunca dél se conosció annelar el Imperio, de lo qual no es poco de loar y aun de maravillar, porque naturalmente los hijos quieren de sus padres no sólo heredarles la hazienda, mas aun succederles en la honrra. Mandó también matar a un romano muy famoso que avía nombre Chilo porque avía trabajado de hazerle amigo con Geta, su hermano; mas, como presumiesse que le yvan a matar, desnudóse toda la ropa y escapóse por un alvañar de su casa. Mató a su primera muger, hija de Plauciano, la qual estava desterrada en Sicilia, y mandó pesquisar en Roma y en el Imperio por todos los que fuessen hijos, o primos, o sobrinos, o nietos, o tíos, o parientes propinquos de sangre imperial, a los quales todos mandó matar, assí hombres como mugeres, porque no quedasse en Roma raýz ni memoria de sangre antigua ni generosa. Assí en Roma como por el Imperio mandó matar a otros muchos Bassiano, y lo que más es, que los verdugos tenían auctoridad para quitar a aquellos míseros la vida, mas no para dar a sus cuerpos sepultura, sino que después de muertos los llevavan arrastrando por las calles los mochachos, excepto que a los que eran generosos los llevavan en unos carros y después los quemavan a todos juntos.

No sólo era malo y cruel, mas aun presciávase de ser amigo de los que fueron notados de malos y crueles, porque jamás le oyeron dezir bien de ningún príncipe de los passados si no era de Silla el cruel y de Bruto el traydor y de Catilina el tyrano y de los Grachos sediciosos y de Domiciano el infame y de Cómodo el dissoluto. Para cumplimiento de sus crueldades acontesció que, como un día se representassen los juegos circenses en Roma, a la fiesta de los quales avía concurrido gran muchedumbre de gentes y como el que guiava el carro imperial no pudiesse passar por estar tomadas todas las calles de la gente, quiso el carretero passar por fuerça y tropellar a unos, los quales le resistieron de hecho y aun le denostaron de palabras. Como yva en el carro el Emperador Bassiano, aunque a él no le dixeron palabra, tomó la injuria del [746] carretero por suya y mandó que luego encontinente todos los pretorianos, que era la gente de su guarda, matassen arreo a quantos quisiessen. Como todos los que allí estavan estavan adereçados más para la fiesta que no apercebidos para la guerra, fue grandíssima lástima ver la muchedumbre de gente que sin culpa allí murió y la sangre de tantos innocentes que allí se derramó, porque si fueron diez o doze los culpados, fueron más de quinze mil los muertos. Ni comían, ni bevían ni dormían ni negociavan los romanos sino con grandíssimo temor pensando, no que los avían de accusar, sino quándo los mandaría Bassiano matar, porque nunca tyrano hizo lo que él ordinariamente hazía en Roma, es a saber: que sin preceder accusación del fisco o quexa de enemigo o de servicio suyo mandava matar a uno. [747]


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Una década de Césares / El Emperador Bassiano
Capítulo VIII

De las provincias que anduvo Bassiano y de las cosas que en ellas hizo.

Después que Bassiano mató a su hermano Geta y a sus enemigos y a muchos de sus amigos y a otros que ni eran amigos ni enemigos suyos, salióse de Roma y tomó el camino para Germania, que agora se llama Alemania la Alta, con pensamiento de visitar aquellas provincias y de reformar sus exércitos, porque como avía ya días que no tenían guerra, estava toda la gente de guerra muy mal corregida. Todo un verano se aposentó a las riberas del Danubio, y el exercicio que allí tenía era caçar, pescar, jugar, correr, tornear y algunas vezes se sentava a oýr pleytos y sentenciar, y de lo que se espantavan todos era que, en oyendo una cosa, la sentenciava y que nunca erró en sentenciar, sino que siempre sentenciava conforme a justicia.

Parescióle bien aquella tierra y las condiciones de la gente della, y tomó y escogió los más fuertes y más dispuestos mancebos de Germania para guarda de su persona, de lo qual se sintieron mucho todos los romanos que con él venían y todos los antiguos criados de su padre que le acompañavan, porque les parescía que, pues no fiava ya dellos la guarda de su persona, no los amaría ni tractaría como solía. Muchas vezes se desnudava las ropas romanas y se vestía las de Germania, y lo que más es, que por parescer en todo a los alemanes traýa cabellera de cabellos rubios y tanto quanto más destas cosas hazía, tanto más a los romanos pesava.

Tomó Bassiano por costumbre de no tractarse en el comer y en el bever y en el vestirse y en el servirse y en todos los trabajos [748] que consigo trae la guerra más que uno de los que a sueldo andavan en la guerra. Acontescía muchas vezes que, si avían de hazer un fosso, él cavava el primero y sacava tierra a cuestas; si caminavan a pie, él también; el pan que comía, él lo molía con sus manos y lo cozía so la ceniza; y si los otros no tenían cama, no dormía él sino en tierra, y no quería bever en plata ni en oro, sino que en unos vasos de palo; finalmente aborrescía no sólo lo que le parescía ser regalo, mas aun lo que muchas vezes le era nescessario. Mandó también que nadie le acompañasse si él no se lo mandasse y que ninguno le llamasse emperador, sino compañero, y todo esto hazía él porque le amassen los unos y se espantassen de sus trabajos los otros.

