La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Libro áureo de Marco Aurelio

Capítulo XXI
En el qual el Emperador Marco, prosiguiendo su plática, finalmente responde a Faustina en lo de la llave. Habla de los antojos que tienen las preñadas.


Agora que he abierto y expremido el venino antiguo, quiérote responder a la demanda presente. Para que aprovechen las medicinas al enfermo, es necessario que se desopilen las opilaçiones del estómago. Por semejante, ninguno puede hablar como conviene a su amigo si primero no le dize de lo que está dél enojado. Pídesme la llave de mi estudio y amenázasme que, si no te la doy, que rebentarás con tu preñado. Buen achaque hos tenéis las mugeres preñadas: so color que avéis de rebentar, queréis que todos vuestros appetitos ayamos de complir.

Quando el Sacro Senado en los tiempos del muy venturoso Camillo hizo la ley en favor de las matronas preñadas, no eran entonçes las mugeres tan antojadizas. Agora no sé qué se es, que todas de todo lo bueno tenéis astío y todas de todo lo malo tenéis antojo. Si mi memoria no me engaña, quando Camillo hizo el voto a la madre Cibalea, fue porque le diese victoria en una batalla; y, como huviese la victoria, estava tan pobre Roma, que no tenía plata ni oro para hazer la estatua de su promesa. Y como las matronas de aquellos tiempos viesen que sus maridos en aquella guerra offreçieron sus vidas, quisieron ellas al Sacro Senado presentar sus joyas.

Fue cosa maravillosa de ver, que sin alguno se lo dezir, ni hombre dello se acordar, acordaron todas iunctas de ir al Capitolio y allí en presencia de todos pusieron los chocallos de [91] sus orejas, los anillos de sus dedos, las axorcas de sus muñecas, las perlas de sus tocados, los collares de sus gargantas, los joyeles de sus pechos, las çintas de sus cuerpos y los tintinábolos de sus ropas. Y aunque fue tenido en mucho lo que dieron, pero sin comparaçión fue estimado en más la voluntad con que lo dieron. Fueron tantas las riquezas que allí offreçieron, que no sólo huvo para complir el voto de la estatua, pero aun para proseguir la guerra.

Y como Roma tuviese por costumbre de no reçebir un serviçio sin que por él luego no hiziese muchas merçedes, en aquel día que las matronas romanas offrecieron sus joyas en el capitolio, les conçedieron çinco cosas en el Senado. La primera, que en su muerte pudiesen orar los oradores y allí relatar sus buenas vidas. La segunda, se pudiesen asentar en los templos como de antes estuviesen en pie. La terçera, pudiesen tener de sus personas dos ropas, como de antes no las tuviesen sino senzillas. La quarta, que en grave enfermedad pudiesen beber vino, como antes, aunque les fuese la vida, no bebían sino agua. La quinta, que a matrona romana, estando preñada, no se le pudiese negar cosa alguna. Fueron por çierto estas çinco cosas muy iustas y de buena voluntad por el Senado otorgadas.

Y esta ley que manda no negar algo a la muger preñada, quiérote dezir qué fue la occasion más particularmente que movió al Senado a hazerla. Estando Fulvio Torquato cónsul en la guerra de los voscos, traxeron a Roma los cavalleros mauritanos un monóculo que avían caçado en los desiertos de Egypto, y, como en aquellos tiempos las matronas romanas fuesen tan honestas como las de nuestros tiempos son atrevidas, estava la muger de Torquato (que avía quedado preñada) en días de parir. Era por çierto muger tan honestíssima, que no menor gloria tenía ella por el retraimiento que tenía en Roma, que por el esfuerço tenía su marido en la guerra. Fue probado que, en catorze años que Torquato su marido estuvo en Asia la primera vez que passó en ella, jamás hombre la vio a la ventana; y no sólo en esto fue recatada, pero en todos aquellos catorze años jamás hombre de ocho años arriba entró por su puerta. Y, no contenta con lo que [92] hazía, por dar exemplo a toda Roma y para sí alcançar perpetua memoria, como le huviesen quedado tres hijos que el que más avía no avía tres años, en compliendo la edad de ocho años, luego los embiava fuera de casa para sus abuelos. Y esto hazía la excellentíssima romana porque so color de los hijos no se entrasen en casa otros mançebos.

Pues passados aquellos tiempos, el buen viejo Torquato, tornando a la guerra de los voscos, passando por la puerta de su muger aquel monóculo y una criada suya le hiziese relaçión que era cosa maravillosa de ver aquel monstruo, tomóle gran deseo de verlo; y, no aviendo quien se lo levase, fue tan grande su deseo, que murió de aquel antojo. Por çierto, asaz vezes avían passado el monstruo por su calle, y ella jamás quiso salir a la puerta ni menos ponerse a la ventana. Fue su muerte en Roma muy sentida, porque en Roma era además muy amada, y tenía razón, porque grandes tiempos avía que en Roma no se avía criado tal romana. Y por mandamiento del Senado en su sepulcro le pusieron este verso: «Aquí yaze la gloriosa Macrina, muger de Torquato, la qual quiso aventurar su vida por assegurar su fama.»

Mira, Faustina, no se hizo la ley por remediar la muerte de aquella matrona, sino porque a vosotras quedase exemplo de su vida y a todo el mundo memoria de su muerte. Iusta cosa es que, pues la ley se ordenó a causa de preñada honesta, no sea guardada sino con muger virtuosa. Y a las mugeres que piden les guarden la ley de las preñadas, por esa mesma ley les pregunten si son muy honestas. En la Séptima Tabla de nuestras leyes dize: «Mandamos que, donde huviere corrupçión de costumbres, no se les guarden sus libertades.» [93]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Libro áureo de Marco Aurelio (1528). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo I, páginas 1-333, Madrid 1994, ISBN 84-7506-404-3.}

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Antonio de Guevara
La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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