La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Libro áureo de Marco Aurelio

Capítulo XIV
Cómo Marco Emperador era amigo de nobles exerçiçios y enemigo de truhanes, y de un ruido que huvo en Roma por ellos.


Caso que a este buen Emperador el saber de las sciencias, el esfuerço en las armas, la pureza en la vida le hiziesen nombrado entre los nombrados de Roma, pero la dulce conversaçión que tenía con todos le hizo famoso entre los famosos de todo el mundo. La cosa más grata y sin ningún resabio de çoçobra entre grandes, medianos y pequeños es el que es señor o príncipe de muchos se dexe communicar y conversar de todos. Todas las buenas obras de los buenos pueden ser condemnadas de las malas intenciones de los malos, pero la buena condiçión tiene tal privilegio, que en el malo la loa el bueno y en el bueno la aprueva el malo. No ay en un hombre tan gran culpa en su vida, que con la buena conversaçión no se encubra, y por el contrario no ay crimen tan secreto, que con la mala conversación al tiempo que más lastime no sea revelado. De dos estremos, no es tan grave a la república el hombre flaco en lo secreto y de dulçe conversaçión en lo público, como es el que es virtuoso en lo secreto y versuto o de mala jazija en lo público. Muchos no de buena pollicía hemos visto largos tiempos conservarse en Roma sólo por ser bien condiçionados, y muchos más hemos visto que aunque eran rectos en sus officios en breve tiempo por ser austeros en sus condiciones fueron dellos privados.

Esto dezimos porque este buen Emperador era tan alegre en su cara, tan amigable en sus costumbres, tan amoroso en su conversaçión, que fácilmente hechava los braços en los [68] hombros y tomava de las manos a los negociantes. Sus porteros no podían impedir a los que le querían conversar en palacio, ni su guarda era osada apartar a los que querían hablarle en el campo. En todas las edades dio lo que cada edad a la naturaleza demanda: fue niño con los niños, moço con los moços, mundano con los mundanos, travieso con los traviesos, varón con los varones, atrevido con los atrevidos, y al fin viejo con los viejos. Solía él dezir quando, en su presencia, motejandose algunos no bien disciplinados, en la lengua afeavan la flaqueza de los viejos siendo moços y las moçedades de los moços siendo viejos:

«Dexadlos, pues hos dexan, que muchas vezes de moços cuerdos paran en viejos locos, y de moços locos suelen salir viejos cuerdos. Todas las cosas al fin naturaleza las hizo naturales, y como de mucha flaqueza no podamos sacar sino pocas fuerças, poder podremos a nuestra naturaleza por algún tiempo resistirla, pero no del todo enseñorearla. Yo estoy espantado de muchos que se iactan ser tan heroicos en las virtudes y tan altos en los pensamientos, que nos quieren hazer encreyente que, biviendo en la carne y siendo de carne, ellos solos no sienten la carne. No sé si naturaleza hizo a los otros de otro natural que a mí o a mí de otro natural que a los otros, porque jamás me hallé ençerrado en la dulce conversación de la Philosophía, que al mejor tiempo no llamase a la puerta la carne malvada. Tanto quanto nos sube y sublima la sciencia con sus libertades, tanto y más nos abate la carne con sus miserias. Creedme una cosa: que del árbol que no se le pasa la primavera en flores, no esperemos en la otoñada frutas maduras, y del moço que no passó sus moçedades con moços, no esperemos que passará su vejez con viejos; y como nuestro natural podamos recutir y no del todo anihilar, yerran los padres estremados que quieren sus hijos comiençen como viejos, de lo qual después se sigue acabar como moços.»

Era, pues, el buen Emperador tan reçíproco en todas las cosas, que en las burlas era muy de burlas y en las veras muy [69] de veras. Fue este Emperador muy templado en sus passatiempos, fue amigo de música, especial de buenas bozes e instrumentos: desplazíale esperar el concierto della. Quando fue moço, lo más del tiempo passó en deprender las sciencias; siendo ya más varón, se occupó en la militar disciplina. Fue amigo de montería y no de cetrería. Fue muy diestro y venturoso en las armas, aunque en correr cavallos algo desdichado. Deleitávase en iugar a pelota en la moçedad y de iugar al axedrez en la vejez.

No fue amigo de los pantomimos, que son los maestros de farsas, y menos de truhanes. Estos pantomimos y truhanes passaron gran variedad en el Imperio, según la diversidad de los emperadores: Iulio César los sustentó, y Octavio su sobrino los despidió; Calígula los tornó y Nero el cruel los desterró; Nerva los tornó a Roma y el buen Trajano los desterró de toda Italia; Antonino Pío los tornó a admittir y por mano deste buen Emperador huvieron de fenescer.

Fue la occasión ésta: celebrando los romanos con gran tripudio, a quatro días de mayo, la famosa fiesta de la madre Berecinta, madre de todos los dioses, los flámines diales querían llevar a su templo a estos juglares para regozijar la fiesta, y por contrario los flámines vestales querían lo mesmo. Pues los unos poniendo fuerça y los otros resistencia, y acudiendo muchos a favorescer y no menos a despartir, fue tan crudo el ruido y tan grande la matança, que las fiestas en lutos, los plazeres en tristezas y los cantos en lloros se tornaron. El buen Emperador trabajó de apaziguar aquella popular furia y poner en paz todos los barrios de Roma, lo qual todo hecho mandó con curiosa diligencia buscar todos los pantomimos y truhanes de Roma y de todo el circuito de Italia, y porque a ellos fuese castigo, y Roma quedase libre, y a todo el mundo exemplo, mandó llevarlos al puerto de Hostia y ponerlos en unas galeras y desterrarlos para siempre a la isla de Pontho, lo qual assí fue complido como el Emperador lo avía mandado, y desde aquel día jamás pantomimo ni truhán hasta que murió el Emperador paresció en Roma. El qual muerto, no passaron dos años que en tiempo de Cómmodo, su hijo, luego no fueron tornados, y si las historias no nos engañan, avía en Roma más locos que cuerdos. [70]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Libro áureo de Marco Aurelio (1528). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo I, páginas 1-333, Madrid 1994, ISBN 84-7506-404-3.}

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Antonio de Guevara
La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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