Puestas, pues, en orden las provincias que están comarcanas al Danubio, passóse en Tracia y de aý en tierra de Macedonia, con pensamiento de visitar la tierra y naturaleza del Magno Alexandro. Todas las cosas en que estavan pintadas y esculpidas las hazañas de Alexandro, todas las reparó y renovó y mejoró y otras muchas añadió y inventó, por manera que no uvo ciudad ni templo en todo el reyno de Macedonia do no hiziesse algún hedifficio y pusiesse alguna estatua. Muchas cosas notables hizo hazer Bassiano en Macedonia, dignas por cierto de loar, y otras también hizo merescedoras de burlar, porque en muchas partes hizo pintar y en otras esculpir un cuerpo con dos cabeças y la una intitulava a sí mismo y la otra al Magno Alexandro. Burlavan mucho desto los macedonios (es a saber: querer ygualarse Bassiano con Alexandro), porque tienen ellos a su rey Alexandro en tal possessión, que dizen y affirman que ninguno de los hombres le ygualó en esta vida, ni ninguno de los dioses le sobrepujó en la otra. Ensoberbecióse tanto Bassiano de ver que todos le loavan las obras y memorias que avía hecho en Macedonia, que mandó a todos los de su casa que le llamassen, no Bassiano, sino Alexandro, y mandó a los capitanes de su exército que se intitulassen de los nombres que antiguamente se llamavan los capitanes de Alexandro. Mandó también que todo su exército se dividiesse en tres partes y la una que se llamasse macedónica, la otra licaónica y la otra espartana, y esto por memoria de tres famosas provincias de Grecia, las quales siguieron al [749] Magno Alexandro en toda la guerra, y dellas era la gente que él tenía más esforçada.

De Macedonia tomó el camino para Pérgamo, que es una ciudad famosa de Asia, por ver el templo de Esculapio, padre que fue de la medicina, y en aquel templo durmió muchas noches, y según él dezía después, rescibió allí del dios Esculapio muchas respuestas y muchos consejos, assí para la conservación de su salud como para la buena governación de su república. De Pérgamo fuese Bassiano a la ciudad llamada Illion, que en otros tiempos fue cabeça del reyno de Troya, do fueron las grandes guerras entre griegos y troyanos, la qual halló no sólo destruyda, mas aun arada y sembrada. Desseó Bassiano mucho enterrar allí alguno a la manera que en otro tiempo enterraron a Patroclo, y para cumplir su desseo mandó dar veneno a Festo, un su muy gran privado, al qual después de muerto enterró allí a la manera que los troyanos enterraron a Patroclo. Otros quieren excusar a Bassiano de la muerte de Festo, diziendo que él se murió y no que le hizo matar. Al tiempo que quemavan el cuerpo de Festo, tenía Bassiano una redoma de vino en la mano y bevió della delante todos, y después de bien aver bevido maldezía los vientos. Tenía aquel su criado Festo muy pocos cabellos en la cabeça, y Bassiano dávale muchas bueltas a ella por hallar algunos cabellos que le quemar, y al fin con sus proprias manos le trasquiló aquellos pocos que tenía, del qual hecho se rieron todos los que le vieron y aun los que le oyeron.

Antes que Bassiano subiesse a Alemania, quiso visitar a la Gallia Transalpina y dentro de pocos días que entró en ella mandó matar al procónsul de Narbona, del qual hecho y de otras cosas que hazía de hecho, cayó en muy gran odio del vulgo y meresció el nombre de tyrano. Quando navegava de Germania para Asia, viose una vez en tanto peligro en la mar, que la nao do él mismo yva se abrió y se perdió y él en un varco pequeño se escapó. Cobró tan gran miedo a la mar después que escapó de aquel peligro, que dizen que dixo: «No sé quál es el hombre que tiene un pan que comer y una capa que se cobijar en la tierra, que por ser emperador se mete en la mar.» [750]


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Una década de Césares / El Emperador Bassiano
Capítulo IX

De una muy fea crueldad que hizo en Alexandría Bassiano.

Después que Bassiano vio al gran Illion y a la mayor parte de Asia y Bitinia, vínose para la ciudad de Antiochía, do fue con muy grandes cerimonias rescebido y en todo el tiempo que allí estuvo muy festejado. De Antiochía tomó el camino para Alexandría con desseo de ver aquella ciudad afamada que avía hedifficado el Magno Alexandro, lo qual como los ciudadanos lo supieron aparejáronle muy solemníssimo y costoso rescibimiento, qual nunca antes avían hecho a príncipe griego ni romano, y esto no por más de porque les dezían que Bassiano era amigo de Alexandro. Con muchas leguas antes que llegasse Bassiano a la ciudad, repararon las puentes, adobaron los passos malos, proveyeron los caminos de bastimentos, hizieron muchas ramadas, hincheron los caminos de flores y, lo que más es, que todos los que con Bassiano venían tomavan todo lo que querían y ningún prescio por ello les llevavan.

