La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Libro áureo de Marco Aurelio

Capítulo XXIV
En el qual el Emperador prosigue su plática, y habla quánto peligro tienen los cortesanos que mucho tiempo andan en la corte, y nótese bien.


Veniendo, pues, el Emperador a lo que quería dezir, añadió a lo sobredicho estas palabras:

Muchas cosas he visto y de personas verdaderas he sabido las quales me han paresçido mal y ninguna bien. Señaladamente una, la qual a los dioses offende, al mundo escandaliza, la república pervierte y a la propria persona daña: ésta es la maldita ociosidad, que destruye a los buenos y acaba de perder a los malos. Muchas vezes en secreto, y medio burlando en público, algunos de vosotros lo he amonestado y castigado, y a ninguno he visto aprovechar el castigo. Por una parte el stímulo de la razón me constriñe a castigaros; por otra parte, considerando la malicia humana quán prona es al mal, algunas vezes determínome suffriros. Muchas vezes querría con la furia castigaros como a hijos, pero refrénola acordándome que sois moços y de los engaños del mundo aun no desengañados. Los cañones y pelo malo que agora nasçe razón es crea a las canas cansadas que ya se van a caer. Tienen tan grande pendençia males de males, y tan gran liga hecha entre sí viçios con viçios, y ay oy tantos que engañen y se dexen engañar, que quando escapamos de un engaño pequeño y cognoscemos el engañador, ya nos tiene engañados con otros mayores engaños.

Sobrada compassión tengo de vosotros, mis criados, [99] hablando como señor, y de vosotros, mis hijos, hablando como padre, por verhos todo el día y la noche andar por Roma perdidos; y lo peor de todo, siento que no sentís vuestra perdición. ¿Qué mayor brutalidad de brutos puede ser, que es verhos sandios de theatros en theatros, de flámines en flámines, de ludos en ludos, de plaças en plaças, de thermas en thermas, de nugibundos en nugibundos, de pantomimos en pantomimos? Y lo que más es: ni sabéis qué pedís ni qué queréis, a dó is ni de dó venís, qué hos aplaze o qué hos desplaze, qué hos es nocivo o qué provechoso, no hos acordando que nasçistes hombres racionales y vivís como salvajes entre los hombres y después morirés como animales.

¿De dó pensáis que viene por lo que rabiávades ayer estar empalagados oy? Esto se causa de no atajar los bestiales movimientos y de no represar los iuveniles deseos, y sobre todo de no occupar vuestros sentidos. Mirad los de mi corte, y no lo pongáis en olvido, no cure alguno de buscar passatiempos emprestados cada día, ningún hombre de qualquier condiçión que sea: si no tiene en armas o lectión algún ordinario exerçiçio, siempre terná el cuerpo penado y el spíritu alterado, y de todas cosas terná astío, y de calle en calle se andará vagabundo. Y torno a dezir otra vez que, como el coraçón del hombre sea generoso en sus operaçiones y tenga potençia continua para todos los actos, de todos los passatiempos del cuerpo a tres días tiene astío, y del solo y con el solo y en el solo loable exerçiçio tiene descanso.

Como soy Emperador de todo el mundo, es razón (y no puede ser menos) sino que de todas las naçiones y gentes estén en mi palacio; y qual fuere el príncipe, tal será su casa; y qual su casa, tal será su corte; y qual su corte, tal será su Imperio, por cuya causa el rey deve ser muy honesto, su casa muy conçertada, y sus offiçiales bien doctrinados, y su corte bien corregida. De mi vida buena dependen sus vidas buenas y por consiguiente malas. Cada naçión deprende en sus particulares achademias: los assirios en Babilonia, los persas en Dorca, los indos en Olipa, los chaldeos [100] en Thebas, los griegos en Athenas, los hebreos en Helia, los latinos en Samia, los gallos en Aurelia, los hispanos en Gades, y todos estos iunctos en Roma. La escuela universal de todo el mundo es la persona, casa y corte de los príncipes. Lo que dixéremos los emperadores, aquello dirán nuestros súbditos; lo que hiziéremos, harán; si afloxáremos, afloxarán; si nos perdiéremos, perderse han; si nos ganáremos, ganarse han; y finalmente, nuestro bien será su bien y nuestro mal será su mal.

Por cierto es obligado el príncipe su persona tener tan recatada, y a su casa y corte tan recogida, que todos los que lo vieren tengan embidia de lo imitar y a los que lo oyeren pongan deseo de lo ver. Mirad y miremos, pensad y pensemos: los que de tierras estrañas por tierras estrañas a tierras estrañas nos vienen para sus trabajos a pedir remedio, de nuestras malas costumbres no lleven algún escándalo.

¿Qué mayor monstruosidad entre hombres podía passar si passase, que viniesen a quexarse de los ladrones de su tierra a los ladrones de mi corte y casa? ¿Qué mayor afrenta que pedir iustiçia de los homicianos suyos a los homicianos míos? ¿Qué crueldad tan cruda querellar de los vagabundos de su tierra a los hombres ociosos de mi casa? ¿Qué cosa puede ser tan infame, que venir accusar a los que dixeron mal de los emperadores delante aquellos que cada día blasfeman de sus dioses? ¿Qué cosa puede ser más inhumana que venir a pedir iusticia del que no cometió sino una travesura delante aquellos que nunca hizieron una buena obra?

Por cierto en tal caso los pobres hombres tornarse han con su innocencia engañados, y nosotros quedaremos con nuestra cruda malicia infames a los hombres y reos a los dioses. ¡O, quántas cosas pequeñas castigamos en los hombres pequeños, las quales sin quebrantar la iustiçia les podíamos dissimular! Y ¡o, quántas cosas grandes en los hombres grandes suffren los dioses, por las quales no haziéndoles siniustiçia los podían gravemente punir! Pero al fin los hombres crudos como hombres crudos no saben cosa perdonar y los dioses piadosos como dioses piadosos [101] quasi nada quieren castigar. Y por esto no quiero que se engañe alguno, que si los dioses dissimulan las iniurias suyas, no por eso dexarán de castigar las siniusticias agenas. Los dioses en sus castigos son como el que da a otro una bofetada, que quanto más aparta la mano, tanto más rezio hiere el carrillo. Por semejante, quantos más años los dioses dissimulan nuestras culpas, tanto más después nos lastiman con sus penas. Por çierto yo le hes visto a los dioses muchas vezes a muchos muchas culpas dissimular mucho tiempo, pero también les vi quando no catava castigarlas todas de un castigo. [102]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Libro áureo de Marco Aurelio (1528). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo I, páginas 1-333, Madrid 1994, ISBN 84-7506-404-3.}

<<< Capítulo 23 / Capítulo 25 >>>


Edición digital de las obras de
Antonio de Guevara
La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
© 1999 Fundación Gustavo Bueno (España)
Proyecto Filosofía en español ~ www.filosofia.org ~ pfe@filosofia.org