Ya que llegó a la ciudad, saliéronle todos a rescebir y en aquel rescebimiento salieron los alexandrinos muy vestidos y de muchos géneros de música y instrumentos acompañados. Luego que entró Bassiano en Alexandría fuese a apear a los templos do offresció muy grandes sacrificios y hizo quemar dentro dellos mucho encienso, myrrha, áloes y otros semejantes olores. Visitados los templos, fuese a visitar el sepulchro del Magno Alexandro, con el qual usó de una imperial magnificencia, es a saber: que se desnudó una ropa riquíssima que traýa y se quitó de la gorra una medalla y del [751] pescueço un collar y de los pechos una piedra y de los dedos todos los anillos, y puestas las rodillas en el suelo lo offresció todo al sepulchro del Magno Alexandro. Yncreýble fue el plazer que tomaron los alexandrinos de ver que un príncipe romano bivo hazía tan gran cuenta de un príncipe griego que era ya muerto, y por este respecto de coraçón le amavan y con quanto tenían le servían.

Todas estas cosas no las hazía Bassiano con ánimo de honrrar a Alexandro ni hazer plazer a los alexandrinos, sino por más assegurarlos y después matarlos a todos juntos. Muchos días avía que tenía Bassiano muy gran odio con los de Alexandría y la occasión que tomó de quererlos mal fue porque le dixeron que ellos burlavan dél assí en palabras que dezían como en farsas que representavan, diziendo que era cosa de burla querer Bassiano ygualarse con Alexandro y llamarse Achiles y imitar a Hércules. Supo también Bassiano cómo le avían afeado mucho la muerte de su hermano Geta y avían puesto la lengua en su madre propria, notándola no de muy casta, las quales injurias supo dissimular muchos días y después vengarlas en uno.

Fue, pues, el caso que, después de acabadas las fiestas de su rescebimiento, mandó pregonar que todos los mancebos naturales y estrangeros que fuessen más fuertes y bellicosos se juntassen en el campo para que los quería ver y armar a la manera antigua, diziendo que en todo y por todo era su voluntad que toda la gente de guerra peleasse dende en adelante no como los emperadores de Roma, sino como los capitanes de Grecia. Mucha gloria y vanagloria tomaron los alexandrinos de que oyeron dar estos pregones, y quien más podía más presto al campo salía, pensando que quales eran las palabras del pregonero, tales avían de ser las obras de Bassiano.

Puesta, pues, toda la juventud de Alexandría en el campo, salió Bassiano con todo su exército armado a verlos, a los quales todos mandó que se hiziessen un esquadrón porque uno a uno los escogiessen y delante del emperador passassen y allí luego después los armassen. Ya que los míseros alexandrinos estavan como ovejas todos juntos y desarmados, hizo Bassiano señal a sus cavalleros para que diessen sobre ellos, [752] los quales repentinamemnte arremetieron como contra enemigos, y danse tanta priessa en los matar, que dentro de una hora estavan aquellos campos no sembrados de flores, sino cubiertos de muertos. Muy grande fue el daño que en los alexandrinos hizo Bassiano aquel día, porque dexó a las biudas sin hijos, a los abuelos sin nietos, a los tíos sin sobrinos, a los hermanos sin hermanos y a los vezinos sin amigos, por manera que ninguno quedó que no fuesse muerto o quedasse de la muerte de otro lastimado.

Do Bassiano cometió aquella trayción y hizo tan inhumana crueldad era un campo grande y llano y estava cerca del gran río Nilo, y fueron tantos los que mató, que la sangre a manera de arroyos corría por aquellos campos y entintó al río Nilo, por manera que aquel tan superbo río parescía no que llevava agua, sino que corría por él sangre. No se pueden excusar de culpa los alexandrinos en dezir mal de Bassiano y infamar a su madre y de representar en farsas sus malas obras, porque dado caso que de lo malo no podemos dezir sino mal, no entran en esta cuenta los príncipes, las obras de los quales tenemos licencia solamente de juzgarlas con el coraçón, mas no de affearlas con la lengua. Dado caso que fue grave y que fuera muy más gravíssima la culpa de los alexandrinos, sin comparación fue muy mayor la crueldad de que Bassiano usó con ellos, lo qual siendo él el que avía de ser lo avía de hazer al contrario, porque en las casas de los heroycos y excellentes príncipes el castigo dan por onças y la clemencia sin medida. [752]


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Una década de Césares / El Emperador Bassiano
Capítulo X

De una carta que escrivió Bassiano al rey de los parthos, pidiéndole por muger a su hija.

Parescióle a Bassiano que robar los templos, saquear los pueblos, derrocar los muros y matar a todos los vezinos de Alexandría que era pequeña culpa según a lo más que le inclinava su condición mala, y para esto determinóse de intentar una trayción tan cruel y fea, que los que la viessen o oyessen tuviessen por pequeña a la passada. Assí como entre los virtuosos una virtud despierta otra virtud, assí entre los malos una maldad trae consigo apetito de otra maldad, por manera que ay algunos tan malos, que en muy breve vienen a caer en la profundidad de todos los vicios.

Fue, pues, el caso que como Bassiano se vio en las partes de Oriente, tomóle gana de triumphar de los parthos, y para esto como no osó hazerles guerra en lo público, acordó de ordenarles una trayción en secreto, y tanto fue ella más fea quanto avía menor occasión para hazerla, porque a la sazón los parthos con los romanos y los romanos con los parthos estavan muy amigos y confederados. Sin dar parte a sus parientes, ni amigos, ni consegeros, embió Bassiano una gran embaxada a Arthabano, rey de los parthos, y embióle muchas joyas y ricas, y de su propria mano escrívele una carta en esta manera:

Bassiano Antonino, único Emperador de los romanos, a ti, Arthabano, el gran rey de los parthos, salud y buena fortuna.

Los famosos romanos antiguos y muchos de los [754] príncipes mis antepassados vinieron de Occidente a Asia no por más de hazer a esse tu reyno guerra; mas yo no vengo a hazerte guerra sino a buscar paz, y esta paz tú y yo hemos de buscar medios para que sea perpetua, porque de otra manera más sano les es a los príncipes justa guerra que fingida paz. Según lo leemos en los libros y lo oýmos de nuestros antepassados, no ay más breve y más seguro camino para que los grandes enemigos vengan a ser verdaderos amigos, que es cobrando nuevo deudo por vía de casamientos; porque en los verdaderos matrimonios, si los que se casan se juntan en los cuerpos, también los que los casan se confederan en los coraçones. Aunque algunos príncipes se han casado con hijas de cónsules y de senadores y de otros plebeyos, y dado caso que ellos lo hizieron, yo no lo quiero hazer, porque yo nascí príncipe y soy príncipe y tengo de morir príncipe: por esso no quiero casar sino con hija de príncipe.

Quando congrua y buenamente se puede hazer, no conviene a la grandeza del imperio que tenga oy el príncipe por suegro al que tenía ayer por vassallo. Aunque las mugeres de los príncipes no han de governar ni mandar, no podemos negar que, quando las princesas son hijas de altos príncipes y descienden de sangre real, no estén más honrrados y contentos los pueblos y ellas no paran los hijos más generosos. El imperio de los romanos y el imperio de los parthos son los dos príncipes más famosos del mundo, porque dado caso que el uno al otro algunas vezes se han vencido, nunca del todo el uno ha enseñoreado al otro. Yo soy príncipe de los romanos y tú lo eres de los parthos: si quieres casar tu hija comigo, de voluntad casaré yo con ella, y desta manera de dos imperios divisos haremos uno en concordia. Estando juntos estos dos imperios, ¿por ventura dexará algún reyno de obedescerlos ni osará algún rey contradezirlos? No pido a tu hija porque es hermosa, que otras ay más hermosas en mi Imperio; ni lo he por tus riquezas, que yo hartas tengo; ni lo he por cobrar más vassallos, que hartos reynos tengo a mí subjectos. Helo porque de antiguos enemigos nos tornemos immortales [755] amigos, por manera que, como hasta aquí nos motejávamos de bárbaros, de aquí adelante nos tractemos como hermanos.

No pienses que te escrivo esto por vengarme con tu favor de mis enemigos o porque se ayan revelado contra mí mis reynos, que como sabrás de essos mis embaxadores mi padre me los dexó tan llanos y a obedescer a sus príncipes tan abezados, que no sólo cumplen lo que les mando, mas aun me ruegan que les mande más. Si en esto que te escrivo piensas que ay engaño, deves también pensar que yo seré el más engañado, lo uno por yo ser como soy príncipe romano y lo otro por ser yo el que lo pido; porque en este casamiento tú no aventuras más de a tu hija, mas yo cometo a la fortuna mi honrra y mi hazienda y mi persona.

En ésta no quiero más dezir, sino que te ruego estas joyas que te embío rescibas y a lo que mis embaxadores te dixeren creas.

El rey de los parthos, desque uvo leýdo esta carta y oýdo lo que los embaxadores le dixeron de parte de Bassiano, respondióle en esta manera. [756]


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Una década de Césares / El Emperador Bassiano
Capítulo XI

De otra muy solenne carta que le respondió el rey de los parthos a Bassiano.

Arthabano, rey del antiguo reyno de los parthos, a ti Antonino Bassiano, único emperador romano, salud y prosperidad.

Antes de todas las cosas a los immortales dioses doy gracias porque pusieron en tu coraçón lo que nos escreviste y por lo que con tus embaxadores nos embiaste a dezir. Por lo que leý en tu carta y por lo que oý de tu embaxada conoscí que creýste a los dioses y no te aconsejaste con los hombres, porque los hombres siempre aconsejan a los príncipes que hagan guerra, mas los dioses siempre les persuaden que tengan paz.

Dizes que los príncipes romanos, tus antepassados, siempre que passaron en Asia vinieron con ánimo de hazer a los parthos guerra; mas junto con esto también quiero que consideres que, como la guerra que contra nosotros emprendían era injusta, siempre la fortuna les fue adversa, porque no es voluntad de los dioses que de injusta guerra se saque entera victoria. Tomastes por empresa los romanos de ser únicos señores del mundo, y para conseguir esto armastes muchas flotas, juntastes grandes exércitos, conquistastes estrañas provincias, destruystes muchos reynos, matastes muchas gentes, robastes infinitos thesoros y offrecístesos a immensos peligros; y después de todo esto lo ganado se perdió y los que lo ganaron se murieron, porque todo lo que en perjuyzio ageno se gana con daño proprio se pierde. Lo que por tu letra prometes y lo que en tu [757] nombre los embaxadores me offrescen no sólo soy obligado de lo acceptar, mas aun merescía gran pena si lo osasse contradezir, porque muy justa cosa es que hagan los dioses guerra al príncipe que ruegan los hombres con la paz.

Dizes que el mejor medio para alcançar la paz es tractar casamiento los príncipes entre sí. Yo no niego esto ser verdad en algunos, mas no es regla general para todos, porque no vemos cada día otra cosa sino que entre los más parientes y propinquos nascen mayores pleytos y escándalos. Mi visabuelo fue consuegro del rey arsácido y después mató el uno al otro en el campo, y lo mesmo oýmos acá dezir que entre vosotros Pompeyo casó con hija de Julio y después Julio venció y destruyó a su yerno Pompeyo, de manera que los casamientos que hizieron para tener paz los despertó a tener muy mayor guerra. El príncipe que de los dioses es temeroso y de su natural no es bullicioso no puede hallar para alcançar la paz otro mejor medio que es estarse quieto en su reyno, porque (hablando la verdad) el príncipe que se quiere contentar con lo suyo proprio no tiene necessidad de tomar parentesco en reyno estraño. A mi padre offrescían ricos, generosos y valerosos casamientos en reynos estraños, a los quales no sólo no quería condescender, mas apenas los quería oýr; y dezíame él a mí que a muchos reynos y reyes avía visto perdidos por quererse casar en reynos estraños; y assí él no me quiso casar sino dentro de su reyno y a la hora de la muerte me dixo que, si quería bivir en paz largos años, apartasse de mis hijos casamientos peregrinos. Yo tuve tres hijos y todos son ya muertos, y no me ha quedado sino sola una hija, en la qual está toda mi esperança; y si los dioses lo quisiessen y mis hados lo permitiessen, querríale dar dentro de mi naturaleza un marido, al qual tuviesse yo por hijo y él a mí por padre, porque no es mi intención de darle marido que tenga mucha hazienda, sino que merezca mucho por su persona.

A lo que dizes que el reyno de los parthos y el Imperio de los romanos estarían muy bien juntos, razón tienes en lo que dizes, si tan fácilmente se hiziesse como se dize; mas [758] ¿cómo es possible que sean todos unos, siendo como son tan estraños en las naciones, tan peregrinos en las tierras, tan distinctos en las lenguas, tan diversos en las leyes y sobre todo tan contrarios en las condiciones? Pues entre vosotros y nosotros ay tantas tierras, tantas naciones, tantos montes y tantas mares, ¿cómo es possible que, estando los cuerpos tan apartados, estén los coraçones juntos? Muy mejor nos conoscen los dioses que nos conoscemos nosotros mismos, y pues ellos nos criaron y nos apartaron unos de otros, ¿cómo es possible que nosotros bivamos y nos conservemos juntos? Por mucha solicitud que tengan los hombres, ni por mucha potencia de que usen los príncipes, impossible es derramen lo que los dioses ayuntan ni junten lo que los dioses apartan.

Si tú quieres gente para tus guerras, yo te las embiaré; si quieres dinero para tus gastos, yo te socorreré; si quieres tener paz comigo, yo la otorgaré; si quieres seamos hermanos en armas, yo lo juraré; finalmente entre ti y mí no excepto otra cosa sino que no me pidas por muger a mi hija, porque estoy determinado que ni por casar bien a mi hija tengo de dexar tributaria a mi tierra a gente estrangera.

Las joyas y riquezas que me embiaste rescebí con grato ánimo. Aý te embío otras, aunque no tales ni tan ricas, mas todavía conoscerás en ellas que los reyes de los parthos tienen grandes thesoros que guardar y no pequeño ánimo para los gastar. No más, sino que los dioses sean en tu guarda y tú de mí y yo de ti veamos buena fortuna. [759]


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Una década de Césares / El Emperador Bassiano
Capítulo XII

De una gran trayzión que Bassiano hizo a los parthos.

Rescebida esta letra por Bassiano, mostró tener muy gran tristeza por no le querer dar por muger el rey de los parthos a su hija, mas ni por esso no dexó de tornarle a rescrevir y más dones le embiar para que hiziesse con importunidad lo que no quería hazer por voluntad. Visto por el rey Arthabano la importunidad de Bassiano en el escrevir y la largueza que mostrava en más joyas le presentar, pensando que no avía engaño en aquel matrimonio, dexóse al parescer de sus amigos, los quales le aconsejaron que no dexasse de tomar por yerno al emperador de los romanos, porque ya podría ser le cobrasse por enemigo no le queriendo por yerno.

Divulgada, pues, la fama por toda Asia que la hija del rey se casava con el emperador de Roma, acordó Bassiano de tomar su camino para allá, al qual en todas las ciudades de los parthos por do passava no sólo no le resistían, mas aun con grande alegría le rescebían y festejavan, porque tenían ellos muy gran vanagloria de ver que a su princesa heredera pedía por muger el gran emperador de Roma. Por los lugares do passava Antonino offrescía grandes sacrificios en los templos y hazía grandes mercedes a los que le acompañavan y rescebían, y todo esto hazía él fingido a fin que no cayesse en sus coraçones sospecha de la grandíssima malicia que llevava pensada.

Llegado, pues, Antonino a la gran ciudad que avía nombre Parthemia, do lo más del tiempo residía el gran rey de los parthos, salió Arthabano a rescebir a su yerno Antonino, y por cierto él salió tan conforme a la paz como Antonino [760] venía apercebido para la guerra. Salieron con el rey Arthabano no sólo los generosos y valerosos de su Casa y Corte, mas aun todos los poderosos y ricos hombres de su reyno, los quales para aquel día estavan llamados y apercebidos por manera que en la compañía mostró el rey bien lo que valía y los suyos lo que podían y tenían.

Ya que los parthos se començavan a juntar con los romanos y de una parte y de otra se hazían grandes mesuras y se tocavan infinitos instrumentos, hizo Antonino señal a sus cavalleros que venían armados para que diessen en los parthos, en los quales hizieron tan gran estrago y mortandad qual hizo Haníbal en Canas y Scipión en Carthago. El rey Arthabano, como venía en la reçaga de toda su cavallería, tomó el cavallo a un criado suyo y dio a huyr y, como era ya noche y el cavallo ligero, tuvo tiempo de escapar la vida. Aunque no para deffen su tierra. Esto hecho, saqueó Antonino la casa real y toda la ciudad y mandóla después poner fuego, y lo mesmo hizo por todas las ciudades que después passó, hasta que salió de tierra de los parthos y dio licencia a los de sus exércitos para que libremente tomassen lo que pudiessen y matassen a quien quisiessen.

Ésta, pues, fue la manera que tuvo Antonino para vencer a los parthos, al qual vencimiento con más razón se podrá llamar invención de traydor que no victoria de emperador, porque los innocentes parthos fueron vendidos, mas no vencidos. A la hora que esto passó escrivió Antonino al Senado, diziéndoles cómo avía subjectado a todas las provincias y reynos de Oriente al Imperio Romano, dellas por fuerça y dellas de grado, y que los príncipes romanos sus predecessores excedíanle en los años y riquezas, mas que no ygualavan con él en las victorias. El Senado, como estava ygnorante de la gran trayción que avía cometido Bassiano contra los parthos a causa que escrivió él antes que otro ninguno, hizieron hazer grandes alegrías en Roma y pusiéronle a él por todas las puertas estatuas; mas después que supieron la verdad de la trayción cometida, pesóles tanto de aquel tan feo hecho, que si los parthos lo padescieron, los romanos lo lloraron. [761]


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Una década de Césares / El Emperador Bassiano
Capítulo XIII

De cómo Bassiano fue muerto por mandado de su privado y capitán Macrino.

Salido el Emperador Bassiano de tierra de los parthos, vínose a la provincia de Mesopotania, a causa que era ya el mes de octubre, y como avía allí muchos bosques en que se criavan venados, quísose hallar a la brama dellos, porque era más amigo de la caça de montería que cetrería. Eran capitanes del exército de Bassiano dos romanos que avían nombre Audencio y Macrino, de los quales el Audencio era hombre rústico para las cosas de la república y muy diestro y valeroso en las cosas de la guerra, y el Macrino por contrario en la governación de la república era sabio y mañoso y en las cosas de la guerra algo descuydado y no muy venturoso. Estava bien Bassiano con Audencio y mal con Macrino, y no sólo le quería mal, mas aun dezía dél mal, murmurando dél que era floxo, covarde, vicioso, regalado, glotón y comía mucho y no bevía poco, y que en llegando a Roma le avía de quitar el cargo que tenía en la guerra. Era Macrino en las letras hombre muy docto y en el hablar muy corregido, y a todo lo que le dezían que dezía dél Bassiano respondía que todo aquello dezía dél su señor Bassiano con el amor que le tenía no para infamarle como a enemigo, sino para corregirle como a hijo. Aunque en lo público dezía esto Macrino, otra cosa tenía en su coraçón secreto, y parescióse bien después en el successo del negocio, porque al tiempo que Bassiano quiso quitar a Macrino la honrra y la hazienda quitó Macrino a él la vida.

Fue, pues, el caso que, como Bassiano fuesse de su propria [762] natural inclinación de saber los secretos, no sólo de los hombres, mas aun de los dioses y demonios, temiéndose siempre que por acechanças a trayción le avían de matar, siempre tenía conversación con los magos y adevinos y agoreros para que le dixessen qué tanto avía de bivir y qué muerte avía de morir. Muchos magos y agoreros y adevinos traýa él consigo y, como no le dezían cosa que no fuesse para él el successo della bueno, tomó dellos mucha sospecha, diziendo que se servían más de lisongeros que no de adevinos. El prefecto de Roma se llamava Materniano y a éste tenía Bassiano por secreto de sus secretos, y escrivióle una carta de su propria mano, mandándole que con gran solicitud y secreto juntasse a los magos y agoreros y adevinos y astrólogos, para que dellos supiesse no sólo qué tanto avía de bivir y cómo avía de morir, mas aun les preguntasse si avía alguno en su Imperio que desseasse y procurasse ser emperador. Hizo Materniano lo que le escrivió su señor Bassiano, y ora que algún mago o adevino se lo dixo, ora que alguno quería mal a Macrino y halló tiempo para mostrárselo, rescrivió Materniano a Bassiano en cómo él avía juntado los magos y adevinos y astrólogos y agoreros, y que la resolución de su consejo era que, si quería gozar del imperio, convenía que matasse a Macrino.

Quando el correo llegó con el emboltorio de las cartas que venían de Roma, acabava Bassiano de subir en el carro para se yr a caça, y como no se acordava de lo que avía escripto ni presumió lo que le podían escrevir, dixo a Macrino que desatasse aquellas letras y las leyesse todas, y que, si avía en ellas alguna cosa de gran importancia, se la consultasse, y a todas las otras cosas menudas que respondiesse y proveyesse. Leyendo, pues, Macrino las cartas, assí las de Bassiano como las suyas, vino a leer la de Materniano, en la qual escrevía a Bassiano que dezían los magos y astrólogos que convenía que Macrino fuesse luego muerto. Fue dello muy espantado y tuvo a muy gran dicha venir primero a su mano aquel secreto que no a otro alguno, porque a la hora que rescibiera Bassiano aquella carta mandara cortar a Macrino la cabeça. Temiéndose Macrino que tornaría otra vez a escrevir [763] Materniano sobre el mesmo negocio a Bassiano y que no por más de por no aver abscondido la carta le cortara la cabeça, acordó de tractar la muerte a Bassiano, antes que Bassiano la experimentasse en él.

Entre los que guardavan el cuerpo de Bassiano, uno de ellos era Marciano, el qual tenía un hermano en la mesma guarda y por un pequeño enojo que tomó dél Bassiano mandóle matar; y no sólo mató a él, mas aun dixo lastimosas palabras a Marciano, por manera que de las palabras quedó el Marciano affrentado y de la muerte del hermano lastimado. De que conosció Macrino reynar esta passión en Marciano contra Antonino, tomóle primero por su muy familiar amigo, y diole plata y oro, y favorescíale mucho, y traýale cada día a la memoria la injusta muerte de su hermano; y esto para que no se le resfriasse, sino que más se le augmentasse, el odio contra Bassiano. Ya que Macrino sintió tener con beneficios y offrescimientos cobrado por verdadero amigo a Marciano y le tenía contra Bassiano muy indignado, concertó con él que matasse a Bassiano, del qual hecho él sería bien satisfecho, lo qual Marciano amó oýr y se obligó a hazer, lo uno por vengar la muerte de su hermano, lo otro por condescender al ruego de su amigo Macrino.

Estando Bassiano en una ciudad de Mesopotania que avía nombre Carruca, salió a visitar un templo de la diosa Luna que distava de la ciudad dos millas. Yendo, pues, por el camino, tomóle gana de exonerar el vientre y, como se metiesse entre unos espessos matorrales acompañado no más de con un criado, Marciano, que andava buscando oportunidad para cumplir lo prometido, fuese para Bassiano entre las matas muy abscondido y, como estava haziendo su necessidad Bassiano abaxado y solo en el suelo, arrojóle una lança y cosióle con ella en el suelo. Fue la herida que dio Marciano a Bassiano tan mortal, que sin más dezir ni se poder más mover, por do le entró la lança se le salió la vida. Después que Marciano mató a Bassiano, cavalgó en su cavallo y dio a huyr; mas, como la guarda imperial estava cerca, dentro de una legua lo alcançaron y a lançadas le mataron, [764] por manera que después que de su enemigo tomó vengança aun no bivió una hora. Éste, pues, fue el fin del infelice Emperador Bassiano, el qual justamente meresció aver tan mal fin, porque razonable cosa fue que, aviendo él muerto a trayción a tantos amigos, le matassen a trayción sus enemigos. [765]


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Una década de Césares / El Emperador Bassiano
Capítulo XIV

De cómo Macrino fingió no aver mandado él el matar a Bassiano y se alçó con el imperio.

El mesmo día que nasció Antonino Bassiano, que fue a ocho de abril, en aquel día le mataron, cumplidos quarenta y tres años de su edad, y fue emperador seys años. El primero que llegó a él después de muerto fue Macrino, el qual tan dissimuladamente lloró su muerte como si no fuera él el que le avía quitado la vida. Fue muy dichoso Macrino en que matassen y no prendiessen a Marciano, porque todos pensaron (y assí lo dixeron) que Marciano avía muerto a su señor Bassiano no por induzimiento de alguno, sino por vengar la muerte de su hermano. Muchos otros fueron en la conjuración de matar a Bassiano, allende de Macrino que lo ordenó y Marciano que lo effectuó, es a saber: Nemesiano y su hermano Apolinaro, y Reuno, y Marcio Agripa, los quales todos se juramentaron de le matar, los unos por injurias que dél avían rescebido y los otros por servicios que no les avía pagado.

Luego que Bassiano fue muerto, mandó Macrino quemar su cuerpo y poner los polvos en una redoma de oro; y assí muy guardados y acompañados los embió a Julia, su madrastra, que estava a la sazón en Antiochía, la qual a la hora que vio delante sí a Bassiano muerto, bevió un poco de ponçoña con que acabó su vida.

Estando las cosas en este estado, llegó nueva al exército romano que Arthabano, rey de los parthos, venía en pos de Antonino a tomar vengança dél de la injuria que dél avía rescebido; y para esto el rey y sus cavalleros, antes que saliessen en [766] campo, hizieron voto a sus dioses de no bolver ninguno dellos bivo si no dexassen primero muerto al Emperador Bassiano. En gran confussión se vieron los romanos, lo uno por hallarse en tierras estrañas para ser socorridos, lo otro por ser su príncipe muerto y ver a su enemigo tan cercano. Y para remediar y reparar esto eligieron con mucha presteza por príncipe a uno que se llamava Audencio, hombre de honesta vida y de larga experiencia en la guerra; mas él no quiso rescebir el imperio, excusándose que era viejo y enfermo y que de su electión no podía él sacar sino trabajo y la república daño. Dos días estuvo el exército romano sin emperador, y al fin, como no quiso acceptar el imperio Audencio, eligieron por emperador a Macrino, y esta electión no la hizieron los cavalleros tanto por voluntad como por necessidad, porque los parthos sus enemigos estavan cerca y los que merescían el imperio estavan lexos.

Porque hizimos mención de Julia, madrastra de Bassiano, es de saber que, siendo biuda y estando en el palacio real retraýda, viola Bassiano en una fiesta de verano medio desnuda y enamoróse della, y díxole esta palabra: «Si fuesse possible renunciar este nombre de madre que te devo, llamarte ýa de aquí adelante mi muger.» Respondióle Julia: «Si quieres, puedes, porque los príncipes tienen auctoridad para hazer leyes, mas no tienen obligación de guardarlas.» Como en Bassiano sobrava el amor y en Julia halló prompta la voluntad, casóse luego con ella, de manera que al parricidio añadió incesto, es a saber: que, aviendo muerto a Geta, su hermano, tomó por muger a su madrastra. Fue Bassiano naturalmente mal inclinado y mal acondicionado, y si su padre fue cruel, él fue crudelíssimo y en el comer era desordenado y en el bever mal templado, porque muchas vezes con el mucho bever era largo en el hablar. Fue dende niño muy malquisto de todos, assí de los suyos como de los estraños, excepto de los cavalleros pretorianos, y éstos, si le querían bien, no era por los bienes que les hazía, sino por los robos y males que les dissimulava.

Algunos hedifficios hizo en Roma notables, en especial unos muy generosos vaños, los quales llamó de su nombre, y [767] dízese que fue la obra tal, que el suelo en riqueza y la techumbre en subtileza excedió a todas las obras que avía en Roma. Hizo también una puerta en Roma y llamóla Severiana en reverencia del nombre de su padre Severo, en la qual hizo esculpir todas las victorias y triumphos que su padre uvo antes y después que uvo el imperio. Él fue el primero que truxo a Roma la ymagen de la diosa Ysis, a la qual hizo un generoso templo y constituyó en él sacerdotes. No dexó ningún hijo ligítimo ni expurio si no fue a Helio Gábalo, al qual uvo en una sobrina de su muger Julia, del qual diremos en la siguiente hystoria.

Fin.


{Antonio de Guevara (1480-1545), Una década de Césares (1539). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo I, páginas 335-904, Madrid 1994, ISBN 84-7506-404-3.}

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Edición digital de las obras de
Antonio de Guevara
La versión de la Década de Césares, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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